Este documento discute la necesidad de una nueva generación de barras bravas que promueva un mejor país a través del fútbol. Argumenta que la violencia y la degradación se han apoderado de los estadios, pero que los fanáticos de todas las clases sociales deberían poder alentar a su equipo sin condiciones. Propone que los cantos vulgares y las peleas entre jugadores deben eliminarse para que el fútbol pueda disfrutarse sin miedo a la violencia.