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1. La relación del lenguaje y la violencia contra las mujeres ....................... 03
2. Lenguajes sexistas y violencia estructural ............................................... 06
3. Violencia de género ............................................................................. 10
    ¤ Violencia psíquica y emocional.

    ¤ Violencia física.

    ¤ Violencia sexual.

    ¤ Violencia patrimonial y económica.

4. Abuso verbal y emocional .................................................................... 16
5. Lenguaje como expresión de sentimientos, actitudes y valores ................. 19
    ¤ Ira.

    ¤ Autoestima.

    ¤ Rabia.

    ¤ Dolor.

    ¤ Miedo.

    ¤ Celos.

    ¤ Culpa.

6. El lenguaje como arma de la violencia .................................................. 28
    ¤ El acoso moral.

    ¤ La manipulación y el manipulador.

    ¤ Técnicas contra la manipulación.

7. Agresión verbal y repercusión en la salud de las mujeres ........................ 47
    ¤ Trastorno del pánico.

8. Lenguaje no verbal y maltrato psíquico .................................................. 53
    ¤ Lenguaje facial.

    ¤ Los ojos y las miradas.

    ¤ Los espacios.

    ¤ El tacto.

    ¤ Las sonrisas.

9. Negociación no violenta de conflictos ................................................... 67
    ¤ Estrés familiar y negociación.

10. Aportación de los medios de comunicación a la violencia de género ...... 73
    ¤ Lenguaje audiovisual y escrito.

    ¤ Lenguaje gráfico.

    ¤ Lenguaje simbólico.

    ¤ Lenguaje publicitario.

11. Derechos de la mujer maltratada psicológica y emocionalmente ............. 81

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        a modo de prólogo ... palabras que matan


Miguel Lorente Acosta

   Hay palabras que no son aire, porque no van al aire; palabras que provocan lágri-
mas que no van al mar, porque ellas mismas son el mar; un mar muerto y enterrado
en el que todas las mujeres maltratadas han puesto su granito de arena y su lágrima
temblorosa. Hay palabras que se clavan en el corazón, o en cualquier otra parte del
cuerpo, porque nada más salir de la boca van tomando forma de cuchillo, de bala,
de puño o de fuego para buscar un destino en forma de mujer.

     El hombre cuando amenaza lo hace de verdad. La violencia sobre la mujer viene
precedida y se produce en un contexto de extrema e innecesaria agresividad por parte
del hombre, tanta que sorprende por la diferencia de fuerza entre el agresor y la víc-
tima. El hombre siempre tiene una posición de superioridad sobre la mujer, le basta-
ría utilizar esa fuerza de más para conseguir con éxito el teórico objetivo de la agre-
sión física. Pero el hombre realmente no sólo persigue golpear más o menos fuerte a
la mujer, sino que lo que pretende es conseguir la sumisión de la mujer, su dominio,
su control y, sobre todo, aleccionarla, por eso junto a las lesiones físicas es necesario
utilizar el miedo, introducirle el temor en el cuerpo para que cuando desaparezca el
hematoma del ojo y no lo vea al mirarse al espejo, se siga produciendo un estreme-
cimiento al recordar esos gritos, esos gestos y esas amenazas que cada día están más
cerca de hacerse realidad.

    Ahí es donde de nuevo la sociedad, la misma que asigna a unos la posibilidad de
dar golpes a gritos; y a otras, la de recibirlos en silencio, actúa minimizando las ame-
nazas del hombre, argumentando que son muchas las veces que se hacen y pocas las
que se llevan a cabo, o considerándolas como frases propias del calor de la agresión
o de una situación conflictiva. Pero la agresión a la mujer no es una obra de locos, ni
de alcohólicos. El hombre cuando arremete sabe muy bien lo que hace y por qué lo
hace, busca un objetivo concreto y tiene unas motivaciones específicas, por eso los
estudios realizados sobre los agresores encuentran que la razón que dan para llevar
a cabo las agresiones es quot;porque les va bien, porque funcionaquot;.

    No hay que olvidar, por tanto, al agresor ni hacer oídos sordos a sus palabras. En
muchas ocasiones cuando hay lesiones leves y amenazas, o sólo éstas, los hechos sue-
len quedar en nada. La denuncia se archiva y la mujer sólo tiene como ayuda a su
propio miedo que la lleva a encerrarse en casa para no encontrarse con el agresor


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mientras él sigue al acecho. Hay que estudiar al agresor y determinar la peligrosidad
criminal que presenta. Existen datos objetivos que, al margen, del estudio psicopato-
lógico, nos pueden indicar la posibilidad de llevar a cabo las amenazas. Cuando se
producen después de que la relación con la mujer se haya reforzado (tras el inicio del
noviazgo, después del compromiso matrimonial, tras quedar embarazada o al nacer
el hijo...) cuando se realizan durante la separación o justo después de finalizar todos
los trámites, cuando después de un cierto tiempo de la separación vuelve a la carga,
cuando la mujer intenta reiniciar su vida con una nueva relación o empezando a tra-
bajar, cuando el argumento y la justificación que hace de las amenazas es coherente
y razonada, comentando cómo lo va a hacer, con qué instrumento... o cuando, junto
a las amenazas, hace referencia a lo que va a pasar con él, manifestando que no le
importa ir a la cárcel, o que después él también se va a matar...

    Todos estos datos que hemos destacado son lo suficientemente significativos para
que veamos en ellos palabras asesinas. Todos esos elementos nos deben llevar a pro-
teger a la víctima y a actuar sobre el agresor adoptando las medidas policiales y judi-
ciales que existen en nuestra legislación. ¿Por qué hemos de dar más credibilidad al
hecho de que no se van a llevar a cabo las amenazas que a la posibilidad de que sí
se cometerán, si tenemos una serie de elementos objetivos que así lo indican y ningu-
no a favor de lo contrario? Las consecuencias de tomar o no tomar medidas no son
comparables. Que no nos pase como al pastor con las ovejas, porque aquí quien dice
¡que viene el lobo! No es el pastor, sino las víctimas.



           Miguel Lorente Acosta, es Médico Forense y Profesor asociado
        del Departamento de Medicina Legal de la Universidad de Granada.




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                      los lenguajes de la violencia


1. VIOLENCIA DE GÉNERO
 ¤ Física.

 ¤ Psíquica y Emocional.



2. LENGUAJES SEXISTAS Y DE PODER.
 ¤ Invisibilización.

 ¤ Generalización.

 ¤ Subordinación.

 ¤ Concordancia.



3. LENGUAJE COMO EXPRESIÓN DE SENTIMIENTOS, ACTITUDES Y VALORES.

4. VIOLENCIA Y LENGUAJE VERBAL:

    Abuso Verbal del Agresor (tono, timbre, etc.).
    Insultos:
      ¤ en relación con la actitud moral o sexual de la víctima.

      ¤ en relación con la capacidad intelectual o cognitiva de la víctima.

      ¤ en relación con la desvalorización y anulación de la víctima.



    Amenazas e Intimidación.
    Aislamiento y Silencios.
    Lenguaje Verbal de la Víctima.
    Defensas.
    Repercusiones del Abuso Verbal del agresor en la Salud Psíquica y Física de
    la Víctima.

5. VIOLENCIA Y LENGUAJE NO VERBAL:

    ¤ Utilización de lenguaje corporal para la Agresión (Expresión facial, ojos,
      manos, cuerpo, espacio...).
    ¤ Anticipar la violencia a través del lenguaje corporal del Agresor.

    ¤ Utilización del lenguaje corporal para la Defensa.

    ¤ Lenguaje corporal de la víctima para prevenir, paliar o contrarrestar la violencia.

    ¤ Gestos, Posturas, Actitudes...




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6. Lenguaje y Negociación NO Violenta de conflictos.

7. Aportación de los Medios de Comunicación a la Violencia:
 ¤ Lenguaje Gráfico y Visual.

 ¤ Lenguaje Verbal y No Verbal.

 ¤ Publicidad.




                  LAS PALABRAS SON VENTANAS
                           (O Paredes)

                  Siento que tus palabras me sentencian,
                    Que me juzgan y me apartan de ti,
                 Pero antes de que me vaya, quiero saber
                      Si es eso lo que me has dicho.

                     Antes de erigirme en mi defensa,
                    Antes de hablar herida o asustada,
                  Antes de levantar paredes de palabras,
                  Quiero saber si es eso lo que he oído.

                   Las palabras son ventanas o paredes,
                       Nos condenan o nos liberan.

                Ojalá que cuando hable o cuando escuche
                   Resplandezca el amor a través de ellas.
                       Porque yo necesito decir cosas,
                  Cosas que son muy importantes para mí.
               Si no expreso lo que quiero con mis palabras,
                      ¿Vas a ayudarme tú a liberarme?

                     Si te figuras que quiero rebajarte,
                     Si te figuras que no me importas,
                      Trata de oír en todo cuanto digo
                 Los sentimientos que ahora compartimos.


                             Ruth Bebermeyer



                                                                     5
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                    la relación del lenguaje
               y la violencia contra las mujeres

  Si tenemos en cuenta que el lenguaje conforma nuestro pensamiento y nues-
tra forma de actuar; que pensamos y actuamos como hablamos y viceversa,
habremos establecido la relación primigenia entre el lenguaje y cualquier
expresión humana, ya que es precisamente el lenguaje el que, quot;en teoríaquot;, nos
hace ser distintos de los animales.

 El Lenguaje (tanto verbal como no verbal) es la forma sublime de la comu-
nicación humana . Con una caricia se le dice a un hijo cuánto se le quiere,
con un giro de cabeza a derecha e izquierda se le dice que no a alguien que
nos pide algo, con una palabra hermosa se describe un bello paisaje, con
muchas palabras, ahormadas en un libro, se nos dicen tantas cosas...

  Sin embargo, con el Lenguaje también se puede hacer mucho daño. Es cier-
to que hay palabras que matan, o cuando menos dejan sin aliento el alma, y
más si son pronunciadas por aquellas personas a las que amamos y de las
que no esperamos ese daño. Está contrastado por la Federación de Mujeres
Progresistas que muchas de las mujeres víctimas de violencia de género, de
malos tratos, se quejan en muchas ocasiones de que les ha dolido más el
insulto, la amenaza, la humillación... que la bofetada o el golpe que ha pre-
cedido o seguido a esas hirientes palabras.

  Cuando estudiamos la Violencia de Género, esa que inflige un hombre a
una mujer por el sólo hecho de haber nacido mujer, de considerarla inferior,
o de su propiedad... Nos damos cuenta que el Lenguaje se convierte en un
arma fundamental con la que el hombre agrede, y de la que el hombre se
sirve para conseguir sus propósitos de amedrentar y poner a la víctima en dis-
posición de ser maltratada de por vida.

  En una situación de violencia hacia la mujer la comunicación se rompe. El
lenguaje como vehículo de comunicación sigue sólo un canal unidireccional,
en el que los hombres hablan e imponen sus criterios, y las mujeres callan y
aceptan la sumisión, acatan todo lo que se las dice, por muy distintos moti-
vos que iremos desgranando a lo largo de esta Guía.

 Cuando esto se produce, los hombres creen haber encontrado el mejor
camino para resolver los conflictos con las mujeres, sin necesidad de dialo-


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gar. El solo recurso a la violencia verbal o física les basta para conseguir
imponerse. Por otro lado, las mujeres, que no saben dar respuesta a esta
situación ilógica e irrazonable, aprenden a ser víctimas, a callar... quedando
prisioneras de la violencia o de la amenaza de ella.

  Si esto es así a corto y medio plazo, hay que tener en cuenta como dice el
médico forense Miguel Lorente en su artículo quot;La violencia como Lenguaje en
la agresión a la Mujerquot;, que a largo plazo, quot;se produce una elevación del uso
de la agresividad y la violencia a la categoría de Lenguaje. Es decir, se acude
a ella como vía de comunicación o como argumento que refuerza las posi-
ciones mantenidas por uno de los interlocutores, en este caso el hombre. De
este modo, no sólo se consiguen los efectos inmediatos y a medio plazo que
hemos comentado, sino que se recurre a un lenguaje en el que el hombre
ocupa una posición de privilegio por su mayor fuerza física y por el amparo
o el apoyo social que lo respalda. Así se establece una vía de comunicación
en la que el hombre tiene el dominio y por tanto una posición de ventaja, que
conduce al establecimiento de una comunicación unidireccional, de un
monólogo en el que el hombre habla, y la mujer sólo escuchaquot;.

  En esta Guía, pretendemos analizar la violencia estructural que mantiene
una sociedad en la que las mujeres han sido invisibilizadas o subordinadas
durante siglos, hasta hacer que forme parte del inconsciente colectivo y tanto
mujeres como hombres acepten este orden de cosas sin cuestionarse el por
qué son así. El por qué de que los hombres sean el centro y la medida de
todas las cosas, y las mujeres sólo satélites que giran en torno a ellos, y cuan-
do ellos quieren.

 Es importante tener en cuenta que existe una violencia que vertebra nuestra
sociedad haciéndola cómplice de las agresiones, malos tratos, y asesinatos a
mujeres por parte de los hombres. Una sociedad que, a veces, no es sólo
cómplice sino que da carta de naturaleza y sanciona con leyes la permisivi-
dad de hacer daño a las mujeres.

 Parte de esa violencia estructural está sostenida por los medios de comunicación
que bajo el falso disfraz de ser quot;notariosquot; de la realidad, quot;espejosquot; de lo que
ocurre, conforman realidades en las que las mujeres no existen o están sub-
ordinadas y estereotipadas hasta el ridículo.

 Por todo ello, y partiendo de esa violencia, queremos afrontar el lenguaje
como expresión de los sentimientos, actitudes y valores de los hombres hacia


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las mujeres. Las palabras como vehículo de una violencia psicológica siempre
minimizada en la sociedad (y hasta por las propias mujeres), como punto de
partida de la violencia física con la que luego convive; como enganche con
un acoso moral que deja a la mujer indefensa; como trampolín para un
miedo que se instala en las mentes y corazones de millones de mujeres que
no saben qué han hecho mal, qué han hecho para merecer ese trato...
Trasladando la culpa que tiene el que agrede a ellas mismas, porque así se
lo han enseñado desde pequeñas y así las ha convencido el agresor.

  Además de esta violencia verbal a la que estamos haciendo referencia, no
queremos dejar de lado esa violencia no verbal, ese lenguaje de signos y
símbolos que las mujeres maltratadas aprenden bien pronto a interpretar para
saber a qué se enfrentan en cada situación en la que el hombre frunce el
ceño, aprieta los puños, las mira con desdén o se planta en jarras ante ellas.

  No queremos olvidarnos de los puntos en común que tienen los lenguajes,
las palabras utilizadas por los maltratadores, ni de las palabras o silencios
expresivos que comparten las mujeres que son víctimas de malos tratos. A
pesar de la clase social, la cultura, la profesión... las palabras son siempre las
mismas en unos y en otras. Palabra tras palabra en una rueda de violencia
que gira sin fin y que la mujer no sabe cómo detener. ¡Silencio!




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                          lenguajes sexistas
                        y violencia estructural

  El lenguaje se convierte en sexista cuando a través de él se invisibiliza, se
subordina, se estereotipa o se humilla a las mujeres, bien sea a través del len-
guaje común, de los Medios de Comunicación, de canciones, refranes, chis-
tes, documentos oficiales o el mismísimo Diccionario de la Real Academia de
la Lengua.

 Por otra parte hay que considerar que ese mismo Lenguaje va conformando
el pensamiento a través del cuál se hacen las construcciones culturales que
conforman la Sociedad.

  Una Sociedad en la que el hombre es la medida de todas las cosas y el cen-
tro del universo, basada en la superioridad de un sexo sobre otro: de los hom-
bres sobre las mujeres, los cuales hacen valer su poder de todas las formas
posibles, hasta llegar a la imposición por la fuerza, y el ejercicio de la violen-
cia de género.

 Se puede afirmar que las mujeres sufrimos violencia no sólo cuando nos
agrede verbal o físicamente nuestra pareja, sino cuando esas agresiones son
admitidas por las personas que se mantienen como público cómplice.

  Las mujeres sufrimos violencia cuando la sociedad en general, no reconoce
ni valora nuestro trabajo dentro y fuera del hogar; cuando nos mandan callar
porque en teoría nuestra opinión no es válida ni importante; cuando se utili-
za un lenguaje sexista por parte de quienes nos prepresentan políticamente o
por quienes dicen informarnos a través de los distintos medios de comunica-
ción; cuando no se nos nombra; cuando nuestros salarios son más bajos que
los de los hombres por hacer el mismo trabajo; cuando tenemos que sopor-
tar una publicidad que nos trata como mercancías y objetos sexuales; cuan-
do se hacen chistes a nuestra costa; cuando se sentencia desde un refranero
que nos compara habitualmente con los animales; cuando tenemos miedo de
caminar solas por una calle poco transitada...

  Todo ello compone una violencia estructural que mantiene la sociedad
patriarcal en la que vivimos y en la que desde la más tierna infancia nos socia-
liza para que cada sexo asumamos y representemos el papel que nos ha asig-
nado y en la esfera en la que se nos permite desenvolvernos.


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  Como afirma Fernando Barragán en su artículo quot;El sistema sexo género y los
procesos de discriminaciónquot;: Desde edades tempranas, niños y niñas apren-
den el mundo social a través del lenguaje. quot;Las palabras de un idioma indican
las categorías en las que divide el mundo una determinada comunidad lingüís-
tica, y aquellas imprimen en la mente de cada uno de sus miembros, una pri-
mera forma de clasificar el universoquot;.

  Estamos de acuerdo con él en que la utilización del género masculino y
femenino aplicado a los vocablos es otro de los mecanismos sociales de
segregación que contribuyen a presentar una explicación androcéntrica de la
realidad.

  El Lenguaje refleja, así, el sistema de pensamiento colectivo, y con él, se
transmite una gran parte de la forma de pensar, sentir y actuar cada sociedad,

 Por lo tanto, el lenguaje sexista no representa adecuadamente a los grupos
de personas, y sirve para deshumanizar o negar la existencia de las mujeres.

  El sexismo -como bien dice Laura E. Asturias en quot;Construcción de la masculi-
nidad y relaciones de géneroquot;- incluye todos los aspectos de la conducta y las
costumbres masculinas, del lenguaje y de las instituciones sociales -tales como
la familia, el matrimonio y la educación- que crean, refuerzan y también pro-
vienen de las desventajas experimentadas por las mujeres. A los hombres les
interesa perpetuar el sexismo porque éste les representa poder, privilegios y
prestigio, además de un grupo entero de personas sobre quienes pueden sen-
tirse superiores: las mujeres.

  Los varones desde niños son socializados para no expresar sus sentimien-
tos, ser competitivos, fuertes, agresivos... para devenir en hombres adultos
que han aprendido a ejercer el poder sobre las mujeres, y este ejercicio inclu-
ye no escuchar la voz de las mujeres, subordinar sus deseos, someter su
voluntad y concentrarse en el cuerpo femenino como un objeto y una ima-
gen, y no como la expresión integral de una persona completa, consciente,
con derechos y sentimientos. Y han aprendido también -añade Asturias- que
su poder patriarcal es quot;naturalquot; y que no puede ser cambiado, lo cual, forma
parte de la ideología del sexismo, que justifica y legitima la opresión de las
mujeres y el uso de la violencia verbal o física.

 Los lenguajes orales quot;de la callequot; son más difíciles de sistematizar y analizar,
en cambio los escritos y verbales, los que nos llegan a toda la ciudadanía, a


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través de los distintos medios de comunicación nos dicen mucho sobre la des-
igualdad y violencia que padecemos las mujeres.

 Las mujeres estamos invisibilizadas, no somos quot;nombradasquot;, y eso ha hecho
que no aparezcan nuestros logros, nuestras acciones... Se nos ha expulsado
de la Historia como si ésta sólo hubiera estado transitada por hombres.

  Si tenemos en cuenta que lo que no se quot;nombraquot;, no existe, ahí tenemos el
primer punto de donde parte la violencia estructural de una sociedad que a
través del lenguaje consigue eliminar al 51% de la población (las mujeres), de
la faz de la tierra, de la cultura, de las ciencias, del deporte, de las artes, de
la medicina, de la política...

 Otra forma de invisibilización, semejante a la de no nombrarnos, es la de
querer que nos engañemos con un falso nombramiento como es el genérico
masculino con el que por una parte se nombra al sexo masculino, y por otra
a toda la humanidad.

 El Hombre, con mayúsculas, quieren que represente al hombre con minús-
culas y a todas las mujeres, y eso no es así, puesto que existen palabras más
acordes para referirse a la raza humana, sea cual sea su sexo, como puede
ser precisamente la de Ser Humano o Persona.

  El principal sesgo androcentrista que encontramos en el Lenguaje y los
Medios de Comunicación es la utilización del masculino plural (a veces en sin-
gular) para nombrar presuntamente a un conjunto de mujeres y hombres (Ej:
los españoles, los hijos, los profesores, los empresarios, los ciudadanos...) en
el que quieren incluir sin verbalizarlo ni escribirlo a las españolas, las hijas,
las profesoras, las empresarias, las ciudadanas... o eludir los términos que
podrían incluir a los dos géneros como población española, vástagos, profe-
sorado, empresariado, ciudadanía...

 Otro de los mecanismos sexistas del lenguaje es el orden de cita de mujeres
y hombres y la subordinación del sexo femenino al masculino (Ej. Niños y
niñas, hombres y mujeres, Rodrigo y Ana, esposa de, nieta de...) en lugar de
niñas y niños, mujeres y hombres, Ana y Rodrigo, esposo de, nieto de...

  También se producen incongruentes y sexistas problemas de concordancia
(Ej: quot;Entre sus asesores estaba María, Juana, Inés y Pablo...quot;, quot;los escritores
latinoamericanos, Gabriela Mistral y M. A. Asturias...quot;. Es discutiblre el caso,


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pero para que la concordancia fuera más real -entre otras muchas opciones-
lo más lógico sería quot;Entre sus asesores estaba Pablo....quot; ó quot;Entre su personal
de asesoría estaban...quot; o quot;Entre sus asesores y asesoras estaban María...quot;.

  Lo mismo ocurre con el segundo ejemplo. Algunas opciones serían: quot;Los
escritores Latinoamericanos M.A. Asturias y Gabriela Mistralquot; por hacer coin-
cidir el masculino con el nombre del varón, aunque sería más correcto quot;El
escritor latinoamericano M.A. Asturias y la escritora Gabriela Mistral... quot; o
poniendo en primer lugar a la mujer.

  Estos no son los únicos casos de sexismo en el lenguaje, pero sí unos bue-
nos ejemplos de desequlibrio de poder, desequilibrio que se pone de mani-
fiesto en las apariciones de mujeres y hombres en los medios audiovisuales,
donde las mujeres ocupan el 15% (TV) y un 9% (Radio) del tiempo de infor-
mativos. El 85 y 91% restante lo ocupan respectivamente las noticias que
hacen referencia a hombres.

  Las mujeres sólo son el 18% de las personas entrevistadas en los telediarios
y ocupan el 15% de las entrevistas radiofónicas.

  Sólo superan las entrevistas de mujeres a las de los hombres cuando se tra-
tan los temas de pobreza, vivienda, desempleo o educación.

  También aparecen más que los hombres en su calidad de cónyuge o fami-
liares de otras personas, amas de casa, estudiantes o en su calidad de víctimas.




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                        violencia de género


 Para que podamos relacionar el estudio del lenguaje con la violencia de
género es preciso que, primero, demos unas cuántas nociones de lo que es
ésta y de las fases en las que se divide la misma, para que podamos ir vien-
do en cuáles de ellas, es determinante el uso de un lenguaje violento, unas
palabras que hacen tanto o más daño que los golpes (que no siempre se pro-
ducen).

  Consideramos que Violencia de Género es la violencia que sufren las muje-
res por el hecho de ser mujeres, desde que nacen hasta que mueren, e inde-
pendientemente de la clase social, el nivel cultural, o la raza a la que perte-
nezcan. Independientemente si se produce en el hogar, en la calle, en su lugar
de trabajo o en el gimnasio...

 Si un marido agrede a una mujer, si un padre golpea a una hija, si un
cuñado o un yerno ataca a una mujer de su familia, si un hijo pega a su
madre, si un vecino lesiona a su vecina, si un quot;amigoquot; te viola... Todo esto
son expresiones de la violencia de género.

  De esta clasificación queda exluida la violencia fortuita que se puede produ-
cir por un desconocido en la calle y que lo mismo podía haber agredido a un
hombre que a una mujer con el propósito de hacerle daño, robarle, etc. Por
supuesto, que esto es discutible puesto que muchos delincuentes se ceban en
sus fechorías con las mujeres, porque consideran que son más débiles y van
a ofrecer menos resistencia que un hombre. También es cierto que además del
robo, si se trata de una mujer, pueden cometer delitos sexuales que con los
hombres no harían... Pero esta es una disquisición profunda que dejamos
planteada para la reflexión y el análisis.

 Myriam Ordoñez, de la Asociación quot;Haz Pazquot;, define la violencia contra las
mujeres como quot;cualquier acción o conducta basada en su género, que cause
muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el
ámbito público como en el privadoquot;.

 Sea cual sea la definición, todas las Asociaciones de Mujeres tienen claro
que estos actos violentos tienen su origen y están asociados a una desigual
distribución del poder entre hombres y mujeres, e impiden a estas últimas, ya


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sean niñas o adultas, su desarrollo humano integral, negándolas el respeto a
sus derechos humanos y a su integridad física, psíquica y sexual.

La violencia implica una relación de dominación-subordinación, influenciada
y sostenida por una sociedad discriminatoria entre hombres y mujeres. En la
acción violenta hay un acto de dominación por parte del hombre, una acción
de control e imposición. Por eso la violencia se relaciona con el poder. La vio-
lencia contra las mujeres es la máxima expresión del poder de los hombres,
un poder que busca dominar, coaccionar y eliminar a las mujeres, en la
creencia de que éstas son inferiores, objetos y posesiones de los mismos.

 Por lo tanto debemos distinguir claramente varios tipos de violencia:

    ¤   Violencia Psíquica y Emocional.
    ¤   Violencia Física.
    ¤   Violencia Sexual.
    ¤   Violencia Patrimonial y Económica.

  La Violencia Psíquica o Psicológica hace referencia a todo tipo de agresión
a la vida afectiva, relacional e interior de las mujeres, a las cuales se les gene-
ra múltiples conflictos, frustraciones y traumas de orden emocional, en forma
temporal o permanente.

 Este tipo de violencia suele tener 3 formas principales de expresión:

    ¤   Como Agresión Verbal: humillaciones, ridiculizaciones, insultos, mani-
        pulaciones, amenazas, denigraciones...
    ¤   Como Lenguaje Corporal (Agresión no verbal): manifestaciones exageradas,
        permanentes miradas de insatisfacción, rechazo o burla, ausencia de
        expresiones afectivas, exclusión, aislamiento, amago de golpes...
    ¤   Como Chantaje Afectivo.

  La violencia psicológica se manifiesta con palabras soeces, amenazas y fra-
ses encaminadas a desconocer el valor y el aporte de las mujeres; con la ridi-
culización como forma habitual de expresión; con el encierro y aislamiento a
que muchos hombres someten a sus mujeres, alejándolas de la familia o del
círculo de amistades, o impidiéndoles el acceso al estudio, al trabajo o el
ocio; con celos excesivos que coartan la movilidad, el uso personal del tiem-

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po y las relaciones sociales; con el incumplimiento de las obligaciones eco-
nómicas, teniendo posibilidad para cumplirlas; o con la carga de todo el tra-
bajo doméstico en manos de las mujeres, subvalorando y menoscabando su
aporte a la economía familiar.

 La violencia psíquica o psicológica tiene unas características que es preciso
que recordemos, ya que en esta Guía vamos a hacer especial referencia a la
misma por estar íntimamente unida al Lenguaje y a las palabras con que se
expresa el maltrato:

 1. Se puede presentar independientemente de los otros tipos de violencia.
 2. Suele acompañar a cualquier otro tipo de violencia. Está asociada al resto
    de malos tratos físicos, sexuales o patrimoniales.
 3. Puede aparecer como la manifestación primera de la violencia contra las
    mujeres y derivar, o no, en otro tipo de violencia.
 4. Es más difícil de reconocer y diagnosticar, siendo las propias mujeres,
    incluso, las que no reconocen este tipo de violencia como un tipo de mal
    trato de los hombres hacia ellas (quizá por asumir que dentro de su rol
    está el soportar estas humillaciones que consideran quot;normalesquot;).
 5. Los efectos en la psique y autoestima de las mujeres pueden ser gravísi-
    mos (y mucho más duraderos que las secuelas físicas).
 6. Los efectos no sólo son psicológicos, sino que pueden ocasionar graves
    daños en el funcionamiento orgánico de las mujeres.

  Vamos a ver qué relación tiene el Lenguaje en el denominado Ciclo de la
Violencia, que suele pasar por 3 fases más o menos diferenciadas:
La violencia contra las mujeres, tiene generalmente 3 ciclos, aunque no siem-
pre se den tal como se describen en los manuales, o en ocasiones no se den
todos... lo que sí es común es que si se producen, todos empiezan por la vio-
lencia verbal y abuso emocional, que después perduran durante todo el tiem-
po, aunque el predominio de la violencia sea más físico que al principio:

 Fase de acumulación de tensión:

 El hombre empieza a mostrarse tenso e irritable, cualquier cosa que haga
ella lo enfada.

          En esta fase es muy importante el lenguaje no verbal, sus gestos,
     su expresión facial, sus miradas... También lo es el tono y el timbre de
     su voz ya que sus respuestas son bruscas y sus palabras cortantes.



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  Ella intenta hablar y complacerle, pero esto le enfada más porque la ve exce-
sivamente dependiente (colgada de él) complaciente e incluso como dicen
muchos quot;empalagosaquot;.

  La mujer, para que él no se moleste, intenta no expresar su opinión, ni hacer
nada para no tener quot;broncaquot;. Comienza una etapa de inmovilidad que solo
sirve para que él la acuse de ser como quot;un mueblequot;, de no hacer nada, de ser
anodina y aburrida.

   En esta etapa comienza una escalada de abuso verbal e insultos cada
   vez más fuertes y desvalorativos de la mujer.

  Si la mujer se queja él lo niega todo y la hace sentirse culpable. La intenta
convencer de que él tiene la razón y de que ella tiene una percepción de la
realidad equivocada, hasta que ella empieza a dudar de su propia experiencia.

   El lenguaje utilizado en esta etapa por él es peyorativo, manipulativo y
   productor de confusión en la mujer: quot;No sé de que me hablas...quot; , quot;No
   comprendo porque te pones así...quot; quot;Qué sensible es la señora...quot;, quot;No
   entiendo de qué te quejasquot;, quot;Eres tonta, o jilipollas, o imbécil (o cual-
   quier insulto que suela utilizar)...quot;, quot;Vas a conseguir que me enfade...quot;,
   quot;Yo no he hecho nada... es que tú eres muy pejiguera, puntillosa, sus -
   ceptible...quot;, quot;¿Es que quieres discutir...?quot;

  Las dudas de ella refuerzan más el comportamiento de él, que se va distan-
ciando emocionalmente. La mujer se asusta pensando que le va a perder,
pero el hombre ya no la ama, se distancia y cada vez está más irritable. Ella
se disculpa una y otra vez confiando en arreglar la situación, pero el hombre
se harta y siente la necesidad de castigarla verbal, físicamente o ambas cosas
a la vez.

   En este momento se produce una escalada de abuso y violencia verbal
   con palabras que quieren hacerla daño, que quieren ridiculizarla, des-
   valorizarla, humillarla, hundirla. El conoce ya su poder y qué tiene que
   decirle para que ella se sienta mal y sufra.

  En esta primera fase, la violencia es sutil, toma forma, por lo general, de
agresión psicológica. Por ejemplo se relaciona con graves lesiones en la auto-
estima de la mujer, ridiculizándola, agradiéndola emocionalmente, negándo-
le afecto, ignorándola, riéndose de sus opiniones, mandándola callar, hacien-
do burla de sus sugerencias, criticando si físico o su vestimenta, prohibiéndo-
le las salidas o contactos con amistades y familiares...


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 Si bien las consecuencias de este tipo de violencia psicológica, emocional o
de acoso moral, no son visibles, provocan en la víctima un debilitamiento de
sus defensas psicológicas. La víctima comienza a ser más introvertida, a depri-
mirse, mostrarse débil...

  La violencia verbal refuerza la violencia psicológica. El agresor comienza a
denigrar a la víctima poniéndole sobrenombres o motes descalificantes, insul-
tándola, faltándole al respeto, criticándole el cuerpo o el aspecto, comienza
a amenazarla con agresión física o asesinato. El agresor va creando en ella
un clima de miedo constante. La ridiculiza en presencia de otras personas, le
grita, la culpa de todo. A partir de estas agresiones verbales, las víctimas se
suelen sentir débiles y deprimidas.


Fase de explosión violenta

 El hombre acaba explotando, pierde el control y castiga muy duramente a
su pareja, verbal y físicamente.

  La insulta, la chilla, la amenaza a ella o a los hijos, rompe cosas, la pega,
la controla todo lo que hace, la interrumpe el sueño, la viola... La violencia
puede variar en gravedad, desde un empujón hasta el asesinato.

     Es la etapa en la que suelen comenzar los insultos a su honestidad y su
     moral: quot;putaquot; es la palabra más corriente, con sus variantes más o
     menos hirientes: guarra, golfa, perdida, cerda, buscona... Es el momen-
     to en el que él manifiesta de mayor manera los celos, con acusaciones
     de engaño sin ninguna base.

La mujer que intentaba salvar la relación, se ve ahora impotente y débil. La
desigualdad de poder y de fuerzas que se ha ido estableciendo con su pare-
ja durante años, la paraliza. Puede protestar pero no se defiende. Ha apren-
dido que el poder está en él, y ella entra en una quot;indefensión aprendidaquot; que
le impide reaccionar.

     El lenguaje no verbal, fuertemente amenazante, en esta etapa también
     es muy importante, sobre todo los gestos con las manos, que ahora se
     cierran en puños, la distancia corporal a la hora de hablar y el nivel del
     tono de las palabras que se transforman en gritos y chillidos. El despre-
     cio en ojos y boca es constante...


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  La violencia física puede comenzar con apretones, pellizcos, retorcimientos
de brazos.. sigue con tortas y bofetadas, hasta llegar a los puñetazos y pata-
das. Luego más tarde, suele recurrir a objetos para provocarle daño y en
medio de esta agresión le exige tener contactos sexuales. Esta escalada puede
terminar en homicidio, asesinato, o en el suicidio de la víctima.


Fase de luna de miel

 Comúnmente se le denomina así aunque es realmente una etapa de mani-
pulación emocional, durante la cual él hace creer a la mujer que está arre-
pentido.

   Aquí, el lenguaje se vuelve dulce y sumiso. Abandona el tono crispado
   y emplea palabras de perdón, de cambio, de promesas.. El tono de voz
   es bajo.

  Se convierte en una persona atenta, le cura las heridas, le ayuda con las
tareas domésticas, le regala flores y la hace creer que ella tiene el poder, que
él ha cambiado y que se responsabiliza de ella y la ama.

  Se relaja y la deja un poco más de libertad, le permite alguna salida, etc. Si
bebía, incluso puede ir a terapia. Y ella piensa que si puede dejar la bebida
puede dejar de maltratarla, ya que en un porcentaje muy alto las mujeres rela-
cionan la violencia a que las someten los hombres al alcohol que éstos
toman, sin pararse a pensar que cuando él bebe no maltrata a otras perso-
nas sino sólo a ella o a los hijos.

   El rictus facial en esta etapa se suaviza. No hay crispación en los ges-
   tos, sino miradas de arrepentimiento y quot;cariñoquot;. Las manos acarician y
   dejan de ser puños amenazantes.

 Tras conseguir el perdón de la víctima y ella se ha confiado, él se siente
seguro en la relación. Ya la ha recuperado y no tiene que seguir complacién-
dola. Comienza de nuevo la Escalada de Violencia, la irritabilidad y los abu-
sos... y cuando ella quiere ejercer su recién conseguido poder la castiga dura-
mente, de forma verbal y física.

 Es él quien controla estos ciclos y quien decide cuándo acaba la quot;luna de mielquot;.




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                             abuso verbal
                             y emocional

 El abuso verbal es un acto de violencia psicológica que se manifiesta por
medio de las palabras que atacan o injurian, que nos llevan a creer lo falso,
o que hablan falsamente de una persona.

a. Es especialmente dañino cuando es negado por el maltratador, ya que fra-
   valora o menosprecia la percepción que tiene la mujer y crea una confu-
   sión dolorosa.
b. Ataca la naturaleza y las capacidades de la mujer que puede llegar a creer
   que pasa algo raro con ella y que sus capacidades fallan.

Abuso verbal puede ser:

1. Abierto: (Explosiones de ira e insultos) Inculpatorio y acusador
2. Encubierto: (muy, muy sutil, como un lavado de cerebro). Agresión oculta
   que aporta confusión y control de la mujer sin que se dé cuenta.
3. El menosprecio puede ser expresado con palabras que parecen transcen-
   dentes, sinceras y consideradas.

En cualquier caso el abuso verbal es:

a. Manipulador y controlador, sin que la mujer sea consciente, aunque sien-
   te que no es feliz.
b. Insidioso.
c. Desconsiderado.
d. Irrespetuoso.
e. Desvalorizador:

    ¤   la autoestima de la mujer va disminuyendo con el tiempo casi sin que
        ella se dé cuenta.
    ¤   su confianza en sí misma va disminuyendo hasta perderla.
    ¤   puede cambiar su conducta para no enfadar al maltratador y no seguir
        siendo lastimada.
    ¤   puede no darse cuenta de un sutil lavado de cerebro.

f. Impredecible; no se sabe cuando ocurrirá ni que quot;razonesquot; lo motivan o
   cómo evitarlo.


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g. El mayor problema de la relación, porque no se puede enfrentar a él como
    un problema real.
h. Expresa un doble lenguaje; no se corresponde lo que hace el maltratador
    muchas veces con lo que dice.
i. Progresivo; sufre escaladas, aumento de intensidad, frecuencia y variedad.


  Aunque muchas de las relaciones de abuso verbal no llegan forzosamente a
la violencia física, hay un buen número que sí lo hace.

  La injuria precede al primer incidente de violencia y está siempre presente en
la relación agresiva. Particularmente ningún hombre se va a vivir con una
mujer e inmediatamente comienza a golpearla; antes la menospreciará, insul-
tará, ignorará sus sentimientos y la humillará.

 La violencia verbal -al igual que la agresión física en una relación de pareja- es
un problema de género.

  Hoy día somos más conscientes que antes de la represión que se mantiene
por la fuerza física. En cambio somos menos conscientes de la represión psi-
cológica, menos obvia pero muy generalizada. La represión se ejerce median-
te la manipulación verbal y la coacción.

  Los sistemas represivos se perpetúan en la medida en que no son reconoci-
dos, ni siquiera por quienes los sufren y padecen. La violencia verbal es una
forma de agresión que no deja huellas visibles, comparables a las lesiones
causadas por la violencia física. Pero es igualmente dolorosa y la recupera-
ción puede llevar mucho más tiempo. La víctima vive en una situación que se
le va haciendo gradualmente más confusa.

  El desmerecimiento sutil o las explosiones de ira, la indiferencia glacial o la
prepotencia, el sarcasmo burlón o el reproche silencioso, la coerción mani-
puladora o las exigencias irrazonables, son hechos comunes. Pero se los disi-
mula, diciéndole a la mujer que está exagerando las cosas y con muchas otras
formas de negación. Se le dice que su percepción de la realidad es equivo-
cada y que sus sentimientos no son los correctos, lo que a ella misma le pone
en la tesitura de dudar sobre su propia visión de la situación, y de la comuni-
cación con su pareja. O se enfrentan a la duda, o lo que es peor según ellas,
como es el enfrentarse al miedo de perder el amor.



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  Según manifiesta Patricia Evans en su libro quot;Abuso Verbalquot;, este tipo de abuso
a través del lenguaje, de las palabras, tiene que ver con el control, con la
forma de ejercer el poder sobre el otro. quot;Este abuso verbal puede ser abierto
o encubierto, constante, controlador, y, como lo definen Bach y Deutsch, pro-
ductor de locuraquot;.

   Efectivamente, más que cuantitativos, los efectos del abuso verbal son cua-
litativos. Es la calidad de la experiencia de la víctima, ya que es una experien-
cia individual, la que define el grado del abuso.

 La forma más corriente de la violencia verbal es el proferir palabras que
ofenden, menosprecian o humillan a la mujer.

  Las formas más contundentes o expresivas como los insultos suelen produ-
cirse en la intimidad, ya que muchos maltratadores quieren preservar su
quot;buena imagenquot; en público.
No obstante, no deja de ejercer otras formas de abuso verbal y no verbal más
sutil ante un público que lo acepta o lo considera quot;normalquot;, para salir refor-
zado de su conducta y actitud.

 Es ante este público consentidor o cómplice cuando recurrirá a la ironía, el
humor, o el silenciamiento de las opiniones de ella. Si la mujer protesta siem-
pre puede recurrir a que no sabe aceptar una broma, o no tiene sentido del
humor, o lo ha malinterpretado, o está sacando las cosas de quicio.

  Tanto la actitud del agresor en la intimidad (donde se une la forma más
expresa y la quot;sutilquot;) como la actitud en público, suelen ir volviéndose habitua-
les con el tiempo, hasta que las mujeres se acostumbran a ellas y las consi-
deran quot;normalesquot;, y por supuesto, no las identifican con el maltrato, tanto más
cuanto el que las realiza lo niega.

 Lo que las mujeres no llegan a comprender en estas situaciones es que el
abuso verbal es una agresión hostil, gratuita, que ellas no han provocado, y
de la que no son culpables: por mucho que el agresor quiera hacérselo creer,
al negar que él no está haciendo nada.

 Y ¡ojo! Si no lo reconoce, muy difícil es que el abusador asuma que tiene
que cambiar. Con frases del tipo quot;no sé de que me hablasquot;, quot;eres demasiado
susceptiblequot;, quot;todo lo coges por el lado maloquot;, el maltratador consigue que su
pareja dude de ella misma y de su percepción de la realidad.


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                   lenguaje como expresión
              de sentimientos, actitudes y valores

  Si a estas alturas estamos de acuerdo en que la violencia, agresión o abuso
verbal tiene una relación directa con la comunicación de un hombre y una
mujer, con el intento de sometimiento del sexo femenino por parte del mascu-
lino, como expresión de lo que siente por ella y piensa de su persona, es fácil
llegar a la conclusión de que el lenguaje -como toda forma de interacción
humana- es una expresión de los pensamientos, sentimientos, actitudes y
valores de quien lo emplea.

  En este estado de la cuestión el lenguaje es el vehículo por el que el maltra-
tador expresa su falta de amor hacia la mujer, sus ansias de someterla a su
poder y sus dictados a través de la expresión de sentimientos como la ira, el
desprecio, la prepotencia...

  Por otra parte, aunque las mujeres son conscientes de sus sentimientos,
saben lo heridas que se sienten cuando las atacan con palabras que les ofen-
den, sin embargo están más inclinadas a creer lo que sus maltratadores dicen
sobren ellas mismas y sobre sus relaciones, que lo que les dice su quot;corazónquot;;
cuando éste debería ser su mejor guía. Lo contrario sólo provoca sentimien-
tos de confusión, tristeza, frustración y desesperanza.

  Sentimientos como éstos deberían indicarnos que hemos sido dañadas, al
igual que las heridas o hematomas en el cuerpo nos indican que nos han mal-
tratado.

 Los sentimientos deben ser y son indicadores. Deben permitirnos reconocer
el estado en que nos encontramos, así como lo que rechazamos y lo que
necesitamos.

 Según Patricia Evans los sentimientos -en pares de opuestos- que nos impi-
den identificarnos como víctimas de violencia o abuso verbal son:

 1.   Responsabilidad - Incapacidad
 2.   Determinación - Frustración
 3.   Afecto - Rechazo
 4.   Esperanza - Decepción

                                                                             27
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 5. Felicidad - Tristeza
 6. Seguridad - Miedo
 7. Serenidad - Sorpresa o sobresalto

 A todos ellos, se les uniría el sentimiento de vergüenza (mayor si el abuso
verbal se produce ante terceros) y por supuesto el sentimiento de culpa, sub-
yacente en la víctima de cualquier tipo de violencia, ya sea psicológica, física
o sexual.

 Secuelas y síntomas físicos del abuso verbal:

     ¤ Agotamiento, cansancio.
     ¤ Dolor de espalda.
     ¤ Jaquecas.

     ¤ Dolor de cuerpo.



  Uno de los sentimientos más comunes del abusador verbal es la IRA. Si algo
le causa ansiedad o inseguridad se enfada rápidamente pero es incapaz de
comunicarse, de dialogar con su mujer, de plantearse sus sentimientos y decir-
le a ella lo que siente en esos momentos.

 Esa falta de diálogo genera incomunicación y, sobre todo, distancia. Una
distancia en la que él tiene el poder de callar, de ocultar, de explotar... y
hacerle la vida imposible a su pareja con un alud de palabras ofensivas que
a ella la dejan confundida. Sus palabras son sus armas.

  Al levantar un muro y negarse a compartir, el maltratador queda en disposi-
ción de dominar a su pareja, ya que no revela lo que piensa ni lo que siente,
con lo cual le daría indicios a la mujer para saber qué pasa.

 A esta postura le ayuda el no demostrar interés por ella, para seguir conser-
vando su imagen de superioridad y su sentimiento de poder y control .

  Si hablamos de sentimientos en relación con las vícitmas de la violencia
debemos nombrar la AUTOESTIMA, ya que es la base humana de auto-
protección. Nos ayuda a salir de crisis, traumas y permite el desarrollo de
recursos personales que incrementan la seguridad y la calidad de vida.
  La autoestima -de la que hablamos en la anterior Guía de la FMP
quot;Autoestima y Violenciaquot;- es la relación que la mujer tiene consigo misma. La
convicción que se tiene de que posees los mismos derechos y responsabilida-


28
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des que cualquier ser humano (incluida tu pareja), independientemente de su
condición. Es la apreciación que haces de tí y de tus cualidades personales, lo
que te convierte en un ser único, con algo único que ofrecer. Además te sirve para
apreciar lo mismo en otros seres humanos y respetarlos como te respetas a ti.

  La autoestima no depende de cómo te vean o te valoren los demás (tu pareja),
lo que te ayuda a tomarte con seriedad tus emociones, necesidades, derechos y
cuidado personal.

  Teniendo en cuenta lo dicho es fácil observar por qué el maltratador usa un len-
guaje desvalorativo que lleve a la mujer a la pérdida de autoestima y la deja en
situación de ser manipulada y sometida.

   Las frases que repiten las mujeres que son agredidas, tanto verbal como
   físicamente, son muy sugerentes: quot;Me siento como una mierda...quot;, quot;No
   valgo para nada...quot;, quot;Sólo hago daño a los demás...quot;, quot;No tengo ganas de
   nada...quot;, quot;No hago nada...quot;, quot;Me siento como un perro, o como un vege-
   tal, o como una piedra...quot;, quot;Lo mejor sería que me quitara de en medio...
   (alusiones al suicidio en distintas variantes)quot;.

  Son frases que les han dicho en contra de su autoestima y que ellas han inte-
riorizado, dando más importancia a la valoración externa del maltratador que a
sus propios sentimientos internos.

 Pero si la autoestima está en el fondo de toda la cuestión del maltrato, debe-
mos señalar que las emociones básicas de supervivencia son las relacionadas
con la respuesta de huida y ataque, presentes no sólo en las personas sino tam-
bién en los animales.

  La RABIA, el DOLOR, y el MIEDO son sentimientos que siempre aparecen en
situaciones de autoprotección, por eso mantener una buena relación con nues-
tra emociones es una forma de fomentar nuestros recursos de autopreservación.
Lo que ocurre a menudo es que la expresión y uso adecuado de estas emocio-
nes están deteriorados en las relaciones víctima-agresor. El agresor no tiene que
autoafirmarse ante la autoridad, descarga su frustración y rabia en una víctima a
la que percibe indefensa porque él ha puesto todos los medios verbales y psico-
lógicos para que sea así.

 La víctima tampoco usa su rabia y su MIEDO para solucionar su situación, sino
que las inhibe para adaptarse al agresor, causándose a menudo, daños psicoló-


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gicos y fisiológicos muy importantes.

  Si el Miedo, en vez de paralizarnos, nos sirviera para plantarnos y aportar cam-
bios y bienestar a nuestra vida, sería un gran potenciador de nuestra autoesti-
ma, ya que el miedo es una emoción que está para ayudarnos a la supervivien-
cia, puesto que aparece en situaciones donde hay peligro para avisar antes de
que éste sea inevitable.

  Otro de los sentimientos que hay que tener muy en cuenta en la violencia de
género, es la RABIA, que está siempre presente cuando algo nos hace daño. La
rabia reprimida por la víctima, no expresada y oculta tiene el mismo efecto que
el miedo. La rabia nos puede salir luego de forma inadecuada contra quienes
menos lo merecen (como los hijos/as) o puede dañarnos órganos vitales como
el estómago o los riñones.

 Hay que aprender a verbalizar adecuadamente lo que nos da rabia, y no guar-
darla, para no hacernos daños irreparables. Lo haremos si tenemos en cuenta
que una emoción no es ni positiva ni negativa. Lo que hacemos como conse-
cuencia de ella, es lo positivo o lo negativo.

  En el lenguaje cotidiano, la palabra DOLOR es casi siempre asociada al dolor
físico, sin embargo, el dolor humano tiene también una dimensión psicológica
muy importante. El mal procesamiento del dolor que hacen las mujeres víctimas
(por represión o rechazo externo o interno) conlleva más dolor.

  Si tuviéramos una buena autoestima que nos permitiera percibir nuestras emo-
ciones y ser conscientes de ellas, escucharíamos lo que sentimos y lo que somos,
y eso haría que nos valoráramos a pesar de sentir miedo, rabia o dolor. A la
hora de hablar de abuso emocional y violencia psicológica, no podemos dejar
de hablar del quot;Síndrome de estrés postraumáticoquot;, el cual se asemeja a ataques
de pánico que más tarde dan lugar a pesadillas, síndrome de ansiedad, depre-
sión, insomnio, somatizaciones, estrés, alerta continua... y que nos lleva a tra-
tar de evitar todo lo que se asemeja a la situación traumatizante del maltrato.

  El estrés postraumático se observa muy a menudo en mujeres sometidas a vio-
lencia de género y las sometidas a abuso psicológico durante largo tiempo. Es
muy perjudicial para la resolución del problema, si tenemos en cuenta que la
mujer maltratada puede tratar de evitar en todo momento que su pareja se
enfade mínimamente, por la ansiedad que éste le provoca a ella.



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 Por otro lado, las emociones y estrategias que desarrolla el maltratador, ade-
más de la ira y las que ya hemos mencionado, son, según Luis Bonino, las
que en la relación de pareja van relacionadas con el mantenimiento de su
poder y posición privilegiada sobre su compañera, y que se concretan en:

 ¤ Abuso, mediante palabras que denigran a la mujer, mediante el control del
   dinero y el patrimonio, y el uso privilegiado del tiempo y del espacio físico.
 ¤ Intimidación, cuando ya tiene fama de abusivo, para lograr despertar en la

   mujer sentimientos de sumisión, haciendo siempre lo que se espera de ella.
 ¤ Toma repentina del mando, sin contar con las opiniones de ella a la hora

   de decidir cualquier cosa que les debería concernir a los dos.
 ¤ Apelación a la quot;lógica varonilquot;, para salirse con la suya y persuadir de ello

   a la mujer.

  Una de las estrategias que mejor explota el hombre -y que arraiga en la mujer
víctima hasta anularla- es la de culpabilizarla de cualquier disfunción de la
pareja o de la familia.

  Él aparece como inocente, o como si no fuera también su responsabilidad.
La culpa de disfrutar con otras personas. La somete a chantaje emocional con
frecuencia:

     quot;Si no eres capaz de dejar de hacer eso por mí, es que no me quieres lo
     suficiente.. o no te importo...quot;. La confunde con mensajes contradictorios:
     quot;No, si a mí no me importa que te diviertas con ellos...quot;, pero poniendo
     cara de víctima, utilizando un mensaje verbal que no está en concordan-
     cia con el no verbal, con los gestos y expresiones faciales o corporales.

La culpa se extiende y si ella dedica tiempo al trabajo u otras personas suele
decirle:

     quot;No me importa que trabajes pero voy a tener que buscarme otra
     mujer...quot;. O bien quot;Los niños están teniendo problemas en el colegio por-
     que no estás nunca con ellos...quot;. quot;Tampoco merece la pena que trabajes
     fuera para lo que ganas...quot;.

 A veces esta culpabilización va disfrazada de paternalismo, haciéndola creer
a ella que quot;todoquot; lo que él dice lo dice por su bien.



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  La mayor perversión que hace el maltratador con la mujer víctima de su mal-
trato es precisamente inculcarle CULPA porque él tenga que maltratarla. Es
como si él no quisiera hacerlo pero ella le obliga con sus actitudes.

 Por último hay que hablar no sólo de los sentimientos y emociones expresa-
dos o reprimidos por víctima y maltratador, en una situación de violencia de
género, sino por la negación o inexistencia de ellos.

  En las maniobras de control sobre la mujer, el hombre tiene actitudes acti-
vas de alejamiento, evitando la intimidad, ya que en lo íntimo el varón teme
perder poder, y trata de bloquear la posibilidad de pedir afecto por parte de
la mujer. Él niega las necesidades de la mujer como persona, sobrevaloran-
do todo lo que hace y siente él. En este caso puede recurrir a:

 ¤ Silencios, encerrándose en sí mismo.
 ¤ No contestar, no preguntar, no escuchar, hablar sin dialogar ni comprometerse.
 ¤ Negar a la mujer el derecho a ser cuidada.

 ¤ Entrometer abusivamente a sus amigos en la relación, manteniendo falta

   de intimidad con ella y acusándola de ser poco sociable.

Como excusas:

 ¤ Se hace el tonto.
 ¤ Apela a las dificultades de los hombres.
 ¤ Apela a sus obligaciones laborales.

 ¤ Argumenta torpeza masculina.

 ¤ Realiza comparaciones ventajosas para él.



  En definitiva, el maltratador recurre a los engaños como maniobras de con-
trol cuya función es desfigurar la realidad, ocultando lo que no le conviene
que la mujer sepa, ya que él podría salir perjudicado y perder sus ventajas o
privilegios.

 Mediante engaños niega el acceso de la mujer a toda la información, con-
servando él su poder intacto, a través de:

 ¤ Negar lo evidente.
 ¤ Inclumplir promesas.
 ¤ Adular por tareas tradicionales y domésticas.

 ¤ Mentir.

 ¤ Negar las intuiciones de la mujer sobre infidelidades.




32
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  Otra de las emociones que más se asocian con el maltratador son los CELOS,
que utilizan como excusa para su control, disfrazándolos de un amor desmedido.
  Como bien dice el doctor Miguel Lorente en su libro quot;Mi marido me pega lo
normalquot;, todavía está muy extendida en nuestra sociedad patriarcal la idea de
que si un hombre no es celoso es porque no quiere a la mujer. Afirma él que
quot;el hombre celoso no tiene otro objetivo que el control de su pareja. Ese con-
trol, por desgracia, se interpreta como una forma de disponer de la vida de la
persona amada como se quierequot;.

  Con el tema de los celos los maltratadores presionan hasta agotar psicoló-
gicamente a la víctima. Se permiten la fijación de ideas absurdas en su mente
de forma obsesiva que desequilibran a cualquiera. No viven ni dejan vivir.
Nunca llegan a estar satisfechos porque la duda siempre está presente en sus
retorcidas mentes.

 Esta idea sobre los celos -que han interiorizado también muchas mujeres,
maltratadas o no- está sostenida por una sociedad que asocia la masculini-
dad a la honestidad de la mujer, y que hace chanzas y refranes sobre los hom-
bres cornudos o engañados. También los medios de comunicación contribu-
yen con titulares como quot;La mató en un acto de pasiónquot;, quot;Crimen Pasional
en...quot;, quot;La agredió por celos...quot;.

  Bien es cierto que, a veces, los medios no hacen más que recoger lo que
dicen instituciones o líderes de opinión, o jueces que imponen sentencias de
60 Euros por considerar que la amenaza con un hacha es un acto de amor.
Algunos jueces y juezas, en los casos de agresión, juzgan con menos dureza
si -según ellos/as-- están impulsados por los celos, la obcecación que provo-
can éstos, o la pérdida de control.

 Todavía muchas personas encuentran en los celos una razón que puede lle-
gar a justificar conductas y actos inaceptables en otras circunstancias.

  Es Miguel Lorente, quien mejor resume la justificación social de los celos, al
decir: quot;Los celos son la excusa perfecta para el hombre, una explicación para
la mujer, una justificación para la sociedad y un atenuante para la justiciaquot;.

  En las relaciones basadas en posiciones de autoridad, poder y control, la
quot;comunicaciónquot; suele establecerse como la manifestación de los deseos del
hombre expresados en forma de exigencias, lo cual bloquea el diálogo y la
comunicación en igualdad, ya que toda exigencia, amenaza explícita, o implí-


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citamente, a la mujer que la escucha con la culpa o el castigo en caso de que
no la satisfaga.
  En una mala comunicación en la pareja, el verbo quot;merecerquot; adquiere una
especial relevancia. Por un lado, porque el hombre piensa que la mujer mere-
ce un castigo por lo que hace, por su insumisión y rebeldía. Por otro porque
la mujer cree merecer el castigo de él por no ser precisamente como él quiere.

 Este verbo está en la base de la CULPA que lleva a anular a la mujer. Se
merece todo lo que le pasa porque tiene la culpa de que el no esté a gusto,
o de que la relación no funcione.

     Al principio se había planteado: quot;no merezco como me trata, o lo que
     me dice...quot;, pero finalmente se desentiende de lo que ocurre dentro de
     sí misma, y acaba asumiendo que es culpable y sí lo merece.

 El primer paso para dejar de estar subordinadas o ser esclavas, es ponerse
en contacto con los propios sentimientos y necesidades, y aprender a expre-
sarlos y hacerlos valer.

  Las mujeres tienen que aprender a decir no sólo lo que No Quieren, sino
también lo que quieren y necesitan para desarrollarse como personas y ser
felices.

 En una sociedad dónde se suele juzgar muy mal a alguien que reconoce y
expresa sus necesidades, puede llegar a ser aterrador hacerlo.

  Las mujeres, especialmente, son muy sensibles a las críticas que siempre se
producen cuando se niega el sacrificio y la negación de sus propias necesi-
dades en beneficio de las ajenas. Se les ha enseñando a cuidar de los demás
y a ignorar sus necesidades.

  Cuando en la Federación de Mujeres Progresistas preguntamos a las vícti-
mas de malos tratos psicológicos cuáles son sus deseos, es muy común que
les cueste pensar en ellas y verbalizarlos, y la mayoría de las veces reflejan su
convencimiento de no tener derecho a desear nada, que sus deseos son quot;ego-
ístasquot; y carecen de importancia.

  Una situación cotidiana puede ser, cuando una mujer después de trabajar
fuera del hogar ocho horas, con los problemas que tiene en el trabajo; des-
pués de hacer la compra en la media hora del desayuno. De utilizar el trans-


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Federación de Mujeres Progresistas


porte público para volver a casa, bañar a los niños, darles de cenar, acostar-
les, leerles un cuento, preparar la cena para ella y su pareja, planchar, poner
la lavadora, planificar las compras, comidas, médicos, necesidades de los
hijos y compañero, llamadas de quot;cumplidosquot; a familiares, etc., etc., etc... le
dice a él, como si estuviera delante de un tribunal: Mira, en todo el día no he
tenido ni un solo momento (para mí) he...,he..., y acaba diciendo en tono
implorante quot;¿no podrías tú...?quot;, la respuesta es ¡NO!.

 El tono lastimero del ruego ha provocado la resistencia más que la comprensión.

  Las mujeres acabamos convencidas de que nuestras necesidades no cuen-
tan para nada, sin darnos cuenta que las expresamos de una manera que difi-
culta el obtener una respuesta positiva.

  A veces nos enfrentamos con alguien y podemos estar así durante años, sin
expresar claramente ni una sola vez lo que necesitamos o deseamos, por
temor a las críticas o a la desaprobación.




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                         el lenguaje como
                        arma de la violencia

 El abuso verbal es el más difícil de quot;verquot;, ya que no deja cicatrices visibles,
pero es el más dañino, pues las heridas que produce van destruyendo a la
persona lentamente hasta llegar a anularla.

  ¿Cuántas veces has sido blanco de sus ataques de ira, su sarcasmo su fría
indiferencia? Y a continuación acaba con una actitud de quot;¿Qué té pasa a ti?quot;
O te acusa de quot;hacer de todo una montañaquot;. Entonces, vas perdiendo el equi-
librio emocional y la seguridad y comienzas a preguntarte si eres tú la que
estás loca.

Las características del abuso verbal son:

 ¤ Ataca la naturaleza y las capacidades de la víctima.
 ¤ Es abierto: insulto quot;(inútil, loca..)quot;, Arranques de ira: quot;por mí te puedes
   morirquot;...quot;Voy a acabar contigo..quot;
 ¤ Manipulador y controlador: quot;como yo no te va a querer nadie..quot;

 ¤ Imprevisible: nunca se sabe lo que quiere.



 El abusador verbal necesita tener el poder sobre su pareja o víctima, no
aceptándole nunca como una igual, aunque diga lo contrario, puesto que lle-
gar a aceptar la igualdad le supone sentirse inferior. No soporta la idea de
perder el dominio y el control que le dan poder, seguridad e identidad como
hombre; y es por todo ello que el abusador verbal se presenta como:

 ¤ Irritable
 ¤ Violento
 ¤ Tendente a culpar a su pareja de todo

 ¤ Celoso

 ¤ Huraño

 ¤ Incapaz de expresar sus sentimientos.



 Como ejemplo podemos visualizar la siguiente escena:

 María se dispone a salir con su marido, pareja…(Carlos) y le pregunta: ¿A
dónde vamos?
Carlos: ¿Es que tengo que ser siempre yo quien lo diga? ¿Siempre tengo que


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tener alguna idea sobre lo que vamos a hacer?
Maria: No, pero a lo mejor se te había ocurrido alguna idea.
Carlos: Tú siempre pensando lo que no debes ¿es que nunca aprenderás a
estar calladita?
María: Solo decía….
Carlos: Y vuelta a lo mismo. No se como tengo que decirte las cosas. No creo
que haya nadie que tenga tanta paciencia como yo para aguantar a una per-
sona tan inútil como tú.

 Hace un buen rato que María se siente desconcertada: ¿Y esta vez que he
hecho mal...? ¿Por qué habré hablado?...

 Las mujeres que sufren abuso verbal pasan mucho tiempo tratando de com-
prender lo que ha ocurrido, qué es lo que han hecho para que él se ponga
de esta manera. Es inútil pensarlo, jamás llegarán a comprenderlo porque no
hay comprensión posible, tal como ellas piensan.

  De forma sutil o no tan sutil, se le manda a la mujer la información o el men-
saje de que su percepción de la realidad es incorrecta; por lo que ella trata-
rá de comprender lo que ocurre sintiéndose culpable de lo que pasa. Cree
que él no la entiende porque es ella quién se expresa mal.

  Como consecuencia la mujer víctima del abuso verbal presenta los siguien-
tes síntomas:

 ¤ Confusión
 ¤ Culpabilidad
 ¤ Angustia

 ¤ Ansiedad

 ¤ Estrés



  La víctima debe ser consciente de que haga lo que haga siempre va a encon-
trar las mismas respuestas en su agresor:

 ¤   quot;haces de todo un problemaquot;.
 ¤   ¿por qué estás tan nerviosa?

 El acoso moral:

quot;El acoso moral es una manifestación constante de una conducta abusiva que
conlleva un desgaste psicológico que incluye comportamientos, palabras,


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actos, gestos, que atentan la personalidad, la dignidad y la integridad psíqui-
ca de la personaquot;. (Emérita Bara García, Dra. en Psicología).

  Son una serie de comportamientos deliberados del agresor con el fin de des-
encadenar la ansiedad de la víctima, lo que provoca en ella actitudes defen-
sivas que acaban generando ansiedad.

  La perversidad del agresor verbal no está provocada por un trastorno psico-
lógico sino por la intolerancia a la igualdad entre los seres humanos. El mal-
tratador no es un loco, sino un perverso.

  El agresor verbal no siente compasión ni respeto por su víctima, por el con-
trario, necesita rebajarla para adquirir su autoestima y poder.

 De esta manera, tan malévola, acaba por quot;sorber el sesoquot; de su víctima
quién acabará padeciendo insomnio, ansiedad, nerviosismo, hasta caer en
una depresión y en enfermedades psicosomáticas como trastornos digestivos,
cardíacos y determinados tipos de cáncer que están asociados al estrés.

 A pesar de todo esto no debemos caer en la creencia de que es un enfer-
mo. Rotundamente no.

 Marie France Hirigoyen, en sus trabajos sobre el acoso moral, comenta quot;el
agresor verbal responde a un perfil narcisista y no a un tipo de psicópata como
han venido afirmando algunas tendencias..quot;

 El acosador verbal es frío y calculador, utilizando la insinuación, las alusio-
nes malintencionadas, las mentiras y la humillación. Como ejemplo diremos
que no es raro ver a la víctima de un acosador moral agacharse a recoger el
periódico que él ha tirado al suelo del salón después de leerlo.

  El fin del acosador moral es conducir a despersonalizar a la víctima e inuti-
lizarla en sus funciones a base de desprecios o de negarle la comunicación.
En muchas ocasiones no responde a las preguntas que ella le formula, le da
la espalda con frecuencia para no hablarla, le niega el saludo……

   quot;Me voy porque no hay quién te aguante...quot;.
   quot;Hasta que no cambies tu actitud no pretenderás que no me enfade..quot;.



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Como resultado, la víctima de esta agresión verbal intenta tranmitirle su deseo
de cambiar para acabar con esta lucha continua:

     quot;No volverá a ocurrir..quot;.
     quot;Yo sólo quería...quot;.
     quot;Lo único que decía es que....quot;.

El resultado es:

 ¤ Disminución de la espontaneidad.
 ¤ Pérdida de entusiasmo.
 ¤ Actitud depresiva.

 ¤ Voz crítica interior.

 ¤ Deseos de no ser como se es.

 ¤ Deseo de huir.

 ¤ Incertidumbre

 ¤ Duda sobre sí misma.

 ¤ Preocupación porque hay algo mal en ella.

 ¤ Ansiedad.

 ¤ Miedo a enloquecer.

 ¤ Pérdida de confianza en ella misma.

 ¤ Tendencia a vivir en el futuro quot;Todo estaría bien si yo...quot;.

 ¤ Creer que jamás tendrá unas buenas relaciones, pues ella es la causa de

   todo lo malo.


La manipulación y el manipulador:

  Aunque la hemos citado a lo largo de la Guía hay que adentrarse más espe-
cíficamente en la Manipulación, ya que es consustancial a toda la violencia
de género que se ejerce contra las mujeres, fundamentalmente en la violen-
cia psicológica y emocional.

  Cuando él te sugiere o dice con palabras lo que tienes que hacer, o qué pen-
sar, o qué sentir, de tal forma que le beneficia más a él que a ti... Cuando per-
cibes amenaza o sientes miedo... Cuando haces algo contra tu voluntad, tus
principios, valores o deseos... es que te está manipulando, se está aprove-
chando de ti, utilizando además el amor que le tienes. La cuestión es espe-
cialmente preocupante cuando te hace sentir miedo continuo, culpa o ver-
güenza.


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 Para que haya manipulación tiene que haber una relación asimétrica entre
dos personas en la que una (generalmente la mujer) da, y la otra (general-
mente el hombre) recibe. Uno gana y la otra pierde.

  Los Manipuladores pasan por la vida de las mujeres imponiéndoles su visión
del mundo y su forma de hacer y sentir. Se aprovechan de una relación estre-
cha y afectuosa para satisfacer sus necesidades, sin importarles en absoluto
los sentimientos de la otra persona.

  Aunque todas las personas somos un poco manipuladoras, cuando estas
técnicas se convierten en el modo predominante de relacionarse con la mujer
que es su pareja, es cuando la manipulación se agrava y se instaura el mal-
trato psicolóico y emocional.

 Las tácticas que emplean son asombrosamente simples y se pueden resu-
mir en tres:

 ¤ Amenazar.
 ¤ Criticar.
 ¤ Inhibirse.



  También son muy eficaces: el miedo, la culpa o la vergüenza que mueven a
la mujer en la dirección que ellos necesitan para seguir con su manipulación
y acoso moral y psicológico.

 Podríamos preguntarnos si la manipulación es lo mismo que el chantaje
emocional, y aunque la respuesta es No, sí tenemos que decir que se le pare-
ce mucho.

  En un prinicpio la mujer se topa con una manipulación sutil, que a veces
incluso no percibe, basada fundamentalmente en el deseo del hombre de
salirse con la suya a toda costa.

  Como dice Juan Carlos Vicente Casado en su Libro quot;Guía para sobrevivir a
los manipuladores cotidianosquot;, cuando la manipulación no es suficiente recu-
rre al chantaje emocional: Hacer sentir miedo, culpa o vergüenza, y ejercer
un grado variable de poder sobre ella.




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 Si el chantaje y el acoso moral tampoco funcionan, empieza a plantearse la
posibilidad de emplear la violencia física.

 Para afrontar las relaciones con los manipuladores, hay que seguir ciertas
pautas:

1. Conocer nuestros puntos débiles y reforzarlos, mientras que analizamos
   dónde están los puntos débiles y las carencias de ellos.
2. Tomar la decisión de modificar la relación, aunque seamos conscientes de
   que va a costar mucho esfuerzo.
3. Mantener abierto el canal de la comunicación.
4. Aprender a ser asertivas, tanto con técnicas de buena fe como con técni-
   cas defensivas.
5. Plantearnos, prioritariamente, la superviviencia ante la agresividad, sea
   activa o pasiva.
6. Recurrir a todas las posibilidades que permite el sistema legal para enfren-
   tarnos a las agresiones.
7. No empeñarse en intentar cambiarles. Son así. No hay que ser salvadora
   de ellos, sólo compañera si las circunstancias son positivas.
8. Tener siempre presente la posibilidad de romper la relación.

  Generalmente el hombre que ejerce violencia contra la mujer ha estudiado
los puntos débiles de ésta, dónde es más vulnerable, para lograr manipular-
la y dominarla.

 Básicamente esos puntos débiles de las mujeres, suelen ser:

 ¤ Baja autoestima.
 ¤ Ejercer también intentos de manipulación por la inseguridad que tienen,
   las carencias afectivas, la ansiedad ante la evaluación de él y de la socie-
   dad...
 ¤ Miedo: A pérdidas emocionales y físicas.



  Lo que hay que tener muy en cuenta en las relaciones en las que se produ-
ce violencia de género, es que si la mujer tiene una autoestima normal, él la
irá minando hasta que se le anule; aunque la mujer no emplee estrategias de
manipulación, él le irá imponiendo su estilo de comunicación hasta que sólo
sepa hablar mediante indirectas, quot;comentarios inocentesquot; y sugerencias.

  Ellos establecen relaciones en las que arriesgan poco, de esta forma se sitú-
an en una posición de poder, al tener menos que perder que la otra parte en
la ruptura de la relación.

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  Es normal, que en un primer momento de la manipulación, la mujer intente lle-
gar a una negociación para evitar que la situación en la que no se encuentra
a gusto, empeore y vaya a más. Intentan escucharles más atentamente para com-
prender qué es lo que quieren y poder hablar sobre la relación. Es cuando toda-
vía la mujer, intenta decir cómo se siente sin echarles culpa. Todas ellas son téc-
nicas asertivas de buena fe, aunque en la mayoría de los casos no se obtiene nin-
gún resultado porque la intención primitiva de ellos es estar por encima de su
pareja.

  Muchos manuales de psicología, recomiendan que cuando falla todo lo ante-
rior hay que pasar a una fase de asertividad defensiva, que te sirva para detec-
tar sus manipulaciones e intentar evitarlas en la medida de lo posible:

  La técnica del disco rayado te permite no darte por vencida cuando él te quie-
re imponer algo. Te permite decirle no cuando es injusto contigo.

 Veamos un caso práctico: Él dice que váis a ir a cenar con sus amigos a un sitio
que no te agrada.

Tú: A mí no me apetece ir con tus amigos, ni tampoco me gusta el sitio elegido...
Él: Tú lo que quieres es no complacerme... No me quieres lo suficiente...
Tú: Lo que ocurre es que no tengo ganas de ir con tus amigos, y ese sitio
    elegido tampoco me gusta nada...
Él: Siempre pones pegas a todo... Jamás estás contenta con nada...
Tú: Sencillamente es que prefiero ver una película de vídeo que ir con tus
    amigos a ese sitio. Es lo que quiero hacer.

  La idea es repetir una y otra vez lo que quieres y lo que no quieres, sin enfados,
ni chillidos, aunque suenes como un disco rayado. Y Jamás debes dar explica-
ciones o excusas que te culpabilizarían, darían a entender que buscas excusas
porque tienes la culpa de algo.
  De esta manera le das a entender que no estás dispuesta a lo que te pide, a
que no cuente contigo, o a que cambie de conversación para llevarte a su terre-
no.

  La técnica del para ti-para mí, te permite empatizar en cierto modo con lo que
él te dice pero quitándole la razón.
  Ejemplo práctico: Él te dice que eres siempre una pesada porque le obligas a
hacer cosas en la casa...


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Tú: Para ti seré una pesada... pero Para mí es tarea de los dos el tener la casa
     limpia para que disfrutemos de nuestro tiempo libre juntos.
Él: Lo que pasa es que tú eres una mala esposa y una mala ama de casa que
    no cumples con tus deberes...
Tú: Para ti yo no cumpliré con mis deberes... pero Para mí los cumplo de sobra
     en la medida que tengo que hacerlo. Soy muy buena en todo lo que hago.

 Esta técnica evita enfrentamientos ya que no se trata de culpabilizarle sino
de hacerle ver que él tiene unas opiniones diferentes a las tuyas. Empatizas
con él ya que le dejas que opine lo que quiera y le das razones por las que
sus puntos de vista son erróneos. También te permite quot;echarte floresquot;.

 Técnica desarmante (según David Burns) mediante la cual ni te defiendes ni
contracriticas, reconoces que quot;puedequot; tener razón, pero que por ello no estás
dispuesta a renunciar a tus derechos ni a ser su esclava. Puede parecer que
estás cediendo pero no es así, y como lo que ellos esperan es que les contra-
digas para poder iniciar una pelea, se quedarán desarmados.

  Aserción negativa, es la que puedes utilizar cuando eres consciente de que
verdaderemente has hecho algo mal sin querer y él te lo echa en cara. Debes
reconocer el error (quot;¡Qué increible error por mi parte!quot;) pero al mismo tiempo
hacerle ver que el mundo no se acaba por ello.

  Interrogación negativa, es la que usas cuando te critica, pidiéndole aclara-
ciones, utilizando frases como quot;me gustaría saber exactamente que es lo te
molesta de mi comportamientoquot;, mientras sigues manteniendo que el mundo
no se acaba porque a él no le guste lo que haces.

  Hay que tener en cuenta que los hombres que manipulan a sus parejas son
inmaduros. No han alcanzado el desarrollo intelectual suficiente para resol-
ver los problemas de forma creativa, no son capaces de un amor maduro,
aunque se muestren muy quot;elocuentesquot; en grandes reuniones, pero no en las
distancias cortas. Ellos no son asertivos, es decir no defienden sus derechos
de una forma activa pero sin pisotear a los demás, porque ésa es precisamen-
te su finalidad en el caso del maltratador.

 Por eso el hombre agresivo impone su punto de vista, sus definiciones del
problema, sus derechos o la satisfacción de sus necesidades, empleando
estrategias que generan en la mujer miedo, culpa o vergüenza. Y lo hacen de
una forma relativamente sutil a través del enfado, pero también mediante vio-


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lencia verbal o física.
  De esta manera, ejerce la agresividad de dos formas fundamentalmente:

 a. Activa.
 b. Pasiva.

  La Activa es lo que todo el mundo entiende por conducta violenta. Se carac-
teriza por una actitud de pisoteo contante y sin escrúpulos hacia la mujer y
hacia sus derechos. Puede hacerlo personalmente o recurriendo a instrumen-
tos contundentes.

  La agresividad pasiva es mucho más difícil de detectar, e incluso de denun-
ciar. Se puede producir en forma de sabotaje, crítica, amenaza y todo tipo de
abuso y violencia emocional y verbal...




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                agresión verbal y repercusión
                 en la salud de las mujeres

  Las repercusiones en la salud, tanto psíquica como física, son muchas
para las víctimas de abuso verbal y emocional. No son tenidas, en muchas
ocasiones, en la consideración que merecen porque son menos visibles que
las heridas físicas que produce una paliza o cualquier otro tipo de violencia
física o sexual.

 Sin embargo, hay que tener en cuenta que las secuelas en la salud son la
mayoría de las veces mucho más duraderas que las heridas y hematomas.

  Precisamente esa falta de percepción de las heridas psicológicas, esa ausen-
cia de diagnóstico en muchas ocasiones y, la falta de castigo de los agreso-
res por este tipo de daños y lesiones... provocan en las mujeres una sensación
de abandono social y aislamiento que la mayoría de las veces acaba en
depresión aguda.

 La psiconeuroinmunología, nueva especialidad médica, estudia como se
produce de forma precisa la comunicación entre el cuerpo y la mente, entre
el cerebro y los sistemas inmunitario y neuroendocrino.

  Robert Ader en 1974, descubrió que el sistema inmunitario era capaz de
aprender y modificar su comportamiento según sus diferentes experiencias, al
igual que el cerebro.

  Actualmente la psiconeuroinmunología estudia la estrecha relación existente
entre el estrés y la segregación de ciertas hormonas. Uno de los mecanismos
que existen entre las emociones experimentadas por el sistema nervioso y el
funcionamiento del sistema inmunitario, es el sistema neuroendocrino o siste-
ma hormonal. Cuando aumenta al mismo tiempo la segregación de hormo-
nas como la adrenalina, noradrenalina, cortisol y prolactina, sustancias capa-
ces de ejercer un poderoso impacto en las células inmunitarias

 En casos de estrés agudo y continuado, el organismo se pone en alerta pro-
duciéndose una sobreexcitación física con consecuencias nocivas para la
salud física y mental.

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 Se ha comprobado que las personas que sufren un estado crónico de estrés
y ansiedad tienen doble riesgo de sufrir enfermedades como asma, artritis,
dolores de cabeza, úlceras de estómago y trastornos cardiovasculares.

 Las emociones negativas que se prolongan en el tiempo son tan dañinas
como el hábito de fumar o beber, o tener un alto nivel de colesterol.
De entre todos los estudios que se están realizando en psiconeuroinmunolo-
gía, destacan las conclusiones sobre los efectos perjudiciales de emociones
negativas como la depresión y la rabia.

  Como síntesis podemos decir que las consecuencias de los mensajes nega-
tivos que llegan a nuestro cerebro y que repercuten negativamente en nuestro
estado físico con:

 ¤ Gastritis.
 ¤ Vulnerabilidad a virus y bacterias.
 ¤ Arteriosclerosis.

 ¤ Infarto de miocardio.

 ¤ Diferentes tipos de cáncer (entre ellos el de mama).




Trastorno del pánico:

  Especial atención merece el trastorno del pánico, una de las enfermedades
que más se han incrementado en las últimas décadas, asociada a la violen-
cia de género.

 Tras sufrir años de malos tratos, el Ataque de Pánico, se presenta en las
mujeres víctimas, súbitamente, sin un motivo aparente, a través de episodios
de temor intenso y manifestaciones físicas tales como:

 ¤ Palpitaciones.
 ¤ Taquicardia.
 ¤ Sudor.

 ¤ Debilidad.

 ¤ Mareo.

 ¤ Cosquilleos en las manos/entumecimiento.

 ¤ Sofocos.

 ¤ Escalofríos.

 ¤ Dolor en el pecho.




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 ¤ Sensación de ahogo.
 ¤ Sensación de irrealidad.
 ¤ Miedo a que suceda algo terrible.

 ¤ Miedo a perder el control sobre sí misma.



 Muchas veces, las mujeres que sufren un ataque de pánico creen que están
sufriendo un ataque al corazón, o están perdiendo la razón sin poder hacer
nada por evitarlo.

  Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora, duran entre dos y cinco minu-
tos, aunque a veces puedesn llegar hasta los diez, o incluso en casos muy
extremos y raros, a más de una hora.

  Estas mujeres que han padecido años de sufrirmiento y miedo, y que pade-
cen crisis de pánico, experimentan sensaciones de terror que aparecen repe-
tida y repentinamente sin previo aviso. Como nunca saben cuándo se puede
producir, existe una continua preocupación por si en cualquier momento se
produjera un ataque.

 La calidad de vida de estas mujeres llega a hacerse muy pobre, porque se
ven obligadas a evitar actividades diarias y normales. Básicamente evitan
cualquier situación que temen pueda hacerlas sentir indefensas si ocurre un
nuevo ataque, sobre todo si van solas.

  En ocasiones, la necesidad de evitar esas situaciones puede derivar en que
la mujer no podrá volver a conducir, o a dar un paso fuera de su casa. En
esta última situación ya estaríamos hablando de un trastorno causado por
pánico con agorafobia, que no se curará a menos que la paciente reciba tra-
tamiento, porque si no, estos síntomas se acentuarán hasta generar invalidez
en las mujeres que los padecen.

 Los síntomas de una crisis de pánico, pueden ser:

 ¤ Palpitaciones fuertes y frecuentes.
 ¤ Sudoración profusa.
 ¤ Estremecimiento y temblores.

 ¤ Sensación de ahogo.

 ¤ Dolor y opresión en el pecho.

 ¤ Náuseas o molestias abdominales.

 ¤ Inestabilidad, vértigo, mareos o desmayo.

 ¤ Sensación de irrealidad (ficción) o de estar separada de una misma (desper-

   sonalización).


                                                                           49
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 ¤   Temor a perder el control o volverse loca.
 ¤   Miedo a morir o sensación de muerte súbita.
 ¤   Hormigueos o entumecimientos en manos y pies (parestesias).
 ¤   Sofocos o escalofríos.
 ¤   Visión borrosa.


 Hay que señalar, aparte de lo dicho, que para tratar de establecer el impac-
to real de los efectos de la agresión psicológica y física sobre la salud indivi-
dual y sobre la salud pública, se ha adoptado en España y en otros muchos
países un indicador mixto basado en la pérdida de Años de Vida Saludable
(AVISA), es decir, el número de años que se pierden sobre una esperanza de
vida teórica basada en las características de la población y de la sociedad
concreta.


 De este modo se ha podido determinar el número de pérdidas de AVISA que
se producen como consecuencia de la agresión a la mujer y saber a qué se
deben esas pérdidas. Con este enfoque se ha podido demostrar que los
daños físicos suponen el 55% de los AVISA perdidos, mientras que los daños
quot;no físicosquot;, refiriéndose a los psicológicos y a la salud reproductora dan lugar
el 45% de pérdidas.


 Precisamente en los daños quot;no físicosquot; que son los que nos ocupan principal-
mente en esta Guía, es importante destacar por la frecuencia con la que
pasan desapercibidos o no son considerados, que el 60% de las mujeres mal-
tratadas tienen trastornos psicológicos moderados o graves, que el 92% pre-
senta disfunciones de la líbido, que la violencia durante el embarazo se pro-
duce en el 30% de los casos, y que conlleva un mayor riesgo de patología en
el niño o niña y en la madre, además de presentar un menor peso al nacer.


 Son datos muy duros, pero cuando realmente se alcanza una adecuada per-
cepción sobre las consecuencias en términos de salud de la agresión a la
mujer, afirma el doctor Miguel Lorente, es cuando se relaciona con otras pato-



50
Federación de Mujeres Progresistas


logías o situaciones. Así del porcentaje total de AVISA perdidos la proporción
correspondiente a cada situación es la siguiente:


                Diabetes:                                 8,1%
                Problemas del parto:                      7,9%
                AGRESIÓN A LA MUJER                       5,6%
                Cardiopatías isquémica:                   5,5%
                Accidentes de tráfico:                    2,2%

 Para mayor profundización en los temas de salud y violencia de género,
recomendamos la consulta del libro quot;La Prevención de la Violencia contra la
Mujerquot; (Jornadas Interdisciplinares desde la sanidad y la justicia penal). Es una
publicación de la Federación de Mujeres Progresistas en la que se recogen
todas las ponencias de expertos y expertas, en medicina, sanidad, derecho,
violencia de género, etc. que se llevaron a cabo en las citadas Jornadas, del
19 de noviembre al 10 de diciembre de 2001, en colaboración con la Real
Academia de Medicina y Cirugía de Granada y el Instituto Andaluz
Interuniversitario de Criminología.




                                                                              51
Federación de Mujeres Progresistas



           lenguaje no verbal y maltrato psíquico


 El lenguaje no verbal contiene información que representa más de la mitad
de lo que nuestros mensajes tratan de comunicar.

  Según las personas expertas que trabajan en este tema, la comunicación ver-
bal representa sólo del 7 al 17% de la comunicación, mientras que el tono,
timbre, volumen... y los gestos y movimientos corporales representan el resto
de la comunicación, en cualquier caso más de un 80% de ella.

  Es más, afirman que si hay un mensaje verbal y no verbal que lo contradice,
siempre se hará caso al no verbal.

 Dicho esto, podemos afirmar que si las palabras son el contenido del men-
saje, las posturas, los gestos, la expresión y la tonalidad de la voz son el lugar
donde el mensaje toma forma.

 La gestualidad de todo el cuerpo, nos pone de manifiesto cómo está esa per-
sona, si es sincera o por el contrario nos miente o nos manipula.

  Detrás de un abrazo o de un acaricia se esconde en muchas ocasiones
rabia, irritación, pero que si no somos capaces de identificar creemos que son
de afecto, de cariño. Cuántas veces hemos llegado a creer que nos estaban
demostrando amor y de repente, sin saber por qué comenzaron los insultos y
los golpes ¿qué ha pasado?... Algo tan sencillo como que no eran demostra-
ciones de amor, sino de enojo y de rabia.

 La cara constituye una zona muy importante de comunicación no verbal. Si
se tiene los ojos abiertos, la mirada fija o, por el contrario, una mirada huidi-
za, transmite cómo se siente una persona:

 ¤   Un gesto de inclinación de la cabeza hacia un lado: soberbia.
 ¤   Hombros hacia arriba: desconfianza.
 ¤   Cabeza hacia adelante: sumisión.
 ¤   Cuando la postura del cuerpo se mantiene erguida, sin movimiento, con
     la cabeza levantada, sólo está captando imágenes, es decir, no te escucha
     sólo piensa visualmente en la manera de actuar. Lo mismo ocurre cuando
     se sienta en el borde de la silla con el cuerpo erguido.


                                                                               53
Federación de Mujeres Progresistas


 ¤   Cuando el cuerpo se inclina hacia delante, se cruzan los brazos: esta en
     una posición de protección de sí mismo, de no escucha, lo cual indica una
     respuesta incontrolada.
 ¤   Respiración profunda: tranquilidad.

  Ahora que conocemos algunas maneras de cómo el cuerpo tiene su propio
idioma corporal, cuando el cerebro está trabajando con imágenes, sonidos o
sensaciones, nos podemos preguntar ¿cómo me relaciono?. Si las posturas
son de relajación y de escucha, es que se ha creado una empatía, es decir,
acomodan sus gestos, sus posturas, su respiración como si fuera el uno/a con
el otro/a.

 ¿ Cuáles son los beneficios de empatizar el lenguaje corporal entre las per-
sonas?. Se crean lazos de relación, se establece un clima de confianza y
armonía, se propicia una relación cordial y profunda.


Lenguaje facial

 El rostro es uno de los elementos de nuestro cuerpo más rico en potenciali-
dad comunicativa, no sólo por las características que de por sí transmite, sino
por las referencias subjetivas que provoca (muchas veces ejercemos juicios de
personalidad simplemente por identificación o atribución que le conferimos) y
el uso que hacemos de él consciente o inconscientemente para facilitar res-
puestas en la interacción diaria.

  Ocupa un lugar primordial en la comunicación de los estados emocionales,
refleja actitudes interpersonales, proporciona retroalimentaciones no verbales
sobre los comentarios de los demás y aporta una gran cantidad de informa-
ción que complementa aquella que transmitimos de manera verbal.


El rostro y el manejo de la interacción

 ¿Cómo empleamos las partes que componen la cara en la comunicación
diaria o con nuestra pareja?

  Para abrir y cerrar los canales de comunicación: a veces nos sentimos impa-
cientes por la necesidad de querer decir algo o intervenir en una conversación
y abrimos la boca, acompañado de una notoria inspiración. O empezamos a


54
Federación de Mujeres Progresistas


sonreir si lo que pretendemos es encauzar un diálogo para que llegue a su
fin. O hacemos un gesto de aviso con los ojos para evitar que alguien diga
algo inapropiado.

  Para complementar o calificar otras conductas: si quienes hablamos somos
nosotras, podemos por ejemplo aumentar las connotaciones tristes de un
mensaje con un levantamiento de cejas, o emplear los diferentes tipos de son-
risas para suavizar algún contenido, para enfatizarlo, o incluso para darle un
cariz completamente diferente al expresado verbalmente. Si nos referimos a
cómo utilizamos los gestos para juzgar o apoyar los mensajes de otros, un
levantamiento de cejas expresa sorpresa o desacuerdo, abrir desmesurada-
mente los ojos expresa estupefacción; o fruncir el ceño, irritación.

  Para reemplazar mensajes hablados: un rostro con la boca abierta y la man-
díbula un poco caída indica que el comentario de él nos ha sorprendido y
nos ha dejado estupefactas; los ojos ensanchados dicen lo mismo que un
OH!; y un movimiento de cejas puede estar exigiendo una aclaración o una
rectificación.


El rostro y las expresiones de emoción

 La importancia del rostro en la exhibición de estados emocionales es crucial
en el estudio y análisis de ciertas emociones básicas fidedignamente refleja-
das en nuestros gestos y expresiones ya que más de mil expresiones faciales
son anatómicamente posibles.

  Debemos saber que muchas veces, sobre todo en las relaciones de abuso y
agresión emocional, se nos presentan mezclas faciales de varias emociones,
que hay partes de la cara que pueden reflejar diferentes emociones, y que en
unas partes se reflejan unas emociones y en otras, otras distintas. Además
para el análisis deberíamos tener en cuenta que existen otras muchas expre-
siones que podríamos denominar micromomentáneas, que aparecen en todas
las comunicaciones y que, aunque son prácticamente imperceptibles por sí
mismas, nos están ofreciendo un diálogo paralelo dotando de una gran sig-
nificación que implementa el resto de mensajes.

 Ekman, un estudioso de la comunicación no verbal, creó un sistema que
divide la cara en tres zonas:



                                                                           55
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Violencia Verbal Libro

  • 1. Federación de Mujeres Progresistas ÍNDICE 1. La relación del lenguaje y la violencia contra las mujeres ....................... 03 2. Lenguajes sexistas y violencia estructural ............................................... 06 3. Violencia de género ............................................................................. 10 ¤ Violencia psíquica y emocional. ¤ Violencia física. ¤ Violencia sexual. ¤ Violencia patrimonial y económica. 4. Abuso verbal y emocional .................................................................... 16 5. Lenguaje como expresión de sentimientos, actitudes y valores ................. 19 ¤ Ira. ¤ Autoestima. ¤ Rabia. ¤ Dolor. ¤ Miedo. ¤ Celos. ¤ Culpa. 6. El lenguaje como arma de la violencia .................................................. 28 ¤ El acoso moral. ¤ La manipulación y el manipulador. ¤ Técnicas contra la manipulación. 7. Agresión verbal y repercusión en la salud de las mujeres ........................ 47 ¤ Trastorno del pánico. 8. Lenguaje no verbal y maltrato psíquico .................................................. 53 ¤ Lenguaje facial. ¤ Los ojos y las miradas. ¤ Los espacios. ¤ El tacto. ¤ Las sonrisas. 9. Negociación no violenta de conflictos ................................................... 67 ¤ Estrés familiar y negociación. 10. Aportación de los medios de comunicación a la violencia de género ...... 73 ¤ Lenguaje audiovisual y escrito. ¤ Lenguaje gráfico. ¤ Lenguaje simbólico. ¤ Lenguaje publicitario. 11. Derechos de la mujer maltratada psicológica y emocionalmente ............. 81 1
  • 2. Federación de Mujeres Progresistas a modo de prólogo ... palabras que matan Miguel Lorente Acosta Hay palabras que no son aire, porque no van al aire; palabras que provocan lágri- mas que no van al mar, porque ellas mismas son el mar; un mar muerto y enterrado en el que todas las mujeres maltratadas han puesto su granito de arena y su lágrima temblorosa. Hay palabras que se clavan en el corazón, o en cualquier otra parte del cuerpo, porque nada más salir de la boca van tomando forma de cuchillo, de bala, de puño o de fuego para buscar un destino en forma de mujer. El hombre cuando amenaza lo hace de verdad. La violencia sobre la mujer viene precedida y se produce en un contexto de extrema e innecesaria agresividad por parte del hombre, tanta que sorprende por la diferencia de fuerza entre el agresor y la víc- tima. El hombre siempre tiene una posición de superioridad sobre la mujer, le basta- ría utilizar esa fuerza de más para conseguir con éxito el teórico objetivo de la agre- sión física. Pero el hombre realmente no sólo persigue golpear más o menos fuerte a la mujer, sino que lo que pretende es conseguir la sumisión de la mujer, su dominio, su control y, sobre todo, aleccionarla, por eso junto a las lesiones físicas es necesario utilizar el miedo, introducirle el temor en el cuerpo para que cuando desaparezca el hematoma del ojo y no lo vea al mirarse al espejo, se siga produciendo un estreme- cimiento al recordar esos gritos, esos gestos y esas amenazas que cada día están más cerca de hacerse realidad. Ahí es donde de nuevo la sociedad, la misma que asigna a unos la posibilidad de dar golpes a gritos; y a otras, la de recibirlos en silencio, actúa minimizando las ame- nazas del hombre, argumentando que son muchas las veces que se hacen y pocas las que se llevan a cabo, o considerándolas como frases propias del calor de la agresión o de una situación conflictiva. Pero la agresión a la mujer no es una obra de locos, ni de alcohólicos. El hombre cuando arremete sabe muy bien lo que hace y por qué lo hace, busca un objetivo concreto y tiene unas motivaciones específicas, por eso los estudios realizados sobre los agresores encuentran que la razón que dan para llevar a cabo las agresiones es quot;porque les va bien, porque funcionaquot;. No hay que olvidar, por tanto, al agresor ni hacer oídos sordos a sus palabras. En muchas ocasiones cuando hay lesiones leves y amenazas, o sólo éstas, los hechos sue- len quedar en nada. La denuncia se archiva y la mujer sólo tiene como ayuda a su propio miedo que la lleva a encerrarse en casa para no encontrarse con el agresor 2
  • 3. Federación de Mujeres Progresistas mientras él sigue al acecho. Hay que estudiar al agresor y determinar la peligrosidad criminal que presenta. Existen datos objetivos que, al margen, del estudio psicopato- lógico, nos pueden indicar la posibilidad de llevar a cabo las amenazas. Cuando se producen después de que la relación con la mujer se haya reforzado (tras el inicio del noviazgo, después del compromiso matrimonial, tras quedar embarazada o al nacer el hijo...) cuando se realizan durante la separación o justo después de finalizar todos los trámites, cuando después de un cierto tiempo de la separación vuelve a la carga, cuando la mujer intenta reiniciar su vida con una nueva relación o empezando a tra- bajar, cuando el argumento y la justificación que hace de las amenazas es coherente y razonada, comentando cómo lo va a hacer, con qué instrumento... o cuando, junto a las amenazas, hace referencia a lo que va a pasar con él, manifestando que no le importa ir a la cárcel, o que después él también se va a matar... Todos estos datos que hemos destacado son lo suficientemente significativos para que veamos en ellos palabras asesinas. Todos esos elementos nos deben llevar a pro- teger a la víctima y a actuar sobre el agresor adoptando las medidas policiales y judi- ciales que existen en nuestra legislación. ¿Por qué hemos de dar más credibilidad al hecho de que no se van a llevar a cabo las amenazas que a la posibilidad de que sí se cometerán, si tenemos una serie de elementos objetivos que así lo indican y ningu- no a favor de lo contrario? Las consecuencias de tomar o no tomar medidas no son comparables. Que no nos pase como al pastor con las ovejas, porque aquí quien dice ¡que viene el lobo! No es el pastor, sino las víctimas. Miguel Lorente Acosta, es Médico Forense y Profesor asociado del Departamento de Medicina Legal de la Universidad de Granada. 3
  • 4. Federación de Mujeres Progresistas los lenguajes de la violencia 1. VIOLENCIA DE GÉNERO ¤ Física. ¤ Psíquica y Emocional. 2. LENGUAJES SEXISTAS Y DE PODER. ¤ Invisibilización. ¤ Generalización. ¤ Subordinación. ¤ Concordancia. 3. LENGUAJE COMO EXPRESIÓN DE SENTIMIENTOS, ACTITUDES Y VALORES. 4. VIOLENCIA Y LENGUAJE VERBAL: Abuso Verbal del Agresor (tono, timbre, etc.). Insultos: ¤ en relación con la actitud moral o sexual de la víctima. ¤ en relación con la capacidad intelectual o cognitiva de la víctima. ¤ en relación con la desvalorización y anulación de la víctima. Amenazas e Intimidación. Aislamiento y Silencios. Lenguaje Verbal de la Víctima. Defensas. Repercusiones del Abuso Verbal del agresor en la Salud Psíquica y Física de la Víctima. 5. VIOLENCIA Y LENGUAJE NO VERBAL: ¤ Utilización de lenguaje corporal para la Agresión (Expresión facial, ojos, manos, cuerpo, espacio...). ¤ Anticipar la violencia a través del lenguaje corporal del Agresor. ¤ Utilización del lenguaje corporal para la Defensa. ¤ Lenguaje corporal de la víctima para prevenir, paliar o contrarrestar la violencia. ¤ Gestos, Posturas, Actitudes... 4
  • 5. Federación de Mujeres Progresistas 6. Lenguaje y Negociación NO Violenta de conflictos. 7. Aportación de los Medios de Comunicación a la Violencia: ¤ Lenguaje Gráfico y Visual. ¤ Lenguaje Verbal y No Verbal. ¤ Publicidad. LAS PALABRAS SON VENTANAS (O Paredes) Siento que tus palabras me sentencian, Que me juzgan y me apartan de ti, Pero antes de que me vaya, quiero saber Si es eso lo que me has dicho. Antes de erigirme en mi defensa, Antes de hablar herida o asustada, Antes de levantar paredes de palabras, Quiero saber si es eso lo que he oído. Las palabras son ventanas o paredes, Nos condenan o nos liberan. Ojalá que cuando hable o cuando escuche Resplandezca el amor a través de ellas. Porque yo necesito decir cosas, Cosas que son muy importantes para mí. Si no expreso lo que quiero con mis palabras, ¿Vas a ayudarme tú a liberarme? Si te figuras que quiero rebajarte, Si te figuras que no me importas, Trata de oír en todo cuanto digo Los sentimientos que ahora compartimos. Ruth Bebermeyer 5
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  • 7. Federación de Mujeres Progresistas la relación del lenguaje y la violencia contra las mujeres Si tenemos en cuenta que el lenguaje conforma nuestro pensamiento y nues- tra forma de actuar; que pensamos y actuamos como hablamos y viceversa, habremos establecido la relación primigenia entre el lenguaje y cualquier expresión humana, ya que es precisamente el lenguaje el que, quot;en teoríaquot;, nos hace ser distintos de los animales. El Lenguaje (tanto verbal como no verbal) es la forma sublime de la comu- nicación humana . Con una caricia se le dice a un hijo cuánto se le quiere, con un giro de cabeza a derecha e izquierda se le dice que no a alguien que nos pide algo, con una palabra hermosa se describe un bello paisaje, con muchas palabras, ahormadas en un libro, se nos dicen tantas cosas... Sin embargo, con el Lenguaje también se puede hacer mucho daño. Es cier- to que hay palabras que matan, o cuando menos dejan sin aliento el alma, y más si son pronunciadas por aquellas personas a las que amamos y de las que no esperamos ese daño. Está contrastado por la Federación de Mujeres Progresistas que muchas de las mujeres víctimas de violencia de género, de malos tratos, se quejan en muchas ocasiones de que les ha dolido más el insulto, la amenaza, la humillación... que la bofetada o el golpe que ha pre- cedido o seguido a esas hirientes palabras. Cuando estudiamos la Violencia de Género, esa que inflige un hombre a una mujer por el sólo hecho de haber nacido mujer, de considerarla inferior, o de su propiedad... Nos damos cuenta que el Lenguaje se convierte en un arma fundamental con la que el hombre agrede, y de la que el hombre se sirve para conseguir sus propósitos de amedrentar y poner a la víctima en dis- posición de ser maltratada de por vida. En una situación de violencia hacia la mujer la comunicación se rompe. El lenguaje como vehículo de comunicación sigue sólo un canal unidireccional, en el que los hombres hablan e imponen sus criterios, y las mujeres callan y aceptan la sumisión, acatan todo lo que se las dice, por muy distintos moti- vos que iremos desgranando a lo largo de esta Guía. Cuando esto se produce, los hombres creen haber encontrado el mejor camino para resolver los conflictos con las mujeres, sin necesidad de dialo- 7
  • 8. Federación de Mujeres Progresistas gar. El solo recurso a la violencia verbal o física les basta para conseguir imponerse. Por otro lado, las mujeres, que no saben dar respuesta a esta situación ilógica e irrazonable, aprenden a ser víctimas, a callar... quedando prisioneras de la violencia o de la amenaza de ella. Si esto es así a corto y medio plazo, hay que tener en cuenta como dice el médico forense Miguel Lorente en su artículo quot;La violencia como Lenguaje en la agresión a la Mujerquot;, que a largo plazo, quot;se produce una elevación del uso de la agresividad y la violencia a la categoría de Lenguaje. Es decir, se acude a ella como vía de comunicación o como argumento que refuerza las posi- ciones mantenidas por uno de los interlocutores, en este caso el hombre. De este modo, no sólo se consiguen los efectos inmediatos y a medio plazo que hemos comentado, sino que se recurre a un lenguaje en el que el hombre ocupa una posición de privilegio por su mayor fuerza física y por el amparo o el apoyo social que lo respalda. Así se establece una vía de comunicación en la que el hombre tiene el dominio y por tanto una posición de ventaja, que conduce al establecimiento de una comunicación unidireccional, de un monólogo en el que el hombre habla, y la mujer sólo escuchaquot;. En esta Guía, pretendemos analizar la violencia estructural que mantiene una sociedad en la que las mujeres han sido invisibilizadas o subordinadas durante siglos, hasta hacer que forme parte del inconsciente colectivo y tanto mujeres como hombres acepten este orden de cosas sin cuestionarse el por qué son así. El por qué de que los hombres sean el centro y la medida de todas las cosas, y las mujeres sólo satélites que giran en torno a ellos, y cuan- do ellos quieren. Es importante tener en cuenta que existe una violencia que vertebra nuestra sociedad haciéndola cómplice de las agresiones, malos tratos, y asesinatos a mujeres por parte de los hombres. Una sociedad que, a veces, no es sólo cómplice sino que da carta de naturaleza y sanciona con leyes la permisivi- dad de hacer daño a las mujeres. Parte de esa violencia estructural está sostenida por los medios de comunicación que bajo el falso disfraz de ser quot;notariosquot; de la realidad, quot;espejosquot; de lo que ocurre, conforman realidades en las que las mujeres no existen o están sub- ordinadas y estereotipadas hasta el ridículo. Por todo ello, y partiendo de esa violencia, queremos afrontar el lenguaje como expresión de los sentimientos, actitudes y valores de los hombres hacia 8
  • 9. Federación de Mujeres Progresistas las mujeres. Las palabras como vehículo de una violencia psicológica siempre minimizada en la sociedad (y hasta por las propias mujeres), como punto de partida de la violencia física con la que luego convive; como enganche con un acoso moral que deja a la mujer indefensa; como trampolín para un miedo que se instala en las mentes y corazones de millones de mujeres que no saben qué han hecho mal, qué han hecho para merecer ese trato... Trasladando la culpa que tiene el que agrede a ellas mismas, porque así se lo han enseñado desde pequeñas y así las ha convencido el agresor. Además de esta violencia verbal a la que estamos haciendo referencia, no queremos dejar de lado esa violencia no verbal, ese lenguaje de signos y símbolos que las mujeres maltratadas aprenden bien pronto a interpretar para saber a qué se enfrentan en cada situación en la que el hombre frunce el ceño, aprieta los puños, las mira con desdén o se planta en jarras ante ellas. No queremos olvidarnos de los puntos en común que tienen los lenguajes, las palabras utilizadas por los maltratadores, ni de las palabras o silencios expresivos que comparten las mujeres que son víctimas de malos tratos. A pesar de la clase social, la cultura, la profesión... las palabras son siempre las mismas en unos y en otras. Palabra tras palabra en una rueda de violencia que gira sin fin y que la mujer no sabe cómo detener. ¡Silencio! 9
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  • 11. Federación de Mujeres Progresistas lenguajes sexistas y violencia estructural El lenguaje se convierte en sexista cuando a través de él se invisibiliza, se subordina, se estereotipa o se humilla a las mujeres, bien sea a través del len- guaje común, de los Medios de Comunicación, de canciones, refranes, chis- tes, documentos oficiales o el mismísimo Diccionario de la Real Academia de la Lengua. Por otra parte hay que considerar que ese mismo Lenguaje va conformando el pensamiento a través del cuál se hacen las construcciones culturales que conforman la Sociedad. Una Sociedad en la que el hombre es la medida de todas las cosas y el cen- tro del universo, basada en la superioridad de un sexo sobre otro: de los hom- bres sobre las mujeres, los cuales hacen valer su poder de todas las formas posibles, hasta llegar a la imposición por la fuerza, y el ejercicio de la violen- cia de género. Se puede afirmar que las mujeres sufrimos violencia no sólo cuando nos agrede verbal o físicamente nuestra pareja, sino cuando esas agresiones son admitidas por las personas que se mantienen como público cómplice. Las mujeres sufrimos violencia cuando la sociedad en general, no reconoce ni valora nuestro trabajo dentro y fuera del hogar; cuando nos mandan callar porque en teoría nuestra opinión no es válida ni importante; cuando se utili- za un lenguaje sexista por parte de quienes nos prepresentan políticamente o por quienes dicen informarnos a través de los distintos medios de comunica- ción; cuando no se nos nombra; cuando nuestros salarios son más bajos que los de los hombres por hacer el mismo trabajo; cuando tenemos que sopor- tar una publicidad que nos trata como mercancías y objetos sexuales; cuan- do se hacen chistes a nuestra costa; cuando se sentencia desde un refranero que nos compara habitualmente con los animales; cuando tenemos miedo de caminar solas por una calle poco transitada... Todo ello compone una violencia estructural que mantiene la sociedad patriarcal en la que vivimos y en la que desde la más tierna infancia nos socia- liza para que cada sexo asumamos y representemos el papel que nos ha asig- nado y en la esfera en la que se nos permite desenvolvernos. 11
  • 12. Federación de Mujeres Progresistas Como afirma Fernando Barragán en su artículo quot;El sistema sexo género y los procesos de discriminaciónquot;: Desde edades tempranas, niños y niñas apren- den el mundo social a través del lenguaje. quot;Las palabras de un idioma indican las categorías en las que divide el mundo una determinada comunidad lingüís- tica, y aquellas imprimen en la mente de cada uno de sus miembros, una pri- mera forma de clasificar el universoquot;. Estamos de acuerdo con él en que la utilización del género masculino y femenino aplicado a los vocablos es otro de los mecanismos sociales de segregación que contribuyen a presentar una explicación androcéntrica de la realidad. El Lenguaje refleja, así, el sistema de pensamiento colectivo, y con él, se transmite una gran parte de la forma de pensar, sentir y actuar cada sociedad, Por lo tanto, el lenguaje sexista no representa adecuadamente a los grupos de personas, y sirve para deshumanizar o negar la existencia de las mujeres. El sexismo -como bien dice Laura E. Asturias en quot;Construcción de la masculi- nidad y relaciones de géneroquot;- incluye todos los aspectos de la conducta y las costumbres masculinas, del lenguaje y de las instituciones sociales -tales como la familia, el matrimonio y la educación- que crean, refuerzan y también pro- vienen de las desventajas experimentadas por las mujeres. A los hombres les interesa perpetuar el sexismo porque éste les representa poder, privilegios y prestigio, además de un grupo entero de personas sobre quienes pueden sen- tirse superiores: las mujeres. Los varones desde niños son socializados para no expresar sus sentimien- tos, ser competitivos, fuertes, agresivos... para devenir en hombres adultos que han aprendido a ejercer el poder sobre las mujeres, y este ejercicio inclu- ye no escuchar la voz de las mujeres, subordinar sus deseos, someter su voluntad y concentrarse en el cuerpo femenino como un objeto y una ima- gen, y no como la expresión integral de una persona completa, consciente, con derechos y sentimientos. Y han aprendido también -añade Asturias- que su poder patriarcal es quot;naturalquot; y que no puede ser cambiado, lo cual, forma parte de la ideología del sexismo, que justifica y legitima la opresión de las mujeres y el uso de la violencia verbal o física. Los lenguajes orales quot;de la callequot; son más difíciles de sistematizar y analizar, en cambio los escritos y verbales, los que nos llegan a toda la ciudadanía, a 12
  • 13. Federación de Mujeres Progresistas través de los distintos medios de comunicación nos dicen mucho sobre la des- igualdad y violencia que padecemos las mujeres. Las mujeres estamos invisibilizadas, no somos quot;nombradasquot;, y eso ha hecho que no aparezcan nuestros logros, nuestras acciones... Se nos ha expulsado de la Historia como si ésta sólo hubiera estado transitada por hombres. Si tenemos en cuenta que lo que no se quot;nombraquot;, no existe, ahí tenemos el primer punto de donde parte la violencia estructural de una sociedad que a través del lenguaje consigue eliminar al 51% de la población (las mujeres), de la faz de la tierra, de la cultura, de las ciencias, del deporte, de las artes, de la medicina, de la política... Otra forma de invisibilización, semejante a la de no nombrarnos, es la de querer que nos engañemos con un falso nombramiento como es el genérico masculino con el que por una parte se nombra al sexo masculino, y por otra a toda la humanidad. El Hombre, con mayúsculas, quieren que represente al hombre con minús- culas y a todas las mujeres, y eso no es así, puesto que existen palabras más acordes para referirse a la raza humana, sea cual sea su sexo, como puede ser precisamente la de Ser Humano o Persona. El principal sesgo androcentrista que encontramos en el Lenguaje y los Medios de Comunicación es la utilización del masculino plural (a veces en sin- gular) para nombrar presuntamente a un conjunto de mujeres y hombres (Ej: los españoles, los hijos, los profesores, los empresarios, los ciudadanos...) en el que quieren incluir sin verbalizarlo ni escribirlo a las españolas, las hijas, las profesoras, las empresarias, las ciudadanas... o eludir los términos que podrían incluir a los dos géneros como población española, vástagos, profe- sorado, empresariado, ciudadanía... Otro de los mecanismos sexistas del lenguaje es el orden de cita de mujeres y hombres y la subordinación del sexo femenino al masculino (Ej. Niños y niñas, hombres y mujeres, Rodrigo y Ana, esposa de, nieta de...) en lugar de niñas y niños, mujeres y hombres, Ana y Rodrigo, esposo de, nieto de... También se producen incongruentes y sexistas problemas de concordancia (Ej: quot;Entre sus asesores estaba María, Juana, Inés y Pablo...quot;, quot;los escritores latinoamericanos, Gabriela Mistral y M. A. Asturias...quot;. Es discutiblre el caso, 13
  • 14. Federación de Mujeres Progresistas pero para que la concordancia fuera más real -entre otras muchas opciones- lo más lógico sería quot;Entre sus asesores estaba Pablo....quot; ó quot;Entre su personal de asesoría estaban...quot; o quot;Entre sus asesores y asesoras estaban María...quot;. Lo mismo ocurre con el segundo ejemplo. Algunas opciones serían: quot;Los escritores Latinoamericanos M.A. Asturias y Gabriela Mistralquot; por hacer coin- cidir el masculino con el nombre del varón, aunque sería más correcto quot;El escritor latinoamericano M.A. Asturias y la escritora Gabriela Mistral... quot; o poniendo en primer lugar a la mujer. Estos no son los únicos casos de sexismo en el lenguaje, pero sí unos bue- nos ejemplos de desequlibrio de poder, desequilibrio que se pone de mani- fiesto en las apariciones de mujeres y hombres en los medios audiovisuales, donde las mujeres ocupan el 15% (TV) y un 9% (Radio) del tiempo de infor- mativos. El 85 y 91% restante lo ocupan respectivamente las noticias que hacen referencia a hombres. Las mujeres sólo son el 18% de las personas entrevistadas en los telediarios y ocupan el 15% de las entrevistas radiofónicas. Sólo superan las entrevistas de mujeres a las de los hombres cuando se tra- tan los temas de pobreza, vivienda, desempleo o educación. También aparecen más que los hombres en su calidad de cónyuge o fami- liares de otras personas, amas de casa, estudiantes o en su calidad de víctimas. 14
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  • 16. Federación de Mujeres Progresistas violencia de género Para que podamos relacionar el estudio del lenguaje con la violencia de género es preciso que, primero, demos unas cuántas nociones de lo que es ésta y de las fases en las que se divide la misma, para que podamos ir vien- do en cuáles de ellas, es determinante el uso de un lenguaje violento, unas palabras que hacen tanto o más daño que los golpes (que no siempre se pro- ducen). Consideramos que Violencia de Género es la violencia que sufren las muje- res por el hecho de ser mujeres, desde que nacen hasta que mueren, e inde- pendientemente de la clase social, el nivel cultural, o la raza a la que perte- nezcan. Independientemente si se produce en el hogar, en la calle, en su lugar de trabajo o en el gimnasio... Si un marido agrede a una mujer, si un padre golpea a una hija, si un cuñado o un yerno ataca a una mujer de su familia, si un hijo pega a su madre, si un vecino lesiona a su vecina, si un quot;amigoquot; te viola... Todo esto son expresiones de la violencia de género. De esta clasificación queda exluida la violencia fortuita que se puede produ- cir por un desconocido en la calle y que lo mismo podía haber agredido a un hombre que a una mujer con el propósito de hacerle daño, robarle, etc. Por supuesto, que esto es discutible puesto que muchos delincuentes se ceban en sus fechorías con las mujeres, porque consideran que son más débiles y van a ofrecer menos resistencia que un hombre. También es cierto que además del robo, si se trata de una mujer, pueden cometer delitos sexuales que con los hombres no harían... Pero esta es una disquisición profunda que dejamos planteada para la reflexión y el análisis. Myriam Ordoñez, de la Asociación quot;Haz Pazquot;, define la violencia contra las mujeres como quot;cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privadoquot;. Sea cual sea la definición, todas las Asociaciones de Mujeres tienen claro que estos actos violentos tienen su origen y están asociados a una desigual distribución del poder entre hombres y mujeres, e impiden a estas últimas, ya 16
  • 17. Federación de Mujeres Progresistas sean niñas o adultas, su desarrollo humano integral, negándolas el respeto a sus derechos humanos y a su integridad física, psíquica y sexual. La violencia implica una relación de dominación-subordinación, influenciada y sostenida por una sociedad discriminatoria entre hombres y mujeres. En la acción violenta hay un acto de dominación por parte del hombre, una acción de control e imposición. Por eso la violencia se relaciona con el poder. La vio- lencia contra las mujeres es la máxima expresión del poder de los hombres, un poder que busca dominar, coaccionar y eliminar a las mujeres, en la creencia de que éstas son inferiores, objetos y posesiones de los mismos. Por lo tanto debemos distinguir claramente varios tipos de violencia: ¤ Violencia Psíquica y Emocional. ¤ Violencia Física. ¤ Violencia Sexual. ¤ Violencia Patrimonial y Económica. La Violencia Psíquica o Psicológica hace referencia a todo tipo de agresión a la vida afectiva, relacional e interior de las mujeres, a las cuales se les gene- ra múltiples conflictos, frustraciones y traumas de orden emocional, en forma temporal o permanente. Este tipo de violencia suele tener 3 formas principales de expresión: ¤ Como Agresión Verbal: humillaciones, ridiculizaciones, insultos, mani- pulaciones, amenazas, denigraciones... ¤ Como Lenguaje Corporal (Agresión no verbal): manifestaciones exageradas, permanentes miradas de insatisfacción, rechazo o burla, ausencia de expresiones afectivas, exclusión, aislamiento, amago de golpes... ¤ Como Chantaje Afectivo. La violencia psicológica se manifiesta con palabras soeces, amenazas y fra- ses encaminadas a desconocer el valor y el aporte de las mujeres; con la ridi- culización como forma habitual de expresión; con el encierro y aislamiento a que muchos hombres someten a sus mujeres, alejándolas de la familia o del círculo de amistades, o impidiéndoles el acceso al estudio, al trabajo o el ocio; con celos excesivos que coartan la movilidad, el uso personal del tiem- 17
  • 18. Federación de Mujeres Progresistas po y las relaciones sociales; con el incumplimiento de las obligaciones eco- nómicas, teniendo posibilidad para cumplirlas; o con la carga de todo el tra- bajo doméstico en manos de las mujeres, subvalorando y menoscabando su aporte a la economía familiar. La violencia psíquica o psicológica tiene unas características que es preciso que recordemos, ya que en esta Guía vamos a hacer especial referencia a la misma por estar íntimamente unida al Lenguaje y a las palabras con que se expresa el maltrato: 1. Se puede presentar independientemente de los otros tipos de violencia. 2. Suele acompañar a cualquier otro tipo de violencia. Está asociada al resto de malos tratos físicos, sexuales o patrimoniales. 3. Puede aparecer como la manifestación primera de la violencia contra las mujeres y derivar, o no, en otro tipo de violencia. 4. Es más difícil de reconocer y diagnosticar, siendo las propias mujeres, incluso, las que no reconocen este tipo de violencia como un tipo de mal trato de los hombres hacia ellas (quizá por asumir que dentro de su rol está el soportar estas humillaciones que consideran quot;normalesquot;). 5. Los efectos en la psique y autoestima de las mujeres pueden ser gravísi- mos (y mucho más duraderos que las secuelas físicas). 6. Los efectos no sólo son psicológicos, sino que pueden ocasionar graves daños en el funcionamiento orgánico de las mujeres. Vamos a ver qué relación tiene el Lenguaje en el denominado Ciclo de la Violencia, que suele pasar por 3 fases más o menos diferenciadas: La violencia contra las mujeres, tiene generalmente 3 ciclos, aunque no siem- pre se den tal como se describen en los manuales, o en ocasiones no se den todos... lo que sí es común es que si se producen, todos empiezan por la vio- lencia verbal y abuso emocional, que después perduran durante todo el tiem- po, aunque el predominio de la violencia sea más físico que al principio: Fase de acumulación de tensión: El hombre empieza a mostrarse tenso e irritable, cualquier cosa que haga ella lo enfada. En esta fase es muy importante el lenguaje no verbal, sus gestos, su expresión facial, sus miradas... También lo es el tono y el timbre de su voz ya que sus respuestas son bruscas y sus palabras cortantes. 18
  • 19. Federación de Mujeres Progresistas Ella intenta hablar y complacerle, pero esto le enfada más porque la ve exce- sivamente dependiente (colgada de él) complaciente e incluso como dicen muchos quot;empalagosaquot;. La mujer, para que él no se moleste, intenta no expresar su opinión, ni hacer nada para no tener quot;broncaquot;. Comienza una etapa de inmovilidad que solo sirve para que él la acuse de ser como quot;un mueblequot;, de no hacer nada, de ser anodina y aburrida. En esta etapa comienza una escalada de abuso verbal e insultos cada vez más fuertes y desvalorativos de la mujer. Si la mujer se queja él lo niega todo y la hace sentirse culpable. La intenta convencer de que él tiene la razón y de que ella tiene una percepción de la realidad equivocada, hasta que ella empieza a dudar de su propia experiencia. El lenguaje utilizado en esta etapa por él es peyorativo, manipulativo y productor de confusión en la mujer: quot;No sé de que me hablas...quot; , quot;No comprendo porque te pones así...quot; quot;Qué sensible es la señora...quot;, quot;No entiendo de qué te quejasquot;, quot;Eres tonta, o jilipollas, o imbécil (o cual- quier insulto que suela utilizar)...quot;, quot;Vas a conseguir que me enfade...quot;, quot;Yo no he hecho nada... es que tú eres muy pejiguera, puntillosa, sus - ceptible...quot;, quot;¿Es que quieres discutir...?quot; Las dudas de ella refuerzan más el comportamiento de él, que se va distan- ciando emocionalmente. La mujer se asusta pensando que le va a perder, pero el hombre ya no la ama, se distancia y cada vez está más irritable. Ella se disculpa una y otra vez confiando en arreglar la situación, pero el hombre se harta y siente la necesidad de castigarla verbal, físicamente o ambas cosas a la vez. En este momento se produce una escalada de abuso y violencia verbal con palabras que quieren hacerla daño, que quieren ridiculizarla, des- valorizarla, humillarla, hundirla. El conoce ya su poder y qué tiene que decirle para que ella se sienta mal y sufra. En esta primera fase, la violencia es sutil, toma forma, por lo general, de agresión psicológica. Por ejemplo se relaciona con graves lesiones en la auto- estima de la mujer, ridiculizándola, agradiéndola emocionalmente, negándo- le afecto, ignorándola, riéndose de sus opiniones, mandándola callar, hacien- do burla de sus sugerencias, criticando si físico o su vestimenta, prohibiéndo- le las salidas o contactos con amistades y familiares... 19
  • 20. Federación de Mujeres Progresistas Si bien las consecuencias de este tipo de violencia psicológica, emocional o de acoso moral, no son visibles, provocan en la víctima un debilitamiento de sus defensas psicológicas. La víctima comienza a ser más introvertida, a depri- mirse, mostrarse débil... La violencia verbal refuerza la violencia psicológica. El agresor comienza a denigrar a la víctima poniéndole sobrenombres o motes descalificantes, insul- tándola, faltándole al respeto, criticándole el cuerpo o el aspecto, comienza a amenazarla con agresión física o asesinato. El agresor va creando en ella un clima de miedo constante. La ridiculiza en presencia de otras personas, le grita, la culpa de todo. A partir de estas agresiones verbales, las víctimas se suelen sentir débiles y deprimidas. Fase de explosión violenta El hombre acaba explotando, pierde el control y castiga muy duramente a su pareja, verbal y físicamente. La insulta, la chilla, la amenaza a ella o a los hijos, rompe cosas, la pega, la controla todo lo que hace, la interrumpe el sueño, la viola... La violencia puede variar en gravedad, desde un empujón hasta el asesinato. Es la etapa en la que suelen comenzar los insultos a su honestidad y su moral: quot;putaquot; es la palabra más corriente, con sus variantes más o menos hirientes: guarra, golfa, perdida, cerda, buscona... Es el momen- to en el que él manifiesta de mayor manera los celos, con acusaciones de engaño sin ninguna base. La mujer que intentaba salvar la relación, se ve ahora impotente y débil. La desigualdad de poder y de fuerzas que se ha ido estableciendo con su pare- ja durante años, la paraliza. Puede protestar pero no se defiende. Ha apren- dido que el poder está en él, y ella entra en una quot;indefensión aprendidaquot; que le impide reaccionar. El lenguaje no verbal, fuertemente amenazante, en esta etapa también es muy importante, sobre todo los gestos con las manos, que ahora se cierran en puños, la distancia corporal a la hora de hablar y el nivel del tono de las palabras que se transforman en gritos y chillidos. El despre- cio en ojos y boca es constante... 20
  • 21. Federación de Mujeres Progresistas La violencia física puede comenzar con apretones, pellizcos, retorcimientos de brazos.. sigue con tortas y bofetadas, hasta llegar a los puñetazos y pata- das. Luego más tarde, suele recurrir a objetos para provocarle daño y en medio de esta agresión le exige tener contactos sexuales. Esta escalada puede terminar en homicidio, asesinato, o en el suicidio de la víctima. Fase de luna de miel Comúnmente se le denomina así aunque es realmente una etapa de mani- pulación emocional, durante la cual él hace creer a la mujer que está arre- pentido. Aquí, el lenguaje se vuelve dulce y sumiso. Abandona el tono crispado y emplea palabras de perdón, de cambio, de promesas.. El tono de voz es bajo. Se convierte en una persona atenta, le cura las heridas, le ayuda con las tareas domésticas, le regala flores y la hace creer que ella tiene el poder, que él ha cambiado y que se responsabiliza de ella y la ama. Se relaja y la deja un poco más de libertad, le permite alguna salida, etc. Si bebía, incluso puede ir a terapia. Y ella piensa que si puede dejar la bebida puede dejar de maltratarla, ya que en un porcentaje muy alto las mujeres rela- cionan la violencia a que las someten los hombres al alcohol que éstos toman, sin pararse a pensar que cuando él bebe no maltrata a otras perso- nas sino sólo a ella o a los hijos. El rictus facial en esta etapa se suaviza. No hay crispación en los ges- tos, sino miradas de arrepentimiento y quot;cariñoquot;. Las manos acarician y dejan de ser puños amenazantes. Tras conseguir el perdón de la víctima y ella se ha confiado, él se siente seguro en la relación. Ya la ha recuperado y no tiene que seguir complacién- dola. Comienza de nuevo la Escalada de Violencia, la irritabilidad y los abu- sos... y cuando ella quiere ejercer su recién conseguido poder la castiga dura- mente, de forma verbal y física. Es él quien controla estos ciclos y quien decide cuándo acaba la quot;luna de mielquot;. 21
  • 22.
  • 23. Federación de Mujeres Progresistas abuso verbal y emocional El abuso verbal es un acto de violencia psicológica que se manifiesta por medio de las palabras que atacan o injurian, que nos llevan a creer lo falso, o que hablan falsamente de una persona. a. Es especialmente dañino cuando es negado por el maltratador, ya que fra- valora o menosprecia la percepción que tiene la mujer y crea una confu- sión dolorosa. b. Ataca la naturaleza y las capacidades de la mujer que puede llegar a creer que pasa algo raro con ella y que sus capacidades fallan. Abuso verbal puede ser: 1. Abierto: (Explosiones de ira e insultos) Inculpatorio y acusador 2. Encubierto: (muy, muy sutil, como un lavado de cerebro). Agresión oculta que aporta confusión y control de la mujer sin que se dé cuenta. 3. El menosprecio puede ser expresado con palabras que parecen transcen- dentes, sinceras y consideradas. En cualquier caso el abuso verbal es: a. Manipulador y controlador, sin que la mujer sea consciente, aunque sien- te que no es feliz. b. Insidioso. c. Desconsiderado. d. Irrespetuoso. e. Desvalorizador: ¤ la autoestima de la mujer va disminuyendo con el tiempo casi sin que ella se dé cuenta. ¤ su confianza en sí misma va disminuyendo hasta perderla. ¤ puede cambiar su conducta para no enfadar al maltratador y no seguir siendo lastimada. ¤ puede no darse cuenta de un sutil lavado de cerebro. f. Impredecible; no se sabe cuando ocurrirá ni que quot;razonesquot; lo motivan o cómo evitarlo. 23
  • 24. Federación de Mujeres Progresistas g. El mayor problema de la relación, porque no se puede enfrentar a él como un problema real. h. Expresa un doble lenguaje; no se corresponde lo que hace el maltratador muchas veces con lo que dice. i. Progresivo; sufre escaladas, aumento de intensidad, frecuencia y variedad. Aunque muchas de las relaciones de abuso verbal no llegan forzosamente a la violencia física, hay un buen número que sí lo hace. La injuria precede al primer incidente de violencia y está siempre presente en la relación agresiva. Particularmente ningún hombre se va a vivir con una mujer e inmediatamente comienza a golpearla; antes la menospreciará, insul- tará, ignorará sus sentimientos y la humillará. La violencia verbal -al igual que la agresión física en una relación de pareja- es un problema de género. Hoy día somos más conscientes que antes de la represión que se mantiene por la fuerza física. En cambio somos menos conscientes de la represión psi- cológica, menos obvia pero muy generalizada. La represión se ejerce median- te la manipulación verbal y la coacción. Los sistemas represivos se perpetúan en la medida en que no son reconoci- dos, ni siquiera por quienes los sufren y padecen. La violencia verbal es una forma de agresión que no deja huellas visibles, comparables a las lesiones causadas por la violencia física. Pero es igualmente dolorosa y la recupera- ción puede llevar mucho más tiempo. La víctima vive en una situación que se le va haciendo gradualmente más confusa. El desmerecimiento sutil o las explosiones de ira, la indiferencia glacial o la prepotencia, el sarcasmo burlón o el reproche silencioso, la coerción mani- puladora o las exigencias irrazonables, son hechos comunes. Pero se los disi- mula, diciéndole a la mujer que está exagerando las cosas y con muchas otras formas de negación. Se le dice que su percepción de la realidad es equivo- cada y que sus sentimientos no son los correctos, lo que a ella misma le pone en la tesitura de dudar sobre su propia visión de la situación, y de la comuni- cación con su pareja. O se enfrentan a la duda, o lo que es peor según ellas, como es el enfrentarse al miedo de perder el amor. 24
  • 25. Federación de Mujeres Progresistas Según manifiesta Patricia Evans en su libro quot;Abuso Verbalquot;, este tipo de abuso a través del lenguaje, de las palabras, tiene que ver con el control, con la forma de ejercer el poder sobre el otro. quot;Este abuso verbal puede ser abierto o encubierto, constante, controlador, y, como lo definen Bach y Deutsch, pro- ductor de locuraquot;. Efectivamente, más que cuantitativos, los efectos del abuso verbal son cua- litativos. Es la calidad de la experiencia de la víctima, ya que es una experien- cia individual, la que define el grado del abuso. La forma más corriente de la violencia verbal es el proferir palabras que ofenden, menosprecian o humillan a la mujer. Las formas más contundentes o expresivas como los insultos suelen produ- cirse en la intimidad, ya que muchos maltratadores quieren preservar su quot;buena imagenquot; en público. No obstante, no deja de ejercer otras formas de abuso verbal y no verbal más sutil ante un público que lo acepta o lo considera quot;normalquot;, para salir refor- zado de su conducta y actitud. Es ante este público consentidor o cómplice cuando recurrirá a la ironía, el humor, o el silenciamiento de las opiniones de ella. Si la mujer protesta siem- pre puede recurrir a que no sabe aceptar una broma, o no tiene sentido del humor, o lo ha malinterpretado, o está sacando las cosas de quicio. Tanto la actitud del agresor en la intimidad (donde se une la forma más expresa y la quot;sutilquot;) como la actitud en público, suelen ir volviéndose habitua- les con el tiempo, hasta que las mujeres se acostumbran a ellas y las consi- deran quot;normalesquot;, y por supuesto, no las identifican con el maltrato, tanto más cuanto el que las realiza lo niega. Lo que las mujeres no llegan a comprender en estas situaciones es que el abuso verbal es una agresión hostil, gratuita, que ellas no han provocado, y de la que no son culpables: por mucho que el agresor quiera hacérselo creer, al negar que él no está haciendo nada. Y ¡ojo! Si no lo reconoce, muy difícil es que el abusador asuma que tiene que cambiar. Con frases del tipo quot;no sé de que me hablasquot;, quot;eres demasiado susceptiblequot;, quot;todo lo coges por el lado maloquot;, el maltratador consigue que su pareja dude de ella misma y de su percepción de la realidad. 25
  • 26.
  • 27. Federación de Mujeres Progresistas lenguaje como expresión de sentimientos, actitudes y valores Si a estas alturas estamos de acuerdo en que la violencia, agresión o abuso verbal tiene una relación directa con la comunicación de un hombre y una mujer, con el intento de sometimiento del sexo femenino por parte del mascu- lino, como expresión de lo que siente por ella y piensa de su persona, es fácil llegar a la conclusión de que el lenguaje -como toda forma de interacción humana- es una expresión de los pensamientos, sentimientos, actitudes y valores de quien lo emplea. En este estado de la cuestión el lenguaje es el vehículo por el que el maltra- tador expresa su falta de amor hacia la mujer, sus ansias de someterla a su poder y sus dictados a través de la expresión de sentimientos como la ira, el desprecio, la prepotencia... Por otra parte, aunque las mujeres son conscientes de sus sentimientos, saben lo heridas que se sienten cuando las atacan con palabras que les ofen- den, sin embargo están más inclinadas a creer lo que sus maltratadores dicen sobren ellas mismas y sobre sus relaciones, que lo que les dice su quot;corazónquot;; cuando éste debería ser su mejor guía. Lo contrario sólo provoca sentimien- tos de confusión, tristeza, frustración y desesperanza. Sentimientos como éstos deberían indicarnos que hemos sido dañadas, al igual que las heridas o hematomas en el cuerpo nos indican que nos han mal- tratado. Los sentimientos deben ser y son indicadores. Deben permitirnos reconocer el estado en que nos encontramos, así como lo que rechazamos y lo que necesitamos. Según Patricia Evans los sentimientos -en pares de opuestos- que nos impi- den identificarnos como víctimas de violencia o abuso verbal son: 1. Responsabilidad - Incapacidad 2. Determinación - Frustración 3. Afecto - Rechazo 4. Esperanza - Decepción 27
  • 28. Federación de Mujeres Progresistas 5. Felicidad - Tristeza 6. Seguridad - Miedo 7. Serenidad - Sorpresa o sobresalto A todos ellos, se les uniría el sentimiento de vergüenza (mayor si el abuso verbal se produce ante terceros) y por supuesto el sentimiento de culpa, sub- yacente en la víctima de cualquier tipo de violencia, ya sea psicológica, física o sexual. Secuelas y síntomas físicos del abuso verbal: ¤ Agotamiento, cansancio. ¤ Dolor de espalda. ¤ Jaquecas. ¤ Dolor de cuerpo. Uno de los sentimientos más comunes del abusador verbal es la IRA. Si algo le causa ansiedad o inseguridad se enfada rápidamente pero es incapaz de comunicarse, de dialogar con su mujer, de plantearse sus sentimientos y decir- le a ella lo que siente en esos momentos. Esa falta de diálogo genera incomunicación y, sobre todo, distancia. Una distancia en la que él tiene el poder de callar, de ocultar, de explotar... y hacerle la vida imposible a su pareja con un alud de palabras ofensivas que a ella la dejan confundida. Sus palabras son sus armas. Al levantar un muro y negarse a compartir, el maltratador queda en disposi- ción de dominar a su pareja, ya que no revela lo que piensa ni lo que siente, con lo cual le daría indicios a la mujer para saber qué pasa. A esta postura le ayuda el no demostrar interés por ella, para seguir conser- vando su imagen de superioridad y su sentimiento de poder y control . Si hablamos de sentimientos en relación con las vícitmas de la violencia debemos nombrar la AUTOESTIMA, ya que es la base humana de auto- protección. Nos ayuda a salir de crisis, traumas y permite el desarrollo de recursos personales que incrementan la seguridad y la calidad de vida. La autoestima -de la que hablamos en la anterior Guía de la FMP quot;Autoestima y Violenciaquot;- es la relación que la mujer tiene consigo misma. La convicción que se tiene de que posees los mismos derechos y responsabilida- 28
  • 29. Federación de Mujeres Progresistas des que cualquier ser humano (incluida tu pareja), independientemente de su condición. Es la apreciación que haces de tí y de tus cualidades personales, lo que te convierte en un ser único, con algo único que ofrecer. Además te sirve para apreciar lo mismo en otros seres humanos y respetarlos como te respetas a ti. La autoestima no depende de cómo te vean o te valoren los demás (tu pareja), lo que te ayuda a tomarte con seriedad tus emociones, necesidades, derechos y cuidado personal. Teniendo en cuenta lo dicho es fácil observar por qué el maltratador usa un len- guaje desvalorativo que lleve a la mujer a la pérdida de autoestima y la deja en situación de ser manipulada y sometida. Las frases que repiten las mujeres que son agredidas, tanto verbal como físicamente, son muy sugerentes: quot;Me siento como una mierda...quot;, quot;No valgo para nada...quot;, quot;Sólo hago daño a los demás...quot;, quot;No tengo ganas de nada...quot;, quot;No hago nada...quot;, quot;Me siento como un perro, o como un vege- tal, o como una piedra...quot;, quot;Lo mejor sería que me quitara de en medio... (alusiones al suicidio en distintas variantes)quot;. Son frases que les han dicho en contra de su autoestima y que ellas han inte- riorizado, dando más importancia a la valoración externa del maltratador que a sus propios sentimientos internos. Pero si la autoestima está en el fondo de toda la cuestión del maltrato, debe- mos señalar que las emociones básicas de supervivencia son las relacionadas con la respuesta de huida y ataque, presentes no sólo en las personas sino tam- bién en los animales. La RABIA, el DOLOR, y el MIEDO son sentimientos que siempre aparecen en situaciones de autoprotección, por eso mantener una buena relación con nues- tra emociones es una forma de fomentar nuestros recursos de autopreservación. Lo que ocurre a menudo es que la expresión y uso adecuado de estas emocio- nes están deteriorados en las relaciones víctima-agresor. El agresor no tiene que autoafirmarse ante la autoridad, descarga su frustración y rabia en una víctima a la que percibe indefensa porque él ha puesto todos los medios verbales y psico- lógicos para que sea así. La víctima tampoco usa su rabia y su MIEDO para solucionar su situación, sino que las inhibe para adaptarse al agresor, causándose a menudo, daños psicoló- 29
  • 30. Federación de Mujeres Progresistas gicos y fisiológicos muy importantes. Si el Miedo, en vez de paralizarnos, nos sirviera para plantarnos y aportar cam- bios y bienestar a nuestra vida, sería un gran potenciador de nuestra autoesti- ma, ya que el miedo es una emoción que está para ayudarnos a la supervivien- cia, puesto que aparece en situaciones donde hay peligro para avisar antes de que éste sea inevitable. Otro de los sentimientos que hay que tener muy en cuenta en la violencia de género, es la RABIA, que está siempre presente cuando algo nos hace daño. La rabia reprimida por la víctima, no expresada y oculta tiene el mismo efecto que el miedo. La rabia nos puede salir luego de forma inadecuada contra quienes menos lo merecen (como los hijos/as) o puede dañarnos órganos vitales como el estómago o los riñones. Hay que aprender a verbalizar adecuadamente lo que nos da rabia, y no guar- darla, para no hacernos daños irreparables. Lo haremos si tenemos en cuenta que una emoción no es ni positiva ni negativa. Lo que hacemos como conse- cuencia de ella, es lo positivo o lo negativo. En el lenguaje cotidiano, la palabra DOLOR es casi siempre asociada al dolor físico, sin embargo, el dolor humano tiene también una dimensión psicológica muy importante. El mal procesamiento del dolor que hacen las mujeres víctimas (por represión o rechazo externo o interno) conlleva más dolor. Si tuviéramos una buena autoestima que nos permitiera percibir nuestras emo- ciones y ser conscientes de ellas, escucharíamos lo que sentimos y lo que somos, y eso haría que nos valoráramos a pesar de sentir miedo, rabia o dolor. A la hora de hablar de abuso emocional y violencia psicológica, no podemos dejar de hablar del quot;Síndrome de estrés postraumáticoquot;, el cual se asemeja a ataques de pánico que más tarde dan lugar a pesadillas, síndrome de ansiedad, depre- sión, insomnio, somatizaciones, estrés, alerta continua... y que nos lleva a tra- tar de evitar todo lo que se asemeja a la situación traumatizante del maltrato. El estrés postraumático se observa muy a menudo en mujeres sometidas a vio- lencia de género y las sometidas a abuso psicológico durante largo tiempo. Es muy perjudicial para la resolución del problema, si tenemos en cuenta que la mujer maltratada puede tratar de evitar en todo momento que su pareja se enfade mínimamente, por la ansiedad que éste le provoca a ella. 30
  • 31. Federación de Mujeres Progresistas Por otro lado, las emociones y estrategias que desarrolla el maltratador, ade- más de la ira y las que ya hemos mencionado, son, según Luis Bonino, las que en la relación de pareja van relacionadas con el mantenimiento de su poder y posición privilegiada sobre su compañera, y que se concretan en: ¤ Abuso, mediante palabras que denigran a la mujer, mediante el control del dinero y el patrimonio, y el uso privilegiado del tiempo y del espacio físico. ¤ Intimidación, cuando ya tiene fama de abusivo, para lograr despertar en la mujer sentimientos de sumisión, haciendo siempre lo que se espera de ella. ¤ Toma repentina del mando, sin contar con las opiniones de ella a la hora de decidir cualquier cosa que les debería concernir a los dos. ¤ Apelación a la quot;lógica varonilquot;, para salirse con la suya y persuadir de ello a la mujer. Una de las estrategias que mejor explota el hombre -y que arraiga en la mujer víctima hasta anularla- es la de culpabilizarla de cualquier disfunción de la pareja o de la familia. Él aparece como inocente, o como si no fuera también su responsabilidad. La culpa de disfrutar con otras personas. La somete a chantaje emocional con frecuencia: quot;Si no eres capaz de dejar de hacer eso por mí, es que no me quieres lo suficiente.. o no te importo...quot;. La confunde con mensajes contradictorios: quot;No, si a mí no me importa que te diviertas con ellos...quot;, pero poniendo cara de víctima, utilizando un mensaje verbal que no está en concordan- cia con el no verbal, con los gestos y expresiones faciales o corporales. La culpa se extiende y si ella dedica tiempo al trabajo u otras personas suele decirle: quot;No me importa que trabajes pero voy a tener que buscarme otra mujer...quot;. O bien quot;Los niños están teniendo problemas en el colegio por- que no estás nunca con ellos...quot;. quot;Tampoco merece la pena que trabajes fuera para lo que ganas...quot;. A veces esta culpabilización va disfrazada de paternalismo, haciéndola creer a ella que quot;todoquot; lo que él dice lo dice por su bien. 31
  • 32. Federación de Mujeres Progresistas La mayor perversión que hace el maltratador con la mujer víctima de su mal- trato es precisamente inculcarle CULPA porque él tenga que maltratarla. Es como si él no quisiera hacerlo pero ella le obliga con sus actitudes. Por último hay que hablar no sólo de los sentimientos y emociones expresa- dos o reprimidos por víctima y maltratador, en una situación de violencia de género, sino por la negación o inexistencia de ellos. En las maniobras de control sobre la mujer, el hombre tiene actitudes acti- vas de alejamiento, evitando la intimidad, ya que en lo íntimo el varón teme perder poder, y trata de bloquear la posibilidad de pedir afecto por parte de la mujer. Él niega las necesidades de la mujer como persona, sobrevaloran- do todo lo que hace y siente él. En este caso puede recurrir a: ¤ Silencios, encerrándose en sí mismo. ¤ No contestar, no preguntar, no escuchar, hablar sin dialogar ni comprometerse. ¤ Negar a la mujer el derecho a ser cuidada. ¤ Entrometer abusivamente a sus amigos en la relación, manteniendo falta de intimidad con ella y acusándola de ser poco sociable. Como excusas: ¤ Se hace el tonto. ¤ Apela a las dificultades de los hombres. ¤ Apela a sus obligaciones laborales. ¤ Argumenta torpeza masculina. ¤ Realiza comparaciones ventajosas para él. En definitiva, el maltratador recurre a los engaños como maniobras de con- trol cuya función es desfigurar la realidad, ocultando lo que no le conviene que la mujer sepa, ya que él podría salir perjudicado y perder sus ventajas o privilegios. Mediante engaños niega el acceso de la mujer a toda la información, con- servando él su poder intacto, a través de: ¤ Negar lo evidente. ¤ Inclumplir promesas. ¤ Adular por tareas tradicionales y domésticas. ¤ Mentir. ¤ Negar las intuiciones de la mujer sobre infidelidades. 32
  • 33. Federación de Mujeres Progresistas Otra de las emociones que más se asocian con el maltratador son los CELOS, que utilizan como excusa para su control, disfrazándolos de un amor desmedido. Como bien dice el doctor Miguel Lorente en su libro quot;Mi marido me pega lo normalquot;, todavía está muy extendida en nuestra sociedad patriarcal la idea de que si un hombre no es celoso es porque no quiere a la mujer. Afirma él que quot;el hombre celoso no tiene otro objetivo que el control de su pareja. Ese con- trol, por desgracia, se interpreta como una forma de disponer de la vida de la persona amada como se quierequot;. Con el tema de los celos los maltratadores presionan hasta agotar psicoló- gicamente a la víctima. Se permiten la fijación de ideas absurdas en su mente de forma obsesiva que desequilibran a cualquiera. No viven ni dejan vivir. Nunca llegan a estar satisfechos porque la duda siempre está presente en sus retorcidas mentes. Esta idea sobre los celos -que han interiorizado también muchas mujeres, maltratadas o no- está sostenida por una sociedad que asocia la masculini- dad a la honestidad de la mujer, y que hace chanzas y refranes sobre los hom- bres cornudos o engañados. También los medios de comunicación contribu- yen con titulares como quot;La mató en un acto de pasiónquot;, quot;Crimen Pasional en...quot;, quot;La agredió por celos...quot;. Bien es cierto que, a veces, los medios no hacen más que recoger lo que dicen instituciones o líderes de opinión, o jueces que imponen sentencias de 60 Euros por considerar que la amenaza con un hacha es un acto de amor. Algunos jueces y juezas, en los casos de agresión, juzgan con menos dureza si -según ellos/as-- están impulsados por los celos, la obcecación que provo- can éstos, o la pérdida de control. Todavía muchas personas encuentran en los celos una razón que puede lle- gar a justificar conductas y actos inaceptables en otras circunstancias. Es Miguel Lorente, quien mejor resume la justificación social de los celos, al decir: quot;Los celos son la excusa perfecta para el hombre, una explicación para la mujer, una justificación para la sociedad y un atenuante para la justiciaquot;. En las relaciones basadas en posiciones de autoridad, poder y control, la quot;comunicaciónquot; suele establecerse como la manifestación de los deseos del hombre expresados en forma de exigencias, lo cual bloquea el diálogo y la comunicación en igualdad, ya que toda exigencia, amenaza explícita, o implí- 33
  • 34. Federación de Mujeres Progresistas citamente, a la mujer que la escucha con la culpa o el castigo en caso de que no la satisfaga. En una mala comunicación en la pareja, el verbo quot;merecerquot; adquiere una especial relevancia. Por un lado, porque el hombre piensa que la mujer mere- ce un castigo por lo que hace, por su insumisión y rebeldía. Por otro porque la mujer cree merecer el castigo de él por no ser precisamente como él quiere. Este verbo está en la base de la CULPA que lleva a anular a la mujer. Se merece todo lo que le pasa porque tiene la culpa de que el no esté a gusto, o de que la relación no funcione. Al principio se había planteado: quot;no merezco como me trata, o lo que me dice...quot;, pero finalmente se desentiende de lo que ocurre dentro de sí misma, y acaba asumiendo que es culpable y sí lo merece. El primer paso para dejar de estar subordinadas o ser esclavas, es ponerse en contacto con los propios sentimientos y necesidades, y aprender a expre- sarlos y hacerlos valer. Las mujeres tienen que aprender a decir no sólo lo que No Quieren, sino también lo que quieren y necesitan para desarrollarse como personas y ser felices. En una sociedad dónde se suele juzgar muy mal a alguien que reconoce y expresa sus necesidades, puede llegar a ser aterrador hacerlo. Las mujeres, especialmente, son muy sensibles a las críticas que siempre se producen cuando se niega el sacrificio y la negación de sus propias necesi- dades en beneficio de las ajenas. Se les ha enseñando a cuidar de los demás y a ignorar sus necesidades. Cuando en la Federación de Mujeres Progresistas preguntamos a las vícti- mas de malos tratos psicológicos cuáles son sus deseos, es muy común que les cueste pensar en ellas y verbalizarlos, y la mayoría de las veces reflejan su convencimiento de no tener derecho a desear nada, que sus deseos son quot;ego- ístasquot; y carecen de importancia. Una situación cotidiana puede ser, cuando una mujer después de trabajar fuera del hogar ocho horas, con los problemas que tiene en el trabajo; des- pués de hacer la compra en la media hora del desayuno. De utilizar el trans- 34
  • 35. Federación de Mujeres Progresistas porte público para volver a casa, bañar a los niños, darles de cenar, acostar- les, leerles un cuento, preparar la cena para ella y su pareja, planchar, poner la lavadora, planificar las compras, comidas, médicos, necesidades de los hijos y compañero, llamadas de quot;cumplidosquot; a familiares, etc., etc., etc... le dice a él, como si estuviera delante de un tribunal: Mira, en todo el día no he tenido ni un solo momento (para mí) he...,he..., y acaba diciendo en tono implorante quot;¿no podrías tú...?quot;, la respuesta es ¡NO!. El tono lastimero del ruego ha provocado la resistencia más que la comprensión. Las mujeres acabamos convencidas de que nuestras necesidades no cuen- tan para nada, sin darnos cuenta que las expresamos de una manera que difi- culta el obtener una respuesta positiva. A veces nos enfrentamos con alguien y podemos estar así durante años, sin expresar claramente ni una sola vez lo que necesitamos o deseamos, por temor a las críticas o a la desaprobación. 35
  • 36.
  • 37. Federación de Mujeres Progresistas el lenguaje como arma de la violencia El abuso verbal es el más difícil de quot;verquot;, ya que no deja cicatrices visibles, pero es el más dañino, pues las heridas que produce van destruyendo a la persona lentamente hasta llegar a anularla. ¿Cuántas veces has sido blanco de sus ataques de ira, su sarcasmo su fría indiferencia? Y a continuación acaba con una actitud de quot;¿Qué té pasa a ti?quot; O te acusa de quot;hacer de todo una montañaquot;. Entonces, vas perdiendo el equi- librio emocional y la seguridad y comienzas a preguntarte si eres tú la que estás loca. Las características del abuso verbal son: ¤ Ataca la naturaleza y las capacidades de la víctima. ¤ Es abierto: insulto quot;(inútil, loca..)quot;, Arranques de ira: quot;por mí te puedes morirquot;...quot;Voy a acabar contigo..quot; ¤ Manipulador y controlador: quot;como yo no te va a querer nadie..quot; ¤ Imprevisible: nunca se sabe lo que quiere. El abusador verbal necesita tener el poder sobre su pareja o víctima, no aceptándole nunca como una igual, aunque diga lo contrario, puesto que lle- gar a aceptar la igualdad le supone sentirse inferior. No soporta la idea de perder el dominio y el control que le dan poder, seguridad e identidad como hombre; y es por todo ello que el abusador verbal se presenta como: ¤ Irritable ¤ Violento ¤ Tendente a culpar a su pareja de todo ¤ Celoso ¤ Huraño ¤ Incapaz de expresar sus sentimientos. Como ejemplo podemos visualizar la siguiente escena: María se dispone a salir con su marido, pareja…(Carlos) y le pregunta: ¿A dónde vamos? Carlos: ¿Es que tengo que ser siempre yo quien lo diga? ¿Siempre tengo que 37
  • 38. Federación de Mujeres Progresistas tener alguna idea sobre lo que vamos a hacer? Maria: No, pero a lo mejor se te había ocurrido alguna idea. Carlos: Tú siempre pensando lo que no debes ¿es que nunca aprenderás a estar calladita? María: Solo decía…. Carlos: Y vuelta a lo mismo. No se como tengo que decirte las cosas. No creo que haya nadie que tenga tanta paciencia como yo para aguantar a una per- sona tan inútil como tú. Hace un buen rato que María se siente desconcertada: ¿Y esta vez que he hecho mal...? ¿Por qué habré hablado?... Las mujeres que sufren abuso verbal pasan mucho tiempo tratando de com- prender lo que ha ocurrido, qué es lo que han hecho para que él se ponga de esta manera. Es inútil pensarlo, jamás llegarán a comprenderlo porque no hay comprensión posible, tal como ellas piensan. De forma sutil o no tan sutil, se le manda a la mujer la información o el men- saje de que su percepción de la realidad es incorrecta; por lo que ella trata- rá de comprender lo que ocurre sintiéndose culpable de lo que pasa. Cree que él no la entiende porque es ella quién se expresa mal. Como consecuencia la mujer víctima del abuso verbal presenta los siguien- tes síntomas: ¤ Confusión ¤ Culpabilidad ¤ Angustia ¤ Ansiedad ¤ Estrés La víctima debe ser consciente de que haga lo que haga siempre va a encon- trar las mismas respuestas en su agresor: ¤ quot;haces de todo un problemaquot;. ¤ ¿por qué estás tan nerviosa? El acoso moral: quot;El acoso moral es una manifestación constante de una conducta abusiva que conlleva un desgaste psicológico que incluye comportamientos, palabras, 38
  • 39. Federación de Mujeres Progresistas actos, gestos, que atentan la personalidad, la dignidad y la integridad psíqui- ca de la personaquot;. (Emérita Bara García, Dra. en Psicología). Son una serie de comportamientos deliberados del agresor con el fin de des- encadenar la ansiedad de la víctima, lo que provoca en ella actitudes defen- sivas que acaban generando ansiedad. La perversidad del agresor verbal no está provocada por un trastorno psico- lógico sino por la intolerancia a la igualdad entre los seres humanos. El mal- tratador no es un loco, sino un perverso. El agresor verbal no siente compasión ni respeto por su víctima, por el con- trario, necesita rebajarla para adquirir su autoestima y poder. De esta manera, tan malévola, acaba por quot;sorber el sesoquot; de su víctima quién acabará padeciendo insomnio, ansiedad, nerviosismo, hasta caer en una depresión y en enfermedades psicosomáticas como trastornos digestivos, cardíacos y determinados tipos de cáncer que están asociados al estrés. A pesar de todo esto no debemos caer en la creencia de que es un enfer- mo. Rotundamente no. Marie France Hirigoyen, en sus trabajos sobre el acoso moral, comenta quot;el agresor verbal responde a un perfil narcisista y no a un tipo de psicópata como han venido afirmando algunas tendencias..quot; El acosador verbal es frío y calculador, utilizando la insinuación, las alusio- nes malintencionadas, las mentiras y la humillación. Como ejemplo diremos que no es raro ver a la víctima de un acosador moral agacharse a recoger el periódico que él ha tirado al suelo del salón después de leerlo. El fin del acosador moral es conducir a despersonalizar a la víctima e inuti- lizarla en sus funciones a base de desprecios o de negarle la comunicación. En muchas ocasiones no responde a las preguntas que ella le formula, le da la espalda con frecuencia para no hablarla, le niega el saludo…… quot;Me voy porque no hay quién te aguante...quot;. quot;Hasta que no cambies tu actitud no pretenderás que no me enfade..quot;. 39
  • 40. Federación de Mujeres Progresistas Como resultado, la víctima de esta agresión verbal intenta tranmitirle su deseo de cambiar para acabar con esta lucha continua: quot;No volverá a ocurrir..quot;. quot;Yo sólo quería...quot;. quot;Lo único que decía es que....quot;. El resultado es: ¤ Disminución de la espontaneidad. ¤ Pérdida de entusiasmo. ¤ Actitud depresiva. ¤ Voz crítica interior. ¤ Deseos de no ser como se es. ¤ Deseo de huir. ¤ Incertidumbre ¤ Duda sobre sí misma. ¤ Preocupación porque hay algo mal en ella. ¤ Ansiedad. ¤ Miedo a enloquecer. ¤ Pérdida de confianza en ella misma. ¤ Tendencia a vivir en el futuro quot;Todo estaría bien si yo...quot;. ¤ Creer que jamás tendrá unas buenas relaciones, pues ella es la causa de todo lo malo. La manipulación y el manipulador: Aunque la hemos citado a lo largo de la Guía hay que adentrarse más espe- cíficamente en la Manipulación, ya que es consustancial a toda la violencia de género que se ejerce contra las mujeres, fundamentalmente en la violen- cia psicológica y emocional. Cuando él te sugiere o dice con palabras lo que tienes que hacer, o qué pen- sar, o qué sentir, de tal forma que le beneficia más a él que a ti... Cuando per- cibes amenaza o sientes miedo... Cuando haces algo contra tu voluntad, tus principios, valores o deseos... es que te está manipulando, se está aprove- chando de ti, utilizando además el amor que le tienes. La cuestión es espe- cialmente preocupante cuando te hace sentir miedo continuo, culpa o ver- güenza. 40
  • 41. Federación de Mujeres Progresistas Para que haya manipulación tiene que haber una relación asimétrica entre dos personas en la que una (generalmente la mujer) da, y la otra (general- mente el hombre) recibe. Uno gana y la otra pierde. Los Manipuladores pasan por la vida de las mujeres imponiéndoles su visión del mundo y su forma de hacer y sentir. Se aprovechan de una relación estre- cha y afectuosa para satisfacer sus necesidades, sin importarles en absoluto los sentimientos de la otra persona. Aunque todas las personas somos un poco manipuladoras, cuando estas técnicas se convierten en el modo predominante de relacionarse con la mujer que es su pareja, es cuando la manipulación se agrava y se instaura el mal- trato psicolóico y emocional. Las tácticas que emplean son asombrosamente simples y se pueden resu- mir en tres: ¤ Amenazar. ¤ Criticar. ¤ Inhibirse. También son muy eficaces: el miedo, la culpa o la vergüenza que mueven a la mujer en la dirección que ellos necesitan para seguir con su manipulación y acoso moral y psicológico. Podríamos preguntarnos si la manipulación es lo mismo que el chantaje emocional, y aunque la respuesta es No, sí tenemos que decir que se le pare- ce mucho. En un prinicpio la mujer se topa con una manipulación sutil, que a veces incluso no percibe, basada fundamentalmente en el deseo del hombre de salirse con la suya a toda costa. Como dice Juan Carlos Vicente Casado en su Libro quot;Guía para sobrevivir a los manipuladores cotidianosquot;, cuando la manipulación no es suficiente recu- rre al chantaje emocional: Hacer sentir miedo, culpa o vergüenza, y ejercer un grado variable de poder sobre ella. 41
  • 42. Federación de Mujeres Progresistas Si el chantaje y el acoso moral tampoco funcionan, empieza a plantearse la posibilidad de emplear la violencia física. Para afrontar las relaciones con los manipuladores, hay que seguir ciertas pautas: 1. Conocer nuestros puntos débiles y reforzarlos, mientras que analizamos dónde están los puntos débiles y las carencias de ellos. 2. Tomar la decisión de modificar la relación, aunque seamos conscientes de que va a costar mucho esfuerzo. 3. Mantener abierto el canal de la comunicación. 4. Aprender a ser asertivas, tanto con técnicas de buena fe como con técni- cas defensivas. 5. Plantearnos, prioritariamente, la superviviencia ante la agresividad, sea activa o pasiva. 6. Recurrir a todas las posibilidades que permite el sistema legal para enfren- tarnos a las agresiones. 7. No empeñarse en intentar cambiarles. Son así. No hay que ser salvadora de ellos, sólo compañera si las circunstancias son positivas. 8. Tener siempre presente la posibilidad de romper la relación. Generalmente el hombre que ejerce violencia contra la mujer ha estudiado los puntos débiles de ésta, dónde es más vulnerable, para lograr manipular- la y dominarla. Básicamente esos puntos débiles de las mujeres, suelen ser: ¤ Baja autoestima. ¤ Ejercer también intentos de manipulación por la inseguridad que tienen, las carencias afectivas, la ansiedad ante la evaluación de él y de la socie- dad... ¤ Miedo: A pérdidas emocionales y físicas. Lo que hay que tener muy en cuenta en las relaciones en las que se produ- ce violencia de género, es que si la mujer tiene una autoestima normal, él la irá minando hasta que se le anule; aunque la mujer no emplee estrategias de manipulación, él le irá imponiendo su estilo de comunicación hasta que sólo sepa hablar mediante indirectas, quot;comentarios inocentesquot; y sugerencias. Ellos establecen relaciones en las que arriesgan poco, de esta forma se sitú- an en una posición de poder, al tener menos que perder que la otra parte en la ruptura de la relación. 42
  • 43. Federación de Mujeres Progresistas Es normal, que en un primer momento de la manipulación, la mujer intente lle- gar a una negociación para evitar que la situación en la que no se encuentra a gusto, empeore y vaya a más. Intentan escucharles más atentamente para com- prender qué es lo que quieren y poder hablar sobre la relación. Es cuando toda- vía la mujer, intenta decir cómo se siente sin echarles culpa. Todas ellas son téc- nicas asertivas de buena fe, aunque en la mayoría de los casos no se obtiene nin- gún resultado porque la intención primitiva de ellos es estar por encima de su pareja. Muchos manuales de psicología, recomiendan que cuando falla todo lo ante- rior hay que pasar a una fase de asertividad defensiva, que te sirva para detec- tar sus manipulaciones e intentar evitarlas en la medida de lo posible: La técnica del disco rayado te permite no darte por vencida cuando él te quie- re imponer algo. Te permite decirle no cuando es injusto contigo. Veamos un caso práctico: Él dice que váis a ir a cenar con sus amigos a un sitio que no te agrada. Tú: A mí no me apetece ir con tus amigos, ni tampoco me gusta el sitio elegido... Él: Tú lo que quieres es no complacerme... No me quieres lo suficiente... Tú: Lo que ocurre es que no tengo ganas de ir con tus amigos, y ese sitio elegido tampoco me gusta nada... Él: Siempre pones pegas a todo... Jamás estás contenta con nada... Tú: Sencillamente es que prefiero ver una película de vídeo que ir con tus amigos a ese sitio. Es lo que quiero hacer. La idea es repetir una y otra vez lo que quieres y lo que no quieres, sin enfados, ni chillidos, aunque suenes como un disco rayado. Y Jamás debes dar explica- ciones o excusas que te culpabilizarían, darían a entender que buscas excusas porque tienes la culpa de algo. De esta manera le das a entender que no estás dispuesta a lo que te pide, a que no cuente contigo, o a que cambie de conversación para llevarte a su terre- no. La técnica del para ti-para mí, te permite empatizar en cierto modo con lo que él te dice pero quitándole la razón. Ejemplo práctico: Él te dice que eres siempre una pesada porque le obligas a hacer cosas en la casa... 43
  • 44. Federación de Mujeres Progresistas Tú: Para ti seré una pesada... pero Para mí es tarea de los dos el tener la casa limpia para que disfrutemos de nuestro tiempo libre juntos. Él: Lo que pasa es que tú eres una mala esposa y una mala ama de casa que no cumples con tus deberes... Tú: Para ti yo no cumpliré con mis deberes... pero Para mí los cumplo de sobra en la medida que tengo que hacerlo. Soy muy buena en todo lo que hago. Esta técnica evita enfrentamientos ya que no se trata de culpabilizarle sino de hacerle ver que él tiene unas opiniones diferentes a las tuyas. Empatizas con él ya que le dejas que opine lo que quiera y le das razones por las que sus puntos de vista son erróneos. También te permite quot;echarte floresquot;. Técnica desarmante (según David Burns) mediante la cual ni te defiendes ni contracriticas, reconoces que quot;puedequot; tener razón, pero que por ello no estás dispuesta a renunciar a tus derechos ni a ser su esclava. Puede parecer que estás cediendo pero no es así, y como lo que ellos esperan es que les contra- digas para poder iniciar una pelea, se quedarán desarmados. Aserción negativa, es la que puedes utilizar cuando eres consciente de que verdaderemente has hecho algo mal sin querer y él te lo echa en cara. Debes reconocer el error (quot;¡Qué increible error por mi parte!quot;) pero al mismo tiempo hacerle ver que el mundo no se acaba por ello. Interrogación negativa, es la que usas cuando te critica, pidiéndole aclara- ciones, utilizando frases como quot;me gustaría saber exactamente que es lo te molesta de mi comportamientoquot;, mientras sigues manteniendo que el mundo no se acaba porque a él no le guste lo que haces. Hay que tener en cuenta que los hombres que manipulan a sus parejas son inmaduros. No han alcanzado el desarrollo intelectual suficiente para resol- ver los problemas de forma creativa, no son capaces de un amor maduro, aunque se muestren muy quot;elocuentesquot; en grandes reuniones, pero no en las distancias cortas. Ellos no son asertivos, es decir no defienden sus derechos de una forma activa pero sin pisotear a los demás, porque ésa es precisamen- te su finalidad en el caso del maltratador. Por eso el hombre agresivo impone su punto de vista, sus definiciones del problema, sus derechos o la satisfacción de sus necesidades, empleando estrategias que generan en la mujer miedo, culpa o vergüenza. Y lo hacen de una forma relativamente sutil a través del enfado, pero también mediante vio- 44
  • 45. Federación de Mujeres Progresistas lencia verbal o física. De esta manera, ejerce la agresividad de dos formas fundamentalmente: a. Activa. b. Pasiva. La Activa es lo que todo el mundo entiende por conducta violenta. Se carac- teriza por una actitud de pisoteo contante y sin escrúpulos hacia la mujer y hacia sus derechos. Puede hacerlo personalmente o recurriendo a instrumen- tos contundentes. La agresividad pasiva es mucho más difícil de detectar, e incluso de denun- ciar. Se puede producir en forma de sabotaje, crítica, amenaza y todo tipo de abuso y violencia emocional y verbal... 45
  • 46.
  • 47. Federación de Mujeres Progresistas agresión verbal y repercusión en la salud de las mujeres Las repercusiones en la salud, tanto psíquica como física, son muchas para las víctimas de abuso verbal y emocional. No son tenidas, en muchas ocasiones, en la consideración que merecen porque son menos visibles que las heridas físicas que produce una paliza o cualquier otro tipo de violencia física o sexual. Sin embargo, hay que tener en cuenta que las secuelas en la salud son la mayoría de las veces mucho más duraderas que las heridas y hematomas. Precisamente esa falta de percepción de las heridas psicológicas, esa ausen- cia de diagnóstico en muchas ocasiones y, la falta de castigo de los agreso- res por este tipo de daños y lesiones... provocan en las mujeres una sensación de abandono social y aislamiento que la mayoría de las veces acaba en depresión aguda. La psiconeuroinmunología, nueva especialidad médica, estudia como se produce de forma precisa la comunicación entre el cuerpo y la mente, entre el cerebro y los sistemas inmunitario y neuroendocrino. Robert Ader en 1974, descubrió que el sistema inmunitario era capaz de aprender y modificar su comportamiento según sus diferentes experiencias, al igual que el cerebro. Actualmente la psiconeuroinmunología estudia la estrecha relación existente entre el estrés y la segregación de ciertas hormonas. Uno de los mecanismos que existen entre las emociones experimentadas por el sistema nervioso y el funcionamiento del sistema inmunitario, es el sistema neuroendocrino o siste- ma hormonal. Cuando aumenta al mismo tiempo la segregación de hormo- nas como la adrenalina, noradrenalina, cortisol y prolactina, sustancias capa- ces de ejercer un poderoso impacto en las células inmunitarias En casos de estrés agudo y continuado, el organismo se pone en alerta pro- duciéndose una sobreexcitación física con consecuencias nocivas para la salud física y mental. 47
  • 48. Federación de Mujeres Progresistas Se ha comprobado que las personas que sufren un estado crónico de estrés y ansiedad tienen doble riesgo de sufrir enfermedades como asma, artritis, dolores de cabeza, úlceras de estómago y trastornos cardiovasculares. Las emociones negativas que se prolongan en el tiempo son tan dañinas como el hábito de fumar o beber, o tener un alto nivel de colesterol. De entre todos los estudios que se están realizando en psiconeuroinmunolo- gía, destacan las conclusiones sobre los efectos perjudiciales de emociones negativas como la depresión y la rabia. Como síntesis podemos decir que las consecuencias de los mensajes nega- tivos que llegan a nuestro cerebro y que repercuten negativamente en nuestro estado físico con: ¤ Gastritis. ¤ Vulnerabilidad a virus y bacterias. ¤ Arteriosclerosis. ¤ Infarto de miocardio. ¤ Diferentes tipos de cáncer (entre ellos el de mama). Trastorno del pánico: Especial atención merece el trastorno del pánico, una de las enfermedades que más se han incrementado en las últimas décadas, asociada a la violen- cia de género. Tras sufrir años de malos tratos, el Ataque de Pánico, se presenta en las mujeres víctimas, súbitamente, sin un motivo aparente, a través de episodios de temor intenso y manifestaciones físicas tales como: ¤ Palpitaciones. ¤ Taquicardia. ¤ Sudor. ¤ Debilidad. ¤ Mareo. ¤ Cosquilleos en las manos/entumecimiento. ¤ Sofocos. ¤ Escalofríos. ¤ Dolor en el pecho. 48
  • 49. Federación de Mujeres Progresistas ¤ Sensación de ahogo. ¤ Sensación de irrealidad. ¤ Miedo a que suceda algo terrible. ¤ Miedo a perder el control sobre sí misma. Muchas veces, las mujeres que sufren un ataque de pánico creen que están sufriendo un ataque al corazón, o están perdiendo la razón sin poder hacer nada por evitarlo. Los ataques pueden ocurrir a cualquier hora, duran entre dos y cinco minu- tos, aunque a veces puedesn llegar hasta los diez, o incluso en casos muy extremos y raros, a más de una hora. Estas mujeres que han padecido años de sufrirmiento y miedo, y que pade- cen crisis de pánico, experimentan sensaciones de terror que aparecen repe- tida y repentinamente sin previo aviso. Como nunca saben cuándo se puede producir, existe una continua preocupación por si en cualquier momento se produjera un ataque. La calidad de vida de estas mujeres llega a hacerse muy pobre, porque se ven obligadas a evitar actividades diarias y normales. Básicamente evitan cualquier situación que temen pueda hacerlas sentir indefensas si ocurre un nuevo ataque, sobre todo si van solas. En ocasiones, la necesidad de evitar esas situaciones puede derivar en que la mujer no podrá volver a conducir, o a dar un paso fuera de su casa. En esta última situación ya estaríamos hablando de un trastorno causado por pánico con agorafobia, que no se curará a menos que la paciente reciba tra- tamiento, porque si no, estos síntomas se acentuarán hasta generar invalidez en las mujeres que los padecen. Los síntomas de una crisis de pánico, pueden ser: ¤ Palpitaciones fuertes y frecuentes. ¤ Sudoración profusa. ¤ Estremecimiento y temblores. ¤ Sensación de ahogo. ¤ Dolor y opresión en el pecho. ¤ Náuseas o molestias abdominales. ¤ Inestabilidad, vértigo, mareos o desmayo. ¤ Sensación de irrealidad (ficción) o de estar separada de una misma (desper- sonalización). 49
  • 50. Federación de Mujeres Progresistas ¤ Temor a perder el control o volverse loca. ¤ Miedo a morir o sensación de muerte súbita. ¤ Hormigueos o entumecimientos en manos y pies (parestesias). ¤ Sofocos o escalofríos. ¤ Visión borrosa. Hay que señalar, aparte de lo dicho, que para tratar de establecer el impac- to real de los efectos de la agresión psicológica y física sobre la salud indivi- dual y sobre la salud pública, se ha adoptado en España y en otros muchos países un indicador mixto basado en la pérdida de Años de Vida Saludable (AVISA), es decir, el número de años que se pierden sobre una esperanza de vida teórica basada en las características de la población y de la sociedad concreta. De este modo se ha podido determinar el número de pérdidas de AVISA que se producen como consecuencia de la agresión a la mujer y saber a qué se deben esas pérdidas. Con este enfoque se ha podido demostrar que los daños físicos suponen el 55% de los AVISA perdidos, mientras que los daños quot;no físicosquot;, refiriéndose a los psicológicos y a la salud reproductora dan lugar el 45% de pérdidas. Precisamente en los daños quot;no físicosquot; que son los que nos ocupan principal- mente en esta Guía, es importante destacar por la frecuencia con la que pasan desapercibidos o no son considerados, que el 60% de las mujeres mal- tratadas tienen trastornos psicológicos moderados o graves, que el 92% pre- senta disfunciones de la líbido, que la violencia durante el embarazo se pro- duce en el 30% de los casos, y que conlleva un mayor riesgo de patología en el niño o niña y en la madre, además de presentar un menor peso al nacer. Son datos muy duros, pero cuando realmente se alcanza una adecuada per- cepción sobre las consecuencias en términos de salud de la agresión a la mujer, afirma el doctor Miguel Lorente, es cuando se relaciona con otras pato- 50
  • 51. Federación de Mujeres Progresistas logías o situaciones. Así del porcentaje total de AVISA perdidos la proporción correspondiente a cada situación es la siguiente: Diabetes: 8,1% Problemas del parto: 7,9% AGRESIÓN A LA MUJER 5,6% Cardiopatías isquémica: 5,5% Accidentes de tráfico: 2,2% Para mayor profundización en los temas de salud y violencia de género, recomendamos la consulta del libro quot;La Prevención de la Violencia contra la Mujerquot; (Jornadas Interdisciplinares desde la sanidad y la justicia penal). Es una publicación de la Federación de Mujeres Progresistas en la que se recogen todas las ponencias de expertos y expertas, en medicina, sanidad, derecho, violencia de género, etc. que se llevaron a cabo en las citadas Jornadas, del 19 de noviembre al 10 de diciembre de 2001, en colaboración con la Real Academia de Medicina y Cirugía de Granada y el Instituto Andaluz Interuniversitario de Criminología. 51
  • 52.
  • 53. Federación de Mujeres Progresistas lenguaje no verbal y maltrato psíquico El lenguaje no verbal contiene información que representa más de la mitad de lo que nuestros mensajes tratan de comunicar. Según las personas expertas que trabajan en este tema, la comunicación ver- bal representa sólo del 7 al 17% de la comunicación, mientras que el tono, timbre, volumen... y los gestos y movimientos corporales representan el resto de la comunicación, en cualquier caso más de un 80% de ella. Es más, afirman que si hay un mensaje verbal y no verbal que lo contradice, siempre se hará caso al no verbal. Dicho esto, podemos afirmar que si las palabras son el contenido del men- saje, las posturas, los gestos, la expresión y la tonalidad de la voz son el lugar donde el mensaje toma forma. La gestualidad de todo el cuerpo, nos pone de manifiesto cómo está esa per- sona, si es sincera o por el contrario nos miente o nos manipula. Detrás de un abrazo o de un acaricia se esconde en muchas ocasiones rabia, irritación, pero que si no somos capaces de identificar creemos que son de afecto, de cariño. Cuántas veces hemos llegado a creer que nos estaban demostrando amor y de repente, sin saber por qué comenzaron los insultos y los golpes ¿qué ha pasado?... Algo tan sencillo como que no eran demostra- ciones de amor, sino de enojo y de rabia. La cara constituye una zona muy importante de comunicación no verbal. Si se tiene los ojos abiertos, la mirada fija o, por el contrario, una mirada huidi- za, transmite cómo se siente una persona: ¤ Un gesto de inclinación de la cabeza hacia un lado: soberbia. ¤ Hombros hacia arriba: desconfianza. ¤ Cabeza hacia adelante: sumisión. ¤ Cuando la postura del cuerpo se mantiene erguida, sin movimiento, con la cabeza levantada, sólo está captando imágenes, es decir, no te escucha sólo piensa visualmente en la manera de actuar. Lo mismo ocurre cuando se sienta en el borde de la silla con el cuerpo erguido. 53
  • 54. Federación de Mujeres Progresistas ¤ Cuando el cuerpo se inclina hacia delante, se cruzan los brazos: esta en una posición de protección de sí mismo, de no escucha, lo cual indica una respuesta incontrolada. ¤ Respiración profunda: tranquilidad. Ahora que conocemos algunas maneras de cómo el cuerpo tiene su propio idioma corporal, cuando el cerebro está trabajando con imágenes, sonidos o sensaciones, nos podemos preguntar ¿cómo me relaciono?. Si las posturas son de relajación y de escucha, es que se ha creado una empatía, es decir, acomodan sus gestos, sus posturas, su respiración como si fuera el uno/a con el otro/a. ¿ Cuáles son los beneficios de empatizar el lenguaje corporal entre las per- sonas?. Se crean lazos de relación, se establece un clima de confianza y armonía, se propicia una relación cordial y profunda. Lenguaje facial El rostro es uno de los elementos de nuestro cuerpo más rico en potenciali- dad comunicativa, no sólo por las características que de por sí transmite, sino por las referencias subjetivas que provoca (muchas veces ejercemos juicios de personalidad simplemente por identificación o atribución que le conferimos) y el uso que hacemos de él consciente o inconscientemente para facilitar res- puestas en la interacción diaria. Ocupa un lugar primordial en la comunicación de los estados emocionales, refleja actitudes interpersonales, proporciona retroalimentaciones no verbales sobre los comentarios de los demás y aporta una gran cantidad de informa- ción que complementa aquella que transmitimos de manera verbal. El rostro y el manejo de la interacción ¿Cómo empleamos las partes que componen la cara en la comunicación diaria o con nuestra pareja? Para abrir y cerrar los canales de comunicación: a veces nos sentimos impa- cientes por la necesidad de querer decir algo o intervenir en una conversación y abrimos la boca, acompañado de una notoria inspiración. O empezamos a 54
  • 55. Federación de Mujeres Progresistas sonreir si lo que pretendemos es encauzar un diálogo para que llegue a su fin. O hacemos un gesto de aviso con los ojos para evitar que alguien diga algo inapropiado. Para complementar o calificar otras conductas: si quienes hablamos somos nosotras, podemos por ejemplo aumentar las connotaciones tristes de un mensaje con un levantamiento de cejas, o emplear los diferentes tipos de son- risas para suavizar algún contenido, para enfatizarlo, o incluso para darle un cariz completamente diferente al expresado verbalmente. Si nos referimos a cómo utilizamos los gestos para juzgar o apoyar los mensajes de otros, un levantamiento de cejas expresa sorpresa o desacuerdo, abrir desmesurada- mente los ojos expresa estupefacción; o fruncir el ceño, irritación. Para reemplazar mensajes hablados: un rostro con la boca abierta y la man- díbula un poco caída indica que el comentario de él nos ha sorprendido y nos ha dejado estupefactas; los ojos ensanchados dicen lo mismo que un OH!; y un movimiento de cejas puede estar exigiendo una aclaración o una rectificación. El rostro y las expresiones de emoción La importancia del rostro en la exhibición de estados emocionales es crucial en el estudio y análisis de ciertas emociones básicas fidedignamente refleja- das en nuestros gestos y expresiones ya que más de mil expresiones faciales son anatómicamente posibles. Debemos saber que muchas veces, sobre todo en las relaciones de abuso y agresión emocional, se nos presentan mezclas faciales de varias emociones, que hay partes de la cara que pueden reflejar diferentes emociones, y que en unas partes se reflejan unas emociones y en otras, otras distintas. Además para el análisis deberíamos tener en cuenta que existen otras muchas expre- siones que podríamos denominar micromomentáneas, que aparecen en todas las comunicaciones y que, aunque son prácticamente imperceptibles por sí mismas, nos están ofreciendo un diálogo paralelo dotando de una gran sig- nificación que implementa el resto de mensajes. Ekman, un estudioso de la comunicación no verbal, creó un sistema que divide la cara en tres zonas: 55