2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT
De corazón de piedra a corazón de carne
1.
2. Dejaré que Jesús me extirpe ese corazón duro,
de piedra, para darme un corazón de carne,
revestido de misericordia, bondad, humildad,
mansedumbre y paciencia.
Golpes de la vida, traiciones, engaños, o
simplemente el paso del tiempo, endurecen
corazones, apagan entusiasmos, destruyen
alegrías.
3. A veces por culpa de otros, muchas otras veces
por nuestra propia culpa, hemos dejado que el
corazón empiece a secarse. Entonces nos
hacemos insensibles a las penas del amigo, a las
necesidades de familiares, a los problemas de
quienes viven cerca o lejos, a los sufrimientos de
Jesús en el Calvario.
Caemos en esa dureza que nos lleva a juzgar, a
condenar, a mirar con desprecio. Desconfiamos
de los demás. Incluso al mirar al cielo, parece
que tenemos para Dios más reproches que
alabanzas.
4. Es entonces cuando necesitamos acercarnos al
Corazón de Cristo.
Un Corazón lleno de amor al Padre y a los
hombres.
Un Corazón que vino no por los justos, sino por
los pecadores.
Un Corazón que siente pena profunda al ver a
tantos hombres y mujeres perdidos,
abandonados, solos, como ovejas que deambulan
sin pastor (cf. Mt 9,36).
5. Ese Corazón me enseñará a ver el mundo con
ojos distintos. Quitará de mis ojos escamas de
avaricia, y pondrá el brillo de la mirada luminosa
de un niño que confía plenamente en su Padre.
Quitará de mis arterias rencores que envenenan,
y pondrá una sangre limpia y dispuesta a servir a
los hermanos. Quitará de mi inteligencia cálculos
retorcidos y egoístas, y me dará fuerzas para
pensar en grande, con una mente como la del
mismo Cristo.
6. Ese Corazón me invitará a ser manso y humilde
(cf. Mt 11,29). Manso ante quienes, tal vez con
intenciones buenas (sólo Dios sabe lo que hay
dentro de cada uno) me hacen daño, me insultan,
me desprecian. Manso ante quienes son
vengativos y llenos de odios hacia los demás o
hacia mí. Manso ante quienes provocan con
violencia y pueden ser vencidos con el bálsamo
del perdón y de la acogida benévola.
7. También me ayudará a ser humilde. Humilde para
no desanimarme ante esas faltas que no llego a
expulsar de mi alma. Humilde para no envidiar a
quien va “delante” y parece vivir rodeado de
triunfos, y para no despreciar a quien tal vez ha
caído en un pecado que parece más grande que
los míos.
8. Humilde para reconocer que todos los dones
vienen de Dios, que por mí mismo no puedo dar
un solo paso en el camino de la gracia. Humilde
para acudir, las veces que haga falta, al
sacramento de la confesión, con lágrimas
sinceras y con la confianza del hijo que busca a
quien vino no para juzgar, sino para salvar (cf. Jn
12,47).
9. Entonces será posible el milagro: dejaré que
Jesús extirpe de mis entrañas ese corazón duro,
de piedra, para darme un corazón de carne (cf. Ez
11,19; 36,26); un corazón revestido “de entrañas
de misericordia, de bondad, humildad,
mansedumbre, paciencia” (Col 3,12). Un corazón
nuevo, que confía como un niño en el amor
constante del Padre, que se deja levantar como
oveja rescatada por el Hijo, que se inflama de
gratitud y de esperanza en el Espíritu.
FUENTE: INTERNET