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Caminata del Titikaka al Mar                      Rodrigo Hidalgo Bravo




        ¡MISIÓN CUMPLIDA¡




Esta es nuestra historia, hoy queremos compartirla con cada uno
de ustedes, nuestros grandes amigos, para que al leerla la vivan y
la disfruten.

               ¡ ALLALLA ALLALLA ABYA YALA ¡
                                                                      1
Caminata del Titikaka al Mar                                         Rodrigo Hidalgo Bravo




Cuando recibí la invitación por el señor Coordinar del evento Sr. Alain Dueñas, para
que participe en la caminata Ecoturística desde el Lago Titikaka hasta el Mar, de 400
kilómetros en 15 días lo medité, reflexioné y analicé varias veces, debía enfrentar
condiciones climáticas difíciles y se requería un estado físico riguroso para caminar a
una altura aproximada de 5000 m.s.n.m. en donde se dificulta la respiración y se
presentan problemas con la presión arterial. Debía caminar sobre áreas con lluvia que
provocan la aparición de ampollas y calambres y desiertos extensos que conllevan a la
deshidratación y agotamiento extremo corporal, en fin era un reto que debía asumir
con responsabilidad.

Francis Guzmán un amigo con quien había compartido algunas investigaciones
arqueológicas y caminatas en senderismo, era la persona indicada para formar un
equipo y representar con honor a nuestra tierra Cariamanga Ecuador, Una vez que lo
decidimos comunique de nuestra participación al organizador e iniciamos el
entrenamiento para fortalecer nuestras capacidades motrices y de resistencia.

Habíamos decidido participar en la caminata del Titikaka al Mar como una muestra de
reciprocidad a nuestros hermanos de Perú y Bolivia, Equipos, itinerarios y material de
difusión turístico de Cariamanga y Loja estaban listos para embarcar. Era un reto
asumido para estrechar lazos de amistad, conocer nuevas alternativas de
emprendimiento turístico, revalorar la cultura ancestral de los pueblos del Abya Yala,
promocionar los atractivos turísticos de Calvas y Loja, aportar al turismo de los pueblos
hermanos por donde pasaríamos en la caminata y establecer vínculos con aperadoras,
guías turísticos y autoridades para invitarles a la caminata Wayakuntu 2012 que se
realizará desde Saraguro a Cariamanga desde el 15 al 21 de junio.

El viaje lo realizamos en bus, salimos de Cariamanga, admiramos el verdor de los
paisajes de Colaisaca, Utuana, Sozoranga y Sabiango, en la tarde disfrutamos del calor
de Macará, pasadas unas horas, se esfumaron las arrugadas montañas y era difícil ver
la vegetación. La naturaleza es tan prodigiosa que se encarga de distribuir los encantos
en cada espacio de la Pachamama, ahora admirábamos intensos desiertos con
pinceladas verdes de los cultivos que se están implementando con sistemas de riego
por goteo. Las autopistas son de primera con auxilio de puestos de rescate y ayuda del
soat, cosa que no existe en Ecuador.

La presencia de una multitud de niños y adultos con unos palos y en uno de los
extremos una media botella plástica de gaseosa, nos llamó la atención, se apresuraban
en acercarse a las ventanas de los vehículos a ofrecer sus productos, eran guabas que
al costo de un sol ofrecían a los pasajeros de los diferentes transportes. Su iniciativa de
ofrecer los productos nos llamó la atención y alguien del lugar que viajaba junto a

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nosotros nos explicó que la presencia de los vendedores se debe a que sus tierras han
sido convertidas en cementerios de la naturaleza y que el agua que usaban ha sido
contaminada por los residuos de las mineras que han extirpado la vida de la
Pachamama y que por ello se han visto obligados a emigrar y buscar nuevas formas de
trabajo para sobrevivir.




Cuando había transcurrido una hora de viaje sentimos un aroma fuerte a cítrico,
observamos una franja verde y un movimiento inusual de personas, era la
comercialización del limón. Una comunidad que se había opuesto a la explotación
minera en sus tierras, y que gracias a varias iniciativas han emprendido en la
producción de cítricos.




Fue fácil ver a lo largo del viaje hileras de desechos plásticos y escombros acumulados
como consecuencia de la irresponsable actitud de pasajeros que lanzan sus
desperdicios sin darse cuenta del daño que causan. A la naturaleza.




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Ya en Piura una ciudad comercial, llegamos al terminal de Ittsa una empresa de
primera, con sistemas de seguridad, atención de calidad al cliente, nuestro rumbo era
Lima. Embarcamos nuestro equipaje y subimos a la segunda planta del bus y ocupamos
los primeros lugares con vista panorámica, asientos reclinables en posición cama, una
frazada térmica y una almohada fueron nuestros huéspedes,




El desierto era extenso una geografía de arena esparcida en pequeñas elevaciones sin
esperanzas de encontrar un ser vivo. La recompensa no se hizo esperar, admiramos al
pie del crepúsculo bellos atardeceres en la costa peruana.
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Tuvimos de compañero un emprendedor, nos habló de platos típicos, de costumbres y
del uso de la coca en el sur de Perú y norte de Bolivia, así iniciamos nuestro
aprendizaje vivencial en la universidad de la vida. Al rato la azafata se hizo presente
ofreciéndonos una cena caliente ya eran las 20h00.




Para llegar a Lima habíamos pasado en la noche, diferentes comunidades todas ellas
dentro del desierto. Al amanecer mientras degustábamos el desayuno, la ciudad de
Lima estaba callada mostrando las bondades y bellezas de cada rincón que
admirábamos. Agradecidos por las atenciones nos apresuramos en buscar la empresa
que nos llevaría a Puno nuestra siguiente destino para poder llegar hasta Copacabana
Bolivia.




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Agustín Guzmán un amigo de Ayabaca residente en Lima y dedicado a la investigación
de las bondades de las plantas para la salud y alimentación, nos recibió, era la primera
vez que lo conocíamos en persona. Fuimos en busca de calzado para caminata, pero
estaba cerrado igual quisimos cambiar moneda y aun era muy temprano para hacerlo,
Agustín nos ilustró para que lo hiciéramos más tarde. Y aprovecho unos minutos para
compartir lugares como el estadio Nacional, la casa de justicia, la casa del gobierno
nacional, los parques y su historia, en fin un legado de atractivos para admirar.




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En Lima en los pocos minutos que disponíamos antes de embarcar un nuevo vehículo
gracias a Agustín, pudimos contactarnos con el Arqueólogo Cesar Astuhuamán Alto
funcionario del Ministerio de Cultura de Perú para solicitar la colaboración para la
participación de expedicionarios peruanos en la caminata Saraguro - Cariamanga para
el mes de junio y así ir completando el Qhapaq Ñan. La falta de tiempo no nos permitió
almorzar, por lo que decidimos preparar una de las comidas deshidratadas
conseguidas por María Cueva Cueva. Solicitamos la colaboración a un extranjero para
que traduzca el texto de las indicaciones porque estaban en ingles. Francis mi
compañero de viaje y yo intentamos prepararla, pero no resultó así que decidimos
comerla fría. Llegó Cesar, dialogamos y nos tocó partir.




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Los paros no fueron ajenos a nuestra aventura, Una extensa hilera de carros estaba
esperándonos a causa de la presencia de mineros artesanales recostados en un puente
como una muestra de protesta ante las concesiones mineras a trasnacionales y
exigiendo al gobierno se les permita explotar de manera artesanal.




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La tecnología se hacía presente, el riego por goteo estaba presente con la producción
de uva, aceitunas, parte del desierto ya es terreno productivo. Como compañero de
viaje estaba cerca de nosotros Esteban, un ciudadano Suizo, el nos ayudó a traducir las
instrucciones de la comida deshidratada y logramos entender cuál había sido nuestra
falla.




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Desde Puno (Perú) tomamos otro vehículo hasta Copacabana (Bolivia), Cuando
llegamos a la frontera peruano boliviana, hicimos revisar la documentación,
cambiamos unos cuantos soles a bolivarianos y continuamos el viaje, fue
impresionante ver a 3800 metros el resplandor de un lago que se extendía en los
andes y que por su extensión no se alcanzaba a ver su fin en el horizonte. Plantas de
múltiples colores de quinua despertaban nuestra curiosidad, casas con techo de paja,
agricultores a los dos lados de la vía cultivando plantaciones de habas y de papa, los
rayos del sol de un nuevo día cobijaban con alegría las cristalinas aguas del Titicaca.



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Ya cerca de Copacabana, fuimos avisados de un nuevo paro, era una comunidad que
había obstaculizado la vía ante el incremento del valor de los pasajes. Para suerte
había un atajo, caminamos un kilómetro, A Francis le todo llevar su mochila y la mía,
yo dos pequeñas y el chofer el cartón con comida deshidratada.




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Cuando llegamos a Copacabana tomamos un taxi hasta la Casa del Sol lugar en donde
debíamos llegar para aclimatarnos por dos días.

Nosotros estábamos en un mundo desconocido, no era nada familiar, el clima, la
gente, la arquitectura, el aroma todo era distinto, pero sentíamos a cada paso
energías acogedoras que nos esperaban.




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Habíamos llamado por dos ocasiones y no recibimos respuesta, un buen ciudadano
que trabajaba en una construcción se dirigió a nosotros y con amabilidad nos informó
que habían salido, pero que esperemos que no tardaran en regresar. Apresurado se
veía llegar a una persona, saludo y nos invitó a pasar. Ya en el interior se percibía
tranquilidad, hermandad y un toque de alegría en cada palabra, antes que un hotel el
ambiente era de hogar. Sin esperar más hablamos del propósito de nuestra presencia,
de inmediato nos facilitó una habitación para descansar y guardar nuestro equipaje.
Cuando ingresamos mi amigo Francis le manifestó que la habitación ya ha sido
ocupada porque encontramos dentro otro equipaje, sonriente se acerco nuestro
anfitrión y manifestó que el objetivo es la integración y que el equipaje corresponde a
otro compañero que había salido junto a otros hasta la Isla del Sol dentro del Lago
Titicaca para recolectar el agua Sagrada del Lago. Las palabras de Samuel nuestro
anfitrión, nos dieron confianza y empezamos a preguntar sobre costumbres,
tradiciones y lugares arqueológicos de Copacabana, no queríamos perder un solo
segundo, debíamos aprovechar cada respiro para comprender la cultura de nuestros
hermanos y sentirnos parte de ellos. El cansancio se había esfumado, ahora estábamos
animados en salir a caminar recorrer la ciudad y subir a la roca más alta que inerte
vigilaba como eterna guardián a la hermosa ciudad e Copacabana.




Entre las narraciones de Samuel nos llamó la atención la del centro ceremonial de
Intikala y la orca del inca, dos lugares que nos apresuramos en conocer pero antes
debíamos proveernos de agua.

En 10 minutos llegamos al primer sitio en el que aun estaban como mudas testigas de
un pasado, diversas rocas trabajadas por las manos de culturas ancestrales, ellas
hablaban por si solas, estaban talladas gradas, sillas, canales y conductos que hacían
suponer su uso para rituales. Dos niñas y un niño risueños se acercaron a la roca donde
estábamos contemplando y dijeron “aquí se sentaba el inca y en estos otros lugares
también” agregaron “acá colocaban a la llama acostada y la sacrificaban, la sangre caía
al canal y se desplazaba hasta otro lugar en done se purificaba” eran niños que con

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orgullo describían un pasado que aun vive gracias a las sabiduría de los ancianos. Es un
lugar con historia que permite contemplar una panorámica de la ciudad de
Copacabana.




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Cuando pregúntanos a los niños si conocen el camino que conduce a la cumbre del
cerro en donde está la horca del inca, en coro respondieron “si” y nos invitaron a
caminar ya que dijeron tener permiso de sus padres para hacerlo.

Una niña y una señora que estaban sobre una roca y junto a una puerta nos
informaron que debemos cancelar para ingresar al lugar y una vez que lo hicimos nos
entregaron un ticket. Subimos entusiasmados, era la oportunidad para analizar la
estructura del camino y compartir nuestra experiencia con los niños y niñas que
estaban con nosotros. Cada paso era un nuevo mirador a la ciudad, quienes
construyeron el camino lo hicieron para admirar y sentir las bondades de la
Pachamama, las tranquilas aguas del Lago, el brillo de los blancos nevados, la aparición
y puesta el sol, las estrellas, las aves y la suave brisa que choca en las misteriosas rocas
que nos rodean.

A 20 metros de la cumbre se destacan varias rocas con orificios, otras están
sobrepuestas una sobre otras, todas con la intervención del hombre.

 El punto por donde asoma el orto solar en cada 21 de junio y diciembre es cuando el
eje de la tierra ha adquirido la mayor inclinación, estos puntos son llamados los
solsticios del norte y del sur. Precisamente estos conocimientos son ancestrales y se
remontan al origen del reloj solar. Los orificios que existen en las rocas cada solsticio

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permiten que el rayo de luz que aparece a la salida del sol atraviese la roca en
dirección este oeste y sea proyectado en el centro de la barra horizontal que se
encuentras más al oeste

Por estar a dos días del equinoccio (21 de Marzo) nos preocupamos en ver alguna
relación entre los rayos de luz y algún orificio o punta de alguna roca. Fue
sorprendente hallamos una alineación entre el rayo de luz y la punta de una roca en
forma de lanza. La misma que se prolongaba a un orificio, realmente es un
observatorio astronómico que habría que estudiarlo con atención y determinar su
alcance.

Asombrados dialogábamos con Francis y los pequeños que se interesaban por saber
más. In joven se acerco y dijo conocer un lugar que sirvió de medio de comunicación,
nos hizo caminar unos metros más arriba y se sentó en una piedra con una cavidad,
emitió un grito y el eco de su voz se la escuchó en tres tiempos a causa de las
montañas.

Cuando regresamos nuevamente al lugar inicial, encontramos tres señoritas
estudiantes de la universidad de Turismo, hablamos de muestra caminata y ayudaron a
recolectar piedras pequeñas para hacer un reloj solar en el piso y poderles explicar la
tecnología de nuestros antepasados, pusieron mucha atención y juntos bajamos a la
ciudad, ya era tarde y los niños tenían que regresar.




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El atardecer llegó y nos regalo el más bello paisaje, el Lago Titicaca era un espejo en
donde el sol despedía a sus rayos.




Cuando llegamos al hotel encontramos desasnando en la habitación a otro compañero
caminante que había llegado, era David Abad. Luego de ducharnos descansamos
complacido de haber conocido una maravilla más de la naturaleza.

Al siguiente día recorrimos con David y Francis la ciudad: sus calles, el muelle, la
producción y su gente, sus iglesias y comida típica.



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En la tarde ya habían llegado más compañeros, estábamos once, incluido Manuel
Alvarado Quispe de Bolivia, conocedor de la Cosmovisión Andina.

En la fotografía están de izquierda a derecha, Manuel Alvarado Quispe de la Paz
Bolivia, Miguel Zarate de Arequipa Perú, Hernán Fernández de Buenos Aires Argentina,
Francis Guzmán de Cariamanga Ecuador, Samuel Rubín de Celis de Copacabana Bolivia,
Anne Fontaine de la Isla de la Reunión Afro-francesa, Walter Méndez de Caraz Perú,
Jacobo y Timoteo Mamani de Potosí Bolivia, David García de Lima Perú y Rodrigo
Hidalgo de Cariamanga Ecuador.




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En la noche se había sumado al grupo una hermana Argentina, Alain Dueñas de
Arequipa Perú, Berter Estrada Quispe de Tacna Perú, Cristhian Enríquez de Arequipa
Perú Alain Dueñas expedicionario y organizador del evento y el presidente de guías de
Copacabana Jaime Romero. Escuchamos algunas indicaciones sobre la caminata,
compartimos las novedades de algunos hallazgos de Walter e iniciamos un pequeño
ritual que nos permitió meditar y flexionar sobre la naturaleza, el cosmos, la existencia
y la hermandad.

Nuestra hermana de Argentina realizó una limpia y Manuel inspirado en la sabiduría
ancestral compartió con los presentes hojas de coca para continuar con el ritual.
Finalmente Alain Deposito en las manos de los caminantes agua florida para que sea
inhalada.




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Al día siguiente se sumaron dos nuevos caminantes Nohemí Flores y Tito NInaja de
Tarata Perú.

Conforme estuvo planificado se inicio en acto de inauguración en el salón de eventos
del hotel Gloria. En un acto solemne el Gobierno Municipal de Copacabana entregó
acuerdos en los que nombró a cada expedicionario “huésped distinguido” mediante la
ordenanza de reconocimiento. Nº 002-2012, En dicho evento estuvieron presentes el
alcalde de Copacabana, el presidente del concejo y regidores de Copacabana, el
comandante de la marina de Copacabana y otros más. Para este acto también
estuvieron presentes el alcalde y regidores de Sama Perú.


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Horas más tarde en la base naval de Copacabana se realizó bajo la dirección del Hno.
Manuel Alvarado la recolección de agua por parte de los caminantes para ser
depositada al término como ofrenda a la mama qucha (mar). Había llegado el
momento de iniciar la caminata y de despedirnos de nuestro segundo hogar la bella
Copacabana, era notoria la nostalgia, pero había llegado la hora de iniciar la caminata.




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Cuando salimos de la base Naval a unos cien metros estaba aun el presidente del
Concejo en espera de los caminantes para despedirse y expresar su deseo de éxitos en
la caminata. Poco a poco nos alejábamos de la ciudad, el perfil del lago era nuestro
guía y la fresca brisa nuestra inseparable compañera. Manuel Zarate un
experimentado guía tomo la delantera conduciéndonos hasta nuestro siguiente
objetivo la ciudad de Yunguyo. Miguel Zarate, Miky como le llamamos, es de estatura
baja jovial, con vastos conocimientos de montañismo, es el descubridor de la Momia
Juanita, su carácter le permite acercarse con facilidad a la comunidad y despertar
interés con sus conversaciones, su predisposición a colaborar es uno de sus valores.

Cuando llegamos a la frontera Bolivia peruana hicimos nuestro control y al pasar el
arco que divide estos países hermanos, sentimos de lo alto caer pétalos flores frescas,
eran los pobladores de Acaro y Yunguyo que estaban presentes para darnos la
bienvenida, Era fácil sentir la exquisita calidad humana del Alcalde de Acari, los
regidores, la representante de cultura y turismo de Yunguyo y de los habitantes del
sector que con aprecio nos colocaron arcos de flores a cada caminante.




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Cuando arribamos a Yunguyo llegamos a la municipalidad y de inmediato nos
trasladamos al lugar que la municipalidad había facilitado para pernoctar, un nuevo
compañero se sumaba a la caminata el hno. Agustín Guzmán. Luego de recorrer
algunas calles y el parque central buscamos un lugar en donde cenar y comprar lo
necesario para el siguiente día. Tomamos un taxi y regresamos al ligar de nuestro
descanso, por unos momentos reunidos recibimos instrucciones y nos informó el
coordinador que para algunos casos los caminantes debemos contratar la movilidad y
la alimentación. Todos decidimos entonces aportar para adquirir lo necesario y
preparar la alimentación durante los días que toca estar alejados de poblaciones o
comunidades. Finalmente ayudamos a arreglar los trípticos el evento para entregarlos
a lo largo de la caminata y fuimos a disfrutar de un merecido descanso.




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Nos levantamos temprano compramos pan y unas cuantas paltas (aguacates) hicimos
un preparado y a degustar, era nuestro desayuno. Al rato llego la representante del
municipio de Yunguyo y nos invitó a compartir un sabroso desayuno y dimos gracias
por el alimento que llegó a nuestra mesa.




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La caminata debía continuar, Acari era la comunidad que nos estaba esperando para ir
a observar el arte rupestre impregnado en las pareces de una cueva rocosa y un
posible centro ceremonial.

Al caminar disfrutamos del colorido de las plantaciones de haba, papa y quinua,
pudimos admirar el coraje y fortaleza de una mujer comprometida con la Pachamama,
es su manos se notaba el trabajo incansable de sol a sol, el perfume que usaba era el
de la tierra y la naturaleza, era regia como la misma roca, su rostro lacerado por el sol
y la lluvia reflejaba la sabiduría de sus años de existencia y la práctica de valores que al
igual que la tierra cultiva con su entorno. En Acari una pequeña pero próspera
comunidad, estaba a nuestra espera, sus autoridades con un látigo en la mano
imponían autoridad sobre los vecinos del lugar.




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Continuamos con nuestra caminata, al pasar por un camino percibimos un exquisito
aroma, a unos metros encontramos un grupo de mujeres que inquietas trataban de
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ocultar lo que estaban haciendo, nos acercamos y el aroma era más intenso, Ahí
observamos entre lo pudimos alcanzar a distinguir, papas y habas colocadas sobre
unas hojas de plantas desconocidas para nosotros, a un lado un hombre se apresuraba
en sacar y un pescado que humeaba, preguntamos de que se trata esta actividad y nos
explicaron que es tradición colocar madera sobre unas rocas hasta que estén calientes
y luego colocar unas plantas aromáticas del lugar y sobre ellas habas y papas que son
cubiertas con las mismas hojas para que se cocinen con el calor sin usar manteca,
aceite o condimentos. Al pescado se le da el mismo tratamiento, no pudimos resistir la
tentación de probar y solicitamos nos concedan unas cuantas habas para degustar. Su
sabor era extraordinario las habas habían tomado el aroma de las plantas y eran de un
tamaño quizá tres veces mayor a las que conocíamos.




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Una de las autoridades nos acompañaba subido en un caballo, al llegar al lugar de
destino alcanzamos a ver una cueva entre una roca inmensa, parecía una concha
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gigante. Cuando nos acercamos a su parte interna pudimos ver en una de sus paredes
que hacía de tumbado líneas y pequeñas figuras impregnadas con pigmentos de color
rojo. En la cara de la roca sobre la que caminábamos se podía observar unos orificios
circulares tallados por la mano del hombre. Era un lugar que sin lugar a dudas había
estado hace algunas décadas habitado y ocupado por una cultura ancestral que
requiere estudio para afirmar cual fue realmente su uso. Continuamos la caminata por
un fino sendero y al paso se encontraban cactus de especies que no habíamos visto
antes. Finalmente observamos junto al alcalde de Acari, tres monolitos dirigidos a lo
infinito del espacio, según versiones de los lugareños eran un matrimonio o novios en
otra roca encontramos cinco orificios de igual forma que la anterior en línea recta
como una alineación que requiere de un estudio para descifrar su significado y uso.




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Luego regresamos a la comunidad de Acari en donde fuimos invitados por el alcalde ,
autoridades y la comunidad a compartir pampaku de trucha, las habas, papas y trucha
cocinadas con el calor de las piedras que encontramos al inicio.




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Regresamos a Yunguyo unos fuimos al internet otros a buscar donde cenar y comprar
lo necesario para la caminata, finalmente regresamos al lugar de nuestro hospedaje y
se sumó al grupo el hno. Willan Cabrera de Lima.

La noche se hizo corta, unos hablaban del soroche o mal de altura, otros de técnica
para caminar, igual se escuchaban asombrosas experiencias vividas por nuestros
compañeros, Alain compartió hojas de coca para chacchar (poner hojas fragmentadas
de coca en la boca para mantenerlas en forma de bola) mientras el diálogo se volvía
más interesante. Se daban las últimas recomendaciones, beber bastante agua y usar
caramelos de limón para evitar en la caminata que la saliva se espese y provoque
dificultad al respirar. Agustín Guzmán nacido en Ayabaca y residente de Lima, es un
estudioso de la naturaleza, de las cualidades de las plantas, de la sabiduría ancestral,
en el grupo casi no se lo percibe, habla cuando es necesario y contempla
frecuentemente las maravillas de la Pachamama. Es un conocedor de las propiedades
de la hoja de coca y sostiene que la harina contiene proteínas y vitaminas que puede
ser consumida como una ración alimenticia a más de un estimulante energético, en fin
cada uno de los participantes está deseoso por hacer el ascenso al Apu Qhapía.




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Para nosotros había llegado la hora de verificar si el entrenamiento por tres meses de
una a dos horas de trote había sido el adecuado, sin negarlo estábamos inquietos
sobre todo por la altura a la que debíamos subir sin embargo confiábamos en nuestro
estado físico y psicológico y nos empujaba el apoyo de nuestros hermanos que día a
día nos enviaban sus palabras de aliento y apoyo.

Tres de la mañana cuando el silencio cobijaba la habitación en la que descansábamos,
se escucho el canto de un gallo, era el sonido de la alarma de nuestro compañero
David que nos recordaba que ha llegado la hora de partir. En pocos minutos ya todos
estábamos con nuestra mochila de ataque en la puerta del local en donde estábamos
hospedados, subimos al vehículo del Sr. Alcalde de Acari y fuimos conducidos hasta la
base del cerro Qhapía.

Cuando iniciamos el ascenso, se percibía un profundo de silencio y misterio, solo se
veía la luz de las lámparas y el perfil de los hermanos caminantes que permitían
desplazarse por el delgado camino como una multitud de luciérnagas en invierno.

A cada paso que dábamos, el viento se imponía y el frio intenso penetraba por nuestra
ropa. Cada metro que avanzábamos perdíamos energía y se transformaba en sudor.
En la cúspide de la montaña más cercana a nosotros se pudo ver un destello de luz que
paulatinamente cubría el inmenso pajonal, era el sol que había iniciado su ritual
aparición. Dejamos de caminar, nos tomamos de la mano y nos aprestamos a recibir
los primeros rayos en el orto solar, sentíamos como la anergia recorría por nuestro
cuerpo y nos llenábamos de vitalidad.




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Las formas indescriptibles de cada rosa nos hacían pensar de lo compleja que es la
naturaleza, el aire fresco nos animaba a levantar las manos a lo infinito como
queriendo acariciarla lo que quedaba de luna.

El haber llegado casi a la mitad del camino ya era motivo de alegría, sentir el aire puro
y fresco, la libertad de gritar y levantar las manos, era sumarse al vuelo de un cóndor
`por la arrugada geografía de los andes.

Unos aprovecharon el corto descanso para admirar la naturaleza otros para disfrutar
de la compañía de las llamas.



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La caminata debía continuar, Jobo un joven autodidacta y un guía formado en la
universidad de la vida de los pajonales de Bolivia no se descuidaban de estar cerca de
mí para colaborar capturado los mejores paisajes y los eventos más trascendentales de
cada caminata y cuando era necesario buscaba un atajo para desplazarnos más rápido
y llegar a sitos que nos permitan ver una mejor panorámica. Cristhian un talentoso
guía de montaña estaba pendiente de que los caminantes avancen, siempre
incentivando con sus palabras de aliento para llegar a la meta. En momentos cuando
estábamos adelantados al grupo aprovechaba para escalar y luego descansar.

Francis seguía la hilera que habían formado los expedicioncitas, su estatura era una
ventaja para distinguirlo desde la distancia, siempre meditando, tratando de
comprender la misteriosa y compleja existencia y presto a cumplir su objetivo, estaba
aprendiendo a ver el mundo desde otra óptica en base a las experiencias vividas y
compartidas.

Nuestras hermanas de la comunidad Acari se apresuraban antes de que raye el sol,
llevaban sobre su equipaje las papas frescas para brindar con cariño a los caminantes.




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En este tramo que estábamos culminar y llegar a la meta, habíamos dejado atrás el
cansancio y la angustia, sólo pensábamos en que estábamos por lograr un sueño,
llegar a la cumbre del Apu Qhapía.

Con emoción nos acercamos a la cumbre en nuestras manos flameaba la bandera de
Calvas, Hernán un hermano Argentino de contextura delgada y de tamaño regular no
pudo esconder sus emociones y junto a David sostuvieron la Yupala bandera del Abya
Yala (América Latina). Timoteo y Jacobo también levantaron la bandera de Bolivia y
juntos el grupo gritaban a una sola voz una palabra que se había hecho familiar Allalla
allalla Pachamama (viva viva la madre tierra).Hernán y David también fueron
contagiados y con pasión extendieron la bandera de la unidad, la comunidad Acari
extendió la bandera d su comunidad y aprovechamos un instante para acercarnos al
hielo que estaba presente en los abismos de las rocas.




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La ceremonia de pago a la Pachamama estaba por empezar era el momento del ritual
de wajtha (ofrenda). Las hojas de coca debían seleccionarse, uno a uno lo hacían con
respeto. Agustín Guzmán fue requerido para la celebración, flores, incienso y más
complementos estaban listos para ser ofrendados a la madre tierra.

Hombres y mujeres participaron de la ceremonia, fue sorprendente como en ese
preciso lugar dos alcones rodeaban el acontecimiento y acompañaban con sus gritos
en el espacio.




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Ya terminado el ritual iniciamos el descenso, a mitad de camino nos esperaba la
comunidad de Acari para compartir lo que la tierra producía, un almuerzo con habas,
papas y pescado más las ensaladas de cebolla y tomate acompañadas de exquisitas
empanadas. Se extendió un mantel y se depositaron los alimentos que cada familia
había llevado para compartir. Aquí se sentía la fuerza de la unidad e integración
comunitaria, se sentía el compartir entre los que tienen con los que no tienen, no se
percibía diferencia de clases, no era un restaurante sino una mesa de confraternidad,
fue fantástica e inolvidable la lección que recibimos de nuestros hermanos de Acari.




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Anne Fontaine ciudadana afro francesa era nuestra compañera de viaje, baja de
estatura, pelo rizado, de piel blanca y amistosa. Siempre estaba pendiente de sus
hermanos. Su ideal conocer más de cerca la cultura de los pueblos y valorarla a través
de sus bocetos para plasmarlos en dibujos y pinturas que permitan trasmitir un
mensaje de conservación y respeto a la naturaleza.

Mientras se abría el dialogo entre los asistentes algunos caminantes entre ellos Anne
prefirieron dormir y descansar por unos minutos.

Había que continuar y Walter Méndez el guía encargado emprendió junto al grupo con
el descenso.

Cuando estábamos Jobo y yo a unos 100 metros captando las imágenes del regreso, se
acerco el Alcalde de Acari y solicitó a los presentes que visiten el pucará y centro
ceremonial que reposa en la cuchilla de la montaña llamado serpiente, con agrado y
responsabilidad Walter aceptó la invitación y luego de delegar la responsabilidad de
guía del grupo, iniciamos la nueva travesía. En esta ruta el guía era el propio alcalde de
Acari.




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Hernán y Walter iban conmigo, otro grupo Jobo, David, Nohemí y Cristhian estaban
delante con el Alcalde como guía junto a una autoridad local que se había sumado.
Cuando llegamos estábamos a 200 metros de la cumbre, aun nos encontrábamos en
los muros de piedra, al paso por este lugar encontraban al paso fragmentos vasijas de
cerámica, unas sencillos otros con líneas pigmentadas de rojo eran fragmentos quizá
de origen inca, asas de vasijas y otros fragmentos llamaban la atención, ahí
encontramos a Nohemí, nuestra compañera, delgada con gran ímpetu, colaboradora y
atenta a los requerimientos para gestionar con buena voluntad lo que hacía falta en
muchas ocasiones. Era la segunda vez que recorría esta ruta y generalmente sus
amistades nos proporcionaban atenciones a lo largo del camino, también estaba
sorprendida por la cerámica pero había que llegar a la cumbre, el sol se estaba
perdiendo y aun faltaban algunas rocas que superar. En minutos llegamos y a la cima y
como gratificación encontramos una estructura de una casa con paredes de roca,
paredes de protección a su alrededor y una vista panorámica única, valió la pena el
esfuerzo. Cansados, pero satisfechos, retornamos a Acari, nos esperaba el alcalde con
su vehículo, subimos todos a acepto del guía que se quedo en el lugar y llegamos a
Yunguyo a comprar la cena y luego a descansar.




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Al siguiente día luego de desayunar, salimos hasta el centro de la ciudad,
aprovechamos el día de descanso para subir fotografías e información al internet, para
cambiar dinero, y adquirir lo necesario para continuar. Lamentablemente las
computadoras no disponían de lector de memorias, fue imposible poner fotografías en
el facebook, al enterarse Anne nuestra hermana afro francesa, con espíritu de
compañerismo nos obsequio uno y logramos enviar el material fotográfico al mundo.
Cenamos y luego compramos para continuar con el viaje juntamos entre todos dinero
y adquirimos lo necesario para los siguientes tres días en que sería difícil encontrar
comunidades o casas en las que podamos preparar los alimentos.




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Cuando nuevamente cantó el gallo de nuestro amigo David, no tardamos en
levantarnos, doblar las cobijas, separar las mochilas de equipo con la de ataque y salir
para esperar al Alcalde que era la persona contratada para que nos traslade en su
vehículo hasta la comunidad de Masocruz, desde donde iniciaríamos la caminata.




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Cuando eran las tres y media de la madrugada antes de iniciar el viaje hasta nuestro
destino, el alcalde nos condujo hasta un sector de la ciudad para desayunar, un pan y
una funda plástica con colada de quinua fue suficiente, pagamos y con alegría pedimos
al conductor nos haga escuchar la música que disponía, sin dudarlo colocó no sé si fue
casete o CD, pero eran huaynos que dieron buen humor al nuevo día.

A los pocos minutos de viaje se alcanzó a ver a un lado de la franja larga de asfalto un
animal que no hace mucho había sido atropellado, nos bajamos y comprobamos que
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estaba sin vida, era un zorro, Agustín consiguió un saco metió el animal y aunque el
dueño del vehículo se opuso al principio se opuso lo subió y continuamos con el viaje.
La música era nuestra alegría, cada tema era apología a la vida del alcalde una mini
campaña para promoverse con los viajeros.

El carro se detuvo y fue estacionado, había unas pocas casas y una iglesia, estábamos
ya en Masocruz nuestro destino, no había movilidad en el lugar como se había dicho
para transportar los equipajes, alimentos y otras cosas más hasta la nueva parada.
Alain fue a buscar un vehículo para contratar pero no convenimos por el alto costo que
eso representaba, Nuestro compañero Samuel no perdió tiempo y fue con otro
compañero a buscar movilidad (transporte), regresaron contentos habían hablado con
los policías y habían convenido en darles el valor que auparían el combustible, solo
faltaría que Miky se ponga de acuerdo y trasporte el equipaje.

Ahora ya estábamos listos, comprar algún alimento y disfrutar de un exquisito
desayuno, cerca del pequeño parque estaban algunas señoras ofreciendo sus
productos alimenticios, hacia tanto frio que lo primero que solicitamos fue una bebida
caliente. Unos tomamos colada de quinua y otros café, Agustín y otros compañeros
beneficiaron la bebida con una o dos cucharas de harina de hojas coca como
energizarte.

Samuel degustó una sopa o caldo de alpaca el plato predilecto de los nativos del lugar,
otros un seco o estofado pero con una porción de arroz papas y en unos casos
solicitaron chullo. Había que alimentarse porque la jornada que venía era la más
fuerte, en pocos segundos el arroz que estaba expuesto al intenso frio se volvía duro
en forma de grumos, pero en este instante todo se hacía sabroso aunque unos
compañeros se resistían a alimentarse.

Agustín y otros compañeros se dieron modos por sacar la piel del zorro, sacar las
vísceras lavar la carne y colocarla en un saco para llevarla al siguiente punto de
destino.




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Luego del suculento desayuno revisamos el equipaje que sería llevado al siguiente
punto y tomamos lo necesario, agua ropa apropiada para el frio y una que otra cosa
mara comer. Wily Cabrera de origen limeño ya se había sumado al grupo, ahora
disfrutaba de la amistad de un perro que entretenidos esperaban despedirse.

Apenas salía el sol y era hora de unir anergias, de agradecer por los alimentos y la vida,
de pedir para que el grupo permanezca unido y para que las diferencias que pudieran
existir se desvanezcan y sean sustituidas por una empatía sólida de principios en
defensa de la naturaleza.

Agradecidos nos despedimos de las personas que nos atendieron en el desayuno y nos
fuimos perdiendo en el horizonte de esta comunidad mientras el sol se nos unía a una
nueva jornada de caminata.




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El aire puro de la mañana, el azul del cielo reflejado en los espejos de agua cristalina de
los pajonales, y el frio de la brisa del nuevo amanecer eran nuestra inspiración para
caminar en busca del encuentro con la naturaleza.

Al pasar por un puente en el fondo de un riachuelo, estaban unas cuantas
extremidades de llama o alpaca como muestra del sacrificio de estos animales para la
alimentación de los pobladores del lugar.

Nos toco caminar por un segmento de carretera bien compactado se hacía sentir en
los pies el calor acumulado. Fue un tramo que se ejerció más velocidad para caminar el
paso era más largo y rápido debíamos llegar al centro de conservación del Suni la ave
más grande de los andes en peligro de extinción.




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Cruzamos grandes alfombras de pajonales, admiramos patos andinos y alpacas y una
extensa red eléctrica que nos servía de guía. En el camino nos intercepto el vehículo
que trasportaba nuestro equipaje, no era el de la policía sino otro que había
contratado Miky.

Seguimos cruzando el pajonal y por un momento junto a un poste que servía de sostén
a la red eléctrica descansamos, tomamos agua y algo de comer y continuamos
desplazándonos por el escaso follaje.

Cuando quedamos Jobo y yo rezagados del grupo por habernos detenido a tomar fotos
del paisaje y del grupo, decidimos desplazarnos en línea recta y así alcanzar a los
compañeros y aprovechar para tomar fotografías y videos desde una distancia
considerable y de un ángulo diferente. Sabíamos lo que hacíamos y el objetivo era dar
alcance a nuestros compañeros

Cuando escuche de Jobo “cuidado Rodrigo”, ya era tarde, mis pies estaban dentro del
fango de un pequeño pantano junto a un riachuelo que nos aprestábamos cruzar, ya
sin calzado cruzamos el riachuelo y sentíamos penetrar el frio del agua, salimos y
caminamos sobre unas rocas para sentir el masaje y descanso que nos daban las rocas.
Era impresionante el paisaje, disfrutábamos del desplazamiento de nuestros hermanos
caminantes, apenas se los veía como un hijo humano que se movía en el horizonte.

Nuestros compañeros al vernos desplazar en otra dirección preocupados envían al
guía…. Para que nos intercepte y nos unamos al grupo, al rato salió de una pequeña
casa de techo de paja incrustada en la planicie a interrogarnos sobre nuestra presencia
en el lugar, le respondimos y le explicamos de nuestro objetivo y así nos dirigimos al
grupo que estaba descansando a un kilómetro por lo menos. Ya junto nos servimos un
suculento almuerzo un pan con atún y un poco de agua.




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No teníamos mucho tiempo para descansar, fueron suficientes unos pocos minutos
para recuperar fuerzas y continuar con la travesía.

Habíamos cruzado algunas elevaciones, habíamos hecho algunos atajos y el cansancio
ya estaba rondándonos, en un pequeño descanso llenamos nuevamente con agua los
recipientes que disponíamos y continuamos con más lentitud y agotados.



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La recompensa estaba por llegar, a la distancia se vieron unas pequeñas casas y con
entusiasmo con una voz de suspiro Nohemí exclamó “hemos llegado” era el centro de
rescate del Suri, nuestro destino para ese día.

Dejamos las mochilas en una habitación que nos asignaron y otros preferimos la cocina
salimos de inmediato a conocer la ave protegida. No lo podía creer que en los andes
exista una ave similar a la avestruz de África inmensa y aun erguida en busca de su
supervivencia. Era increíble, estaba frente a nuestros ojos el suri, un ave andina de
similar forma y tamaño que un avestruz, era gratificante conocer la existencia de este
bello animal.

Miky apresurado se esforzaba en la cocina por preparar una sopa de fideo para
caliente compartirla con los compañeros, en otra olla hervía el agua para preparar el
ansiado te Agustín y Samuel también se movían en la cocina de un lado a otro mientras
que el resto estaba descansando antes de cenar.

Luego de degustar la cena, la mayoría de compañeros se fueron a descansar, hacia
mucho frio. Aprovechamos esos momentos para cortar la carne de zorro que había
sido cocinada y dejarla enfriar para usarla en el desayuno acompañada de un pan y te
caliente. Samuel motivado por el aroma de la carne terminó extrayendo con sus
dientes la carme que aun estaba adherida en el hueso.

Al siguiente día no todos desayunaron con zorro otros prefirieron pan con mermelada
o mantequilla, quienes lo hicimos, sabíamos que la caminata que nos esperaba era
larga y había que tener el estomago lleno. Al momento de despedirnos recibimos de
los anfitriones una hermosa pluma de Suri y nosotros hicimos la entrega de un video
afiches promocionales de Calvas y Loja, igual lo hicieron las delegaciones de Bolivia y
Tarata, Anne entregó como recuerdo una moneda de su país. Hubo abrazos y
estrechones de mano antes de partir, tomamos las mochilas y las colocamos en
nuestros hombros y nos fuimos perdiendo nuevamente en el pajonal.




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Ya habíamos caminado un gran tramo, no había opción de tomar atajos, la ruta era
caminar en dirección de los cables de la energía eléctrica en línea recta atravesando el
pajonal que en este sector era un tanto más grueso y duro que al pasar se sentía en las
pierdas el roce constante.

El frio de la brisa se intensificaba conforme nos acercábamos a las montañas que
estaban envueltas en nieve. De pronto se obscureció y el frio se apoderaba de nuestro
cuerpos que aun estando abrigados, lo sentíamos más fuerte. Nos detuvimos a
descansar un momento y en ese instante a lo lejos se acercaba rápidamente una
intensa nube negra acompañadas de intensos relámpagos y truenos era la presencia
de una tormenta de granizo que se estaba descarga sobre las montañas y que venía
por nosotros. Apenas nos dio tiempo de sacar nuestra ropa y abrigarnos más, de
colocarnos ropa impermeable y una porción de plástico para evitar que el agua nos
moje., fue tan rápido que en un instante sentíamos como los granizos golpeaban
nuestro cuerpo e intentaban llegar a nuestro rostro, fueron necesarios solo segundos
para que se cubra el pajonal de granizó y el verdor de la escasa vegetación se convierta
en una fina capa de hielo, debíamos sacudir nuestro cuerpo para que el hielo que caía
se deslice y no forme capas más gruesas.

Al seguir en el camino encontramos a tres compañeros sentados cubiertos con un
plástico grande, creo que les invadió el pánico y prefirieron decirnos “sigan sigan ya los
alcanzamos”, nosotros sacando fuerzas del interior, nos motivamos y con regia
decisión emprendimos a paso fuerte nuestra caminata, con respeto a la naturaleza
pero con solida decisión de continuar caminando. Sería una media hora que con gritos
de avanzada nos dábamos ánimo, para contrarrestar la furia de la tormenta, apenas
avanzamos a tomar unas cuantas fotos y el grupo decidió que apaguemos las cámaras
para evitar la atracción de los rayos. Seguimos y seguimos caminando hasta que
sentimos caer agua sobre nuestro calzado, era señal que había pasado la granizada y
que estábamos a salvo, aunque el frio podría provocar en alguno de nosotros
hipotermia.


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Cuando dejo de llover ya estábamos entrando a una pequeña comunidad, ahí en casa
de una lugareña hicimos preparar café, descansamos un rato y luego de abrigarnos
continuamos la travesía.




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Nos habían hablado tanto de la comunidad de Chalapanca que estábamos deseosos de
llegar a nuestro nuevo destino. Usando el programa informático Earth Google
habíamos comprobado que era un lugar ubicado a 5000 m.s.n.m. aproximadamente
cercado de nevados. Nos trasladamos de inmediato al cuartel del ejército lugar que
según el organizador debíamos acampar y pernoctar. Luego de una entrevista con el
encargado de la unidad militar nos informó que no ha recibido órdenes de su superior
para poder alojarnos y que por lo tanto no podíamos quedarnos. El frio era
insoportable, nuestros cuerpos temblaban y surgió la idea que gestionar ante la
comunidad el préstamo de un local en donde poder descansar y protegernos del frio.

El propio militar y una compañera fueron a Clalapalca un caserío de no más de 10
casas. Al retornar trajeron la grata noticia que podemos ocupar la casa comunal y que
el ejército nos facilitaría colchones y frazadas para protegernos el frio. Agradecidos por
la gestión del señor militar fuimos a la comunidad y Nohemí una conocedora del lugar
consiguió que una señora nos facilite su casa para preparar una sopa y cenar.

Cuando llegaron los colchones y las frazadas apresuradas hicimos una cama general
para descansar y abrigarnos, el frio era insoportable y no comprendíamos como la
gente está habituada a vivir bajo estas condiciones. Al rato llegaron los compañeros
con la olla de comida sacamos nuestros recipientes y cenamos.

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Al siguiente día desayunamos unos te con pan, mermelada y una porción de queso y
un té caliente, otros aprovechamos la carne del zorro con pan y te, Agustín hizo su
preparado de siempre, té con harina de hojas de coca y la compartió con algunos
compañeros, en fin fue reconfortante. La señora que nos había facilitado su casa para
preparar los alimentos nos hizo conocer que junto al cuartel militar hay una cárcel de
alta seguridad donde están los delincuentes más peligroso del Perú, es un edificio que
tiene cinco pisos subterráneos y que a pesar de la seguridad se habían escapado más
de 10 reos unos días antes de que lleguemos, uno había sido encontrado en el camino
muerto de hipotermia y el resto capturados cerca de la frontera.




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El agua era insoportable para bañarse, pero la generosidad de la Pachamama había
dado al sector aguas termales, luego de caminar dos horas aproximadamente, junto a
una quebrada cubierta de algas, en una hoyada brota agua caliente uno de los
atractivos singular de la comunidad.




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Ya luego del baño llegó un vehículo sustituto del que el grupo contrató para trasladar
el equipaje y para que nos deje hasta la parte alta de la comunidad y desde ahí
continuar con la caminata hasta Tarata. Al paso disfrutamos de la frescura de los
nevados y empezamos nuevamente a atravesar montañas desérticas en las que
abunda la fina arena y unos cuantos pedazos de roca escondidos en el subsuelo.

Miky siguió el viaje con el equipaje y nosotros emprendimos la caminata. A lo lejos las
nubes se fundían con lo blanco de los nevados y el sol coqueteaba con el agua fundida
del hielo que daba origen a pequeños riachuelos que se deslizaban para humedecer el
suelo árido del lugar. Fue insospechable encontrar en estos terrenos una planta con
flores blancas que complementaba el blancor del horizonte.




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Continuamos el viaje Como guía general estaba Cristhian y como guía nativo nuestro
hermano Tito oriundo de Tarata, mientras caminamos nos habló de la minería y de los
nombres de las montañas y de las comunidades, Jobo y yo encontramos un atajo que
permitía caminar en línea recta, al parecer era un camino antiguo, No tenía sentido
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caminar por la carretera, Wily se acercó, le comentamos sobre el camino y decidió el
grupo continuar por el sendero. Más abajo se hallaron unos pequeños muros y un
empedrado llamativo al parecer sería inca i quizá más antiguo, lo seguimos hasta llegar
a una planicie en donde aprovechamos para almorzar, preparamos con Francis la
comida deshidratada que nos había donado Afranito Rodríguez y María José Cueva
Cueva, incluso la compartimos con unos compañeros a quienes se les había agotado
los alimentos.




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El camino empedrado se prolongó casi hasta llegar a Tarata aunque algunos tramos
estaban interrumpidos por la carretera de asfalto. Ya una vez que salimos a la
carretera ahí nos esperaban algunos regidores y funcionarios el municipio, nos
saludaron y se sumaron al grupo de caminantes. Era indudable que la hospitalidad y
gesto de fraternidad por parte de nuestros hermanos de Tarata fue el primer estimulo
que recibimos a nuestra llegada.




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Ingresamos a la ciudad por un camino empedrado y con pendiente, ahí estaban
periodistas y nuestros primeros anfitriones para darnos la bienvenida, acto que estaba
siendo trasmitido en directo a la comunidad a través de un medio radial.




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Continuamos nuestra avanzada al centro de la ciudad y una estrecha calle con un arco
nos acogían con afecto y hermandad. Solo bastaron unos cuantos pasos para sentir la
energía de los abrazos de las personas que se habían acercado para recibirnos. Este
gesto jamás podrá borrarse de nuestros corazones.

Cuando llegamos al centro estaba la población y autoridades para a nuestra llegada
brindarnos la exquisita chicha de maíz. La Encargada de imagen Institucional de la
Municipalidad y otros funcionarios y autoridades fueron tan generosos que en cada
palabra vertida encontrábamos alegría y confraternidad. Cada uno de los

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expedicionarios se presento y compartió su sueño con los presentes. Fuimos invitados
a pasar al interior de la municipalidad para participar de un acto solemne en el que se
nos entregó a cada uno de los caminantes una medalla como muestra de gratitud por
la promoción turística que nos encontrábamos realizando de cada sector que
visitamos. Aprovechamos de la oportunidad para entregar a la municipalidad un vídeo
de Cariamanga y la provincia de Loja y material de difusión turística. Realmente nos
sentíamos como en nuestra propia casa rodeados de personas con gran valor humano,
Gracias Nohemí y Tito por Haber Coordinado este significativo acto con la
municipalidad y el pueblo de Tarata. Ya en la noche en la movilidad del Municipio
llegamos hasta la comunidad de Ticaco para pernoctar en el hotel Municipal una
infraestructura hotelera de primera. Cenamos y descansamos.




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Al siguiente día cuando las aves alegraban el nuevo amanecer, partimos caminando
hasta la comunidad de Putina, habían transcurrido unos 15 minutos y nuestra sorpresa
fue encontrar un atractivo turístico con infraestructura de primera. Al entrar al lugar
hay un ambiente acogedor y al fondo se observa una piscina con agua temperada que
brota del vientre de la tierra, es tan reconfortadle que uno no quiere salir. Los
compañeros que estuvimos en el lugar unos prefirieron la piscina y otros usamos con
más privacidad los espacios personales. Al salir dejamos constancia de nuestra visita en
el libro diario del establecimiento.




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Al regreso a Ticaco en la municipalidad nos esperaba el alcalde y más autoridades
locales, nos ofrecieron un exquisito maíz tostado y una porción de queso acompañado
de té caliente, estaba tan sabroso que pedí otra porción.

Sonia también fue nuestra anfitriona que se esmeró en atendernos, cuando salimos a
recorrer la población a nuestro paso Jobo saludo en aymará y en quechua a unos dos
adultos mayores que se encontraban sentados en un pequeño parque, nos contaron
algunas anécdotas y posaron para una fotografía del recuerdo, en ella descubrimos
una cuchara de metal fino que brillaba uniendo su chal o pañuelo que cubría sus
hombros algo similar a la cultura Saraguro, supieron decir que en comunidades de
Bolivia existen aun mujeres que se visten con el traje que usa la comunidad Saraguro.

La limpieza de la ciudad es única en estos sectores, un solo papel no encontramos en el
suelo durante el recorrido que hicimos, un mirador con una vista panorámica completa
y un colorido que contrastaba con los vistosos colores de las flores que entregan el
más exquisito aroma.




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En la tarde salimos caminando para conocer el camino ancestral que nos debía
conducir hasta Tarata, con gran entusiasmo iniciamos la caminata mientras Nohemí
nos informaba de cada sector por donde pasábamos. Puentes, senderos empedrados y
un bello atardecer fueron nuestros compañeros, ya cuando la tarde nos cubría
llegamos a un monumento histórico, en se instante decididos con Francis adelantarnos
al grupo y llegar a Tarata para informar a quienes nos esperaban que el grupo está por
llegar. En el camino encontramos un joven que salía de hacer tus tareas de agricultura
y fue nuestro compañero en el viaje, Los habitantes de este sector usan el mínimo
espacio de las laderas para formar con las mismas rocas inmensas terrazas y ahí con


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empeño sembrar papas, maíz y sobre todo lo que llaman con razón el mejor orégano
del mundo.




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Habíamos caminado rápido llegamos a tiempo e informamos que el grupo de
expedicionarios está en camino. Cuando todos ya estábamos reunidos, la
municipalidad nos brindo una exquisita cena, fue el lugar y el momento adecuado para
que por parte de la misma institución se festejara el nacimiento de nuestro hermano
Walter, fue un evento pequeño pero de mucho significado era el grupo consolidado
que estaba compartiendo este momento especial de su vida.

Walter había decidid abandonar la caminata motivos personales le truncaron el deseo
de seguir competiendo la caminata, sin embargo cada uno de nosotros lo llevaríamos
presente como el amigo sincero que compartía a cada paso sus conocimientos, sacaba
de su cofre e recuerdos muchas experiencias y las dejaba a cada uno de nosotros, al
momento de agradecer entre uno de sus bastones con los que habría cruzado
montañas, nevados y desiertos en manos de Nohemí como un recuerdo y el otro me lo
entregó para plasmar con mucha generosidad para plasmar una amistad sincera,
propio de un caballero.




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Habíamos recuperado fuerzas y tocaba partir a la costa atravesando montañas de
arena en pleno desierto, era sin lugar a dudas la parte más difícil de esta travesía.
Primero debíamos llegar a Chutacamani luego a Chipispaya y de ahí llegar al valle de
Sambalay.




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Cuando caminábamos por lo alto de una montaña desértica a través de caminos
improvisados, mientras las piedras rodaban a cada paso que dábamos, al fondo dentro
de un cañón había un sentamiento humano con unas pequeñas porciones de
vegetación, Motivados por Nohemí decidimos bajar y descubrir los encantos de este
extraño lugar. Cuando llegamos al centro poblado nos percatamos que habíamos
llegado a Chutacamani. Descansamos en la municipalidad tomamos agua y se preparo
un improvisado almuerzo pan con atún. Igual que en los casos anteriores, compartimos
la comida deshidratada y continuamos el viaje. Aquí conocí la planta de membrillo y
sabor del refresco que había compartido un lugareño.




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Caminata del Titikaka al Mar   Rodrigo Hidalgo Bravo




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Caminata del Titikaka al Mar                                     Rodrigo Hidalgo Bravo




El camino era bien delgado en tramos había que caminar con cautela lo que disminuía
la velocidad de nuestro desplazamiento, pasamos por otro caserío donde la gente nos
sorprendió, sacaban de sus casas frutas que de seguro eran de su consumo para
compartirlas con nosotros, manzanas, peras, tunas y membrillos unas más agradables
que otras, incluso una familia entrego un maceado de durazno, era extraño ser frutas
en una zona árida y extremadamente caliente, pero el tesón y la constancia habían
hecho germinar estos frutos que nos alentaban a continuar.

Ahora la meta era llegara hasta Chipispaya, caminamos más intensamente para que la
noche no se interponga a nuestro reto. En el camino ya motívalos por la cercanía del
poblado junto con Cristhian y Alain decidimos trotar, Cristhian y yo llegamos al
poblado y buscamos la municipalidad para encontrarnos con Miky y Samuel que
habían venido con el equipaje. Dialogamos con el doctor encargado del centro médico
de la localidad para que nos facilite agua para beber. Cuando llegó el grupo nuestra
hermana Anne estaba con ampollas en uno de sus pies y fue atendida en el centro
médico.

Cuando dialogamos con el médico advirtió que es de cuidado la presencia de las arañas
“la viuda negra” que es de consecuencias mortales y que habita frecuentemente
dentro de las casas sin habitar.

Nohemí después de visitar su familia contacto a su tío pata que nos ayude como guía
para que nos conduzca a través del desierto y nos oriente para continuar la caminata.
En la noche Miky había preparado con Samuel una exquisita cena un caldo de gallina
con fideos y papas y un té bien caliente.

Mi aspiración fue comprar en Lima calzado especial para la caminata, lo encontré pero
a precio muy elevado, en Copacabana también intente comprar aunque sea de
segunda, pero no encontré y unos que habían estaban caros y en mal estados, sólo
quedaba la opción de encontrar cuando lleguemos a Tacna, mientras tanto debía
continuar con mis zapatillas ya rotas y en mal estado, de no hallar solo me tocaba
retirarme de la caminata porque no estaban en condiciones de continuar la caminata
en el desierto de la costa. Cristhian me facilitó zapatos que tenia de emergencia pero
no los había ocupado hasta que se terminando de destruir los míos, en la noche me los
pidió y me dijo que si no los ocupo para facilitárselos a Samuel que tiene su calzado
destruido, entonces le facilite a Samuel y me expuse a seguir con los míos arriesgando
que en el camino se destruyan, pero era la oportunidad para que mi amigo continúe.




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Para adecuar nuestro improvisado dormitorio primero revisamos cada espacio y luego
colocamos nuestras bolsas de dormir, otros compañeros prefirieron ir a otra
habitación o armar sus carpas en el patio para evitar las armonías de mis ronquidos. Al
poco rato se terminó el fluido eléctrico y todo quedó en silencio.




Tres de la mañana ya estábamos cada uno con su mochila de ataque, Nohemí ya había
rogado a su familia que mi mochila sea enviada a Tarata y de ahí a Tacna para retirarla
una vez que hayamos cruzado el desierto, aunque esta situación me impacientaba
constantemente porque ahí disponía del equipo que me permitía almacenar las

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fotografías y así continuar descargando las fotos que tomaba, ahora el espacio de la
memoria era limitado y no disponía de energía suficiente para el funcionamiento de la
cámara fotográfica. La caminata debía continuar y adecuarnos con lo que teníamos.

El guía nos condujo por un atajo hasta llegar al final de una carretera, el camino estaba
en partes bloqueado por grandes piedras que habían caído de lo alto y que de alguna
forma nos hacia caminar intranquilos. Antes de iniciar el ascenso por un camino
delgado y en mal estado el guía nos pidió caminar con cuidado ya que la estructura de
la tierra por donde estaba el camino era inestable, así empezamos nuevamente a subir
montañas áridas y arenosas. Cuando aclaro el día ya eran las siete de la mañana,
aprovechamos lo parejo de una cumbre y descansamos unos minutos hasta que todos
los caminantes estén agrupados. Seguimos caminando el cansancio ya se notaba y el
agua se iba agotando, a estas alturas ya no había este liquido donde abastecernos,
pero aun si alguien quería desistir en continuar aun le quedaba la posibilidad de
regresar con el guía y abandonar la caminata.

Habían momentos que nos tocaba bajar hasta la base del cañón formado por las
elevaciones arenosas y de ahí ascender nuevamente para encontrar una fila
interminable de montañas multicolores que contemplándolas con atención tenían
similitud a la superficie de Marte u algún planeta extraño. Ya no se escuchaban aves ni
el murmullo del agua de las quebradas y ríos, los animales y plantas habían quedado
atrás, una montaña con otra no eran diferentes, era un mundo nuevo que estábamos
explorando, solo el guía podía conducirnos ya que los caminos sobre el arena se
pierden al instante.

El guía durante el trayecto final empezó a describir el camino que debíamos seguir,
subir un cerro negro luego descender y subir un cerro café con algo de amarillo,
entonces cuando lleguen a otra elevación ahí deberán subir un camino en forma de
tres “z” (setas) luego continúan caminando hasta encontrar una quebrada seca sin
salirse su dirección continuar hasta llegar a un rio que está cercano a un caserío.




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Un compañero de Tarata sabía lo que había descrito el guía, agradecidos nos
despedimos y continuamos el viaje. A cada segundo se sentía el cansancio, la
temperatura era fuerte, se sentía el reflejo de los rayos del sol que terminaban en la
superficie que sobre la que caminábamos.

El grupo empezó a separarse y quienes venían en la parte posterior corrían el riesgo de
perder el rastro guía y terminar con su vida deshidratados en el arenal.

David, Nohemí y finalmente Miky venían despacio, para Jobo y yo teníamos problema
al desplazarnos para tomar las fotografías, el agua se estaba agotando y el cansancio
se apoderaba de cada uno de nosotros. El ultimo camino para ascender eran las tres
setas, eran caminos interminables, cuando se empezaba a ascender en dirección a la
cumbe parecía estar cerca, pero cuando se avanzaba se alejaba más porque aparecían
otras elevaciones más arriba, parecía un espejismo en el que uno desea sentarse a
descansar, pero aquí no había opción de hacerlo si uno se quedaba unos cuantos
minutos el grupo ya no se lo veía y por tanto el riesgo de perderse aumentaba.

Francis había tomado la delantera un poco más atrás del guía principal cuando llegó a
un parejo grito emocionado pensando que había culminado el ascenso, estaba
equivocado apenas había ascendido la mitad, se veía en algunos compañeros la boca

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seca recubierta con polvo de arena. Según las indicaciones del guía que nos condujo
primero deberíamos llegar a un rio con agua fresca entre las dos o tres de la tarde, eso
nos mantenía con ganas de seguir caminando ya era la una de la tarde y solo nos
faltarían máximo dos horas.

Jobo había mermado el ritmo de su caminata a causa de la aparición de ampollas en
sus pies, pero aun así continuaba ayudándome a tomar fotografías para tener
evidencias de nuestra experiencia.

Cuando ya llegamos a la cumbre nuestros compañeros habían dejado en el piso un
afiche como señal para que sigamos sus rastros. Desde este momento el camino era
más difícil de encontrarlo, una que otra ave de rapiña nos acompañaba a espera de
que alguien de nosotros deje de respirar.

Un grupo encontramos en el camino y otro más se sumó, improvisamos con los
plásticos una cubierta para evitar el intenso sol y de lo poco de comida que había la
compartimos entre todos, agua no había que beber. Ya nadie quedaba atrás y
decidimos continuar, mientras tomábamos fotos una vez más quedamos alejados del
grupo y cuando salimos a una curva escuchamos un grito, era Agustín que intentaba
decirnos que no continuemos que hay un derrumbo hasta que al final comprendimos
que debíamos bajar por otro camino improvisado de piedras sueltas que estabas
esparcidas junto a un abismo de más de 100 metros.

Cuando llegue al lugar que estaba Agustín le solicite me regale un poco de agua,
sonriente me alcanzó una botella plástica con un poco de agua que contenía harina de
coca, le agradecí pero no la consumí, llegó Jobo y me explicó como había sobrevivido
en los cerros secos de Bolivia cuando le tocaba estar cuatro y cinco días cuidando las
llamas. Se agacho y cogió unas diez hiervas secas que estaban plantadas en el piso las
halo y dijo aquí hay agua, chupa, eso hicimos y apenas se humedecieron los labios, lo
mismo seguía haciendo en cuando encontraba la hierba seca.

Jacobo y yo habíamos tomado un atajo y logramos en poco tiempo unirnos al grupo
que estaba delante. En ese instante tomó otra decisión de ir por otro atajo que
supuestamente lo llevaría al rio, pero era una decisión incierta, no estuve de acuerdo y
continúe unido al grupo. En una planicie ya en la tarde Tito llegó y sacó una botella
con poco agua y la compartió igual lo hizo con un poco de leche, por lo menos refrescó
muestra boca.

Otro compañero disponía de agua pero no comento nada, la guardaba como su
reserva, aun no había esperanza de llegar al río. Nos levantamos y continuamos la
caminata, llegamos a otro río seco, las grietas aumentaban lo que hacía más difícil
nuestro viaje, a cada paso que intentábamos dar los pedazos de tierra endurecida por

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el sol se movían y detenían nuestro intento de avanzar rápido, la moral disminuía y el
pánico empezaba a rodearnos.




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Cuando llegamos al rio o quebrada seca, comprendíamos que estábamos cerca,
seguimos la dirección de la quebrada, es más caminamos sobre ella, viendo a cada
paso el mosaico formado por las grietas formadas por el calor, y pensar que esta parte
de la tierra un día fue un gran rio con agua fresca y pura.

Cuando ya eran las cuatro de la tarde sacamos fuerzas de nuestro interior y
caminamos más fuerte porque estábamos por llegar al rió, paramos descansamos, las
últimas gotas del macerado de durazno lo acabamos como fuente de hidratación y
comprendíamos que estábamos perdidos.

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Eran casi las seis de la tarde y no habían esperanzas de hallar agua, paso cerca de mi
Alain en busca del guía para decirle que es necesario regresar porque estábamos
caminando en sentido equivocado, esto puso más en zozobra a los caminantes, alguien
tranquilizó al grupo que estaba un tanto alterado, todos juntos decidimos no regresar
u continuar en la dirección el río seco conforme lo recomendaba el guía.

Bajamos hasta el río seco, ya había anochecido y decidimos armar nuestro
campamento para descansar. Agustín había hablado con tres compañeros Hernán, el
guía y Tito para que vayan en busca del agua, la noche estaba fresca y podrían
caminar un poco más. Eran momentos difíciles, nuestras vidas estaban dependiendo
de la posibilidad de encontrar agua, de no hallar sabíamos que la muerte era segura.
En la noche cada uno meditábamos y reflexionábamos sobre la situación que se estaba
viviendo, el no hacer un reconocimiento previo de la ruta y hacer la señalización era
una falla del evento que estaba exponiendo la vida de los participantes.

Pasadas unas tres hora sentimos llegar a nuestros compañeros, todos ansiosos por
saber el resultado de su sacrifico, salimos y recibimos la noticia de que habían
encontrado el río. Tomamos la suficiente cantidad de agua y nuestros compañeros sin
descansar continuaron caminando para poder llevar el agua a un grupo rezagado que
estaría a dos horas.




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Pero la preocupación aun persistía por Jobo quien desafiante decidió tomar otro
camino. Sin carpa ni sleeping descendió confiado en que hallaría agua, ya en horas de
la noche luego de un sinnúmero de inconvenientes llegó agotado y deshidratado. Jobo
nos contaba “se habían formado dos grupos, yo iba adelante del primero, las ampollas
habían progresado sentía un fuerte dolor en la parte delantera de las plantas, descanse
unos minutos mientras aumenté la dosis de talco en los zapatos, entonces me alcanzó
el otro grupo y caminé junto a ellos, como la marcha de ese grupo era lenta me
adelante, en el afán de no morir en el desierto por falta de agua, en la desesperanza
camine frenéticamente queriendo alcanzar al primer grupo, pero en ese lapso caminé
rio abajo que es donde la huella estaba de ida, pero como ya estaba obscuro no pude
observar las huellas, continúe caminando en dirección del rio hasta que por desgracia
llegue a un barranco profundo, entonces sabía que el grupo no pudo haber bajado por
este lugar y volví de inmediato rio arriba, buscando el desvió de huellas, caminé un
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buen trecho, hasta que encontré un desvió equivocado que también me llevó a otro
barranco, volví rio arriba con el ánimo caído, en busca del desvió del camino, cuando lo
encontré ya estaba bastante agotado había caminado en este día más de 18 horas; ya
en el letargo estaba observando donde descansar, pensé: “recorreré el camino de la
colina por última vez y será el final de la jornada” entonces emprendí la caminata por
la cuchilla de una colina, la visibilidad era escasa la yo estaba la luna en su esplendor,
apenas alcance a ver unas cuantas que serían mi última morada., cuando llegue al sitio
estaba frente a las carpas del primer grupo,. Al rato llegaron los compañeros que
habían salido en busca del agua y de inmediato compartieras el liquido, por un
momento pensé que mis huesos estarían junto a los tantos que había encontrado
esparcidos en este sector.”

Cuando amaneció sabíamos que faltaba poco para llegar al río, nos apresuramos en
comer lo poco que aun les quedaba a algunos compañeros. Desarmamos las carpas y
organizamos nuestros equipajes, sin esperar más a piso agigantado iniciamos la
caminata. Cuando llegamos al río unos compañeros aprovecharon para refrescarse en
las aguas que fluían bajo un puente, otros aprovechamos para llenar nuestros
recipientes y tener agua para el camino.




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Caminamos un poco más ya hidratados y llegamos hasta una casa en el sitio Sambalay,
ahí nos atendía una buena señora y su hija y de inmediato compartió el agua que
disponía en un recipiente, le contamos nuestra experiencia y nos manifestó que del
agua el río ni los animales la consumen peor los humanos, al preguntarle porque? Ella
respondió porque contiene arsénico un mineral nocivo para la salud que es originado
en la explotación minera de hierro y otros minerales que lo hace una empresa china en
la parte alta junto a los nevados. Considero que la insalubridad el agua fue la causante
de tres días de dolor de estomago que algunos de los expedicionarios sufrimos.

Fueron unos cortos instantes que dialogamos y disfrutamos de la dulzura de unas
cuantas granadas (frutas con pepas que disponen de un liquido agradable) que nos
ofreció la dueña de la casa y su amable hija.

En el camino




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Continuamos la trayectoria y en el camino volvimos encontrar grandes extensiones e
ají y ahora de cebolla, llegamos a una pequeña comunidad, ahí estaban nuestros
compañeros unos descansando y otros alimentándose. Apenas ingresamos se acercó
Nohemí y nos alcanzó un plato con maíz tostado y carne frita de chancho, una
verdadera delicia para nuestro maltratado estomago. Al rato nos enteramos que la
dueña de la casa al enterarse sobre la caminata había preparado la exquisita comida
para invitarnos. Estas expresiones de solidaridad eran las que fortalecían cada día


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nuestro espíritu y quizá por ello no flaqueamos en los momentos difíciles que
atravesamos.

Paso no más de unos cinco minutos y el piso se había convertido en una hostería para
los expedicioncitas casi todos estaban dormidos




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El tramo siguiente era muy corto y estábamos cansados, Francis ya había solicitado al
conductor de un camión que nos traslade hasta Sama Inclan. Ya en la noche
adecuamos nuestras bolsas de dormir y luego de una reconfortante cena ofrecida por
la municipalidad descansamos sin sentir las sinfonías de los ronquidos de algunos
caminantes.




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Ahora las zapatillas ya no estaban en condiciones de soportar otro tramo más, sin
esperar, Francis y yo viajamos a Tacna a buscar zapatos que puedan garantizarnos
continuar el viaje, fue reconfortante cuando al fin encontramos y los adquirimos,
aprovechamos unos minutos más para compramos algo de ropa ya que nuestro
equipaje aun no llegaba de Tarata.




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Ya estábamos recuperados y con gran entusiasmo de seguir la caminata, estábamos
cerca de culminar nuestra aventura y la emoción persistía en el corazón de cada
participante. Emprendimos la caminata a Sama Yaras nombre que significa en quechua
“tierra de descanso”, los cultivos de ají se incrementaban a nuestro paso, el sol nos
guiaba a través del desierto, a lo lejos se percibía el movimiento de personas y cuando
llegamos a ellas, por el inmenso calor humano que nos brindaban nos sentíamos
desbordantes de alegría al de cerca tan hermosa bienvenida.




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Ya cerca de la población, imponentes nos esperaban los chalanes en sus regios caballos
de paso, se había formado una calle de honor que nos acompañaron paso a paso. Los
niños de las escuelas flameaban sus globos, en cada rostro se veía alegría cuando
estrechábamos sus manos y los jóvenes de la secundaria avivaban nuestra llegada.
Hubo un instante que corrí un poco más de lo habitual para buscar en un mirador que
estaba en la calle un espacio alto para tomar las fotos, yo estaba emocionado de la
espontaneidad de la comunidad que salían a recibirnos mientras avanzamos hasta la
municipalidad.

En una corta ceremonia pero muy significativa las autoridades nos dieron la bienvenida
y los expedicionarios uno a uno se presentó y exclamo la emoción sentida al estar en
esta hospitalaria ciudad.




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Ahora la municipalidad y la asociación de criadores de caballos de paso nos ofrecieron
a observar una demostración de las destrezas de los caballos y de la habilidad de los
chalanes. “El caballo” un personaje muy conocido en la localidad ponía el toque de
alegría en la mesa, sus improvisadas expresiones, su actitud de cortesía a las damas y
su buen humor hacían más agradable al estadía.

Mientras las monturas de rigor eran colocadas a los caballos la mesa estaba lista para
servir un asado, plato típico de Sama, las papas y ensaladas ponían un toque de
decoración. El alcalde hizo la invitación a degustar y los regidores se sumaron al
ofrecimiento haciendo gala de su hospitalidad. La coordinación estaba a cargo del
director de imagen institucional y de un grupo del personal de la municipalidad que se
esmeraron por atendernos y hacernos sentir como en nuestra propia casa.

Desde el inicio de la exposición de los ejemplares equinos, fue un espectáculo lleno de
habilidad de los chalanes para conducir a los caballos y hacer demostraciones con
elegancia en cada paso que daban y en mucho caso en coordinación de la música.




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El corto tiempo que quedaba en la tarde, lo ocupe para descargar las fotografías y
prepararlas para subirlas al internet, en la municipalidad recibimos el apoyo de Geoana
y su compañero quienes nos brindaron su apoyo y atención. En la noche tuvimos la
oportunidad de degustar una exquisita cena en la que también asimilamos el afecto
con que la habían preparado.

En la noche los habitantes de la comunidad ya se habían reunido en un centro cultural
al aire libre, cuando llegamos se dio inicio a la programación.

Palabras de bienvenida por parte de las autoridades de Sama y tres exposiciones por
parte de los caminantes fue el inicio del acto cultural.

Tres jóvenes se rentaron del graderío adecuaron cada uno sus inmensos tambores y
por lo menos 30 músicos más con sus quenas hicieron retumbar el lugar, eran
explosiones de música alegre folklórica que levantaron el animo a los presentes. Desde
otro extremo del amplio patio formaron hileras hombres y mujeres que al compás de
la música de la banda se deslizaban armónicamente dando un espectáculo de calidad.
Luego de bailar algunos temas, quienes integraban la danza invitaron a bailar a los
expedicionarios para compartir su exquisita cultura.




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El pueblo de Sama también quería compartir su producción agrícola, apenas amaneció
nuestros pies volvieron a moverse hasta llegar al fundo (hacienda) del señor William
Vargas criador de ganado lechero. La calidad y cantidad de la leche que producen sus
vacas se debe al mejoramiento a través de la inseminación artificial, Una baca
ganadora de premios, llega a producir hasta 40 litros al día obtenidos en dos ordenas
de manera mecánica. No existen toros ya que de pequeños son eliminados o
consumidos.

Los productores de leche del lugar fueron por muchos años abastecedores de la
empresa Gloria, tuvieron que pasar algunas décadas para que profesionales logren
poner valor agregado a través de los múltiples productos derivados que actualmente
producen, especialmente yogur y queso.




                                                                                 129
Caminata del Titikaka al Mar   Rodrigo Hidalgo Bravo




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Caminata del Titikaka al Mar                                    Rodrigo Hidalgo Bravo




Continuamos la caminata ahora nuestro objetivo era llegar a una planta procesadora
de la leche, junto a nosotros estaba como guía el director de imagen de la
municipalidad un funcionario eficiente que al caminar compartía la información sobre
los cultivos forrajeros de alfalfa y sobre las plantaciones de olivos.

 Alfredo López, un joven empresario nos esperaba en su fundo para contarnos el
proceso de sus productos y el alcance de su empresa. Luego de recorrer sus
instalaciones degustamos yogur y queso, una delicia para el paladar. La municipalidad
                                                                                 131
Caminata del Titikaka al Mar                                  Rodrigo Hidalgo Bravo


en un ambiente agradable e improvisado nos brindó un desayuno con choclo cocinado,
pan, queso y yogur.




                                                                               132
Caminata del Titikaka al Mar   Rodrigo Hidalgo Bravo




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  • 1. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo ¡MISIÓN CUMPLIDA¡ Esta es nuestra historia, hoy queremos compartirla con cada uno de ustedes, nuestros grandes amigos, para que al leerla la vivan y la disfruten. ¡ ALLALLA ALLALLA ABYA YALA ¡ 1
  • 2. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando recibí la invitación por el señor Coordinar del evento Sr. Alain Dueñas, para que participe en la caminata Ecoturística desde el Lago Titikaka hasta el Mar, de 400 kilómetros en 15 días lo medité, reflexioné y analicé varias veces, debía enfrentar condiciones climáticas difíciles y se requería un estado físico riguroso para caminar a una altura aproximada de 5000 m.s.n.m. en donde se dificulta la respiración y se presentan problemas con la presión arterial. Debía caminar sobre áreas con lluvia que provocan la aparición de ampollas y calambres y desiertos extensos que conllevan a la deshidratación y agotamiento extremo corporal, en fin era un reto que debía asumir con responsabilidad. Francis Guzmán un amigo con quien había compartido algunas investigaciones arqueológicas y caminatas en senderismo, era la persona indicada para formar un equipo y representar con honor a nuestra tierra Cariamanga Ecuador, Una vez que lo decidimos comunique de nuestra participación al organizador e iniciamos el entrenamiento para fortalecer nuestras capacidades motrices y de resistencia. Habíamos decidido participar en la caminata del Titikaka al Mar como una muestra de reciprocidad a nuestros hermanos de Perú y Bolivia, Equipos, itinerarios y material de difusión turístico de Cariamanga y Loja estaban listos para embarcar. Era un reto asumido para estrechar lazos de amistad, conocer nuevas alternativas de emprendimiento turístico, revalorar la cultura ancestral de los pueblos del Abya Yala, promocionar los atractivos turísticos de Calvas y Loja, aportar al turismo de los pueblos hermanos por donde pasaríamos en la caminata y establecer vínculos con aperadoras, guías turísticos y autoridades para invitarles a la caminata Wayakuntu 2012 que se realizará desde Saraguro a Cariamanga desde el 15 al 21 de junio. El viaje lo realizamos en bus, salimos de Cariamanga, admiramos el verdor de los paisajes de Colaisaca, Utuana, Sozoranga y Sabiango, en la tarde disfrutamos del calor de Macará, pasadas unas horas, se esfumaron las arrugadas montañas y era difícil ver la vegetación. La naturaleza es tan prodigiosa que se encarga de distribuir los encantos en cada espacio de la Pachamama, ahora admirábamos intensos desiertos con pinceladas verdes de los cultivos que se están implementando con sistemas de riego por goteo. Las autopistas son de primera con auxilio de puestos de rescate y ayuda del soat, cosa que no existe en Ecuador. La presencia de una multitud de niños y adultos con unos palos y en uno de los extremos una media botella plástica de gaseosa, nos llamó la atención, se apresuraban en acercarse a las ventanas de los vehículos a ofrecer sus productos, eran guabas que al costo de un sol ofrecían a los pasajeros de los diferentes transportes. Su iniciativa de ofrecer los productos nos llamó la atención y alguien del lugar que viajaba junto a 2
  • 3. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo nosotros nos explicó que la presencia de los vendedores se debe a que sus tierras han sido convertidas en cementerios de la naturaleza y que el agua que usaban ha sido contaminada por los residuos de las mineras que han extirpado la vida de la Pachamama y que por ello se han visto obligados a emigrar y buscar nuevas formas de trabajo para sobrevivir. Cuando había transcurrido una hora de viaje sentimos un aroma fuerte a cítrico, observamos una franja verde y un movimiento inusual de personas, era la comercialización del limón. Una comunidad que se había opuesto a la explotación minera en sus tierras, y que gracias a varias iniciativas han emprendido en la producción de cítricos. Fue fácil ver a lo largo del viaje hileras de desechos plásticos y escombros acumulados como consecuencia de la irresponsable actitud de pasajeros que lanzan sus desperdicios sin darse cuenta del daño que causan. A la naturaleza. 3
  • 4. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ya en Piura una ciudad comercial, llegamos al terminal de Ittsa una empresa de primera, con sistemas de seguridad, atención de calidad al cliente, nuestro rumbo era Lima. Embarcamos nuestro equipaje y subimos a la segunda planta del bus y ocupamos los primeros lugares con vista panorámica, asientos reclinables en posición cama, una frazada térmica y una almohada fueron nuestros huéspedes, El desierto era extenso una geografía de arena esparcida en pequeñas elevaciones sin esperanzas de encontrar un ser vivo. La recompensa no se hizo esperar, admiramos al pie del crepúsculo bellos atardeceres en la costa peruana. 4
  • 5. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Tuvimos de compañero un emprendedor, nos habló de platos típicos, de costumbres y del uso de la coca en el sur de Perú y norte de Bolivia, así iniciamos nuestro aprendizaje vivencial en la universidad de la vida. Al rato la azafata se hizo presente ofreciéndonos una cena caliente ya eran las 20h00. Para llegar a Lima habíamos pasado en la noche, diferentes comunidades todas ellas dentro del desierto. Al amanecer mientras degustábamos el desayuno, la ciudad de Lima estaba callada mostrando las bondades y bellezas de cada rincón que admirábamos. Agradecidos por las atenciones nos apresuramos en buscar la empresa que nos llevaría a Puno nuestra siguiente destino para poder llegar hasta Copacabana Bolivia. 5
  • 6. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Agustín Guzmán un amigo de Ayabaca residente en Lima y dedicado a la investigación de las bondades de las plantas para la salud y alimentación, nos recibió, era la primera vez que lo conocíamos en persona. Fuimos en busca de calzado para caminata, pero estaba cerrado igual quisimos cambiar moneda y aun era muy temprano para hacerlo, Agustín nos ilustró para que lo hiciéramos más tarde. Y aprovecho unos minutos para compartir lugares como el estadio Nacional, la casa de justicia, la casa del gobierno nacional, los parques y su historia, en fin un legado de atractivos para admirar. 6
  • 7. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo En Lima en los pocos minutos que disponíamos antes de embarcar un nuevo vehículo gracias a Agustín, pudimos contactarnos con el Arqueólogo Cesar Astuhuamán Alto funcionario del Ministerio de Cultura de Perú para solicitar la colaboración para la participación de expedicionarios peruanos en la caminata Saraguro - Cariamanga para el mes de junio y así ir completando el Qhapaq Ñan. La falta de tiempo no nos permitió almorzar, por lo que decidimos preparar una de las comidas deshidratadas conseguidas por María Cueva Cueva. Solicitamos la colaboración a un extranjero para que traduzca el texto de las indicaciones porque estaban en ingles. Francis mi compañero de viaje y yo intentamos prepararla, pero no resultó así que decidimos comerla fría. Llegó Cesar, dialogamos y nos tocó partir. 7
  • 8. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Los paros no fueron ajenos a nuestra aventura, Una extensa hilera de carros estaba esperándonos a causa de la presencia de mineros artesanales recostados en un puente como una muestra de protesta ante las concesiones mineras a trasnacionales y exigiendo al gobierno se les permita explotar de manera artesanal. 8
  • 9. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo La tecnología se hacía presente, el riego por goteo estaba presente con la producción de uva, aceitunas, parte del desierto ya es terreno productivo. Como compañero de viaje estaba cerca de nosotros Esteban, un ciudadano Suizo, el nos ayudó a traducir las instrucciones de la comida deshidratada y logramos entender cuál había sido nuestra falla. 9
  • 10. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Desde Puno (Perú) tomamos otro vehículo hasta Copacabana (Bolivia), Cuando llegamos a la frontera peruano boliviana, hicimos revisar la documentación, cambiamos unos cuantos soles a bolivarianos y continuamos el viaje, fue impresionante ver a 3800 metros el resplandor de un lago que se extendía en los andes y que por su extensión no se alcanzaba a ver su fin en el horizonte. Plantas de múltiples colores de quinua despertaban nuestra curiosidad, casas con techo de paja, agricultores a los dos lados de la vía cultivando plantaciones de habas y de papa, los rayos del sol de un nuevo día cobijaban con alegría las cristalinas aguas del Titicaca. 10
  • 11. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ya cerca de Copacabana, fuimos avisados de un nuevo paro, era una comunidad que había obstaculizado la vía ante el incremento del valor de los pasajes. Para suerte había un atajo, caminamos un kilómetro, A Francis le todo llevar su mochila y la mía, yo dos pequeñas y el chofer el cartón con comida deshidratada. 11
  • 12. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando llegamos a Copacabana tomamos un taxi hasta la Casa del Sol lugar en donde debíamos llegar para aclimatarnos por dos días. Nosotros estábamos en un mundo desconocido, no era nada familiar, el clima, la gente, la arquitectura, el aroma todo era distinto, pero sentíamos a cada paso energías acogedoras que nos esperaban. 12
  • 13. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Habíamos llamado por dos ocasiones y no recibimos respuesta, un buen ciudadano que trabajaba en una construcción se dirigió a nosotros y con amabilidad nos informó que habían salido, pero que esperemos que no tardaran en regresar. Apresurado se veía llegar a una persona, saludo y nos invitó a pasar. Ya en el interior se percibía tranquilidad, hermandad y un toque de alegría en cada palabra, antes que un hotel el ambiente era de hogar. Sin esperar más hablamos del propósito de nuestra presencia, de inmediato nos facilitó una habitación para descansar y guardar nuestro equipaje. Cuando ingresamos mi amigo Francis le manifestó que la habitación ya ha sido ocupada porque encontramos dentro otro equipaje, sonriente se acerco nuestro anfitrión y manifestó que el objetivo es la integración y que el equipaje corresponde a otro compañero que había salido junto a otros hasta la Isla del Sol dentro del Lago Titicaca para recolectar el agua Sagrada del Lago. Las palabras de Samuel nuestro anfitrión, nos dieron confianza y empezamos a preguntar sobre costumbres, tradiciones y lugares arqueológicos de Copacabana, no queríamos perder un solo segundo, debíamos aprovechar cada respiro para comprender la cultura de nuestros hermanos y sentirnos parte de ellos. El cansancio se había esfumado, ahora estábamos animados en salir a caminar recorrer la ciudad y subir a la roca más alta que inerte vigilaba como eterna guardián a la hermosa ciudad e Copacabana. Entre las narraciones de Samuel nos llamó la atención la del centro ceremonial de Intikala y la orca del inca, dos lugares que nos apresuramos en conocer pero antes debíamos proveernos de agua. En 10 minutos llegamos al primer sitio en el que aun estaban como mudas testigas de un pasado, diversas rocas trabajadas por las manos de culturas ancestrales, ellas hablaban por si solas, estaban talladas gradas, sillas, canales y conductos que hacían suponer su uso para rituales. Dos niñas y un niño risueños se acercaron a la roca donde estábamos contemplando y dijeron “aquí se sentaba el inca y en estos otros lugares también” agregaron “acá colocaban a la llama acostada y la sacrificaban, la sangre caía al canal y se desplazaba hasta otro lugar en done se purificaba” eran niños que con 13
  • 14. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo orgullo describían un pasado que aun vive gracias a las sabiduría de los ancianos. Es un lugar con historia que permite contemplar una panorámica de la ciudad de Copacabana. 14
  • 15. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando pregúntanos a los niños si conocen el camino que conduce a la cumbre del cerro en donde está la horca del inca, en coro respondieron “si” y nos invitaron a caminar ya que dijeron tener permiso de sus padres para hacerlo. Una niña y una señora que estaban sobre una roca y junto a una puerta nos informaron que debemos cancelar para ingresar al lugar y una vez que lo hicimos nos entregaron un ticket. Subimos entusiasmados, era la oportunidad para analizar la estructura del camino y compartir nuestra experiencia con los niños y niñas que estaban con nosotros. Cada paso era un nuevo mirador a la ciudad, quienes construyeron el camino lo hicieron para admirar y sentir las bondades de la Pachamama, las tranquilas aguas del Lago, el brillo de los blancos nevados, la aparición y puesta el sol, las estrellas, las aves y la suave brisa que choca en las misteriosas rocas que nos rodean. A 20 metros de la cumbre se destacan varias rocas con orificios, otras están sobrepuestas una sobre otras, todas con la intervención del hombre. El punto por donde asoma el orto solar en cada 21 de junio y diciembre es cuando el eje de la tierra ha adquirido la mayor inclinación, estos puntos son llamados los solsticios del norte y del sur. Precisamente estos conocimientos son ancestrales y se remontan al origen del reloj solar. Los orificios que existen en las rocas cada solsticio 15
  • 16. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo permiten que el rayo de luz que aparece a la salida del sol atraviese la roca en dirección este oeste y sea proyectado en el centro de la barra horizontal que se encuentras más al oeste Por estar a dos días del equinoccio (21 de Marzo) nos preocupamos en ver alguna relación entre los rayos de luz y algún orificio o punta de alguna roca. Fue sorprendente hallamos una alineación entre el rayo de luz y la punta de una roca en forma de lanza. La misma que se prolongaba a un orificio, realmente es un observatorio astronómico que habría que estudiarlo con atención y determinar su alcance. Asombrados dialogábamos con Francis y los pequeños que se interesaban por saber más. In joven se acerco y dijo conocer un lugar que sirvió de medio de comunicación, nos hizo caminar unos metros más arriba y se sentó en una piedra con una cavidad, emitió un grito y el eco de su voz se la escuchó en tres tiempos a causa de las montañas. Cuando regresamos nuevamente al lugar inicial, encontramos tres señoritas estudiantes de la universidad de Turismo, hablamos de muestra caminata y ayudaron a recolectar piedras pequeñas para hacer un reloj solar en el piso y poderles explicar la tecnología de nuestros antepasados, pusieron mucha atención y juntos bajamos a la ciudad, ya era tarde y los niños tenían que regresar. 16
  • 17. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo El atardecer llegó y nos regalo el más bello paisaje, el Lago Titicaca era un espejo en donde el sol despedía a sus rayos. Cuando llegamos al hotel encontramos desasnando en la habitación a otro compañero caminante que había llegado, era David Abad. Luego de ducharnos descansamos complacido de haber conocido una maravilla más de la naturaleza. Al siguiente día recorrimos con David y Francis la ciudad: sus calles, el muelle, la producción y su gente, sus iglesias y comida típica. 17
  • 18. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo 18
  • 19. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo En la tarde ya habían llegado más compañeros, estábamos once, incluido Manuel Alvarado Quispe de Bolivia, conocedor de la Cosmovisión Andina. En la fotografía están de izquierda a derecha, Manuel Alvarado Quispe de la Paz Bolivia, Miguel Zarate de Arequipa Perú, Hernán Fernández de Buenos Aires Argentina, Francis Guzmán de Cariamanga Ecuador, Samuel Rubín de Celis de Copacabana Bolivia, Anne Fontaine de la Isla de la Reunión Afro-francesa, Walter Méndez de Caraz Perú, Jacobo y Timoteo Mamani de Potosí Bolivia, David García de Lima Perú y Rodrigo Hidalgo de Cariamanga Ecuador. 19
  • 20. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo En la noche se había sumado al grupo una hermana Argentina, Alain Dueñas de Arequipa Perú, Berter Estrada Quispe de Tacna Perú, Cristhian Enríquez de Arequipa Perú Alain Dueñas expedicionario y organizador del evento y el presidente de guías de Copacabana Jaime Romero. Escuchamos algunas indicaciones sobre la caminata, compartimos las novedades de algunos hallazgos de Walter e iniciamos un pequeño ritual que nos permitió meditar y flexionar sobre la naturaleza, el cosmos, la existencia y la hermandad. Nuestra hermana de Argentina realizó una limpia y Manuel inspirado en la sabiduría ancestral compartió con los presentes hojas de coca para continuar con el ritual. Finalmente Alain Deposito en las manos de los caminantes agua florida para que sea inhalada. 20
  • 21. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Al día siguiente se sumaron dos nuevos caminantes Nohemí Flores y Tito NInaja de Tarata Perú. Conforme estuvo planificado se inicio en acto de inauguración en el salón de eventos del hotel Gloria. En un acto solemne el Gobierno Municipal de Copacabana entregó acuerdos en los que nombró a cada expedicionario “huésped distinguido” mediante la ordenanza de reconocimiento. Nº 002-2012, En dicho evento estuvieron presentes el alcalde de Copacabana, el presidente del concejo y regidores de Copacabana, el comandante de la marina de Copacabana y otros más. Para este acto también estuvieron presentes el alcalde y regidores de Sama Perú. 21
  • 22. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo 22
  • 23. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Horas más tarde en la base naval de Copacabana se realizó bajo la dirección del Hno. Manuel Alvarado la recolección de agua por parte de los caminantes para ser depositada al término como ofrenda a la mama qucha (mar). Había llegado el momento de iniciar la caminata y de despedirnos de nuestro segundo hogar la bella Copacabana, era notoria la nostalgia, pero había llegado la hora de iniciar la caminata. 23
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  • 25. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando salimos de la base Naval a unos cien metros estaba aun el presidente del Concejo en espera de los caminantes para despedirse y expresar su deseo de éxitos en la caminata. Poco a poco nos alejábamos de la ciudad, el perfil del lago era nuestro guía y la fresca brisa nuestra inseparable compañera. Manuel Zarate un experimentado guía tomo la delantera conduciéndonos hasta nuestro siguiente objetivo la ciudad de Yunguyo. Miguel Zarate, Miky como le llamamos, es de estatura baja jovial, con vastos conocimientos de montañismo, es el descubridor de la Momia Juanita, su carácter le permite acercarse con facilidad a la comunidad y despertar interés con sus conversaciones, su predisposición a colaborar es uno de sus valores. Cuando llegamos a la frontera Bolivia peruana hicimos nuestro control y al pasar el arco que divide estos países hermanos, sentimos de lo alto caer pétalos flores frescas, eran los pobladores de Acaro y Yunguyo que estaban presentes para darnos la bienvenida, Era fácil sentir la exquisita calidad humana del Alcalde de Acari, los regidores, la representante de cultura y turismo de Yunguyo y de los habitantes del sector que con aprecio nos colocaron arcos de flores a cada caminante. 25
  • 26. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo 26
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  • 28. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando arribamos a Yunguyo llegamos a la municipalidad y de inmediato nos trasladamos al lugar que la municipalidad había facilitado para pernoctar, un nuevo compañero se sumaba a la caminata el hno. Agustín Guzmán. Luego de recorrer algunas calles y el parque central buscamos un lugar en donde cenar y comprar lo necesario para el siguiente día. Tomamos un taxi y regresamos al ligar de nuestro descanso, por unos momentos reunidos recibimos instrucciones y nos informó el coordinador que para algunos casos los caminantes debemos contratar la movilidad y la alimentación. Todos decidimos entonces aportar para adquirir lo necesario y preparar la alimentación durante los días que toca estar alejados de poblaciones o comunidades. Finalmente ayudamos a arreglar los trípticos el evento para entregarlos a lo largo de la caminata y fuimos a disfrutar de un merecido descanso. 28
  • 29. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Nos levantamos temprano compramos pan y unas cuantas paltas (aguacates) hicimos un preparado y a degustar, era nuestro desayuno. Al rato llego la representante del municipio de Yunguyo y nos invitó a compartir un sabroso desayuno y dimos gracias por el alimento que llegó a nuestra mesa. 29
  • 30. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo La caminata debía continuar, Acari era la comunidad que nos estaba esperando para ir a observar el arte rupestre impregnado en las pareces de una cueva rocosa y un posible centro ceremonial. Al caminar disfrutamos del colorido de las plantaciones de haba, papa y quinua, pudimos admirar el coraje y fortaleza de una mujer comprometida con la Pachamama, es su manos se notaba el trabajo incansable de sol a sol, el perfume que usaba era el de la tierra y la naturaleza, era regia como la misma roca, su rostro lacerado por el sol y la lluvia reflejaba la sabiduría de sus años de existencia y la práctica de valores que al igual que la tierra cultiva con su entorno. En Acari una pequeña pero próspera comunidad, estaba a nuestra espera, sus autoridades con un látigo en la mano imponían autoridad sobre los vecinos del lugar. 30
  • 31. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo 31
  • 32. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Continuamos con nuestra caminata, al pasar por un camino percibimos un exquisito aroma, a unos metros encontramos un grupo de mujeres que inquietas trataban de 32
  • 33. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo ocultar lo que estaban haciendo, nos acercamos y el aroma era más intenso, Ahí observamos entre lo pudimos alcanzar a distinguir, papas y habas colocadas sobre unas hojas de plantas desconocidas para nosotros, a un lado un hombre se apresuraba en sacar y un pescado que humeaba, preguntamos de que se trata esta actividad y nos explicaron que es tradición colocar madera sobre unas rocas hasta que estén calientes y luego colocar unas plantas aromáticas del lugar y sobre ellas habas y papas que son cubiertas con las mismas hojas para que se cocinen con el calor sin usar manteca, aceite o condimentos. Al pescado se le da el mismo tratamiento, no pudimos resistir la tentación de probar y solicitamos nos concedan unas cuantas habas para degustar. Su sabor era extraordinario las habas habían tomado el aroma de las plantas y eran de un tamaño quizá tres veces mayor a las que conocíamos. 33
  • 34. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Una de las autoridades nos acompañaba subido en un caballo, al llegar al lugar de destino alcanzamos a ver una cueva entre una roca inmensa, parecía una concha 34
  • 35. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo gigante. Cuando nos acercamos a su parte interna pudimos ver en una de sus paredes que hacía de tumbado líneas y pequeñas figuras impregnadas con pigmentos de color rojo. En la cara de la roca sobre la que caminábamos se podía observar unos orificios circulares tallados por la mano del hombre. Era un lugar que sin lugar a dudas había estado hace algunas décadas habitado y ocupado por una cultura ancestral que requiere estudio para afirmar cual fue realmente su uso. Continuamos la caminata por un fino sendero y al paso se encontraban cactus de especies que no habíamos visto antes. Finalmente observamos junto al alcalde de Acari, tres monolitos dirigidos a lo infinito del espacio, según versiones de los lugareños eran un matrimonio o novios en otra roca encontramos cinco orificios de igual forma que la anterior en línea recta como una alineación que requiere de un estudio para descifrar su significado y uso. 35
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  • 37. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Luego regresamos a la comunidad de Acari en donde fuimos invitados por el alcalde , autoridades y la comunidad a compartir pampaku de trucha, las habas, papas y trucha cocinadas con el calor de las piedras que encontramos al inicio. 37
  • 38. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Regresamos a Yunguyo unos fuimos al internet otros a buscar donde cenar y comprar lo necesario para la caminata, finalmente regresamos al lugar de nuestro hospedaje y se sumó al grupo el hno. Willan Cabrera de Lima. La noche se hizo corta, unos hablaban del soroche o mal de altura, otros de técnica para caminar, igual se escuchaban asombrosas experiencias vividas por nuestros compañeros, Alain compartió hojas de coca para chacchar (poner hojas fragmentadas de coca en la boca para mantenerlas en forma de bola) mientras el diálogo se volvía más interesante. Se daban las últimas recomendaciones, beber bastante agua y usar caramelos de limón para evitar en la caminata que la saliva se espese y provoque dificultad al respirar. Agustín Guzmán nacido en Ayabaca y residente de Lima, es un estudioso de la naturaleza, de las cualidades de las plantas, de la sabiduría ancestral, en el grupo casi no se lo percibe, habla cuando es necesario y contempla frecuentemente las maravillas de la Pachamama. Es un conocedor de las propiedades de la hoja de coca y sostiene que la harina contiene proteínas y vitaminas que puede ser consumida como una ración alimenticia a más de un estimulante energético, en fin cada uno de los participantes está deseoso por hacer el ascenso al Apu Qhapía. 38
  • 39. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Para nosotros había llegado la hora de verificar si el entrenamiento por tres meses de una a dos horas de trote había sido el adecuado, sin negarlo estábamos inquietos sobre todo por la altura a la que debíamos subir sin embargo confiábamos en nuestro estado físico y psicológico y nos empujaba el apoyo de nuestros hermanos que día a día nos enviaban sus palabras de aliento y apoyo. Tres de la mañana cuando el silencio cobijaba la habitación en la que descansábamos, se escucho el canto de un gallo, era el sonido de la alarma de nuestro compañero David que nos recordaba que ha llegado la hora de partir. En pocos minutos ya todos estábamos con nuestra mochila de ataque en la puerta del local en donde estábamos hospedados, subimos al vehículo del Sr. Alcalde de Acari y fuimos conducidos hasta la base del cerro Qhapía. Cuando iniciamos el ascenso, se percibía un profundo de silencio y misterio, solo se veía la luz de las lámparas y el perfil de los hermanos caminantes que permitían desplazarse por el delgado camino como una multitud de luciérnagas en invierno. A cada paso que dábamos, el viento se imponía y el frio intenso penetraba por nuestra ropa. Cada metro que avanzábamos perdíamos energía y se transformaba en sudor. En la cúspide de la montaña más cercana a nosotros se pudo ver un destello de luz que paulatinamente cubría el inmenso pajonal, era el sol que había iniciado su ritual aparición. Dejamos de caminar, nos tomamos de la mano y nos aprestamos a recibir los primeros rayos en el orto solar, sentíamos como la anergia recorría por nuestro cuerpo y nos llenábamos de vitalidad. 39
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  • 41. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Las formas indescriptibles de cada rosa nos hacían pensar de lo compleja que es la naturaleza, el aire fresco nos animaba a levantar las manos a lo infinito como queriendo acariciarla lo que quedaba de luna. El haber llegado casi a la mitad del camino ya era motivo de alegría, sentir el aire puro y fresco, la libertad de gritar y levantar las manos, era sumarse al vuelo de un cóndor `por la arrugada geografía de los andes. Unos aprovecharon el corto descanso para admirar la naturaleza otros para disfrutar de la compañía de las llamas. 41
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  • 44. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo La caminata debía continuar, Jobo un joven autodidacta y un guía formado en la universidad de la vida de los pajonales de Bolivia no se descuidaban de estar cerca de mí para colaborar capturado los mejores paisajes y los eventos más trascendentales de cada caminata y cuando era necesario buscaba un atajo para desplazarnos más rápido y llegar a sitos que nos permitan ver una mejor panorámica. Cristhian un talentoso guía de montaña estaba pendiente de que los caminantes avancen, siempre incentivando con sus palabras de aliento para llegar a la meta. En momentos cuando estábamos adelantados al grupo aprovechaba para escalar y luego descansar. Francis seguía la hilera que habían formado los expedicioncitas, su estatura era una ventaja para distinguirlo desde la distancia, siempre meditando, tratando de comprender la misteriosa y compleja existencia y presto a cumplir su objetivo, estaba aprendiendo a ver el mundo desde otra óptica en base a las experiencias vividas y compartidas. Nuestras hermanas de la comunidad Acari se apresuraban antes de que raye el sol, llevaban sobre su equipaje las papas frescas para brindar con cariño a los caminantes. 44
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  • 46. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo En este tramo que estábamos culminar y llegar a la meta, habíamos dejado atrás el cansancio y la angustia, sólo pensábamos en que estábamos por lograr un sueño, llegar a la cumbre del Apu Qhapía. Con emoción nos acercamos a la cumbre en nuestras manos flameaba la bandera de Calvas, Hernán un hermano Argentino de contextura delgada y de tamaño regular no pudo esconder sus emociones y junto a David sostuvieron la Yupala bandera del Abya Yala (América Latina). Timoteo y Jacobo también levantaron la bandera de Bolivia y juntos el grupo gritaban a una sola voz una palabra que se había hecho familiar Allalla allalla Pachamama (viva viva la madre tierra).Hernán y David también fueron contagiados y con pasión extendieron la bandera de la unidad, la comunidad Acari extendió la bandera d su comunidad y aprovechamos un instante para acercarnos al hielo que estaba presente en los abismos de las rocas. 46
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  • 48. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo La ceremonia de pago a la Pachamama estaba por empezar era el momento del ritual de wajtha (ofrenda). Las hojas de coca debían seleccionarse, uno a uno lo hacían con respeto. Agustín Guzmán fue requerido para la celebración, flores, incienso y más complementos estaban listos para ser ofrendados a la madre tierra. Hombres y mujeres participaron de la ceremonia, fue sorprendente como en ese preciso lugar dos alcones rodeaban el acontecimiento y acompañaban con sus gritos en el espacio. 48
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  • 50. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ya terminado el ritual iniciamos el descenso, a mitad de camino nos esperaba la comunidad de Acari para compartir lo que la tierra producía, un almuerzo con habas, papas y pescado más las ensaladas de cebolla y tomate acompañadas de exquisitas empanadas. Se extendió un mantel y se depositaron los alimentos que cada familia había llevado para compartir. Aquí se sentía la fuerza de la unidad e integración comunitaria, se sentía el compartir entre los que tienen con los que no tienen, no se percibía diferencia de clases, no era un restaurante sino una mesa de confraternidad, fue fantástica e inolvidable la lección que recibimos de nuestros hermanos de Acari. 50
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  • 52. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Anne Fontaine ciudadana afro francesa era nuestra compañera de viaje, baja de estatura, pelo rizado, de piel blanca y amistosa. Siempre estaba pendiente de sus hermanos. Su ideal conocer más de cerca la cultura de los pueblos y valorarla a través de sus bocetos para plasmarlos en dibujos y pinturas que permitan trasmitir un mensaje de conservación y respeto a la naturaleza. Mientras se abría el dialogo entre los asistentes algunos caminantes entre ellos Anne prefirieron dormir y descansar por unos minutos. Había que continuar y Walter Méndez el guía encargado emprendió junto al grupo con el descenso. Cuando estábamos Jobo y yo a unos 100 metros captando las imágenes del regreso, se acerco el Alcalde de Acari y solicitó a los presentes que visiten el pucará y centro ceremonial que reposa en la cuchilla de la montaña llamado serpiente, con agrado y responsabilidad Walter aceptó la invitación y luego de delegar la responsabilidad de guía del grupo, iniciamos la nueva travesía. En esta ruta el guía era el propio alcalde de Acari. 52
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  • 54. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Hernán y Walter iban conmigo, otro grupo Jobo, David, Nohemí y Cristhian estaban delante con el Alcalde como guía junto a una autoridad local que se había sumado. Cuando llegamos estábamos a 200 metros de la cumbre, aun nos encontrábamos en los muros de piedra, al paso por este lugar encontraban al paso fragmentos vasijas de cerámica, unas sencillos otros con líneas pigmentadas de rojo eran fragmentos quizá de origen inca, asas de vasijas y otros fragmentos llamaban la atención, ahí encontramos a Nohemí, nuestra compañera, delgada con gran ímpetu, colaboradora y atenta a los requerimientos para gestionar con buena voluntad lo que hacía falta en muchas ocasiones. Era la segunda vez que recorría esta ruta y generalmente sus amistades nos proporcionaban atenciones a lo largo del camino, también estaba sorprendida por la cerámica pero había que llegar a la cumbre, el sol se estaba perdiendo y aun faltaban algunas rocas que superar. En minutos llegamos y a la cima y como gratificación encontramos una estructura de una casa con paredes de roca, paredes de protección a su alrededor y una vista panorámica única, valió la pena el esfuerzo. Cansados, pero satisfechos, retornamos a Acari, nos esperaba el alcalde con su vehículo, subimos todos a acepto del guía que se quedo en el lugar y llegamos a Yunguyo a comprar la cena y luego a descansar. 54
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  • 56. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Al siguiente día luego de desayunar, salimos hasta el centro de la ciudad, aprovechamos el día de descanso para subir fotografías e información al internet, para cambiar dinero, y adquirir lo necesario para continuar. Lamentablemente las computadoras no disponían de lector de memorias, fue imposible poner fotografías en el facebook, al enterarse Anne nuestra hermana afro francesa, con espíritu de compañerismo nos obsequio uno y logramos enviar el material fotográfico al mundo. Cenamos y luego compramos para continuar con el viaje juntamos entre todos dinero y adquirimos lo necesario para los siguientes tres días en que sería difícil encontrar comunidades o casas en las que podamos preparar los alimentos. 56
  • 57. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando nuevamente cantó el gallo de nuestro amigo David, no tardamos en levantarnos, doblar las cobijas, separar las mochilas de equipo con la de ataque y salir para esperar al Alcalde que era la persona contratada para que nos traslade en su vehículo hasta la comunidad de Masocruz, desde donde iniciaríamos la caminata. 57
  • 58. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando eran las tres y media de la madrugada antes de iniciar el viaje hasta nuestro destino, el alcalde nos condujo hasta un sector de la ciudad para desayunar, un pan y una funda plástica con colada de quinua fue suficiente, pagamos y con alegría pedimos al conductor nos haga escuchar la música que disponía, sin dudarlo colocó no sé si fue casete o CD, pero eran huaynos que dieron buen humor al nuevo día. A los pocos minutos de viaje se alcanzó a ver a un lado de la franja larga de asfalto un animal que no hace mucho había sido atropellado, nos bajamos y comprobamos que 58
  • 59. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo estaba sin vida, era un zorro, Agustín consiguió un saco metió el animal y aunque el dueño del vehículo se opuso al principio se opuso lo subió y continuamos con el viaje. La música era nuestra alegría, cada tema era apología a la vida del alcalde una mini campaña para promoverse con los viajeros. El carro se detuvo y fue estacionado, había unas pocas casas y una iglesia, estábamos ya en Masocruz nuestro destino, no había movilidad en el lugar como se había dicho para transportar los equipajes, alimentos y otras cosas más hasta la nueva parada. Alain fue a buscar un vehículo para contratar pero no convenimos por el alto costo que eso representaba, Nuestro compañero Samuel no perdió tiempo y fue con otro compañero a buscar movilidad (transporte), regresaron contentos habían hablado con los policías y habían convenido en darles el valor que auparían el combustible, solo faltaría que Miky se ponga de acuerdo y trasporte el equipaje. Ahora ya estábamos listos, comprar algún alimento y disfrutar de un exquisito desayuno, cerca del pequeño parque estaban algunas señoras ofreciendo sus productos alimenticios, hacia tanto frio que lo primero que solicitamos fue una bebida caliente. Unos tomamos colada de quinua y otros café, Agustín y otros compañeros beneficiaron la bebida con una o dos cucharas de harina de hojas coca como energizarte. Samuel degustó una sopa o caldo de alpaca el plato predilecto de los nativos del lugar, otros un seco o estofado pero con una porción de arroz papas y en unos casos solicitaron chullo. Había que alimentarse porque la jornada que venía era la más fuerte, en pocos segundos el arroz que estaba expuesto al intenso frio se volvía duro en forma de grumos, pero en este instante todo se hacía sabroso aunque unos compañeros se resistían a alimentarse. Agustín y otros compañeros se dieron modos por sacar la piel del zorro, sacar las vísceras lavar la carne y colocarla en un saco para llevarla al siguiente punto de destino. 59
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  • 61. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Luego del suculento desayuno revisamos el equipaje que sería llevado al siguiente punto y tomamos lo necesario, agua ropa apropiada para el frio y una que otra cosa mara comer. Wily Cabrera de origen limeño ya se había sumado al grupo, ahora disfrutaba de la amistad de un perro que entretenidos esperaban despedirse. Apenas salía el sol y era hora de unir anergias, de agradecer por los alimentos y la vida, de pedir para que el grupo permanezca unido y para que las diferencias que pudieran existir se desvanezcan y sean sustituidas por una empatía sólida de principios en defensa de la naturaleza. Agradecidos nos despedimos de las personas que nos atendieron en el desayuno y nos fuimos perdiendo en el horizonte de esta comunidad mientras el sol se nos unía a una nueva jornada de caminata. 61
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  • 64. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo El aire puro de la mañana, el azul del cielo reflejado en los espejos de agua cristalina de los pajonales, y el frio de la brisa del nuevo amanecer eran nuestra inspiración para caminar en busca del encuentro con la naturaleza. Al pasar por un puente en el fondo de un riachuelo, estaban unas cuantas extremidades de llama o alpaca como muestra del sacrificio de estos animales para la alimentación de los pobladores del lugar. Nos toco caminar por un segmento de carretera bien compactado se hacía sentir en los pies el calor acumulado. Fue un tramo que se ejerció más velocidad para caminar el paso era más largo y rápido debíamos llegar al centro de conservación del Suni la ave más grande de los andes en peligro de extinción. 64
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  • 67. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cruzamos grandes alfombras de pajonales, admiramos patos andinos y alpacas y una extensa red eléctrica que nos servía de guía. En el camino nos intercepto el vehículo que trasportaba nuestro equipaje, no era el de la policía sino otro que había contratado Miky. Seguimos cruzando el pajonal y por un momento junto a un poste que servía de sostén a la red eléctrica descansamos, tomamos agua y algo de comer y continuamos desplazándonos por el escaso follaje. Cuando quedamos Jobo y yo rezagados del grupo por habernos detenido a tomar fotos del paisaje y del grupo, decidimos desplazarnos en línea recta y así alcanzar a los compañeros y aprovechar para tomar fotografías y videos desde una distancia considerable y de un ángulo diferente. Sabíamos lo que hacíamos y el objetivo era dar alcance a nuestros compañeros Cuando escuche de Jobo “cuidado Rodrigo”, ya era tarde, mis pies estaban dentro del fango de un pequeño pantano junto a un riachuelo que nos aprestábamos cruzar, ya sin calzado cruzamos el riachuelo y sentíamos penetrar el frio del agua, salimos y caminamos sobre unas rocas para sentir el masaje y descanso que nos daban las rocas. Era impresionante el paisaje, disfrutábamos del desplazamiento de nuestros hermanos caminantes, apenas se los veía como un hijo humano que se movía en el horizonte. Nuestros compañeros al vernos desplazar en otra dirección preocupados envían al guía…. Para que nos intercepte y nos unamos al grupo, al rato salió de una pequeña casa de techo de paja incrustada en la planicie a interrogarnos sobre nuestra presencia en el lugar, le respondimos y le explicamos de nuestro objetivo y así nos dirigimos al grupo que estaba descansando a un kilómetro por lo menos. Ya junto nos servimos un suculento almuerzo un pan con atún y un poco de agua. 67
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  • 70. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo No teníamos mucho tiempo para descansar, fueron suficientes unos pocos minutos para recuperar fuerzas y continuar con la travesía. Habíamos cruzado algunas elevaciones, habíamos hecho algunos atajos y el cansancio ya estaba rondándonos, en un pequeño descanso llenamos nuevamente con agua los recipientes que disponíamos y continuamos con más lentitud y agotados. 70
  • 71. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo La recompensa estaba por llegar, a la distancia se vieron unas pequeñas casas y con entusiasmo con una voz de suspiro Nohemí exclamó “hemos llegado” era el centro de rescate del Suri, nuestro destino para ese día. Dejamos las mochilas en una habitación que nos asignaron y otros preferimos la cocina salimos de inmediato a conocer la ave protegida. No lo podía creer que en los andes exista una ave similar a la avestruz de África inmensa y aun erguida en busca de su supervivencia. Era increíble, estaba frente a nuestros ojos el suri, un ave andina de similar forma y tamaño que un avestruz, era gratificante conocer la existencia de este bello animal. Miky apresurado se esforzaba en la cocina por preparar una sopa de fideo para caliente compartirla con los compañeros, en otra olla hervía el agua para preparar el ansiado te Agustín y Samuel también se movían en la cocina de un lado a otro mientras que el resto estaba descansando antes de cenar. Luego de degustar la cena, la mayoría de compañeros se fueron a descansar, hacia mucho frio. Aprovechamos esos momentos para cortar la carne de zorro que había sido cocinada y dejarla enfriar para usarla en el desayuno acompañada de un pan y te caliente. Samuel motivado por el aroma de la carne terminó extrayendo con sus dientes la carme que aun estaba adherida en el hueso. Al siguiente día no todos desayunaron con zorro otros prefirieron pan con mermelada o mantequilla, quienes lo hicimos, sabíamos que la caminata que nos esperaba era larga y había que tener el estomago lleno. Al momento de despedirnos recibimos de los anfitriones una hermosa pluma de Suri y nosotros hicimos la entrega de un video afiches promocionales de Calvas y Loja, igual lo hicieron las delegaciones de Bolivia y Tarata, Anne entregó como recuerdo una moneda de su país. Hubo abrazos y estrechones de mano antes de partir, tomamos las mochilas y las colocamos en nuestros hombros y nos fuimos perdiendo nuevamente en el pajonal. 71
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  • 75. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ya habíamos caminado un gran tramo, no había opción de tomar atajos, la ruta era caminar en dirección de los cables de la energía eléctrica en línea recta atravesando el pajonal que en este sector era un tanto más grueso y duro que al pasar se sentía en las pierdas el roce constante. El frio de la brisa se intensificaba conforme nos acercábamos a las montañas que estaban envueltas en nieve. De pronto se obscureció y el frio se apoderaba de nuestro cuerpos que aun estando abrigados, lo sentíamos más fuerte. Nos detuvimos a descansar un momento y en ese instante a lo lejos se acercaba rápidamente una intensa nube negra acompañadas de intensos relámpagos y truenos era la presencia de una tormenta de granizo que se estaba descarga sobre las montañas y que venía por nosotros. Apenas nos dio tiempo de sacar nuestra ropa y abrigarnos más, de colocarnos ropa impermeable y una porción de plástico para evitar que el agua nos moje., fue tan rápido que en un instante sentíamos como los granizos golpeaban nuestro cuerpo e intentaban llegar a nuestro rostro, fueron necesarios solo segundos para que se cubra el pajonal de granizó y el verdor de la escasa vegetación se convierta en una fina capa de hielo, debíamos sacudir nuestro cuerpo para que el hielo que caía se deslice y no forme capas más gruesas. Al seguir en el camino encontramos a tres compañeros sentados cubiertos con un plástico grande, creo que les invadió el pánico y prefirieron decirnos “sigan sigan ya los alcanzamos”, nosotros sacando fuerzas del interior, nos motivamos y con regia decisión emprendimos a paso fuerte nuestra caminata, con respeto a la naturaleza pero con solida decisión de continuar caminando. Sería una media hora que con gritos de avanzada nos dábamos ánimo, para contrarrestar la furia de la tormenta, apenas avanzamos a tomar unas cuantas fotos y el grupo decidió que apaguemos las cámaras para evitar la atracción de los rayos. Seguimos y seguimos caminando hasta que sentimos caer agua sobre nuestro calzado, era señal que había pasado la granizada y que estábamos a salvo, aunque el frio podría provocar en alguno de nosotros hipotermia. 75
  • 76. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando dejo de llover ya estábamos entrando a una pequeña comunidad, ahí en casa de una lugareña hicimos preparar café, descansamos un rato y luego de abrigarnos continuamos la travesía. 76
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  • 79. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Nos habían hablado tanto de la comunidad de Chalapanca que estábamos deseosos de llegar a nuestro nuevo destino. Usando el programa informático Earth Google habíamos comprobado que era un lugar ubicado a 5000 m.s.n.m. aproximadamente cercado de nevados. Nos trasladamos de inmediato al cuartel del ejército lugar que según el organizador debíamos acampar y pernoctar. Luego de una entrevista con el encargado de la unidad militar nos informó que no ha recibido órdenes de su superior para poder alojarnos y que por lo tanto no podíamos quedarnos. El frio era insoportable, nuestros cuerpos temblaban y surgió la idea que gestionar ante la comunidad el préstamo de un local en donde poder descansar y protegernos del frio. El propio militar y una compañera fueron a Clalapalca un caserío de no más de 10 casas. Al retornar trajeron la grata noticia que podemos ocupar la casa comunal y que el ejército nos facilitaría colchones y frazadas para protegernos el frio. Agradecidos por la gestión del señor militar fuimos a la comunidad y Nohemí una conocedora del lugar consiguió que una señora nos facilite su casa para preparar una sopa y cenar. Cuando llegaron los colchones y las frazadas apresuradas hicimos una cama general para descansar y abrigarnos, el frio era insoportable y no comprendíamos como la gente está habituada a vivir bajo estas condiciones. Al rato llegaron los compañeros con la olla de comida sacamos nuestros recipientes y cenamos. 79
  • 80. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Al siguiente día desayunamos unos te con pan, mermelada y una porción de queso y un té caliente, otros aprovechamos la carne del zorro con pan y te, Agustín hizo su preparado de siempre, té con harina de hojas de coca y la compartió con algunos compañeros, en fin fue reconfortante. La señora que nos había facilitado su casa para preparar los alimentos nos hizo conocer que junto al cuartel militar hay una cárcel de alta seguridad donde están los delincuentes más peligroso del Perú, es un edificio que tiene cinco pisos subterráneos y que a pesar de la seguridad se habían escapado más de 10 reos unos días antes de que lleguemos, uno había sido encontrado en el camino muerto de hipotermia y el resto capturados cerca de la frontera. 80
  • 81. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo 81
  • 82. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo El agua era insoportable para bañarse, pero la generosidad de la Pachamama había dado al sector aguas termales, luego de caminar dos horas aproximadamente, junto a una quebrada cubierta de algas, en una hoyada brota agua caliente uno de los atractivos singular de la comunidad. 82
  • 83. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ya luego del baño llegó un vehículo sustituto del que el grupo contrató para trasladar el equipaje y para que nos deje hasta la parte alta de la comunidad y desde ahí continuar con la caminata hasta Tarata. Al paso disfrutamos de la frescura de los nevados y empezamos nuevamente a atravesar montañas desérticas en las que abunda la fina arena y unos cuantos pedazos de roca escondidos en el subsuelo. Miky siguió el viaje con el equipaje y nosotros emprendimos la caminata. A lo lejos las nubes se fundían con lo blanco de los nevados y el sol coqueteaba con el agua fundida del hielo que daba origen a pequeños riachuelos que se deslizaban para humedecer el suelo árido del lugar. Fue insospechable encontrar en estos terrenos una planta con flores blancas que complementaba el blancor del horizonte. 83
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  • 85. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Continuamos el viaje Como guía general estaba Cristhian y como guía nativo nuestro hermano Tito oriundo de Tarata, mientras caminamos nos habló de la minería y de los nombres de las montañas y de las comunidades, Jobo y yo encontramos un atajo que permitía caminar en línea recta, al parecer era un camino antiguo, No tenía sentido 85
  • 86. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo caminar por la carretera, Wily se acercó, le comentamos sobre el camino y decidió el grupo continuar por el sendero. Más abajo se hallaron unos pequeños muros y un empedrado llamativo al parecer sería inca i quizá más antiguo, lo seguimos hasta llegar a una planicie en donde aprovechamos para almorzar, preparamos con Francis la comida deshidratada que nos había donado Afranito Rodríguez y María José Cueva Cueva, incluso la compartimos con unos compañeros a quienes se les había agotado los alimentos. 86
  • 87. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo El camino empedrado se prolongó casi hasta llegar a Tarata aunque algunos tramos estaban interrumpidos por la carretera de asfalto. Ya una vez que salimos a la carretera ahí nos esperaban algunos regidores y funcionarios el municipio, nos saludaron y se sumaron al grupo de caminantes. Era indudable que la hospitalidad y gesto de fraternidad por parte de nuestros hermanos de Tarata fue el primer estimulo que recibimos a nuestra llegada. 87
  • 88. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ingresamos a la ciudad por un camino empedrado y con pendiente, ahí estaban periodistas y nuestros primeros anfitriones para darnos la bienvenida, acto que estaba siendo trasmitido en directo a la comunidad a través de un medio radial. 88
  • 89. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Continuamos nuestra avanzada al centro de la ciudad y una estrecha calle con un arco nos acogían con afecto y hermandad. Solo bastaron unos cuantos pasos para sentir la energía de los abrazos de las personas que se habían acercado para recibirnos. Este gesto jamás podrá borrarse de nuestros corazones. Cuando llegamos al centro estaba la población y autoridades para a nuestra llegada brindarnos la exquisita chicha de maíz. La Encargada de imagen Institucional de la Municipalidad y otros funcionarios y autoridades fueron tan generosos que en cada palabra vertida encontrábamos alegría y confraternidad. Cada uno de los 89
  • 90. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo expedicionarios se presento y compartió su sueño con los presentes. Fuimos invitados a pasar al interior de la municipalidad para participar de un acto solemne en el que se nos entregó a cada uno de los caminantes una medalla como muestra de gratitud por la promoción turística que nos encontrábamos realizando de cada sector que visitamos. Aprovechamos de la oportunidad para entregar a la municipalidad un vídeo de Cariamanga y la provincia de Loja y material de difusión turística. Realmente nos sentíamos como en nuestra propia casa rodeados de personas con gran valor humano, Gracias Nohemí y Tito por Haber Coordinado este significativo acto con la municipalidad y el pueblo de Tarata. Ya en la noche en la movilidad del Municipio llegamos hasta la comunidad de Ticaco para pernoctar en el hotel Municipal una infraestructura hotelera de primera. Cenamos y descansamos. 90
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  • 94. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Al siguiente día cuando las aves alegraban el nuevo amanecer, partimos caminando hasta la comunidad de Putina, habían transcurrido unos 15 minutos y nuestra sorpresa fue encontrar un atractivo turístico con infraestructura de primera. Al entrar al lugar hay un ambiente acogedor y al fondo se observa una piscina con agua temperada que brota del vientre de la tierra, es tan reconfortadle que uno no quiere salir. Los compañeros que estuvimos en el lugar unos prefirieron la piscina y otros usamos con más privacidad los espacios personales. Al salir dejamos constancia de nuestra visita en el libro diario del establecimiento. 94
  • 95. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Al regreso a Ticaco en la municipalidad nos esperaba el alcalde y más autoridades locales, nos ofrecieron un exquisito maíz tostado y una porción de queso acompañado de té caliente, estaba tan sabroso que pedí otra porción. Sonia también fue nuestra anfitriona que se esmeró en atendernos, cuando salimos a recorrer la población a nuestro paso Jobo saludo en aymará y en quechua a unos dos adultos mayores que se encontraban sentados en un pequeño parque, nos contaron algunas anécdotas y posaron para una fotografía del recuerdo, en ella descubrimos una cuchara de metal fino que brillaba uniendo su chal o pañuelo que cubría sus hombros algo similar a la cultura Saraguro, supieron decir que en comunidades de Bolivia existen aun mujeres que se visten con el traje que usa la comunidad Saraguro. La limpieza de la ciudad es única en estos sectores, un solo papel no encontramos en el suelo durante el recorrido que hicimos, un mirador con una vista panorámica completa y un colorido que contrastaba con los vistosos colores de las flores que entregan el más exquisito aroma. 95
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  • 97. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo En la tarde salimos caminando para conocer el camino ancestral que nos debía conducir hasta Tarata, con gran entusiasmo iniciamos la caminata mientras Nohemí nos informaba de cada sector por donde pasábamos. Puentes, senderos empedrados y un bello atardecer fueron nuestros compañeros, ya cuando la tarde nos cubría llegamos a un monumento histórico, en se instante decididos con Francis adelantarnos al grupo y llegar a Tarata para informar a quienes nos esperaban que el grupo está por llegar. En el camino encontramos un joven que salía de hacer tus tareas de agricultura y fue nuestro compañero en el viaje, Los habitantes de este sector usan el mínimo espacio de las laderas para formar con las mismas rocas inmensas terrazas y ahí con 97
  • 98. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo empeño sembrar papas, maíz y sobre todo lo que llaman con razón el mejor orégano del mundo. 98
  • 99. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Habíamos caminado rápido llegamos a tiempo e informamos que el grupo de expedicionarios está en camino. Cuando todos ya estábamos reunidos, la municipalidad nos brindo una exquisita cena, fue el lugar y el momento adecuado para que por parte de la misma institución se festejara el nacimiento de nuestro hermano Walter, fue un evento pequeño pero de mucho significado era el grupo consolidado que estaba compartiendo este momento especial de su vida. Walter había decidid abandonar la caminata motivos personales le truncaron el deseo de seguir competiendo la caminata, sin embargo cada uno de nosotros lo llevaríamos presente como el amigo sincero que compartía a cada paso sus conocimientos, sacaba de su cofre e recuerdos muchas experiencias y las dejaba a cada uno de nosotros, al momento de agradecer entre uno de sus bastones con los que habría cruzado montañas, nevados y desiertos en manos de Nohemí como un recuerdo y el otro me lo entregó para plasmar con mucha generosidad para plasmar una amistad sincera, propio de un caballero. 99
  • 100. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Habíamos recuperado fuerzas y tocaba partir a la costa atravesando montañas de arena en pleno desierto, era sin lugar a dudas la parte más difícil de esta travesía. Primero debíamos llegar a Chutacamani luego a Chipispaya y de ahí llegar al valle de Sambalay. 100
  • 101. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando caminábamos por lo alto de una montaña desértica a través de caminos improvisados, mientras las piedras rodaban a cada paso que dábamos, al fondo dentro de un cañón había un sentamiento humano con unas pequeñas porciones de vegetación, Motivados por Nohemí decidimos bajar y descubrir los encantos de este extraño lugar. Cuando llegamos al centro poblado nos percatamos que habíamos llegado a Chutacamani. Descansamos en la municipalidad tomamos agua y se preparo un improvisado almuerzo pan con atún. Igual que en los casos anteriores, compartimos la comida deshidratada y continuamos el viaje. Aquí conocí la planta de membrillo y sabor del refresco que había compartido un lugareño. 101
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  • 103. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo El camino era bien delgado en tramos había que caminar con cautela lo que disminuía la velocidad de nuestro desplazamiento, pasamos por otro caserío donde la gente nos sorprendió, sacaban de sus casas frutas que de seguro eran de su consumo para compartirlas con nosotros, manzanas, peras, tunas y membrillos unas más agradables que otras, incluso una familia entrego un maceado de durazno, era extraño ser frutas en una zona árida y extremadamente caliente, pero el tesón y la constancia habían hecho germinar estos frutos que nos alentaban a continuar. Ahora la meta era llegara hasta Chipispaya, caminamos más intensamente para que la noche no se interponga a nuestro reto. En el camino ya motívalos por la cercanía del poblado junto con Cristhian y Alain decidimos trotar, Cristhian y yo llegamos al poblado y buscamos la municipalidad para encontrarnos con Miky y Samuel que habían venido con el equipaje. Dialogamos con el doctor encargado del centro médico de la localidad para que nos facilite agua para beber. Cuando llegó el grupo nuestra hermana Anne estaba con ampollas en uno de sus pies y fue atendida en el centro médico. Cuando dialogamos con el médico advirtió que es de cuidado la presencia de las arañas “la viuda negra” que es de consecuencias mortales y que habita frecuentemente dentro de las casas sin habitar. Nohemí después de visitar su familia contacto a su tío pata que nos ayude como guía para que nos conduzca a través del desierto y nos oriente para continuar la caminata. En la noche Miky había preparado con Samuel una exquisita cena un caldo de gallina con fideos y papas y un té bien caliente. Mi aspiración fue comprar en Lima calzado especial para la caminata, lo encontré pero a precio muy elevado, en Copacabana también intente comprar aunque sea de segunda, pero no encontré y unos que habían estaban caros y en mal estados, sólo quedaba la opción de encontrar cuando lleguemos a Tacna, mientras tanto debía continuar con mis zapatillas ya rotas y en mal estado, de no hallar solo me tocaba retirarme de la caminata porque no estaban en condiciones de continuar la caminata en el desierto de la costa. Cristhian me facilitó zapatos que tenia de emergencia pero no los había ocupado hasta que se terminando de destruir los míos, en la noche me los pidió y me dijo que si no los ocupo para facilitárselos a Samuel que tiene su calzado destruido, entonces le facilite a Samuel y me expuse a seguir con los míos arriesgando que en el camino se destruyan, pero era la oportunidad para que mi amigo continúe. 103
  • 104. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Para adecuar nuestro improvisado dormitorio primero revisamos cada espacio y luego colocamos nuestras bolsas de dormir, otros compañeros prefirieron ir a otra habitación o armar sus carpas en el patio para evitar las armonías de mis ronquidos. Al poco rato se terminó el fluido eléctrico y todo quedó en silencio. Tres de la mañana ya estábamos cada uno con su mochila de ataque, Nohemí ya había rogado a su familia que mi mochila sea enviada a Tarata y de ahí a Tacna para retirarla una vez que hayamos cruzado el desierto, aunque esta situación me impacientaba constantemente porque ahí disponía del equipo que me permitía almacenar las 104
  • 105. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo fotografías y así continuar descargando las fotos que tomaba, ahora el espacio de la memoria era limitado y no disponía de energía suficiente para el funcionamiento de la cámara fotográfica. La caminata debía continuar y adecuarnos con lo que teníamos. El guía nos condujo por un atajo hasta llegar al final de una carretera, el camino estaba en partes bloqueado por grandes piedras que habían caído de lo alto y que de alguna forma nos hacia caminar intranquilos. Antes de iniciar el ascenso por un camino delgado y en mal estado el guía nos pidió caminar con cuidado ya que la estructura de la tierra por donde estaba el camino era inestable, así empezamos nuevamente a subir montañas áridas y arenosas. Cuando aclaro el día ya eran las siete de la mañana, aprovechamos lo parejo de una cumbre y descansamos unos minutos hasta que todos los caminantes estén agrupados. Seguimos caminando el cansancio ya se notaba y el agua se iba agotando, a estas alturas ya no había este liquido donde abastecernos, pero aun si alguien quería desistir en continuar aun le quedaba la posibilidad de regresar con el guía y abandonar la caminata. Habían momentos que nos tocaba bajar hasta la base del cañón formado por las elevaciones arenosas y de ahí ascender nuevamente para encontrar una fila interminable de montañas multicolores que contemplándolas con atención tenían similitud a la superficie de Marte u algún planeta extraño. Ya no se escuchaban aves ni el murmullo del agua de las quebradas y ríos, los animales y plantas habían quedado atrás, una montaña con otra no eran diferentes, era un mundo nuevo que estábamos explorando, solo el guía podía conducirnos ya que los caminos sobre el arena se pierden al instante. El guía durante el trayecto final empezó a describir el camino que debíamos seguir, subir un cerro negro luego descender y subir un cerro café con algo de amarillo, entonces cuando lleguen a otra elevación ahí deberán subir un camino en forma de tres “z” (setas) luego continúan caminando hasta encontrar una quebrada seca sin salirse su dirección continuar hasta llegar a un rio que está cercano a un caserío. 105
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  • 108. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Un compañero de Tarata sabía lo que había descrito el guía, agradecidos nos despedimos y continuamos el viaje. A cada segundo se sentía el cansancio, la temperatura era fuerte, se sentía el reflejo de los rayos del sol que terminaban en la superficie que sobre la que caminábamos. El grupo empezó a separarse y quienes venían en la parte posterior corrían el riesgo de perder el rastro guía y terminar con su vida deshidratados en el arenal. David, Nohemí y finalmente Miky venían despacio, para Jobo y yo teníamos problema al desplazarnos para tomar las fotografías, el agua se estaba agotando y el cansancio se apoderaba de cada uno de nosotros. El ultimo camino para ascender eran las tres setas, eran caminos interminables, cuando se empezaba a ascender en dirección a la cumbe parecía estar cerca, pero cuando se avanzaba se alejaba más porque aparecían otras elevaciones más arriba, parecía un espejismo en el que uno desea sentarse a descansar, pero aquí no había opción de hacerlo si uno se quedaba unos cuantos minutos el grupo ya no se lo veía y por tanto el riesgo de perderse aumentaba. Francis había tomado la delantera un poco más atrás del guía principal cuando llegó a un parejo grito emocionado pensando que había culminado el ascenso, estaba equivocado apenas había ascendido la mitad, se veía en algunos compañeros la boca 108
  • 109. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo seca recubierta con polvo de arena. Según las indicaciones del guía que nos condujo primero deberíamos llegar a un rio con agua fresca entre las dos o tres de la tarde, eso nos mantenía con ganas de seguir caminando ya era la una de la tarde y solo nos faltarían máximo dos horas. Jobo había mermado el ritmo de su caminata a causa de la aparición de ampollas en sus pies, pero aun así continuaba ayudándome a tomar fotografías para tener evidencias de nuestra experiencia. Cuando ya llegamos a la cumbre nuestros compañeros habían dejado en el piso un afiche como señal para que sigamos sus rastros. Desde este momento el camino era más difícil de encontrarlo, una que otra ave de rapiña nos acompañaba a espera de que alguien de nosotros deje de respirar. Un grupo encontramos en el camino y otro más se sumó, improvisamos con los plásticos una cubierta para evitar el intenso sol y de lo poco de comida que había la compartimos entre todos, agua no había que beber. Ya nadie quedaba atrás y decidimos continuar, mientras tomábamos fotos una vez más quedamos alejados del grupo y cuando salimos a una curva escuchamos un grito, era Agustín que intentaba decirnos que no continuemos que hay un derrumbo hasta que al final comprendimos que debíamos bajar por otro camino improvisado de piedras sueltas que estabas esparcidas junto a un abismo de más de 100 metros. Cuando llegue al lugar que estaba Agustín le solicite me regale un poco de agua, sonriente me alcanzó una botella plástica con un poco de agua que contenía harina de coca, le agradecí pero no la consumí, llegó Jobo y me explicó como había sobrevivido en los cerros secos de Bolivia cuando le tocaba estar cuatro y cinco días cuidando las llamas. Se agacho y cogió unas diez hiervas secas que estaban plantadas en el piso las halo y dijo aquí hay agua, chupa, eso hicimos y apenas se humedecieron los labios, lo mismo seguía haciendo en cuando encontraba la hierba seca. Jacobo y yo habíamos tomado un atajo y logramos en poco tiempo unirnos al grupo que estaba delante. En ese instante tomó otra decisión de ir por otro atajo que supuestamente lo llevaría al rio, pero era una decisión incierta, no estuve de acuerdo y continúe unido al grupo. En una planicie ya en la tarde Tito llegó y sacó una botella con poco agua y la compartió igual lo hizo con un poco de leche, por lo menos refrescó muestra boca. Otro compañero disponía de agua pero no comento nada, la guardaba como su reserva, aun no había esperanza de llegar al río. Nos levantamos y continuamos la caminata, llegamos a otro río seco, las grietas aumentaban lo que hacía más difícil nuestro viaje, a cada paso que intentábamos dar los pedazos de tierra endurecida por 109
  • 110. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo el sol se movían y detenían nuestro intento de avanzar rápido, la moral disminuía y el pánico empezaba a rodearnos. 110
  • 111. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Cuando llegamos al rio o quebrada seca, comprendíamos que estábamos cerca, seguimos la dirección de la quebrada, es más caminamos sobre ella, viendo a cada paso el mosaico formado por las grietas formadas por el calor, y pensar que esta parte de la tierra un día fue un gran rio con agua fresca y pura. Cuando ya eran las cuatro de la tarde sacamos fuerzas de nuestro interior y caminamos más fuerte porque estábamos por llegar al rió, paramos descansamos, las últimas gotas del macerado de durazno lo acabamos como fuente de hidratación y comprendíamos que estábamos perdidos. 111
  • 112. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Eran casi las seis de la tarde y no habían esperanzas de hallar agua, paso cerca de mi Alain en busca del guía para decirle que es necesario regresar porque estábamos caminando en sentido equivocado, esto puso más en zozobra a los caminantes, alguien tranquilizó al grupo que estaba un tanto alterado, todos juntos decidimos no regresar u continuar en la dirección el río seco conforme lo recomendaba el guía. Bajamos hasta el río seco, ya había anochecido y decidimos armar nuestro campamento para descansar. Agustín había hablado con tres compañeros Hernán, el guía y Tito para que vayan en busca del agua, la noche estaba fresca y podrían caminar un poco más. Eran momentos difíciles, nuestras vidas estaban dependiendo de la posibilidad de encontrar agua, de no hallar sabíamos que la muerte era segura. En la noche cada uno meditábamos y reflexionábamos sobre la situación que se estaba viviendo, el no hacer un reconocimiento previo de la ruta y hacer la señalización era una falla del evento que estaba exponiendo la vida de los participantes. Pasadas unas tres hora sentimos llegar a nuestros compañeros, todos ansiosos por saber el resultado de su sacrifico, salimos y recibimos la noticia de que habían encontrado el río. Tomamos la suficiente cantidad de agua y nuestros compañeros sin descansar continuaron caminando para poder llevar el agua a un grupo rezagado que estaría a dos horas. 112
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  • 114. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Pero la preocupación aun persistía por Jobo quien desafiante decidió tomar otro camino. Sin carpa ni sleeping descendió confiado en que hallaría agua, ya en horas de la noche luego de un sinnúmero de inconvenientes llegó agotado y deshidratado. Jobo nos contaba “se habían formado dos grupos, yo iba adelante del primero, las ampollas habían progresado sentía un fuerte dolor en la parte delantera de las plantas, descanse unos minutos mientras aumenté la dosis de talco en los zapatos, entonces me alcanzó el otro grupo y caminé junto a ellos, como la marcha de ese grupo era lenta me adelante, en el afán de no morir en el desierto por falta de agua, en la desesperanza camine frenéticamente queriendo alcanzar al primer grupo, pero en ese lapso caminé rio abajo que es donde la huella estaba de ida, pero como ya estaba obscuro no pude observar las huellas, continúe caminando en dirección del rio hasta que por desgracia llegue a un barranco profundo, entonces sabía que el grupo no pudo haber bajado por este lugar y volví de inmediato rio arriba, buscando el desvió de huellas, caminé un 114
  • 115. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo buen trecho, hasta que encontré un desvió equivocado que también me llevó a otro barranco, volví rio arriba con el ánimo caído, en busca del desvió del camino, cuando lo encontré ya estaba bastante agotado había caminado en este día más de 18 horas; ya en el letargo estaba observando donde descansar, pensé: “recorreré el camino de la colina por última vez y será el final de la jornada” entonces emprendí la caminata por la cuchilla de una colina, la visibilidad era escasa la yo estaba la luna en su esplendor, apenas alcance a ver unas cuantas que serían mi última morada., cuando llegue al sitio estaba frente a las carpas del primer grupo,. Al rato llegaron los compañeros que habían salido en busca del agua y de inmediato compartieras el liquido, por un momento pensé que mis huesos estarían junto a los tantos que había encontrado esparcidos en este sector.” Cuando amaneció sabíamos que faltaba poco para llegar al río, nos apresuramos en comer lo poco que aun les quedaba a algunos compañeros. Desarmamos las carpas y organizamos nuestros equipajes, sin esperar más a piso agigantado iniciamos la caminata. Cuando llegamos al río unos compañeros aprovecharon para refrescarse en las aguas que fluían bajo un puente, otros aprovechamos para llenar nuestros recipientes y tener agua para el camino. 115
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  • 117. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Caminamos un poco más ya hidratados y llegamos hasta una casa en el sitio Sambalay, ahí nos atendía una buena señora y su hija y de inmediato compartió el agua que disponía en un recipiente, le contamos nuestra experiencia y nos manifestó que del agua el río ni los animales la consumen peor los humanos, al preguntarle porque? Ella respondió porque contiene arsénico un mineral nocivo para la salud que es originado en la explotación minera de hierro y otros minerales que lo hace una empresa china en la parte alta junto a los nevados. Considero que la insalubridad el agua fue la causante de tres días de dolor de estomago que algunos de los expedicionarios sufrimos. Fueron unos cortos instantes que dialogamos y disfrutamos de la dulzura de unas cuantas granadas (frutas con pepas que disponen de un liquido agradable) que nos ofreció la dueña de la casa y su amable hija. En el camino 117
  • 118. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Continuamos la trayectoria y en el camino volvimos encontrar grandes extensiones e ají y ahora de cebolla, llegamos a una pequeña comunidad, ahí estaban nuestros compañeros unos descansando y otros alimentándose. Apenas ingresamos se acercó Nohemí y nos alcanzó un plato con maíz tostado y carne frita de chancho, una verdadera delicia para nuestro maltratado estomago. Al rato nos enteramos que la dueña de la casa al enterarse sobre la caminata había preparado la exquisita comida para invitarnos. Estas expresiones de solidaridad eran las que fortalecían cada día 118
  • 119. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo nuestro espíritu y quizá por ello no flaqueamos en los momentos difíciles que atravesamos. Paso no más de unos cinco minutos y el piso se había convertido en una hostería para los expedicioncitas casi todos estaban dormidos 119
  • 120. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo El tramo siguiente era muy corto y estábamos cansados, Francis ya había solicitado al conductor de un camión que nos traslade hasta Sama Inclan. Ya en la noche adecuamos nuestras bolsas de dormir y luego de una reconfortante cena ofrecida por la municipalidad descansamos sin sentir las sinfonías de los ronquidos de algunos caminantes. 120
  • 121. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ahora las zapatillas ya no estaban en condiciones de soportar otro tramo más, sin esperar, Francis y yo viajamos a Tacna a buscar zapatos que puedan garantizarnos continuar el viaje, fue reconfortante cuando al fin encontramos y los adquirimos, aprovechamos unos minutos más para compramos algo de ropa ya que nuestro equipaje aun no llegaba de Tarata. 121
  • 122. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ya estábamos recuperados y con gran entusiasmo de seguir la caminata, estábamos cerca de culminar nuestra aventura y la emoción persistía en el corazón de cada participante. Emprendimos la caminata a Sama Yaras nombre que significa en quechua “tierra de descanso”, los cultivos de ají se incrementaban a nuestro paso, el sol nos guiaba a través del desierto, a lo lejos se percibía el movimiento de personas y cuando llegamos a ellas, por el inmenso calor humano que nos brindaban nos sentíamos desbordantes de alegría al de cerca tan hermosa bienvenida. 122
  • 123. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ya cerca de la población, imponentes nos esperaban los chalanes en sus regios caballos de paso, se había formado una calle de honor que nos acompañaron paso a paso. Los niños de las escuelas flameaban sus globos, en cada rostro se veía alegría cuando estrechábamos sus manos y los jóvenes de la secundaria avivaban nuestra llegada. Hubo un instante que corrí un poco más de lo habitual para buscar en un mirador que estaba en la calle un espacio alto para tomar las fotos, yo estaba emocionado de la espontaneidad de la comunidad que salían a recibirnos mientras avanzamos hasta la municipalidad. En una corta ceremonia pero muy significativa las autoridades nos dieron la bienvenida y los expedicionarios uno a uno se presentó y exclamo la emoción sentida al estar en esta hospitalaria ciudad. 123
  • 124. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Ahora la municipalidad y la asociación de criadores de caballos de paso nos ofrecieron a observar una demostración de las destrezas de los caballos y de la habilidad de los chalanes. “El caballo” un personaje muy conocido en la localidad ponía el toque de alegría en la mesa, sus improvisadas expresiones, su actitud de cortesía a las damas y su buen humor hacían más agradable al estadía. Mientras las monturas de rigor eran colocadas a los caballos la mesa estaba lista para servir un asado, plato típico de Sama, las papas y ensaladas ponían un toque de decoración. El alcalde hizo la invitación a degustar y los regidores se sumaron al ofrecimiento haciendo gala de su hospitalidad. La coordinación estaba a cargo del director de imagen institucional y de un grupo del personal de la municipalidad que se esmeraron por atendernos y hacernos sentir como en nuestra propia casa. Desde el inicio de la exposición de los ejemplares equinos, fue un espectáculo lleno de habilidad de los chalanes para conducir a los caballos y hacer demostraciones con elegancia en cada paso que daban y en mucho caso en coordinación de la música. 124
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  • 127. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo El corto tiempo que quedaba en la tarde, lo ocupe para descargar las fotografías y prepararlas para subirlas al internet, en la municipalidad recibimos el apoyo de Geoana y su compañero quienes nos brindaron su apoyo y atención. En la noche tuvimos la oportunidad de degustar una exquisita cena en la que también asimilamos el afecto con que la habían preparado. En la noche los habitantes de la comunidad ya se habían reunido en un centro cultural al aire libre, cuando llegamos se dio inicio a la programación. Palabras de bienvenida por parte de las autoridades de Sama y tres exposiciones por parte de los caminantes fue el inicio del acto cultural. Tres jóvenes se rentaron del graderío adecuaron cada uno sus inmensos tambores y por lo menos 30 músicos más con sus quenas hicieron retumbar el lugar, eran explosiones de música alegre folklórica que levantaron el animo a los presentes. Desde otro extremo del amplio patio formaron hileras hombres y mujeres que al compás de la música de la banda se deslizaban armónicamente dando un espectáculo de calidad. Luego de bailar algunos temas, quienes integraban la danza invitaron a bailar a los expedicionarios para compartir su exquisita cultura. 127
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  • 129. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo El pueblo de Sama también quería compartir su producción agrícola, apenas amaneció nuestros pies volvieron a moverse hasta llegar al fundo (hacienda) del señor William Vargas criador de ganado lechero. La calidad y cantidad de la leche que producen sus vacas se debe al mejoramiento a través de la inseminación artificial, Una baca ganadora de premios, llega a producir hasta 40 litros al día obtenidos en dos ordenas de manera mecánica. No existen toros ya que de pequeños son eliminados o consumidos. Los productores de leche del lugar fueron por muchos años abastecedores de la empresa Gloria, tuvieron que pasar algunas décadas para que profesionales logren poner valor agregado a través de los múltiples productos derivados que actualmente producen, especialmente yogur y queso. 129
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  • 131. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo Continuamos la caminata ahora nuestro objetivo era llegar a una planta procesadora de la leche, junto a nosotros estaba como guía el director de imagen de la municipalidad un funcionario eficiente que al caminar compartía la información sobre los cultivos forrajeros de alfalfa y sobre las plantaciones de olivos. Alfredo López, un joven empresario nos esperaba en su fundo para contarnos el proceso de sus productos y el alcance de su empresa. Luego de recorrer sus instalaciones degustamos yogur y queso, una delicia para el paladar. La municipalidad 131
  • 132. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo en un ambiente agradable e improvisado nos brindó un desayuno con choclo cocinado, pan, queso y yogur. 132
  • 133. Caminata del Titikaka al Mar Rodrigo Hidalgo Bravo 133