Fui convocado por mi amigo Julián Ortíz para presentar una charla de alrededor de una hora centrada en tres ejes bastante complejos para este país: la violencia, la narcocultura y los medios de comunicación. Son temas bastante complejos porque, a pesar de lo que pueda parecer, los encargados de realizar la política pública y los ciudadanos del común nos acercamos a estos problemas desde una perspectiva de corto plazo, casi como si fueran “cosas” que aparecieron un buen día por la obra y gracia de unos cuantos sujetos, lo cual ha llevado a consideraciones tan simplistas como creer que si se eliminan a dichos actores el problema habrá finalizado, como dice el antiguo refrán, “muerto el perro, se acaba la rabia”. Pero la violencia y el narcotráfico no son efectos de un “virus” que se contagia a los buenos habitantes del país, de nuevo con un refrán, no podemos entender la violencia en Colombia como “una manzana podrida pudre a las demás”, porque, parece ser, todos tenemos algo podrido en nuestro interior.
Valdría la pena comenzar entonces con la pregunta, ¿Cuál es el “origen” de la violencia?
4. La idea de “violencia” que tenemos hoy
era desconocida para el mundo antes del
final de la Edad Media, entonces el
sentimiento del guerrero era de suma
importancia para la vida social de las
comunidades en prácticamente todo el
orbe.
7. Francisco de Vitoria
La guerra sólo se debe hacer para reparar la injusticia e
imponer el bien, no para conquistar ni para castigar.
El que gana la guerra debe garantizar la justicia y la
equidad, además de reparar el daño al vencido.
De iure belli
Juan Luis Vives
Ciertamente no puedo comprender bien la locura de
los espíritus por la que dos reyes se ven impulsados
a despojar, destruir, echar a perder, devastar,
arrancar de raíz incluso la posesión misma por la
que combaten. ¿Es esto querer gobernarla? ¿Es
amor, que es lo que les impulsa a hacerla suya, es
más, a liberarla del poseedor injusto (ilustre y
admirable razón para atacarla), echar a perder lo
que intentas recuperar?
De concordia et discordia in humano genere
8. La conquista
no fue un
proceso
pacífico para
todos, pero
no fue un
combate
entre blancos
e indígenas.
De hecho, sin
la ayuda de
las
sociedades
indígenas
más fuertes
el proceso de
conquista
hubiese sido
más
intrincado e
incluso aún
más violento.
9. Vivir en el mundo rural del Nuevo
Reino de Granada implicaba un
alto riesgo para la vida de sus
habitantes. La fuerza armada era
demasiado pequeña para hacer
frente a los ataques de los indios
indómitos y en no pocas ocasiones
los pueblos se organizaban para
hacer frente de manera ilegal a las
comunidades indígenas
imbricadas en los montes y selvas.
De la misma manera esta
incapacidad para controlar buena
parte del territorio, hizo del Nuevo
Reino un espacio propicio para la
expansión del contrabando de oro
y otros productos que eran
vendidos o cambiados por armas y
bienes de las manufacturas
inglesas y holandesas cuya
importación estaba prohibida en
las Indias.
11. La fragmentación del territorio
construyó regiones
desconectadas que trataban de
imponer su autonomía ante el
poder burocrático de Santafé.
Al presentarse el vacío de poder
por la pérdida del trono de
Fernando VII, las diferentes
provincias del Nuevo Reino
asumieron cada una un proyecto
independiente, monárquico
constitucional o de adhesión
irrestricta al “deseado” Fernando
VII.
Esto generó un ambiente de
confrontación entre las
diferentes facciones al interior y
entre las provincias, algo que se
ha caricaturizado como “la patria
boba”.
12. El periodo entre el
reascenso al trono de
Fernando VII, la retoma
del reino por parte de
Pablo Morillo y el
denominado “régimen del
terror” conllevó a un
escenario de
radicalización de las
opiniones y sentimientos,
entre los realistas y
patriotas.
Los realistas actuaban
como agentes
persecutores en tanto los
patriotas se organizaban
para tomar pueblos en
favor de la causa
revolucionaria.
13. La guerra de independencia no fue
una rebelión popular de liberación del
yugo español, muchos pueblos no
estaban de acuerdo con el proyecto
insurgente e incluso se opusieron de
manera armada como en la Batalla
de la Ribera de Tahuando de 1823.
14. Las guerras civiles decimonónicas:
• Deseos autonomistas de las regiones
• Radicalidad ideológica
• Oportunidad de acceder a los empleos de
gobierno.
• Honor militar
Iglesia de San Agustín después de la toma de 1861
15. La Guerra de los Mil Días: un parteaguas de la
violencia en Colombia
16. Los caudillos de la guerra de los mil días no
eran militares sino abogados, médicos e
ingenieros, quienes consideraban que llevar
la política por medio de las armas era
incivilizado y por lo tanto condenaba al país
a no alcanzar a las naciones avanzadas.
Esto permitió abrir espacios para compartir
el poder y evitar el uso de las armas para
obtener los cargos políticos.
17. A pesar de esta reducción del
conflicto armado aún se
presentaban conflictos y violencia
en el campo colombiano.
18.
19. El Bogotazo,
generalmente
entendido como punto
de partida de la
Violencia, es en
realidad el punto de
llegada, una
consecuencia de la
persecución a los
liberales y de asumir
nuevamente la política
por la vía de las armas,
pero ya no para ocupar
puestos políticos, sino
para eliminar al
opositor, al enemigo.
20. La Violencia comprende
casi dos décadas de
enfrentamientos entre
organizaciones armadas,
bandas de campesinos
dedicadas al abigeato y al
robo de café, la policía
como actor político y el
ejército, la única institución
que aún contaba con cierta
legitimidad en el país.
21. Juan de la Cruz Valera y la desmovilización de su guerrilla del Sumapaz en 1953