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Lección 6: Para el 6 de febrero de 2016
VICTORIA EN EL DESIERTO
Sábado 30 de enero
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 1:20-23; Juan 9:39;
Mateo 3:7-12; 4:1-10; Deuteronomio 34:1-4; Apocalipsis 21:10.
PARA MEMORIZAR:
“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”
(Luc. 19:10).
“CUANDO SATANÁS SUPO que existiría enemistad entre él y la mujer, y entre
su simiente y la simiente de ella, se dio cuenta de que su obra de depravación
de la naturaleza humana sería interrumpida [...]. Sin embargo, cuando el plan
de redención se dio a conocer, Satanás se regocijó con sus ángeles al pensar
que, por haber causado la caída del hombre, podía ahora hacer descender al
Hijo de Dios de su elevada posición. Satanás declaró que hasta la fecha sus
planes habían tenido éxito en la Tierra y que, cuando Cristo tomase la natura-
leza humana, él también podría ser vencido, y así se evitaría la redención de la
raza caída” (PP 51, 52).
Esta semana, al considerar las tentaciones en el desierto, podremos ver en
esa batalla, claramente revelada en la Biblia, el Gran Conflicto entre Cristo y Sa-
tanás. Este había reclamado al mundo como suyo y Cristo vino para reconquis-
tarlo. Y en el centro de este reclamo estaba el plan de salvación. No habiendo
podido matar a Jesús después de su nacimiento, Satanás trató otra forma de
sabotear la redención de la raza humana. Vemos este desarrollo en el desierto
de la tentación.
41
// Lección 6Domingo 31 de enero
EMANUEL AL RESCATE
Lee Mateo 1:20 al 23. ¿Cuál es la importancia del nombre dado a
Jesús: “Emanuel”?
¿Por qué vino Jesús a esta Tierra para “estar con nosotros”?
Primero, vino para restaurar el dominio que Adán había perdido (Rom.
5:12, 15). Captamos una vislumbre del aspecto real de Jesús (teniendo dominio)
cuando inspiró a las multitudes (cinco mil quisieron coronarlo rey) y cuando los
niños le cantaron hosannas (una forma de alabanza dirigida a uno que salvaría
a la gente de sus enemigos). Vemos su poder sobre su creación humana, como
su capacidad de restaurar a hombres quebrantados otra vez en seres integrales
(por ejemplo, el hombre que nació ciego y la mujer que tuvo hemorragias por
doce años). También se manifestó su poder sobre la naturaleza cuando calmó
la tormenta, y les dijo al viento y a las olas que se quedaran quietos.
Segundo, vino para traer juicio y destruir las obras del diablo (Juan 9:39; 1
Juan 3:8). ¿Cuán a menudo nos preguntamos por qué el mal prospera? Jesús
trata con la injusticia y nos asegura que el fin está a la vista. Cristo fue recono-
cido por los demonios como teniendo poder sobre ellos; a menudo gritaban
su verdadera identidad, algunas veces antes de que Jesús estuviera listo para
revelarla. Dio paz a personas poseídas por el demonio, y les restauró su salud
mental cuando otros huían llenos de temor.
Tercero, Jesús vino al mundo para buscar y salvar a los perdidos (Luc. 19:10)
y para quitarles sus pecados (Juan 1:29). Fue hecho como uno de nosotros,
para poder ser nuestro fiel Sumo Sacerdote y restaurarnos para Dios (Heb. 2:7).
“Tratar con el pecado, salvar a los humanos del pecado, darles gracia, perdón,
justificación y glorificación: todo esto fue el propósito del único pacto desde
el principio, ahora cumplido en Cristo Jesús”.–N. T. Wright, Justification: God’s
plan and Paul’s Vision (ed. Kindle), posición 1.462-1.463.
Finalmente, Jesús vino a mostrarnos cómo es Dios, para revelar a nosotros
–y al universo que nos contempla– cuál es su verdadero carácter (Juan 14:9)
¿De qué forma estas razones pueden y deben fortalecer nuestra vida mientras
esperamos la venida de Cristo y al caminar con Dios?
42
Lección 6 // Lunes 1º de febrero
EL BAUTISMO DE JESÚS
La aparición de Juan el Bautista debió de haber despertado excitación por
toda la región. Aquí había alguien que se parecía al profeta Elías (Mat. 3:4; 2
Rey. 1:8). Era la primera voz profética que el pueblo oía después de cuatro-
cientos años. Dios nunca había guardado silencio por tanto tiempo. Ahora él
hablaba al pueblo otra vez. Obviamente, algo importante estaba por suceder.
Lee Mateo 3:7 al 12. En su presentación del Mesías, ¿por qué relacio-
naría Juan temas del juicio: la ira por venir (vers. 7), el hacha puesta a
la raíz de los árboles (vers. 10), limpiar completamente la era (vers. 12)
y quemar la paja en el fuego que no se apaga (vers. 12)?
La gente pensaba que vivía en los últimos días. Vieron a Juan venir del de-
sierto y animarlos a pasar por las aguas del Jordán mediante el bautismo. Esto
era como un nuevo Éxodo, y mojarse (en vez de ir por el lecho seco del río)
era necesario para la purificación y la preparación para la nueva Tierra Prome-
tida. La mayoría de la gente pensaba que el Mesías les daría una victoria sobre
los romanos y los introduciría en el reino eterno de Dios mencionado por los
profetas.
Pero ni Juan ni Jesús estaban dirigiendo un movimiento político; era un
evento de salvación. La explicación de Lucas acerca de lo que hacía Juan es
una cita de Isaías, que describe la forma en que Dios prepararía el camino para
que volvieran los exiliados a la Tierra Prometida (Luc. 3:3-6). Jeremías explicó
la razón de ese camino especial: hacerlo transitable para los más vulnerables
de la sociedad –los ciegos, los cojos, las embarazadas, las madres con niños
pequeños– y para que todos los demás que desearan regresar a la Tierra Pro-
metida pudieran hacerlo (Jer. 31:7-9). No es extraño que la gente acudiera en
masa a Juan; se había encendido su esperanza de llegar a estar listos para el
gran día de Dios, que pronto vendría sobre ellos.
Sin embargo, el Mesías vino de una manera que la mayoría no esperaba;
se había predicho, pero no entendieron el significado de las Escrituras (Luc.
24:25-27).
Las personas fieles tenían conceptos equivocados acerca de la naturaleza de la
primera venida del Señor. ¿De qué modo los fieles en los últimos días podrían
evitar conceptos erróneos acerca de la naturaleza de su segunda venida?
43
// Lección 6Martes 2 de febrero
PIEDRAS EN PAN
Lee Mateo 4:1 al 3. ¿Qué sucede aquí, y por qué? ¿De qué modo se
desarrolla el Gran Conflicto?
“Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, fue llevado por el
Espíritu de Dios. Él no invitó a la tentación. Fue al desierto para estar solo, para
contemplar su misión y su obra. Por el ayuno y la oración, debía fortalecerse
para andar en la senda manchada de sangre que iba a recorrer. Pero, Satanás
sabía que el Salvador había ido al desierto, y pensó que esa era la mejor oca-
sión para atacarlo” (DTG 89).
Hay semejanzas dramáticas entre el informe de las tentaciones de Jesús y
las experiencias de los israelitas en su peregrinación después del Éxodo. Des-
pués de pasar por el agua, Jesús fue al desierto, donde no comió nada y fue
probado durante cuarenta días. En forma similar, los israelitas pasaron por el
agua (el mar Rojo), entraron al desierto donde no había pan, y estuvieron allí
por cuarenta años. Lee esto en Deuteronomio 8:2 y 3.
Mateo dice que, después de cuarenta días, Jesús tuvo hambre (Mat. 4:2). En-
tonces, alguien aparece con un consejo “servicial” (como con Job). Esta no era
la primera vez que Satanás llegaba para “ayudar” a alguien en crisis. Zacarías
3 registra la historia de un sumo sacerdote en tiempos de la reconstrucción de
Jerusalén después del exilio babilónico. Al estar ante Dios en visión, alguien
apareció a su derecha. El amigo de más confianza solía estar parado a la de-
recha para proteger y guardar contra cualquier posible atacante. Pero, quien
estaba a la derecha en Zacarías 3 era el “acusador”, pretendiendo ser un amigo
de confianza.
Lo mismo le sucedió a Jesús en el desierto. El que vino para “ayudar” se
descubrió a sí mismo cuando dijo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en pan” (Mat. 4:3). Un ángel de Dios no habría tenido dudas acerca
de la divinidad de Jesús.
Nota además cómo la respuesta de Jesús (Mat. 4:4) es una cita vinculada
al Éxodo: “[Dios] te sustentó con maná, comida que no conocías tú [...] para
hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de
la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3).
Por importante que sea no caer en la tentación, ¿cuánto más importante es ase-
gurarte de que, sin darte cuenta, no estés guiando a alguien a ella?
44
Lección 6 // Miércoles 3 de febrero
OTRA TENTACIÓN
La primera tentación es paralela al Éxodo, pero tiene sus raíces en la Caída.
Al poner la prioridad en la fidelidad a Dios en lugar de ceder al apetito, Jesús
recuperó el terreno que Adán perdió en el Edén. Sin embargo, para cubrir com-
pletamente la brecha que existía entre la raza humana y Dios desde el tiempo
de Adán, Jesús tenía que estar sujeto a otras dos tentaciones.
De acuerdo con Mateo, en la segunda tentación Satanás llevó a Jesús a la
parte más alta del Templo, tal vez la esquina sudeste que daba hacia un empi-
nado barranco. De nuevo vino la desafiante declaración: “Si eres Hijo de Dios”,
lo que demostraba que el tentador no era amigo de Jesús.
¿A qué estaba apelando Satanás aquí? ¿Qué habría demostrado
Jesús si hubiese saltado? (Mat. 4:5-7).
Jesús no estaba interesado en teatro barato. Su confianza en Dios era ge-
nuina, no algo fabricado para impresionar a otros. La completa confianza de
Jesús en su Padre se había manifestado al dejar el cielo y hacerse un ser hu-
mano, sufriendo la indignidad, las representaciones equivocadas, la humilla-
ción pública y la injusticia de su muerte (ver Fil. 2:5-8). Este era su destino,
y él estaba plenamente preparado para cumplirlo. Su misión era recuperar el
mundo que Adán y sus descendientes habían perdido. En Jesús, todas las pro-
mesas del Pacto habían de cumplirse, y el mundo tendría una oportunidad de
salvación.
Jesús respondió con un “Escrito está”, citando otra vez Deuteronomio, y
vinculando su experiencia con el Éxodo: “No tentaréis a Jehová vuestro Dios,
como lo tentasteis en Masah” (Deut. 6:16). Masa era el lugar donde los israelitas
se quejaron amargamente acerca de la falta de agua, y Moisés golpeó la roca
para proveerla. Al evaluar esta experiencia, Moisés declaró que el pueblo había
“tentado a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?” (Éxo.
17:7). Por supuesto, Jesús sabía de qué se trataba esto, y no cayó en la trampa
aun cuando esta vez el diablo le devolvió la frase “Escrito está” (Mat. 4:4, 6).
No siempre es fácil ver el límite entre la confianza que tenemos en Dios al pedir
un milagro, y el ser presuntuosos con respecto a lo que esperamos de Dios cuan-
do oramos. ¿Has aprendido a diferenciar lo uno de lo otro? ¿De qué modo? Trae
tu respuesta a la clase el sábado.
45
// Lección 6Jueves 4 de febrero
LA ADORACIÓN DEL DIABLO
En la versión de Mateo, mientras la primera tentación se concentró en el
apetito y la segunda en manipular a Dios, la tercera era un desafío directo a
Cristo mismo, a su señorío y su misión última en la Tierra.
Lee Mateo 4:8 al 10, Deuteronomio 34:1 al 4 y Apocalipsis 21:10. ¿Cuál
es el significado del “monte muy alto” al que Satanás llevó a Jesús?
Juzgando por la forma en que la Biblia usa el tema de subir a la cumbre de
un monte muy alto para mirar a las naciones, podemos ver que el viaje de Jesús
no era para ver el panorama. Este escenario se vinculaba con una visión profé-
tica. Desde una cumbre, Moisés ve la Tierra Prometida como sería más tarde; y
Juan ve la futura Nueva Jerusalén. En forma similar, Jesús ve más que solo los
países del antiguo mundo romano. Nota que Satanás muestra todo de la mejor
manera. Muestra sus riquezas y brillo glamoroso, no el crimen, el sufrimiento y
la injusticia.
Satanás entonces le dice: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mat.
4:9). Del mismo modo en que Satanás engañó a Adán y a Eva, haciéndoles
desear ser como Dios (cuando ya habían sido hechos a su imagen), Satanás
pretendió que él era Dios, que la propiedad de las naciones del mundo era ex-
clusivamente suya y que, a cambio de un pequeño homenaje, él podía dárselo
todo a Jesús (ver Luc. 4:6; comparar con Sal. 2:7. 8).
Lo central en esta prueba era la lealtad. ¿A quién le debe la humanidad
su lealtad máxima? En el Edén, cuando Adán y Eva cedieron frente a la ser-
piente, lo que realmente hicieron fue darle su primera lealtad a Satanás, y esa
infección se propagó con rapidez a través de cada generación sucesiva. Sin la
directa intervención divina, el Gran Conflicto se habría decidido en favor de
Satanás. La raza humana, y tal vez aun la vida sobre la Tierra, no podría haber
continuado. Había mucho en juego.
Nota que Jesús, como José con la esposa de Potifar, no permitió que el mal
estuviera cerca de él, de modo que salió de la escena del mal potencial (Gén.
39:11, 12). Es también una lección sencilla para nosotros.
Frente a las tres tentaciones, Jesús usó las Escrituras como su defensa. ¿Qué
significa esto para nosotros en términos prácticos? Es decir, ¿de qué forma po-
demos nosotros, cuando nos embiste la tentación, usar las Escrituras para tener
la misma clase de victoria?
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Lección 6 // Viernes 5 de febrero
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Aunque podemos encontrar escritores a
través de los siglos que tocan el tema del Gran Conflicto, y aunque algunos evan-
gélicos hoy están considerando más de cerca la idea, ninguno ha desarrollado
profundamente una cosmovisión del Gran Conflicto como la Iglesia Adventista del
Séptimo Día. Un conflicto literal, físico, moral y espiritual entre Cristo y Satanás
es una característica del pensamiento adventista. Y no es de extrañar: En toda la
Biblia aparece lo que un escritor evangélico ha llamado “el tema de la guerra cós-
mica” y, a veces –como en esta lección sobre las tentaciones en el desierto–, ese
tema aparece de una manera muy cruda y abierta. La idea de una batalla entre el
bien y el mal puede verse aun fuera del contexto claramente religioso.
El poeta estadounidense T. S. Eliot escribió: “El mundo gira y el mundo
cambia/ pero una cosa no cambia./ En todos mis años, una cosa no cambia.../
La lucha perpetua entre el Bien y el Mal”.–The Complete Poems and Plays, 1909-
1950 (N. York: Harcourt Brace & Co., 1952), p. 98. El ateo alemán Friedrich
Nietzsche escribió: “Concluyamos. Los dos valores opuestos ‘bueno y malo’,
‘bien y mal’ han estado ocupados en una temible lucha sobre la Tierra durante
miles de años”.–On the Genealogy of Morals and Ecce Homo (Vantage Books
Edition: Random House, Inc., 1967), p. 52. La Escritura, ayudada por el Espíritu
de Profecía, revela claramente, la verdadera naturaleza de este conflicto y los
temas eternos que están en juego en ella.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Repasen, en la clase, las respuestas a la pregunta del miércoles sobre
cuál es el límite entre confiar en milagros y ser presuntuoso. ¿De qué modo
distinguimos la diferencia?
2. La tentación viene de muchas formas, modos, tamaños y colores, todos
cuidadosamente diseñados para alcanzarnos donde estamos. Y, por supuesto, al-
gunas cosas que tientan a una persona no tientan a otra. Además de los pecados
obvios, ¿cuáles son algunas maneras sutiles en las que podemos ser tentados?
3. Lee de nuevo las tentaciones de Jesús en el desierto y la humillación a
que fue sujeto. Al hacerlo, piensa acerca del hecho de que este mismo Jesús
fue realmente “Dios con nosotros” y que “todas las cosas por él fueron hechas”
(Juan 1:3). ¿De qué forma podemos captar el increíble concepto aquí, de que
Dios –¡Dios!– ha soportado toda esta temible lucha en nuestro favor? Conside-
rando esta verdad, ¿qué otra cosa importa?

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PDF | Lección 6 | Victoria en el desierto | Escuela Sabática | Primer Trimestre 2016

  • 1. 40 Lección 6: Para el 6 de febrero de 2016 VICTORIA EN EL DESIERTO Sábado 30 de enero LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 1:20-23; Juan 9:39; Mateo 3:7-12; 4:1-10; Deuteronomio 34:1-4; Apocalipsis 21:10. PARA MEMORIZAR: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10). “CUANDO SATANÁS SUPO que existiría enemistad entre él y la mujer, y entre su simiente y la simiente de ella, se dio cuenta de que su obra de depravación de la naturaleza humana sería interrumpida [...]. Sin embargo, cuando el plan de redención se dio a conocer, Satanás se regocijó con sus ángeles al pensar que, por haber causado la caída del hombre, podía ahora hacer descender al Hijo de Dios de su elevada posición. Satanás declaró que hasta la fecha sus planes habían tenido éxito en la Tierra y que, cuando Cristo tomase la natura- leza humana, él también podría ser vencido, y así se evitaría la redención de la raza caída” (PP 51, 52). Esta semana, al considerar las tentaciones en el desierto, podremos ver en esa batalla, claramente revelada en la Biblia, el Gran Conflicto entre Cristo y Sa- tanás. Este había reclamado al mundo como suyo y Cristo vino para reconquis- tarlo. Y en el centro de este reclamo estaba el plan de salvación. No habiendo podido matar a Jesús después de su nacimiento, Satanás trató otra forma de sabotear la redención de la raza humana. Vemos este desarrollo en el desierto de la tentación.
  • 2. 41 // Lección 6Domingo 31 de enero EMANUEL AL RESCATE Lee Mateo 1:20 al 23. ¿Cuál es la importancia del nombre dado a Jesús: “Emanuel”? ¿Por qué vino Jesús a esta Tierra para “estar con nosotros”? Primero, vino para restaurar el dominio que Adán había perdido (Rom. 5:12, 15). Captamos una vislumbre del aspecto real de Jesús (teniendo dominio) cuando inspiró a las multitudes (cinco mil quisieron coronarlo rey) y cuando los niños le cantaron hosannas (una forma de alabanza dirigida a uno que salvaría a la gente de sus enemigos). Vemos su poder sobre su creación humana, como su capacidad de restaurar a hombres quebrantados otra vez en seres integrales (por ejemplo, el hombre que nació ciego y la mujer que tuvo hemorragias por doce años). También se manifestó su poder sobre la naturaleza cuando calmó la tormenta, y les dijo al viento y a las olas que se quedaran quietos. Segundo, vino para traer juicio y destruir las obras del diablo (Juan 9:39; 1 Juan 3:8). ¿Cuán a menudo nos preguntamos por qué el mal prospera? Jesús trata con la injusticia y nos asegura que el fin está a la vista. Cristo fue recono- cido por los demonios como teniendo poder sobre ellos; a menudo gritaban su verdadera identidad, algunas veces antes de que Jesús estuviera listo para revelarla. Dio paz a personas poseídas por el demonio, y les restauró su salud mental cuando otros huían llenos de temor. Tercero, Jesús vino al mundo para buscar y salvar a los perdidos (Luc. 19:10) y para quitarles sus pecados (Juan 1:29). Fue hecho como uno de nosotros, para poder ser nuestro fiel Sumo Sacerdote y restaurarnos para Dios (Heb. 2:7). “Tratar con el pecado, salvar a los humanos del pecado, darles gracia, perdón, justificación y glorificación: todo esto fue el propósito del único pacto desde el principio, ahora cumplido en Cristo Jesús”.–N. T. Wright, Justification: God’s plan and Paul’s Vision (ed. Kindle), posición 1.462-1.463. Finalmente, Jesús vino a mostrarnos cómo es Dios, para revelar a nosotros –y al universo que nos contempla– cuál es su verdadero carácter (Juan 14:9) ¿De qué forma estas razones pueden y deben fortalecer nuestra vida mientras esperamos la venida de Cristo y al caminar con Dios?
  • 3. 42 Lección 6 // Lunes 1º de febrero EL BAUTISMO DE JESÚS La aparición de Juan el Bautista debió de haber despertado excitación por toda la región. Aquí había alguien que se parecía al profeta Elías (Mat. 3:4; 2 Rey. 1:8). Era la primera voz profética que el pueblo oía después de cuatro- cientos años. Dios nunca había guardado silencio por tanto tiempo. Ahora él hablaba al pueblo otra vez. Obviamente, algo importante estaba por suceder. Lee Mateo 3:7 al 12. En su presentación del Mesías, ¿por qué relacio- naría Juan temas del juicio: la ira por venir (vers. 7), el hacha puesta a la raíz de los árboles (vers. 10), limpiar completamente la era (vers. 12) y quemar la paja en el fuego que no se apaga (vers. 12)? La gente pensaba que vivía en los últimos días. Vieron a Juan venir del de- sierto y animarlos a pasar por las aguas del Jordán mediante el bautismo. Esto era como un nuevo Éxodo, y mojarse (en vez de ir por el lecho seco del río) era necesario para la purificación y la preparación para la nueva Tierra Prome- tida. La mayoría de la gente pensaba que el Mesías les daría una victoria sobre los romanos y los introduciría en el reino eterno de Dios mencionado por los profetas. Pero ni Juan ni Jesús estaban dirigiendo un movimiento político; era un evento de salvación. La explicación de Lucas acerca de lo que hacía Juan es una cita de Isaías, que describe la forma en que Dios prepararía el camino para que volvieran los exiliados a la Tierra Prometida (Luc. 3:3-6). Jeremías explicó la razón de ese camino especial: hacerlo transitable para los más vulnerables de la sociedad –los ciegos, los cojos, las embarazadas, las madres con niños pequeños– y para que todos los demás que desearan regresar a la Tierra Pro- metida pudieran hacerlo (Jer. 31:7-9). No es extraño que la gente acudiera en masa a Juan; se había encendido su esperanza de llegar a estar listos para el gran día de Dios, que pronto vendría sobre ellos. Sin embargo, el Mesías vino de una manera que la mayoría no esperaba; se había predicho, pero no entendieron el significado de las Escrituras (Luc. 24:25-27). Las personas fieles tenían conceptos equivocados acerca de la naturaleza de la primera venida del Señor. ¿De qué modo los fieles en los últimos días podrían evitar conceptos erróneos acerca de la naturaleza de su segunda venida?
  • 4. 43 // Lección 6Martes 2 de febrero PIEDRAS EN PAN Lee Mateo 4:1 al 3. ¿Qué sucede aquí, y por qué? ¿De qué modo se desarrolla el Gran Conflicto? “Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado, fue llevado por el Espíritu de Dios. Él no invitó a la tentación. Fue al desierto para estar solo, para contemplar su misión y su obra. Por el ayuno y la oración, debía fortalecerse para andar en la senda manchada de sangre que iba a recorrer. Pero, Satanás sabía que el Salvador había ido al desierto, y pensó que esa era la mejor oca- sión para atacarlo” (DTG 89). Hay semejanzas dramáticas entre el informe de las tentaciones de Jesús y las experiencias de los israelitas en su peregrinación después del Éxodo. Des- pués de pasar por el agua, Jesús fue al desierto, donde no comió nada y fue probado durante cuarenta días. En forma similar, los israelitas pasaron por el agua (el mar Rojo), entraron al desierto donde no había pan, y estuvieron allí por cuarenta años. Lee esto en Deuteronomio 8:2 y 3. Mateo dice que, después de cuarenta días, Jesús tuvo hambre (Mat. 4:2). En- tonces, alguien aparece con un consejo “servicial” (como con Job). Esta no era la primera vez que Satanás llegaba para “ayudar” a alguien en crisis. Zacarías 3 registra la historia de un sumo sacerdote en tiempos de la reconstrucción de Jerusalén después del exilio babilónico. Al estar ante Dios en visión, alguien apareció a su derecha. El amigo de más confianza solía estar parado a la de- recha para proteger y guardar contra cualquier posible atacante. Pero, quien estaba a la derecha en Zacarías 3 era el “acusador”, pretendiendo ser un amigo de confianza. Lo mismo le sucedió a Jesús en el desierto. El que vino para “ayudar” se descubrió a sí mismo cuando dijo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan” (Mat. 4:3). Un ángel de Dios no habría tenido dudas acerca de la divinidad de Jesús. Nota además cómo la respuesta de Jesús (Mat. 4:4) es una cita vinculada al Éxodo: “[Dios] te sustentó con maná, comida que no conocías tú [...] para hacerte saber que no solo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Deut. 8:3). Por importante que sea no caer en la tentación, ¿cuánto más importante es ase- gurarte de que, sin darte cuenta, no estés guiando a alguien a ella?
  • 5. 44 Lección 6 // Miércoles 3 de febrero OTRA TENTACIÓN La primera tentación es paralela al Éxodo, pero tiene sus raíces en la Caída. Al poner la prioridad en la fidelidad a Dios en lugar de ceder al apetito, Jesús recuperó el terreno que Adán perdió en el Edén. Sin embargo, para cubrir com- pletamente la brecha que existía entre la raza humana y Dios desde el tiempo de Adán, Jesús tenía que estar sujeto a otras dos tentaciones. De acuerdo con Mateo, en la segunda tentación Satanás llevó a Jesús a la parte más alta del Templo, tal vez la esquina sudeste que daba hacia un empi- nado barranco. De nuevo vino la desafiante declaración: “Si eres Hijo de Dios”, lo que demostraba que el tentador no era amigo de Jesús. ¿A qué estaba apelando Satanás aquí? ¿Qué habría demostrado Jesús si hubiese saltado? (Mat. 4:5-7). Jesús no estaba interesado en teatro barato. Su confianza en Dios era ge- nuina, no algo fabricado para impresionar a otros. La completa confianza de Jesús en su Padre se había manifestado al dejar el cielo y hacerse un ser hu- mano, sufriendo la indignidad, las representaciones equivocadas, la humilla- ción pública y la injusticia de su muerte (ver Fil. 2:5-8). Este era su destino, y él estaba plenamente preparado para cumplirlo. Su misión era recuperar el mundo que Adán y sus descendientes habían perdido. En Jesús, todas las pro- mesas del Pacto habían de cumplirse, y el mundo tendría una oportunidad de salvación. Jesús respondió con un “Escrito está”, citando otra vez Deuteronomio, y vinculando su experiencia con el Éxodo: “No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah” (Deut. 6:16). Masa era el lugar donde los israelitas se quejaron amargamente acerca de la falta de agua, y Moisés golpeó la roca para proveerla. Al evaluar esta experiencia, Moisés declaró que el pueblo había “tentado a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre nosotros, o no?” (Éxo. 17:7). Por supuesto, Jesús sabía de qué se trataba esto, y no cayó en la trampa aun cuando esta vez el diablo le devolvió la frase “Escrito está” (Mat. 4:4, 6). No siempre es fácil ver el límite entre la confianza que tenemos en Dios al pedir un milagro, y el ser presuntuosos con respecto a lo que esperamos de Dios cuan- do oramos. ¿Has aprendido a diferenciar lo uno de lo otro? ¿De qué modo? Trae tu respuesta a la clase el sábado.
  • 6. 45 // Lección 6Jueves 4 de febrero LA ADORACIÓN DEL DIABLO En la versión de Mateo, mientras la primera tentación se concentró en el apetito y la segunda en manipular a Dios, la tercera era un desafío directo a Cristo mismo, a su señorío y su misión última en la Tierra. Lee Mateo 4:8 al 10, Deuteronomio 34:1 al 4 y Apocalipsis 21:10. ¿Cuál es el significado del “monte muy alto” al que Satanás llevó a Jesús? Juzgando por la forma en que la Biblia usa el tema de subir a la cumbre de un monte muy alto para mirar a las naciones, podemos ver que el viaje de Jesús no era para ver el panorama. Este escenario se vinculaba con una visión profé- tica. Desde una cumbre, Moisés ve la Tierra Prometida como sería más tarde; y Juan ve la futura Nueva Jerusalén. En forma similar, Jesús ve más que solo los países del antiguo mundo romano. Nota que Satanás muestra todo de la mejor manera. Muestra sus riquezas y brillo glamoroso, no el crimen, el sufrimiento y la injusticia. Satanás entonces le dice: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mat. 4:9). Del mismo modo en que Satanás engañó a Adán y a Eva, haciéndoles desear ser como Dios (cuando ya habían sido hechos a su imagen), Satanás pretendió que él era Dios, que la propiedad de las naciones del mundo era ex- clusivamente suya y que, a cambio de un pequeño homenaje, él podía dárselo todo a Jesús (ver Luc. 4:6; comparar con Sal. 2:7. 8). Lo central en esta prueba era la lealtad. ¿A quién le debe la humanidad su lealtad máxima? En el Edén, cuando Adán y Eva cedieron frente a la ser- piente, lo que realmente hicieron fue darle su primera lealtad a Satanás, y esa infección se propagó con rapidez a través de cada generación sucesiva. Sin la directa intervención divina, el Gran Conflicto se habría decidido en favor de Satanás. La raza humana, y tal vez aun la vida sobre la Tierra, no podría haber continuado. Había mucho en juego. Nota que Jesús, como José con la esposa de Potifar, no permitió que el mal estuviera cerca de él, de modo que salió de la escena del mal potencial (Gén. 39:11, 12). Es también una lección sencilla para nosotros. Frente a las tres tentaciones, Jesús usó las Escrituras como su defensa. ¿Qué significa esto para nosotros en términos prácticos? Es decir, ¿de qué forma po- demos nosotros, cuando nos embiste la tentación, usar las Escrituras para tener la misma clase de victoria?
  • 7. 46 Lección 6 // Viernes 5 de febrero PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Aunque podemos encontrar escritores a través de los siglos que tocan el tema del Gran Conflicto, y aunque algunos evan- gélicos hoy están considerando más de cerca la idea, ninguno ha desarrollado profundamente una cosmovisión del Gran Conflicto como la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Un conflicto literal, físico, moral y espiritual entre Cristo y Satanás es una característica del pensamiento adventista. Y no es de extrañar: En toda la Biblia aparece lo que un escritor evangélico ha llamado “el tema de la guerra cós- mica” y, a veces –como en esta lección sobre las tentaciones en el desierto–, ese tema aparece de una manera muy cruda y abierta. La idea de una batalla entre el bien y el mal puede verse aun fuera del contexto claramente religioso. El poeta estadounidense T. S. Eliot escribió: “El mundo gira y el mundo cambia/ pero una cosa no cambia./ En todos mis años, una cosa no cambia.../ La lucha perpetua entre el Bien y el Mal”.–The Complete Poems and Plays, 1909- 1950 (N. York: Harcourt Brace & Co., 1952), p. 98. El ateo alemán Friedrich Nietzsche escribió: “Concluyamos. Los dos valores opuestos ‘bueno y malo’, ‘bien y mal’ han estado ocupados en una temible lucha sobre la Tierra durante miles de años”.–On the Genealogy of Morals and Ecce Homo (Vantage Books Edition: Random House, Inc., 1967), p. 52. La Escritura, ayudada por el Espíritu de Profecía, revela claramente, la verdadera naturaleza de este conflicto y los temas eternos que están en juego en ella. PREGUNTAS PARA DIALOGAR: 1. Repasen, en la clase, las respuestas a la pregunta del miércoles sobre cuál es el límite entre confiar en milagros y ser presuntuoso. ¿De qué modo distinguimos la diferencia? 2. La tentación viene de muchas formas, modos, tamaños y colores, todos cuidadosamente diseñados para alcanzarnos donde estamos. Y, por supuesto, al- gunas cosas que tientan a una persona no tientan a otra. Además de los pecados obvios, ¿cuáles son algunas maneras sutiles en las que podemos ser tentados? 3. Lee de nuevo las tentaciones de Jesús en el desierto y la humillación a que fue sujeto. Al hacerlo, piensa acerca del hecho de que este mismo Jesús fue realmente “Dios con nosotros” y que “todas las cosas por él fueron hechas” (Juan 1:3). ¿De qué forma podemos captar el increíble concepto aquí, de que Dios –¡Dios!– ha soportado toda esta temible lucha en nuestro favor? Conside- rando esta verdad, ¿qué otra cosa importa?