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Aira, César - Cómo me hice monja                                  1

                                                      recuerdo          vívido,      que   puedo
                                                      reconstruir en su menor detalle.
                                                      Antes de eso no hay nada:
                                                      después, todo siguió haciendo
                                                      un         solo        recuerdo      vívido,
                                                      continuo           e      ininterrumpido,
                                                      incluidos los lapsos de sueño,
                                                      hasta que tomé los hábitos.
                                                           Nos      habíamos         mudado     a
                                                      Rosario. Mis primeros seis años
                                                      los        habíamos      pasado,     papá,
                                                      mamá y yo, en un pueblo de la
                                                      provincia de Buenos Aires del
                                                      que no guardo memoria alguna
                                                      y al que no he vuelto después:
                                                      Coronel Pringles. La gran ciudad
                                                      (era lo que parecía Rosario,
                                                      viniendo de donde veníamos)
1                                                     nos        produjo       una      sensación
                                                      inmensa. Mi padre no demoró
Mi historia, la historia de "cómo                     más que un par de días en
me hice monja", comenzó muy                           cumplir una promesa que me
temprano    en   mi   vida;      yo                   había hecho: llevarme a tomar
acababa de cumplir seis años. El                      un helado. Sería el primero para
comienzo está marcado con un                          mí, pues en Pringles no existían.
2                                       Aira, César - Cómo me hice monja


Él, que en su juventud había                                    viniera de él. Nos sentamos en
conocido ciudades, me había                                     un banco en la vereda, bajo los
hecho más de una vez el elogio                                  árboles que había en aquel
de esa golosina, que recordaba                                  entonces        en      el     centro    de
deliciosa y festiva aunque no                                   Rosario: plátanos. Observé cómo
atinaba a explicar su encanto                                   lo hacía papá, que en segundos
con    palabras.     Me        lo   había                       había dado cuenta del copete de
descripto, muy correctamente,                                   crema          verde.        Cargué       la
como algo inimaginable para el                                  cucharita con extremo cuidado,
no iniciado, y eso había bastado                                y me la llevé a la boca.
para que el helado echara raíces                                      Bastó     que      las     primeras
en mi mente infantil y creciera                                 partículas se disolvieran en mi
en     ella   hasta        tomar          las                   lengua para sentirme enferma
dimensiones de un mito.                                         del        disgusto.     Nunca         había
    Fuimos caminando hasta una                                  probado algo tan repugnante.
heladería          que         habíamos                         Yo era más bien difícil en la
localizado    el         día     anterior.                      alimentación, y la comedia del
Entramos.     Él     pidió       uno       de                   asco no tenía secretos para mí,
cincuenta centavos, de pistaccio,                               cuando no quería comer; pero
crema americana y kinotos al                                    esto       superaba      todo     lo    que
whisky, y para mí uno de diez,                                  hubiera experimentado nunca;
de frutilla. El color rosa me                                   mis         peores       exageraciones,
encantó.        Yo         iba          bien                    incluidas las que nunca me había
predispuesta.       Adoraba         a      mi                   permitido, se veían justificadas
papá. Veneraba todo lo que                                      de sobra. Por una fracción de
Aira, César - Cómo me hice monja                                   3

segundo pensé en disimularlo.                          seguir a papá ni siquiera en este
Papá había puesto tanta ilusión                        camino de placeres. Habría sido
en hacerme feliz, y eso era tan                        insensato intentar ocultarlo; ni
raro en él, un hombre distante,                        siquiera        hoy    podría        hacerlo,
violento, sin ternuras visibles,                       porque esa mueca no se ha
que   echar     por   la   borda   la                  borrado de mi cara.
ocasión me pareció un pecado.                           —¿Qué te pasa?
Pasó por mi mente la alternativa                         En su tono ya estaba todo lo
atroz de tragar todo el helado,                        que vino después.
sólo por complacerlo. Era un                             En circunstancias normales el
dedal, el vasito más chico, para                       llanto     me         habría     impedido
párvulos, pero ahora me parecía                        contestarle. Siempre tenía las
una tonelada.                                          lágrimas a flor de ojos, como
 No sé si mi heroísmo habría                           tantos      chicos       hipersensibles.
llegado a tanto, pero no pude                          Pero       un    rebote        del     gusto
siquiera ponerlo a prueba. El                          horrendo, que me había bajado
primer   bocado        me     había                    hasta la garganta y ahora volvía
dibujado en el rostro una mueca                        como un latigazo, me electrizó
involuntaria de asco que él no                         en seco.
pudo dejar de ver. Fue una                              —Gggh...
mueca casi exagerada, en la que                         —¿Qué?
se    conjugaba       la    reacción                    —Es... feo.
fisiológica y su acompañamiento                         —¿Es qué?
psíquico de desilusión, miedo, y                        —¡Feo! —chillé desesperada.
la trágica tristeza de no poder                         —¿No te gusta el helado?
4                              Aira, César - Cómo me hice monja


    Recordé que en el camino me                        no quería retroceder. Se me
había dicho, entre otras cosas                         revelaba que mi único camino a
cargadas     de   una     agradable                    esta altura era demostrarle a
expectativa: "Vamos a ver si te                        papá que lo que tenía entre
gusta el helado". Claro que lo                         manos era inmundo. Miré el rosa
decía dando por supuesto que sí                        del        helado   con    horror.   La
me gustaría. ¿A qué chico no le                        comedia asomaba a la realidad.
gusta? Los hay que, adultos,                           Peor:       la   comedia    se   hacía
recuerdan su niñez como un                             realidad, frente a mí, a través de
prolongado pedido de helados y                         mí. Sentí vértigo, pero no podía
poca cosa más. Por eso ahora su                        echarme atrás.
pregunta tenía una resonancia                           —¡Es feo! ¡Es una porquería! —
de incrédulo fatalismo, como si                        Quise ponerme histérica. —¡Es
dijera:    "No    puedo     creerlo;                   asqueroso!
también en esto tenías que                               No dijo nada. Miraba el vacío
fallarme".                                             delante de él y comía de prisa su
Vi construirse la indignación y el                     helado. Yo había errado una vez
desprecio en sus ojos, pero se                         más el enfoque. Lo cambié con
contuvo todavía. Decidió darme                         aturdida precipitación.
una oportunidad más.                                    —Es amargo —dije.
—Cómelo. Es rico —dijo, y para                           —No, es dulce —respondió con
demostrarlo se llevó a la boca                         una contenida suavidad cargada
una cucharada cargada del suyo.                        de amenaza.
    Yo ya no podía retroceder.                          —¡Es amargo! —grité.
Estaba jugada. En cierto modo                           —Es dulce.
Aira, César - Cómo me hice monja                             5

—¡¡Es amargo!!                                          paces por un camino retorcido,
 Papá ya había renunciado a                             muy típico de mí:
toda satisfacción que pudiera                             —-No sé cómo puede gustarte
haber esperado de la salida, de                         esa porquería. —Traté de darle
la comunión de gustos, de la                            un tonillo de admiración.
camaradería. Eso quedaba atrás,                          —A todo el mundo le gustan los
¡y qué ingenuo de su parte,                             helados —dijo lívido de furia. La
debía de estar pensando, en                             máscara de paciencia caía, y no
haberlo     creído   posible!     No                    sé cómo yo todavía no estaba
obstante, y sólo para ahondar                           llorando. —A todo el mundo
más su propia herida, emprendió                         menos a vos, que sos un tarado.
el trabajo de convencerme de mi                          —¡No, papá! ¡Te juro...!
error. O de convencerse él de                               —Come ese helado.— Frío,
que yo era su error.                                    tajante. —Para eso te lo compré,
 —Es una crema muy dulce con                            taradito.
gusto a frutilla, riquísima.                             —¡Pero no puedo...!
Yo negaba con la cabeza.                                     —Comelo.     Probalo.     Ni   lo
  —¿No? ¿Y qué gusto tiene                              probaste.
entonces?                                                 Abriendo grandes los ojos por
—¡Es horrible!                                          mi honestidad puesta en duda
 —A mí me parece muy rico —                             (tendría    que   haber      sido   un
dijo tranquilamente, y engulló                          monstruo para mentir por gusto)
otra cucharada. Su calma me                             exclamé:
espantaba más que cualquier                              —¡Te juro que es horrible!
otra cosa. Intenté hacer las
6                               Aira, César - Cómo me hice monja


     —¡Qué   va   a   ser   horrible!                       Me resultó mil veces más
Probalo.                                                asqueante que la vez anterior.
—¡Ya lo probé! ¡No puedo!                               Lo habría escupido, de saber
Se le ocurrió algo y volvió a un                        cómo hacerlo. Nunca aprendí a
nivel más condescendiente:                              escupir a distancia. Me chorreó
—¿Sabes qué debe ser? Que te                            por las comisuras de los labios.
dio impresión lo frío. No el                              Papá había seguido cada uno
gusto, sino lo frío que está. Pero                      de mis movimientos de reojo,
enseguida te vas a acostumbrar                          sin dejar de comer su helado a
y vas a ver qué rico es.                                grandes cucharadas. Las tres
    Me aferré a un clavo ardiente.                      capas de distintos colores iban
Quise creer en esa posibilidad,                         desapareciendo velozmente. Con
que a mí no se me habría                                la cucharita aplastó la crema
ocurrido en mil años. Pero en el                        dejándola a nivel con los bordes
fondo sabía que no valía la                             del vasito de barquillo. En ese
pena. No era así. Yo no tomaba                          punto comenzó a comérselo. Yo
habitualmente bebidas heladas                           no sabía que esos vasitos se
(no teníamos heladera) pero las                         comían,    y   me   pareció   una
había probado y sabía bien que                          manifestación de salvajismo que
no era eso. Aun así, me aferré.                         desbordó la capa de mi espanto.
Tomé con suma precaución una                            Empecé a temblar. Sentí subir el
pizca de helado en la punta de                          llanto. Me habló con la boca
la cucharita, y me la llevé a la                        llena:
boca mecánicamente.
Aira, César - Cómo me hice monja                        7

  —¡Probalo bien, idiota! Una                                  hubiera    inventado.   Papá   me
buena porción para que puedas                                  arrancó la cucharita de la otra
sentirle el gusto.                                             mano y la clavó en la frutilla. La
—Pe... pero...                                                 levantó bien cargada y me la
  Terminó el suyo. Arrojó la                                   acercó a la boca. Mi única
cucharita a la calle. Milagro que                              defensa habría sido cerrarla, y
no   se    la    comiera           también,                    no volver a abrirla nunca más.
pensé. Con las manos libres, se                                Pero no podía. La abrí, redonda,
volvió hacia mí, y supe que el                                 y la cucharita entró. Se posó en
cielo se me estaba cayendo                                     mi lengua.
encima.                                                         —Cerrá.
—¡Cómelo de una vez! ¿No ves                                      Lo hice. Las lágrimas ya me
que se está derritiendo?                                       velaban los ojos. Al apretar la
  Efectivamente,         el    copo       de                   lengua contra el paladar y sentir
helado     se     estaba           haciendo                    cómo se deshacía la crema, se
líquido, y unos arroyuelos rosa                                formó un sollozo en todo mi
corrían por el borde del vasito y                              cuerpo. No hice los movimientos
me goteaban sobre la mano y el                                 de tragar. El asco me inundaba,
brazo, y sobre mis piernas flacas                              me explotaba en el cerebro
bajo el pantalón corto. Eso me                                 como un rayo. Otra cucharada
inmovilizaba definitivamente. Mi                               bien cargada venía en camino.
angustia        crecía        al     modo                      Abrí la boca. Ya estaba llorando.
exponencial. El helado se me                                   Papá me puso la cucharita en la
aparecía como el más cruel                                     otra mano.
dispositivo de tortura que se                                   —Seguí vos.
8                              Aira, César - Cómo me hice monja


 Me atraganté, tosí, y empecé a                          —Decime por qué no te gusta.
llorar a los gritos.                                   A todos les gusta y a vos no.
—Ahora estás encaprichado. Me                          Decime el motivo.
lo haces a propósito.                                     Increíblemente, pude hablar;
    —¡No, papá! —tartamudeé de                         pero tenía tan poco que decir.
modo ininteligible. Sonaba: "pa                         —Porque es feo.
no pa no no pa".                                        —No, no es feo. A mí me gusta.
    —¿No te gusta? ¿Eh? ¿No te                          —A mí no —imploré.
gusta? ¿No ves que sos un                                 Me tomó el brazo y guió la
tarado?— Lloré. —Contestame.                           mano con la cucharita hasta el
Si no te gusta no hay problema.                        helado.
Lo tiramos a la mierda y ya está.                         —Tómalo y nos vamos. Para
 Lo decía como si eso fuera una                        qué te habré traído.
solución. Lo peor era que papá,                         —¡Pero no me gusta! Por favor,
por haber comido tan de prisa                          por favor...
su    helado,   tenía   la   lengua                       —Está bien. Nunca más te
entumecida y hablaba como yo                           vuelvo a comprar uno. Pero
nunca lo había oído, con una                           tomá éste.
torpeza que me lo hacía más                                       Cargué      la         cucharita
feroz,    más      incomprensible,                     mecánicamente. De sólo pensar
muchísimo más temible. Creía                           que ese suplicio iba a seguir me
que era la rabia lo que le                             sentía desfallecer. Ya no tenía
endurecía la lengua.                                   voluntad. Lloraba francamente,
                                                       sin         embozos.        Por     suerte
                                                       estábamos solos. Al menos esa
Aira, César - Cómo me hice monja                                      9

humillación papá se la ahorró.
Se había callado, no se movía.                                 2
Me      miraba         con   el   mismo
disgusto profundo, visceral, con                                   La discusión, como dije al
que yo consideraba mi helado de                                terminar el capítulo anterior,
frutilla. Yo quería decirle algo,                              había llegado a su fin, si es que
pero no sabía qué. ¿Que el                                     puede hablarse de discusión.
helado no me gustaba? Ya se lo                                 Habíamos caído en un silencio
había dicho. ¿Que el sabor del                                 que        ni     siquiera         el   ruido
helado era inmundo? También                                    entrecortado de mis sollozos
se lo había dicho, pero era algo                               alteraba        en     profundidad.         Mi
que no valía la pena decir, que                                padre       era       una        estatua,   un
aun después de decirlo seguía                                  bloque           de         piedra.         Yo,
en mí, incomunicable. Porque a                                 estremecida, trémula, húmeda,
él     le     gustaba,       le   parecía                      con el vaso de helado en una
exquisito. Todo era imposible,                                 mano y la cucharita en la otra, la
para        siempre.    El    llanto     me                    cara roja y descompuesta en un
dobló, me quebró. Y no podía                                   rictus de angustia, no estaba
esperar       ningún     consuelo.        La                   menos inmovilizada. Lo estaba
situación era inexpresable por                                 más, atada a un dolor que me
ambos lados. Él tampoco podía                                  superaba con creces, dando con
decirme cuánto me despreciaba,                                 mi infancia, con mi pequeñez,
cuánto me odiaba. Esta vez, yo                                 con mi extrema vulnerabilidad,
había ido demasiado lejos. Sus                                 la medida del universo. Papá no
palabras no me alcanzarían.                                    insistió        más.        Mi     último    y
10                                   Aira, César - Cómo me hice monja


definitivo recurso habría sido                               por la voluntad o la deliberación.
terminar     por      mi   cuenta        el                  Una arcada me sacudió el plexo.
helado, encontrarle el gusto al                              Fue algo grotesco, de caricatura.
fin, remontar la situación. Pero                             Era como si algo en mí quisiera
era imposible. No necesitaba                                 demostrar que tenía enormes
que me lo dijeran. Ni siquiera                               reservas de energía, listas a
necesitaba        pensarlo.     En      mi                   desencadenar        en    cualquier
suprema           impotencia,        tenía                   momento. De inmediato, otra,
firmemente          dominadas           las                  más exagerada todavía. A los
riendas de lo imposible. La calle                            muchos estratos de mi miedo se
vacía bajo los plátanos, el calor                            agregaba éste de ser presa de
asfixiante del enero rosarino,                               un         mecanismo          físico
devolvían el eco de mis sollozos.                            incontrolable. Papá me miró,
En la quietud, el sol hacía                                  como si volviera de muy lejos:
dibujos      de     luz.   Me      caían                      —Basta de farsa.
lágrimas     innumerables,         y     el                    Otra arcada. Otra más. Otra.
helado se derretía francamente,                              Eran una serie. Todas secas, sin
los hilos rosa me corrían hasta el                           vómito. Parecían las frenadas de
codo, desde donde goteaban a                                 un auto loco. Frenadas ante el
la pierna.                                                   abismo, pero repetidas, como si
 Pero no hay situación que se                                el abismo se multiplicara.
eternice.    Siempre       pasa        algo                   Un interés nació en el rostro de
más. Lo que sucedió entonces                                 papá. Yo conocía tan bien ese
vino   de     mi     cuerpo,      de     lo                  rostro, cetrino, redondo, con la
profundo, sin preparación alguna                             calva      prematura,    la   nariz
Aira, César - Cómo me hice monja                                11

aguileña        que         heredó          mi                      Vacilaba un poco. Debía de
hermana, no yo, y el espacio                                     estar pensando cómo haría para
excesivo entre la nariz y la boca,                               llevarme a casa. No sabía, pobre
que él disimulaba con un bigote                                  papá, que ya nunca más me
bien recortado. Lo conocía tan                                   llevaría a casa. Aunque estoy
bien que no necesitaba mirarlo.                                  segura de que si alguien se lo
Era un hombre previsible. Al                                     hubiera dicho en ese momento,
menos      lo    era       para    mí.      Yo                   habría sentido alivio.
también debía de ser previsible                                     Con todas las sacudidas, y
para él. Pero las arcadas lo                                     siempre sin soltar el vasito, yo
habían sorprendido. Las miraba                                   me había asperjado de helado
casi como si yo me hubiera                                       de pies a cabeza, ropa incluida.
objetivado,      como         si   hubiera                       De modo que su primera medida
salido de él, de su destino. Yo                                  fue quitármelo; hizo lo propio
seguía     en        la    mía.    Arcada.                       con la cucharita de la otra mano.
Arcada. Arcada.                                                  Yo         era   muy     pequeña,      muy
  Al fin amainaron, sin que                                      menuda, inclusive para mis seis
hubiera llegado a vomitar. Ya no                                 años recién cumplidos. Papá era
lloraba.        Me        contenía,        me                    un         hombre      grande,   sin   ser
aferraba a una triste parálisis.                                 corpulento. Pero tenía dedos
Otra arcada remanente. Un hipo                                   largos y finos (que yo sí he
hepático.                                                        heredado), y me alivió de mis
 —Pero será posible, la puta                                     dos cargas con precisión. Buscó
madre que te parió...                                            un lugar donde tirarlos. Pero no
                                                                 lo buscaba en realidad porque
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no había dejado de mirarme.                                 última,               secreta,      sublime
Entonces                hizo        algo                    confirmación.
sorprendente.                                                   Pero         se     produjo    un      giro
Metió la cuchara en el vaso, en                             completo. Frunció los rasgos de
los restos del heladito rosa ya                             inmediato en una mueca de
medio      líquido,      pero   todavía                     asco, y escupió con fuerza. ¡Era
manejable, la cargó y se la llevó                           inmundo! Yo estaba desorbitada
a    la   boca.    No      insultaré    la                  (estaba desorbitada de antes,
memoria de mi padre diciendo                                por las arcadas) y lo veía doble,
que no quería desaprovechar el                              o          triple.     Debería     haberme
helado ya pago. Estoy segura de                             transportado               el      conocido
que no era ése el caso. Podía                               sentimiento de triunfo, el triunfo
tener gestos de tacaño, como                                de los débiles de ver que se les
los tenemos todos, pero no en                               da la razón después de lo
una ocasión como aquélla. En su                             irremediable. Algo de eso hubo,
simplicidad        de     hombre       de                   quizás,         porque el         hábito    es
pueblo, era coherente. Estoy                                fuerte.          Pero     no      me      sentí
segura     de que no concebía                               transportada.            De      hecho,     no
siquiera      la      posibilidad      de                   entendía bien qué podía estar
complicar la tragedia. Prefiero                             pasando. Estaba tan arraigada
pensar que quiso deleitarse, una                            en el desastre que buscaba otra
sola vez, una sola cucharada,                               explicación, más barroca, una
con el más cabal sabor del                                  vuelta de tuerca que no anulase
helado de frutilla. Como una                                lo anterior, como habría tendido
Aira, César - Cómo me hice monja                                 13

a     anularlo      cualquier   persona                         El heladero alzó la vista del
moralmente sana.                                             Tony. Quiso componer la cara
    Se llevó el vasito a la nariz y                          porque       adivinó         que      había
olió con fuerza. Su gesto de                                 problemas, y no acertaba a
disgusto se acentuó. Hubo esa                                imaginarse de qué índole eran.
impasse             de      movimientos                        —Esta mierda de helado que
imperceptibles que anuncia el                                me vendió está en mal estado.
paso a la acción. Él no era un                                —No.
hombre         de    acción;    en    ese                     —¡Cómo que no, carajo!
aspecto era normal. Pero la                                    —No señor, todo el helado que
acción a veces se impone. No                                 vendo es fresco.
me miró. En todo lo sucesivo de                               —Bueno, éste está podrido.
esa tarde funesta no volvió a                                   —¿Cuál es? ¿Frutilla? Me lo
mirarme. Aunque debo de haber                                trajeron esta mañana.
sido           un           considerable                        —¡Qué mierda me importa!
espectáculo. Ni una sola vez                                 ¡Esto está podrido!
volvió sus ojos a mí. Una mirada                                 —Más fresco, imposible —
habría         equivalido       a     una                    insistió     el    hombre.         Buscó
explicación, y ya era imposible                              rápidamente entre las tapas de
explicarnos. Se levantó y fue                                aluminio      de       los     tambores
adentro de la heladería, me dejó                             alineados en el mostrador, y
sola en el banco de la vereda,                               abrió      una.    —Ahí       está,     sin
llorosa y enchastrada. Pero yo                               empezar. Lo empecé con usted.
fui tras él.                                                  —¡Pero no me va a decir a mí!
—Señor...
14                             Aira, César - Cómo me hice monja


—¿Qué culpa tengo yo si al pibe                        no lo había hecho, y ahora le
no le gustó?                                           devolvían la misma moneda, que
 Papá estaba rojo de furor. Le                         él no podía ver sino por el
tendió el vasito.                                      reverso, el de la malevolencia.
—¡Pruébelo!                                            Adiviné que estaba dispuesto a
 —Yo no tengo por qué probar                           hacérselo probar por la fuerza.
nada.                                                  El         otro,   por   su   parte,    se
 —No... Usted lo va a probar y                         enfrentaba a una alternativa en
me va a decir si...                                    la que creía tener todas las de
—No me grite.                                          ganar. Podía probar el helado,
 A pesar de esta sugerencia                            encontrarle o no algún sabor
sensata,    los       dos   estaban                    extraño, ligeramente amargo o
gritando.                                              medicinal, y embarcarse en una
—Lo voy a denunciar.                                   interminable discusión sobre lo
—No me haga reír.                                      incomunicable o indecidible. En
—¡Qué se cree!                                         ese         momento      entraron      dos
—¡Qué se cree usted!                                   chicos. El heladero los miró, con
 En realidad, habían llegado a                         el triunfo pintado en el rostro.
una competencia de voluntades.                          —Dos de un peso.
Eso impedía que el problema                              Los de un peso eran grandes,
encontrara su solución natural.                        de cuatro gustos. Dos pesos en
Mi padre debía de saber que si                         aquellos años eran algo. La
él hubiera probado el helado de                        escena cambiaba radicalmente.
frutilla de entrada, las cosas no                      Ahora ponía a la heladería bajo
habrían llegado tan lejos. Pero                        la luz de la prosperidad, de la
Aira, César - Cómo me hice monja                                 15

normalidad, el ancho mundo                                  derretido en la mano. El otro no
entraba bajo la figura de esos                              probaría esa porquería: probaría
dos adolescentes. Quedaba atrás                             su buen helado del tambor,
la     figura    siniestra    del   loco                    fresco y virgen. Papá se alarmó.
reclamando por un matiz del                                 Se sentía derrotado.
sabor en un helado de diez                                   —No, pruebe éste... —dijo. Pero
centavos. Esa apertura de la                                lo dijo sin verdadera convicción.
situación       significaba     nuevas                      No tenía la razón de su parte. Y
reglas. Reglas de racionalidad,                             a la vez la tenía. Dentro de todo,
que     habían     estado     faltando.                     le convenía reservarse esa carta.
Toda relación, incluida (y sobre                            Si el helado del tambor se
todo) la mía con papá, tenía sus                            revelaba correcto, le quedaba el
reglas. Pero además estaban las                             recurso del vasito.
reglas de juego generales del                                 El heladero alzó la tapa, tomó
mundo. El heladero lo percibió                              una        cucharita    limpia,       raspó
con fluidez, y fue lo último que                            superficialmente y se la llevó a
percibió. Sin alterar su gesto de                           la boca como un conocedor. El
triunfo, dijo:                                              gesto de asco fue instantáneo y
     —A ver qué pasa con esa                                automático.        Escupió        a     un
frutilla.                                                   costado.
     Se dirigía más a los recién                              —Tiene razón. Está feo. No lo
llegados que a papá. Era su                                 había probado.
definitiva       demostración          de                    Lo decía como si tal cosa. Como
dominio. Mi padre seguía con el                             lo más natural del mundo. No
patético        vasito   de     helado                      pensaba         pedir    perdón.        En
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realidad,     no     cuadraba.      Fue                    otro lado del mostrador y dirigía
demasiado para papá. El odio, el                           todas sus trompadas a la cabeza
instinto     destructor,     se     hizo                   de su rival. El heladero era
presente con la contundencia de                            gordo, torpe, y no atinaba a
un mazazo.                                                 devolver      los   golpes,    sólo   a
 —¿Y así me lo dice? ¿Después                              cubrirse, y eso apenas. Papá
de...?                                                     gritaba como un energúmeno.
 —¡No se altere! ¡Yo qué culpa                             Estaba fuera de sí. Un cross que
tengo!                                                     acertó por casualidad en plena
 A esta altura, lo único que les                           oreja      hizo girar   al    heladero
quedaba, a los dos, para poder                             noventa grados. Quedó dándole
seguir adelante, era la violencia                          la espalda, y papá lo tomó con
más         desencadenada.           No                    las dos manos por la nuca, se le
retrocedieron. Papá se lanzó por                           pegó con todo el cuerpo (parecía
sobre        el      mostrador          a                  como si lo estuviera violando) y
abofetearlo. El heladero se hizo                           le metió la cabeza en el tambor
fuerte      detrás    de     la     caja                   de frutilla, que había quedado
registradora.      Los     dos    chicos                   abierta.
salieron corriendo, pasaron a mi                            —¡Te lo vas a comer! ¡Te lo vas
lado (yo estaba clavada en el                              a comer!
umbral, fascinada, hilvanando de                             —¡Nooo! ¡Saquenmeló... ggh...
modo enfermizo las distintas                               de encima...!
lógicas que se sucedían en la                               —¡Te lo vas a...!
controversia) y miraron desde                               —¡Gggh...!!
afuera. Papá había saltado al                               —¡Te lo vas a comer!
Aira, César - Cómo me hice monja                       17

Con fuerza hercúlea le hundía la                          irregular en la tráquea torcida...
cara en el helado y apretaba y                            Nada más...
apretaba. Los movimientos de la                              Yo había sido víctima de los
víctima se hacían espasmódicos,                           temibles ciánidos alimenticios...
y más espaciados... hasta que                             la gran marea de intoxicaciones
cesaron por completo.                                     letales que aquel año barría la
                                                          Argentina y países vecinos... El
3                                                         aire estaba cargado de miedo,
                                                          porque atacaban cuando menos
    Nunca supe cómo salí de la                            se los esperaba, el mal podía
heladería, cómo me sacaron...                             venir en cualquier alimento, aun
qué       pasó...       Perdí         el                  los más naturales... la papa, el
conocimiento, mi cuerpo empezó                            zapallo, la carne, el arroz, la
a disolverse... literalmente... Mis                       naranja... A mí me tocó el
órganos se hicieron viscosos...                           helado. Pero hasta la comida
pingajos colgados de necrosis                             hecha en casa, amorosamente...
pétreas... verdes... azules... La                         podía ser veneno... Los niños
única vida que producían era el                           eran los más afectados... no
ardor frío de la infección... de la                       resistían... Las amas de casa se
descomposición... hinchazones...                          desesperaban.      ¡La     madre
manojos     de      ganglios...     Un                    mataba a su bebé con la papilla!
corazón del tamaño de una                                 Era una lotería... Tantas teorías
lenteja latiendo aterido en medio                         contradictorias... Tantos habían
de los despojos... un silbido                             muerto... Los cementerios se
                                                          llenaban de pequeñas lápidas
18                                       Aira, César - Cómo me hice monja


con inscripciones cariñosas... El                                en un delirio constante, me
ángel voló a los brazos del                                      sobraba tiempo para elaborar las
Señor...    firmado:       sus       padres                      historias         más            barrocas...
inconsolables.       Yo        la    saqué                       Supongo que tendría altos y
barata. Sobreviví. Pude contar el                                bajos, pero se sucedían en una
cuento... pero a un precio de                                    intensidad única de invención...
todos modos muy alto... Por                                      Las historias se fundían en una
algo dicen: lo barato sale caro.                                 sola, que era el revés de una
La enfermedad se hizo doble en                                   historia... porque no tenía más
mí.        Debería             habérmelo                         historia que mi angustia, y las
esperado...       en           el        caso                    fantasmagorías no se posaban,
inconcebible      de      que       hubiera                      no se organizaban... No me
podido esperar algo. El mal se                                   permitían             siquiera       entrar,
manifestó en una especie de                                      perderme en ellas...
equivalencia cruel. Mientras mi                                     Uno de los avatares de la
cuerpo     se     retorcía          en     las                   historia era la inundación. Yo
torturas    del   dolor,        mi       alma                    estaba en mi casa... En la casa
estaba en otra parte, donde por                                  de         Pringles     que       habíamos
motivos     distintos          sufría        lo                  dejado al mudarnos a Rosario...
mismo. Mi alma... la fiebre... En                                que ya no era nuestra y donde
aquel entonces no se usaba                                       no volveríamos a vivir. El agua
bajar       la         fiebre             con                    subía, y yo en la cama mirando
medicamentos...           La        dejaban                      el techo paralizada... ni siquiera
cumplir            su                    ciclo,                  podía volver la cabeza para ver
interminablemente... Yo estaba                                   el agua... pero en el techo se
Aira, César - Cómo me hice monja                                   19

reflejaban          los             bucles                    una hija que matara a sus
blanquecinos de la creciente...                               padres... nunca...
Era una ficción salida de la nada,                              Otro (pero eran distintas caras
porque nunca habíamos estado                                  de         la    misma      pesadilla):    un
cerca de una inundación...                                    animal nadando dentro de la
Otro: yo convidaba a mi familia                               casa inundada, una nutria... Nos
con bombones envenenados...                                   mordía los pies si intentábamos
Cobertura     de    chocolate,            una                 caminar en el agua que subía...
capa     finísima     de        vidrio,     y                 Si mi mano resbalaba de la
adentro arsénico alcohólico... No                             sábana me comería los dedos
tenía antídoto... Lo irreparable...                           uno por uno...
Papá     aceptaba          uno,     mamá                       Otro más: yo seguía paralizada,
también...     Yo      quería       volver                    la     cabeza         apoyada        en   una
atrás, me arrepentía, pero ya                                 almohada alta, y mi mamá abría
era tarde... Iban a morirse... la                             el armario con puertas de vidrio
policía no tendría problemas en                               verde que había frente a la
averiguar      la      causa...           me                  cama, donde yo guardaba mis
interrogarían...           Yo      decidía                    libros... En realidad no tenía
confesar todo, llorar a mares,                                libros, era demasiado chica, no
dejar que me arrastraran las                                  sabía           leer...    El   pánico    me
aguas...     Pero     ni    siquiera       la                 cortaba la respiración... ¿Qué
muerte        podía         consolarme                        había ido a buscar en el armario
porque ¿cómo iba a vivir yo sin                               mi         mamá?          ¿Acaso     sabía...?
mi papá y mi mamá? Y lo peor                                  Aprovechaba                mi      impotencia
era que nunca se había visto                                  para... En cualquier momento lo
20                                     Aira, César - Cómo me hice monja


encontraría... mi secreto... ¡Alto,                            estaría actuando... si es que
mamá!     ¡No      lo        hagas!     ¡Te                    había comido el bombón, ¡y
causará dolor, el dolor más                                    ojalá lo hubiera comido!
grande de tu vida! Su dolor sería                                Ojalá... dentro de todo... Pero
tan grande como mi vergüenza,                                  no. No era cuestión de que
mi espanto...                                                  pasara esto o aquello... Era una
 No necesito decir que yo no                                   combinatoria, o mejor dicho un
tenía ningún secreto... Nunca                                  orden...        Los         hechos         se
tuve secretos, y a la vez todo                                 ordenaban de otro modo... Se
era   secreto,          pero     secreto                       repetían...       O        mejor     dicho,
involuntario... El delirio daba el                             derivaban...          En     los    peores
modelo, y algo más que el                                      momentos me preguntaba a mí
modelo... Mamá hurgaba en el                                   misma: ¿estoy loca?
armario...    en    medio         de       la                   Por encima de estas historias se
inundación... ¡en lugar de tomar                               suspendía              otra,              más
medidas más prácticas, como                                    convencional en cierto modo, al
tomarme en brazos y ponerme a                                  mismo tiempo más fantástica.
salvo, a campo traviesa, por las                               Funcionaba aparte de la serie,
llanuras inundadas! La odiaba                                  como       un     "fondo",         todo    el
por eso... Ella seguía buscando,                               tiempo. Era una especie de
alucinada, aunque la nutria, de                                cuento detenido... un episodio
pronto mi cómplice, le roía los                                de terror, muy preciso y con
tobillos sumergidos... y yo sabía                              detalles        escalofriantes...          La
además       que        le     quedaban                        angustia        que    me      provocaba
minutos de vida, el veneno ya                                  hacía parecer en comparación
Aira, César - Cómo me hice monja                                      21

un entretenimiento de fin de                         papás:          yo.     El    realismo       era
semana el delirio cuadripartito...                   minucioso,             hermético...         Pero
Salvo que no era un detalle, un                      cuando digo que estaba sola,
relámpago      en     el     cielo                   que la casa estaba cerrada, que
tormentoso... Era todo lo que                        era        de         noche...         no   son
me pasaba... todo lo que me                          circunstancias, no son elementos
pasaría en una eternidad que no                      sueltos con los que armar una
había empezado ni terminaría                         serie... La serie era exterior (la
nunca... Yo estaba dibujada en                       inundación,             la        nutria,    los
un librito de cuento de hadas,                       bombones, el secreto) y agotaba
me había hecho mito... y lo veía                     todas las reservas delirantes de
desde adentro...                                     mi fiebre... Aquí ya no quedaba
Desde adentro... Yo estaba sola                      sino       el    bloque           de    realidad
en casa. Papá y mamá habían                          inmanejable,                 el        verosímil
tenido que ir a un velorio y me                      rabioso...
habían dejado encerrada... en                              Me        habían            recomendado
aquella vieja casita de Pringles                     severamente que no le abriera a
en la que ya no vivíamos... sola                     nadie,                 bajo             ninguna
con mis cuatro historietas dando                     circunstancia. ¡Como si fuera
vueltas en la cabeza... mi corona                    necesario! De eso dependía mi
de espinas... Las dos puertas                        vida y algo más. Nunca me
estaban con llave, bajadas las                       habían dejado sola antes (en la
persianas de madera de las                           realidad nunca lo hicieron) pero
ventanas... una caja fuerte para                     esto era fuerza mayor... La
el tesoro de vida que tenían mis                     primera vez siempre asusta, por
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lo que pueda pasar... Yo estaba                            tan importante que tuvieran que
segura de mí, la consigna era                              abandonarme?
simple... No abrir. Podía hacerlo.                           Lo peor es que... eran ellos...
Era fácil. Podían confiar en mí.                           ¡Eran papá y mamá, los que
Además, ¿quién iba a venir, a la                           llamaban a la puerta! Los dos
medianoche...? Mi vida dependía                            monstruos habían adoptado la
de eso, mi integridad... ¿Quién,                           forma de mi mamá y mi papá...
quién, quién podía venir?                                  No sé cómo los veía, supongo
 ¡Pero estaban llamando a la                               que        por   el    agujero      de    la
puerta de calle! ¡La estaban                               cerradura,            que       alcanzaba
golpeando, como si quisieran                               poniéndome en puntas de pie...
echarla abajo! No era sólo que                             Me erizaba de pies a cabeza, me
llamaran: querían entrar... ¿Para                          congelaba...          al      verlos     tan
qué iban a quererlo sino para                              idénticos... les habían robado las
asesinarme? ¡Y yo estaba sola...!                          caras, la ropa, el pelo... a papá
Debían de saberlo... lo sabían                             muy poco porque era calvo, pero
perfectamente, por eso venían...                           los rulos rojos de mi mamá...
Eran    ladrones,         venían        a                  Eran        símiles        perfectos,    sin
desvalijar la casa, en la hipótesis                        errores... ¡El trabajo que se
más benévola... Estaba en mis                              habían tomado! Esos seres que
manos     impedirlo,      pero      mis                    no tenían forma, o no me la
manos     eran      tan     débiles...                     revelaban... esos simulacros...
Temblaba como una hoja, atrás                              sus pésimas intenciones... El
de la puerta... ¿Por qué me                                espanto me helaba la sangre, no
habían dejado sola? ¿Qué era                               podía pensar...
Aira, César - Cómo me hice monja                         23

 Sacudían la puerta con frenesí,                               escuchada, por una vez... Volvía
no sé cómo no se venía abajo...                                a la puerta de calle...
Gritaban mi nombre, hacía horas                                     Y aunque quisiera abrirles,
que lo estaban gritando... con                                 ¿cómo            hacerlo?    Estaba
las voces de papá y mamá...                                    encerrada, no tenía la llave... ¿O
¡Las voces también! Un poco                                    sí la tenía?
alteradas,      un       poco      roncas...                     Eso era secundario. ¿Quería o
Habían tomado cognac en el                                     no quería abrirles? Por supuesto
velorio,        y        no        estaban                     que no. No me engañaban... ¿O
acostumbrados...              se    ponían                     sí         me   engañaban?   ¿Cómo
como locos... Habían perdido la                                saberlo?        Eran    exactamente
llave, o se la habían olvidado...                              como mis padres, más reales
cualquier cosa... la mentira era                               que la realidad... No sacaba el
tan        transparente...              ¡Me                    ojo del agujero de la cerradura,
insultaban! ¡Me decían cosas                                   bebía esa escena irreal... Pero
feas! Y yo lloraba de horror,                                  dentro de lo irreal eran ellos,
muda, paralizada...                                            ellos mismos, mis padres... No
 Papá saltaba el muro del patio,                               sólo en la máscara sino en los
iba a la puerta de la cocina,                                  gestos, en los tics, en el estilo,
empezaba            a     golpearla,        a                  en sus historias... Ése era mi
patearla... Yo cruzaba la casa                                 modo de ver a mis padres, sobre
oscura, como una sonámbula,                                    todo a papá... con mamá era
me paraba frente a la otra                                     otra cosa... a él lo veía no en la
puerta, le rogaba a Dios que                                   persona exterior como podía
resistiera...       Mi    plegaria       era                   verlo cualquiera... veía su modo
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de       ser,     su    pasado,      sus                    respetaban... Y sin embargo... a
reacciones, su razonamiento... a                            veces se ponían nerviosos... yo
mamá también, ahora que lo                                  era una niña difícil... una niña
pienso... Y no porque yo fuera                              problema en algún sentido... Los
especialmente          perspicaz    sino                    atacantes se aprovechaban de
porque ellos, por ser mis padres,                           eso... toda la maldad del mundo
no tenían forma, o no me la                                 era una arcilla con la que habían
revelaban...       se     negaban        a                  hecho         esos       dos       muñecos
hacerlo... fue la tragedia de mi                            atroces...
infancia y de toda mi vida... Mi                              ¿Qué sería de mí? ¿Caería en
mirada no podía detenerse en la                             sus        manos?     ¿Entrarían?        ¿Me
visión, se precipitaba más allá, a                          daría un ataque de imprudencia
un abismo, y yo atrás...                                    y les abriría yo misma, sin
 Los golpes eran atronadores, la                            pensar,            llevada       por      un
casita se estremecía en sus                                 optimismo            imbécil...?         ¿Les
cimientos...            los        gritos                   creería?
arreciaban... me decían todas las                            ¿Cómo saberlo? Eso era lo peor:
verdades que se me podían                                   que no hubiera desenlace... O
decir... ya sin palabras... no                              mejor dicho: que lo hubiera.
importaba porque yo entendía                                Porque        si      sólo     faltara     el
igual... ¿Pero no ves que somos                             desenlace,            habría           podido
nosotros? ¿No ves que somos                                 quedarme            de       algún     modo
nosotros, idiota? ¡Idiota!                                  tranquila,                   esperándolo...
 ¡No! Mis papas no me tratarían                             procrastinar,            dejarlo         para
así...    ellos   me     querían,     me                    después... ¡Pero éste era el
Aira, César - Cómo me hice monja                                25

desenlace! Era y no era... Casi                             Cuando recuperé el sentido, me
habría podido decir que no era                             hallaba en la sala de pediatría
nada. Porque no veía nada, el                              del Hospital Central de Rosario.
delirio no era lo bastante fuerte,                           Abrí los ojos a una experiencia
o lo era demasiado... No veía la                           nueva para mí. El mundo de las
casa donde estaba encerrada,                               madres. Papá no fue a visitarme
no    veía   a    los     maniquíes                        una sola vez. Pero ni un solo día
horrendos que la sitiaban... las                           dejé       de   esperarlo,    con      una
almas de mamá y papá... No era                             mezcla de anhelo y aprensión
una alucinación... ¡Qué descanso                           que        conservaba        algo      del
si lo hubiera sido...! Era una                             encadenamiento de los delirios.
fuerza... una onda invisible...                            Mamá sí estaba presente, y ella
 Duró un mes. Increíblemente,                              traía el aroma del espanto, como
sobreviví.   Podría      decir:      me                    una        sombra    de      papá.     Era
desperté. Salí del delirio, como                           inevitable,      porque      yo      había
se   sale    de     la   cárcel.       El                  entrado para siempre en el
sentimiento lógico habría sido el                          sistema de la acumulación, en el
alivio, pero no fue mi caso. Algo                          que nada, nunca, queda atrás.
se había roto en mí, una válvula,                          No le pregunté por él. Mamá no
un   pequeño        dispositivo       de                   era la misma. La veía distraída,
seguridad que me permitiera                                inquieta,       angustiada.       No    se
cambiar de nivel.                                          quedaba mucho, decía que tenía
                                                           que hacer, y yo entendía. En las
4                                                          otras camas había una madre o
                                                           una tía o una abuela turnándose
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las venticuatro horas. Yo estaba                    siquiera las pupilas. Pasaba días
sola, abandonada en un orbe                         enteros, semanas enteras, en
materno.                                            ese estado; me sentía recaer en
 Había unos cuarenta chicos                         él sin haber salido, o sin haber
internados conmigo, por las más                     tenido conciencia de salir... Y la
diversas causas, desde fracturas                    caída era muy profunda...
a leucemia. Nunca los conté, ni                       Todos los días, a la peor hora,
hice amistad con ninguno; ni                        al comienzo de la peor hora, me
siquiera le dirigí la palabra a                     visitaba el médico. Debía de
nadie.                                              estar interesado en mi caso:
     Tardaron una eternidad en                      eran pocos los que sobrevivían a
darme de alta, así que toda la                      los ciánidos. Alguna vez le oí
población se renovó durante mi                      pronunciar la palabra "milagro".
estada, algunas camas hasta                         Si         había    milagro,   era   por
diez veces o más. Había de todo,                    completo involuntario. Yo no
desde chicos que parecían gozar                     colaboraba con la ciencia. Por
de excelente salud y hacían una                     una manía, un capricho, una
bulla fenomenal, hasta otros                        locura, que ni yo misma he
decaídos, inmóviles, dormidos...                    podido explicarme, saboteaba el
Yo era de estos últimos. La                         trabajo del médico, lo engañaba.
debilidad me tenía paralizada, en                   Me hacía la estúpida... Debo de
un sopor permanente. Durante                        haber pensado que la ocasión
largas horas, a partir de la                        era tan propicia que habría sido
media tarde, entraba en una                         una          pena      desaprovecharla.
especie de letargia. No movía                       Podía ser todo lo estúpida que
Aira, César - Cómo me hice monja                                27

quisiera, impunemente. Pero no                                sinuoso el procedimiento, lo que
era     tan      simple     como           la                 no era tan fácil si uno debe
resistencia      pasiva.       La     mera                    responder por la negativa o la
negativa          era       demasiado                         afirmativa, sin medias tintas. A
aleatoria, porque a veces la                                  lo         que   debe     sumarse      otra
nada puede ser la respuesta                                   autoimposición:            la     de    no
acertada, y yo jamás habría                                   intercalar         verdades       en    las
dejado mi suerte en manos del                                 mentiras. Esto último por miedo
azar. De modo que pudiendo                                    a no llevar bien la cuenta, y que
dejar      sus        preguntas           sin                 el azar interviniera. No sé por
respuesta, me tomaba el trabajo                               qué         lo   hacía,   pero    me    las
de responderlas. Mentía. Decía                                arreglé.          Algunas        de    mis
lo contrario de la verdad, o de lo                            maniobras (no sé para qué las
que me parecía más verdadero.                                 cuento, como no sea para darle
Pero tampoco era tan simple                                   ideas a un enfermo): me hacía
como decir lo contrario... Él                                 la sorda a una pregunta, y
aprendió pronto a formular sus                                cuando            él      formulaba      la
preguntas        de     modo        que    la                 siguiente, yo respondía a la
respuesta fuera "sí" o "no", nada                             anterior, con la mentira por
más.    No    habría       tardado        en                  supuesto;          respondía,     siempre
aprender a traducir al opuesto,                               falaz, a un elemento de la
si yo mentía siempre. Y yo me                                 pregunta, por ejemplo a un
había auto-impuesto el deber de                               adjetivo o a un tiempo verbal,
mentir siempre; de modo que                                   no a la pregunta en sí: me
para protegerme debía hacer                                   preguntaba "¿era aquí dónde te
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dolía?" y yo contestaba "no"                                 Del mundo. Yo lo miraba
arreglándomelas,        con         un                   poniendo una cara especial que
movimiento de las cejas, para                            había inventado, que significaba
darle a entender que no era ahí                          ¿qué? ¿qué? ¿de qué me está
donde me dolía antes, pero me                            hablando? ¿por qué me hace
estaba     doliendo     ahora;       él                  preguntas difíciles? ¿no ve el
captaba esos matices, no se                              estado en que estoy? ¿por qué
perdía uno, se desesperaba, se                           me habla en chino y no en
corregía: "¿es ahí donde te                              castellano? Él bajaba la vista,
duele?";   pero    yo    ya   había                      pero lo tomaba lo mejor que
pasado a otro sistema de mentir,                         podía. Se sentaba en el borde de
a otra táctica... Debo decir en mi                       la cama y empezaba a palparme.
descargo que lo improvisaba                              Hundía un dedo aquí y allá, en el
todo. Aunque tenía verdaderos                            hígado, en el páncreas, en la
eones para pensar, nunca los                             vesícula...
usaba para eso.                                           —¿Duele aquí?
 —¿Cómo anda hoy don César?                               —Sí.
Qué bien se lo ve don César. ¿Ya                          —¿Duele aquí?
quiere ponerse a jugar al fóbal                           —No.
don César? A ver cómo andamos                             —¿Aquí?
don César...                                              —¿Sí?
 Su alegría era contagiosa. Era                              Empezaba    todo   de   nuevo,
un hombre joven, pequeño, de                             desorientado.     Buscaba      los
bigotito. Parecía venir de muy                           lugares donde fuera imposible
lejos.                                                   que no me doliera. Pero no los
Aira, César - Cómo me hice monja                              29

encontraba, no encontraba lo                           verdad.     Es    que    las    arcadas
imposible, de lo que yo era                            tenían     para    mí    un     carácter
dueña y señora. Yo tenía las                           sagrado, eran algo con lo que no
llaves del dolor...                                    se jugaba. El recuerdo de papá
—¿Duele un poquito aquí?                               en la heladería las hacía más
 Le daba a entender que el                             reales que la realidad, las volvía
interrogatorio me había fatigado.                      el elemento que lo hacía real
Me largaba a llorar, y él trataba                      todo, contra el que nada se
de consolarme.                                         resistía. Ahí ha estado desde
 Me ponía el estetoscopio. Yo                          entonces, para mí, la esencia de
creía poder acelerar el corazón a                      lo sagrado; mi vocación surgió
voluntad, y quizás lo hacía. Acto                      de esa fuente.
seguido         empezaba            a                    Cuando el doctor se iba, me
manipularme            con       mil                   dejaba hecha una piltrafa. Lo oía
precauciones.     Se    le   ocurría                   hablar y reírse en las camas
auscultarme por la espalda, para                       vecinas, oía las voces de los
lo cual debía sentarme, y le                           enfermitos respondiendo a sus
resultaba tan difícil como dejar                       preguntas... Todo me llegaba a
parado un palo de escoba. Si lo                        través de una niebla espesa. Me
conseguía al fin, yo me ponía a                        sentía caer en un abismo... Mi
bambolear la cabeza con frenesí                        mala voluntad no era deliberada.
y a hacer arcadas. En ese punto                        Era sólo mala voluntad, de la
la ficción se confundía con la                         más primitiva, algo que se había
realidad, mi simulacro se hacía                        apoderado         de    mí     como   la
real, teñía todas mis mentiras de                      evolución se apodera de una
30                             Aira, César - Cómo me hice monja


especie. Me había hecho su                             de qué podía tratarse... No sabía
presa durante la enfermedad, o                         que habíamos salido en los
quizás un poco antes, un paso                          diarios. Él decía una vez más
antes, porque yo no era así                            "shock", y lo repetía una y otra y
normalmente. Al contrarío, si                          otra vez...
algo me caracterizaba era mi                             Pero el médico, y mamá, eran
espíritu de colaboración. Ese                          apenas una breve diversión en
hombre, el médico, era una                             mi jornada. El día se extendía
especie de hipnotizador que me                         con         impávida       majestad,       se
transformaba. Lo peor era que                          desenrollaba de la mañana a la
me    transformaba       dejándome                     noche. No se me hacía largo,
intacta la conciencia de mi mala                       pero me infundía una especie de
voluntad.                                              respeto.          Cada        instante    era
 Mamá no se perdía pasada del                          distinto y nuevo y no se repetía.
doctor...      Se   apartaba    por                    Era        la   definición misma          del
discreción,    se   acercaba   para                    tiempo, y se efectuaba sin cesar,
ayudar en cuanto yo me hacía                           con todos... Hacía parecer tan
inmanejable...       Tenía      una                    pequeñas                mis       pequeñas
verdadera ansiedad por sacarle                         estrategias malévolas, que me
datos. Él hablaba de un shock...                       atontaba de vergüenza...
No debía de ser un verdadero                              El día se encarnaba en Ana
intelectual,    porque    mostraba                     Módena           de      Colon-Michet,     la
mucho interés en lo que le                             enfermera.              Había    una     sola
contaba mamá. Se alejaban,                             enfermera en la guardia diurna
cuchicheaban, yo no tenía idea                         de         la   sala;    una     sola    para
Aira, César - Cómo me hice monja                              31

cuarenta pequeños pacientes...                              su contra, y más de una vez
Puede parecer muy poco, y                                   hicieron participar a mamá, que
seguramente      era        poco.       El                  débil de carácter como era, no
Hospital Central de Rosario era                             sabía negarse ni siquiera cuando
una      institución          bastante                      advertía que no le convenía. Las
precaria. Pero nadie se quejaba.                            quejas se dirigían contra su
Quien más quien menos, todos                                brusquedad, su impaciencia, su
esperaban salir de él con vida, y                           grosería, su ignorancia rayana
todos con la irracional ilusión de                          en la locura. Las madres se
no volver. Hasta los niños, sin                             hacían una imagen (basada en
saberlo, se ilusionaban.                                    su         semana     promedio       de
 Pero los días se estacionaban                              experiencia hospitalaria) de la
en la gran sala blanca y donde                              enfermera ideal para el pabellón
se volviera la vista, allí estaba la                        de niños, el hada de delicadeza
enfermera. Ana Módena era un                                y comprensión que debía ser,
jeroglífico viviente. No se iba                             que sería cada una de ellas... No
nunca del hospital, no tenía                                les resultaba difícil imaginárselo;
ilusiones. Era un fantasma.                                 sin saberlo se referían a la
 Las madres siempre estaban                                 delicadeza y comprensión que
quejándose       de         ella,       la                  habría que tener con ellas, y
combatían, pero debían de saber                             nadie       sabe    mejor    que    uno
que era inútil. Las madres se                               mismo cómo ser delicado y
renovaban     todo     el      tiempo,                      comprensivo         con     su    propia
mientras ella permanecía. Se                                persona. No se las podía culpar,
forjaban y disolvían alianzas en                            eran          mujeres            pobres,
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ignorantes, amas de casa en                                Siempre          estaba            apurada,
desgracia. En nueve casos de                               atareadísima, como tenía que
cada diez sus hijos se habían                              estarlo necesariamente la única
enfermado por culpa de ellas...                            enfermera        en        una     sala   de
No se les podía impedir soñar...                           cuarenta     camas.             Pero    nunca
creían     saber,       y         sabían                   estaba disponible para nadie.
realmente, cómo debía ser la                               Estaba ocupada con los otros, y
buena enfermera. Su error era ir                           los otros nunca eran uno... Me
un paso más allá y pensar que                              acostumbré             a        verla     del
esas cualidades podían reunirse                            amanecer         al     crepúsculo,       de
en   una    mujer...        Que     Ana                    reojo      desde           mi     horizontal,
Módena, la enfermera-Perón de                              pasando      a        gran       velocidad...
la Sala de Pediatría, coincidiera                          Nunca se detenía... Es que no se
con el opuesto de esa imagen,                              ocupaba sólo de los niños en sus
las ponía en un estupor del que                            camas, sino de los que partían al
no percibían más salida que                                quirófano, a los rayos... y lo
hacer      un        petitorio,         o                  hacía      tan        mal,       según    los
implementar una política... para                           susurros de las madres, que casi
que la echaran... Eran esos                                todo fracasaba por culpa de
sueños los que la hacían un                                ella... Se le morían los chicos,
fantasma. Yo, que no entendía                              decían... Se le mueren... se le
nada, entendía bien esto porque                            mueren en las manos... Se le
era una soñadora... Y también                              morían en las manos, decía la
porque Ana Módena era un                                   leyenda que a mí me rodeaba
fantasma    en      otros    sentidos.                     como un vendaje de filacterias
Aira, César - Cómo me hice monja                               33

parlantes...    Dejaban       de     vivir                   afectado       por     una      gravedad
cuando pasaban a ser los otros                               diferente... me fragmentaba en
imposibles de su ocupación, de                               caídas, en desequilibrios... Con
su     velocidad...       Pero        esa                    ella no valían mis simulaciones...
repetición maldita no impedía                                me ponía en otra dimensión…
que las madres la cortejaran, la                             eran partes súbitamente lejanas
mimaran, le dejaran propinas, le                             de mi cuerpo las que tomaban la
trajeran    pastelitos...     con       un                   iniciativa    de      simular    por   su
servilismo increíble, chocante...                            cuenta... algo, no sabía qué...
Después de todo, sus hijos, el                               Sus manos, en las que se moría,
mayor tesoro que tenían, estaba                              amasaban              una         verdad
en sus manos.                                                absoluta...
     Era    una       mujer        gorda,                       Me mantenían en vida con
corpulenta. Cuando caía sobre                                suero. Ana Módena me renovaba
mí, era un elefante chapoteando                              los        frascos,      siempre       a
en un charco... yo era el agua...                            destiempo, y me pinchaba el
Su    torpeza     tenía       algo      de                   brazo... Clavaba la aguja en
sublime... Sufría de un mal                                  cualquier parte. Me empezaba a
extraño: para ella la izquierda                              chorrear la nariz. Todo lo que
era la derecha, y viceversa.                                 entraba por el brazo salía por la
Abajo era arriba, adelante era                               nariz, en un goteo constante.
atrás... La extensión tan pobre                              Era un caso rarísimo. A ella le
de mi cuerpo se descuartizaba                                parecía normal... En todo caso
en sus manos... piernas, brazos,                             no era una prioridad para ella.
cabeza...      cada    extremo         era                   Temprano a la mañana, antes
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de que llegara la primera madre,                          ocupadas como las vacías... La
Ana Módena traía a la enana, y                            religión entraba al mundo de la
le hacía ejecutar sus ensalmos                            enfermedad, clandestinamente.
frente a cada cama, inclusive las                         Por otra parte, era un secreto a
vacías. La enana era una autista                          voces, y la primera salvedad que
iluminada. La traía tomándola                             oponían las madres con ínfulas
por los hombros como a un                                 de         decencia       científica    a    los
triciclo, la enana no parecía ver                         desvaríos de esa bestia... pero
nada, era un mueble... Era de                             bastaba         una         reticencia       del
esos      enanos        de     cabeza                     doctor, una recaída, un vómito,
desmesurada... La ponía frente a                          y ahí eran los Tráigame a la
una cama, a un niño dormido o                             enanita, se lo ruego, señora,
demudado... se hacía un gran                              que me salve a mi ángel...
silencio en la sala... le daba un                         Hipócritas. Y ella, austera: La
golpecito entre los omóplatos y                           Virgen salva, no la enana...
la enana bisbiseaba un ave                                Tráigame a la enanita, o me
maría con raros movimientos de                            muero...
los bracitos...                                                La      Madre         Corita      era    la
 —¡La Madre Corita los salvará,                           verdadera                consistencia        del
no los médicos! —tronaba Ana                              Hospital;           la     enfermera         era
Módena.                                                   apenas         su        representante.      La
El pasaje de la enana era como                            enana impedía que el Hospital
un cometa... Todo se hacía                                estallara en mil pedazos... y mi
automático...     Era    la    cura    a                  cuerpo hiciera lo mismo... la
ciegas:    bendecía      las    camas                     cabeza al norte, las piernas al
Aira, César - Cómo me hice monja                             35

sur, un brazo, un dedo... La fe                              Necesitaba una confirmación.
en la enana era la coherencia...                          Quise      arrancársela       a     Ana
por ella corría el líquido de la                          Módena... Quise ir al fondo. Y
vida, por el tubo, del brazo a la                         así fue que una mañana, cuando
nariz... Pero había que creer.                            la tuve a tiro...
Había que simular no creer, y en                           —Soñé con una enana.
realidad creer.                                            —¿Qué?
 Entonces se me ocurrió que                                —Que soñé con una enana.
yo... podía llegar a un punto, en                          —¿Qué? ¿Cuál?
mis   desmembramientos...            en                    La había desconcertado.
que no creyera en la enana. ¡Yo!                             —Soñé con una enana que
¡Justo yo, que creía en todo! ¡Y                          tenía una espina clavada en el
que dependía de que la creencia                           corazón.
se sostuviera como un todo! ¡Yo                            —¡¿Pero cuál enana?!
la hipnotizada!                                             —Una enana... una enanana...
  ¿Y si    la     enana   fuera      un                   nuena naana...
simulacro? ¿Si yo no podía creer                                "Cuál"       estaba   fuera    de
en ella? ¿Acaso no era lo mismo                           cuestión... Mi maniobra consistía
que me pasaba a mí? ¿No era yo                            en darle a entender que yo tenía
una imposibilidad objetiva de                             algo "difícil" que expresar. Debía
creer? ¿Qué le impedía a la                               recurrir a lo indirecto, a la
enana ser como yo? O, mucho                               alegoría, a la ficción lisa y llana.
peor, ¿por qué no iba a ser yo                            Y ella se veía arrastrada a lo
una   especie de enana,            una                    mismo,         a      investigar    esa
emanación de la enana...?                                 sutileza... que se le escapaba...
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Y entonces empecé a mentir con                             acumulación de significados de
la verdad (y viceversa) no sé                              los        mohines    y    miradas   y
cómo... A mí también se me                                 entonaciones              se     hacía
escapaba... Mis estrategias se                             excesiva... parecía acercarse a
me morían en las manos... pero                             un límite, a un umbral... se
resucitaban agigantadas... En la                           acercaba más y más...
desesperación         de     hacerse                          Y en ese momento algo se
entender en una materia indócil                            quebró. Creí que se quebraba no
por un niñita completamente                                exactamente en mí, sino entre
entontecida por la miseria física,                         las dos. Pero no; fue en mí nada
Ana Módena empezó a ayudarse                               más. De ese instante data una
con gestos... el gesto tomaba la                           curiosa falla perceptiva mía: no
delantera...    Era    una     mujer                       puedo entender la mímica, soy
precipitada, sin método: cayó en                           sorda (o ciega, no sé cómo
la trampa de la intuición que                              habría que decirlo) al idioma de
vuela a oscuras y da en el                                 los gestos.          Me ha sucedido
blanco     antes      de     que       el                  después presenciar actuaciones
entendimiento pueda empezar a                              de mimos... y mientras los niños
hacer lo suyo... Y el apuro, la                            de cuatro años a mi alrededor
torpeza, hicieron que todos los                            entienden perfectamente lo que
gestos    se   precipitaran        unos                    se está representando            y se
sobre otros... por su parte. Por                           desternillan de risa, yo no veo
la mía, el desmembramiento me                              más que unos movimientos sin
hacía    gesticular   en     espejo...                     objeto,         una       gesticulación
pero     era    un     vértigo,        la                  abstracta... Qué curioso, ahora
Aira, César - Cómo me hice monja                            37

que lo pienso, ningún mimo, ni                          ingresar, por qué se tomó el
los mejores, ni el mismo Marcel                         trabajo de conseguir que me
Marceau (a él lo entiendo menos                         tomaran, lo que no debe de
que     a   cualquier   otro)      ha                   haber sido fácil. Seguramente
intentado nunca representar a                           rogó,      suplicó,   se    puso   de
un enano... Por qué será. El                            rodillas. Eso era muy de ella; era
enano       debe   de    ser        lo                  su idea de la maternidad. Habrá
irrepresentable para los gestos.                        pensado que no sabría qué
                                                        hacer conmigo un año entero en
5                                                       casa. Pero el trabajo de llevarme
                                                        a la escuela, irme a buscar, lavar
 Por causa de mi enfermedad,                            y planchar los guardapolvos,
empecé la escuela tres meses                            comprarme los útiles, conseguir
tarde, en junio. Todavía no me                          que le prestaran un libro de
explico cómo me aceptaron a                             lectura usado, a la larga habrá
esa altura del año, cómo me                             hecho parecer poca cosa el alivio
pusieron entre los alumnos que                          de tenerme ubicada durante las
habían empezado en término.                             horas      de    la   siesta.   Habrá
Sobre todo tratándose de primer                         pensado que lo hacía por mi
grado, del comienzo absoluto de                         bien. No se le ocurrió que estar
la escolaridad (en mi época no                          tres meses atrasada, los tres
existía el jardín de infantes),                         primeros        meses,     en   primer
momento tan crucial y delicado.                         grado, era excesivo hasta para
Menos todavía me explico por                            mí. En fin. Hay que perdonar, y
qué mamá insistió en hacerme                            yo he perdonado. Tres meses no
38                                       Aira, César - Cómo me hice monja


tienen por qué parecer más que                                   escuela, y yo estaba lejos de
tres meses, tres meses en bruto.                                 poder adivinarlo. Hasta ahí, el
Y     la    pobre         mamá        tenía                      problema no me parecía grave.
demasiadas preocupaciones en                                     Lo         tomaba,        y     con    cierta
aquel entonces. Claro que a la                                   obstinación,                  como        un
maestra, a la directora, es más                                  espectáculo,                  como       una
difícil disculparlas. Quizás ellas                               volatinería...
estaban demasiado cerca de la                                       El drama empezó después...
problemática        del    aprendizaje,                          ¿Por qué será que el drama
como mamá estaba demasiado                                       siempre empieza después de
lejos.                                                           comenzado?           La        comedia    en
 Las primeras semanas pasaron                                    cambio, parece empezar antes,
en forma de imágenes puras. El                                   antes del comienzo inclusive.
ser      humano     tiende      a     darle                      Pero después las perspectivas se
sentido      a      la      experiencia                          invierten...         El        drama      se
mediante la continuidad, lo que                                  desencadenó           en       mí     cuando
sucede se explica por lo que                                     comprendí que esa escena muda
sucedió      antes;        no       puede                        que presenciaba, esa mímica
sorprender que yo persistiera en                                 abstracta de maestra y alumnos,
mi reciente acomodación a Ana                                    me concernía hasta el tuétano.
Módena       y      siguiera        viendo                       Era mi historia, no una ajena. El
gestos,     mímica,       historias        sin                   drama había comenzado en el
audio, ante las cuales no podía                                  momento en que pisé la escuela,
hacer nada. Nadie me había                                       y estaba todo frente a mí,
explicado     el     objeto         de       la                  entero, intemporal, yo estaba y
Aira, César - Cómo me hice monja                               39

no estaba en él, estaba y no                                   grado) era rutina: pasaba todos
participaba, o participaba sólo                                los años, había desarrollado una
por   mi      negativa,         como      un                   ceguera localizada.
agujero en la representación,                                    El telón se levantó para mí un
¡pero ese agujero era yo! Al                                   día, en el baño de varones de la
menos,        y      debería       haberlo                     escuela... Pero debo explicar
agradecido,       había         llegado     a                  algunas circunstancias, sin las
entender por qué el audio de la                                cuales esta anécdota resultaría
escena se me escapaba: porque                                  oscura.
no sabía leer. Mis compañeritos                                     Vivíamos en las afueras de
sí sabían. En esos tres meses                                  Rosario, en un área modesta, y
habían aprendido, quién sabe                                   el          distrito            escolar
por qué milagro, un abismo se                                  correspondiente abarcaba una
había abierto entre ellos y yo.                                mayoría     de    niños        de    baja
Un    abismo         inexplicado,         un                   extracción social, de hogares
abismo precisamente porque era                                 que muchas veces bordeaban la
un    salto       que      no      admitía                     miseria, o pertenecían de pleno
descripción, un vacío. Ni ellos, ni                            derecho     a     ella.    En       aquel
mucho menos yo, ni siquiera la                                 entonces    los    ahora       llamados
maestra,       podía      decir       cómo                     marginales asistían a la escuela,
habían     aprendido,            en       qué                  por lo menos a los primeros
momento exacto. Era algo que                                   grados.    Además,        no    existían
había sucedido, y basta. Para la                               gabinetes psicopedagógicos, ni
maestra       (que      tenía     cuarenta                     escuelas diferenciales... El clima
años de experiencia en primer                                  era muy bárbaro, muy salvaje,
40                                    Aira, César - Cómo me hice monja


muy      "struggle    for    life".    Las                     En sí, ese detalle no presentaba
peleas       eran           sangrientas,                      dificultades     para     mí,    porque
literalmente. El vocabulario que                              estaba de acuerdo en que la
las   acompañaba,           brutal.      Yo                   madre era sagrada, y había
sabía lo que eran las malas                                   notado que en el flujo de malas
palabras, inclusive sabía cuáles                              palabras solía estar la palabra
eran, pero por algún motivo                                   "madre": creo que si me lo
nunca les había prestado mucha                                hubiera propuesto habría podido
atención. Tenía algo así como un                              repetir la frase completa, de
segundo oído para captarlas, y                                tanto que la había oído: "la puta
para trasladarlas a otro nivel de                             madre que te parió". Ahora bien,
percepción. Había terminado por                               salvo esa palabra central, el
hacerme la idea de que tenían                                 resto eran para mí sonidos sin
un    sentido    en     bloque,          un                   significado. Yo era distraída a un
sentido-acción, y no estaba lejos                             grado difícil de concebir. Era
de la realidad. Una sola cosa-                                distraída no porque me faltara
particular había salido de ese                                inteligencia, sino porque no me
bloque. En general entre mis                                  importaban        las     cosas.      La
compañeros varones se pasaba                                  paradoja       aquí     era     inmensa:
de las palabras a los hechos                                  porque a mí todo me importaba,
cuando uno decía de pronto,                                   todo me era montañas, ése era
ante la nebulosa (para mí) de                                 mi problema más que ningún
malas palabras: "insultó a la                                 otro... Era como si me faltara
madre".                                                       interés, pero yo sabía que era lo
                                                              contrario.     Este     caso     es   un
Aira, César - Cómo me hice monja                                 41

ejemplo. Yo debía de haber                                 sobre      todo     una,        machona,
notado que a veces se decía                                enérgica. Fue ésta la que vino.
"insultó a la madre" sin que la                            Los contendientes, dos chicos de
palabra "madre" hubiera sido                               tercero, estaban cubiertos de
pronunciada,       pero    lo     había                    sangre,       los         guardapolvos
dejado pasar, y en retrospectiva,                          desgarrados, locos de excitación.
en          bloque,         pensaba                        La maestra los separó, no sin
cómodamente que sí se había                                trabajo. Uno, el más grande, se
dicho "madre" y que a mí se me                             retrajo    entre     su     barra       de
había escapado. Una vez, sin                               amigos. El otro se largó a llorar
embargo, no tuve más remedio                               a gritos. Le había dado ese hipo
que notar que no era así. Hubo                             de llanto... ¡Si lo conocería yo!
una pelea en un recreo, cerca                              La maestra pedía explicaciones a
del molino que había al fondo                              los gritos pero él no podía
del patio. En las peleas, todos                            hablar. Era como si la pelea
iban a ver, se formaban unos                               todavía      persistiera         en     su
círculos     multitudinarios:       eso                    corazón. Tan patético resultaba
hacía      que     nunca        pasaran                    que la maestra lo abrazó y lo
desapercibidas. Entonces alguna                            apretó      contra         su     pecho.
maestra acudía a interrumpir el                            Adivinaba la explicación, que
box        silvestre.     Pero        no                   efectivamente         salió           entre
cualquiera; había un grupito de                            sollozos turbulentos: "me insultó
maestras       "bravas"     que       se                   a la madre". Ella lo calmaba, lo
atrevían (porque no era poca                               apretaba... Es que esa clase de
cosa, ir a meterse al avispero),                           maestras, las bravas, podían
42                                         Aira, César - Cómo me hice monja


entender eso, después de todo                                      otra, y no pude sacármela de la
era el mismo mundo en que                                          cabeza.
vivían ellas. El otro miraba de                                      Pues bien, un día en medio de
lejos, entre sus amigos, los ojos                                  la clase le pedí permiso a la
llameantes             de         furia         y                  maestra para ir al baño. Lo hacía
resentimiento... Y yo mientras                                     siempre, y lo hacían todos. Yo, y
tanto,        sentía        resonar         por                    supongo que con los demás
primera vez la nota de una                                         pasaba lo mismo, ni tenía ganas
perplejidad sin límites: ¿madre?                                   ni calculaba el momento de
¿qué madre? ¿de qué estaba                                         pedir permiso. Era un súbito. El
hablando?           ¿Por         qué      todos                    único triunfo pleno que puedo
parecían darle la razón?                                           recordar de mi infancia. Para la
 Yo había presenciado la riña                                      maestra,    ver     la    manito
desde     el        primer        momento,                         levantada, adivinar de qué se
estaba segura de no haberme                                        trataba (porque nunca era algo
perdido nada, y sabía que la                                       que valiera la pena, por ejemplo
palabra "madre" no se había                                        preguntarle en qué casos se
pronunciado                 en         ningún                      usaba la b y en cuáles la v) y
momento. Las otras sí, pero ésa                                    estallar, era todo uno: ¡Vaya!
no. Era tan obvio que no tuve                                      ¡Pero es el último! ¡El último! Y
más remedio que convencerme                                        el que había tenido la brillante
de      que     la      madre          estaba                      inspiración de pedir en aquel
implícita.      Y    habiendo          tantas                      momento, en aquel momento
cosas    aptas         para       intrigarme,                      que se revelaba como el último,
ésta lo hizo más que cualquier                                     salía corriendo loco de felicidad
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Cómo rechacé mi primer helado

  • 1. Aira, César - Cómo me hice monja 1 recuerdo vívido, que puedo reconstruir en su menor detalle. Antes de eso no hay nada: después, todo siguió haciendo un solo recuerdo vívido, continuo e ininterrumpido, incluidos los lapsos de sueño, hasta que tomé los hábitos. Nos habíamos mudado a Rosario. Mis primeros seis años los habíamos pasado, papá, mamá y yo, en un pueblo de la provincia de Buenos Aires del que no guardo memoria alguna y al que no he vuelto después: Coronel Pringles. La gran ciudad (era lo que parecía Rosario, viniendo de donde veníamos) 1 nos produjo una sensación inmensa. Mi padre no demoró Mi historia, la historia de "cómo más que un par de días en me hice monja", comenzó muy cumplir una promesa que me temprano en mi vida; yo había hecho: llevarme a tomar acababa de cumplir seis años. El un helado. Sería el primero para comienzo está marcado con un mí, pues en Pringles no existían.
  • 2. 2 Aira, César - Cómo me hice monja Él, que en su juventud había viniera de él. Nos sentamos en conocido ciudades, me había un banco en la vereda, bajo los hecho más de una vez el elogio árboles que había en aquel de esa golosina, que recordaba entonces en el centro de deliciosa y festiva aunque no Rosario: plátanos. Observé cómo atinaba a explicar su encanto lo hacía papá, que en segundos con palabras. Me lo había había dado cuenta del copete de descripto, muy correctamente, crema verde. Cargué la como algo inimaginable para el cucharita con extremo cuidado, no iniciado, y eso había bastado y me la llevé a la boca. para que el helado echara raíces Bastó que las primeras en mi mente infantil y creciera partículas se disolvieran en mi en ella hasta tomar las lengua para sentirme enferma dimensiones de un mito. del disgusto. Nunca había Fuimos caminando hasta una probado algo tan repugnante. heladería que habíamos Yo era más bien difícil en la localizado el día anterior. alimentación, y la comedia del Entramos. Él pidió uno de asco no tenía secretos para mí, cincuenta centavos, de pistaccio, cuando no quería comer; pero crema americana y kinotos al esto superaba todo lo que whisky, y para mí uno de diez, hubiera experimentado nunca; de frutilla. El color rosa me mis peores exageraciones, encantó. Yo iba bien incluidas las que nunca me había predispuesta. Adoraba a mi permitido, se veían justificadas papá. Veneraba todo lo que de sobra. Por una fracción de
  • 3. Aira, César - Cómo me hice monja 3 segundo pensé en disimularlo. seguir a papá ni siquiera en este Papá había puesto tanta ilusión camino de placeres. Habría sido en hacerme feliz, y eso era tan insensato intentar ocultarlo; ni raro en él, un hombre distante, siquiera hoy podría hacerlo, violento, sin ternuras visibles, porque esa mueca no se ha que echar por la borda la borrado de mi cara. ocasión me pareció un pecado. —¿Qué te pasa? Pasó por mi mente la alternativa En su tono ya estaba todo lo atroz de tragar todo el helado, que vino después. sólo por complacerlo. Era un En circunstancias normales el dedal, el vasito más chico, para llanto me habría impedido párvulos, pero ahora me parecía contestarle. Siempre tenía las una tonelada. lágrimas a flor de ojos, como No sé si mi heroísmo habría tantos chicos hipersensibles. llegado a tanto, pero no pude Pero un rebote del gusto siquiera ponerlo a prueba. El horrendo, que me había bajado primer bocado me había hasta la garganta y ahora volvía dibujado en el rostro una mueca como un latigazo, me electrizó involuntaria de asco que él no en seco. pudo dejar de ver. Fue una —Gggh... mueca casi exagerada, en la que —¿Qué? se conjugaba la reacción —Es... feo. fisiológica y su acompañamiento —¿Es qué? psíquico de desilusión, miedo, y —¡Feo! —chillé desesperada. la trágica tristeza de no poder —¿No te gusta el helado?
  • 4. 4 Aira, César - Cómo me hice monja Recordé que en el camino me no quería retroceder. Se me había dicho, entre otras cosas revelaba que mi único camino a cargadas de una agradable esta altura era demostrarle a expectativa: "Vamos a ver si te papá que lo que tenía entre gusta el helado". Claro que lo manos era inmundo. Miré el rosa decía dando por supuesto que sí del helado con horror. La me gustaría. ¿A qué chico no le comedia asomaba a la realidad. gusta? Los hay que, adultos, Peor: la comedia se hacía recuerdan su niñez como un realidad, frente a mí, a través de prolongado pedido de helados y mí. Sentí vértigo, pero no podía poca cosa más. Por eso ahora su echarme atrás. pregunta tenía una resonancia —¡Es feo! ¡Es una porquería! — de incrédulo fatalismo, como si Quise ponerme histérica. —¡Es dijera: "No puedo creerlo; asqueroso! también en esto tenías que No dijo nada. Miraba el vacío fallarme". delante de él y comía de prisa su Vi construirse la indignación y el helado. Yo había errado una vez desprecio en sus ojos, pero se más el enfoque. Lo cambié con contuvo todavía. Decidió darme aturdida precipitación. una oportunidad más. —Es amargo —dije. —Cómelo. Es rico —dijo, y para —No, es dulce —respondió con demostrarlo se llevó a la boca una contenida suavidad cargada una cucharada cargada del suyo. de amenaza. Yo ya no podía retroceder. —¡Es amargo! —grité. Estaba jugada. En cierto modo —Es dulce.
  • 5. Aira, César - Cómo me hice monja 5 —¡¡Es amargo!! paces por un camino retorcido, Papá ya había renunciado a muy típico de mí: toda satisfacción que pudiera —-No sé cómo puede gustarte haber esperado de la salida, de esa porquería. —Traté de darle la comunión de gustos, de la un tonillo de admiración. camaradería. Eso quedaba atrás, —A todo el mundo le gustan los ¡y qué ingenuo de su parte, helados —dijo lívido de furia. La debía de estar pensando, en máscara de paciencia caía, y no haberlo creído posible! No sé cómo yo todavía no estaba obstante, y sólo para ahondar llorando. —A todo el mundo más su propia herida, emprendió menos a vos, que sos un tarado. el trabajo de convencerme de mi —¡No, papá! ¡Te juro...! error. O de convencerse él de —Come ese helado.— Frío, que yo era su error. tajante. —Para eso te lo compré, —Es una crema muy dulce con taradito. gusto a frutilla, riquísima. —¡Pero no puedo...! Yo negaba con la cabeza. —Comelo. Probalo. Ni lo —¿No? ¿Y qué gusto tiene probaste. entonces? Abriendo grandes los ojos por —¡Es horrible! mi honestidad puesta en duda —A mí me parece muy rico — (tendría que haber sido un dijo tranquilamente, y engulló monstruo para mentir por gusto) otra cucharada. Su calma me exclamé: espantaba más que cualquier —¡Te juro que es horrible! otra cosa. Intenté hacer las
  • 6. 6 Aira, César - Cómo me hice monja —¡Qué va a ser horrible! Me resultó mil veces más Probalo. asqueante que la vez anterior. —¡Ya lo probé! ¡No puedo! Lo habría escupido, de saber Se le ocurrió algo y volvió a un cómo hacerlo. Nunca aprendí a nivel más condescendiente: escupir a distancia. Me chorreó —¿Sabes qué debe ser? Que te por las comisuras de los labios. dio impresión lo frío. No el Papá había seguido cada uno gusto, sino lo frío que está. Pero de mis movimientos de reojo, enseguida te vas a acostumbrar sin dejar de comer su helado a y vas a ver qué rico es. grandes cucharadas. Las tres Me aferré a un clavo ardiente. capas de distintos colores iban Quise creer en esa posibilidad, desapareciendo velozmente. Con que a mí no se me habría la cucharita aplastó la crema ocurrido en mil años. Pero en el dejándola a nivel con los bordes fondo sabía que no valía la del vasito de barquillo. En ese pena. No era así. Yo no tomaba punto comenzó a comérselo. Yo habitualmente bebidas heladas no sabía que esos vasitos se (no teníamos heladera) pero las comían, y me pareció una había probado y sabía bien que manifestación de salvajismo que no era eso. Aun así, me aferré. desbordó la capa de mi espanto. Tomé con suma precaución una Empecé a temblar. Sentí subir el pizca de helado en la punta de llanto. Me habló con la boca la cucharita, y me la llevé a la llena: boca mecánicamente.
  • 7. Aira, César - Cómo me hice monja 7 —¡Probalo bien, idiota! Una hubiera inventado. Papá me buena porción para que puedas arrancó la cucharita de la otra sentirle el gusto. mano y la clavó en la frutilla. La —Pe... pero... levantó bien cargada y me la Terminó el suyo. Arrojó la acercó a la boca. Mi única cucharita a la calle. Milagro que defensa habría sido cerrarla, y no se la comiera también, no volver a abrirla nunca más. pensé. Con las manos libres, se Pero no podía. La abrí, redonda, volvió hacia mí, y supe que el y la cucharita entró. Se posó en cielo se me estaba cayendo mi lengua. encima. —Cerrá. —¡Cómelo de una vez! ¿No ves Lo hice. Las lágrimas ya me que se está derritiendo? velaban los ojos. Al apretar la Efectivamente, el copo de lengua contra el paladar y sentir helado se estaba haciendo cómo se deshacía la crema, se líquido, y unos arroyuelos rosa formó un sollozo en todo mi corrían por el borde del vasito y cuerpo. No hice los movimientos me goteaban sobre la mano y el de tragar. El asco me inundaba, brazo, y sobre mis piernas flacas me explotaba en el cerebro bajo el pantalón corto. Eso me como un rayo. Otra cucharada inmovilizaba definitivamente. Mi bien cargada venía en camino. angustia crecía al modo Abrí la boca. Ya estaba llorando. exponencial. El helado se me Papá me puso la cucharita en la aparecía como el más cruel otra mano. dispositivo de tortura que se —Seguí vos.
  • 8. 8 Aira, César - Cómo me hice monja Me atraganté, tosí, y empecé a —Decime por qué no te gusta. llorar a los gritos. A todos les gusta y a vos no. —Ahora estás encaprichado. Me Decime el motivo. lo haces a propósito. Increíblemente, pude hablar; —¡No, papá! —tartamudeé de pero tenía tan poco que decir. modo ininteligible. Sonaba: "pa —Porque es feo. no pa no no pa". —No, no es feo. A mí me gusta. —¿No te gusta? ¿Eh? ¿No te —A mí no —imploré. gusta? ¿No ves que sos un Me tomó el brazo y guió la tarado?— Lloré. —Contestame. mano con la cucharita hasta el Si no te gusta no hay problema. helado. Lo tiramos a la mierda y ya está. —Tómalo y nos vamos. Para Lo decía como si eso fuera una qué te habré traído. solución. Lo peor era que papá, —¡Pero no me gusta! Por favor, por haber comido tan de prisa por favor... su helado, tenía la lengua —Está bien. Nunca más te entumecida y hablaba como yo vuelvo a comprar uno. Pero nunca lo había oído, con una tomá éste. torpeza que me lo hacía más Cargué la cucharita feroz, más incomprensible, mecánicamente. De sólo pensar muchísimo más temible. Creía que ese suplicio iba a seguir me que era la rabia lo que le sentía desfallecer. Ya no tenía endurecía la lengua. voluntad. Lloraba francamente, sin embozos. Por suerte estábamos solos. Al menos esa
  • 9. Aira, César - Cómo me hice monja 9 humillación papá se la ahorró. Se había callado, no se movía. 2 Me miraba con el mismo disgusto profundo, visceral, con La discusión, como dije al que yo consideraba mi helado de terminar el capítulo anterior, frutilla. Yo quería decirle algo, había llegado a su fin, si es que pero no sabía qué. ¿Que el puede hablarse de discusión. helado no me gustaba? Ya se lo Habíamos caído en un silencio había dicho. ¿Que el sabor del que ni siquiera el ruido helado era inmundo? También entrecortado de mis sollozos se lo había dicho, pero era algo alteraba en profundidad. Mi que no valía la pena decir, que padre era una estatua, un aun después de decirlo seguía bloque de piedra. Yo, en mí, incomunicable. Porque a estremecida, trémula, húmeda, él le gustaba, le parecía con el vaso de helado en una exquisito. Todo era imposible, mano y la cucharita en la otra, la para siempre. El llanto me cara roja y descompuesta en un dobló, me quebró. Y no podía rictus de angustia, no estaba esperar ningún consuelo. La menos inmovilizada. Lo estaba situación era inexpresable por más, atada a un dolor que me ambos lados. Él tampoco podía superaba con creces, dando con decirme cuánto me despreciaba, mi infancia, con mi pequeñez, cuánto me odiaba. Esta vez, yo con mi extrema vulnerabilidad, había ido demasiado lejos. Sus la medida del universo. Papá no palabras no me alcanzarían. insistió más. Mi último y
  • 10. 10 Aira, César - Cómo me hice monja definitivo recurso habría sido por la voluntad o la deliberación. terminar por mi cuenta el Una arcada me sacudió el plexo. helado, encontrarle el gusto al Fue algo grotesco, de caricatura. fin, remontar la situación. Pero Era como si algo en mí quisiera era imposible. No necesitaba demostrar que tenía enormes que me lo dijeran. Ni siquiera reservas de energía, listas a necesitaba pensarlo. En mi desencadenar en cualquier suprema impotencia, tenía momento. De inmediato, otra, firmemente dominadas las más exagerada todavía. A los riendas de lo imposible. La calle muchos estratos de mi miedo se vacía bajo los plátanos, el calor agregaba éste de ser presa de asfixiante del enero rosarino, un mecanismo físico devolvían el eco de mis sollozos. incontrolable. Papá me miró, En la quietud, el sol hacía como si volviera de muy lejos: dibujos de luz. Me caían —Basta de farsa. lágrimas innumerables, y el Otra arcada. Otra más. Otra. helado se derretía francamente, Eran una serie. Todas secas, sin los hilos rosa me corrían hasta el vómito. Parecían las frenadas de codo, desde donde goteaban a un auto loco. Frenadas ante el la pierna. abismo, pero repetidas, como si Pero no hay situación que se el abismo se multiplicara. eternice. Siempre pasa algo Un interés nació en el rostro de más. Lo que sucedió entonces papá. Yo conocía tan bien ese vino de mi cuerpo, de lo rostro, cetrino, redondo, con la profundo, sin preparación alguna calva prematura, la nariz
  • 11. Aira, César - Cómo me hice monja 11 aguileña que heredó mi Vacilaba un poco. Debía de hermana, no yo, y el espacio estar pensando cómo haría para excesivo entre la nariz y la boca, llevarme a casa. No sabía, pobre que él disimulaba con un bigote papá, que ya nunca más me bien recortado. Lo conocía tan llevaría a casa. Aunque estoy bien que no necesitaba mirarlo. segura de que si alguien se lo Era un hombre previsible. Al hubiera dicho en ese momento, menos lo era para mí. Yo habría sentido alivio. también debía de ser previsible Con todas las sacudidas, y para él. Pero las arcadas lo siempre sin soltar el vasito, yo habían sorprendido. Las miraba me había asperjado de helado casi como si yo me hubiera de pies a cabeza, ropa incluida. objetivado, como si hubiera De modo que su primera medida salido de él, de su destino. Yo fue quitármelo; hizo lo propio seguía en la mía. Arcada. con la cucharita de la otra mano. Arcada. Arcada. Yo era muy pequeña, muy Al fin amainaron, sin que menuda, inclusive para mis seis hubiera llegado a vomitar. Ya no años recién cumplidos. Papá era lloraba. Me contenía, me un hombre grande, sin ser aferraba a una triste parálisis. corpulento. Pero tenía dedos Otra arcada remanente. Un hipo largos y finos (que yo sí he hepático. heredado), y me alivió de mis —Pero será posible, la puta dos cargas con precisión. Buscó madre que te parió... un lugar donde tirarlos. Pero no lo buscaba en realidad porque
  • 12. 12 Aira, César - Cómo me hice monja no había dejado de mirarme. última, secreta, sublime Entonces hizo algo confirmación. sorprendente. Pero se produjo un giro Metió la cuchara en el vaso, en completo. Frunció los rasgos de los restos del heladito rosa ya inmediato en una mueca de medio líquido, pero todavía asco, y escupió con fuerza. ¡Era manejable, la cargó y se la llevó inmundo! Yo estaba desorbitada a la boca. No insultaré la (estaba desorbitada de antes, memoria de mi padre diciendo por las arcadas) y lo veía doble, que no quería desaprovechar el o triple. Debería haberme helado ya pago. Estoy segura de transportado el conocido que no era ése el caso. Podía sentimiento de triunfo, el triunfo tener gestos de tacaño, como de los débiles de ver que se les los tenemos todos, pero no en da la razón después de lo una ocasión como aquélla. En su irremediable. Algo de eso hubo, simplicidad de hombre de quizás, porque el hábito es pueblo, era coherente. Estoy fuerte. Pero no me sentí segura de que no concebía transportada. De hecho, no siquiera la posibilidad de entendía bien qué podía estar complicar la tragedia. Prefiero pasando. Estaba tan arraigada pensar que quiso deleitarse, una en el desastre que buscaba otra sola vez, una sola cucharada, explicación, más barroca, una con el más cabal sabor del vuelta de tuerca que no anulase helado de frutilla. Como una lo anterior, como habría tendido
  • 13. Aira, César - Cómo me hice monja 13 a anularlo cualquier persona El heladero alzó la vista del moralmente sana. Tony. Quiso componer la cara Se llevó el vasito a la nariz y porque adivinó que había olió con fuerza. Su gesto de problemas, y no acertaba a disgusto se acentuó. Hubo esa imaginarse de qué índole eran. impasse de movimientos —Esta mierda de helado que imperceptibles que anuncia el me vendió está en mal estado. paso a la acción. Él no era un —No. hombre de acción; en ese —¡Cómo que no, carajo! aspecto era normal. Pero la —No señor, todo el helado que acción a veces se impone. No vendo es fresco. me miró. En todo lo sucesivo de —Bueno, éste está podrido. esa tarde funesta no volvió a —¿Cuál es? ¿Frutilla? Me lo mirarme. Aunque debo de haber trajeron esta mañana. sido un considerable —¡Qué mierda me importa! espectáculo. Ni una sola vez ¡Esto está podrido! volvió sus ojos a mí. Una mirada —Más fresco, imposible — habría equivalido a una insistió el hombre. Buscó explicación, y ya era imposible rápidamente entre las tapas de explicarnos. Se levantó y fue aluminio de los tambores adentro de la heladería, me dejó alineados en el mostrador, y sola en el banco de la vereda, abrió una. —Ahí está, sin llorosa y enchastrada. Pero yo empezar. Lo empecé con usted. fui tras él. —¡Pero no me va a decir a mí! —Señor...
  • 14. 14 Aira, César - Cómo me hice monja —¿Qué culpa tengo yo si al pibe no lo había hecho, y ahora le no le gustó? devolvían la misma moneda, que Papá estaba rojo de furor. Le él no podía ver sino por el tendió el vasito. reverso, el de la malevolencia. —¡Pruébelo! Adiviné que estaba dispuesto a —Yo no tengo por qué probar hacérselo probar por la fuerza. nada. El otro, por su parte, se —No... Usted lo va a probar y enfrentaba a una alternativa en me va a decir si... la que creía tener todas las de —No me grite. ganar. Podía probar el helado, A pesar de esta sugerencia encontrarle o no algún sabor sensata, los dos estaban extraño, ligeramente amargo o gritando. medicinal, y embarcarse en una —Lo voy a denunciar. interminable discusión sobre lo —No me haga reír. incomunicable o indecidible. En —¡Qué se cree! ese momento entraron dos —¡Qué se cree usted! chicos. El heladero los miró, con En realidad, habían llegado a el triunfo pintado en el rostro. una competencia de voluntades. —Dos de un peso. Eso impedía que el problema Los de un peso eran grandes, encontrara su solución natural. de cuatro gustos. Dos pesos en Mi padre debía de saber que si aquellos años eran algo. La él hubiera probado el helado de escena cambiaba radicalmente. frutilla de entrada, las cosas no Ahora ponía a la heladería bajo habrían llegado tan lejos. Pero la luz de la prosperidad, de la
  • 15. Aira, César - Cómo me hice monja 15 normalidad, el ancho mundo derretido en la mano. El otro no entraba bajo la figura de esos probaría esa porquería: probaría dos adolescentes. Quedaba atrás su buen helado del tambor, la figura siniestra del loco fresco y virgen. Papá se alarmó. reclamando por un matiz del Se sentía derrotado. sabor en un helado de diez —No, pruebe éste... —dijo. Pero centavos. Esa apertura de la lo dijo sin verdadera convicción. situación significaba nuevas No tenía la razón de su parte. Y reglas. Reglas de racionalidad, a la vez la tenía. Dentro de todo, que habían estado faltando. le convenía reservarse esa carta. Toda relación, incluida (y sobre Si el helado del tambor se todo) la mía con papá, tenía sus revelaba correcto, le quedaba el reglas. Pero además estaban las recurso del vasito. reglas de juego generales del El heladero alzó la tapa, tomó mundo. El heladero lo percibió una cucharita limpia, raspó con fluidez, y fue lo último que superficialmente y se la llevó a percibió. Sin alterar su gesto de la boca como un conocedor. El triunfo, dijo: gesto de asco fue instantáneo y —A ver qué pasa con esa automático. Escupió a un frutilla. costado. Se dirigía más a los recién —Tiene razón. Está feo. No lo llegados que a papá. Era su había probado. definitiva demostración de Lo decía como si tal cosa. Como dominio. Mi padre seguía con el lo más natural del mundo. No patético vasito de helado pensaba pedir perdón. En
  • 16. 16 Aira, César - Cómo me hice monja realidad, no cuadraba. Fue otro lado del mostrador y dirigía demasiado para papá. El odio, el todas sus trompadas a la cabeza instinto destructor, se hizo de su rival. El heladero era presente con la contundencia de gordo, torpe, y no atinaba a un mazazo. devolver los golpes, sólo a —¿Y así me lo dice? ¿Después cubrirse, y eso apenas. Papá de...? gritaba como un energúmeno. —¡No se altere! ¡Yo qué culpa Estaba fuera de sí. Un cross que tengo! acertó por casualidad en plena A esta altura, lo único que les oreja hizo girar al heladero quedaba, a los dos, para poder noventa grados. Quedó dándole seguir adelante, era la violencia la espalda, y papá lo tomó con más desencadenada. No las dos manos por la nuca, se le retrocedieron. Papá se lanzó por pegó con todo el cuerpo (parecía sobre el mostrador a como si lo estuviera violando) y abofetearlo. El heladero se hizo le metió la cabeza en el tambor fuerte detrás de la caja de frutilla, que había quedado registradora. Los dos chicos abierta. salieron corriendo, pasaron a mi —¡Te lo vas a comer! ¡Te lo vas lado (yo estaba clavada en el a comer! umbral, fascinada, hilvanando de —¡Nooo! ¡Saquenmeló... ggh... modo enfermizo las distintas de encima...! lógicas que se sucedían en la —¡Te lo vas a...! controversia) y miraron desde —¡Gggh...!! afuera. Papá había saltado al —¡Te lo vas a comer!
  • 17. Aira, César - Cómo me hice monja 17 Con fuerza hercúlea le hundía la irregular en la tráquea torcida... cara en el helado y apretaba y Nada más... apretaba. Los movimientos de la Yo había sido víctima de los víctima se hacían espasmódicos, temibles ciánidos alimenticios... y más espaciados... hasta que la gran marea de intoxicaciones cesaron por completo. letales que aquel año barría la Argentina y países vecinos... El 3 aire estaba cargado de miedo, porque atacaban cuando menos Nunca supe cómo salí de la se los esperaba, el mal podía heladería, cómo me sacaron... venir en cualquier alimento, aun qué pasó... Perdí el los más naturales... la papa, el conocimiento, mi cuerpo empezó zapallo, la carne, el arroz, la a disolverse... literalmente... Mis naranja... A mí me tocó el órganos se hicieron viscosos... helado. Pero hasta la comida pingajos colgados de necrosis hecha en casa, amorosamente... pétreas... verdes... azules... La podía ser veneno... Los niños única vida que producían era el eran los más afectados... no ardor frío de la infección... de la resistían... Las amas de casa se descomposición... hinchazones... desesperaban. ¡La madre manojos de ganglios... Un mataba a su bebé con la papilla! corazón del tamaño de una Era una lotería... Tantas teorías lenteja latiendo aterido en medio contradictorias... Tantos habían de los despojos... un silbido muerto... Los cementerios se llenaban de pequeñas lápidas
  • 18. 18 Aira, César - Cómo me hice monja con inscripciones cariñosas... El en un delirio constante, me ángel voló a los brazos del sobraba tiempo para elaborar las Señor... firmado: sus padres historias más barrocas... inconsolables. Yo la saqué Supongo que tendría altos y barata. Sobreviví. Pude contar el bajos, pero se sucedían en una cuento... pero a un precio de intensidad única de invención... todos modos muy alto... Por Las historias se fundían en una algo dicen: lo barato sale caro. sola, que era el revés de una La enfermedad se hizo doble en historia... porque no tenía más mí. Debería habérmelo historia que mi angustia, y las esperado... en el caso fantasmagorías no se posaban, inconcebible de que hubiera no se organizaban... No me podido esperar algo. El mal se permitían siquiera entrar, manifestó en una especie de perderme en ellas... equivalencia cruel. Mientras mi Uno de los avatares de la cuerpo se retorcía en las historia era la inundación. Yo torturas del dolor, mi alma estaba en mi casa... En la casa estaba en otra parte, donde por de Pringles que habíamos motivos distintos sufría lo dejado al mudarnos a Rosario... mismo. Mi alma... la fiebre... En que ya no era nuestra y donde aquel entonces no se usaba no volveríamos a vivir. El agua bajar la fiebre con subía, y yo en la cama mirando medicamentos... La dejaban el techo paralizada... ni siquiera cumplir su ciclo, podía volver la cabeza para ver interminablemente... Yo estaba el agua... pero en el techo se
  • 19. Aira, César - Cómo me hice monja 19 reflejaban los bucles una hija que matara a sus blanquecinos de la creciente... padres... nunca... Era una ficción salida de la nada, Otro (pero eran distintas caras porque nunca habíamos estado de la misma pesadilla): un cerca de una inundación... animal nadando dentro de la Otro: yo convidaba a mi familia casa inundada, una nutria... Nos con bombones envenenados... mordía los pies si intentábamos Cobertura de chocolate, una caminar en el agua que subía... capa finísima de vidrio, y Si mi mano resbalaba de la adentro arsénico alcohólico... No sábana me comería los dedos tenía antídoto... Lo irreparable... uno por uno... Papá aceptaba uno, mamá Otro más: yo seguía paralizada, también... Yo quería volver la cabeza apoyada en una atrás, me arrepentía, pero ya almohada alta, y mi mamá abría era tarde... Iban a morirse... la el armario con puertas de vidrio policía no tendría problemas en verde que había frente a la averiguar la causa... me cama, donde yo guardaba mis interrogarían... Yo decidía libros... En realidad no tenía confesar todo, llorar a mares, libros, era demasiado chica, no dejar que me arrastraran las sabía leer... El pánico me aguas... Pero ni siquiera la cortaba la respiración... ¿Qué muerte podía consolarme había ido a buscar en el armario porque ¿cómo iba a vivir yo sin mi mamá? ¿Acaso sabía...? mi papá y mi mamá? Y lo peor Aprovechaba mi impotencia era que nunca se había visto para... En cualquier momento lo
  • 20. 20 Aira, César - Cómo me hice monja encontraría... mi secreto... ¡Alto, estaría actuando... si es que mamá! ¡No lo hagas! ¡Te había comido el bombón, ¡y causará dolor, el dolor más ojalá lo hubiera comido! grande de tu vida! Su dolor sería Ojalá... dentro de todo... Pero tan grande como mi vergüenza, no. No era cuestión de que mi espanto... pasara esto o aquello... Era una No necesito decir que yo no combinatoria, o mejor dicho un tenía ningún secreto... Nunca orden... Los hechos se tuve secretos, y a la vez todo ordenaban de otro modo... Se era secreto, pero secreto repetían... O mejor dicho, involuntario... El delirio daba el derivaban... En los peores modelo, y algo más que el momentos me preguntaba a mí modelo... Mamá hurgaba en el misma: ¿estoy loca? armario... en medio de la Por encima de estas historias se inundación... ¡en lugar de tomar suspendía otra, más medidas más prácticas, como convencional en cierto modo, al tomarme en brazos y ponerme a mismo tiempo más fantástica. salvo, a campo traviesa, por las Funcionaba aparte de la serie, llanuras inundadas! La odiaba como un "fondo", todo el por eso... Ella seguía buscando, tiempo. Era una especie de alucinada, aunque la nutria, de cuento detenido... un episodio pronto mi cómplice, le roía los de terror, muy preciso y con tobillos sumergidos... y yo sabía detalles escalofriantes... La además que le quedaban angustia que me provocaba minutos de vida, el veneno ya hacía parecer en comparación
  • 21. Aira, César - Cómo me hice monja 21 un entretenimiento de fin de papás: yo. El realismo era semana el delirio cuadripartito... minucioso, hermético... Pero Salvo que no era un detalle, un cuando digo que estaba sola, relámpago en el cielo que la casa estaba cerrada, que tormentoso... Era todo lo que era de noche... no son me pasaba... todo lo que me circunstancias, no son elementos pasaría en una eternidad que no sueltos con los que armar una había empezado ni terminaría serie... La serie era exterior (la nunca... Yo estaba dibujada en inundación, la nutria, los un librito de cuento de hadas, bombones, el secreto) y agotaba me había hecho mito... y lo veía todas las reservas delirantes de desde adentro... mi fiebre... Aquí ya no quedaba Desde adentro... Yo estaba sola sino el bloque de realidad en casa. Papá y mamá habían inmanejable, el verosímil tenido que ir a un velorio y me rabioso... habían dejado encerrada... en Me habían recomendado aquella vieja casita de Pringles severamente que no le abriera a en la que ya no vivíamos... sola nadie, bajo ninguna con mis cuatro historietas dando circunstancia. ¡Como si fuera vueltas en la cabeza... mi corona necesario! De eso dependía mi de espinas... Las dos puertas vida y algo más. Nunca me estaban con llave, bajadas las habían dejado sola antes (en la persianas de madera de las realidad nunca lo hicieron) pero ventanas... una caja fuerte para esto era fuerza mayor... La el tesoro de vida que tenían mis primera vez siempre asusta, por
  • 22. 22 Aira, César - Cómo me hice monja lo que pueda pasar... Yo estaba tan importante que tuvieran que segura de mí, la consigna era abandonarme? simple... No abrir. Podía hacerlo. Lo peor es que... eran ellos... Era fácil. Podían confiar en mí. ¡Eran papá y mamá, los que Además, ¿quién iba a venir, a la llamaban a la puerta! Los dos medianoche...? Mi vida dependía monstruos habían adoptado la de eso, mi integridad... ¿Quién, forma de mi mamá y mi papá... quién, quién podía venir? No sé cómo los veía, supongo ¡Pero estaban llamando a la que por el agujero de la puerta de calle! ¡La estaban cerradura, que alcanzaba golpeando, como si quisieran poniéndome en puntas de pie... echarla abajo! No era sólo que Me erizaba de pies a cabeza, me llamaran: querían entrar... ¿Para congelaba... al verlos tan qué iban a quererlo sino para idénticos... les habían robado las asesinarme? ¡Y yo estaba sola...! caras, la ropa, el pelo... a papá Debían de saberlo... lo sabían muy poco porque era calvo, pero perfectamente, por eso venían... los rulos rojos de mi mamá... Eran ladrones, venían a Eran símiles perfectos, sin desvalijar la casa, en la hipótesis errores... ¡El trabajo que se más benévola... Estaba en mis habían tomado! Esos seres que manos impedirlo, pero mis no tenían forma, o no me la manos eran tan débiles... revelaban... esos simulacros... Temblaba como una hoja, atrás sus pésimas intenciones... El de la puerta... ¿Por qué me espanto me helaba la sangre, no habían dejado sola? ¿Qué era podía pensar...
  • 23. Aira, César - Cómo me hice monja 23 Sacudían la puerta con frenesí, escuchada, por una vez... Volvía no sé cómo no se venía abajo... a la puerta de calle... Gritaban mi nombre, hacía horas Y aunque quisiera abrirles, que lo estaban gritando... con ¿cómo hacerlo? Estaba las voces de papá y mamá... encerrada, no tenía la llave... ¿O ¡Las voces también! Un poco sí la tenía? alteradas, un poco roncas... Eso era secundario. ¿Quería o Habían tomado cognac en el no quería abrirles? Por supuesto velorio, y no estaban que no. No me engañaban... ¿O acostumbrados... se ponían sí me engañaban? ¿Cómo como locos... Habían perdido la saberlo? Eran exactamente llave, o se la habían olvidado... como mis padres, más reales cualquier cosa... la mentira era que la realidad... No sacaba el tan transparente... ¡Me ojo del agujero de la cerradura, insultaban! ¡Me decían cosas bebía esa escena irreal... Pero feas! Y yo lloraba de horror, dentro de lo irreal eran ellos, muda, paralizada... ellos mismos, mis padres... No Papá saltaba el muro del patio, sólo en la máscara sino en los iba a la puerta de la cocina, gestos, en los tics, en el estilo, empezaba a golpearla, a en sus historias... Ése era mi patearla... Yo cruzaba la casa modo de ver a mis padres, sobre oscura, como una sonámbula, todo a papá... con mamá era me paraba frente a la otra otra cosa... a él lo veía no en la puerta, le rogaba a Dios que persona exterior como podía resistiera... Mi plegaria era verlo cualquiera... veía su modo
  • 24. 24 Aira, César - Cómo me hice monja de ser, su pasado, sus respetaban... Y sin embargo... a reacciones, su razonamiento... a veces se ponían nerviosos... yo mamá también, ahora que lo era una niña difícil... una niña pienso... Y no porque yo fuera problema en algún sentido... Los especialmente perspicaz sino atacantes se aprovechaban de porque ellos, por ser mis padres, eso... toda la maldad del mundo no tenían forma, o no me la era una arcilla con la que habían revelaban... se negaban a hecho esos dos muñecos hacerlo... fue la tragedia de mi atroces... infancia y de toda mi vida... Mi ¿Qué sería de mí? ¿Caería en mirada no podía detenerse en la sus manos? ¿Entrarían? ¿Me visión, se precipitaba más allá, a daría un ataque de imprudencia un abismo, y yo atrás... y les abriría yo misma, sin Los golpes eran atronadores, la pensar, llevada por un casita se estremecía en sus optimismo imbécil...? ¿Les cimientos... los gritos creería? arreciaban... me decían todas las ¿Cómo saberlo? Eso era lo peor: verdades que se me podían que no hubiera desenlace... O decir... ya sin palabras... no mejor dicho: que lo hubiera. importaba porque yo entendía Porque si sólo faltara el igual... ¿Pero no ves que somos desenlace, habría podido nosotros? ¿No ves que somos quedarme de algún modo nosotros, idiota? ¡Idiota! tranquila, esperándolo... ¡No! Mis papas no me tratarían procrastinar, dejarlo para así... ellos me querían, me después... ¡Pero éste era el
  • 25. Aira, César - Cómo me hice monja 25 desenlace! Era y no era... Casi Cuando recuperé el sentido, me habría podido decir que no era hallaba en la sala de pediatría nada. Porque no veía nada, el del Hospital Central de Rosario. delirio no era lo bastante fuerte, Abrí los ojos a una experiencia o lo era demasiado... No veía la nueva para mí. El mundo de las casa donde estaba encerrada, madres. Papá no fue a visitarme no veía a los maniquíes una sola vez. Pero ni un solo día horrendos que la sitiaban... las dejé de esperarlo, con una almas de mamá y papá... No era mezcla de anhelo y aprensión una alucinación... ¡Qué descanso que conservaba algo del si lo hubiera sido...! Era una encadenamiento de los delirios. fuerza... una onda invisible... Mamá sí estaba presente, y ella Duró un mes. Increíblemente, traía el aroma del espanto, como sobreviví. Podría decir: me una sombra de papá. Era desperté. Salí del delirio, como inevitable, porque yo había se sale de la cárcel. El entrado para siempre en el sentimiento lógico habría sido el sistema de la acumulación, en el alivio, pero no fue mi caso. Algo que nada, nunca, queda atrás. se había roto en mí, una válvula, No le pregunté por él. Mamá no un pequeño dispositivo de era la misma. La veía distraída, seguridad que me permitiera inquieta, angustiada. No se cambiar de nivel. quedaba mucho, decía que tenía que hacer, y yo entendía. En las 4 otras camas había una madre o una tía o una abuela turnándose
  • 26. 26 Aira, César - Cómo me hice monja las venticuatro horas. Yo estaba siquiera las pupilas. Pasaba días sola, abandonada en un orbe enteros, semanas enteras, en materno. ese estado; me sentía recaer en Había unos cuarenta chicos él sin haber salido, o sin haber internados conmigo, por las más tenido conciencia de salir... Y la diversas causas, desde fracturas caída era muy profunda... a leucemia. Nunca los conté, ni Todos los días, a la peor hora, hice amistad con ninguno; ni al comienzo de la peor hora, me siquiera le dirigí la palabra a visitaba el médico. Debía de nadie. estar interesado en mi caso: Tardaron una eternidad en eran pocos los que sobrevivían a darme de alta, así que toda la los ciánidos. Alguna vez le oí población se renovó durante mi pronunciar la palabra "milagro". estada, algunas camas hasta Si había milagro, era por diez veces o más. Había de todo, completo involuntario. Yo no desde chicos que parecían gozar colaboraba con la ciencia. Por de excelente salud y hacían una una manía, un capricho, una bulla fenomenal, hasta otros locura, que ni yo misma he decaídos, inmóviles, dormidos... podido explicarme, saboteaba el Yo era de estos últimos. La trabajo del médico, lo engañaba. debilidad me tenía paralizada, en Me hacía la estúpida... Debo de un sopor permanente. Durante haber pensado que la ocasión largas horas, a partir de la era tan propicia que habría sido media tarde, entraba en una una pena desaprovecharla. especie de letargia. No movía Podía ser todo lo estúpida que
  • 27. Aira, César - Cómo me hice monja 27 quisiera, impunemente. Pero no sinuoso el procedimiento, lo que era tan simple como la no era tan fácil si uno debe resistencia pasiva. La mera responder por la negativa o la negativa era demasiado afirmativa, sin medias tintas. A aleatoria, porque a veces la lo que debe sumarse otra nada puede ser la respuesta autoimposición: la de no acertada, y yo jamás habría intercalar verdades en las dejado mi suerte en manos del mentiras. Esto último por miedo azar. De modo que pudiendo a no llevar bien la cuenta, y que dejar sus preguntas sin el azar interviniera. No sé por respuesta, me tomaba el trabajo qué lo hacía, pero me las de responderlas. Mentía. Decía arreglé. Algunas de mis lo contrario de la verdad, o de lo maniobras (no sé para qué las que me parecía más verdadero. cuento, como no sea para darle Pero tampoco era tan simple ideas a un enfermo): me hacía como decir lo contrario... Él la sorda a una pregunta, y aprendió pronto a formular sus cuando él formulaba la preguntas de modo que la siguiente, yo respondía a la respuesta fuera "sí" o "no", nada anterior, con la mentira por más. No habría tardado en supuesto; respondía, siempre aprender a traducir al opuesto, falaz, a un elemento de la si yo mentía siempre. Y yo me pregunta, por ejemplo a un había auto-impuesto el deber de adjetivo o a un tiempo verbal, mentir siempre; de modo que no a la pregunta en sí: me para protegerme debía hacer preguntaba "¿era aquí dónde te
  • 28. 28 Aira, César - Cómo me hice monja dolía?" y yo contestaba "no" Del mundo. Yo lo miraba arreglándomelas, con un poniendo una cara especial que movimiento de las cejas, para había inventado, que significaba darle a entender que no era ahí ¿qué? ¿qué? ¿de qué me está donde me dolía antes, pero me hablando? ¿por qué me hace estaba doliendo ahora; él preguntas difíciles? ¿no ve el captaba esos matices, no se estado en que estoy? ¿por qué perdía uno, se desesperaba, se me habla en chino y no en corregía: "¿es ahí donde te castellano? Él bajaba la vista, duele?"; pero yo ya había pero lo tomaba lo mejor que pasado a otro sistema de mentir, podía. Se sentaba en el borde de a otra táctica... Debo decir en mi la cama y empezaba a palparme. descargo que lo improvisaba Hundía un dedo aquí y allá, en el todo. Aunque tenía verdaderos hígado, en el páncreas, en la eones para pensar, nunca los vesícula... usaba para eso. —¿Duele aquí? —¿Cómo anda hoy don César? —Sí. Qué bien se lo ve don César. ¿Ya —¿Duele aquí? quiere ponerse a jugar al fóbal —No. don César? A ver cómo andamos —¿Aquí? don César... —¿Sí? Su alegría era contagiosa. Era Empezaba todo de nuevo, un hombre joven, pequeño, de desorientado. Buscaba los bigotito. Parecía venir de muy lugares donde fuera imposible lejos. que no me doliera. Pero no los
  • 29. Aira, César - Cómo me hice monja 29 encontraba, no encontraba lo verdad. Es que las arcadas imposible, de lo que yo era tenían para mí un carácter dueña y señora. Yo tenía las sagrado, eran algo con lo que no llaves del dolor... se jugaba. El recuerdo de papá —¿Duele un poquito aquí? en la heladería las hacía más Le daba a entender que el reales que la realidad, las volvía interrogatorio me había fatigado. el elemento que lo hacía real Me largaba a llorar, y él trataba todo, contra el que nada se de consolarme. resistía. Ahí ha estado desde Me ponía el estetoscopio. Yo entonces, para mí, la esencia de creía poder acelerar el corazón a lo sagrado; mi vocación surgió voluntad, y quizás lo hacía. Acto de esa fuente. seguido empezaba a Cuando el doctor se iba, me manipularme con mil dejaba hecha una piltrafa. Lo oía precauciones. Se le ocurría hablar y reírse en las camas auscultarme por la espalda, para vecinas, oía las voces de los lo cual debía sentarme, y le enfermitos respondiendo a sus resultaba tan difícil como dejar preguntas... Todo me llegaba a parado un palo de escoba. Si lo través de una niebla espesa. Me conseguía al fin, yo me ponía a sentía caer en un abismo... Mi bambolear la cabeza con frenesí mala voluntad no era deliberada. y a hacer arcadas. En ese punto Era sólo mala voluntad, de la la ficción se confundía con la más primitiva, algo que se había realidad, mi simulacro se hacía apoderado de mí como la real, teñía todas mis mentiras de evolución se apodera de una
  • 30. 30 Aira, César - Cómo me hice monja especie. Me había hecho su de qué podía tratarse... No sabía presa durante la enfermedad, o que habíamos salido en los quizás un poco antes, un paso diarios. Él decía una vez más antes, porque yo no era así "shock", y lo repetía una y otra y normalmente. Al contrarío, si otra vez... algo me caracterizaba era mi Pero el médico, y mamá, eran espíritu de colaboración. Ese apenas una breve diversión en hombre, el médico, era una mi jornada. El día se extendía especie de hipnotizador que me con impávida majestad, se transformaba. Lo peor era que desenrollaba de la mañana a la me transformaba dejándome noche. No se me hacía largo, intacta la conciencia de mi mala pero me infundía una especie de voluntad. respeto. Cada instante era Mamá no se perdía pasada del distinto y nuevo y no se repetía. doctor... Se apartaba por Era la definición misma del discreción, se acercaba para tiempo, y se efectuaba sin cesar, ayudar en cuanto yo me hacía con todos... Hacía parecer tan inmanejable... Tenía una pequeñas mis pequeñas verdadera ansiedad por sacarle estrategias malévolas, que me datos. Él hablaba de un shock... atontaba de vergüenza... No debía de ser un verdadero El día se encarnaba en Ana intelectual, porque mostraba Módena de Colon-Michet, la mucho interés en lo que le enfermera. Había una sola contaba mamá. Se alejaban, enfermera en la guardia diurna cuchicheaban, yo no tenía idea de la sala; una sola para
  • 31. Aira, César - Cómo me hice monja 31 cuarenta pequeños pacientes... su contra, y más de una vez Puede parecer muy poco, y hicieron participar a mamá, que seguramente era poco. El débil de carácter como era, no Hospital Central de Rosario era sabía negarse ni siquiera cuando una institución bastante advertía que no le convenía. Las precaria. Pero nadie se quejaba. quejas se dirigían contra su Quien más quien menos, todos brusquedad, su impaciencia, su esperaban salir de él con vida, y grosería, su ignorancia rayana todos con la irracional ilusión de en la locura. Las madres se no volver. Hasta los niños, sin hacían una imagen (basada en saberlo, se ilusionaban. su semana promedio de Pero los días se estacionaban experiencia hospitalaria) de la en la gran sala blanca y donde enfermera ideal para el pabellón se volviera la vista, allí estaba la de niños, el hada de delicadeza enfermera. Ana Módena era un y comprensión que debía ser, jeroglífico viviente. No se iba que sería cada una de ellas... No nunca del hospital, no tenía les resultaba difícil imaginárselo; ilusiones. Era un fantasma. sin saberlo se referían a la Las madres siempre estaban delicadeza y comprensión que quejándose de ella, la habría que tener con ellas, y combatían, pero debían de saber nadie sabe mejor que uno que era inútil. Las madres se mismo cómo ser delicado y renovaban todo el tiempo, comprensivo con su propia mientras ella permanecía. Se persona. No se las podía culpar, forjaban y disolvían alianzas en eran mujeres pobres,
  • 32. 32 Aira, César - Cómo me hice monja ignorantes, amas de casa en Siempre estaba apurada, desgracia. En nueve casos de atareadísima, como tenía que cada diez sus hijos se habían estarlo necesariamente la única enfermado por culpa de ellas... enfermera en una sala de No se les podía impedir soñar... cuarenta camas. Pero nunca creían saber, y sabían estaba disponible para nadie. realmente, cómo debía ser la Estaba ocupada con los otros, y buena enfermera. Su error era ir los otros nunca eran uno... Me un paso más allá y pensar que acostumbré a verla del esas cualidades podían reunirse amanecer al crepúsculo, de en una mujer... Que Ana reojo desde mi horizontal, Módena, la enfermera-Perón de pasando a gran velocidad... la Sala de Pediatría, coincidiera Nunca se detenía... Es que no se con el opuesto de esa imagen, ocupaba sólo de los niños en sus las ponía en un estupor del que camas, sino de los que partían al no percibían más salida que quirófano, a los rayos... y lo hacer un petitorio, o hacía tan mal, según los implementar una política... para susurros de las madres, que casi que la echaran... Eran esos todo fracasaba por culpa de sueños los que la hacían un ella... Se le morían los chicos, fantasma. Yo, que no entendía decían... Se le mueren... se le nada, entendía bien esto porque mueren en las manos... Se le era una soñadora... Y también morían en las manos, decía la porque Ana Módena era un leyenda que a mí me rodeaba fantasma en otros sentidos. como un vendaje de filacterias
  • 33. Aira, César - Cómo me hice monja 33 parlantes... Dejaban de vivir afectado por una gravedad cuando pasaban a ser los otros diferente... me fragmentaba en imposibles de su ocupación, de caídas, en desequilibrios... Con su velocidad... Pero esa ella no valían mis simulaciones... repetición maldita no impedía me ponía en otra dimensión… que las madres la cortejaran, la eran partes súbitamente lejanas mimaran, le dejaran propinas, le de mi cuerpo las que tomaban la trajeran pastelitos... con un iniciativa de simular por su servilismo increíble, chocante... cuenta... algo, no sabía qué... Después de todo, sus hijos, el Sus manos, en las que se moría, mayor tesoro que tenían, estaba amasaban una verdad en sus manos. absoluta... Era una mujer gorda, Me mantenían en vida con corpulenta. Cuando caía sobre suero. Ana Módena me renovaba mí, era un elefante chapoteando los frascos, siempre a en un charco... yo era el agua... destiempo, y me pinchaba el Su torpeza tenía algo de brazo... Clavaba la aguja en sublime... Sufría de un mal cualquier parte. Me empezaba a extraño: para ella la izquierda chorrear la nariz. Todo lo que era la derecha, y viceversa. entraba por el brazo salía por la Abajo era arriba, adelante era nariz, en un goteo constante. atrás... La extensión tan pobre Era un caso rarísimo. A ella le de mi cuerpo se descuartizaba parecía normal... En todo caso en sus manos... piernas, brazos, no era una prioridad para ella. cabeza... cada extremo era Temprano a la mañana, antes
  • 34. 34 Aira, César - Cómo me hice monja de que llegara la primera madre, ocupadas como las vacías... La Ana Módena traía a la enana, y religión entraba al mundo de la le hacía ejecutar sus ensalmos enfermedad, clandestinamente. frente a cada cama, inclusive las Por otra parte, era un secreto a vacías. La enana era una autista voces, y la primera salvedad que iluminada. La traía tomándola oponían las madres con ínfulas por los hombros como a un de decencia científica a los triciclo, la enana no parecía ver desvaríos de esa bestia... pero nada, era un mueble... Era de bastaba una reticencia del esos enanos de cabeza doctor, una recaída, un vómito, desmesurada... La ponía frente a y ahí eran los Tráigame a la una cama, a un niño dormido o enanita, se lo ruego, señora, demudado... se hacía un gran que me salve a mi ángel... silencio en la sala... le daba un Hipócritas. Y ella, austera: La golpecito entre los omóplatos y Virgen salva, no la enana... la enana bisbiseaba un ave Tráigame a la enanita, o me maría con raros movimientos de muero... los bracitos... La Madre Corita era la —¡La Madre Corita los salvará, verdadera consistencia del no los médicos! —tronaba Ana Hospital; la enfermera era Módena. apenas su representante. La El pasaje de la enana era como enana impedía que el Hospital un cometa... Todo se hacía estallara en mil pedazos... y mi automático... Era la cura a cuerpo hiciera lo mismo... la ciegas: bendecía las camas cabeza al norte, las piernas al
  • 35. Aira, César - Cómo me hice monja 35 sur, un brazo, un dedo... La fe Necesitaba una confirmación. en la enana era la coherencia... Quise arrancársela a Ana por ella corría el líquido de la Módena... Quise ir al fondo. Y vida, por el tubo, del brazo a la así fue que una mañana, cuando nariz... Pero había que creer. la tuve a tiro... Había que simular no creer, y en —Soñé con una enana. realidad creer. —¿Qué? Entonces se me ocurrió que —Que soñé con una enana. yo... podía llegar a un punto, en —¿Qué? ¿Cuál? mis desmembramientos... en La había desconcertado. que no creyera en la enana. ¡Yo! —Soñé con una enana que ¡Justo yo, que creía en todo! ¡Y tenía una espina clavada en el que dependía de que la creencia corazón. se sostuviera como un todo! ¡Yo —¡¿Pero cuál enana?! la hipnotizada! —Una enana... una enanana... ¿Y si la enana fuera un nuena naana... simulacro? ¿Si yo no podía creer "Cuál" estaba fuera de en ella? ¿Acaso no era lo mismo cuestión... Mi maniobra consistía que me pasaba a mí? ¿No era yo en darle a entender que yo tenía una imposibilidad objetiva de algo "difícil" que expresar. Debía creer? ¿Qué le impedía a la recurrir a lo indirecto, a la enana ser como yo? O, mucho alegoría, a la ficción lisa y llana. peor, ¿por qué no iba a ser yo Y ella se veía arrastrada a lo una especie de enana, una mismo, a investigar esa emanación de la enana...? sutileza... que se le escapaba...
  • 36. 36 Aira, César - Cómo me hice monja Y entonces empecé a mentir con acumulación de significados de la verdad (y viceversa) no sé los mohines y miradas y cómo... A mí también se me entonaciones se hacía escapaba... Mis estrategias se excesiva... parecía acercarse a me morían en las manos... pero un límite, a un umbral... se resucitaban agigantadas... En la acercaba más y más... desesperación de hacerse Y en ese momento algo se entender en una materia indócil quebró. Creí que se quebraba no por un niñita completamente exactamente en mí, sino entre entontecida por la miseria física, las dos. Pero no; fue en mí nada Ana Módena empezó a ayudarse más. De ese instante data una con gestos... el gesto tomaba la curiosa falla perceptiva mía: no delantera... Era una mujer puedo entender la mímica, soy precipitada, sin método: cayó en sorda (o ciega, no sé cómo la trampa de la intuición que habría que decirlo) al idioma de vuela a oscuras y da en el los gestos. Me ha sucedido blanco antes de que el después presenciar actuaciones entendimiento pueda empezar a de mimos... y mientras los niños hacer lo suyo... Y el apuro, la de cuatro años a mi alrededor torpeza, hicieron que todos los entienden perfectamente lo que gestos se precipitaran unos se está representando y se sobre otros... por su parte. Por desternillan de risa, yo no veo la mía, el desmembramiento me más que unos movimientos sin hacía gesticular en espejo... objeto, una gesticulación pero era un vértigo, la abstracta... Qué curioso, ahora
  • 37. Aira, César - Cómo me hice monja 37 que lo pienso, ningún mimo, ni ingresar, por qué se tomó el los mejores, ni el mismo Marcel trabajo de conseguir que me Marceau (a él lo entiendo menos tomaran, lo que no debe de que a cualquier otro) ha haber sido fácil. Seguramente intentado nunca representar a rogó, suplicó, se puso de un enano... Por qué será. El rodillas. Eso era muy de ella; era enano debe de ser lo su idea de la maternidad. Habrá irrepresentable para los gestos. pensado que no sabría qué hacer conmigo un año entero en 5 casa. Pero el trabajo de llevarme a la escuela, irme a buscar, lavar Por causa de mi enfermedad, y planchar los guardapolvos, empecé la escuela tres meses comprarme los útiles, conseguir tarde, en junio. Todavía no me que le prestaran un libro de explico cómo me aceptaron a lectura usado, a la larga habrá esa altura del año, cómo me hecho parecer poca cosa el alivio pusieron entre los alumnos que de tenerme ubicada durante las habían empezado en término. horas de la siesta. Habrá Sobre todo tratándose de primer pensado que lo hacía por mi grado, del comienzo absoluto de bien. No se le ocurrió que estar la escolaridad (en mi época no tres meses atrasada, los tres existía el jardín de infantes), primeros meses, en primer momento tan crucial y delicado. grado, era excesivo hasta para Menos todavía me explico por mí. En fin. Hay que perdonar, y qué mamá insistió en hacerme yo he perdonado. Tres meses no
  • 38. 38 Aira, César - Cómo me hice monja tienen por qué parecer más que escuela, y yo estaba lejos de tres meses, tres meses en bruto. poder adivinarlo. Hasta ahí, el Y la pobre mamá tenía problema no me parecía grave. demasiadas preocupaciones en Lo tomaba, y con cierta aquel entonces. Claro que a la obstinación, como un maestra, a la directora, es más espectáculo, como una difícil disculparlas. Quizás ellas volatinería... estaban demasiado cerca de la El drama empezó después... problemática del aprendizaje, ¿Por qué será que el drama como mamá estaba demasiado siempre empieza después de lejos. comenzado? La comedia en Las primeras semanas pasaron cambio, parece empezar antes, en forma de imágenes puras. El antes del comienzo inclusive. ser humano tiende a darle Pero después las perspectivas se sentido a la experiencia invierten... El drama se mediante la continuidad, lo que desencadenó en mí cuando sucede se explica por lo que comprendí que esa escena muda sucedió antes; no puede que presenciaba, esa mímica sorprender que yo persistiera en abstracta de maestra y alumnos, mi reciente acomodación a Ana me concernía hasta el tuétano. Módena y siguiera viendo Era mi historia, no una ajena. El gestos, mímica, historias sin drama había comenzado en el audio, ante las cuales no podía momento en que pisé la escuela, hacer nada. Nadie me había y estaba todo frente a mí, explicado el objeto de la entero, intemporal, yo estaba y
  • 39. Aira, César - Cómo me hice monja 39 no estaba en él, estaba y no grado) era rutina: pasaba todos participaba, o participaba sólo los años, había desarrollado una por mi negativa, como un ceguera localizada. agujero en la representación, El telón se levantó para mí un ¡pero ese agujero era yo! Al día, en el baño de varones de la menos, y debería haberlo escuela... Pero debo explicar agradecido, había llegado a algunas circunstancias, sin las entender por qué el audio de la cuales esta anécdota resultaría escena se me escapaba: porque oscura. no sabía leer. Mis compañeritos Vivíamos en las afueras de sí sabían. En esos tres meses Rosario, en un área modesta, y habían aprendido, quién sabe el distrito escolar por qué milagro, un abismo se correspondiente abarcaba una había abierto entre ellos y yo. mayoría de niños de baja Un abismo inexplicado, un extracción social, de hogares abismo precisamente porque era que muchas veces bordeaban la un salto que no admitía miseria, o pertenecían de pleno descripción, un vacío. Ni ellos, ni derecho a ella. En aquel mucho menos yo, ni siquiera la entonces los ahora llamados maestra, podía decir cómo marginales asistían a la escuela, habían aprendido, en qué por lo menos a los primeros momento exacto. Era algo que grados. Además, no existían había sucedido, y basta. Para la gabinetes psicopedagógicos, ni maestra (que tenía cuarenta escuelas diferenciales... El clima años de experiencia en primer era muy bárbaro, muy salvaje,
  • 40. 40 Aira, César - Cómo me hice monja muy "struggle for life". Las En sí, ese detalle no presentaba peleas eran sangrientas, dificultades para mí, porque literalmente. El vocabulario que estaba de acuerdo en que la las acompañaba, brutal. Yo madre era sagrada, y había sabía lo que eran las malas notado que en el flujo de malas palabras, inclusive sabía cuáles palabras solía estar la palabra eran, pero por algún motivo "madre": creo que si me lo nunca les había prestado mucha hubiera propuesto habría podido atención. Tenía algo así como un repetir la frase completa, de segundo oído para captarlas, y tanto que la había oído: "la puta para trasladarlas a otro nivel de madre que te parió". Ahora bien, percepción. Había terminado por salvo esa palabra central, el hacerme la idea de que tenían resto eran para mí sonidos sin un sentido en bloque, un significado. Yo era distraída a un sentido-acción, y no estaba lejos grado difícil de concebir. Era de la realidad. Una sola cosa- distraída no porque me faltara particular había salido de ese inteligencia, sino porque no me bloque. En general entre mis importaban las cosas. La compañeros varones se pasaba paradoja aquí era inmensa: de las palabras a los hechos porque a mí todo me importaba, cuando uno decía de pronto, todo me era montañas, ése era ante la nebulosa (para mí) de mi problema más que ningún malas palabras: "insultó a la otro... Era como si me faltara madre". interés, pero yo sabía que era lo contrario. Este caso es un
  • 41. Aira, César - Cómo me hice monja 41 ejemplo. Yo debía de haber sobre todo una, machona, notado que a veces se decía enérgica. Fue ésta la que vino. "insultó a la madre" sin que la Los contendientes, dos chicos de palabra "madre" hubiera sido tercero, estaban cubiertos de pronunciada, pero lo había sangre, los guardapolvos dejado pasar, y en retrospectiva, desgarrados, locos de excitación. en bloque, pensaba La maestra los separó, no sin cómodamente que sí se había trabajo. Uno, el más grande, se dicho "madre" y que a mí se me retrajo entre su barra de había escapado. Una vez, sin amigos. El otro se largó a llorar embargo, no tuve más remedio a gritos. Le había dado ese hipo que notar que no era así. Hubo de llanto... ¡Si lo conocería yo! una pelea en un recreo, cerca La maestra pedía explicaciones a del molino que había al fondo los gritos pero él no podía del patio. En las peleas, todos hablar. Era como si la pelea iban a ver, se formaban unos todavía persistiera en su círculos multitudinarios: eso corazón. Tan patético resultaba hacía que nunca pasaran que la maestra lo abrazó y lo desapercibidas. Entonces alguna apretó contra su pecho. maestra acudía a interrumpir el Adivinaba la explicación, que box silvestre. Pero no efectivamente salió entre cualquiera; había un grupito de sollozos turbulentos: "me insultó maestras "bravas" que se a la madre". Ella lo calmaba, lo atrevían (porque no era poca apretaba... Es que esa clase de cosa, ir a meterse al avispero), maestras, las bravas, podían
  • 42. 42 Aira, César - Cómo me hice monja entender eso, después de todo otra, y no pude sacármela de la era el mismo mundo en que cabeza. vivían ellas. El otro miraba de Pues bien, un día en medio de lejos, entre sus amigos, los ojos la clase le pedí permiso a la llameantes de furia y maestra para ir al baño. Lo hacía resentimiento... Y yo mientras siempre, y lo hacían todos. Yo, y tanto, sentía resonar por supongo que con los demás primera vez la nota de una pasaba lo mismo, ni tenía ganas perplejidad sin límites: ¿madre? ni calculaba el momento de ¿qué madre? ¿de qué estaba pedir permiso. Era un súbito. El hablando? ¿Por qué todos único triunfo pleno que puedo parecían darle la razón? recordar de mi infancia. Para la Yo había presenciado la riña maestra, ver la manito desde el primer momento, levantada, adivinar de qué se estaba segura de no haberme trataba (porque nunca era algo perdido nada, y sabía que la que valiera la pena, por ejemplo palabra "madre" no se había preguntarle en qué casos se pronunciado en ningún usaba la b y en cuáles la v) y momento. Las otras sí, pero ésa estallar, era todo uno: ¡Vaya! no. Era tan obvio que no tuve ¡Pero es el último! ¡El último! Y más remedio que convencerme el que había tenido la brillante de que la madre estaba inspiración de pedir en aquel implícita. Y habiendo tantas momento, en aquel momento cosas aptas para intrigarme, que se revelaba como el último, ésta lo hizo más que cualquier salía corriendo loco de felicidad