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El sábado enseñaré - Lección 9 - Un legislador y juez - Escuela Sabática
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El sábado enseñaré...
Texto clave: Santiago 4:1, 11, 12.
Enseña a tu clase a:
Sabe cómo profundizar su comprensión de todo lo que el chisme abarca, para evitarlo. Sentir la convicción de hablar siempre con un espíritu amante y un corazón bondadoso. Hacer: Evitar toda forma de chisme, crítica, observaciones negativas y presunción.
Bosquejo de la lección:
I. Saber: Hablar como caballos salvajes.
A. Según Santiago, ¿por qué debemos evitar los chismes?
B. ¿Por qué Santiago iguala el criticar a otros con criticar la Ley y al Legis- l ador?
II. Sentir: Un espíritu amante.
A. ¿De qué maneras podemos desviar una conversación áspera del chisme, la crítica y de juicios críticos?
B. ¿Por qué tener un espíritu correcto es tan importante como pronunciar palabras correctas?
III. Hacer: Evitar palabras carniceras.
A. ¿Cuáles son algunas estrategias para manejar el chisme, los rumores y las críticas duras?
B. ¿De qué forma podemos protegernos de la presunción?
Resumen: Según revela Santiago, cuando criticamos a otros o transmitimos chismes, estamos realmente criticando la Ley y al Legislador.
Ciclo de aprendizaje
Pasaje destacado: Santiago 4:1, 11-13, 16.
Concepto clave para el crecimiento espiritual: Cuando compartimos chismes o murmuración, y criticamos a otros, estamos realmente criticando la Ley y a quien la dio.
{ 1: ¡Motiva!} •
Solo para los maestros: Ayuda a los miembros de tu clase a ampliar su definición de chisme, a fin de reconocerlo y evitarlo en todas sus formas.
Actividad: Invita a los miembros de tu clase a leer Santiago 4:11 y 12 en diversas versiones de la Biblia: ¿Cómo se traduce la palabra murmuración en cada una de ellas?
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¿De qué manera estas diferentes traducciones aumentan nuestra comprensión de todo lo que abarcan el chisme o la murmuración?
Considera: Piensa en una ocasión en la que alguien a quien tú amas o por quien te preocupas –incluyéndote a ti mismo- fue herido por un rumor o un informe falso que circuló en el trabajo o el círculo familiar. ¿Cómo te sentiste al oír que otros hablaban acerca de esa persona? ¿De qué modo reaccionaste? ¿Cuál es la mejor manera de tratar el chisme, los rumores y las murmuraciones?
{ 2: ¡Explora!}
• Solo para los maestros: Profundiza el conocimiento de todo lo que incluye el chisme en los miembros de tu clase y por qué, de acuerdo con Santiago, debemos evitarlo. Luego, ayúdalos a comprender los peligros de la presunción.
Comentario de la Biblia
I. El lenguaje como caballos salvajes (Repasa, con tu clase, Sant. 4:1, 11, 12.)
Una única palabra puede contener un mundo. Mirando su “pasado”, por así decirlo, podemos enriquecer nuestra comprensión de su uso en el presente. En árabe, por ejemplo, en algún momento de su historia, un beduino o nómada debió haber observado a una manada de caballos salvajes corriendo por el desierto, demoliendo las dunas, y así nació la palabra para “chisme” en árabe. Después de esto, cada vez que alguien sufría una estampida de caballos salvajes, las personas recordaban lo destructivo que es el lenguaje malvado. La palabra para “calumnia” o “hablar mal” de otros, que usa Santiago en el griego, no tiene raíces tan pintorescas como en el árabe, pero define la naturaleza de la murmuración como no menos destructora. Deriva del verbo katalaéo, que significa “difamar”, o “detractor”. Un detractor es alguien que expone a otro a la vergüenza o a la culpa por medio de falsedades y representaciones erróneas. El término detractor –un verdadero “palimpsesto” [pergamino raspado sobre el que se escribió algo de nuevo], porque contiene muchas capas de significado– abriga un matiz más oscuro cuando sus capas se separan: un matiz siniestro de significado que expone los motivos detrás de las acciones de aquellos que trafican calumnias. La palabra detractor proviene de “detraer”, es decir, restar o sustraer; y figuradamente, sustraer “buena fama” de una persona. En el contexto del hablar mal, sugiere premeditación o intención deliberada de degradar o infamar. Además, el sustantivo en griego contiene la idea de ser un murmurador, no una persona que sencillamente habla mal de otra, sino alguien que “censura las acciones o palabras de un ausente”. Recuerda: aun si la persona de quien murmuramos no está presente, Dios oye cada palabra. Se nos dice que debemos dar cuenta en el juicio de cada palabra ociosa que hablemos (Mat. 12:36, 37). El chismoso dice: “Si no tienes nada bueno que decir, ven, siéntate a mi lado”. Aunque parece gracioso, nos recuerda el potencial destructor de las palabras. La capacidad latente para hacer daño también se revela en el significado del término sarcástico. Significa “burla sangrienta con que se ofende o maltrata a personas o cosas”. Está relacionada con sarcófago, ataúd, “comedor de carne”. Cada vez que hablamos mal de otro, puede que no lo estemos matando literalmente, pero que fabriquemos cadáveres del carácter de aquellos a quienes nos referimos. Nos
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estremecemos de repugnancia al escuchar de culturas que persisten en el canibalismo, en comer la carne de seres humanos; no obstante, cada vez que murmuramos o propagamos chismes, o nos alimentamos con los escándalos de otros, ¿no somos también nosotros, en cierto sentido, culpables de canibalismo? Santiago da dos razones para condenar el hablar mal de otros, o para abstenerse de hacerlo. Primero: el detractor o difamador, al criticar o hablar mal de su hermano en Cristo, está realmente hablando mal de la Ley, y juzgando la Ley (vers. 11). ¿Cómo? Porque esa práctica va en contra de la Regla de Oro: “Amarás al Señor tu Dios con todo corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Luc. 10:27). Entonces, atacar a otro es, realmente, atacar a Dios; es encontrar faltas en la misma Ley que condena el ataque. Segundo: criticar no es solo juzgar al prójimo, sino usurpar las prerrogativas de juicio que solo Dios puede ejercer. Nota el modo en que Santiago se refiere a su audiencia: primero, “hermanos” (vers. 11) y, luego, “prójimo” (vers. 12, NVI). Mediante esa elección de palabras, Santiago nos recuerda los estrechos lazos familiares que existen entre los creyentes. Como dijo Juan: “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13). El verdadero amor hace lo contrario de la calumnia. En lugar de quitar la vida a un hermano, está dispuesto a sacrificarse para salvarlo. El uso que hace Santiago de la palabra prójimo recuerda lo que dijo Jesús en la parábola del buen samaritano, en respuesta a la pregunta: “¿Quién es mi prójimo?” (Luc. 10:29). Como muestra la parábola, y confirman los escritos de Elena de White, “nuestro prójimo es toda persona que necesita nuestra ayuda” (PVGM 310). Cada cristiano es ese hombre dado por muerto y dejado a la vera del camino. Esta comprensión debería llevarnos a tratar siempre con cortesía y respeto a todos aquellos con quienes entramos en contacto.
Considera: ¿En qué sentido puede la murmuración igualarse con el homicidio? ¿Qué nos revelan los términos griegos acerca del significado de la palabra? ¿De qué forma esto profundiza nuestra comprensión de cuán hostil es el chisme? ¿Por qué criticar a otro es equivalente no solo a criticar la Ley, sino también a usurpar la prerrogativa de Dios como Juez?
II. Una neblina, un poco de humo (Repasa, con tu clase, Sant. 4:13, 16.)
Estos versículos atacan el corazón de la presunción: el pasar por sobre los límites de lo que es razonable y justo. Santiago dice que no es razonable –por tanto, es presuntuoso- hacer planes para nuestra vida con independencia de la voluntad de Dios. La Escritura nos da varias razones por las que esto es así, una de las cuales es: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Cor. 6:19). Cristo mismo dice que negar el yo es un requisito para llevar nuestras cruces. No podemos llevar nuestras propias ambiciones y, al mismo tiempo, soportar la cruz. Si lo intentamos, dejaremos caer la cruz. Para dejar en claro el punto, y a fin de que los creyentes no se engañen pensando que pueden posponer una entrega total a Cristo, Santiago, en un lenguaje que recuerda a Eclesiastés, pregunta: “Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina” (vers. 14). Esta imagen implica que, cuando la vida termina, no hay nada que sugiera que alguna vez existimos, no quedan rastros. Por lo tanto, todos nuestros planes, todos nuestros deseos, llegan a su fin. Santiago no está diciendo que no debemos hacer planes; dice que debemos recordar que:
1) somos la propiedad intelectual, emocional y material de Dios;
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2) los medios que él nos da para hacer negocios son un don que recibimos de él;
3) como salvaguarda contra la presunción, debemos poner esos planes y dones primero a sus pies, antes de decidir qué haremos;
4) deberíamos adoptar la actitud: “En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello” (vers. 15); tal actitud reconoce la soberanía absoluta de Dios sobre cada aspecto de nuestra vida y reconoce que, primero y principal, el propósito de todo lo que hacemos es cumplir su voluntad. Subordina el yo al Rey del universo, y reconoce nuestra total sumisión y dependencia de él. Después de todo, lo único que sobrevive a la muerte es “el carácter espiritual y moral” (MS 1:303).
Considera: ¿Qué es presunción, según Santiago? ¿Qué es lo opuesto? ¿Qué revela la presunción acerca de nuestro corazón? ¿Qué significa hacer algo de acuerdo con “la voluntad de Dios”? ¿Por qué eso es una parte vital de todos nuestros planes?
{ 3: ¡Aplica!}
Preguntas de aplicación:
1. ¿Qué puedes hacer para evitar las murmuraciones? Enumera algunas estrategias que puedes usar cuando los que te rodean hablan en forma negativa acerca de alguien (por ejemplo, cambiar el tema, una oración silenciosa, decir algo bondadoso, etc.).
2. ¿De qué modo puedes protegerte de la presunción?
{ 4: ¡Crea!}
• Solo para los maestros: Usa la siguiente actividad para ayudar a los miembros de tu clase a captar la futilidad de la existencia separada de Cristo, y la importancia de protegernos contra la presunción. Actividad: Describe lo que sucede cuando arrojas una piedra a un lago. (Por ejemplo, el agua se abre, deja un hueco. Pero, segundos después, se cubre, y muy pronto, cuando las ondas que creó el golpe desaparecen, no queda nada en la superficie que revele que una vez esa piedra rompió la superficie.) ¿De qué forma expone esta ilustración la fragilidad de nuestra existencia humana, y la importancia de poner todo a los pies de la Cruz, en sumisión a Cristo?