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Dualismo
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Se llama dualismo a la doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos,
increados, contornos, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del
mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del mundo; y también, en un sentido
más amplio, a las doctrinas que afirman dos órdenes de ser esencialmente distintos, con
más o menos radicalismo: por ejemplo, ser ideal y ser real, Dios y mundo, naturaleza y
gracia (en el plano cognoscitivo razón y fe), materia y espíritu, orden físico (de la
necesidad) y orden moral (de la libertad y el deber) (en el plano cognoscitivo constatación y
valoración ética), conocer y querer (plano de la actividad consciente), bien y mal (plano de
la actividad moral), etc. En el primer caso se trata del dualismo en el sentido más estricto y
usual del término, y se puede llamar dualismo teológico, cosmogónico (relativo al origen
del cosmos) o religioso; en el segundo caso se puede hablar de un dualismo filosófico o
metafísico, que se opone de modo irreductible al panteísmo y el holismo.
En la filosofía china se utilizan los términos yin y yang para indicar la dualidad de todo lo
existente en el universo yendo más allá de dos principios supremos e irreductibles y
pudiendo ser aplicados a cualquier objeto o situación.
Origen del término
El término dualismo es utilizado por primera vez por Tomás Hyde 1
en sentido teológico
para designar el dualismo de la religión persa; la misma significación tiene en Pierre Bayle
2
y Gottfried Leibniz.3
Por su parte Christian Wolff 4
introdujo su sentido metafísico y
ontológico, al emplear el término dualismo para significar las relaciones del alma con el
cuerpo.
El dualismo teológico
El dualismo religioso aparece en muchos pueblos antiguos, como China y Egipto, pero
especialmente en Persia. Su religión, impulsada y reformada por Zoroastro hacia el s. VI a.
C., establece un principio divino del bien, Ormuz o Ahura Mazda, y otro del mal, Ahrimán.
Formas de dualismo se encuentran después en el orfismo (hacia el s. VI a. C.), en el
gnosticismo (s. II a. C.), en el maniqueísmo, en la doctrina gnóstico-maniquea de
Prisciliano, y ya en la Edad Media, en los bogomilos, albigenses y cátaros. La más
influyente de estas doctrinas, después del mazdeísmo de Zoroastro, fue el maniqueísmo.
Rasgos comunes de las doctrinas dualistas
En líneas generales, las doctrinas dualistas coinciden en los siguientes rasgos: el principio
del Bien es identificado con la Luz y el Espíritu; el principio del Mal con las Tinieblas y la
Materia, o con el diablo o demonio (maniqueísmo). La materia es, pues, mala, y principio
del mal; o bien creada por un demiurgo distinto del dios bueno (gnosticismo de Marción), o
por el diablo, principio del mal (Prisciliano), rigorista y extrema; o bien ceden ante lo
inevitable y justifican la relajación: porque no es posible resistir al principio del mal que
inclina a pecar, y es ese principio, no la persona singular, el responsable del pecado.
Reacción de la Iglesia Católica contra el dualismo
Desde el punto de vista de la doctrina católica, la inconsistencia y error del dualismo
quedan de manifiesto por los siguientes enunciados:
Dios es único, infinito y omnipotente;
El principio del mal no puede ser Dios ni puede limitar la potencia infinita del único
Dios.
Todo ha sido creado por Dios, y como tal bueno;
Todo lo que existe es bueno (Dios miró todas las cosas que había creado y vio que
eran buenas: Génesis 1.4.7.10.12.18.21.25.31);
También lo es, por tanto, la materia (además, el Verbo se encarnó; la Encarnación,
en el cristianismo es una revalorización de la materia y del cuerpo humano frente al
platonismo y al maniqueísmo, y una doctrina optimista).
El mal no es ser en sí mismo, no es algo positivo; es sólo privación de bien, carencia de la
perfección debida a una naturaleza. Lo positivo es el bien carente o privado; el mal sólo se
da en el bien como defecto. Un mal absoluto, existente en sí, sería una contradicción: una
nada que existe. Como el mal no es un ser positivo, no necesita causa; sólo el ser tiene
causa o principio, y todo ser es bueno. Tiene causa la entidad positiva a la que le acontece
estar privada de la perfección debida; esa privación es querida accidentalmente, o sólo
permitida, y siempre en función de un bien mayor. Por tanto, no hay que buscar una causa
primera del mal, un principio o Dios del mal. No hay, pues, un principio del mal que sea
Dios, o simplemente un mal absoluto y positivo. El dualismo es contrario a la creación
universal (habría algo distinto de Dios que se sustrae a su acción creadora) y a la
trascendentalidad del bien (todo ser, en cuanto ser, es bueno). El mal ha sido introducido en
el mundo por el pecado de la criatura inteligente y libre. Lejos de ser la materia, es el
espíritu el origen del mal. Sólo la obra de Dios fue material, la obra del pecado es
enteramente espiritual. No hay cosas malas, sino malas voluntades, y éstas no pueden hacer
malas las cosas. Hay que hablar, pues, de un bien de la creación y de un mal de la caída o
pecado.
Principales refutadores
Los principales autores que refutaron con más profundidad el dualismo fueron Santo Tomás
de Aquino y San Agustín. San Agustín, que antes de su conversión había sido maniqueo, le
opuso después la doctrina del mal como privación: todo procede y participa de Dios, y, en
cuanto tiene ser, es bueno. Los maniqueos preguntaban de entrada: ¿de dónde procede el
mal? San Agustín se dio cuenta de que ese planteamiento presuponía la existencia del mal
como algo positivo y forzaba así la respuesta maniquea. También entendió que era anterior
otra pregunta: ¿qué es el mal?.5
Santo Tomás de Aquino combatió el dualismo en su forma
albigense utilizando similares argumentos. El conjunto de su pensamiento es, sin embargo,
más eficaz contra el dualismo por la importancia que da a la materia en la constitución del
hombre y en el conocimiento, siguiendo a Aristóteles.
Dualismos filosóficos
En diferentes autores se han dado formas muy diversas de dualismo ontológicos. Se
encuentra en Pitágoras, con la oposición entre límite e ilimitado, par e impar, a las que
corresponden otras ocho oposiciones; en Empédocles, con el contraste entre la amistad y el
odio, que Aristóteles interpreta como el Bien y el Mal;6
en Anaxágoras con el caos
primitivo y la inteligencia (Nous); en los atomistas, con el vacío infinito y la multiplicidad
de corpúsculos invisibles. Se acentúa en Platón, con los dos mundos: el mundo inteligible
de las ideas, eterno, inmutable y necesario, y el mundo sensible de la materia, temporal,
mudable y corruptible (alma encerrada en un cuerpo). Platón desvaloriza el mundo de la
materia; de su doctrina procede la imagen del cuerpo como cárcel del alma. El dualismo
platónico reaparece completo en los neoplatónicos, aunque en éstos se añade la doctrina de
la emanación, que liga ambos mundos.
Descartes acentúa el dualismo entre el espíritu (res cogitans) y la materia (res extensa).
Kant introduce un nuevo dualismo: entre la razón pura y la razón práctica, el mundo natural
de la apariencia (fenómeno) y el determinismo, y el mundo moral de la realidad en sí
(nóumeno) y la libertad. Los espiritualistas posteriores insisten en el dualismo entre
naturaleza y espíritu. A algunas de estas formas de dualismo se opone el monismo, que
concibe todo lo real como un ser único, con diferencias no irreductibles, sólo graduales,
entre sus manifestaciones; las diferencias pueden parecer irreductibles, en todo caso, por la
limitación de nuestro conocimiento.
El dualismo es un desgarro cosmológico y existencial. Hans Jonas señala que en los
comienzos del mundo moderno ese dualismo es reformulado por Descartes con el lema del
“yo pienso”. Husserl en el siglo XX se propone culminar tal empresa, sin darse cuenta que
así ahondaba el dualismo que deja a la Naturaleza abandonada a la categoría de lo inerte,
pasivo, inorgánico y desvitalizado. Profundizando con este nihilismo la categorización de
esa Naturaleza como objeto de estudio y entregada a la demiurgia tecnológica. Esta omisión
husserliana determinó las investigaciones de la madurez de Hans Jonas sobre naturaleza y
tecnología.7
Monismo
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Reciben el nombre de monismo las posturas filosóficas que sostienen que el universo está
constituido por un solo arjé, causa o sustancia primaria. Así, según los monismos
materialistas, todo se reduce, en última instancia, a materia, mientras que para los
espiritualistas o idealistas (especialmente el idealismo hegeliano), ese principio único sería
el espíritu.
Para los antiguos filósofos hindúes lo observado por los sentidos y las relaciones de
causalidad son una ilusión; solo hay una realidad: Dios.1
Por tanto, Dios será esa causa
primera que explica el resto del universo. Para los filósofos monistas materialistas
contemporáneos la materia formada en la Gran Explosión dio lugar al universo y solo esta
materia explica la realidad.
Filósofos monistas son Tales de Mileto, Parménides, Heráclito, Anaximandro,
Anaxímenes, Demócrito, Spinoza, Berkeley, Leibniz, Hume y Hegel.
La contribución más conocida de Leibniz a la metafísica es su teoría de las "mónadas", tal
como la expuso en la Monadologie. Las mónadas son al ámbito metafísico lo que los
átomos son al ámbito físico/fenoménico; las mónadas son los elementos últimos
conformadores del universo. Son "formas sustanciales del ser", con las siguientes
propiedades: son eternas, indescomponibles, individuales, sujetas a sus propias leyes, no-
interactivas, y cada una es un reflejo de todo el universo en su armonía preestablecida.
El monismo neutral es una teoría filosófica que predica que la sustancia básica no es ni
física ni mental sino que puede ser reducida a materia neutra cuya naturaleza no sería ni
física ni mental. El monismo neutro fue introducido en el siglo XVII por el filósofo judío-
holandés Spinoza. En la actualidad una versión de esta teoría ha sido desarrollada por el
filósofo estadounidense Donald Davidson.
El materialismo tradicional, una variedad de monismo, considera que la sustancia primaria
es material y física.
El idealismo es una forma de monismo filosófico que sostiene que el principio básico del
universo es espiritual.
Explicaciones monistas
Los planteamientos monistas, al contrario que los dualistas, consideran que el ser humano
es una única realidad, que es unitario, negando así la existencia de la mente como realidad
distinta del cerebro.
El monismo materialista
Demócrito (cuyo principio constitutivo del universo, o argé, era el átomo) sostenía que toda
realidad es un compuesto material fruto de la unión de átomos. Por eso el ser humano es
puramente materia, y por tanto no existe inmortalidad del alma. El materialismo de
Demócrito se fortalece a lo largo de los siglos XVII al XIX y XX, a través de filósofos
como D`Holbach, Diderot y La Mettrie, que escribió el Hombre Máquina. Para él, el alma
es una parte material del cuerpo identificada con el cerebro. Así, somos máquinas muy
complejas que no necesitan dirección externa(alma) para realizar sus funciones. El
materialismo mecanicista de La Mettrie fue sustituido en el siglo XIX por los de Marx.
Dentro del monismo materialista, se distinguen varias posturas como el conductismo y el
reduccionismo fisicalista.
El monismo espiritualista
Opuesto al anterior, afirma que todo lo real es mental, es decir, todo lo que existe es la
percepción de tu mente. No existe materia, sino que es fruto de tu imaginación. El ser
humano es concebido como una mente que se percibe y percibe a lo otro. En palabras de
Berkeley, “esse est percipi” (ser es ser percibido), es decir, la realidad consiste en percibir o
ser percibido. Solo existe una única realidad espiritual. Así no tiene sentido afirmar la
independencia de cuerpo o materia, puesto que todo es nuestra percepción.
Como ejemplo particular se puede tomar el monismo idealista Hegeliano que, partiendo de
la historicidad del ser, se sostiene en que el ser de la realidad objetiva es el no-ser: solo
existe de manera ideal (en el sentido de que solo existe en la idea) y es esta la realidad. A su
vez la tensión permanente entre el ser y el no-ser (en este caso entre lo ideal y lo real) es lo
que da pie al desarrollo dialéctico del espíritu humano (en el sentido alemán del concepto).
Una aplicación concreta del análisis de la dialéctica idealista es el caso del desarrollo
histórico del lenguaje, como unidad de la lengua y el habla. Aquí se observa que la lengua
es ideal y general, mientras que el habla, su práctica, es completamente particular; es más:
el habla es un conjunto de realizaciones concretas de su idealidad. Sin embargo, la tensión
entre la lengua y el habla, como ejemplo del ser y no-ser, lleva a su desarrollo histórico y
transformación de tanto de la idealidad de la lengua como de la práctica del habla.
Siguiendo este patrón es que podemos entender la transformación del latín a cada una de las
lenguas romances.
El monismo intermedio
Spinoza (1632-1677) propone una solución neutral. Spinoza no admite el dualismo
cartesiano de las dos sustancias (material y espiritual). Para él , estamos compuestos por
una sola sustancia que es Dios, de la cual solo conocemos dos atributos, la extensión y el
pensamiento. Son dos atributos de la misma realidad, de modo que el monismo intermedio
considera que hay una única sustancia de la cual solo conocemos dos atributos. Entonces
cuerpo y mente son dos aspectos de una misma cosa, y por eso, ya no es necesario plantear
el problema de su interacción.
Evolución del término
Como refiere Max Kistler, probar la existencia de la mente es un desafío para el monismo.
El dualismo más potente ha sido el cartesiano, no ha sido lo suficientemente salvado, y ha
llevado a postular sustancias independientes entre sí ya sean cuerpos sin mente (res
extensa) como mentes sin cuerpos (res cogitans).2
Las formas extremas de monismo han derivado en el conductismo lógico y la teoría de la
identidad psicofísica, ambas rechazadas. La primera planteando que formas superiores del
comportamiento (v. gr. el lenguaje) no son reductibles a un comportamiento. La segunda,
interponiendo el argumento de que no contempla el carácter cualitativo de la experiencia y
de la conciencia, términos que hoy en día son muy afines.
El debate actual se ha desplazado a probar no ya la sustancia pensante sino las propiedades
mentales.
Otra forma de monismo extremo, el eliminativismo intenta probar que no existen
propiedades mentales. El monismo anómalo de Donald Davidson sostiene que cada estado
mental es idéntico a un estado físico. El epifonomenismo tiene a las propiedades mentales
como superveniencia de las propiedades físcas subyacentes.
Finalmente, la posición más en boga es, según Kistler,2
el funcionalismo: suerte de
dualismo entre las propie

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  • 1. Dualismo Saltar a: navegación, búsqueda Se llama dualismo a la doctrina que afirma la existencia de dos principios supremos, increados, contornos, independientes, irreductibles y antagónicos, uno del bien y otro del mal, por cuya acción se explica el origen y evolución del mundo; y también, en un sentido más amplio, a las doctrinas que afirman dos órdenes de ser esencialmente distintos, con más o menos radicalismo: por ejemplo, ser ideal y ser real, Dios y mundo, naturaleza y gracia (en el plano cognoscitivo razón y fe), materia y espíritu, orden físico (de la necesidad) y orden moral (de la libertad y el deber) (en el plano cognoscitivo constatación y valoración ética), conocer y querer (plano de la actividad consciente), bien y mal (plano de la actividad moral), etc. En el primer caso se trata del dualismo en el sentido más estricto y usual del término, y se puede llamar dualismo teológico, cosmogónico (relativo al origen del cosmos) o religioso; en el segundo caso se puede hablar de un dualismo filosófico o metafísico, que se opone de modo irreductible al panteísmo y el holismo. En la filosofía china se utilizan los términos yin y yang para indicar la dualidad de todo lo existente en el universo yendo más allá de dos principios supremos e irreductibles y pudiendo ser aplicados a cualquier objeto o situación. Origen del término El término dualismo es utilizado por primera vez por Tomás Hyde 1 en sentido teológico para designar el dualismo de la religión persa; la misma significación tiene en Pierre Bayle 2 y Gottfried Leibniz.3 Por su parte Christian Wolff 4 introdujo su sentido metafísico y ontológico, al emplear el término dualismo para significar las relaciones del alma con el cuerpo. El dualismo teológico El dualismo religioso aparece en muchos pueblos antiguos, como China y Egipto, pero especialmente en Persia. Su religión, impulsada y reformada por Zoroastro hacia el s. VI a. C., establece un principio divino del bien, Ormuz o Ahura Mazda, y otro del mal, Ahrimán. Formas de dualismo se encuentran después en el orfismo (hacia el s. VI a. C.), en el gnosticismo (s. II a. C.), en el maniqueísmo, en la doctrina gnóstico-maniquea de Prisciliano, y ya en la Edad Media, en los bogomilos, albigenses y cátaros. La más influyente de estas doctrinas, después del mazdeísmo de Zoroastro, fue el maniqueísmo. Rasgos comunes de las doctrinas dualistas En líneas generales, las doctrinas dualistas coinciden en los siguientes rasgos: el principio del Bien es identificado con la Luz y el Espíritu; el principio del Mal con las Tinieblas y la Materia, o con el diablo o demonio (maniqueísmo). La materia es, pues, mala, y principio del mal; o bien creada por un demiurgo distinto del dios bueno (gnosticismo de Marción), o por el diablo, principio del mal (Prisciliano), rigorista y extrema; o bien ceden ante lo
  • 2. inevitable y justifican la relajación: porque no es posible resistir al principio del mal que inclina a pecar, y es ese principio, no la persona singular, el responsable del pecado. Reacción de la Iglesia Católica contra el dualismo Desde el punto de vista de la doctrina católica, la inconsistencia y error del dualismo quedan de manifiesto por los siguientes enunciados: Dios es único, infinito y omnipotente; El principio del mal no puede ser Dios ni puede limitar la potencia infinita del único Dios. Todo ha sido creado por Dios, y como tal bueno; Todo lo que existe es bueno (Dios miró todas las cosas que había creado y vio que eran buenas: Génesis 1.4.7.10.12.18.21.25.31); También lo es, por tanto, la materia (además, el Verbo se encarnó; la Encarnación, en el cristianismo es una revalorización de la materia y del cuerpo humano frente al platonismo y al maniqueísmo, y una doctrina optimista). El mal no es ser en sí mismo, no es algo positivo; es sólo privación de bien, carencia de la perfección debida a una naturaleza. Lo positivo es el bien carente o privado; el mal sólo se da en el bien como defecto. Un mal absoluto, existente en sí, sería una contradicción: una nada que existe. Como el mal no es un ser positivo, no necesita causa; sólo el ser tiene causa o principio, y todo ser es bueno. Tiene causa la entidad positiva a la que le acontece estar privada de la perfección debida; esa privación es querida accidentalmente, o sólo permitida, y siempre en función de un bien mayor. Por tanto, no hay que buscar una causa primera del mal, un principio o Dios del mal. No hay, pues, un principio del mal que sea Dios, o simplemente un mal absoluto y positivo. El dualismo es contrario a la creación universal (habría algo distinto de Dios que se sustrae a su acción creadora) y a la trascendentalidad del bien (todo ser, en cuanto ser, es bueno). El mal ha sido introducido en el mundo por el pecado de la criatura inteligente y libre. Lejos de ser la materia, es el espíritu el origen del mal. Sólo la obra de Dios fue material, la obra del pecado es enteramente espiritual. No hay cosas malas, sino malas voluntades, y éstas no pueden hacer malas las cosas. Hay que hablar, pues, de un bien de la creación y de un mal de la caída o pecado. Principales refutadores Los principales autores que refutaron con más profundidad el dualismo fueron Santo Tomás de Aquino y San Agustín. San Agustín, que antes de su conversión había sido maniqueo, le opuso después la doctrina del mal como privación: todo procede y participa de Dios, y, en cuanto tiene ser, es bueno. Los maniqueos preguntaban de entrada: ¿de dónde procede el mal? San Agustín se dio cuenta de que ese planteamiento presuponía la existencia del mal como algo positivo y forzaba así la respuesta maniquea. También entendió que era anterior otra pregunta: ¿qué es el mal?.5 Santo Tomás de Aquino combatió el dualismo en su forma albigense utilizando similares argumentos. El conjunto de su pensamiento es, sin embargo, más eficaz contra el dualismo por la importancia que da a la materia en la constitución del hombre y en el conocimiento, siguiendo a Aristóteles. Dualismos filosóficos
  • 3. En diferentes autores se han dado formas muy diversas de dualismo ontológicos. Se encuentra en Pitágoras, con la oposición entre límite e ilimitado, par e impar, a las que corresponden otras ocho oposiciones; en Empédocles, con el contraste entre la amistad y el odio, que Aristóteles interpreta como el Bien y el Mal;6 en Anaxágoras con el caos primitivo y la inteligencia (Nous); en los atomistas, con el vacío infinito y la multiplicidad de corpúsculos invisibles. Se acentúa en Platón, con los dos mundos: el mundo inteligible de las ideas, eterno, inmutable y necesario, y el mundo sensible de la materia, temporal, mudable y corruptible (alma encerrada en un cuerpo). Platón desvaloriza el mundo de la materia; de su doctrina procede la imagen del cuerpo como cárcel del alma. El dualismo platónico reaparece completo en los neoplatónicos, aunque en éstos se añade la doctrina de la emanación, que liga ambos mundos. Descartes acentúa el dualismo entre el espíritu (res cogitans) y la materia (res extensa). Kant introduce un nuevo dualismo: entre la razón pura y la razón práctica, el mundo natural de la apariencia (fenómeno) y el determinismo, y el mundo moral de la realidad en sí (nóumeno) y la libertad. Los espiritualistas posteriores insisten en el dualismo entre naturaleza y espíritu. A algunas de estas formas de dualismo se opone el monismo, que concibe todo lo real como un ser único, con diferencias no irreductibles, sólo graduales, entre sus manifestaciones; las diferencias pueden parecer irreductibles, en todo caso, por la limitación de nuestro conocimiento. El dualismo es un desgarro cosmológico y existencial. Hans Jonas señala que en los comienzos del mundo moderno ese dualismo es reformulado por Descartes con el lema del “yo pienso”. Husserl en el siglo XX se propone culminar tal empresa, sin darse cuenta que así ahondaba el dualismo que deja a la Naturaleza abandonada a la categoría de lo inerte, pasivo, inorgánico y desvitalizado. Profundizando con este nihilismo la categorización de esa Naturaleza como objeto de estudio y entregada a la demiurgia tecnológica. Esta omisión husserliana determinó las investigaciones de la madurez de Hans Jonas sobre naturaleza y tecnología.7 Monismo Saltar a: navegación, búsqueda Reciben el nombre de monismo las posturas filosóficas que sostienen que el universo está constituido por un solo arjé, causa o sustancia primaria. Así, según los monismos materialistas, todo se reduce, en última instancia, a materia, mientras que para los espiritualistas o idealistas (especialmente el idealismo hegeliano), ese principio único sería el espíritu. Para los antiguos filósofos hindúes lo observado por los sentidos y las relaciones de causalidad son una ilusión; solo hay una realidad: Dios.1 Por tanto, Dios será esa causa primera que explica el resto del universo. Para los filósofos monistas materialistas contemporáneos la materia formada en la Gran Explosión dio lugar al universo y solo esta materia explica la realidad. Filósofos monistas son Tales de Mileto, Parménides, Heráclito, Anaximandro, Anaxímenes, Demócrito, Spinoza, Berkeley, Leibniz, Hume y Hegel. La contribución más conocida de Leibniz a la metafísica es su teoría de las "mónadas", tal como la expuso en la Monadologie. Las mónadas son al ámbito metafísico lo que los
  • 4. átomos son al ámbito físico/fenoménico; las mónadas son los elementos últimos conformadores del universo. Son "formas sustanciales del ser", con las siguientes propiedades: son eternas, indescomponibles, individuales, sujetas a sus propias leyes, no- interactivas, y cada una es un reflejo de todo el universo en su armonía preestablecida. El monismo neutral es una teoría filosófica que predica que la sustancia básica no es ni física ni mental sino que puede ser reducida a materia neutra cuya naturaleza no sería ni física ni mental. El monismo neutro fue introducido en el siglo XVII por el filósofo judío- holandés Spinoza. En la actualidad una versión de esta teoría ha sido desarrollada por el filósofo estadounidense Donald Davidson. El materialismo tradicional, una variedad de monismo, considera que la sustancia primaria es material y física. El idealismo es una forma de monismo filosófico que sostiene que el principio básico del universo es espiritual. Explicaciones monistas Los planteamientos monistas, al contrario que los dualistas, consideran que el ser humano es una única realidad, que es unitario, negando así la existencia de la mente como realidad distinta del cerebro. El monismo materialista Demócrito (cuyo principio constitutivo del universo, o argé, era el átomo) sostenía que toda realidad es un compuesto material fruto de la unión de átomos. Por eso el ser humano es puramente materia, y por tanto no existe inmortalidad del alma. El materialismo de Demócrito se fortalece a lo largo de los siglos XVII al XIX y XX, a través de filósofos como D`Holbach, Diderot y La Mettrie, que escribió el Hombre Máquina. Para él, el alma es una parte material del cuerpo identificada con el cerebro. Así, somos máquinas muy complejas que no necesitan dirección externa(alma) para realizar sus funciones. El materialismo mecanicista de La Mettrie fue sustituido en el siglo XIX por los de Marx. Dentro del monismo materialista, se distinguen varias posturas como el conductismo y el reduccionismo fisicalista. El monismo espiritualista Opuesto al anterior, afirma que todo lo real es mental, es decir, todo lo que existe es la percepción de tu mente. No existe materia, sino que es fruto de tu imaginación. El ser humano es concebido como una mente que se percibe y percibe a lo otro. En palabras de Berkeley, “esse est percipi” (ser es ser percibido), es decir, la realidad consiste en percibir o ser percibido. Solo existe una única realidad espiritual. Así no tiene sentido afirmar la independencia de cuerpo o materia, puesto que todo es nuestra percepción. Como ejemplo particular se puede tomar el monismo idealista Hegeliano que, partiendo de la historicidad del ser, se sostiene en que el ser de la realidad objetiva es el no-ser: solo existe de manera ideal (en el sentido de que solo existe en la idea) y es esta la realidad. A su vez la tensión permanente entre el ser y el no-ser (en este caso entre lo ideal y lo real) es lo que da pie al desarrollo dialéctico del espíritu humano (en el sentido alemán del concepto).
  • 5. Una aplicación concreta del análisis de la dialéctica idealista es el caso del desarrollo histórico del lenguaje, como unidad de la lengua y el habla. Aquí se observa que la lengua es ideal y general, mientras que el habla, su práctica, es completamente particular; es más: el habla es un conjunto de realizaciones concretas de su idealidad. Sin embargo, la tensión entre la lengua y el habla, como ejemplo del ser y no-ser, lleva a su desarrollo histórico y transformación de tanto de la idealidad de la lengua como de la práctica del habla. Siguiendo este patrón es que podemos entender la transformación del latín a cada una de las lenguas romances. El monismo intermedio Spinoza (1632-1677) propone una solución neutral. Spinoza no admite el dualismo cartesiano de las dos sustancias (material y espiritual). Para él , estamos compuestos por una sola sustancia que es Dios, de la cual solo conocemos dos atributos, la extensión y el pensamiento. Son dos atributos de la misma realidad, de modo que el monismo intermedio considera que hay una única sustancia de la cual solo conocemos dos atributos. Entonces cuerpo y mente son dos aspectos de una misma cosa, y por eso, ya no es necesario plantear el problema de su interacción. Evolución del término Como refiere Max Kistler, probar la existencia de la mente es un desafío para el monismo. El dualismo más potente ha sido el cartesiano, no ha sido lo suficientemente salvado, y ha llevado a postular sustancias independientes entre sí ya sean cuerpos sin mente (res extensa) como mentes sin cuerpos (res cogitans).2 Las formas extremas de monismo han derivado en el conductismo lógico y la teoría de la identidad psicofísica, ambas rechazadas. La primera planteando que formas superiores del comportamiento (v. gr. el lenguaje) no son reductibles a un comportamiento. La segunda, interponiendo el argumento de que no contempla el carácter cualitativo de la experiencia y de la conciencia, términos que hoy en día son muy afines. El debate actual se ha desplazado a probar no ya la sustancia pensante sino las propiedades mentales. Otra forma de monismo extremo, el eliminativismo intenta probar que no existen propiedades mentales. El monismo anómalo de Donald Davidson sostiene que cada estado mental es idéntico a un estado físico. El epifonomenismo tiene a las propiedades mentales como superveniencia de las propiedades físcas subyacentes. Finalmente, la posición más en boga es, según Kistler,2 el funcionalismo: suerte de dualismo entre las propie