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La Continuidad de la Vida

Autor: Luis Enrique Caro Henao, Profesor Titular, Facultad de Medicina, Universidad
                                      Nacional.

ADVERTENCIA: Este texto está en proceso de revisión y por lo tanto debe ser utilizado
únicamente por los estudiantes que asisten a las conferencias de Evolución de la
asignatura Biología II, como complemento bibliográfico. La edición original fue publicada
por la Unidad de Auxología y Publicaciones de la Universidad Nacional de Colombia: La
Continuidad de la Vida: una reflexión sobre nuestra historia biológica. Luis Enrique Caro
Henao. 1995. TEA Fundación Auxológica, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá.


                                                       Home is where one starts from.

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                                      Prolegomenos


       ¿Por qué escribir sobre la evolución de la vida? El conocimiento de los postulados
generales de la evolución permite una mejor comprensión de los fenómenos vitales, los
cuales necesariamente están imbricados ineludiblemente con la historia de la tierra.

       Hoy la genética y la biología molecular marchan al frente de la investigación sobre
los seres vivos, y sus descubrimientos nos revelan la fina línea que nos une
ancestralmente con todos los organismos, existentes y extintos, de tal manera que el
código genético define en el interior celular, la maravillosa paradoja que es la vida: ella es
única y es diversa, ella se organiza de forma similar en todos los seres vivos, pero la
expresión de sus características es extraordinariamente distinta, producto de la
acumulación, a lo largo de miles de millones de años, de discretas modificaciones que se
revelan en la inmensa galería de las especies que nos asombran.

        ¿Para qué saber acerca de la evolución? Quizás la razón verdadera sea nuestra
curiosidad insaciable que parece movernos en procura de saber un poco más cada día. El
Homo sapiens sapiens, desde sus pasos iniciales por las praderas africanas, y con la
adquisición del lenguaje complejo que nos distingue entre los primates, ha pretendido
rastrear y consignar su historia, utilizando las pocas e imprecisas huellas que nos ha
legado la esquiva naturaleza. Pero este conocimiento no se ha adquirido en el vacío de
una irrefrenable imaginación, sino que ha pasado a ser parte de la historia cultural de la
humanidad, con toda la carga de emociones encontradas, que son la marca distintiva de
los grandes descubrimientos. Nuestra mente, tras millones de años de evolución,
tozudamente pretende examinar, para interpretar, el largo devenir histórico que nos ha
arrojado en las aguas turbulentas del siglo XXI.

        Desde hace tres siglos se ha venido re-construyendo la historia biológica, que se
remonta al origen mismo del universo. En un fascinante y difícil escenario, la vida surgió y
se transformó para generar organismos tan disímiles y complejos como las bacterias, las
algas, los dinosaurios, el hombre, las cucarachas, los virus. ¡Sí!, solamente tres siglos,
pues no basta con el deseo de conocer los orígenes para ser capaces de formular una


                                              1
teoría coherente y científica acerca de nuestra evolución. Como lo ha afirmado Francois
Jacob (Jacob F. 1986), se necesitaron ciertas condiciones socio-culturales para el
desarrollo de teorías e instrumentos científicos que permitieran estudiar el mundo y los
seres que lo habitan. Una teoría científica de la evolución, enmarcada dentro del espíritu
científico moderno, no fue posible sino hasta el siglo XIX. Platón había explicado el
universo como constituido por las esencias o eidos, las cuales necesariamente debían ser
eternas, fijas y siempre las mismas, de lo cual derivaba que los seres vivos debían ser
siempre los mismos sin posibilidad de cambio en el tiempo.

        Para el siglo XVII la astronomía y la física, y un poco más tarde la química, ya
habían establecido sus paradigmas científicos (Kuhn T. 1970), al haber separado las
leyes que regían el mundo, de las causas últimas de los teólogos, aunque no sin antes
haber tenido que enfrentar la oposición del pensamiento medieval cristiano arraigado en
la cultura occidental. Pero el mundo de los seres vivos carecía de esas leyes, ya que no
se concebía una naturaleza que pudiera modificarse en el tiempo, ni los individuos
necesitaban ser descritos ni delimitados, ya que el platonismo, y en menor medida el
aristotelismo, sólo consideraban como importante el estudio de los tipos definidos por las
esencias. Es decir, no era posible una visión unificada de los fenómenos vitales, como sí
lo era en la física, ya que si algo caracteriza la vida es la variedad.

        A finales del siglo XVIII las ciencias naturales se van apropiando poco a poco de la
metodología de las ciencias físicas, porque se hace imperativo explicar los fenómenos
vitales, en respuesta a la inmensa acumulación de observaciones y experiencias, que
irían a propiciar la aparición de circunstancias favorables para reflexionar sobre el
fenómeno de la vida. En julio del año 1858 Alfred Wallace y Charles Darwin proponen una
explicación coherente de la génesis y evolución de los seres vivos a través del
mecanismo que habría de conocerse como la selección natural. Darwin legó un programa
para el desarrollo de la biología, con el cual se comenzaron a reformular los postulados de
las ciencias naturales, para incluir a la vida como objeto de estudio de la ciencia
experimental. Como Newton y Copérnico en la física y la astronomía respectivamente,
Darwin definió los principios de la ciencia de la vida, transformando no sólo los
procedimientos y explicaciones hasta ese tiempo corrientes, sino que propició el cambio
en la ideología predominante en su tiempo, cuyas consecuencias aún hoy son tema de
furiosos debates.

        A partir de la nueva teoría poco a poco se integra el conocimiento acumulado
durante siglos, coadyuvando en la aparición y expansión de las disciplinas biológicas.
Mendel y la teoría de la herencia, Morgan con la teoría cromosómica, los genetistas de
poblaciones, y en los años cincuenta y sesenta con el advenimiento de la biología
molecular, la teoría de la evolución adquiere coherencia y deviene en el paradigma de la
biología.

       El conocimiento de los conceptos, historia y controversias de la teoría evolutiva,
permiten adquirir una concepción más coherente de la vida y su ciencia, la biología.
Nuestro afán de conocer las particularidades de la naturaleza nos impide el acceso a una
visión global de los fenómenos vitales, con lo cual nos hemos convertido en unos
especialistas que sabemos cada vez más de menos cosas, delimitando parcelas que
impiden la integración de los distintos saberes sobre nuestro devenir. Nuestra aparición
en el escenario de la tierra, no puede ser concebida como un milagroso, extraordinario y
aislado evento. Somos parte del proceso vital, seres confinados a un espacio y un tiempo
que compartimos con todos los demás seres vivientes.


                                             2
Hoy, parece ser, somos una amenaza para esa historia, pues por una extraña
paradoja, hemos alcanzado la capacidad de destruir nuestra propia conciencia, de la cual
tanto nos ufanamos. Ello parecería ser la consecuencia del deseo desmedido de controlar
la naturaleza, sin darnos cuenta de que la eliminación sistemática de ambientes y
especies acabará por arrastrarnos en una vorágine de extinción. Consecuencia de esto
sería que el camino quedaría libre para que otros seres se propaguen y diversifiquen, con
la única pretensión de proseguir su existencia. Quizás haya aún tiempo de reconocernos
herederos de una comunidad de descendencia, tal y como Darwin la concibió, la cual tuvo
su principio hace miles de millones de años. Ojalá sea posible la previsión de un desastre
que no sólo nos eliminaría, sino que acabaría con todo vestigio de vida. El conocer esta
historia tal vez nos permita reflexionar sobre nuestro destino y deber como miembros de
una especie que ha alcanzado altos niveles de complejidad, y con ello una capacidad
discursiva que debería buscar una respuesta para evitar el fracaso de su evolución.


        El texto solamente intenta dar una visión general de una teoría en franca
expansión y desarrollo, y describir en forma organizada los principales aspectos de la
filogenia, incluida la de nosotros.




                                            3
Parte I – La Teoría

     La ciencia es mucho más una determinada manera de pensar que un cuerpo de
conocimientos.

                                       Carl Sagan



                           Capítulo 1.     El Camino hacia Darwin


1.     Origen de la filosofía y la ciencia en Grecia.

        La humanidad, a partir de su experiencia de 40.000 años, ha ido generando
conocimiento a través de la religión, la filosofía, el arte y la ciencia, cuyo objetivo ha sido
entender la naturaleza de los acontecimientos vitales, que en diferentes épocas han sido
susceptibles de ser observados, calificados y cuantificados. La historia de la ciencia
(Boorstin J.D.1986, Serres M.1989) nos muestra que a partir de la investigación del
mundo natural, realizada en Oriente Medio, el norte de África y la Grecia Antigua, fue
surgiendo la filosofía y la ciencia. La historia del pensamiento occidental está
indisolublemente ligada al desarrollo de la civilización griega, que logró la constitución de
un cuerpo de doctrinas que sirvieron de marco teórico para el establecimiento de la
ciencia en Oriente Medio y Europa. Debido a esto, comenzaremos por una revisión
somera de las principales reflexiones clásicas acerca del mundo y las hipótesis
formuladas para explicar las observaciones, para luego retomar las ideas que influyeron
en la formulación de las teorías científicas modernas desde el renacimiento.


Los Filósofos de la Naturaleza – Los Presocráticos

       Se puede afirmar que hasta el siglo VI A.C. el pensamiento occidental estaba
marcado por la concepción mítica del mundo, cuya característica fundamental era la
explicación de los fenómenos naturales a través de la interpretación sobrenatural de las
causas. La literatura épica y la poesía eran la manifestación de ese modo de ver el
mundo. Sus autores más sobresalientes fueron Homero en la épica y Hesíodo1 con sus
poemas teológicos (Brunet J. 1920).

        Sin embargo, hacia el siglo VI A.C., la civilización griega comenzó una
transformación en la forma de comprender el mundo y sus fenómenos, la cual llevó a la
emergencia de lo que conocemos como filosofía y los inicios de la ciencia. La cultura
griega legó al mundo occidental un cuerpo de tratados filosóficos y científicos, que por
más de 2.300 años, ha servido de referencia al pensamiento occidental. La explicación del

1
 Hesíodo (siglo VIII a.c.):en su poema Teogonía describe los dioses griegos y sus linajes. Como
afirma Brunet, fue quien sistematizó el pensamiento griego prefilosófico, y sus ideas fueron el
punto de partida para separar el pensamiento mítico del pensamiento filosófico.


                                                4
mundo que intentaron sistematizar tenía que ver con una pregunta que sigue siendo
esencial hoy: ¿cuáles son los principios últimos de todas las cosas? Es decir, querían
develar aquello que no puede ser aprehendido por la observación, pero que debe ser la
entidad que hace posible el universo. De allí que su más importante influencia en el
pensamiento occidental fue en la filosofía, principalmente en el campo de la metafísica2, la
lógica y la epistemología. Los primeros filósofos, llamados filósofos de la naturaleza o
presocráticos, fueron los que iniciaron la tradición filosófica clásica, aunque es necesario
añadir que no pertenecieron a una misma escuela de pensamiento.

        Los primeros pasos en el desarrollo del pensamiento filosófico ocurrieron en la
región de Jonia, de donde eran originarios los primeros pensadores. Para estos el mundo
se desarrollaba a partir de un estado primitivo que por diferenciaciones sucesivas e
interacción de fuerzas opuestas, constituían el mundo actual. La cosmogonía que
proponían derivaba de la literatura de Hesíodo, y la idea principal era que todas las cosas
están hechas de una materia fundamental, de donde derivan y a donde en últimas han de
retornar. Su búsqueda intelectual era encontrar la identidad de dicha materia, entidad
(sustancia en términos aristotélicos) que no se crea ni se destruye.

        Tales de Mileto (624-546 A.C.) es considerado el filósofo griego más antiguo. Lo
que se conoce de su filosofía es a través de escritores posteriores, pero la idea que nos
ha llegado de él es que la materia fundamental es el agua. También se le tiene como el
primer geómetra griego, probablemente porque de sus viajes a Egipto trajo las primeras
nociones de esta disciplina, y probablemente las aplicó a problemas prácticos. La
tradición le imputa haber predicho un eclipse solar en el año 585 A.C., sin embargo, lo
más probable es que dicho conocimiento lo hubiera adquirido de los babilonios, que
tenían un calendario astronómico muy sistematizado (Brunet Ibíd.).

         Anaximandro (611-547 A.C.) designa como elemento básico una masa informe
que es fuente y destino de todas las cosas, a la que llamó apeiron (infinito). Como Tales,
considera que el agua es la materia básica de la vida. Por primera vez aparece en la
literatura griega una reflexión acerca del origen de la vida, ya que afirma que ella proviene
del mar y que la forma presente de los animales es el resultado de la adaptación al medio
terrestre (Brunet ídem). Aunque algunas de sus ideas parecerían tratar de evolución,
conceptos como adaptación y más aptos, más bien son extraídas de mitos antiguos
aplicados a su cosmogonía. Anaxímenes (570-500 A.C.) consideraba que el aire es el
elemento fundamental y las fuerzas compresivas hacen que se convierta en agua o tierra.

        Pitágoras y los Pitagóricos fundamentaron su pensamiento en las matemáticas, y
su filosofía, en su mayor parte desconocida por falta de textos, y porque estaban
organizados en una secta mística secreta, está muy centrada en la consideración del
mundo como constituido por números, siendo la unidad el elemento fundamental. La tierra
es una esfera limitada por el aire (ilimitado) que la rodea. La forma de las cosas se
adquiere cuando el límite las define.

      Heráclito (535-475 A.C.) centró su interés en explicar el cambio que se observa en
el mundo. La sustancia fundamental, de la que están constituidas todas las cosas sería el

2
  El termino lo utilizaron los autores y comentaristas (doxógrafos) posteriores a Aristóteles, para
referirse a los textos aristotélicos que habían sido recopilados y organizados después de la Física.
No tiene ningún significado etimológico distinto, y por lo tanto debería usarse como la disciplina
que estudia lo no-físico, y más estrictamente, el conocimiento de lo que son las cosas.


                                                  5
fuego, y la combustión es la clave de la vida humana y del mundo. El cambio que se
observa es debido a que el mundo (fuego) está en constante flujo, de donde deriva su
más polémica idea, posteriormente atacada por Platón y Aristóteles: "nosotros somos y no
somos", la conocida paradoja de Heráclito. El mundo continuamente cumple un ciclo que
se puede señalar como el paso del fuego al agua, del agua a la tierra y viceversa; el
mundo surge del fuego y se resuelve en él. La unidad es el fuego, y la multiplicidad del
mundo (los distintos objetos) es el resultado de la lucha o discordia, cuyas fuerzas
separan los objetos (destruyen la unidad), mientras que las fuerzas de la armonía la
vuelven a constituir, impidiendo la destrucción definitiva de la unidad. Aunque esta idea
parecería análoga al cambio que estudia la biología moderna, en realidad solo se refiere a
la constitución de la materia última no aplicable al mundo de los objetos.

        Por el contrario Parménides (540-450 A.C.) niega la variedad y la multiplicidad,
porque par él el ser es inmutable y eterno. Su afirmación más conocida es acerca de que
una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo –principio de identidad-. Platón seguirá a
Parménides en su teoría de las ideas (ver adelante). Empédocles (483-430 A.C.?)
desarrolla su teoría cosmogónica basada en los cuatro elementos tierra, agua, aire y
fuego, los cuales se combinan para originar los seres vivos, quienes están sometidos a un
ciclo del universo, donde los cuatro elementos se combinan y organizan dependiendo de
la interacción de dos fuerzas opuestas: el conflicto y el amor. Lo interesante de su teoría
de la vida, es que posee algunos paralelismos, por lo menos en su descripción, con la
teoría evolutiva darwiniana. En resumen propone cuatro etapas en la constitución de los
seres vivos: en la primera se originan por combinación de los elementos las diversas
partes de los organismos (cabezas, extremidades, etc.); en un segundo paso estas
partes, correspondientes a múltiples organismos, se combinan al azar, dando origen a
individuos con cabezas de buey y extremidades humanas por ejemplo. De estos
monstruos algunos logran sobrevivir (los más aptos) y en una tercera etapa se constituyen
(no está muy claro cómo) organismos con formas similares a las actuales pero sin estar
caracterizados por sexo o especie; en la ultima etapa se originan las especies, tal como
las conocemos. Algunos críticos asimilan parte de la teoría a lo que se propuso
posteriormente por Darwin y Wallace de la selección natural, aunque probablemente no
hay una intención de explicar un proceso evolutivo orgánico, sino una teoría cosmogónica.


       - El Atomismo

        Su importancia respecto a la biología, y a las ciencias en general, estriba en que
sus postulados son de carácter materialista y determinista, aunque su importancia fue
opacada por la preponderancia de la filosofía platónica y aristotélica. Se originó en Grecia
con Leucipo (460-370 A.C.) y fue establecido definitivamente por su discípulo Demócrito
(460-370 A.C.). Epicuro (341-270 A.C.) fundó su doctrina del epicureismo sobre los
principios del atomismo. La versión más completa nos la dejó Lucrecio (98-55 A.C.) en su
obra De rerum natura.

        Para los atomistas el mundo estaba constituido por átomos y era regido por la
causalidad. Los átomos eran concebidos como partículas indivisibles, impenetrables, con
cualidades como el tamaño y la forma, y que poseían un movimiento original que podía
ser transmitido por impacto a otros cuerpos. La teoría afirmaba que las únicas fuerzas que
existían en la naturaleza eran las de la materia en movimiento, y por ende la única causa
real era la que correspondía a las fuerzas mecánicas que unían o apartaban los átomos.



                                             6
Ninguna partícula de materia o de movimiento se perdía, ni ninguna se ganaba: principio
de la conservación de la materia y el movimiento.

        Así, los postulados del atomismo son materialistas puesto que lo único que
permanece es el átomo. Cuando algo parece desaparecer, como la materia que se
quema, es porque los átomos se unen por un tiempo en cierto patrón geométrico y en otro
momento se separan. Por lo tanto el mundo se puede y debe explicar por la estructura y
movimiento de sus elementos, lo que implica necesariamente que sus conceptos sean
deterministas; la teoría rechaza las inferencias que se hagan sobre causas finales. En la
época moderna estos conceptos fueron desarrollados por Boyle y Newton, mientras que
Dalton los utilizó como punto de partida para la formulación de su teoría atómica. La
corriente mecanicista en biología es producto del atomismo y sirvió para explicar un gran
número de fenómenos, entre ellos los procesos fisiológicos de la circulación sanguínea.


Los Filósofos Clásicos

         Platón y Aristóteles fueron los más importantes exponentes de la tradición
filosófica occidental hasta los siglos XIV y XV, y ellos moldearon el pensamiento europeo.
Platón, con su Teoría de las Ideas, y Aristóteles, su discípulo, y en cierta manera
continuador de la tradición, formularon una teoría del mundo, que influyo sobre la manera
como era posible explicar el mundo natural. Hubo que esperar unos 2000 años (siglos XV
a XVII), para que comenzaran a formularse teorías científicas que no dependieran del
pensamiento clásico griego. Por lo tanto es necesario conocer en sus aspectos generales
este pensamiento y la influencia que tuvo sobre la biología antes del siglo XIX, cuando la
teoría darwiniana vio la luz.

        - Platón (428-347 A.C.-) – El Esencialismo

         El biólogo y sistemático Ernst Mayr, uno de los proponentes de la Teoría Sintética
de la Evolución (ver adelante), arguye en múltiples trabajos (Mayr E. 1982), que fue la
filosofía de Platón, en particular su teoría de las ideas, la que marcó la investigación
biológica hasta el siglo XIX. Platón hace una reflexión, ya desarrollada en parte por
Parménides y los presocráticos, acerca de qué es lo que constituye el mundo que
percibimos, y cuáles son las propiedades necesarias para que las cosas sean verdaderas.
Platón era consciente que el mundo sensible, que percibimos por nuestros sentidos, es
cambiante, y que por lo tanto no podemos fiarnos de lo que percibimos. Para él hay una
realidad fuera de lo sensible que es la verdadera o real, constituida por las formas (ideas
o eidos o almas) que definen los objetos (las especies o tipos, por ejemplo. la forma
caballo, u hombre, o mesa.)3 Estas son por lo tanto inmutables, inmóviles, indestructibles,
atemporales y eternas. Los objetos, o en el caso de la vida, los seres orgánicos, participan
de sus esencias, sin embargo, no son más que una sombra, imperfecta, de la esencia
ideal.



3
  Platón tiene como interés principal reflexionar sobre la moral, y afirma que aunque los hombres
puedan tener una opinión acerca de lo que es bueno y malo (que puede cambiar en el tiempo), ello
no implica que lo bueno sea relativo. Considera que lo bueno o la justicia (ideales) existen como
formas (modelos) inmutables y eternas, y que es obligación del hombre bueno intentar
descubrirlas, a través de la reflexión filosófica. Platón utilizó la metáfora conocida como el «Mito de
la Caverna» (Republica).


                                                   7
Mayr llama a esto la teoría esencialista, que en la biología anterior al siglo XIX,
postulaba que los seres vivos habían sido creados al principio del tiempo y habían
adquirido sus características desde ese momento, y ya nunca más podrían cambiar; es
decir, eran especies inmutables. Esto necesariamente rechazaba cualquier idea de
cambio a lo largo del tiempo, la idea central de la evolución. Como afirma Montanelli,
Platón induce de lo particular una forma común eidos, universal y siempre igual, que
permite el conocimiento metafísico –ontología- debido a esa inmutabilidad. Los valores
son universales, suprasensibles y apriorísticos, lo que impide lo relativo, el fenómeno y el
individualismo del valor.


     - Aristóteles (384-322 A.C.)

       Aristóteles dedicó una parte importante de sus reflexiones y escritos a la
descripción de los seres vivos, y fue el primero en proponer su clasificación, tomando
como referencia el aumento de complejidad en la estructura. Organizó a los seres en una
escala de lo simple a lo complejo en una gradación continua. Este sistema recibió el
nombre de Scala naturae, que en los siglos XV a XVIII se utilizaba como la Gran Cadena
del Ser. Fue la primera obra de taxonomía (clasificación), y podemos decir, la fuente de
donde surgieron las demás. También realizó descripciones acerca de la generación de los
seres, y fue de los primeros en llevar a cabo experimentos con embriones de pollo. Se le
ha llamado el padre de la embriología y es considerado el primer biólogo en haber
intentado la elaboración de una teoría biológica.

        Sin embargo, la importancia de Aristóteles en la concepción del mundo vivo está
más relacionada con su filosofía, desarrollada a partir del esencialismo platónico. Para
Aristóteles los fenómenos vitales se podían explicar como imbuidos de una finalidad; por
ello era necesario definir las causas de dichos fenómenos, clasificadas por él en cuatro
tipos: formal, eficiente, material y final. Aunque las tres primeras aparentemente eran
diferentes, en realidad se relacionaban con la causa final, que era la que determinaba
cómo eran las cosas. La material era opuesta a la final y se refería a las cualidades de la
materia.

        La causa material se ligaba al concepto de necesidad, que era la que originaba la
variabilidad de los seres. Así por ejemplo el ojo tiene una función que es ver y que es el
resultado de la causa final; mientras que el que sea marrón, azul o verde, no tiene que ver
con esa función y por lo tanto es el producto de la causa material. Debido a esto, conocer
la variación individual no es importante, ya que la realidad está dada por el tipo (idea
platónica contemplada en las esencias inmutables). Es por eso que la causa final es la
única que puede explicar el mundo, y el estudio de la causa material es inconsecuente
pues está sometida a aquella. Cada organismo existe desde antes como una entelequia,
es decir como una idea completa y perfecta. Para Aristóteles la causalidad y el azar no
pueden participar en la constitución del mundo, pues están subordinados a la causa final.
El mundo entonces, sólo puede ser entendido desde una perspectiva holística y
compenetrada de finalidad. Esta concepción es opuesta a la de los atomistas, y aún hoy
en día, existen estas dos corrientes de pensamiento que pretenden explicar los seres
vivos: el vitalismo (Aristóteles) y el mecanicismo (atomistas) respectivamente.




                                             8
La ciencia griega

        Como hemos visto, el pensamiento de la Grecia clásica estableció la filosofía que
hubo de regir por más de 2000 años la cultura occidental. Ella delimitó el contexto de las
posibilidades de la reflexión científica, principalmente porque la iglesia cristiana europea
decidió adoptar el pensamiento platónico y aristotélico como el fundamento de su filosofía
y teología. Las ciencias estuvieron vigiladas por el esencialismo platónico y las teorías
aristotélicas acerca del mundo (cosmogonía y astronomía de Ptolomeo) y su física (hasta
Galileo y Newton).

       La ciencia griega fue principalmente una ciencia relacionada con la matemática
(Euclides), la física (Arquímedes y Aristóteles), la Astronomía (Ptolomeo y Aristóteles), la
medicina (Hipócrates, Galeno) y la botánica (Teofrasto, Discorides). Pero toda ella
imbuida de la concepción aristotélica del mundo, y por lo tanto sometida a la autoridad del
maestro. La biología tuvo su más grande exponente en Aristóteles, sin embargo, habría
de pasar mucho tiempo para que el conocimiento de los seres vivos pudiera acceder al
mundo de la ciencia como la astronomía y la física. La imposibilidad de considerar el
cambio y la modificación a través del tiempo, consecuencia de lo ya anotado, no permitió
formular una teoría que abarcara todos los fenómenos de la vida.

        A pesar de esto, hubo algunos conceptos que de cierta manera parecen preceder
a los conceptos modernos de evolución. Anaximandro propone por primera vez una teoría
del origen de los seres vivos. Empédocles explica su cosmogonía como un ciclo complejo
de cambios y describe el origen y transformación de los animales. Aristóteles percibe un
mundo ordenado y perfecto, y establece una taxonomía donde el hombre ocupa la cima
de dicha jerarquía, la cual se percibe como un arreglo de lo sencillo a lo complejo. Se
organiza de acuerdo a la forma, pero no hay filiación entre las especies.

        Para los griegos, incluso para Platón, es evidente que existe la variedad orgánica,
con similitudes y distinciones, con cambios en los individuos (crecimiento, reproducción,
desarrollo); sin embargo, lo que hay que explicar es la constitución última de las cosas, lo
real y no lo sensible (incluso para un observador tan perspicaz como Aristóteles), y para
ello es importante no dejarse engañar por las apariencias. En últimas, el estudio de los
seres vivos debe confinarse a establecer los tipos y no las variedades, los cuales existen
desde siempre.

        Las ciencias naturales durante la Edad Media estuvieron referidas
fundamentalmente al conocimiento más o menos exhaustivo de la botánica y el uso de
plantas en la farmacopea. Fueron los tratadistas Teofrasto y Discorides quienes legaron a
Europa el conocimiento botánico clásico y sus tratados se conocieron a través de los
escritos posteriores de Plinio el Viejo y Galeno. Este conocimiento sirvió de fundamento
para la expansión del conocimiento botánico a partir del Renacimiento, y la tradición de
las grandes colecciones de plantas, los famosos Herbolarios.


2.     La emergencia de la ciencia moderna en Occidente

La Edad Media y el legado clásico

      Hasta las postrimerías del siglo XVI el pensamiento platónico-aristotélico en el que
se destaca la inmutabilidad de las especies, domina el estudio de la naturaleza. Ello


                                             9
impide cualquier intento de asignar una historia a los organismos vivos, porque el creador
y motor del mundo introduce desde el inicio de los tiempos todas las especies que existen
o han existido, todas ellas inmutables, y por consiguiente sin poder haber experimentado
transformación alguna.

        Tomás de Aquino (1225-1274) toma los escritos de Aristóteles como la filosofía del
cristianismo, por medio de la cual es posible llegar a conocer a Dios. A partir de esto se
establece el aristotelismo como la filosofía por excelencia y la que rige la verdad o
falsedad de las afirmaciones de las ciencias, sometidas por lo tanto al rigor de la teología
cristiana, que supedita todo devenir y movimiento del mundo a Dios, es decir las especies
una vez creadas no hacen sino reproducirse (Azcona J. 1982). Las ideas tomistas, claves
de la cultura hasta el Renacimiento, impiden cualquier conocimiento científico (Bacon F.
1986) que vaya en contra de la ortodoxia cristiana, pues la única ciencia posible es la
teología: "se ha de rechazar como falso lo que en las otras ciencias se muestra estar en
contradicción con la teología" (Azcona Ibíd.)4.


El renacimiento y los albores de la ciencia moderna

         El Renacimiento se caracteriza por un redescubrimiento del legado cultural clásico
de Grecia y Roma, que incluye además de las manifestaciones artísticas, la ciencia, la
filosofía, etc. La ciencia que llega a Europa, a través del mundo árabe, está marcada por
los escritos de Aristóteles, quien es el maestro en los campos de la astronomía, la física,
la botánica y la zoología. La medicina hipocrática, llega a través de los escritos galénicos
y junto con los tratados botánicos clásicos se convertirán en el fundamento de la medicina
europea. La recuperación de esa tradición se acompañará, sobre todo en las ciencias
anatómicas, la astronomía y la física, de un deseo de comprobar la verdad de los
conceptos griegos, en especial de confrontar con la experimentación y la matemática, los
postulados que se consideran verdades absolutas. En la anatomía este impulso lleva a la
disección de cadáveres, con el propósito de comprobar las enseñanzas de Galeno. Los
primeros anatomistas, a la cabeza de los cuales sobresale Vesalio, dan cuenta de un
panorama que se aleja cada vez más de Galeno. De allí que será la anatomía la primera
disciplina en adquirir el status de científica, con textos que pueden ser leídos y criticados.
Los textos botánicos clásicos permitirán recobrar el espíritu investigativo en ciencias
naturales, ya que el conocimiento de las plantas será de gran utilidad para la medicina y la
farmacopea, y a partir de ellos se comenzarán a formar las grandes colecciones de
herbolarios.


La ciencia clásica: la astronomía y la física matemáticas

        En Astronomía, el texto fundamental de Ptolomeo, El Almagesto (siglo II D.C.),
asentado sobre los principios cosmogónicos de Aristóteles, será estudiado por los
matemáticos de la época, principalmente por Nicolás Copérnico (1473-1543) quien en su
intento por rectificar las matemáticas del mismo, tropezará con una nueva teoría que
modificaría la visión del universo. Luego de muchos años de investigación, Copérnico
postulará un modelo astronómico heliocéntrico, donde la tierra, y el hombre situado sobre

 4
   La inquisición fue parte del sistema regulador de la ciencia, cuya victima más famosa fue Galileo,
quien tuvo que negar que la tierra giraba alrededor del sol, tal como lo había demostrado Copérnico.



                                                 10
ella, dejarán de ser el centro del mundo, girando en cambio alrededor del sol. Su texto
Sobre las revoluciones del mundo (De revolutionibus orbitum coelestium), publicado muy
poco antes de su muerte, promulgaría conceptos que iban en contravía de las
enseñanzas de la iglesia cristiana, pero inicialmente no causó mayor impacto,
principalmente porque las matemáticas que demostraban la misma eran bastante
complejas y muy difíciles de ser comprendidas por quienes no estuvieran entrenados en
esta disciplina.

        Galileo Galilei (1564-1642) matemático, astrónomo y físico italiano, se interesó por
el estudio de las estrellas y tomado como punto de partida el texto coperniquiano, y con
los avances logrados con el telescopio que él había perfeccionado, demostró, al menos
parcialmente, que el universo, tal como lo explicaba Copérnico, era mucho más real que
el ptolemáico. Su descubrimiento de las lunas de Júpiter y cómo ellas giraban alrededor
del planeta le persuadieron de que la tierra también era un satélite del sol. Galileo además
demostró que las leyes de Aristóteles sobre la caída de los cuerpos eran erradas,
mediante la experimentación (Serres M. 1991, Bassols N. 1995).

        Posteriormente Tycho Brahe (1546-1601) astrónomo danés, realizó un trabajo
extraordinario compilando todos los datos conocidos y los descubiertos por él, para
elaborar los mapas estelares que le habrían de permitir a Johannes Kepler (1571-1630)
formular su teoría de los cielos, y postular matemáticamente la teoría sobre el movimiento
estelar. Brahe era un acérrimo defensor de la teoría ptolemaica, mientras que Kepler fue
quién demostró que Copérnico tenía razón.

        Isaac Newton (1642-1727): físico y matemático inglés formuló la primera teoría
matemática sobre el universo, integrando en una sola explicación la teoría astronómica y
la física, que habría de impulsar a las dos ciencias como los puntos de lanza del
movimiento científico moderno. El texto fundamental de la física clásica Philosophiae
naturales principia matemática (1687) (conocida simplemente como Principios
matemáticos) establecería las leyes de la mecánica y englobaría en unas mismas leyes
los movimientos estelares, terrestres, y la gravedad. El texto sería el paradigma de la
ciencia hasta final del siglo XIX.

         Un siglo después la química, valiéndose de las técnicas y procedimientos de la
física, habría de formular sus principios básicos, a partir de las experiencias de Lavoiser
en Francia y Priestley en Inglaterra. Sin embargo, la biología y disciplinas afines, no
tuvieron un desarrollo similar, ya que no fue posible el surgimiento de una teoría
unificadora, aunque durante este tiempo se fue amasando una gran cantidad de
colecciones y datos, que para el siglo XIX permitirían el establecimiento de la biología
como ciencia.


3.     Hacia una sistemática de los seres vivos


El legado botánico grecorromano


      El Renacimiento, con el estudio entusiasta de los autores clásicos y sus tratados
de ciencias naturales (botánicos, zoológicos y médicos), recuperará parte del
conocimiento clásico, y entre los más importantes autores estarán Aristóteles, Hipócrates


                                            11
(460-377 A.C.), Teofrasto (c. 370-288(5) a.c.), Discórides (I siglo d.c.), Plinio (23-79 D.C.)
y Galeno (129-199 D.C.)). En especial la tradición médica será un punto de inicio en la
emergencia de la botánica como disciplina más o menos sistematizada, ya que el
conocimiento de las plantas, en especial su uso en la farmacopea, impulsará la
profundización en este campo, y abrirá un horizonte para tratar aprehender todo lo
relacionado con ellas y los animales que existen en Europa y los territorios vecinos. Los
siglos XV y XVI tendrán a la botánica como la ciencia natural por excelencia, y serán los
herbolarios, los libros que guardan las colecciones de plantas, los que servirán de guía en
la emergencia de la botánica como disciplina bastante bien organizada para el siglo XVII.

        Aunque se afirma que la Edad Media no legó elementos de la ciencia clásica que
pudieran ser útiles en la práctica cotidiana del mundo moderno, ello no parece
corresponder a los textos botánicos que fueron conocidos desde tiempo atrás, aunque por
supuesto en copias que fueron manipuladas y transformadas por copistas inescrupulosos.
Los dos autores que más influyeron fueron Teofrasto y Discorides. El primero fue el
doxógrafo (comentarista de las obras aristotélicas) principal de Aristóteles y primer
taxonomista de las plantas. Discórides fue un médico y botánico romano, viajero
incansable y cuyo texto De materia medica (c. 77) reunía el conocimiento botánico de su
tiempo, principalmente para su utilización como medicinas. Fue un gran observador de la
naturaleza y experimentador de los efectos de las plantas sobre las funciones del cuerpo,
y dejo una gran cantidad de descripciones acerca de la utilidad médica de las mismas. Sin
embargo, los siglos posteriores verían la corrupción del texto, lo cual produjo unos
herbarios medievales cuyo contenido era una mezcla de todo tipo de reflexiones, míticas,
religiosas, remedios caseros, y algunos aspectos propiamente médicos y botánicos. Sin
embargo, estos textos y los dibujos que los acompañaban, sirvieron para iniciar la
recopilación de información por parte de los naturalistas europeos (Boorstein ídem.). La
primera edición traducida al latín de Discórides se realizó en 1544 en Venecia y tuvo una
amplia difusión por toda Europa.


Las ciencias naturales y los descubrimientos

       Los viajes de exploración realizados a partir del siglo XV hacia África y Asia, junto
con el descubrimiento de América en 1492, expandieron los confines de la tierra, y el
número de especies que se debían estudiar y describir se incrementó
extraordinariamente. Para el siglo XVI los Herbolarios se constituyeron en los principales
instrumentos para conocer el mundo de las plantas. Estas extraordinarias colecciones
botánicas, en las que se mezclan el mito, la religión, la ciencia, la magia, fundarán la
farmacopea basada en las plantas medicinales conocidas.

        Aunque menos difundidos que los herbarios clásicos, fruto de la copia del texto de
Discorides, los bestiarios también tuvieron importancia durante la Edad Media y llegaron
hasta la Europa renacentista. El libro que llegó se le atribuye a Fisiólogo (que significa
naturalista), cuyo original fue escrito hacia el siglo II D.C. Lo mismo que los herbarios,
este texto sufrió innumerables copias y modificaciones a lo largo de los siglos, pero
también resultó ser una potente influencia en los naturalistas que aparecerían durante el
renacimiento y años posteriores (Boorstein ídem.). Los estudios han demostrado que
estas obras de botánica y zoología fueron realizadas por la colaboración de los
naturalistas y los artistas (ilustradores), colaboración que en muchos casos estaba
separada por varios siglos (ilustración de copias del libro original hecha mucho tiempo
después). En Europa esta tradición se afianzó cuando los textos de Discorides


                                             12
comenzaron a ser traducidos a las lenguas vernáculas y los ilustradores acompañaban a
los botánicos en sus trabajos.

        La primera obra en botánica que se puede llamar moderna – Herbarum Vivae
Eicones (1530: Retrato vivo de plantas)- fue realizada por el médico Otto Brunfels (1489-
1534) y el pintor Hans Weiditz, quien dibujó las plantas tomadas del natural. Leonhart
Fuchs (1501-1566) realizó una edición de la obra original de Galeno (acerca de
Discorides) y publicó su herbario De Historia Stirpium (1542). Esta obra es extraordinaria
ya que posee más de 400 ilustraciones sobre plantas alemanas y 100 extranjeras, las
cuales Fuchs hizo ilustrar tomándolas cuidadosamente del natural. Fue viajero a América.
El otro gran botánico alemán fue Hieronimus Bock (1498-1554). Se interesó por describir
de forma minuciosa las plantas de su región y lo hizo en la lengua vernácula. En este siglo
también se establecen los primeros jardines botánicos en Europa, primero en Padua y
Pisa, y luego por todo el continente.

       Konrad Gesner (1516-1565) fue un gran enciclopedista y un incansable
observador de los seres vivos. Escribió la obra considerada como la primera bibliografía
del mundo clásico Bibliotheca Universalis, en la cual quiso catalogar a todos los autores
griegos, romanos y hebreos a lo largo de la historia. Pero es su libro Historia Animalum el
que le dará fama, en éste apuntó todo lo que se conocía acerca de los animales; es
considerado el padre de la zoología (Boorstein ídem.)


Los naturalistas viajeros y la Taxonomía

        Desde el siglo XV, hasta mitad del siglo XIX, las ciencias naturales ven un
extraordinario incremento en el número de especies nuevas, no conocidas con antelación
a los grandes descubrimientos de los siglos XV y XVI. Los naturalistas de los siglos XVII y
principios del XVIII dedicaron sus esfuerzos a la ampliación de las colecciones y a la
organización del conocimiento derivado de ellas, porque se estaba llegando a un punto
donde las experiencias de los diversos botánicos no podían ser reconocidas por sus
colegas, porque se carecía de un sistema adecuado de descripción y nomenclatura.
Según Francois Jacob (Jacob Ibíd.), para ese tiempo el grupo de los seres vivientes, se
multiplica y enreda en un enmarañado conjunto, que exige organizarlo según sus
semejanzas y distinciones morfológicas.

        John Ray (1627-1705), clérigo, botánico y naturalista inglés, fue lector de
matemáticas y de los clásicos en el Trinity College en Cambridge. Después de Linneo, es
el más importante taxonomista de la época. Estudió la fauna, flora y geología de muchos
lugares de Europa y escribió varios libros que contribuyeron al establecimiento de la
sistematización taxonómica, entre los cuales están Flora of Cambridge (1660) y Methodus
plantarum nova (1676) donde formula un nuevo sistema de clasificación. Entre 1686 y
1704 publica Historia Generalis plantarum en la cual clasificó 18,600 plantas, Historia
piscium y Synopsis methodica animalium quadrupedum et serpentini generis. Fue el
primero que catalogó los organismos vivos de tal manera que sólo aceptaba los
conocimientos recogidos directamente de la naturaleza y al final de su vida fue capaz de
hacer una clasificación que mejoraba la de Aristóteles. Definió por primera vez la noción
de especie: colecciones de individuos que eran capaces de reproducirse entre sí, y que
por lo tanto eran capaces de mantener la uniformidad de las mismas; este concepto era
aplicable, por primera vez, tanto a las plantas como a los animales, lo que facilitó la tarea
su clasificarlos. Su creencia en la inmutabilidad de las especies fue un factor importante


                                             13
para lograr la definición de especie, ya que era necesario poder definir especies
individuales y lograr su ordenamiento en una cadena del ser, como lo había hecho
Aristóteles (Bowler P.J. 1989).

        En 1691 publica The Wisdom of God Manifested in the Works of Creation (La
Sabiduría de Dios que se Manifiesta en los Trabajos de la Creación), tratado de teología
natural, en el que establece las relaciones entre forma y función, y describe la anatomía,
el hábitat, la conducta y la adaptación de los seres vivos al ambiente y además afirma que
los fósiles son especies extintas. Su objetivo era utilizar las ciencias naturales para
demostrar la existencia de Dios. Fue el predecesor más importante de Linneo en la
constitución de la sistemática.

         Joseph P. de Tournefort (1656-1708), botánico francés, hace uno de los primeros
viajes cuyo propósito es primordialmente científico, para recopilar la mayor información
acerca del mundo vivo, aunque los intereses políticos del estado francés habrán de
utilizarlos en su beneficio. Recorrió durante dos años (1700-1702) Anatolia, las islas
Griegas, y realizó numerosas observaciones acerca de la geología, la naturaleza, los
aspectos sociales y políticos, la religión, etc. Describió y dibujó innumerables especies de
plantas y sus relatos fueron muy conocidos y estimados por el público general y los
científicos (Bowler P.J. Íbid.)

        La rivalidad franco-inglesa por el dominio colonial proporcionará los viajes más
importantes en la constitución de un nuevo conocimiento de la vida. Joseph de Jussieu
viaja por América del Sur entre 1735 y 1770. El capitán Cook circumavega la tierra (1763-
1775) y permite a Joseph Banks estudiar la flora del hemisferio sur. Louis Antoine de
Bougainville emprende en 1767 la vuelta al mundo con Philibert Commerson como
botánico de la expedición. Alexander Humbolt y Aimé de Bonpland viajan a América del
Sur (1799-1804). El capitán Fitzroy de la armada británica emprende en 1831 un viaje a
las costas de Sur América, y con él viaja Charles Darwin, cuyo trabajo como naturalista le
permitiría años más tarde formular su teoría de la evolución. H.W. Bates y su compañero
Alfred Wallace, codescubridor con Darwin de la Selección Natural, emprenden un viaje de
dos años por la Amazonía (Drouin J-M. 1991).




Linneo y la clasificación de la naturaleza

        Carl Von Linneo (1707-1778), médico y botánico sueco dedicó gran parte de su
vida a conocer la flora y la fauna de Europa, llegando a recolectar, clasificar y describir
numerosas especies. Se le considera el primer taxonomista moderno y fundador de la
sistemática. Su primer ensayo botánico acerca del proceso sexual de las plantas
Praeludia sponsalorum plantarum fue el primer paso en la formulación de su sistema de
clasificación, en el que proponía determinar características definidas que pudieran ser
comparables entre especies. Estableció un método de clasificación de los seres
orgánicos, ya que hasta ese entonces cada naturalista empleaba su propia metodología.
Sus publicaciones más importantes, entre más de 100 que alcanzó a escribir, fueron:
Systema naturae, Bibliotheca botanica, Fundamenta botanica, Genera plantarum, Clases
plantarum, Species plantarum, Corollarium generum, Methodus sexualis y un estudio
parcial sobre peces, Ichtyologia.



                                             14
En Species Plantarum y en Systema naturae (12 ediciones) demostró que es
necesario utilizar caracteres definidos y limitados, tales como los mecanismos de
polinización y fructificación en las plantas, para clasificar de manera precisa las distintas
especies. A partir de sus investigaciones realizó una clasificación de la naturaleza en tres
reinos: mineral, animal, y vegetal, e instituyó las categorías de clases, órdenes, géneros y
especies. Ordenó, clasificó y nombró gran parte de las especies vegetales y animales
conocidas en su tiempo.

         Este trabajo lo realizó en varias etapas: en un primer paso postuló que era posible
nombrar cada especie por medio del nombre general del grupo que denominó género,
seguido por una descripción -definición- de cada una de las especies semejantes. Esto
mejoraba un poco las metodologías anteriores, pero la descripción seguía siendo
engorrosa para establecer una nomenclatura universal. En una segunda etapa, luego de
comprobar estas dificultades, propuso que la nomenclatura debía ser binomial, esto es,
cada especie tendría dos nombres, el género y la especie (que reemplazaba la
descripción). La lengua utilizada fue el latín porque era el idioma utilizado en las
universidades y podemos decir la lengua de los científicos; éste método es el que aún se
utiliza. En 1745 comenzó a utilizarlo; para 1753 había colocado nombres a las plantas
conocidas y para 1758 había incluido a los animales. (Boorstein ídem., Serres ídem.)]

        En sus escritos no se encuentra ninguna reflexión acerca del cambio en los
organismos a través del tiempo; pero sus trabajos demostraron que entre especies
semejantes hay una línea de parentesco, lo cual abrió el camino para la reflexión sobre
los orígenes de la diversidad. Aunque durante la mayor parte de su vida científica fue un
defensor a ultranza de la fijación de las especies, en la última edición de su obra
fundamental, tuvo que suprimir un pasaje en el cual anteriormente afirmaba que los
híbridos no eran nuevas especies, sino organismos estériles fruto de uniones no normales
de dos especies diferentes. Lo que lo llevó a editar el pasaje, e implícitamente a aceptar la
mutabilidad de las especies, fue el haberse dado cuenta que algunas plantas, que eran
capaces de reproducirse, eran producto de una unión híbrida, lo cual rechazaba su
creencia primera. Ningún texto suyo tiene referencia a la idea de evolución, o siquiera la
posibilidad de cambio en el tiempo.




Las ciencias naturales durante la Ilustración

        No obstante, este acúmulo de conocimiento no alcanza una unidad de
interpretación, puesto que a diferencia de la física y la química, no se formulan leyes
generales (como las leyes de Newton) que delimiten los alcances de las observaciones,
por lo cual lo puramente científico se utiliza, principalmente por la teología natural en
Inglaterra o la filosofía natural en el continente europeo, para tratar de demostrar la
existencia de fuerzas y poderes más allá de la naturaleza, que serían las que permitirían
la vida. En último término, la mayor parte del trabajo y la reflexión se dirigen a probar la
existencia de un creador, que se infiere de la existencia de los seres con sus maravillosas
adaptaciones.

        A partir del siglo XVIII se intenta reunir los diversos conocimientos en una
disciplina más cercana a los principios de la física y de la química de la época. Francia,
Inglaterra y Alemania son los principales gestores de dicha avanzada. En Francia, como


                                             15
parte de La Ilustración, un grupo de naturalistas, entre los que se cuentan Buffon, Cuvier y
Lamarck, propician proyectos que tratan de acercar las experiencias generadas por la
geología, la botánica y la zoología.

       Hasta el siglo XVIII la interpretación de los fenómenos vitales carecía de la
dimensión del tiempo, debido a que no se percibían cambios a lo largo de la historia.
Francois Jacob (Jacob Ibíd.) considera que la importancia del tiempo devino por dos
fenómenos que fueron investigados en los siglos anteriores: la certeza de que la
reproducción pone de manifiesto una línea de filiación, y en segundo lugar, la
comprobación de que la tierra ha ido cambiando, a partir de una serie de cataclismos que
han afectado el mundo. En el siglo XVIII se llega a comprender que la tierra no es la
misma en ese momento que la de hace miles de años.

        Esto supone un cambio radical en el concepto de especie, ya que deja de
percibirse como un ente inmutable. Los fósiles, esas reliquias de tiempos remotos, que
harán las delicias de un Cuvier o de Darwin mismo, revelan que algunos animales ya no
existen, mientras que otros muestran semejanzas con los actuales. Ante la evidencia hay
que buscar una explicación; esto es lo que intentarán, apoyándose en diversas teorías,
los pensadores naturalistas de los siglos XVIII y los del XIX.

        Algunos adelantan hipótesis que no alcanzan el status de teorías. Benoit de
Maillet (1656–1738), se interesa por la variación, pero no ve sucesión en las formas, ni
encadenamiento de los seres vivos en el tiempo. Tampoco el cambio revela aumento de
la complejidad ni perfeccionamiento con el paso del tiempo. Para Jean-Bapstiste Robinet
(1735-1820) hay un prototipo que da origen a todos los seres, pero de tal manera que las
variedades son el resultado de diferentes combinatorias de elementos, que ocurren en un
momento dado y no a través del tiempo: no hay sucesión.

        Charles Bonnet (1720-1793) ve en el mundo viviente un cambio progresivo, pero
no de especies en sí, sino de todo el conjunto de los seres, que va ascendiendo por una
escala jerárquica. Así, el individuo al pasar a otro estado superior dejará su puesto a los
individuos que están por debajo de él (el hombre le dejará su posición a los monos).
Pierre Louis Moreau de Maupertius (1698-1759) se interesa por la mecánica de la
variación, y explica que los cambios que son heredados tienen su origen en las partículas
que se reúnen en cada generación, idea que utilizará Darwin.

       - Georges-Louis Leclerc, Conde de Buffon (1707-1788)

       Naturalista francés de conocimientos muy extensos, quiso popularizar las ciencias
naturales. Durante mucho tiempo fue intendente del Jardín del Rey en Paris. Su obra más
importante fue la Historia Natural, de la cual publicó a partir de 1749 36 volúmenes; luego
de su muerte aparecieron otros 8. Esta obra reúne los conocimientos biológicos de su
época y propone hipótesis acerca del origen de la tierra y los seres vivos, la anatomía
animal, la fisiología, e incluso el comportamiento. En el primer volumen expone una teoría
acerca del desarrollo de la tierra, en la que trata de demostrar que las secuencias
geológicas se deben correlacionar con fuerzas que actúan sobre la superficie terrestre,
como son la erosión, la sedimentación y la actividad volcánica. Para él, la tierra se había
originado como un fragmento del sol, a partir de una condensación de material gaseoso.
Creía que los cambios de la corteza terrestre se acompañaban de cambios en las
especies, las cuales se iban relevando unas a otras a lo largo del tiempo, y como
consecuencia de ello aparecían los fósiles. Indicó que la edad de la tierra era de 75.000


                                            16
años aproximadamente (hasta ese momento se afirmaba que la tierra había sido creada
4.004 años antes del nacimiento de Cristo, según cálculos del obispo de Usher, aunque
Emmanuel Kant, el celebre filósofo alemán, proponía que la tierra tenía varios millones de
años). Debido a las implicaciones materialistas de esta teoría, su obra fue atacada desde
diversos frentes.

        En el segundo volumen afirma que las diferencias que existen entre las
poblaciones humanas se deben al efecto de una fuerza natural que denomina clima. El
aspecto más importante de su obra se refiere a la descripción exhaustiva de los animales
terrestres que él conocía directamente o a través de los relatos de otros naturalistas y
viajeros.

        El propósito fundamental de su obra fue tratar de mostrar cómo la naturaleza
estaba sometida a las necesidades del hombre; es decir buscaba un enfoque utilitario,
para lo cual el hombre era el director de orquesta, pues él decidía como hacer uso de los
distintos aspectos de las plantas y los animales en provecho suyo. Debido a esta visión
moralizante de la naturaleza, muchos de sus aportes no tuvieron la trascendencia que
debieron haber tenido. No elaboró una teoría de la transformación5 de las especies, pero
adelantó algunos conceptos que contribuirían a la formación de la misma. Para él el ser
vivo no puede ser independiente del medio, el cual limita su reproducción, y para
mantener la armonía del universo, produce los cambios que sean necesarios. Más aquí
tampoco hay una progresión de las formas a lo largo del tiempo. Aunque en definitiva él
no elaboró una teoría evolutiva, su discípulo Lamarck no habría de echar en saco roto sus
enseñanzas.

       Seguidor de las teorías newtonianas, quiso con su tratado establecer una
explicación «física» de los organismos vivos, principalmente en relación a su variedad y
reproducción. Fue el primer naturalista que distinguió entre los términos generación,
regeneración y fisión. El primero de ellos debía ser aplicado a los procesos de
reproducción y el segundo a los mecanismos que permitían la reparación de un órgano
luego de su lesión o pérdida. Aseguraba que para que ello fuera posible debía existir
herencia.

       También reflexionó acerca de la formación y crecimiento de los embriones, y
atinadamente indicó que estos procesos, indisolubles, eran producidos por dos factores:
en primer lugar un combustible, constituido por moléculas orgánicas, que eran ingeridas y
recombinadas (por fuerzas atractivas, análogas a la gravitación) para establecer los
órganos; en segundo lugar, para que cada embrión pudiera formarse con las
características similares a sus semejantes, necesitaría un plan que lo dirigiera, un molde
interno que serviría para producir los planos que guiarían al embrión para mantenerse
dentro de los confines de la especie. Esta hipótesis permitiría explicar las semejanzas
más marcadas entre organismos familiares que entre organismos menos relacionados. En
cuanto a las moléculas aportadas por la naturaleza, predijo que si el ambiente cambiaba,
esas moléculas también lo podrían hacer lo cual significaba que podrían, en un momento
dado, producir alteraciones en la forma del embrión, es decir en el molde, por lo cual
podrían los organismos cambiar. Esta teoría microevolutiva se refería a cambios en una


5
  Transformismo: término usado en los siglos XVIII y XIX para referirse a los cambios en los seres
vivos a través del tiempo. Evolución usado por los embriólogos, se empleaba para explicar los
cambios del embrión a partir de la unión de las simientes.


                                                  17
generación ante modificaciones ocasionales del ambiente, pero no a cambios
macroevolutivos, los cuales negaba.

        Aceptaba estos cambios porque era consciente que la geología mostraba unos
procesos acaecidos sobre la superficie terrestre, y esta historia debía ser correlacionada
con la historia de los seres vivos. Paradójicamente, rechazó la macroevolución,
principalmente porque rechazaba los taxones superiores (familia, género, orden, etc.) de
Linneo, ya que para que estos se establecieran se necesitaba que se originaran a partir
de un ancestro común (que Linneo por supuesto también rechazaba). Los factores
microevolutivos que afectaban la estabilidad de las especies eran el clima, la naturaleza
del alimento y en relación al hombre los males de la esclavitud (Boorstein ídem.)


       - Georges Cuvier, Barón (1769-1832)

       Su nombre verdadero era Leopold Chretin Frederic Dagobart. Fue el naturalista
francés más importante de principios del siglo XIX. En 1795 fue nombrado asistente del
Museo de Historia Natural de París y para 1799 era profesor de Historia Natural del
Colegio de Francia. En 1800 publica su primera obra sobre elefantes extintos. Napoleón lo
designó para que reformara la educación en Francia y en 1831 le fue otorgado el título de
barón.

        Se considera que fue el fundador de la anatomía comparada y la paleontología.
Sus estudios de los fósiles del subsuelo parisino, le permitieron clasificar, describir y en
muchos casos reconstruir la anatomía de gran cantidad de animales extintos entre ellos
los mamíferos del terciario. En 1812 publicó Reserches sur les ossements fossiles. Para
clasificar los organismos vivos y extintos hacía énfasis en la correlación que debería
hacerse entre la anatomía y las actividades propias de cada especie. Para explicar la
extinción que él mismo había ayudado a demostrar, propuso que los fósiles resultaban de
la ocurrencia continua de catástrofes que aniquilaban algunas especies, las cuales eran
reemplazadas por otras, aunque nunca aclaró de dónde provenían. Para Cuvier las
especies eran inmutables y la sucesión de nuevas formas era simplemente de reemplazo;
esta teoría se conoce como catastrofismo.

        A pesar de este aparente antievolucionismo, puso de manifiesto la esencia del
transformismo. Según Jacob para Cuvier los fósiles son “jalones del tiempo geológico, ...
monumentos de las revoluciones pasadas, ... y la historia de la tierra (evidente en las
catástrofes) a veces es contada por las piedras y otras por los fósiles; estos, que en algún
momento estuvieron en la superficie y ahora están en la profundidad, muestran que la
superficie ha cambiado." (Jacob Ibíd.) Para él lo antiguo está completamente separado
de lo actual, ya que la mano del creador impide que en la naturaleza exista la mezcla de
las especies. ¿Pero es por esto Cuvier un retrogrado? Para Jacob su conocimiento aportó
tres nociones necesarias para la formulación de la teoría evolutiva: la evidente dispersión
de las formas vivientes (es decir, lo vivo posee un espacio que ocupa allí donde
aparezca), en segundo lugar la existencia de interrupciones temporales en el proceso de
formación de lo vivo, y por último el carácter gratuito de los cambios, ya que no existe
para Cuvier ninguna evidencia que la variación sea necesaria, puesto que unas formas
perecen y otras aparecen para llenar el vacío. Sus teorías tenían el status de paradigmas
en su tiempo, sin embargo, ya a su alrededor comenzaban a aparecer ideas que las
refutaban, entre ellas las de Lamarck y Saint-Hilaire, con quienes sostuvo numerosos
debates.


                                            18
Honore Isidore Geoffroy de Saint-Hillaire (1772-1844), contemporáneo de
Lamarck, y como él ardiente opositor de las ideas catastrofistas de Cuvier, consideraba
que las especies habían cambiado con el tiempo, y las fuerzas de la naturaleza ejercían
una gran influencia sobre el aspecto que adquirían los seres vivos. Sus polémicas con
Cuvier fueron muy famosas.


Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet - Lamarck

        Sin lugar a dudas Lamarck (1744-1829) fue el primer naturalista en proponer una
teoría de la evolución. Conoció en Paris al filósofo Jean Jacques Rousseau, quien lo
convenció para que se dedicara a la ciencia, en especial a la botánica. Como
consecuencia de su relación con el filósofo, se dedicó al estudio de la flora francesa
durante 10 años, al cabo de los cuales publicó Flore francaise (1778) con ayuda de Bufón
de quien fue discípulo. Fue tutor del hijo de éste y trabajó como botánico en el Jardín
Botánico Real. En 1793 el Jardín se transformó en el Jardín de las Plantas y se
reorganizó por la reforma de Cuvier. A Lamarck le fue entregada la cátedra de
invertebrados, sobre los cuales, como él mismo confesó, no sabía nada. Así a los 49 años
inició una nueva carrera.

       Durante nueve años se familiarizó con su nueva profesión y en 1801 publicó una
colección de conferencias en las cuales ya proponía ideas evolutivas. En 1809 publica
Philosophie zoologique, donde desarrolla su teoría. Para Ernst Haeckel, Lamarck fue el
primero en haber trabajado una teoría de descendencia que permitió el surgimiento de la
ciencia de la biología. En su tiempo fue incomprendido, y aún hoy en día sus teorías y
observaciones han sido mal interpretadas. Cuvier atacó sus ideas, razón por la cual no
fueron muy conocidas en su tiempo.

        Aunque hoy la teoría lamarckiana (conocida como la Teoría de la Transmisión de
los Caracteres Adquiridos) no es aceptada, su importancia histórica no puede negarse.
Lamarck, siguiendo a Buffon, afirma que los seres vivos presentan un proceso de
transformación que sucede a lo largo del tiempo, el cual se refleja en el cambio de las
formas más sencillas a las más complejas y por lo tanto defendía la cadena del ser
aristotélica. Para explicar el origen de la vida utilizó el concepto de la generación
espontánea, idea que era aceptada en su época, y afirmó que los organismos vivos se
transforman con el tiempo debido a un progreso que se puede observar a lo largo de la
cadena, y que es producido por un fluido nervioso que impulsa a cada especie (linaje) a
alcanzar un grado de mayor perfección. A diferencia de Darwin, consideraba que la
transformación (evolución) de las especies ocurre únicamente en línea recta a partir de la
aparición espontánea de una forma simple que cambia en el tiempo dando lugar a
organismos cada vez más complejos, pero sin que haya la aparición de linajes colaterales
a partir de ancestros comunes (aunque acepta que ocasionalmente puede ocurrir esto).
Es decir, que la especie en un linaje no produce sino una nueva especie pero rara vez
más. Por lo tanto no hay una verdadera extinción de especies sino únicamente reemplazo
a lo largo de la cadena.

       Postula que los cambios ocurren porque diferentes ambientes (los llamaba
circunstancias), producen distintas necesidades en los organismos que los habitan, y esas
necesidades deben ser satisfechas para lograr sobrevivir, lo que se traduce en que
algunos órganos se utilicen más que otros, atrayendo el fluido nervioso a esas partes, el


                                           19
cual induce el cambio. Si por el contrario el órgano se utiliza poco, el fluido no circula por
esa parte y el órgano reduce su tamaño hasta desaparecer. Esto es lo que se conoce
como la teoría del uso y del desuso, posteriormente Darwin (pero no Wallace) lo aceptará
como un mecanismo secundario del cambio evolutivo.

        Lamarck era consciente de que estos cambios, sucedidos en los individuos de una
especie, tenían que ser transmitidos a los hijos (siguiente generación). El utilizó la teoría
de la herencia de los caracteres adquiridos para explicar esto. Ésta postula que los
cambios sucedidos en una generación se transmiten directamente a la siguiente; esto es
el cambio físico (por ejemplo aletas más grandes) adquiridas por el uso, son heredadas
directamente por los hijos. Con el advenimiento de la genética moderna está parte de su
teoría fue rechazada.

       Según Futuyma (Futuyma D.J. 1998), la teoría lamarckiana se puede definir como
la Teoría de la Progresión Orgánica, y fue la primera que intento explicar la vida desde el
punto de vista del cambio histórico de las especies. Es innegable que su interés por
explicar el influjo que el ambiente tiene sobre la función y morfología de los seres vivos,
marco de manera significativa el pensamiento biológico posterior. Según Boesiger
(Boesiger E. 1983) es posible detectar en Lamarck los siguientes postulados:

       (1) Todos los seres vivos poseen en su interior un impulso que los dirige para
alcanzar la perfección.

      (2) Los organismos vivos tienen la capacidad de adaptarse a las circunstancias,
que son las condiciones del ambiente que pueden ejercer un influjo sobre ellos.

       (3) Para explicar cómo se produce el origen de las especies, utiliza los conceptos
vigentes en su época, principalmente el de la generación espontánea. A partir de la
formación de una especie, ésta se va transformando a través del tiempo hasta alcanzar la
perfección. Así, la evolución ocurre en una línea filogenética, sin ramificaciones, o con
muy pocas, y por lo tanto no establece parentesco entre ellas.

       (4) Afirma que los seres vivos heredan (o pueden heredar) los caracteres
adquiridos a partir de las necesidades provocadas por las circunstancias. Por lo tanto hay
efectos que aparecen en los individuos que son el resultado del uso o no uso de ciertas
partes del organismo. Es este postulado el que comúnmente se denomina lamarckismo,
pero estas ideas aparecen en otros autores.

        Lo importante de la teoría es que indica la posibilidad de herencia de
características diferentes a lo largo de las generaciones, y hace relevante la idea del
tiempo como factor primordial para que ocurra la evolución. Para Lamarck, el problema
central de la evolución son las modificaciones que ocurren a lo largo del tiempo -evolución
vertical-, mientras que para Darwin, era el de la diversidad y el parentesco entre especies.

       Lamarck consideraba que la evolución es un hecho universal, único y gradual, que
conduce a una complejidad creciente en la organización; esta progresión no es regular y
puede haber regresión o simplificación. Las circunstancias actúan sobre la morfología de
los organismos indirectamente a través de los hábitos que generan, los que a su vez
inciden sobre las estructuras para modificarlas: "el uso más frecuente y sostenido de un
órgano, lo desarrolla, lo agranda y le da una potencia proporcional a la duración de este
uso; mientras que la falta constante de uso del mismo órgano lo debilita sensiblemente, lo


                                             20
deteriora, disminuye progresivamente sus facultades y termina por hacerlo desaparecer",
y esos cambios son heredables. La teoría no fue publicada en un texto, sino que se
encuentra dispersa en sus numerosos trabajos.



4.      Gran Bretaña y las Ciencias Naturales

        El ambiente sociopolítico europeo, y esencialmente el de Gran Bretaña, definieron
de manera muy evidente el desarrollo de las ciencias naturales en Inglaterra y Escocia, y
por tanto el pensamiento de quienes habrían de postular la teoría evolutiva. Darwin fue
educado como integrante de una clase media alta, inmersa en los principios de la
sociedad británica surgida de la revolución industrial, que habría de desembocar en la era
victoriana, de la cual él mismo fue uno de sus más conspicuos intelectuales. Fueron las
ideas surgidas en otras disciplinas distintas a la biología –aunque no aisladas de ella-, las
que determinarían el derrotero de la teoría evolutiva. El surgimiento de la geología, la
teoría y filosofías económicas del liberalismo nacido en el seno de la revolución industrial,
el desarrollo de la demografía y el punto de referencia dictado por la teología natural como
una explicación posible de la vida, fueron los motores que habrían de hacer surgir la
teoría que cambiaría por siempre la forma de explicar el mundo de los seres vivos.


La revolución Industrial: El liberalismo y el Laizze faire

        Adam Smith (1723-1790), el principal exponente del liberalismo inglés, surgido en
el seno de la revolución industrial, proponía que la economía de una sociedad capitalista
se autorregulaba a sí misma, por medio de la competencia de los actores implicados
(industriales, comerciantes, banqueros), y que ese enfrentamiento de fuerzas impulsaba
el progreso económico. También afirmaba que esa competencia debía ser libre, sin
sometimiento a controles externos, y sin intervención estatal, ya que la misma
competencia hacía su propio control, “como si una mano invisible desde afuera controlara
los errores”.

         Esta ideología del dejar hacer (laizze faire), era la base ideológica de la doctrina
económica del imperio británico, y era defendida por sus intelectuales y dirigentes
políticos. Por lo tanto, la sociedad inglesa estaba imbuida de estos conceptos, y sus
científicos se habían educado dentro de ese sistema. La selección natural, podría decirse,
tuvo como telón de fondo los principios del laizze faire, los cuales promovían la idea de
que la competencia libre entre actores (especies e individuos en el mundo natural)
permitía que los mejor adaptados al sistema (económico o natural) salieran triunfadores e
impulsaran el desarrollo.


La Demografía

        Thomas Malthus (1766-1834), estudio en la Universidad de Cambridge y se
graduó a los 22 años de matemático y en 1788 fue ordenado como clérigo anglicano.
Hace parte del grupo de economistas que estableció la teoría económica que dio soporte
al liberalismo económico, entre los cuales se encontraba David Ricardo. Sin embargo su
interés fue el impacto que el crecimiento poblacional ejercía sobre los recursos
económicos. Se le considera uno de los fundadores de la demografía.


                                             21
En 1798 publicó An essay on the principle of population as it affects the future
improvement of society, en español hoy se conoce como Ensayo sobre la población
(Malthus R. 1993). En 1805 fue nombrado profesor de historia y política en el East India
College, el cual le dejaba tiempo para escribir. Algunas de sus obras son: An Inquiry into
the nature and progress of rent, Principles of Political Economy y 6 ediciones de su
ensayo.

        En economía tenía opiniones diferentes a David Ricardo, el más importante
economista inglés de su tiempo, lo que hizo que sus ideas no alcanzaran mayor
relevancia. Fueron sus teorías acerca de la población las que tuvieron una gran
repercusión en su época (incluso hoy aún son estudiadas). Los escritores anteriores a él
consideraban el crecimiento poblacional como algo deseable, sin embargo para Malthus
el estudio de la naturaleza indicaba que los seres vivos autorregulan el número de
individuos, debido a que el número de adultos se mantiene más o menos constante, así
se produzcan muchas crías. En cuanto al hombre, según Malthus, la población tiende a
crecer más rápido que los medios de subsistencia: la primera crece geométricamente, los
segundos lo hacen aritméticamente. Proponía algunos métodos de control natal para
evitar el colapso de la economía por falta de recursos, pues afirmaba que los humanos no
eran capaces de regular sus procesos de natalidad como sí lo hacían los demás seres.

       Darwin y Wallace reconocieron que está explicación de Malthus sobre el
crecimiento del mundo natural, les permitió elaborar la teoría de la selección natural. Los
conceptos que más influyeron están referidos a la superpoblación a la que estarían
sometidos los grupos poblacionales, cómo ésta está regulada por el conflicto que se
establece por acceder a los recursos, la famosa lucha por la existencia, por la cual los
organismos deben establecer una competencia con los demás para poder tener acceso a
medios de subsistencia que son limitados.


La Geología

       Hasta el siglo XVIII se consideraba que los estratos geológicos se habían formado
durante el diluvio universal, por lo que no se consideraba el tiempo como esencial para
que dicho fenómeno hubiera ocurrido. Varios autores trataron de clasificar los diversos
estratos, entre ellos Nicolaus Steno (1638-1686), Johann Gottlob Lehmann (1750- 1817),
Giovanni Arduino (1714-1795), Georg Christian Fuchsel (1722-1773) y Abraham Werner
(1749- 1817), quien fue el principal defensor de la teoría del diluvio universal. A este grupo
de geólogos se les dio el nombre de neptunistas. Fue contra las concepciones de estos
que se propuso la Teoría de la tierra por Hutton, más tarde completada por Lyell.

       James Hutton (1726-1797), estudió medicina pero se dedicó a la agricultura y al
estudio de las rocas de su región. Es considerado, junto con Charles Lyell, como el padre
de la geología moderna. Su teoría del origen ígneo de la corteza de la tierra por
producción de calor subterráneo la expuso en un artículo denominado Theory of the Earth
(Teoría de la Tierra) leído en la Royal Society en 1785 y publicado en 1795. Del texto
emergió la teoría del uniformitarianismo, en la que se postula que la superficie terrestre
actual es el producto fuerzas naturales que han actuado desde tiempos milenarios, y hoy
todavía lo hacen. Su obra tuvo pocos lectores pero su difusión se hizo a través de un libro
de John Playfair Illustrations of the Huttonian Theory of the Earth (1802).



                                             22
Charles Lyell (1797-1875) inglés, estudió en Ringwood, Salisbury y Midhurst, en
Oxford. Atendió las conferencias que dictaba sobre geología William Buckland (1784-
1856) que le hicieron entusiasmarse por ella. Recibió su grado en Geología en 1821. A
pedido de su padre estudió derecho, ejerciendo la profesión durante dos años
únicamente. En 1823 fue nombrado secretario de la Sociedad de Geología. En 1826 fue
admitido a la Royal Society.

       Publicó el primer volumen de su obra Principles of Geology (Principios de
Geología) en 1830, el segundo en 1832 y el tercero en 1833 (Darwin al iniciar su viaje en
el Beagle llevó el primero y recibió el segundo durante la travesía). En 1832 fue nombrado
profesor del King's College de Londres y fue Presidente de la Sociedad de Geología en
1834. Realizó numerosos trabajos geológicos en Suiza, Alemania y Escocia. Visitó
Norteamérica en numerosas ocasiones y en 1841 y 1842 dictó las lecciones Lowell en
Boston. Durante 1842 trabajó con William Dawson en Nova Escocia, lo mismo que en
1852, trabajo que los llevó a encontrar fósiles de importancia. También visitó durante 13
años los Estados Unidos, realizando trabajos de geología en varias regiones. En 1848 es
armado caballero y barón en 1864. Publicó otros trabajos acerca de la geología: Elements
of Geology (Elementos de Geología) (1838), Student's Elements of Geology, The
geological evidence of the antiquity of man (Evidencia geológica de la antigüedad del
hombre).

        Retomó la teoría de Hutton, el uniformitarianismo, para ampliarla y completarla, y
en cierta forma produjo la derrota del catastrofismo, aunque para el siglo XX habría de
resurgir de nuevo. En sus Principios indicó que los fenómenos de depósitos de roca
estaban sucediendo aún, y que ello dependía de fuerzas naturales que habían actuado
desde la formación de la tierra, lo cual implicaba que los fenómenos geológicos
abarcaban largos períodos de tiempo (miles de millones de años) y no eran el resultado
de las catástrofes descritas por Cuvier y por lo tanto “el presente es la llave del pasado”.
Para Darwin la geología de Lyell sería uno de los pilares sobre los cuales desarrollo su
teoría.

        El uniformitarianismo tiene como principios la gradualidad de los cambios y la
continuidad de los mismos; niega que haya rupturas bruscas en los fenómenos
geológicos, y estos se siguen produciendo hoy en día. Sin embargo, Lyell negaba que los
seres vivos pudieran cambiar, aún ante la evidencia de los fósiles que él conocía muy
bien. Además, Lyell consideraba que en la naturaleza nada se crea o se destruye, y que
aunque los cambios son evidentes, estos se deben a ciclos geológicos, en los cuales la
corteza terrestre cambia pero éste es transitorio, ya que la tierra volverá a su punto inicial
para volver a comenzar un nuevo ciclo, esto es lo que se llama estado estable de la
naturaleza. Esta idea no fue aceptada por Darwin, para quien los cambios eran continuos
e irreversibles (Bowler P.J. 1983).


La Teología Natural

       En Inglaterra, durante el siglo XVIII y principios del XIX, la Teología Natural era el
marco de teórico para estudiar la naturaleza y los organismos vivos. Su propósito era
explicar la variedad y belleza de la naturaleza, lo cual consideraba que era el resultado de
la creación divina, la cual había ocurrido al principio de los tiempos y había dado origen a
los organismos que hoy conocemos. En realidad hubo dos interpretaciones acerca de la
naturaleza, la llamada corriente utilitarista y la idealista (Cronin H.1995).


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La figura principal de la primera fue William Paley (1743-1805) quien en sus
tratados filosóficos y religiosos, principalmente en la Teología Natural (1802),
argumentaba que cada parte de un organismo había sido diseñada por Dios para cumplir
una función, y que por lo tanto le permitía a ese organismo adaptarse. Para él por lo tanto
significaba que la adaptación, es decir su función y su utilidad, eran prueba del diseño del
Creador, porque algo tan perfecto como un ser vivo, tenía que haber sido hecho por
alguien, y así era posible probar la existencia del diseñador. Utilizó un ejemplo metafórico,
en el cual se preguntaba si sería posible pensar que alguien que encontrara un reloj en el
suelo, sin aparentemente haber sido hecho por nadie, podría creer que no había un
diseñador y fabricante que permitiera esa maravilla (Dawkins R. 1988). Por lo tanto un ser
tan perfecto como un animal debía haber sido creado por Dios. Para 1830 habían
aparecido los Bridgewater Treaties un texto compilado para probar la existencia de Dios, y
realizado por varios científicos de ese tiempo.

        La otra corriente, la idealista, tuvo a su más importante representante en el
anatomista Richard Owen. Para el no había diseño en la naturaleza, sino que la belleza y
magnificencia eran el resultado de un Plan divino, y los organismos se ajustaban al plan,
pero no estaban específicamente adaptados a un ambiente. El estudio de los organismos
vivos permitiría develar ese plan, que se revelaría no como un diseño de organismos
particulares, sino de modelos ideales, o tipos. Owen acuñó el término de arquetipo, el cual
representaba un modelo que era adoptado por todos los miembros de un grupo
taxonómico, es decir había un arquetipo de los mamíferos, y cada grupo modificaba
ligeramente ese diseño original.

       Como se verá más adelante, Darwin estudio el texto de Paley como parte de su
educación universitaria, y más tarde, cuando escribió su texto del origen de las Especies,
lo tomó como el modelo que había que refutar con su teoría de la selección natural
[Cronin H. 1995].



Las Primeras Teorías Evolutivas

         Hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX aparecen las primeras teorías que
intentan explicar los cambios que han ocurrido en la naturaleza. Tanto en Inglaterra como
en Francia las ideas transformistas comienzan a tomar cuerpo, entablándose una
confrontación con las ideas catastrofistas y creacionistas de ese tiempo. Entre algunos de
los autores de este tiempo se destacan Erasmo Darwin, Honore Isidore Geoffroy de Saint-
Hillaire y Lamarck.

        Erasmus Darwin (1731-1802), abuelo de Charles Darwin, fue médico, filósofo y
poeta. Fue un médico muy estimado en su tiempo y se le propuso ser médico privado del
rey Jorge III. Uno de sus hijos fue el padre de Charles Darwin, y una de las hijas fue la
madre de Francis Galton el antropólogo. Se interesó por la botánica y creó un Jardín que
en su tiempo fue famoso. En su obra (1714) expuso una teoría de la transmutación de los
seres vivos, en la que hacía referencia a la conexión que existía entre los seres vivos, el
ambiente y su influencia sobre ellos, afirmando que los cambios que registraban las
diversas especies se heredaban. Darwin relata en su Autobiografía (Darwin C. 1993) que
la teoría de su abuelo, a quien no conoció, lo impactó cuando joven, pero más tarde le
encontró una gran cantidad de inconsistencias.


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En la primera edición del El Origen de las Especies Darwin no mencionó ningún
autor que le hubiera influenciado. Por eso en la tercera edición escribió una introducción
donde se refiere a algunos autores que habían tratado el tema. Sin embargo, allí afirmaba
que excepto en algunos pocos casos, no habían influido en el desarrollo de las mismas
(ya sea porque no las conocía antes de la publicación de su libro, o porque las
consideraba irrelevantes). Algunos de ellos fueron: W.C. Wells que se refiere al origen de
las razas humanas. W. Herbert que en sus Transacciones hortícolas (1822) y en
Amaryllidaceas (1837) afirma que las especies botánicas son una clase más permanente
y elevada de variedades, que se originan de una creación original de géneros, a partir de
los cuales se producen cambios debido a la plasticidad de los mismos y por
entrecruzamiento. El Profesor Grant en 1826 en el Edinburgh Philosophical Journal afirma
que las especies descienden de otras especies y mejoran en el curso de la modificación.
Patrick Matthew (1831) parece que propuso un mecanismo similar al de Darwin y Wallace,
pero sus conclusiones estaban al final de una obra no relacionada con el tema. Van Buch
(1836) en Description physique des isles Canaries anota que las variedades cambian
lentamente hasta formar especies.

        Sin embargo, la obra predarwiniana más influyente apareció de forma anónima en
1844, Vestiges of the Natural History of Creation (Vestigios de la Historia Natural de la
Creación), posteriormente se supo que había sido escrita por Robert Chambers (1802-
1871). En ella se afirma que en los seres vivos hay mejoría por un impulso innato que
produce cambios súbitos en la organización, o gradual, debido a las condiciones de vida.
Allí se menciona la adaptación.



                            Capítulo 2 – La Selección Natural

         El 1 de Julio de 1858, se leyeron, en la Linnean Society de Londres, dos textos
que postulaban un mecanismo para explicar la evolución biológica. Sus autores, Charles
Darwin y Alfred Wallace no estaban presentes, y los escritos fueron leídos por Charles
Lyell. Aunque su impacto inmediato en el mundo de las ciencias naturales fue
insignificante, la publicación al año siguiente del libro de Darwin On The Origin of Species
by Means of Natural Selection, or The Preservation of Favoured Races in the Strugle for
Life6 (Darwin C. ídem.), causó un gran revuelo en los medios intelectuales, filosóficos y
religiosos de Inglaterra y posteriormente en Europa.

        Según Ernst Mayr (Mayr E. 1991), la publicación de este libro causó una
revolución en las ciencias naturales, y el establecimiento de una teoría unificadora de las
disciplinas biológicas. Habían transcurrido más de 2000 años, y por primera vez se
proponía una tesis que mostraba cómo era posible explicar el mundo de los seres vivos a
partir de mecanismos naturales sin tener que remitirse al diseño de los mismos por parte
de un creador, y en consecuencia, según Mayr, refutó la fijación de las especies. Sin
embargo, la teoría habría de surcar por múltiples controversias y obstáculos, los cuales
sólo vinieron a resolverse, al menos parcialmente, cuando la genética mendeliana, la
teoría cromosómica, la genética de poblaciones y la biología molecular permitieron

6
 Sobre El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural, o la Preservación de Razas
Favorecidas en la Lucha por la Existencia. Posteriormente se conoció simplemente como El Origen
de las Especies.


                                              25
explicar los mecanismos mediante los cuales era posible la selección natural. Como
veremos en los próximos apartes, la esencia del pensamiento darwiniano sigue guiando la
teoría y los conocimientos genéticos actuales han aportado la explicación de los
mecanismos que la hacen posible.


1.     Charles Darwin: una vida dilucidando la vida.

Estudios

        Charles Robert Darwin (1809-1881) nació en Shrewsbury, Inglaterra. Es
considerado el naturalista más importante de Inglaterra de todos los tiempos, debido
principalmente a su teoría de la evolución. Pero su amplia experiencia en todos los
campos de las ciencias naturales lo llevaron a proponer teorías, por ejemplo la formación
de los arrecifes de corales, que no estaban relacionadas directamente con su teoría, lo
mismo que estudios de invertebrados. Su padre, Robert, fue un médico prestigioso que
logró con su práctica médica y negocios, una fortuna considerable, que habría de
permitirle a Darwin una vida libre de preocupaciones económicas. Su madre Susannah,
era hija de Joshua Wedgewood, un importante industrial de la cerámica, quien también
legó a sus descendientes una importante fortuna. Ella moriría cuando Darwin apenas
tenía 8 años, y sus hermanas mayores habrían de reemplazarla.

       Su vida escolar fue ordinaria y a la edad de diez y seis años fue enviado por su
padre a estudiar medicina a Edimburgo. Desde un principio rechazó la medicina y su
tiempo lo dedicó al estudio de los invertebrados, los insectos y adquirió algunas destrezas
en la preparación de especimenes de animales (taxidermia) y plantas. Durante unos
cuatro meses estuvo trabajando con Robert Grant, naturalista muy versado en
invertebrados marinos, y quien lo introdujo a la teoría evolutiva de Lamarck. En esta
época realizó algunas investigaciones sobre invertebrados marinos (Bowler P.J. 1990).

        Pasados dos años su padre comprendió que su hijo no tenía ninguna inclinación
por la carrera médica y le propuso estudiar en Cambridge para obtener una licenciatura,
con miras a entrar a la carrera eclesiástica. Esta licenciatura se centraba en el estudio de
los autores clásicos, lenguas clásicas, matemáticas y teología natural. Aunque Darwin no
se mostró muy entusiasta en sus estudios, al final obtuvo el décimo puesto entre unos140
estudiantes que presentaron el examen final. Una parte muy importante de su tiempo en
Cambridge fue aprovechada para entrenarse en ciencias naturales. Se convirtió en un
gran coleccionista de insectos, especialmente escarabajos, y trabó conocimiento con John
Henslow (1796–1861), el más importante profesor de botánica de la universidad. Asistió a
sus conferencias y era un acompañante habitual durante las salidas al campo a recolectar
especimenes. También asistía con regularidad a las reuniones que el profesor realizaba
en su casa, a donde llegaban las más importantes figuras intelectuales de su tiempo. Su
amistad con Henslow, y las relaciones que adquirió, le habrían de servir para viajar en el
Beagle.


Viaje en el Beagle

       Poco después de graduarse, realizó una exploración geológica con Adam
Sedgwick (1785-1873), geólogo muy importante en Inglaterra, por el País de Gales, donde
adquirió conocimientos en los métodos de la geología práctica. A su regreso Darwin


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encontró una carta de Henslow donde le invitaba a ser el acompañante del capitán Robert
FitzRoy (1805 - 1865), quien al mando del barco Beagle, iba emprender un viaje alrededor
del mundo para hacer mediciones cronométricas y mejorar el conocimiento acerca de la
costa de Sur América. John Henslow, había recibido una solicitud para que propusiera a
alguien versado en ciencias naturales, y que fuera de la misma clase social del capitán,
para que lo acompañara y compartiera la cabina con él. FitzRoy temía que la soledad
durante el viaje le produjera desequilibrios psíquicos, pues en su familia la depresión era
frecuente; además, en un viaje anterior cerca de las costas de Chile, el capitán del Beagle
se suicidó y FitzRoy tuvo que tomar el mando. Darwin pertenecía a la misma clase social,
y eso facilitaría el compartir socialmente, ya que el capitán no lo haría con los marinos.
Darwin inmediatamente vio que esta era una oportunidad extraordinaria para llevar a cabo
investigaciones en ciencias naturales, que era en realidad lo que deseaba. Su padre se
opuso en un comienzo, pero un tío materno y él mismo lo convencieron que esta
oportunidad no podía rechazarce.

         En Diciembre 27 de 1831 comenzó su viaje en el Beagle. Proyectado para dos
años y medio, la travesía duró un poco menos de cinco años. Habría de volver el 2 de
Octubre de 1836. Darwin no iba como naturalista oficial, pero quien detentaba este cargo
regresó cuatro meses después a Inglaterra, al sentirse relegado por la actividad del
acompañante del capitán. Luego de visitar las Islas de Cabo Verde, y hacer su primera
exploración geológica en San Jago, alcanzaron las costas brasileñas. Darwin realizó un
trabajo sistemático extraordinario en cada uno de los sitios visitados, el cual incluía en
levantar un registro de la geología del lugar, y la recolección de animales, plantas y
fósiles. Durante su recorrido envió en varias ocasiones cargamentos de especimenes a
Inglaterra. Al mismo tiempo redacto pacientemente cuadernos de notas y llevo
escrupulosamente un diario de viaje, que a su regreso publicaría y le daría fama como
naturalista viajero (Darwin C. 1909). Entre los sitios visitados se pueden señalar: San
Salvador en Brasil (hoy Bahía), Río de Janeiro, Uruguay (tanto la costa como el interior),
Argentina donde permanecieron cerca de dos años y medio, y donde exploró entre otros
sitios la pampa, la Patagonia, la Tierra del Fuego, y las islas Malvinas. También recorrió la
costa chilena y parte de la del Perú. Visitó las Islas Galápagos, y sus hallazgos allí le
habrían de servir para comenzar a pensar en su teoría de la evolución, una vez regresó a
Inglaterra. Alcanzaron también Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Tasmania, las Islas Coco
y Sur África (Moorehead A., 1982).

       Descubrió fósiles de mamíferos gigantes, describió una nueva especie de avestruz
suramericana (más tarde denominada Rhea darwininii en su honor), recolectó un gran
número de especies animales y de plantas, las cuales posteriormente fueron estudiadas
por expertos británicos, quienes publicaron cinco volúmenes sobre peces, fósiles, reptiles,
aves y mamíferos, y él se encargó de la edición y la introducción de cada uno. También
estudió la formación de los arrecifes de coral, y esta experiencia le serviría posteriormente
para proponer una teoría que sería fundamental para entender este grupo de organismos.

La construcción de una teoría

        Luego de su regreso, entre los años 1838 a 1841, fue secretario de la Sociedad de
Geología en Londres y escribió: The Journal of a Naturalist (El diario de un naturalista)
(1839), Zoology of the Voyage of the Beagle (Zoología del Viaje del Beagle) (1840) y The
structure and distribution of coral reefs (La estructura y distribución de los arrecifes de
coral) (1842). En 1839 se casó con su prima Emma Wedgewood, y se trasladó de
Londres a Kent en 1842, donde permaneció hasta el fin de sus días en la población de


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Down (posteriormente Downe). No ocupó nunca un puesto académico, y excepto por
haber sido secretario por algún tiempo de la Sociedad de Geología que presidía Lyell, no
ejerció ningún otro cargo. Dedicó su vida al estudio de la naturaleza y a la elaboración y
desarrollo de la teoría de la selección natural. Su correspondencia con Alfred Wallace
definió el plan de trabajo por el resto el siglo y el siglo XX, y muchos de los problemas que
trataron en estas cartas, son aún hoy día fuente inagotable de estudios; por ejemplo la
selección sexual, la emergencia del altruismo social (insectos y otras especies), etc.
(Cronin H. Ibíd.)

       Sus observaciones en la costa de Suramérica y las islas Galápagos, le sirvieron
para erigir los pilares para la construcción de su teoría. Estudió la geología de todos los
puntos donde desembarcó, guiándose por los conceptos que Lyell expuso en el primer
volumen de su obra. Efectuó una vasta recolección de especies fósiles y vivas, las que
fue enviando poco a poco a Inglaterra donde fueron clasificadas y descritas por John
Gould, ornitólogo amigo suyo, quien le colaboró no sólo en el estudio de las colecciones,
sino que le ayudó a precisar algunos conceptos que fueron fundamentales para su obra.
Describió nuevas especies como el avestruz Rhea darwinini y efectuó un registro
exhaustivo de los estratos geológicos.

         Desde 1837 llevó varios cuadernos de notas en los cuales consignó datos acerca
de la formación de razas en la domesticación de animales y plantas y sobre los principios
de la selección natural. En ellos no solamente anotó sus descubrimientos y los de otros
científicos, sino que infatigablemente escribió cuanta idea se le ocurrió respecto a la
naturaleza, y sus reflexiones filosóficas y científicas. Su obsesión por registrar todo y
archivarlo, han permitido tener una bibliografía sui generis para esclarecer la evolución de
sus ideas y cómo estas devinieron en su hoy famosa teoría (Cronin H, Ibíd.; Desmond A,
Moore J. 1991; Browne J. 1995, 2002.) En 1842 escribió el primer borrador de lo que
llegaría a ser el Origen de las Especies, el cual amplió en 1844. Mantuvo correspondencia
con Asa Gray (1810-1888), a quien envió en 1855 su esbozo de la teoría de la selección
natural. Lyell en 1856 lo urgió para que ampliara su tratado. En Junio de 1858, recibió una
carta y un manuscrito de Alfred Russel Wallace (1823-1913), naturalista y corresponsal de
Darwin, quien desde el archipiélago Malayo, donde trabajaba como naturalista, le
solicitaba que lo leyera y enviara a Lyell si consideraba que era aceptable para su
publicación. Darwin comprendió que Wallace había llegado a las mismas conclusiones
que él. Ante esta situación, Darwin se los envió a Lyell, junto con su segundo borrador y la
copia de la carta enviada a Asa Gray. Lyell consultó con Joseph Dalton Hooker, botánico
ingles, quien recomendó que se leyeran ambos trabajos en la Linnean Society de Londres
en Julio 1, 1858. Darwin publicó en 1859 su obra The Origin of Species by Natural
Selection (El Origen de las Especies a través de la Selección Natural) (Darwin C. ídem.) y
en 1871 publicó The Descent of Man and Selection in Relation to Sex (Evolución del
Hombre y Selección en Relación al Sexo), sus principales obras sobre teoría evolutiva.

        Pero Darwin fue más que un teórico de la evolución. Escribió e investigó sobre
muy diversos temas, los cuales en sí mismos le hubieran dado fama como naturalista;
entre sus obras más importantes están: A Monograph on the Cirripedia (Monografía sobre
los Cirripedia) (1851-53); The Fertilization of Orchids (1862); The Variation of Animals and
Plants under Domestication (1868); The Expression of Emotions in Man and Animals
(1872); The Effects of Cross- and Self-fertilization in The vegetable Kingdom (1876).




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  • 1. La Continuidad de la Vida Autor: Luis Enrique Caro Henao, Profesor Titular, Facultad de Medicina, Universidad Nacional. ADVERTENCIA: Este texto está en proceso de revisión y por lo tanto debe ser utilizado únicamente por los estudiantes que asisten a las conferencias de Evolución de la asignatura Biología II, como complemento bibliográfico. La edición original fue publicada por la Unidad de Auxología y Publicaciones de la Universidad Nacional de Colombia: La Continuidad de la Vida: una reflexión sobre nuestra historia biológica. Luis Enrique Caro Henao. 1995. TEA Fundación Auxológica, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá. Home is where one starts from. T.S. Elliot Prolegomenos ¿Por qué escribir sobre la evolución de la vida? El conocimiento de los postulados generales de la evolución permite una mejor comprensión de los fenómenos vitales, los cuales necesariamente están imbricados ineludiblemente con la historia de la tierra. Hoy la genética y la biología molecular marchan al frente de la investigación sobre los seres vivos, y sus descubrimientos nos revelan la fina línea que nos une ancestralmente con todos los organismos, existentes y extintos, de tal manera que el código genético define en el interior celular, la maravillosa paradoja que es la vida: ella es única y es diversa, ella se organiza de forma similar en todos los seres vivos, pero la expresión de sus características es extraordinariamente distinta, producto de la acumulación, a lo largo de miles de millones de años, de discretas modificaciones que se revelan en la inmensa galería de las especies que nos asombran. ¿Para qué saber acerca de la evolución? Quizás la razón verdadera sea nuestra curiosidad insaciable que parece movernos en procura de saber un poco más cada día. El Homo sapiens sapiens, desde sus pasos iniciales por las praderas africanas, y con la adquisición del lenguaje complejo que nos distingue entre los primates, ha pretendido rastrear y consignar su historia, utilizando las pocas e imprecisas huellas que nos ha legado la esquiva naturaleza. Pero este conocimiento no se ha adquirido en el vacío de una irrefrenable imaginación, sino que ha pasado a ser parte de la historia cultural de la humanidad, con toda la carga de emociones encontradas, que son la marca distintiva de los grandes descubrimientos. Nuestra mente, tras millones de años de evolución, tozudamente pretende examinar, para interpretar, el largo devenir histórico que nos ha arrojado en las aguas turbulentas del siglo XXI. Desde hace tres siglos se ha venido re-construyendo la historia biológica, que se remonta al origen mismo del universo. En un fascinante y difícil escenario, la vida surgió y se transformó para generar organismos tan disímiles y complejos como las bacterias, las algas, los dinosaurios, el hombre, las cucarachas, los virus. ¡Sí!, solamente tres siglos, pues no basta con el deseo de conocer los orígenes para ser capaces de formular una 1
  • 2. teoría coherente y científica acerca de nuestra evolución. Como lo ha afirmado Francois Jacob (Jacob F. 1986), se necesitaron ciertas condiciones socio-culturales para el desarrollo de teorías e instrumentos científicos que permitieran estudiar el mundo y los seres que lo habitan. Una teoría científica de la evolución, enmarcada dentro del espíritu científico moderno, no fue posible sino hasta el siglo XIX. Platón había explicado el universo como constituido por las esencias o eidos, las cuales necesariamente debían ser eternas, fijas y siempre las mismas, de lo cual derivaba que los seres vivos debían ser siempre los mismos sin posibilidad de cambio en el tiempo. Para el siglo XVII la astronomía y la física, y un poco más tarde la química, ya habían establecido sus paradigmas científicos (Kuhn T. 1970), al haber separado las leyes que regían el mundo, de las causas últimas de los teólogos, aunque no sin antes haber tenido que enfrentar la oposición del pensamiento medieval cristiano arraigado en la cultura occidental. Pero el mundo de los seres vivos carecía de esas leyes, ya que no se concebía una naturaleza que pudiera modificarse en el tiempo, ni los individuos necesitaban ser descritos ni delimitados, ya que el platonismo, y en menor medida el aristotelismo, sólo consideraban como importante el estudio de los tipos definidos por las esencias. Es decir, no era posible una visión unificada de los fenómenos vitales, como sí lo era en la física, ya que si algo caracteriza la vida es la variedad. A finales del siglo XVIII las ciencias naturales se van apropiando poco a poco de la metodología de las ciencias físicas, porque se hace imperativo explicar los fenómenos vitales, en respuesta a la inmensa acumulación de observaciones y experiencias, que irían a propiciar la aparición de circunstancias favorables para reflexionar sobre el fenómeno de la vida. En julio del año 1858 Alfred Wallace y Charles Darwin proponen una explicación coherente de la génesis y evolución de los seres vivos a través del mecanismo que habría de conocerse como la selección natural. Darwin legó un programa para el desarrollo de la biología, con el cual se comenzaron a reformular los postulados de las ciencias naturales, para incluir a la vida como objeto de estudio de la ciencia experimental. Como Newton y Copérnico en la física y la astronomía respectivamente, Darwin definió los principios de la ciencia de la vida, transformando no sólo los procedimientos y explicaciones hasta ese tiempo corrientes, sino que propició el cambio en la ideología predominante en su tiempo, cuyas consecuencias aún hoy son tema de furiosos debates. A partir de la nueva teoría poco a poco se integra el conocimiento acumulado durante siglos, coadyuvando en la aparición y expansión de las disciplinas biológicas. Mendel y la teoría de la herencia, Morgan con la teoría cromosómica, los genetistas de poblaciones, y en los años cincuenta y sesenta con el advenimiento de la biología molecular, la teoría de la evolución adquiere coherencia y deviene en el paradigma de la biología. El conocimiento de los conceptos, historia y controversias de la teoría evolutiva, permiten adquirir una concepción más coherente de la vida y su ciencia, la biología. Nuestro afán de conocer las particularidades de la naturaleza nos impide el acceso a una visión global de los fenómenos vitales, con lo cual nos hemos convertido en unos especialistas que sabemos cada vez más de menos cosas, delimitando parcelas que impiden la integración de los distintos saberes sobre nuestro devenir. Nuestra aparición en el escenario de la tierra, no puede ser concebida como un milagroso, extraordinario y aislado evento. Somos parte del proceso vital, seres confinados a un espacio y un tiempo que compartimos con todos los demás seres vivientes. 2
  • 3. Hoy, parece ser, somos una amenaza para esa historia, pues por una extraña paradoja, hemos alcanzado la capacidad de destruir nuestra propia conciencia, de la cual tanto nos ufanamos. Ello parecería ser la consecuencia del deseo desmedido de controlar la naturaleza, sin darnos cuenta de que la eliminación sistemática de ambientes y especies acabará por arrastrarnos en una vorágine de extinción. Consecuencia de esto sería que el camino quedaría libre para que otros seres se propaguen y diversifiquen, con la única pretensión de proseguir su existencia. Quizás haya aún tiempo de reconocernos herederos de una comunidad de descendencia, tal y como Darwin la concibió, la cual tuvo su principio hace miles de millones de años. Ojalá sea posible la previsión de un desastre que no sólo nos eliminaría, sino que acabaría con todo vestigio de vida. El conocer esta historia tal vez nos permita reflexionar sobre nuestro destino y deber como miembros de una especie que ha alcanzado altos niveles de complejidad, y con ello una capacidad discursiva que debería buscar una respuesta para evitar el fracaso de su evolución. El texto solamente intenta dar una visión general de una teoría en franca expansión y desarrollo, y describir en forma organizada los principales aspectos de la filogenia, incluida la de nosotros. 3
  • 4. Parte I – La Teoría La ciencia es mucho más una determinada manera de pensar que un cuerpo de conocimientos. Carl Sagan Capítulo 1. El Camino hacia Darwin 1. Origen de la filosofía y la ciencia en Grecia. La humanidad, a partir de su experiencia de 40.000 años, ha ido generando conocimiento a través de la religión, la filosofía, el arte y la ciencia, cuyo objetivo ha sido entender la naturaleza de los acontecimientos vitales, que en diferentes épocas han sido susceptibles de ser observados, calificados y cuantificados. La historia de la ciencia (Boorstin J.D.1986, Serres M.1989) nos muestra que a partir de la investigación del mundo natural, realizada en Oriente Medio, el norte de África y la Grecia Antigua, fue surgiendo la filosofía y la ciencia. La historia del pensamiento occidental está indisolublemente ligada al desarrollo de la civilización griega, que logró la constitución de un cuerpo de doctrinas que sirvieron de marco teórico para el establecimiento de la ciencia en Oriente Medio y Europa. Debido a esto, comenzaremos por una revisión somera de las principales reflexiones clásicas acerca del mundo y las hipótesis formuladas para explicar las observaciones, para luego retomar las ideas que influyeron en la formulación de las teorías científicas modernas desde el renacimiento. Los Filósofos de la Naturaleza – Los Presocráticos Se puede afirmar que hasta el siglo VI A.C. el pensamiento occidental estaba marcado por la concepción mítica del mundo, cuya característica fundamental era la explicación de los fenómenos naturales a través de la interpretación sobrenatural de las causas. La literatura épica y la poesía eran la manifestación de ese modo de ver el mundo. Sus autores más sobresalientes fueron Homero en la épica y Hesíodo1 con sus poemas teológicos (Brunet J. 1920). Sin embargo, hacia el siglo VI A.C., la civilización griega comenzó una transformación en la forma de comprender el mundo y sus fenómenos, la cual llevó a la emergencia de lo que conocemos como filosofía y los inicios de la ciencia. La cultura griega legó al mundo occidental un cuerpo de tratados filosóficos y científicos, que por más de 2.300 años, ha servido de referencia al pensamiento occidental. La explicación del 1 Hesíodo (siglo VIII a.c.):en su poema Teogonía describe los dioses griegos y sus linajes. Como afirma Brunet, fue quien sistematizó el pensamiento griego prefilosófico, y sus ideas fueron el punto de partida para separar el pensamiento mítico del pensamiento filosófico. 4
  • 5. mundo que intentaron sistematizar tenía que ver con una pregunta que sigue siendo esencial hoy: ¿cuáles son los principios últimos de todas las cosas? Es decir, querían develar aquello que no puede ser aprehendido por la observación, pero que debe ser la entidad que hace posible el universo. De allí que su más importante influencia en el pensamiento occidental fue en la filosofía, principalmente en el campo de la metafísica2, la lógica y la epistemología. Los primeros filósofos, llamados filósofos de la naturaleza o presocráticos, fueron los que iniciaron la tradición filosófica clásica, aunque es necesario añadir que no pertenecieron a una misma escuela de pensamiento. Los primeros pasos en el desarrollo del pensamiento filosófico ocurrieron en la región de Jonia, de donde eran originarios los primeros pensadores. Para estos el mundo se desarrollaba a partir de un estado primitivo que por diferenciaciones sucesivas e interacción de fuerzas opuestas, constituían el mundo actual. La cosmogonía que proponían derivaba de la literatura de Hesíodo, y la idea principal era que todas las cosas están hechas de una materia fundamental, de donde derivan y a donde en últimas han de retornar. Su búsqueda intelectual era encontrar la identidad de dicha materia, entidad (sustancia en términos aristotélicos) que no se crea ni se destruye. Tales de Mileto (624-546 A.C.) es considerado el filósofo griego más antiguo. Lo que se conoce de su filosofía es a través de escritores posteriores, pero la idea que nos ha llegado de él es que la materia fundamental es el agua. También se le tiene como el primer geómetra griego, probablemente porque de sus viajes a Egipto trajo las primeras nociones de esta disciplina, y probablemente las aplicó a problemas prácticos. La tradición le imputa haber predicho un eclipse solar en el año 585 A.C., sin embargo, lo más probable es que dicho conocimiento lo hubiera adquirido de los babilonios, que tenían un calendario astronómico muy sistematizado (Brunet Ibíd.). Anaximandro (611-547 A.C.) designa como elemento básico una masa informe que es fuente y destino de todas las cosas, a la que llamó apeiron (infinito). Como Tales, considera que el agua es la materia básica de la vida. Por primera vez aparece en la literatura griega una reflexión acerca del origen de la vida, ya que afirma que ella proviene del mar y que la forma presente de los animales es el resultado de la adaptación al medio terrestre (Brunet ídem). Aunque algunas de sus ideas parecerían tratar de evolución, conceptos como adaptación y más aptos, más bien son extraídas de mitos antiguos aplicados a su cosmogonía. Anaxímenes (570-500 A.C.) consideraba que el aire es el elemento fundamental y las fuerzas compresivas hacen que se convierta en agua o tierra. Pitágoras y los Pitagóricos fundamentaron su pensamiento en las matemáticas, y su filosofía, en su mayor parte desconocida por falta de textos, y porque estaban organizados en una secta mística secreta, está muy centrada en la consideración del mundo como constituido por números, siendo la unidad el elemento fundamental. La tierra es una esfera limitada por el aire (ilimitado) que la rodea. La forma de las cosas se adquiere cuando el límite las define. Heráclito (535-475 A.C.) centró su interés en explicar el cambio que se observa en el mundo. La sustancia fundamental, de la que están constituidas todas las cosas sería el 2 El termino lo utilizaron los autores y comentaristas (doxógrafos) posteriores a Aristóteles, para referirse a los textos aristotélicos que habían sido recopilados y organizados después de la Física. No tiene ningún significado etimológico distinto, y por lo tanto debería usarse como la disciplina que estudia lo no-físico, y más estrictamente, el conocimiento de lo que son las cosas. 5
  • 6. fuego, y la combustión es la clave de la vida humana y del mundo. El cambio que se observa es debido a que el mundo (fuego) está en constante flujo, de donde deriva su más polémica idea, posteriormente atacada por Platón y Aristóteles: "nosotros somos y no somos", la conocida paradoja de Heráclito. El mundo continuamente cumple un ciclo que se puede señalar como el paso del fuego al agua, del agua a la tierra y viceversa; el mundo surge del fuego y se resuelve en él. La unidad es el fuego, y la multiplicidad del mundo (los distintos objetos) es el resultado de la lucha o discordia, cuyas fuerzas separan los objetos (destruyen la unidad), mientras que las fuerzas de la armonía la vuelven a constituir, impidiendo la destrucción definitiva de la unidad. Aunque esta idea parecería análoga al cambio que estudia la biología moderna, en realidad solo se refiere a la constitución de la materia última no aplicable al mundo de los objetos. Por el contrario Parménides (540-450 A.C.) niega la variedad y la multiplicidad, porque par él el ser es inmutable y eterno. Su afirmación más conocida es acerca de que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo –principio de identidad-. Platón seguirá a Parménides en su teoría de las ideas (ver adelante). Empédocles (483-430 A.C.?) desarrolla su teoría cosmogónica basada en los cuatro elementos tierra, agua, aire y fuego, los cuales se combinan para originar los seres vivos, quienes están sometidos a un ciclo del universo, donde los cuatro elementos se combinan y organizan dependiendo de la interacción de dos fuerzas opuestas: el conflicto y el amor. Lo interesante de su teoría de la vida, es que posee algunos paralelismos, por lo menos en su descripción, con la teoría evolutiva darwiniana. En resumen propone cuatro etapas en la constitución de los seres vivos: en la primera se originan por combinación de los elementos las diversas partes de los organismos (cabezas, extremidades, etc.); en un segundo paso estas partes, correspondientes a múltiples organismos, se combinan al azar, dando origen a individuos con cabezas de buey y extremidades humanas por ejemplo. De estos monstruos algunos logran sobrevivir (los más aptos) y en una tercera etapa se constituyen (no está muy claro cómo) organismos con formas similares a las actuales pero sin estar caracterizados por sexo o especie; en la ultima etapa se originan las especies, tal como las conocemos. Algunos críticos asimilan parte de la teoría a lo que se propuso posteriormente por Darwin y Wallace de la selección natural, aunque probablemente no hay una intención de explicar un proceso evolutivo orgánico, sino una teoría cosmogónica. - El Atomismo Su importancia respecto a la biología, y a las ciencias en general, estriba en que sus postulados son de carácter materialista y determinista, aunque su importancia fue opacada por la preponderancia de la filosofía platónica y aristotélica. Se originó en Grecia con Leucipo (460-370 A.C.) y fue establecido definitivamente por su discípulo Demócrito (460-370 A.C.). Epicuro (341-270 A.C.) fundó su doctrina del epicureismo sobre los principios del atomismo. La versión más completa nos la dejó Lucrecio (98-55 A.C.) en su obra De rerum natura. Para los atomistas el mundo estaba constituido por átomos y era regido por la causalidad. Los átomos eran concebidos como partículas indivisibles, impenetrables, con cualidades como el tamaño y la forma, y que poseían un movimiento original que podía ser transmitido por impacto a otros cuerpos. La teoría afirmaba que las únicas fuerzas que existían en la naturaleza eran las de la materia en movimiento, y por ende la única causa real era la que correspondía a las fuerzas mecánicas que unían o apartaban los átomos. 6
  • 7. Ninguna partícula de materia o de movimiento se perdía, ni ninguna se ganaba: principio de la conservación de la materia y el movimiento. Así, los postulados del atomismo son materialistas puesto que lo único que permanece es el átomo. Cuando algo parece desaparecer, como la materia que se quema, es porque los átomos se unen por un tiempo en cierto patrón geométrico y en otro momento se separan. Por lo tanto el mundo se puede y debe explicar por la estructura y movimiento de sus elementos, lo que implica necesariamente que sus conceptos sean deterministas; la teoría rechaza las inferencias que se hagan sobre causas finales. En la época moderna estos conceptos fueron desarrollados por Boyle y Newton, mientras que Dalton los utilizó como punto de partida para la formulación de su teoría atómica. La corriente mecanicista en biología es producto del atomismo y sirvió para explicar un gran número de fenómenos, entre ellos los procesos fisiológicos de la circulación sanguínea. Los Filósofos Clásicos Platón y Aristóteles fueron los más importantes exponentes de la tradición filosófica occidental hasta los siglos XIV y XV, y ellos moldearon el pensamiento europeo. Platón, con su Teoría de las Ideas, y Aristóteles, su discípulo, y en cierta manera continuador de la tradición, formularon una teoría del mundo, que influyo sobre la manera como era posible explicar el mundo natural. Hubo que esperar unos 2000 años (siglos XV a XVII), para que comenzaran a formularse teorías científicas que no dependieran del pensamiento clásico griego. Por lo tanto es necesario conocer en sus aspectos generales este pensamiento y la influencia que tuvo sobre la biología antes del siglo XIX, cuando la teoría darwiniana vio la luz. - Platón (428-347 A.C.-) – El Esencialismo El biólogo y sistemático Ernst Mayr, uno de los proponentes de la Teoría Sintética de la Evolución (ver adelante), arguye en múltiples trabajos (Mayr E. 1982), que fue la filosofía de Platón, en particular su teoría de las ideas, la que marcó la investigación biológica hasta el siglo XIX. Platón hace una reflexión, ya desarrollada en parte por Parménides y los presocráticos, acerca de qué es lo que constituye el mundo que percibimos, y cuáles son las propiedades necesarias para que las cosas sean verdaderas. Platón era consciente que el mundo sensible, que percibimos por nuestros sentidos, es cambiante, y que por lo tanto no podemos fiarnos de lo que percibimos. Para él hay una realidad fuera de lo sensible que es la verdadera o real, constituida por las formas (ideas o eidos o almas) que definen los objetos (las especies o tipos, por ejemplo. la forma caballo, u hombre, o mesa.)3 Estas son por lo tanto inmutables, inmóviles, indestructibles, atemporales y eternas. Los objetos, o en el caso de la vida, los seres orgánicos, participan de sus esencias, sin embargo, no son más que una sombra, imperfecta, de la esencia ideal. 3 Platón tiene como interés principal reflexionar sobre la moral, y afirma que aunque los hombres puedan tener una opinión acerca de lo que es bueno y malo (que puede cambiar en el tiempo), ello no implica que lo bueno sea relativo. Considera que lo bueno o la justicia (ideales) existen como formas (modelos) inmutables y eternas, y que es obligación del hombre bueno intentar descubrirlas, a través de la reflexión filosófica. Platón utilizó la metáfora conocida como el «Mito de la Caverna» (Republica). 7
  • 8. Mayr llama a esto la teoría esencialista, que en la biología anterior al siglo XIX, postulaba que los seres vivos habían sido creados al principio del tiempo y habían adquirido sus características desde ese momento, y ya nunca más podrían cambiar; es decir, eran especies inmutables. Esto necesariamente rechazaba cualquier idea de cambio a lo largo del tiempo, la idea central de la evolución. Como afirma Montanelli, Platón induce de lo particular una forma común eidos, universal y siempre igual, que permite el conocimiento metafísico –ontología- debido a esa inmutabilidad. Los valores son universales, suprasensibles y apriorísticos, lo que impide lo relativo, el fenómeno y el individualismo del valor. - Aristóteles (384-322 A.C.) Aristóteles dedicó una parte importante de sus reflexiones y escritos a la descripción de los seres vivos, y fue el primero en proponer su clasificación, tomando como referencia el aumento de complejidad en la estructura. Organizó a los seres en una escala de lo simple a lo complejo en una gradación continua. Este sistema recibió el nombre de Scala naturae, que en los siglos XV a XVIII se utilizaba como la Gran Cadena del Ser. Fue la primera obra de taxonomía (clasificación), y podemos decir, la fuente de donde surgieron las demás. También realizó descripciones acerca de la generación de los seres, y fue de los primeros en llevar a cabo experimentos con embriones de pollo. Se le ha llamado el padre de la embriología y es considerado el primer biólogo en haber intentado la elaboración de una teoría biológica. Sin embargo, la importancia de Aristóteles en la concepción del mundo vivo está más relacionada con su filosofía, desarrollada a partir del esencialismo platónico. Para Aristóteles los fenómenos vitales se podían explicar como imbuidos de una finalidad; por ello era necesario definir las causas de dichos fenómenos, clasificadas por él en cuatro tipos: formal, eficiente, material y final. Aunque las tres primeras aparentemente eran diferentes, en realidad se relacionaban con la causa final, que era la que determinaba cómo eran las cosas. La material era opuesta a la final y se refería a las cualidades de la materia. La causa material se ligaba al concepto de necesidad, que era la que originaba la variabilidad de los seres. Así por ejemplo el ojo tiene una función que es ver y que es el resultado de la causa final; mientras que el que sea marrón, azul o verde, no tiene que ver con esa función y por lo tanto es el producto de la causa material. Debido a esto, conocer la variación individual no es importante, ya que la realidad está dada por el tipo (idea platónica contemplada en las esencias inmutables). Es por eso que la causa final es la única que puede explicar el mundo, y el estudio de la causa material es inconsecuente pues está sometida a aquella. Cada organismo existe desde antes como una entelequia, es decir como una idea completa y perfecta. Para Aristóteles la causalidad y el azar no pueden participar en la constitución del mundo, pues están subordinados a la causa final. El mundo entonces, sólo puede ser entendido desde una perspectiva holística y compenetrada de finalidad. Esta concepción es opuesta a la de los atomistas, y aún hoy en día, existen estas dos corrientes de pensamiento que pretenden explicar los seres vivos: el vitalismo (Aristóteles) y el mecanicismo (atomistas) respectivamente. 8
  • 9. La ciencia griega Como hemos visto, el pensamiento de la Grecia clásica estableció la filosofía que hubo de regir por más de 2000 años la cultura occidental. Ella delimitó el contexto de las posibilidades de la reflexión científica, principalmente porque la iglesia cristiana europea decidió adoptar el pensamiento platónico y aristotélico como el fundamento de su filosofía y teología. Las ciencias estuvieron vigiladas por el esencialismo platónico y las teorías aristotélicas acerca del mundo (cosmogonía y astronomía de Ptolomeo) y su física (hasta Galileo y Newton). La ciencia griega fue principalmente una ciencia relacionada con la matemática (Euclides), la física (Arquímedes y Aristóteles), la Astronomía (Ptolomeo y Aristóteles), la medicina (Hipócrates, Galeno) y la botánica (Teofrasto, Discorides). Pero toda ella imbuida de la concepción aristotélica del mundo, y por lo tanto sometida a la autoridad del maestro. La biología tuvo su más grande exponente en Aristóteles, sin embargo, habría de pasar mucho tiempo para que el conocimiento de los seres vivos pudiera acceder al mundo de la ciencia como la astronomía y la física. La imposibilidad de considerar el cambio y la modificación a través del tiempo, consecuencia de lo ya anotado, no permitió formular una teoría que abarcara todos los fenómenos de la vida. A pesar de esto, hubo algunos conceptos que de cierta manera parecen preceder a los conceptos modernos de evolución. Anaximandro propone por primera vez una teoría del origen de los seres vivos. Empédocles explica su cosmogonía como un ciclo complejo de cambios y describe el origen y transformación de los animales. Aristóteles percibe un mundo ordenado y perfecto, y establece una taxonomía donde el hombre ocupa la cima de dicha jerarquía, la cual se percibe como un arreglo de lo sencillo a lo complejo. Se organiza de acuerdo a la forma, pero no hay filiación entre las especies. Para los griegos, incluso para Platón, es evidente que existe la variedad orgánica, con similitudes y distinciones, con cambios en los individuos (crecimiento, reproducción, desarrollo); sin embargo, lo que hay que explicar es la constitución última de las cosas, lo real y no lo sensible (incluso para un observador tan perspicaz como Aristóteles), y para ello es importante no dejarse engañar por las apariencias. En últimas, el estudio de los seres vivos debe confinarse a establecer los tipos y no las variedades, los cuales existen desde siempre. Las ciencias naturales durante la Edad Media estuvieron referidas fundamentalmente al conocimiento más o menos exhaustivo de la botánica y el uso de plantas en la farmacopea. Fueron los tratadistas Teofrasto y Discorides quienes legaron a Europa el conocimiento botánico clásico y sus tratados se conocieron a través de los escritos posteriores de Plinio el Viejo y Galeno. Este conocimiento sirvió de fundamento para la expansión del conocimiento botánico a partir del Renacimiento, y la tradición de las grandes colecciones de plantas, los famosos Herbolarios. 2. La emergencia de la ciencia moderna en Occidente La Edad Media y el legado clásico Hasta las postrimerías del siglo XVI el pensamiento platónico-aristotélico en el que se destaca la inmutabilidad de las especies, domina el estudio de la naturaleza. Ello 9
  • 10. impide cualquier intento de asignar una historia a los organismos vivos, porque el creador y motor del mundo introduce desde el inicio de los tiempos todas las especies que existen o han existido, todas ellas inmutables, y por consiguiente sin poder haber experimentado transformación alguna. Tomás de Aquino (1225-1274) toma los escritos de Aristóteles como la filosofía del cristianismo, por medio de la cual es posible llegar a conocer a Dios. A partir de esto se establece el aristotelismo como la filosofía por excelencia y la que rige la verdad o falsedad de las afirmaciones de las ciencias, sometidas por lo tanto al rigor de la teología cristiana, que supedita todo devenir y movimiento del mundo a Dios, es decir las especies una vez creadas no hacen sino reproducirse (Azcona J. 1982). Las ideas tomistas, claves de la cultura hasta el Renacimiento, impiden cualquier conocimiento científico (Bacon F. 1986) que vaya en contra de la ortodoxia cristiana, pues la única ciencia posible es la teología: "se ha de rechazar como falso lo que en las otras ciencias se muestra estar en contradicción con la teología" (Azcona Ibíd.)4. El renacimiento y los albores de la ciencia moderna El Renacimiento se caracteriza por un redescubrimiento del legado cultural clásico de Grecia y Roma, que incluye además de las manifestaciones artísticas, la ciencia, la filosofía, etc. La ciencia que llega a Europa, a través del mundo árabe, está marcada por los escritos de Aristóteles, quien es el maestro en los campos de la astronomía, la física, la botánica y la zoología. La medicina hipocrática, llega a través de los escritos galénicos y junto con los tratados botánicos clásicos se convertirán en el fundamento de la medicina europea. La recuperación de esa tradición se acompañará, sobre todo en las ciencias anatómicas, la astronomía y la física, de un deseo de comprobar la verdad de los conceptos griegos, en especial de confrontar con la experimentación y la matemática, los postulados que se consideran verdades absolutas. En la anatomía este impulso lleva a la disección de cadáveres, con el propósito de comprobar las enseñanzas de Galeno. Los primeros anatomistas, a la cabeza de los cuales sobresale Vesalio, dan cuenta de un panorama que se aleja cada vez más de Galeno. De allí que será la anatomía la primera disciplina en adquirir el status de científica, con textos que pueden ser leídos y criticados. Los textos botánicos clásicos permitirán recobrar el espíritu investigativo en ciencias naturales, ya que el conocimiento de las plantas será de gran utilidad para la medicina y la farmacopea, y a partir de ellos se comenzarán a formar las grandes colecciones de herbolarios. La ciencia clásica: la astronomía y la física matemáticas En Astronomía, el texto fundamental de Ptolomeo, El Almagesto (siglo II D.C.), asentado sobre los principios cosmogónicos de Aristóteles, será estudiado por los matemáticos de la época, principalmente por Nicolás Copérnico (1473-1543) quien en su intento por rectificar las matemáticas del mismo, tropezará con una nueva teoría que modificaría la visión del universo. Luego de muchos años de investigación, Copérnico postulará un modelo astronómico heliocéntrico, donde la tierra, y el hombre situado sobre 4 La inquisición fue parte del sistema regulador de la ciencia, cuya victima más famosa fue Galileo, quien tuvo que negar que la tierra giraba alrededor del sol, tal como lo había demostrado Copérnico. 10
  • 11. ella, dejarán de ser el centro del mundo, girando en cambio alrededor del sol. Su texto Sobre las revoluciones del mundo (De revolutionibus orbitum coelestium), publicado muy poco antes de su muerte, promulgaría conceptos que iban en contravía de las enseñanzas de la iglesia cristiana, pero inicialmente no causó mayor impacto, principalmente porque las matemáticas que demostraban la misma eran bastante complejas y muy difíciles de ser comprendidas por quienes no estuvieran entrenados en esta disciplina. Galileo Galilei (1564-1642) matemático, astrónomo y físico italiano, se interesó por el estudio de las estrellas y tomado como punto de partida el texto coperniquiano, y con los avances logrados con el telescopio que él había perfeccionado, demostró, al menos parcialmente, que el universo, tal como lo explicaba Copérnico, era mucho más real que el ptolemáico. Su descubrimiento de las lunas de Júpiter y cómo ellas giraban alrededor del planeta le persuadieron de que la tierra también era un satélite del sol. Galileo además demostró que las leyes de Aristóteles sobre la caída de los cuerpos eran erradas, mediante la experimentación (Serres M. 1991, Bassols N. 1995). Posteriormente Tycho Brahe (1546-1601) astrónomo danés, realizó un trabajo extraordinario compilando todos los datos conocidos y los descubiertos por él, para elaborar los mapas estelares que le habrían de permitir a Johannes Kepler (1571-1630) formular su teoría de los cielos, y postular matemáticamente la teoría sobre el movimiento estelar. Brahe era un acérrimo defensor de la teoría ptolemaica, mientras que Kepler fue quién demostró que Copérnico tenía razón. Isaac Newton (1642-1727): físico y matemático inglés formuló la primera teoría matemática sobre el universo, integrando en una sola explicación la teoría astronómica y la física, que habría de impulsar a las dos ciencias como los puntos de lanza del movimiento científico moderno. El texto fundamental de la física clásica Philosophiae naturales principia matemática (1687) (conocida simplemente como Principios matemáticos) establecería las leyes de la mecánica y englobaría en unas mismas leyes los movimientos estelares, terrestres, y la gravedad. El texto sería el paradigma de la ciencia hasta final del siglo XIX. Un siglo después la química, valiéndose de las técnicas y procedimientos de la física, habría de formular sus principios básicos, a partir de las experiencias de Lavoiser en Francia y Priestley en Inglaterra. Sin embargo, la biología y disciplinas afines, no tuvieron un desarrollo similar, ya que no fue posible el surgimiento de una teoría unificadora, aunque durante este tiempo se fue amasando una gran cantidad de colecciones y datos, que para el siglo XIX permitirían el establecimiento de la biología como ciencia. 3. Hacia una sistemática de los seres vivos El legado botánico grecorromano El Renacimiento, con el estudio entusiasta de los autores clásicos y sus tratados de ciencias naturales (botánicos, zoológicos y médicos), recuperará parte del conocimiento clásico, y entre los más importantes autores estarán Aristóteles, Hipócrates 11
  • 12. (460-377 A.C.), Teofrasto (c. 370-288(5) a.c.), Discórides (I siglo d.c.), Plinio (23-79 D.C.) y Galeno (129-199 D.C.)). En especial la tradición médica será un punto de inicio en la emergencia de la botánica como disciplina más o menos sistematizada, ya que el conocimiento de las plantas, en especial su uso en la farmacopea, impulsará la profundización en este campo, y abrirá un horizonte para tratar aprehender todo lo relacionado con ellas y los animales que existen en Europa y los territorios vecinos. Los siglos XV y XVI tendrán a la botánica como la ciencia natural por excelencia, y serán los herbolarios, los libros que guardan las colecciones de plantas, los que servirán de guía en la emergencia de la botánica como disciplina bastante bien organizada para el siglo XVII. Aunque se afirma que la Edad Media no legó elementos de la ciencia clásica que pudieran ser útiles en la práctica cotidiana del mundo moderno, ello no parece corresponder a los textos botánicos que fueron conocidos desde tiempo atrás, aunque por supuesto en copias que fueron manipuladas y transformadas por copistas inescrupulosos. Los dos autores que más influyeron fueron Teofrasto y Discorides. El primero fue el doxógrafo (comentarista de las obras aristotélicas) principal de Aristóteles y primer taxonomista de las plantas. Discórides fue un médico y botánico romano, viajero incansable y cuyo texto De materia medica (c. 77) reunía el conocimiento botánico de su tiempo, principalmente para su utilización como medicinas. Fue un gran observador de la naturaleza y experimentador de los efectos de las plantas sobre las funciones del cuerpo, y dejo una gran cantidad de descripciones acerca de la utilidad médica de las mismas. Sin embargo, los siglos posteriores verían la corrupción del texto, lo cual produjo unos herbarios medievales cuyo contenido era una mezcla de todo tipo de reflexiones, míticas, religiosas, remedios caseros, y algunos aspectos propiamente médicos y botánicos. Sin embargo, estos textos y los dibujos que los acompañaban, sirvieron para iniciar la recopilación de información por parte de los naturalistas europeos (Boorstein ídem.). La primera edición traducida al latín de Discórides se realizó en 1544 en Venecia y tuvo una amplia difusión por toda Europa. Las ciencias naturales y los descubrimientos Los viajes de exploración realizados a partir del siglo XV hacia África y Asia, junto con el descubrimiento de América en 1492, expandieron los confines de la tierra, y el número de especies que se debían estudiar y describir se incrementó extraordinariamente. Para el siglo XVI los Herbolarios se constituyeron en los principales instrumentos para conocer el mundo de las plantas. Estas extraordinarias colecciones botánicas, en las que se mezclan el mito, la religión, la ciencia, la magia, fundarán la farmacopea basada en las plantas medicinales conocidas. Aunque menos difundidos que los herbarios clásicos, fruto de la copia del texto de Discorides, los bestiarios también tuvieron importancia durante la Edad Media y llegaron hasta la Europa renacentista. El libro que llegó se le atribuye a Fisiólogo (que significa naturalista), cuyo original fue escrito hacia el siglo II D.C. Lo mismo que los herbarios, este texto sufrió innumerables copias y modificaciones a lo largo de los siglos, pero también resultó ser una potente influencia en los naturalistas que aparecerían durante el renacimiento y años posteriores (Boorstein ídem.). Los estudios han demostrado que estas obras de botánica y zoología fueron realizadas por la colaboración de los naturalistas y los artistas (ilustradores), colaboración que en muchos casos estaba separada por varios siglos (ilustración de copias del libro original hecha mucho tiempo después). En Europa esta tradición se afianzó cuando los textos de Discorides 12
  • 13. comenzaron a ser traducidos a las lenguas vernáculas y los ilustradores acompañaban a los botánicos en sus trabajos. La primera obra en botánica que se puede llamar moderna – Herbarum Vivae Eicones (1530: Retrato vivo de plantas)- fue realizada por el médico Otto Brunfels (1489- 1534) y el pintor Hans Weiditz, quien dibujó las plantas tomadas del natural. Leonhart Fuchs (1501-1566) realizó una edición de la obra original de Galeno (acerca de Discorides) y publicó su herbario De Historia Stirpium (1542). Esta obra es extraordinaria ya que posee más de 400 ilustraciones sobre plantas alemanas y 100 extranjeras, las cuales Fuchs hizo ilustrar tomándolas cuidadosamente del natural. Fue viajero a América. El otro gran botánico alemán fue Hieronimus Bock (1498-1554). Se interesó por describir de forma minuciosa las plantas de su región y lo hizo en la lengua vernácula. En este siglo también se establecen los primeros jardines botánicos en Europa, primero en Padua y Pisa, y luego por todo el continente. Konrad Gesner (1516-1565) fue un gran enciclopedista y un incansable observador de los seres vivos. Escribió la obra considerada como la primera bibliografía del mundo clásico Bibliotheca Universalis, en la cual quiso catalogar a todos los autores griegos, romanos y hebreos a lo largo de la historia. Pero es su libro Historia Animalum el que le dará fama, en éste apuntó todo lo que se conocía acerca de los animales; es considerado el padre de la zoología (Boorstein ídem.) Los naturalistas viajeros y la Taxonomía Desde el siglo XV, hasta mitad del siglo XIX, las ciencias naturales ven un extraordinario incremento en el número de especies nuevas, no conocidas con antelación a los grandes descubrimientos de los siglos XV y XVI. Los naturalistas de los siglos XVII y principios del XVIII dedicaron sus esfuerzos a la ampliación de las colecciones y a la organización del conocimiento derivado de ellas, porque se estaba llegando a un punto donde las experiencias de los diversos botánicos no podían ser reconocidas por sus colegas, porque se carecía de un sistema adecuado de descripción y nomenclatura. Según Francois Jacob (Jacob Ibíd.), para ese tiempo el grupo de los seres vivientes, se multiplica y enreda en un enmarañado conjunto, que exige organizarlo según sus semejanzas y distinciones morfológicas. John Ray (1627-1705), clérigo, botánico y naturalista inglés, fue lector de matemáticas y de los clásicos en el Trinity College en Cambridge. Después de Linneo, es el más importante taxonomista de la época. Estudió la fauna, flora y geología de muchos lugares de Europa y escribió varios libros que contribuyeron al establecimiento de la sistematización taxonómica, entre los cuales están Flora of Cambridge (1660) y Methodus plantarum nova (1676) donde formula un nuevo sistema de clasificación. Entre 1686 y 1704 publica Historia Generalis plantarum en la cual clasificó 18,600 plantas, Historia piscium y Synopsis methodica animalium quadrupedum et serpentini generis. Fue el primero que catalogó los organismos vivos de tal manera que sólo aceptaba los conocimientos recogidos directamente de la naturaleza y al final de su vida fue capaz de hacer una clasificación que mejoraba la de Aristóteles. Definió por primera vez la noción de especie: colecciones de individuos que eran capaces de reproducirse entre sí, y que por lo tanto eran capaces de mantener la uniformidad de las mismas; este concepto era aplicable, por primera vez, tanto a las plantas como a los animales, lo que facilitó la tarea su clasificarlos. Su creencia en la inmutabilidad de las especies fue un factor importante 13
  • 14. para lograr la definición de especie, ya que era necesario poder definir especies individuales y lograr su ordenamiento en una cadena del ser, como lo había hecho Aristóteles (Bowler P.J. 1989). En 1691 publica The Wisdom of God Manifested in the Works of Creation (La Sabiduría de Dios que se Manifiesta en los Trabajos de la Creación), tratado de teología natural, en el que establece las relaciones entre forma y función, y describe la anatomía, el hábitat, la conducta y la adaptación de los seres vivos al ambiente y además afirma que los fósiles son especies extintas. Su objetivo era utilizar las ciencias naturales para demostrar la existencia de Dios. Fue el predecesor más importante de Linneo en la constitución de la sistemática. Joseph P. de Tournefort (1656-1708), botánico francés, hace uno de los primeros viajes cuyo propósito es primordialmente científico, para recopilar la mayor información acerca del mundo vivo, aunque los intereses políticos del estado francés habrán de utilizarlos en su beneficio. Recorrió durante dos años (1700-1702) Anatolia, las islas Griegas, y realizó numerosas observaciones acerca de la geología, la naturaleza, los aspectos sociales y políticos, la religión, etc. Describió y dibujó innumerables especies de plantas y sus relatos fueron muy conocidos y estimados por el público general y los científicos (Bowler P.J. Íbid.) La rivalidad franco-inglesa por el dominio colonial proporcionará los viajes más importantes en la constitución de un nuevo conocimiento de la vida. Joseph de Jussieu viaja por América del Sur entre 1735 y 1770. El capitán Cook circumavega la tierra (1763- 1775) y permite a Joseph Banks estudiar la flora del hemisferio sur. Louis Antoine de Bougainville emprende en 1767 la vuelta al mundo con Philibert Commerson como botánico de la expedición. Alexander Humbolt y Aimé de Bonpland viajan a América del Sur (1799-1804). El capitán Fitzroy de la armada británica emprende en 1831 un viaje a las costas de Sur América, y con él viaja Charles Darwin, cuyo trabajo como naturalista le permitiría años más tarde formular su teoría de la evolución. H.W. Bates y su compañero Alfred Wallace, codescubridor con Darwin de la Selección Natural, emprenden un viaje de dos años por la Amazonía (Drouin J-M. 1991). Linneo y la clasificación de la naturaleza Carl Von Linneo (1707-1778), médico y botánico sueco dedicó gran parte de su vida a conocer la flora y la fauna de Europa, llegando a recolectar, clasificar y describir numerosas especies. Se le considera el primer taxonomista moderno y fundador de la sistemática. Su primer ensayo botánico acerca del proceso sexual de las plantas Praeludia sponsalorum plantarum fue el primer paso en la formulación de su sistema de clasificación, en el que proponía determinar características definidas que pudieran ser comparables entre especies. Estableció un método de clasificación de los seres orgánicos, ya que hasta ese entonces cada naturalista empleaba su propia metodología. Sus publicaciones más importantes, entre más de 100 que alcanzó a escribir, fueron: Systema naturae, Bibliotheca botanica, Fundamenta botanica, Genera plantarum, Clases plantarum, Species plantarum, Corollarium generum, Methodus sexualis y un estudio parcial sobre peces, Ichtyologia. 14
  • 15. En Species Plantarum y en Systema naturae (12 ediciones) demostró que es necesario utilizar caracteres definidos y limitados, tales como los mecanismos de polinización y fructificación en las plantas, para clasificar de manera precisa las distintas especies. A partir de sus investigaciones realizó una clasificación de la naturaleza en tres reinos: mineral, animal, y vegetal, e instituyó las categorías de clases, órdenes, géneros y especies. Ordenó, clasificó y nombró gran parte de las especies vegetales y animales conocidas en su tiempo. Este trabajo lo realizó en varias etapas: en un primer paso postuló que era posible nombrar cada especie por medio del nombre general del grupo que denominó género, seguido por una descripción -definición- de cada una de las especies semejantes. Esto mejoraba un poco las metodologías anteriores, pero la descripción seguía siendo engorrosa para establecer una nomenclatura universal. En una segunda etapa, luego de comprobar estas dificultades, propuso que la nomenclatura debía ser binomial, esto es, cada especie tendría dos nombres, el género y la especie (que reemplazaba la descripción). La lengua utilizada fue el latín porque era el idioma utilizado en las universidades y podemos decir la lengua de los científicos; éste método es el que aún se utiliza. En 1745 comenzó a utilizarlo; para 1753 había colocado nombres a las plantas conocidas y para 1758 había incluido a los animales. (Boorstein ídem., Serres ídem.)] En sus escritos no se encuentra ninguna reflexión acerca del cambio en los organismos a través del tiempo; pero sus trabajos demostraron que entre especies semejantes hay una línea de parentesco, lo cual abrió el camino para la reflexión sobre los orígenes de la diversidad. Aunque durante la mayor parte de su vida científica fue un defensor a ultranza de la fijación de las especies, en la última edición de su obra fundamental, tuvo que suprimir un pasaje en el cual anteriormente afirmaba que los híbridos no eran nuevas especies, sino organismos estériles fruto de uniones no normales de dos especies diferentes. Lo que lo llevó a editar el pasaje, e implícitamente a aceptar la mutabilidad de las especies, fue el haberse dado cuenta que algunas plantas, que eran capaces de reproducirse, eran producto de una unión híbrida, lo cual rechazaba su creencia primera. Ningún texto suyo tiene referencia a la idea de evolución, o siquiera la posibilidad de cambio en el tiempo. Las ciencias naturales durante la Ilustración No obstante, este acúmulo de conocimiento no alcanza una unidad de interpretación, puesto que a diferencia de la física y la química, no se formulan leyes generales (como las leyes de Newton) que delimiten los alcances de las observaciones, por lo cual lo puramente científico se utiliza, principalmente por la teología natural en Inglaterra o la filosofía natural en el continente europeo, para tratar de demostrar la existencia de fuerzas y poderes más allá de la naturaleza, que serían las que permitirían la vida. En último término, la mayor parte del trabajo y la reflexión se dirigen a probar la existencia de un creador, que se infiere de la existencia de los seres con sus maravillosas adaptaciones. A partir del siglo XVIII se intenta reunir los diversos conocimientos en una disciplina más cercana a los principios de la física y de la química de la época. Francia, Inglaterra y Alemania son los principales gestores de dicha avanzada. En Francia, como 15
  • 16. parte de La Ilustración, un grupo de naturalistas, entre los que se cuentan Buffon, Cuvier y Lamarck, propician proyectos que tratan de acercar las experiencias generadas por la geología, la botánica y la zoología. Hasta el siglo XVIII la interpretación de los fenómenos vitales carecía de la dimensión del tiempo, debido a que no se percibían cambios a lo largo de la historia. Francois Jacob (Jacob Ibíd.) considera que la importancia del tiempo devino por dos fenómenos que fueron investigados en los siglos anteriores: la certeza de que la reproducción pone de manifiesto una línea de filiación, y en segundo lugar, la comprobación de que la tierra ha ido cambiando, a partir de una serie de cataclismos que han afectado el mundo. En el siglo XVIII se llega a comprender que la tierra no es la misma en ese momento que la de hace miles de años. Esto supone un cambio radical en el concepto de especie, ya que deja de percibirse como un ente inmutable. Los fósiles, esas reliquias de tiempos remotos, que harán las delicias de un Cuvier o de Darwin mismo, revelan que algunos animales ya no existen, mientras que otros muestran semejanzas con los actuales. Ante la evidencia hay que buscar una explicación; esto es lo que intentarán, apoyándose en diversas teorías, los pensadores naturalistas de los siglos XVIII y los del XIX. Algunos adelantan hipótesis que no alcanzan el status de teorías. Benoit de Maillet (1656–1738), se interesa por la variación, pero no ve sucesión en las formas, ni encadenamiento de los seres vivos en el tiempo. Tampoco el cambio revela aumento de la complejidad ni perfeccionamiento con el paso del tiempo. Para Jean-Bapstiste Robinet (1735-1820) hay un prototipo que da origen a todos los seres, pero de tal manera que las variedades son el resultado de diferentes combinatorias de elementos, que ocurren en un momento dado y no a través del tiempo: no hay sucesión. Charles Bonnet (1720-1793) ve en el mundo viviente un cambio progresivo, pero no de especies en sí, sino de todo el conjunto de los seres, que va ascendiendo por una escala jerárquica. Así, el individuo al pasar a otro estado superior dejará su puesto a los individuos que están por debajo de él (el hombre le dejará su posición a los monos). Pierre Louis Moreau de Maupertius (1698-1759) se interesa por la mecánica de la variación, y explica que los cambios que son heredados tienen su origen en las partículas que se reúnen en cada generación, idea que utilizará Darwin. - Georges-Louis Leclerc, Conde de Buffon (1707-1788) Naturalista francés de conocimientos muy extensos, quiso popularizar las ciencias naturales. Durante mucho tiempo fue intendente del Jardín del Rey en Paris. Su obra más importante fue la Historia Natural, de la cual publicó a partir de 1749 36 volúmenes; luego de su muerte aparecieron otros 8. Esta obra reúne los conocimientos biológicos de su época y propone hipótesis acerca del origen de la tierra y los seres vivos, la anatomía animal, la fisiología, e incluso el comportamiento. En el primer volumen expone una teoría acerca del desarrollo de la tierra, en la que trata de demostrar que las secuencias geológicas se deben correlacionar con fuerzas que actúan sobre la superficie terrestre, como son la erosión, la sedimentación y la actividad volcánica. Para él, la tierra se había originado como un fragmento del sol, a partir de una condensación de material gaseoso. Creía que los cambios de la corteza terrestre se acompañaban de cambios en las especies, las cuales se iban relevando unas a otras a lo largo del tiempo, y como consecuencia de ello aparecían los fósiles. Indicó que la edad de la tierra era de 75.000 16
  • 17. años aproximadamente (hasta ese momento se afirmaba que la tierra había sido creada 4.004 años antes del nacimiento de Cristo, según cálculos del obispo de Usher, aunque Emmanuel Kant, el celebre filósofo alemán, proponía que la tierra tenía varios millones de años). Debido a las implicaciones materialistas de esta teoría, su obra fue atacada desde diversos frentes. En el segundo volumen afirma que las diferencias que existen entre las poblaciones humanas se deben al efecto de una fuerza natural que denomina clima. El aspecto más importante de su obra se refiere a la descripción exhaustiva de los animales terrestres que él conocía directamente o a través de los relatos de otros naturalistas y viajeros. El propósito fundamental de su obra fue tratar de mostrar cómo la naturaleza estaba sometida a las necesidades del hombre; es decir buscaba un enfoque utilitario, para lo cual el hombre era el director de orquesta, pues él decidía como hacer uso de los distintos aspectos de las plantas y los animales en provecho suyo. Debido a esta visión moralizante de la naturaleza, muchos de sus aportes no tuvieron la trascendencia que debieron haber tenido. No elaboró una teoría de la transformación5 de las especies, pero adelantó algunos conceptos que contribuirían a la formación de la misma. Para él el ser vivo no puede ser independiente del medio, el cual limita su reproducción, y para mantener la armonía del universo, produce los cambios que sean necesarios. Más aquí tampoco hay una progresión de las formas a lo largo del tiempo. Aunque en definitiva él no elaboró una teoría evolutiva, su discípulo Lamarck no habría de echar en saco roto sus enseñanzas. Seguidor de las teorías newtonianas, quiso con su tratado establecer una explicación «física» de los organismos vivos, principalmente en relación a su variedad y reproducción. Fue el primer naturalista que distinguió entre los términos generación, regeneración y fisión. El primero de ellos debía ser aplicado a los procesos de reproducción y el segundo a los mecanismos que permitían la reparación de un órgano luego de su lesión o pérdida. Aseguraba que para que ello fuera posible debía existir herencia. También reflexionó acerca de la formación y crecimiento de los embriones, y atinadamente indicó que estos procesos, indisolubles, eran producidos por dos factores: en primer lugar un combustible, constituido por moléculas orgánicas, que eran ingeridas y recombinadas (por fuerzas atractivas, análogas a la gravitación) para establecer los órganos; en segundo lugar, para que cada embrión pudiera formarse con las características similares a sus semejantes, necesitaría un plan que lo dirigiera, un molde interno que serviría para producir los planos que guiarían al embrión para mantenerse dentro de los confines de la especie. Esta hipótesis permitiría explicar las semejanzas más marcadas entre organismos familiares que entre organismos menos relacionados. En cuanto a las moléculas aportadas por la naturaleza, predijo que si el ambiente cambiaba, esas moléculas también lo podrían hacer lo cual significaba que podrían, en un momento dado, producir alteraciones en la forma del embrión, es decir en el molde, por lo cual podrían los organismos cambiar. Esta teoría microevolutiva se refería a cambios en una 5 Transformismo: término usado en los siglos XVIII y XIX para referirse a los cambios en los seres vivos a través del tiempo. Evolución usado por los embriólogos, se empleaba para explicar los cambios del embrión a partir de la unión de las simientes. 17
  • 18. generación ante modificaciones ocasionales del ambiente, pero no a cambios macroevolutivos, los cuales negaba. Aceptaba estos cambios porque era consciente que la geología mostraba unos procesos acaecidos sobre la superficie terrestre, y esta historia debía ser correlacionada con la historia de los seres vivos. Paradójicamente, rechazó la macroevolución, principalmente porque rechazaba los taxones superiores (familia, género, orden, etc.) de Linneo, ya que para que estos se establecieran se necesitaba que se originaran a partir de un ancestro común (que Linneo por supuesto también rechazaba). Los factores microevolutivos que afectaban la estabilidad de las especies eran el clima, la naturaleza del alimento y en relación al hombre los males de la esclavitud (Boorstein ídem.) - Georges Cuvier, Barón (1769-1832) Su nombre verdadero era Leopold Chretin Frederic Dagobart. Fue el naturalista francés más importante de principios del siglo XIX. En 1795 fue nombrado asistente del Museo de Historia Natural de París y para 1799 era profesor de Historia Natural del Colegio de Francia. En 1800 publica su primera obra sobre elefantes extintos. Napoleón lo designó para que reformara la educación en Francia y en 1831 le fue otorgado el título de barón. Se considera que fue el fundador de la anatomía comparada y la paleontología. Sus estudios de los fósiles del subsuelo parisino, le permitieron clasificar, describir y en muchos casos reconstruir la anatomía de gran cantidad de animales extintos entre ellos los mamíferos del terciario. En 1812 publicó Reserches sur les ossements fossiles. Para clasificar los organismos vivos y extintos hacía énfasis en la correlación que debería hacerse entre la anatomía y las actividades propias de cada especie. Para explicar la extinción que él mismo había ayudado a demostrar, propuso que los fósiles resultaban de la ocurrencia continua de catástrofes que aniquilaban algunas especies, las cuales eran reemplazadas por otras, aunque nunca aclaró de dónde provenían. Para Cuvier las especies eran inmutables y la sucesión de nuevas formas era simplemente de reemplazo; esta teoría se conoce como catastrofismo. A pesar de este aparente antievolucionismo, puso de manifiesto la esencia del transformismo. Según Jacob para Cuvier los fósiles son “jalones del tiempo geológico, ... monumentos de las revoluciones pasadas, ... y la historia de la tierra (evidente en las catástrofes) a veces es contada por las piedras y otras por los fósiles; estos, que en algún momento estuvieron en la superficie y ahora están en la profundidad, muestran que la superficie ha cambiado." (Jacob Ibíd.) Para él lo antiguo está completamente separado de lo actual, ya que la mano del creador impide que en la naturaleza exista la mezcla de las especies. ¿Pero es por esto Cuvier un retrogrado? Para Jacob su conocimiento aportó tres nociones necesarias para la formulación de la teoría evolutiva: la evidente dispersión de las formas vivientes (es decir, lo vivo posee un espacio que ocupa allí donde aparezca), en segundo lugar la existencia de interrupciones temporales en el proceso de formación de lo vivo, y por último el carácter gratuito de los cambios, ya que no existe para Cuvier ninguna evidencia que la variación sea necesaria, puesto que unas formas perecen y otras aparecen para llenar el vacío. Sus teorías tenían el status de paradigmas en su tiempo, sin embargo, ya a su alrededor comenzaban a aparecer ideas que las refutaban, entre ellas las de Lamarck y Saint-Hilaire, con quienes sostuvo numerosos debates. 18
  • 19. Honore Isidore Geoffroy de Saint-Hillaire (1772-1844), contemporáneo de Lamarck, y como él ardiente opositor de las ideas catastrofistas de Cuvier, consideraba que las especies habían cambiado con el tiempo, y las fuerzas de la naturaleza ejercían una gran influencia sobre el aspecto que adquirían los seres vivos. Sus polémicas con Cuvier fueron muy famosas. Jean Baptiste Pierre Antoine de Monet - Lamarck Sin lugar a dudas Lamarck (1744-1829) fue el primer naturalista en proponer una teoría de la evolución. Conoció en Paris al filósofo Jean Jacques Rousseau, quien lo convenció para que se dedicara a la ciencia, en especial a la botánica. Como consecuencia de su relación con el filósofo, se dedicó al estudio de la flora francesa durante 10 años, al cabo de los cuales publicó Flore francaise (1778) con ayuda de Bufón de quien fue discípulo. Fue tutor del hijo de éste y trabajó como botánico en el Jardín Botánico Real. En 1793 el Jardín se transformó en el Jardín de las Plantas y se reorganizó por la reforma de Cuvier. A Lamarck le fue entregada la cátedra de invertebrados, sobre los cuales, como él mismo confesó, no sabía nada. Así a los 49 años inició una nueva carrera. Durante nueve años se familiarizó con su nueva profesión y en 1801 publicó una colección de conferencias en las cuales ya proponía ideas evolutivas. En 1809 publica Philosophie zoologique, donde desarrolla su teoría. Para Ernst Haeckel, Lamarck fue el primero en haber trabajado una teoría de descendencia que permitió el surgimiento de la ciencia de la biología. En su tiempo fue incomprendido, y aún hoy en día sus teorías y observaciones han sido mal interpretadas. Cuvier atacó sus ideas, razón por la cual no fueron muy conocidas en su tiempo. Aunque hoy la teoría lamarckiana (conocida como la Teoría de la Transmisión de los Caracteres Adquiridos) no es aceptada, su importancia histórica no puede negarse. Lamarck, siguiendo a Buffon, afirma que los seres vivos presentan un proceso de transformación que sucede a lo largo del tiempo, el cual se refleja en el cambio de las formas más sencillas a las más complejas y por lo tanto defendía la cadena del ser aristotélica. Para explicar el origen de la vida utilizó el concepto de la generación espontánea, idea que era aceptada en su época, y afirmó que los organismos vivos se transforman con el tiempo debido a un progreso que se puede observar a lo largo de la cadena, y que es producido por un fluido nervioso que impulsa a cada especie (linaje) a alcanzar un grado de mayor perfección. A diferencia de Darwin, consideraba que la transformación (evolución) de las especies ocurre únicamente en línea recta a partir de la aparición espontánea de una forma simple que cambia en el tiempo dando lugar a organismos cada vez más complejos, pero sin que haya la aparición de linajes colaterales a partir de ancestros comunes (aunque acepta que ocasionalmente puede ocurrir esto). Es decir, que la especie en un linaje no produce sino una nueva especie pero rara vez más. Por lo tanto no hay una verdadera extinción de especies sino únicamente reemplazo a lo largo de la cadena. Postula que los cambios ocurren porque diferentes ambientes (los llamaba circunstancias), producen distintas necesidades en los organismos que los habitan, y esas necesidades deben ser satisfechas para lograr sobrevivir, lo que se traduce en que algunos órganos se utilicen más que otros, atrayendo el fluido nervioso a esas partes, el 19
  • 20. cual induce el cambio. Si por el contrario el órgano se utiliza poco, el fluido no circula por esa parte y el órgano reduce su tamaño hasta desaparecer. Esto es lo que se conoce como la teoría del uso y del desuso, posteriormente Darwin (pero no Wallace) lo aceptará como un mecanismo secundario del cambio evolutivo. Lamarck era consciente de que estos cambios, sucedidos en los individuos de una especie, tenían que ser transmitidos a los hijos (siguiente generación). El utilizó la teoría de la herencia de los caracteres adquiridos para explicar esto. Ésta postula que los cambios sucedidos en una generación se transmiten directamente a la siguiente; esto es el cambio físico (por ejemplo aletas más grandes) adquiridas por el uso, son heredadas directamente por los hijos. Con el advenimiento de la genética moderna está parte de su teoría fue rechazada. Según Futuyma (Futuyma D.J. 1998), la teoría lamarckiana se puede definir como la Teoría de la Progresión Orgánica, y fue la primera que intento explicar la vida desde el punto de vista del cambio histórico de las especies. Es innegable que su interés por explicar el influjo que el ambiente tiene sobre la función y morfología de los seres vivos, marco de manera significativa el pensamiento biológico posterior. Según Boesiger (Boesiger E. 1983) es posible detectar en Lamarck los siguientes postulados: (1) Todos los seres vivos poseen en su interior un impulso que los dirige para alcanzar la perfección. (2) Los organismos vivos tienen la capacidad de adaptarse a las circunstancias, que son las condiciones del ambiente que pueden ejercer un influjo sobre ellos. (3) Para explicar cómo se produce el origen de las especies, utiliza los conceptos vigentes en su época, principalmente el de la generación espontánea. A partir de la formación de una especie, ésta se va transformando a través del tiempo hasta alcanzar la perfección. Así, la evolución ocurre en una línea filogenética, sin ramificaciones, o con muy pocas, y por lo tanto no establece parentesco entre ellas. (4) Afirma que los seres vivos heredan (o pueden heredar) los caracteres adquiridos a partir de las necesidades provocadas por las circunstancias. Por lo tanto hay efectos que aparecen en los individuos que son el resultado del uso o no uso de ciertas partes del organismo. Es este postulado el que comúnmente se denomina lamarckismo, pero estas ideas aparecen en otros autores. Lo importante de la teoría es que indica la posibilidad de herencia de características diferentes a lo largo de las generaciones, y hace relevante la idea del tiempo como factor primordial para que ocurra la evolución. Para Lamarck, el problema central de la evolución son las modificaciones que ocurren a lo largo del tiempo -evolución vertical-, mientras que para Darwin, era el de la diversidad y el parentesco entre especies. Lamarck consideraba que la evolución es un hecho universal, único y gradual, que conduce a una complejidad creciente en la organización; esta progresión no es regular y puede haber regresión o simplificación. Las circunstancias actúan sobre la morfología de los organismos indirectamente a través de los hábitos que generan, los que a su vez inciden sobre las estructuras para modificarlas: "el uso más frecuente y sostenido de un órgano, lo desarrolla, lo agranda y le da una potencia proporcional a la duración de este uso; mientras que la falta constante de uso del mismo órgano lo debilita sensiblemente, lo 20
  • 21. deteriora, disminuye progresivamente sus facultades y termina por hacerlo desaparecer", y esos cambios son heredables. La teoría no fue publicada en un texto, sino que se encuentra dispersa en sus numerosos trabajos. 4. Gran Bretaña y las Ciencias Naturales El ambiente sociopolítico europeo, y esencialmente el de Gran Bretaña, definieron de manera muy evidente el desarrollo de las ciencias naturales en Inglaterra y Escocia, y por tanto el pensamiento de quienes habrían de postular la teoría evolutiva. Darwin fue educado como integrante de una clase media alta, inmersa en los principios de la sociedad británica surgida de la revolución industrial, que habría de desembocar en la era victoriana, de la cual él mismo fue uno de sus más conspicuos intelectuales. Fueron las ideas surgidas en otras disciplinas distintas a la biología –aunque no aisladas de ella-, las que determinarían el derrotero de la teoría evolutiva. El surgimiento de la geología, la teoría y filosofías económicas del liberalismo nacido en el seno de la revolución industrial, el desarrollo de la demografía y el punto de referencia dictado por la teología natural como una explicación posible de la vida, fueron los motores que habrían de hacer surgir la teoría que cambiaría por siempre la forma de explicar el mundo de los seres vivos. La revolución Industrial: El liberalismo y el Laizze faire Adam Smith (1723-1790), el principal exponente del liberalismo inglés, surgido en el seno de la revolución industrial, proponía que la economía de una sociedad capitalista se autorregulaba a sí misma, por medio de la competencia de los actores implicados (industriales, comerciantes, banqueros), y que ese enfrentamiento de fuerzas impulsaba el progreso económico. También afirmaba que esa competencia debía ser libre, sin sometimiento a controles externos, y sin intervención estatal, ya que la misma competencia hacía su propio control, “como si una mano invisible desde afuera controlara los errores”. Esta ideología del dejar hacer (laizze faire), era la base ideológica de la doctrina económica del imperio británico, y era defendida por sus intelectuales y dirigentes políticos. Por lo tanto, la sociedad inglesa estaba imbuida de estos conceptos, y sus científicos se habían educado dentro de ese sistema. La selección natural, podría decirse, tuvo como telón de fondo los principios del laizze faire, los cuales promovían la idea de que la competencia libre entre actores (especies e individuos en el mundo natural) permitía que los mejor adaptados al sistema (económico o natural) salieran triunfadores e impulsaran el desarrollo. La Demografía Thomas Malthus (1766-1834), estudio en la Universidad de Cambridge y se graduó a los 22 años de matemático y en 1788 fue ordenado como clérigo anglicano. Hace parte del grupo de economistas que estableció la teoría económica que dio soporte al liberalismo económico, entre los cuales se encontraba David Ricardo. Sin embargo su interés fue el impacto que el crecimiento poblacional ejercía sobre los recursos económicos. Se le considera uno de los fundadores de la demografía. 21
  • 22. En 1798 publicó An essay on the principle of population as it affects the future improvement of society, en español hoy se conoce como Ensayo sobre la población (Malthus R. 1993). En 1805 fue nombrado profesor de historia y política en el East India College, el cual le dejaba tiempo para escribir. Algunas de sus obras son: An Inquiry into the nature and progress of rent, Principles of Political Economy y 6 ediciones de su ensayo. En economía tenía opiniones diferentes a David Ricardo, el más importante economista inglés de su tiempo, lo que hizo que sus ideas no alcanzaran mayor relevancia. Fueron sus teorías acerca de la población las que tuvieron una gran repercusión en su época (incluso hoy aún son estudiadas). Los escritores anteriores a él consideraban el crecimiento poblacional como algo deseable, sin embargo para Malthus el estudio de la naturaleza indicaba que los seres vivos autorregulan el número de individuos, debido a que el número de adultos se mantiene más o menos constante, así se produzcan muchas crías. En cuanto al hombre, según Malthus, la población tiende a crecer más rápido que los medios de subsistencia: la primera crece geométricamente, los segundos lo hacen aritméticamente. Proponía algunos métodos de control natal para evitar el colapso de la economía por falta de recursos, pues afirmaba que los humanos no eran capaces de regular sus procesos de natalidad como sí lo hacían los demás seres. Darwin y Wallace reconocieron que está explicación de Malthus sobre el crecimiento del mundo natural, les permitió elaborar la teoría de la selección natural. Los conceptos que más influyeron están referidos a la superpoblación a la que estarían sometidos los grupos poblacionales, cómo ésta está regulada por el conflicto que se establece por acceder a los recursos, la famosa lucha por la existencia, por la cual los organismos deben establecer una competencia con los demás para poder tener acceso a medios de subsistencia que son limitados. La Geología Hasta el siglo XVIII se consideraba que los estratos geológicos se habían formado durante el diluvio universal, por lo que no se consideraba el tiempo como esencial para que dicho fenómeno hubiera ocurrido. Varios autores trataron de clasificar los diversos estratos, entre ellos Nicolaus Steno (1638-1686), Johann Gottlob Lehmann (1750- 1817), Giovanni Arduino (1714-1795), Georg Christian Fuchsel (1722-1773) y Abraham Werner (1749- 1817), quien fue el principal defensor de la teoría del diluvio universal. A este grupo de geólogos se les dio el nombre de neptunistas. Fue contra las concepciones de estos que se propuso la Teoría de la tierra por Hutton, más tarde completada por Lyell. James Hutton (1726-1797), estudió medicina pero se dedicó a la agricultura y al estudio de las rocas de su región. Es considerado, junto con Charles Lyell, como el padre de la geología moderna. Su teoría del origen ígneo de la corteza de la tierra por producción de calor subterráneo la expuso en un artículo denominado Theory of the Earth (Teoría de la Tierra) leído en la Royal Society en 1785 y publicado en 1795. Del texto emergió la teoría del uniformitarianismo, en la que se postula que la superficie terrestre actual es el producto fuerzas naturales que han actuado desde tiempos milenarios, y hoy todavía lo hacen. Su obra tuvo pocos lectores pero su difusión se hizo a través de un libro de John Playfair Illustrations of the Huttonian Theory of the Earth (1802). 22
  • 23. Charles Lyell (1797-1875) inglés, estudió en Ringwood, Salisbury y Midhurst, en Oxford. Atendió las conferencias que dictaba sobre geología William Buckland (1784- 1856) que le hicieron entusiasmarse por ella. Recibió su grado en Geología en 1821. A pedido de su padre estudió derecho, ejerciendo la profesión durante dos años únicamente. En 1823 fue nombrado secretario de la Sociedad de Geología. En 1826 fue admitido a la Royal Society. Publicó el primer volumen de su obra Principles of Geology (Principios de Geología) en 1830, el segundo en 1832 y el tercero en 1833 (Darwin al iniciar su viaje en el Beagle llevó el primero y recibió el segundo durante la travesía). En 1832 fue nombrado profesor del King's College de Londres y fue Presidente de la Sociedad de Geología en 1834. Realizó numerosos trabajos geológicos en Suiza, Alemania y Escocia. Visitó Norteamérica en numerosas ocasiones y en 1841 y 1842 dictó las lecciones Lowell en Boston. Durante 1842 trabajó con William Dawson en Nova Escocia, lo mismo que en 1852, trabajo que los llevó a encontrar fósiles de importancia. También visitó durante 13 años los Estados Unidos, realizando trabajos de geología en varias regiones. En 1848 es armado caballero y barón en 1864. Publicó otros trabajos acerca de la geología: Elements of Geology (Elementos de Geología) (1838), Student's Elements of Geology, The geological evidence of the antiquity of man (Evidencia geológica de la antigüedad del hombre). Retomó la teoría de Hutton, el uniformitarianismo, para ampliarla y completarla, y en cierta forma produjo la derrota del catastrofismo, aunque para el siglo XX habría de resurgir de nuevo. En sus Principios indicó que los fenómenos de depósitos de roca estaban sucediendo aún, y que ello dependía de fuerzas naturales que habían actuado desde la formación de la tierra, lo cual implicaba que los fenómenos geológicos abarcaban largos períodos de tiempo (miles de millones de años) y no eran el resultado de las catástrofes descritas por Cuvier y por lo tanto “el presente es la llave del pasado”. Para Darwin la geología de Lyell sería uno de los pilares sobre los cuales desarrollo su teoría. El uniformitarianismo tiene como principios la gradualidad de los cambios y la continuidad de los mismos; niega que haya rupturas bruscas en los fenómenos geológicos, y estos se siguen produciendo hoy en día. Sin embargo, Lyell negaba que los seres vivos pudieran cambiar, aún ante la evidencia de los fósiles que él conocía muy bien. Además, Lyell consideraba que en la naturaleza nada se crea o se destruye, y que aunque los cambios son evidentes, estos se deben a ciclos geológicos, en los cuales la corteza terrestre cambia pero éste es transitorio, ya que la tierra volverá a su punto inicial para volver a comenzar un nuevo ciclo, esto es lo que se llama estado estable de la naturaleza. Esta idea no fue aceptada por Darwin, para quien los cambios eran continuos e irreversibles (Bowler P.J. 1983). La Teología Natural En Inglaterra, durante el siglo XVIII y principios del XIX, la Teología Natural era el marco de teórico para estudiar la naturaleza y los organismos vivos. Su propósito era explicar la variedad y belleza de la naturaleza, lo cual consideraba que era el resultado de la creación divina, la cual había ocurrido al principio de los tiempos y había dado origen a los organismos que hoy conocemos. En realidad hubo dos interpretaciones acerca de la naturaleza, la llamada corriente utilitarista y la idealista (Cronin H.1995). 23
  • 24. La figura principal de la primera fue William Paley (1743-1805) quien en sus tratados filosóficos y religiosos, principalmente en la Teología Natural (1802), argumentaba que cada parte de un organismo había sido diseñada por Dios para cumplir una función, y que por lo tanto le permitía a ese organismo adaptarse. Para él por lo tanto significaba que la adaptación, es decir su función y su utilidad, eran prueba del diseño del Creador, porque algo tan perfecto como un ser vivo, tenía que haber sido hecho por alguien, y así era posible probar la existencia del diseñador. Utilizó un ejemplo metafórico, en el cual se preguntaba si sería posible pensar que alguien que encontrara un reloj en el suelo, sin aparentemente haber sido hecho por nadie, podría creer que no había un diseñador y fabricante que permitiera esa maravilla (Dawkins R. 1988). Por lo tanto un ser tan perfecto como un animal debía haber sido creado por Dios. Para 1830 habían aparecido los Bridgewater Treaties un texto compilado para probar la existencia de Dios, y realizado por varios científicos de ese tiempo. La otra corriente, la idealista, tuvo a su más importante representante en el anatomista Richard Owen. Para el no había diseño en la naturaleza, sino que la belleza y magnificencia eran el resultado de un Plan divino, y los organismos se ajustaban al plan, pero no estaban específicamente adaptados a un ambiente. El estudio de los organismos vivos permitiría develar ese plan, que se revelaría no como un diseño de organismos particulares, sino de modelos ideales, o tipos. Owen acuñó el término de arquetipo, el cual representaba un modelo que era adoptado por todos los miembros de un grupo taxonómico, es decir había un arquetipo de los mamíferos, y cada grupo modificaba ligeramente ese diseño original. Como se verá más adelante, Darwin estudio el texto de Paley como parte de su educación universitaria, y más tarde, cuando escribió su texto del origen de las Especies, lo tomó como el modelo que había que refutar con su teoría de la selección natural [Cronin H. 1995]. Las Primeras Teorías Evolutivas Hacia finales del siglo XVIII y principios del XIX aparecen las primeras teorías que intentan explicar los cambios que han ocurrido en la naturaleza. Tanto en Inglaterra como en Francia las ideas transformistas comienzan a tomar cuerpo, entablándose una confrontación con las ideas catastrofistas y creacionistas de ese tiempo. Entre algunos de los autores de este tiempo se destacan Erasmo Darwin, Honore Isidore Geoffroy de Saint- Hillaire y Lamarck. Erasmus Darwin (1731-1802), abuelo de Charles Darwin, fue médico, filósofo y poeta. Fue un médico muy estimado en su tiempo y se le propuso ser médico privado del rey Jorge III. Uno de sus hijos fue el padre de Charles Darwin, y una de las hijas fue la madre de Francis Galton el antropólogo. Se interesó por la botánica y creó un Jardín que en su tiempo fue famoso. En su obra (1714) expuso una teoría de la transmutación de los seres vivos, en la que hacía referencia a la conexión que existía entre los seres vivos, el ambiente y su influencia sobre ellos, afirmando que los cambios que registraban las diversas especies se heredaban. Darwin relata en su Autobiografía (Darwin C. 1993) que la teoría de su abuelo, a quien no conoció, lo impactó cuando joven, pero más tarde le encontró una gran cantidad de inconsistencias. 24
  • 25. En la primera edición del El Origen de las Especies Darwin no mencionó ningún autor que le hubiera influenciado. Por eso en la tercera edición escribió una introducción donde se refiere a algunos autores que habían tratado el tema. Sin embargo, allí afirmaba que excepto en algunos pocos casos, no habían influido en el desarrollo de las mismas (ya sea porque no las conocía antes de la publicación de su libro, o porque las consideraba irrelevantes). Algunos de ellos fueron: W.C. Wells que se refiere al origen de las razas humanas. W. Herbert que en sus Transacciones hortícolas (1822) y en Amaryllidaceas (1837) afirma que las especies botánicas son una clase más permanente y elevada de variedades, que se originan de una creación original de géneros, a partir de los cuales se producen cambios debido a la plasticidad de los mismos y por entrecruzamiento. El Profesor Grant en 1826 en el Edinburgh Philosophical Journal afirma que las especies descienden de otras especies y mejoran en el curso de la modificación. Patrick Matthew (1831) parece que propuso un mecanismo similar al de Darwin y Wallace, pero sus conclusiones estaban al final de una obra no relacionada con el tema. Van Buch (1836) en Description physique des isles Canaries anota que las variedades cambian lentamente hasta formar especies. Sin embargo, la obra predarwiniana más influyente apareció de forma anónima en 1844, Vestiges of the Natural History of Creation (Vestigios de la Historia Natural de la Creación), posteriormente se supo que había sido escrita por Robert Chambers (1802- 1871). En ella se afirma que en los seres vivos hay mejoría por un impulso innato que produce cambios súbitos en la organización, o gradual, debido a las condiciones de vida. Allí se menciona la adaptación. Capítulo 2 – La Selección Natural El 1 de Julio de 1858, se leyeron, en la Linnean Society de Londres, dos textos que postulaban un mecanismo para explicar la evolución biológica. Sus autores, Charles Darwin y Alfred Wallace no estaban presentes, y los escritos fueron leídos por Charles Lyell. Aunque su impacto inmediato en el mundo de las ciencias naturales fue insignificante, la publicación al año siguiente del libro de Darwin On The Origin of Species by Means of Natural Selection, or The Preservation of Favoured Races in the Strugle for Life6 (Darwin C. ídem.), causó un gran revuelo en los medios intelectuales, filosóficos y religiosos de Inglaterra y posteriormente en Europa. Según Ernst Mayr (Mayr E. 1991), la publicación de este libro causó una revolución en las ciencias naturales, y el establecimiento de una teoría unificadora de las disciplinas biológicas. Habían transcurrido más de 2000 años, y por primera vez se proponía una tesis que mostraba cómo era posible explicar el mundo de los seres vivos a partir de mecanismos naturales sin tener que remitirse al diseño de los mismos por parte de un creador, y en consecuencia, según Mayr, refutó la fijación de las especies. Sin embargo, la teoría habría de surcar por múltiples controversias y obstáculos, los cuales sólo vinieron a resolverse, al menos parcialmente, cuando la genética mendeliana, la teoría cromosómica, la genética de poblaciones y la biología molecular permitieron 6 Sobre El Origen de las Especies por Medio de la Selección Natural, o la Preservación de Razas Favorecidas en la Lucha por la Existencia. Posteriormente se conoció simplemente como El Origen de las Especies. 25
  • 26. explicar los mecanismos mediante los cuales era posible la selección natural. Como veremos en los próximos apartes, la esencia del pensamiento darwiniano sigue guiando la teoría y los conocimientos genéticos actuales han aportado la explicación de los mecanismos que la hacen posible. 1. Charles Darwin: una vida dilucidando la vida. Estudios Charles Robert Darwin (1809-1881) nació en Shrewsbury, Inglaterra. Es considerado el naturalista más importante de Inglaterra de todos los tiempos, debido principalmente a su teoría de la evolución. Pero su amplia experiencia en todos los campos de las ciencias naturales lo llevaron a proponer teorías, por ejemplo la formación de los arrecifes de corales, que no estaban relacionadas directamente con su teoría, lo mismo que estudios de invertebrados. Su padre, Robert, fue un médico prestigioso que logró con su práctica médica y negocios, una fortuna considerable, que habría de permitirle a Darwin una vida libre de preocupaciones económicas. Su madre Susannah, era hija de Joshua Wedgewood, un importante industrial de la cerámica, quien también legó a sus descendientes una importante fortuna. Ella moriría cuando Darwin apenas tenía 8 años, y sus hermanas mayores habrían de reemplazarla. Su vida escolar fue ordinaria y a la edad de diez y seis años fue enviado por su padre a estudiar medicina a Edimburgo. Desde un principio rechazó la medicina y su tiempo lo dedicó al estudio de los invertebrados, los insectos y adquirió algunas destrezas en la preparación de especimenes de animales (taxidermia) y plantas. Durante unos cuatro meses estuvo trabajando con Robert Grant, naturalista muy versado en invertebrados marinos, y quien lo introdujo a la teoría evolutiva de Lamarck. En esta época realizó algunas investigaciones sobre invertebrados marinos (Bowler P.J. 1990). Pasados dos años su padre comprendió que su hijo no tenía ninguna inclinación por la carrera médica y le propuso estudiar en Cambridge para obtener una licenciatura, con miras a entrar a la carrera eclesiástica. Esta licenciatura se centraba en el estudio de los autores clásicos, lenguas clásicas, matemáticas y teología natural. Aunque Darwin no se mostró muy entusiasta en sus estudios, al final obtuvo el décimo puesto entre unos140 estudiantes que presentaron el examen final. Una parte muy importante de su tiempo en Cambridge fue aprovechada para entrenarse en ciencias naturales. Se convirtió en un gran coleccionista de insectos, especialmente escarabajos, y trabó conocimiento con John Henslow (1796–1861), el más importante profesor de botánica de la universidad. Asistió a sus conferencias y era un acompañante habitual durante las salidas al campo a recolectar especimenes. También asistía con regularidad a las reuniones que el profesor realizaba en su casa, a donde llegaban las más importantes figuras intelectuales de su tiempo. Su amistad con Henslow, y las relaciones que adquirió, le habrían de servir para viajar en el Beagle. Viaje en el Beagle Poco después de graduarse, realizó una exploración geológica con Adam Sedgwick (1785-1873), geólogo muy importante en Inglaterra, por el País de Gales, donde adquirió conocimientos en los métodos de la geología práctica. A su regreso Darwin 26
  • 27. encontró una carta de Henslow donde le invitaba a ser el acompañante del capitán Robert FitzRoy (1805 - 1865), quien al mando del barco Beagle, iba emprender un viaje alrededor del mundo para hacer mediciones cronométricas y mejorar el conocimiento acerca de la costa de Sur América. John Henslow, había recibido una solicitud para que propusiera a alguien versado en ciencias naturales, y que fuera de la misma clase social del capitán, para que lo acompañara y compartiera la cabina con él. FitzRoy temía que la soledad durante el viaje le produjera desequilibrios psíquicos, pues en su familia la depresión era frecuente; además, en un viaje anterior cerca de las costas de Chile, el capitán del Beagle se suicidó y FitzRoy tuvo que tomar el mando. Darwin pertenecía a la misma clase social, y eso facilitaría el compartir socialmente, ya que el capitán no lo haría con los marinos. Darwin inmediatamente vio que esta era una oportunidad extraordinaria para llevar a cabo investigaciones en ciencias naturales, que era en realidad lo que deseaba. Su padre se opuso en un comienzo, pero un tío materno y él mismo lo convencieron que esta oportunidad no podía rechazarce. En Diciembre 27 de 1831 comenzó su viaje en el Beagle. Proyectado para dos años y medio, la travesía duró un poco menos de cinco años. Habría de volver el 2 de Octubre de 1836. Darwin no iba como naturalista oficial, pero quien detentaba este cargo regresó cuatro meses después a Inglaterra, al sentirse relegado por la actividad del acompañante del capitán. Luego de visitar las Islas de Cabo Verde, y hacer su primera exploración geológica en San Jago, alcanzaron las costas brasileñas. Darwin realizó un trabajo sistemático extraordinario en cada uno de los sitios visitados, el cual incluía en levantar un registro de la geología del lugar, y la recolección de animales, plantas y fósiles. Durante su recorrido envió en varias ocasiones cargamentos de especimenes a Inglaterra. Al mismo tiempo redacto pacientemente cuadernos de notas y llevo escrupulosamente un diario de viaje, que a su regreso publicaría y le daría fama como naturalista viajero (Darwin C. 1909). Entre los sitios visitados se pueden señalar: San Salvador en Brasil (hoy Bahía), Río de Janeiro, Uruguay (tanto la costa como el interior), Argentina donde permanecieron cerca de dos años y medio, y donde exploró entre otros sitios la pampa, la Patagonia, la Tierra del Fuego, y las islas Malvinas. También recorrió la costa chilena y parte de la del Perú. Visitó las Islas Galápagos, y sus hallazgos allí le habrían de servir para comenzar a pensar en su teoría de la evolución, una vez regresó a Inglaterra. Alcanzaron también Tahití, Nueva Zelanda, Australia, Tasmania, las Islas Coco y Sur África (Moorehead A., 1982). Descubrió fósiles de mamíferos gigantes, describió una nueva especie de avestruz suramericana (más tarde denominada Rhea darwininii en su honor), recolectó un gran número de especies animales y de plantas, las cuales posteriormente fueron estudiadas por expertos británicos, quienes publicaron cinco volúmenes sobre peces, fósiles, reptiles, aves y mamíferos, y él se encargó de la edición y la introducción de cada uno. También estudió la formación de los arrecifes de coral, y esta experiencia le serviría posteriormente para proponer una teoría que sería fundamental para entender este grupo de organismos. La construcción de una teoría Luego de su regreso, entre los años 1838 a 1841, fue secretario de la Sociedad de Geología en Londres y escribió: The Journal of a Naturalist (El diario de un naturalista) (1839), Zoology of the Voyage of the Beagle (Zoología del Viaje del Beagle) (1840) y The structure and distribution of coral reefs (La estructura y distribución de los arrecifes de coral) (1842). En 1839 se casó con su prima Emma Wedgewood, y se trasladó de Londres a Kent en 1842, donde permaneció hasta el fin de sus días en la población de 27
  • 28. Down (posteriormente Downe). No ocupó nunca un puesto académico, y excepto por haber sido secretario por algún tiempo de la Sociedad de Geología que presidía Lyell, no ejerció ningún otro cargo. Dedicó su vida al estudio de la naturaleza y a la elaboración y desarrollo de la teoría de la selección natural. Su correspondencia con Alfred Wallace definió el plan de trabajo por el resto el siglo y el siglo XX, y muchos de los problemas que trataron en estas cartas, son aún hoy día fuente inagotable de estudios; por ejemplo la selección sexual, la emergencia del altruismo social (insectos y otras especies), etc. (Cronin H. Ibíd.) Sus observaciones en la costa de Suramérica y las islas Galápagos, le sirvieron para erigir los pilares para la construcción de su teoría. Estudió la geología de todos los puntos donde desembarcó, guiándose por los conceptos que Lyell expuso en el primer volumen de su obra. Efectuó una vasta recolección de especies fósiles y vivas, las que fue enviando poco a poco a Inglaterra donde fueron clasificadas y descritas por John Gould, ornitólogo amigo suyo, quien le colaboró no sólo en el estudio de las colecciones, sino que le ayudó a precisar algunos conceptos que fueron fundamentales para su obra. Describió nuevas especies como el avestruz Rhea darwinini y efectuó un registro exhaustivo de los estratos geológicos. Desde 1837 llevó varios cuadernos de notas en los cuales consignó datos acerca de la formación de razas en la domesticación de animales y plantas y sobre los principios de la selección natural. En ellos no solamente anotó sus descubrimientos y los de otros científicos, sino que infatigablemente escribió cuanta idea se le ocurrió respecto a la naturaleza, y sus reflexiones filosóficas y científicas. Su obsesión por registrar todo y archivarlo, han permitido tener una bibliografía sui generis para esclarecer la evolución de sus ideas y cómo estas devinieron en su hoy famosa teoría (Cronin H, Ibíd.; Desmond A, Moore J. 1991; Browne J. 1995, 2002.) En 1842 escribió el primer borrador de lo que llegaría a ser el Origen de las Especies, el cual amplió en 1844. Mantuvo correspondencia con Asa Gray (1810-1888), a quien envió en 1855 su esbozo de la teoría de la selección natural. Lyell en 1856 lo urgió para que ampliara su tratado. En Junio de 1858, recibió una carta y un manuscrito de Alfred Russel Wallace (1823-1913), naturalista y corresponsal de Darwin, quien desde el archipiélago Malayo, donde trabajaba como naturalista, le solicitaba que lo leyera y enviara a Lyell si consideraba que era aceptable para su publicación. Darwin comprendió que Wallace había llegado a las mismas conclusiones que él. Ante esta situación, Darwin se los envió a Lyell, junto con su segundo borrador y la copia de la carta enviada a Asa Gray. Lyell consultó con Joseph Dalton Hooker, botánico ingles, quien recomendó que se leyeran ambos trabajos en la Linnean Society de Londres en Julio 1, 1858. Darwin publicó en 1859 su obra The Origin of Species by Natural Selection (El Origen de las Especies a través de la Selección Natural) (Darwin C. ídem.) y en 1871 publicó The Descent of Man and Selection in Relation to Sex (Evolución del Hombre y Selección en Relación al Sexo), sus principales obras sobre teoría evolutiva. Pero Darwin fue más que un teórico de la evolución. Escribió e investigó sobre muy diversos temas, los cuales en sí mismos le hubieran dado fama como naturalista; entre sus obras más importantes están: A Monograph on the Cirripedia (Monografía sobre los Cirripedia) (1851-53); The Fertilization of Orchids (1862); The Variation of Animals and Plants under Domestication (1868); The Expression of Emotions in Man and Animals (1872); The Effects of Cross- and Self-fertilization in The vegetable Kingdom (1876). 28