Si ella no puede encontrar la moneda, será echada a la calle, como un paria; ¡la abandonarán para que muera! No es de extrañar que la pobre mujer se ponga desesperadamente a barrer la casa hasta que encuentra la moneda ...
1. Parábola: La Moneda Perdida
Lucas 15:8-10
¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiera una dracma, no enciende una lámpara y barre la casa y busca
cuidadosamente hasta que la halla? Y cuando la halla, reúne a las amigas y vecinas, y les dice: ¡Alegraos conmigo,
porque hallé la dracma perdida! Así, os digo, hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se
arrepiente. (Biblia Textual)
En esta parábola, como en todas, nuestro Señor hablaba de las situaciones diarias de la vida común que
todos sus oyentes conocían muy bien, de allí la importancia de conocer el contexto histórico en que fue
contada, así como el auditorio a quienes fue dirigida.
Que se perdiera una moneda en la casa de unos campesinos en Israel no seria difícil, pero sí
encontrarla. Las casas eran oscuras, sin más ventana que una circular de un par de palmos de diámetro. El
suelo era de tierra cubierta de paja o cañas; así es que era como buscar una aguja en un pajar.
Las mujeres Israelitas recibían diez monedas de plata enlazadas con una cadenita de plata como regalo
matrimonial, la cual usaba como diadema. Era el equivalente del anillo de boda, cuyo valor sentimental
era aún superior al precio. Se consideraba algo tan personal que no se podía expropiar por deudas.
Estas diez monedas eran las arras que el novio entregaba a la novia, y consistía en diez piezas de plata.
Estas monedas habían sido depositadas y guardadas en la casa de la familia del esposo para este propósito
y ocasión. Por una de sus caras estas monedas tienen grabado el escudo de armas de la familia del joven;
y en la otra cara tenía impriso el año en que fueron acuñadas. A estas jóvenes orientales se les enseñó que:
«Aquel que coloque las diez piezas de plata en tus manos es quien te amará.» Creían que el amor de
Dios inundaba el corazón de la joven en el momento que estas piezas de plata eran depositadas en sus
manos.
Parábola: La Moneda Perdida Por: Jorge Romero Díaz página #1
2. Al recibir las diez piezas de plata, se consideraba que la novia había sido comprada, en el mismo
sentido que Cristo murió por nosotros sobre el madero y nos compró como la novia era comprada.
“Porque por precio fuisteis comprados.” (1Co_6:20, 1Co_7:23) Cristo pagó el precio por nosotros.
La novia además recibía regalos de otras joyas en la ceremonia del casamiento, pero ninguna de las
otras joyas poseerá el significado que las diez piezas de plata tienen para ella. Aunque su valor oficial, si
fuesen fundidas y vendidas como metal, no pase de ser más de un de dólar cada una, aun así tienen en sí
mismas un simbolismo tremendo y muy importante para ella. La novia se las ponía enganchadas con
pequeños ganchillos a su pelo durante la ceremonia del casamiento, y las conservaría con ella toda su
vida.
De acuerdo a la manera de pensar oriental, si una mujer pierde una de sus diez piezas de plata, Dios
entonces retira su favor de la casa de familia, y las bendiciones que anteriormente poseía se habrán
perdido. Si ella no puede encontrar la moneda, será echada a la calle, como un paria; ¡la abandonarán para
que muera! No es de extrañar que la pobre mujer se ponga desesperadamente a barrer la casa hasta que
encuentra la moneda, y llame a los vecinos para que se regocijen con ella cuando la halla, porque
significa que se ha librado del repudio. Y, nuestro Señor Jesús dijo que: el regocijo es igual que el que se
produce en el cielo, cuando un pecador se arrepiente.
Es fácil imaginar la alegría de la mujer cuando vio relucir la moneda y la pudo apretar cariñosamente
entre sus dedos otra vez. Así es Dios, dijo Jesús. El júbilo de Dios y de todos los ángeles cuando vuelve al
hogar un pecador es como el de un hogar que recupera el sustento del día, o como el de una mujer que
había perdido algo muy personal y valioso, y lo encuentra otra vez.
“Esta parábola es un cuadro del Espíritu Santo cuyo ministerio es el de guardar a cada uno de los que
pertenecen al Novio. Cada uno de nosotros es precioso ante Él, y así como un buen administrador rinde
una buena cuenta de cada moneda, así también el Espíritu Santo velará por la seguridad de cada uno de
los que Él ha sellado. En cuanto a esto, nos dice el Apóstol Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 4, en
la segunda parte del versículo 30: con el cual – es decir, con el Espíritu Santo – fuisteis sellados para el
día de la redención”. Vernon McGee
Nótese con cuidado el lenguaje en el v.10: no es “gozo de parte de los ángeles de Dios”, sino “gozo
delante de los ángeles”, en presencia de ellos.
La lampara representa la palabra de Dios (Sal_119:105, Sal_119:130), la cual el Espíritu usa para
iluminar y exponer la posición y la condición del pecador para que se arrepienta.
William Barclay no dice que: “Ningún fariseo habría soñado que Dios fuera así. Un gran pensador
judío ha admitido que esto que Jesús enseñó acerca de Dios es algo completamente nuevo: que Dios
busca a los hombres y se alegra cuando vuelven a estar con Él. Los judíos podrían haber llegado a creer
que, si uno se humillaba hasta lo último y se postraba ante Dios suplicando misericordia, tal vez se le
concediera; pero nunca se les habría ocurrido pensar que Dios buscara amorosa e insistentemente a los
pecadores. Nosotros creemos en este amor de Dios, porque lo vemos encarnado en Jesucristo, el Hijo de
Dios, que vino a buscar y a salvar lo que está perdido (Luc_19:10 ).”
Parábola: La Moneda Perdida Por: Jorge Romero Díaz página #2