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VÍDEO DE HOY:
La vida religiosa: escuela de perfección en el pensamiento de
Santo Tomás de Aquino
A tiros en el norte de Malí
Por: José Naranjo | 09 de febrero de 2015
Soldados de Naciones Unidas en Gao. / AFP
¿Se acuerdan de Malí? Les hablo de ese país africano que hace tan solo un par de años salía tanto en los
periódicos después de que todo el norte fuera ocupado por grupos yihadistas y de que el Ejército francés
llevara a cabo una intervención militar para desalojarlos. Hoy, dos años después de aquella operación
bautizada Serval, en el norte de Malí sigue habiendo enfrentamientos, muerte y ocupación, una situación
compleja en la que se trenzan conflictos intercomunitarios, terrorismo con tintes islamistas y lucha
por el control de los tráficos ilícitos del Sahel. Y para rizar el rizo, el pasado 27 de enero, sin que el
mundo se estremeciera demasiado, cuatro jóvenes fueron asesinados en Gao, la ciudad más importante de
la región, por disparos de bala. Sin embargo, sus verdugos no fueron miembros de alguno de los grupos
armados que campan a sus anchas por los alrededores, sino soldados de la ONU, cascos azules cuya
misión es estabilizar y pacificar la región.
Se llamaban Ahmadou Mama, Mohomodou Maiga y Mahamadou Mousa. Los tres jóvenes acudieron
aquel día a una concentración en las puertas del cuartel general de la Misión de Naciones Unidas para la
Estabilización de Malí (Minusma) para protestar contra la creación de una zona provisional
desmilitarizada en Tabankort, al norte de Gao, donde en las últimas semanas se han producido intensos
combates entre grupos armados. Muchos ciudadanos del norte se oponen a esta medida propuesta por la
ONU porque supondría el desarme y el abandono de sus posiciones de los grupos leales al Gobierno de
Malí que se enfrentan allí los rebeldes árabes y tuaregs. Así, en un ambiente caldeado, cientos de jóvenes
se manifestaron el 27 de enero frente a la Minusma y tras el lanzamiento de piedras y algún cóctel
molotov, los cascos azules, de nacionalidad ruandesa y china fundamentalmente, respondieron con gases
lacrimógenos y “disparos al aire”, según fuentes de la ONU. Sin embargo, no debieron ser tan al aire
porque hubo cuatro personas muertas con impactos de bala y una quincena de heridos.
Manifestación por la unidad de Malí y contra Francia y la Minusma. / AFP
Este grave incidente no es sino una muestra de la enorme tensión que se vive en la región. Pero para
entender lo que ocurre es necesario hacer un poco de memoria y trasladarnos a enero de 2012. Hace tres
años se desencadenaba en el norte de Malí la última revuelta tuareg, protagonizada por un grupo
fuertemente armado, el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), cuyo núcleo
duro en el campo de batalla lo integran ex miembros del Ejército libio que habían desertado cuando las
cosas se empezaron a poner realmente feas para Gadafi. Estos tuaregs regresan a su país de origen y
participan en la creación del MNLA, que reclama la independencia del norte de Malí para crear un estado
propio. Sin embargo, no están solos. Desde los primeros momentos del alzamiento se puede ver que junto
a la bandera del Azawad ondea la bandera negra de los yihadistas. Y es que el MNLA se alía con tres
grupos islamistas radicales, AQMI, Muyao y Ansar Dine, para hacer su guerra contra el Ejército malí.
Apenas tres meses después, estos cuatro grupos logran hacerse con el control de una vasta superficie
formada por tres regiones, Kidal, Tombuctú y Gao, provocando la huida del Ejército hacia el sur y una
crisis humanitaria con la salida de miles de personas a países vecinos o a otras ciudades del país. Sin
embargo, la alianza estratégica de rebeldes tuaregs y yihadistas acaba saltando por los aires y a
partir de junio son estos últimos quienes se hacen con el control de todo este territorio, que atrae a
combatientes radicales de toda África, como Somalia o Nigeria, una suerte de Afganistán en el corazón de
África. Toda vez que la reacción internacional no acaba de llegar, en enero de 2013 se produce finalmente
una respuesta contundente por parte de Francia ante un intento de los yihadistas de llegar hasta Mopti,
región central de Malí y ciudad clave para un hipotético avance sobre la capital, Bamako.
Soldados malienses se enfrentan a los yihadistas en Gao en febrero de 2013. / AFP
El impresionante despliegue de tropas, vehículos, aviones y helicópteros franceses, que cuenta con el
apoyo del humillado Ejército maliense y con la potencia de choque de las Fuerzas Armadas chadianas,
logra en pocas semanas poner en fuga a los yihadistas y recuperar las ciudades de Gao y Tombuctú.
Entonces el MNLA aprovecha la coyuntura y vuelve a instalarse en Kidal, auténtico feudo tuareg en el
desierto. Sorprendentemente, los militares franceses deciden no combatir a los rebeldes y permitirles
que se hagan fuertes esta ciudad, impidiendo el acceso al Ejército maliense. Todavía hoy, tres años
después, la situación es muy inestable en Kidal, que no ha sido aún recuperada por la Administración
maliense y donde son los rebeldes quienes imponen sus condiciones pese a la presencia de soldados bajo
mando de Naciones Unidas.
En esta zona operan hoy, además del citado MNLA, una miríada de grupos armados que poco a poco
se han ido adhiriendo a dos bandos claramente definidos. Por un lado están los rebeldes del MNLA
desde su feudo de Kidal, a los que se han unido el Movimiento Árabe del Azawad (MAA) y el Alto
Consejo para la Unidad del Azawad (HCUA), mientras que del lado fiel a Bamako ha surgido el Grupo de
Autodefensa Tuareg Imghad, una escisión del MAA compuesta fundamentalmente por árabes de la tribu
Lam-Har, y los songhays de la Coordinadora de Movimientos y el Frente Patriótico de Resistencia. A un
lado, aquellos que piden la independencia; al otro, los leales al Gobierno de Malí. Esta guerra abierta
entre las dos facciones ha provocado decenas de muertos durante el año 2014 y se agudizó sobre todo tras
el intento frustrado del Ejército de recuperar Kidal el pasado mes de mayo.
Este escenario pone de manifiesto algo que ha sido muchas veces ocultado por los medios de
comunicación occidentales y es que en el norte de Malí, sobre todo en Gao y Tombuctú, existe una
amplia mayoría de personas que están contra la independencia, incluso de la etnia tuareg. Ya durante
la ocupación de estas ciudades por grupos armados durante 2012 se produjeron muchas iniciativas de
resistencia, no solo frente al yihadismo, sino también frente al separatismo. Muchas mañanas las calles de
Gao amanecían con la bandera de Malí pintada furtivamente en sus muros. Una prueba de la adhesión de
la principal ciudad del norte al resto del país es la iniciativa “No negocies en mi nombre”, puesta en
marcha por el joven tuareg Aboubakarine Ag Intarga, natural de Gao, que pretende “mostrar al mundo
entero que los habitantes del norte no están dispuestos a separarse del resto del país. El objetivo es federar
las fuerzas de todas las iniciativas para expresar que la población está contra las imágenes transmitidas
por los medios, sobre todo al exterior, por France 24 y otros”.
En el campo de batalla del norte de Malí no están en juego solo aspiraciones soberanistas. Detrás de esta
partida se esconde también el interés de los grupos rebeldes por hacerse con el control de las localidades
clave en los numerosos tráficos ilícitos que han prosperado desde hace décadas en la región, como
son el de armas, tabaco, combustible o drogas. Por eso Tabankort, al igual que el enclave de Ber, son
tan importantes. La caída de AQMI y Muyao frente al poderío militar francés dejó un hueco en la gestión
de este lucrativo negocio que estos rebeldes tratan de ocupar a todo precio. Y muchos de los que hoy
pelean bajo la bandera del MNLA, el HCUA o el MAA fueron, hace tan solo dos años, combatientes
yihadistas, tal es la porosidad y la facilidad de pasar de un grupo a otro en el norte malí.
El 26,7% de los menores de 16 años viven
en situación de pobreza
 La pobreza infantil está más de seis puntos por encima de la tasa
que corresponde al conjunto de la población por la mayor
vulnerabilidad de los hogares monoparentales
 Un informe de la European Anti-Poverty Network (EAPN) alerta
de que el crecimiento económico no es suficiente para reducir la
pobreza
Un niño en un comedor escolar. EP | AYUDA EN ACCIÓN
La crisis sigue cebándose con la infancia. Esta realidad viene confirmándose en todos los documentos
sobre pobreza y desigualdad que se han presentado en los últimos años. Y así lo constata de nuevo el
informe El Estado de la Pobreza. Seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España 2009
- 2013, presentado este martes en Madrid por la European Anti-Poverty Network (EAPN), que refleja
que el 26,7% de los menores de 16 años viven en hogares que están bajo el umbral de la pobreza
(8.114,2 euros de ingresos anuales). Es decir, son pobres.
Esta situación, explicó en rueda de prensa el creador del informe, Juan Carlos Llano Ortiz, es
consecuencia de "la mucha mayor vulnerabilidad que sufren los hogares monoparentales", en general,
con mujeres solas que tienen que sacar adelante a sus hijos. En el caso del indicador Arope (el indicador
europeo que tiene en cuenta las personas que viven con una renta inferior al 60% de la media nacional;
las que están afectadas por una privación material severa y la población con baja intensidad de trabajo
por hogar), indica que la tasa de población en riesgo de exclusión social está en las familias
monoparentales con hijos en el 47,6%, es decir, veinte puntos porcentuales por encima que en aquellos
hogares con dos adultos y niños. Los datos del informe provienen de la Encuesta de condiciones de vida
elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
De hecho, a pesar de que los menores de 16 años han reducido su tasa de pobreza en 2,2 puntos
porcentuales entre 2009 y 2013 siguen estando más de seis puntos por encima de la tasa del conjunto
de la población. La privación material severa (vivir en familias en las que no se puede pagar cuatro de las
siguientes nueve variables: hipoteca o alquiler, calefacción adecuada, una semana de vacaciones anual,
una comida de carne, pescado o pollo cada dos días, teléfono, televisión, lavadora, coche y gastos
imprevistos) también afecta de manera diferentes a las personas en función de su edad. Y lo hace
especialmente entre los más jóvenes donde la tasa sobre el total está situada en el 8,4% –la más alta de
todos los grupos– 1,8 puntos por encima de la media y más del triple de la tasa que afecta al grupo de
mayores de 65 años.
El informe recuerda también otras cifras relevantes como que un 27,3% de la población está en
situación de pobreza o exclusión social, lo que en cifras absolutas son 12.866.000 personas o que el
número de personas que tienen dificultades para afrontar gastos imprevistos o afrontar el pago de
gastos relacionados con la vivienda principal ha aumentado un 38% de 2009 a 2013, pasando del 4,5%
de la población al 6,2%. Una realidad que encaja con el hecho de que en 2013 había un 11,7% de
trabajadores en situación de pobreza.
Más crecimiento no es menos pobreza
Otro de los aspectos llamativos del informe es que, a pesar de que el PIB per cápita está directamente
relacionado con la renta media disponible de una región, el crecimiento económico no es suficiente
para reducir la pobreza. Por ejemplo, en Cataluña, La Rioja y el País Vasco, a pesar de haber
experimentado crecimientos del PIB sobre el 1% entre 2009 y 2013, han sufrido aumentos importantes
en sus tasas de riesgo de pobreza o exclusión, que llegan incluso al 13% en el caso de los dos
últimos. Navarra y Cantabria, por su parte, han sufrido muy moderadas reducciones del PIB (por debajo
de la del conjunto nacional, señala el documento) y, sin embargo, el crecimiento de las cifras de pobreza
y exclusión social ha sido superior al 40% en ambas comunidades.
Lo que evidencian estos datos, señala Gabriela Jorquera, coordinadora de EAPN Madrid, es que, a pesar
del aumento de la riqueza "esos recursos no se han orientado principalmente o de manera suficiente a
atender a la población más pobre". A su juicio, por tanto, hay que mirar cuáles son las políticas se han
implementado en esos territorios para combatir la pobreza y la desigualdad. "Si en una comunidad
aumenta la riqueza pero no disminuye la pobreza nos tendríamos que preguntar cómo se está
distribuyendo esa riqueza que se ha generado", asevera.
El caso contrario se ejemplifica en Extremadura, Madrid y la región de Murcia, que han sufrido una
importante reducción de su PIB y, sin embargo, sus tasas de pobreza y/o exclusión social han crecido
relativamente poco, entre el 2% y el 2,5%. Por otro lado, aparece el ejemplo de Canarias y Melilla, que a
pesar de haber sufrido reducciones del PIB en muy diferentes cuantías, han reducido su pobreza y/o
exclusión social y además, en un porcentaje similar, "cuando lo esperable era que creciera", señala el
informe.
Anna Vall-llossera: “La escucha tiene
una gran capacidad curativa”
Creado el 9 febrero 2015 por CiJ
[Nani Vall-llossera, colaboradora habitual del blog de Cristianisme i Justícia y miembro del Consejo
Directivo del centro, fue entrevistada hace unos días en la sección “Gente corriente” de El Periódico de
Catalunya. Aquí tenéis la entrevista].
Voces. Gemma Tramullas. [El Periódico de Catalunya] Desde el ventanal de su amplia y luminosa
consulta en el Centre d’Atenció Primària del barrio barcelonés de Bon Pastor, la doctora Vall-llossera -
Nani para los amigos- observa las últimas casas baratas que resisten el envite de los modernos bloques
de pisos.
-Hace ocho años pidió plaza en el CAP de Bon Pastor. ¿Por qué aquí?
-Ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. Yo soy de Sant Gervasi, pero creo que un barrio
trabajador es el mejor lugar donde se puede ejercer de médico de familia. Además, en este ambulatorio
se hace formación de residentes y eso me interesaba.
-En Sant Gervasi la gente vive ocho años más que en el Raval, dice un estudio del 2012.
-El círculo enfermedad-pobreza es determinante. Los médicos de familia actuamos sobre la población en
su medio; conocemos sus relaciones, sus problemas económicos y sus angustias, que son factores que
influyen en su salud. Por eso es tan importante la continuidad asistencial. No es admisible tener que
esperar tres semanas para ver a tu médico de cabecera o que envíen a un médico que no conoces a
visitarte a domicilio.
-Esto no sale en los titulares.
-Quizá porque no son noticias tan espectaculares como la lista de espera del servicio de urgencias de un
hospital. Estamos deslumbrados por la tecnificación de la medicina. Cuantas más pruebas hacemos y
más sofisticada es la técnica, más sensación de seguridad tenemos. Pero es falso. Un exceso de medicina
puede ser dañino.
-Usted practica una medicina humanista.
-La escucha y la palabra tienen una gran capacidad curativa, pero cada vez creemos menos en ellas.
Acoger el sufrimiento de las personas e invitarlas a verbalizar el origen social de su malestar ayuda a no
medicamentalizar a las personas.
-Hablar requiere más tiempo que hacer una receta. ¿De cuántos minutos dispone?
-Siete minutos por paciente, pero intento dedicarle a cada uno lo que creo que necesita. Cuando cierras
la puerta de la consulta puedes ejercer tu libertad para hacer las cosas como crees que debes hacerlas.
Pero no sé cómo podré seguir haciéndolo si aumentan los cupos. Entiendo que haya que mirar los
números, pero nuestro trabajo va mucho más allá de una hoja de Excel.
-¿Por qué es médica?
-Siempre he tenido vocación de ayudar y me encanta la gente.
-¿Su vocación se fundamenta en valores cristianos?
-Sí, soy cristiana, soy creyente, pero no quisiera que nadie se sintiera invadido por mi fe. Creer me lleva
a intentar amar a los demás y a luchar por la justicia. No concibo la fe en el dios en el que yo creo sin
esta mirada sobre el que sufre.
-¿Qué destacaría de todo lo que ha ocurrido en su consulta en estos ocho años?
-Cuando se produce el milagro o la oportunidad de que una mujer verbalice una situación de violencia
machista, esa consulta es sagrada. Todo lo demás pasa a ser secundario y hay que dedicar el tiempo que
haga falta a acompañarla en el largo proceso de reconstrucción y empoderamiento.
-Desde el 2012, los extranjeros con menos de tres meses empadronados en Catalunya no tienen
derecho a la sanidad pública.
-Esta ley se aprobó con el argumento de acabar con el llamado turismo sanitario, pero en realidad afecta
a los más vulnerables. Amparándome en la ley podría decir que no atiendo a cierta persona, pero
amparándome en mi juramento hipocrático no puedo dejar de atender a nadie.
-¿La ley les obliga a los profesionales de la salud a romper su código ético?
-Sí. Pero como muchos otros compañeros, lo tengo claro: lo primero es la persona.
Imagen extraída de: El Periódico de Catalunya
Si un cristiano quiere conocer su
identidad, no puede quedarse sentado,
dijo el Papa
2015-02-10 Radio Vaticana
(RV).- Para encontrar a Dios hay que correr el riesgo de ponerse en camino, porque un cristiano
“quieto” jamás podrá conocer el rostro del Padre. Fue la reflexión que desarrolló el Papa Francisco en su
homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Si un cristiano quiere conocer su identidad, no puede quedarse cómodamente sentado en el sillón
ojeando un libro porque en el mundo “no existe un catálogo” con la imagen de Dios. Y tampoco se
puede trazar a un Dios ventajoso obedeciendo a reglas que con Dios no tienen nada que hacer.
Los inquietos verán a Dios
La lectura del Génesis, que relata la creación del hombre “a imagen de Dios” sugirió al Papa Francisco
una meditación sobre el camino justo y los muchos caminos equivocados que se abren ante un cristiano
que quiera conocer su origen. La imagen de Dios – afirmó Francisco – ciertamente no la encuentro en la
computadora o en las enciclopedias. Para encontrarla y, por lo tanto, para comprender “mi identidad”,
sólo hay una única manera: “poniéndose en camino”. De lo contrario – dijo el Papa – “jamás podremos
conocer el rostro de Dios”:
“Quien no se pone en camino, jamás conocerá la imagen de Dios, jamás encontrará el rostro de Dios.
Los cristianos sentados, los cristianos quietos no conocerán el rostro de Dios: no lo conocen. Dicen: ‘Dios
es así, así…’, pero no lo conocen. Los quietos. Para caminar es necesaria esa inquietud que el mismo
Dios ha puesto en nuestro corazón y que te lleva adelante a buscarlo”.
La “caricatura” di Dio
Francisco afirmó que “ponerse en camino es dejar que Dios o la vida nos ponga a prueba, ponerse en
camino es correr un riesgo”. Y así también han hecho, desafiando peligros y sintiéndose extenuados por
la fatiga y el desánimo, algunos gigantes como el profeta Elías, o Jeremías, o Job. Pero también existe
otro modo de estar quietos y por tanto de falsear la búsqueda de Dios, que el Papa ve en el episodio del
Evangelio en el que los escribas y los fariseos reprochan a Jesús porque sus discípulos comen sin haber
realizado las abluciones rituales:
“En el Evangelio, Jesús encuentra a gente que tiene miedo de ponerse en camino y que se adapta con
una caricatura de Dios. Es un falso documento de identidad. Estos no-inquietos han hecho callar la
inquietud del corazón, pintan a Dios con mandamientos y se olvidan de Dios: ‘Ustedes, descuidando el
mandamiento de Dios, observan la tradición de los hombres’, y así se alejan de Dios, no caminan hacia
Dios y cuando les falta la seguridad, inventan o hacen otro mandamiento”.
La gracia de estar en camino
Quien se comporta de este modo – concluyó el Papa Francisco – realiza un “camino entre comillas”, un
“camino que no camina, un camino quieto”:
“Hoy la liturgia nos hace reflexionar sobre estos dos textos: dos documentos de identidad. El que todos
nosotros tenemos, porque el Señor nos ha hecho así, y el que nos dice: ‘Ponte en camino y tú tendrás
conocimiento de tu identidad, porque tú eres imagen de Dios, eres hecho a imagen de Dios. Ponte en
camino y busca a Dios’. Y el otro: ‘No, tranquilo: cumple todos estos mandamientos y esto es Dios. Éste
es el rostro de Dios’. Que el Señor nos dé a todos la gracia del coraje de ponernos siempre en camino,
para buscar el rostro del Señor, aquel rostro que un día veremos pero que aquí, en la Tierra, debemos
buscar”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).
Sturla, el cardenal del diálogo en un
Uruguay cada vez más laico
(©Conferenza Episcopale Uruguay)
(©Conferenza Episcopale Uruguay) Daniel Fernando Sturla Berhouet con Francisco
El “joven” purpurado considera la familia como uno de los temas
principales de su acción pastoral. Cree en el encuentro con todos los
niveles de la sociedad; los jóvenes y los pobres son el alma del anuncio
evangélico
Francesco Peloso
Ciudad del Vaticano
Con sus 55 años, es uno de los cardenales más jóvenes del sacro colegio. Fue nombrado arzobispo de
Montevideo el 11 de febrero de 2014 y apenas un año después fue incluido por Papa Francisco en el
elenco de los nuevos cardenales. Así, Daniel Fernando Sturla Berhouet participará en el Consistorio del
próximo 14 de febrero, pero dos días antes participará en un Consistorio con todos los cardenales,
durante el que se discutirá la propuesta de la reforma de la Curia romana.
La prensa de su país lo ha definido como «un obispo estilo Francisco». Por lo demás, Sturla nunca ha
ocultado su sintonía con el magisterio del Papa argentino; también ha subrayado la necesidad de volver
a poner en comunicación con la sociedad a la Iglesia, la cercanía a los sacerdotes, los temas sociales, el
método del diálogo con todos incluso cuando las posturas son distantes. Y, efectivamente, Uruguay, con
sus 3 millones 240 mil habitantes, es un país en el que el laicismo es muy fuerte, sobre todo a partir de
que se reforzó con las victorias electorales de la coalición de izquierda Frente Amplio.
Tabarez Vázquez, que en diciembre del año pasado ganó la elección presidencial (después de haber sido
presidente de 2004 a 2010) es expresión de esta área política, y sucedió a Pepe Mújica, el presidente ex-
guerrillero, que con su estilo pobre y a veces excéntrico, revolucionó el lenguaje político y privilegió la
atención por los estratos más pobres de la sociedad. Pero Uruguay también ha aprobado en los últimos
años leyes que representan un problema para la Iglesia: la legalización de los matrimonios entre
personas del mismo sexo, del aborto y, parcialmente, de la marihuana. Además, durante el mismo
periodo, el país vivió un repunte económico y los temas sociales relacionados con el desempleo y la
pobreza fueron afrontados, en parte, positivamente.
Es un contexto muy complejo, pues, en el que se debe mover el futuro cardenal Sturla, que fue
ordenado sacerdote en 1987, con un pasado de profesor en el instituto Juan XXIII (en donde enseñaba
Historia de la Iglesia). Su vida no fue fácil, sobre todo al comienzo: es el más pequeño de cinco hermanos
y perdió a sus padres cuando tenía entre 13 y 16 años. Como arzobispo de Montevideo, Sturla actuó de
manera dinámica tratando de revitalizar a la Iglesia uruguaya sin renunciar a afirmar las posturas del
magisterio, pero dialogando con las instituciones del país. Y uno de los principales argumentos que ha
enfrentado es justamente el de la familia.
Hace algunos días, miles de fieles participaron en el cuarto encuentro público del rosario para la familia.
El neo-purpurado observó que su objetivo era enviar «un mensaje a los fieles para reforzar el modelo de
familia cristiana y tener una actitud de paciencia hacia otros tipos de unión». «Se trata –añadió– de
proponer claramente nuestro modelo cristiano y dar testimonio de la familia tal y como la quiere Dios:
papá, mamá e hijos». Por otra parte, subrayó, «asistimos a una crisis de la familia por la gran cantidad
de separaciones o de situaciones de hecho. Por ello es necesario un anuncio alegre de la familia
concebida según el plan de Dios».
Tras ser nombrado arzobispo de Montevideo, Sturla observó: «el gran reto para la Iglesia es la
comunicación. Estoy convencido de que la fe cristiana es un tesoro capaz de dar sentido a la vida. Y
entonces, estar convencidos de esto y ver a tanta gente que se aleja de la Iglesia, es un dolor enorme. Y
creo que se debe al hecho de que tenemos un problema de comunicación. No somos capaces de
comunicar la fe con la fuerza necesaria para entusiasmar a la gente». Sturla indicó en esa ocasión que lo
único que se conocía de la Iglesia eran sus prohibiciones morales, y no el “sí” del amor de Dios hacia
todas las personas. Y precisamente, la atención por los excluidos, por los jóvenes, la idea de una Iglesia
misionera son las prioridades de su acción pastoral. También la reorganización administrativa de la
diócesis, el contacto frecuente con los fieles y la cercanía a los sacerdotes forman parte de los objetivos
de gobierno pastoral del cardenal Sturla.
“Con Francisco, las mujeres nos sentimos
contenidas”
(©Ansa)
(©Ansa) "Un Papa que entiende mucho la realidad de las mujeres"
Hablan al Vatican Insider dos destacadas mujeres argentinas que
reconocen el deseo del Papa de abrir más espacios femeninos en la
Iglesia
Andrés Beltramo Álvarez
Ciudad del Vaticano “Con él nos sentimos contenidas, él entiende los problemas de la gente real”. Dos
destacadas mujeres argentinas reconocen el deseo del Papa de abrir más espacios femeninos en la
Iglesia católica. Karina Rabolini y Luciana Aymar ven en la capacidad de Francisco de estar cerca de la
gente también una clave para impulsar esa apertura.
Ambas participaron en el más reciente congreso mundial educativo Scholas Occurrentes, la red
internacional de “escuelas para el encuentro” impulsada por el líder católico. Rabolini, ex modelo y
esposa del gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, presentó dos programas de atención a la infancia
y a la juventud en esa provincia argentina.
“Como mujer me siento contenida, me siento comprendida, es un Papa que entiende mucho la realidad
de las mujeres. Por eso es muy cercano, muy actual. Conoce la problemática real de la gente común y
eso lo manifiesta. Es algo que las mujeres del mundo reconocen”, dijo en entrevista con el Vatican
Insider.
Destacó el poder de comunicación del pontífice y su capacidad de llegar a todos, un don “que no
cualquiera tiene”. Aseguró que siempre fue una persona de “extraordinaria personalidad y de una gran
humildad”, ahora reforzado por su fuerza para contagiar la fe.
“En Argentina se pueden escuchar muchos relatos de su vida diaria y de lo que hacía siendo Bergoglio.
Iba siempre a los lugares más necesitados, estaba muy cerca de la gente. Mucha austeridad. Iba a las
villas que son lugares muy difíciles y donde no aceptan a cualquiera, sin embargo a él lo aceptaban.
Después el destino ha demostrado que es una persona muy especial”, apuntó.
También durante el congreso Luciana Aymar, una de las deportistas argentinas más destacadas de la
historia, recibió un reconocimiento de Scholas por haber sido la primera mujer en participar de la
plantación del olivo. Se trata de un ceremonia que ese organismo promueve entre los deportistas,
como signo de unión a una vieja costumbre de Bergoglio
“Para mi él es una persona especial, más allá que sea el Papa, tiene algo diferente a todos, transmite
muchos mensajes que han llegado al mundo y por eso tiene tantos seguidores”, sostuvo la jugadora de
hockey sobre césped, apenas retirada tras una carrera llena de récords, entre otros el haber sido elegida
ocho veces como la mejor del mundo.
Sostuvo que, para los argentinos, el orgullo por Francisco no se limita sólo a su elección como Papa sino
también por cómo él ha llevado adelante su labor: Su humanidad en las actitudes, los cambios que ha
impulsado, su invitación a dejar de lado la frivolidad.
“Estoy a favor de su deseo de dar un mayor espacio a la mujer en la Iglesia. Me ha tocado ser la primer
mujer que ha plantado un olivo con Scholas y eso es un orgullo. Ese gran lugar que él quiere darle a la
mujer es increíble, impulsar la igualdad sería un gran paso”, estableció.
El Papa: custodiar la Creación no es «de
verdes», sino de cristianos
(©Afp)
(©Afp) Admirando el paisaje natural
Francisco en Santa Marta, a pocos meses de la publicación de la
próxima encíclica sobre la ecología, pide que los hombres sean
«señores» de la naturaleza y del universo, no «dueños»
Domenico Agasso jr
Roma
El ser humano es «señor» de la naturaleza, no «dueño». Los cristianos deben responder al don del amor
de Dios, el universo, cuidándolo. Lo afirmó esta mañana Papa Francisco durante la misa en la capilla de
la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana. En la homilía, el Pontífice también reflexionó sobre
la «segunda creación», la que llevó a cabo Jesús al «re-crear» lo que había sido arruinado por el pecado.
El Señor crea el universo, pero su obra no acaba nunca; «Él constantemente sostiene lo que creó».
Francisco reflexionó en la homilía matutina de la casa Santa Marta sobre el pasaje del libro del Génesis,
en la Primera Lectura de Hoy, que narra la creación del universo. En el Evangelio de hoy,
explicó Francisco, se encuentra «la otra creación de Dios», «la de Jesús, que viene a re-crear lo que
había sido arruinado por el pecado». «Esta ‘segunda creación’ – explicó Francisco – es más maravillosa
que la primera; este segundo trabajo es más maravilloso». Finalmente, hay «otro trabajo», el de
la «perseverancia en la fe», que lo hace el Espíritu Santo. «Dios trabaja, sigue trabajando, y nosotros
podemos preguntarnos cómo debemos responder a esta creación de Dios, que nace del amor, porque Él
trabaja por amor. A la ‘primera creación’ debemos responder con la responsabilidad que el Señor nos
da: ‘La Tierra es suya, sáquenla adelante; sométanla; háganla crecer’». «También para nosotros está la
responsabilidad de hacer crecer la Tierra, de hacer crecer la Creación, de custodiarla y hacerla crecer
según sus leyes. Somos señores de la creación, no amos».
El Papa advirtió que debemos cuidar «de no adueñarnos de la Creación, sino de hacerla ir adelante, fiel
a sus leyes». Por tanto, añadió, «esta es la primera respuesta al trabajo de Dios: trabajar para custodiar
la Creación». «Cuando oímos que la gente se reúne para pensar cómo custodiar la Creación, podemos
decir: ‘Ah no, son los verdes’. ¡No, no son los verdes! ¡Esto es cristiano! Es nuestra respuesta a la
‘primera creación’ de Dios. Es nuestra responsabilidad».
«Un cristiano que no custodia la Creación, que no la hace crecer, es un cristiano al que no le importa la
obra de Dios, ese trabajo nacido del amor de Dios por nosotros. Y esta es la primera respuesta a la
primera creación: custodiar la Creación, hacerla crecer». Francisco se preguntó cómo respondemos «a la
segunda creación». San Pablo, comentó, nos dice que nos dejemos «reconciliar con Dios», «ir por el
camino de la reconciliación interior, de la reconciliación comunitaria, porque la reconciliación es obra de
Cristo»
Y de nuevo, recordando al Apóstol de los Gentiles, el Pontífice dijo que no debemos entristecer al
Espíritu Santo que está en nosotros, que está dentro de nosotros y trabaja dentro de nosotros. Y añadió
que nosotros «creemos en un Dios personal»: «es persona Padre, persona Hijo y persona Espíritu
Santo». «Y los tres están implicados en esta creación, en esta re-creación, en esta perseverancia en la
re-creación. Y a los tres respondemos: custodiar y hacer crecer la Creación, dejarnos reconciliar con
Jesús, con Dios en Jesús, en Cristo, cada día, y no entristecer al Espíritu Santo, no expulsarlo: es el
huésped de nuestro corazón, el que nos acompaña, nos hace crecer».
Pensar desde la nada
Ensayos de filosofía oriental
Kitarô Nishida
En Kitarô Nishida tenemos representada emblemáticamente la filosofía japonesa de la
primera mitad del siglo XX. Nishida vive y piensa en la encrucijada: entre Oriente y
Occidente, entre filosofía y religión, entre budismo y cristianismo, entre zen y amidismo.
El primero de los tres ensayos que componen este libro sintetiza su concepción de la
experiencia estética. El segundo refleja su esfuerzo por buscar un nuevo modo de pensar,
una lógica distinta de la habitual. El tercero resume su filosofía de la religión, tal como la
concibe en el último año de su vida, cuando trata de conjugar la lógica del «Lugar de la
Nada» y la «Cosmovisión religiosa».
La idea central que sirve de hilo conductor a estos escritos es la invitación a salir de la
estrechez del propio ego y abrirse a la amplitud y profundidad sugeridas por conceptos
orientales tan ricos de contenido como son la Nada y el Vacío. No se trata, ni mucho
menos, de nihilismos; todo lo contrario: Nada y Vacío son las nociones más cercanas a las
manejadas por el pensamiento occidental cuando habla de Ser, Realidad y Absoluto.
El concepto de religión en el sistema de la filosofía
Hermann Cohen
La filosofía de Hermann Cohen lleva a cabo una profunda interpretación del pensamiento
kantiano que, sin embargo, toma como base. Como no podría ser de otra manera, se
centra en tres grandes ámbitos de la filosofía de Kant: la lógica o teoría del conocimiento
puro, la ética o teoría de la voluntad pura, y la estética o teoría del sentimiento puro.
Siguiendo dicha estela, Cohen pretende fundamentar de una manera sistemática el
concepto de religión desde el concepto de individuo. La religión es para él un factum de la
cultura humana; mas al carecer de una facultad cognocitiva propia, como tienen la ciencia,
la moral y el arte, no puede fundamentarse al margen de ellas; aunque tampoco puede ser
absorbida por ninguna.
Únicamente en relación con la ciencia, la ética y el arte puede llegar a ser comprendido y
justificado el concepto de religión, aportando por su parte la riqueza que él atesora para
todo individuo y para la totalidad de lo real.
Libros Libro de la semana
El hambre
Martín Caparrós
Anagrama. Barcelona, 2015. 632 páginas, 24'90E. Ebook: 14'99€
BERNABÉ SARABIA | 06/02/2015 |
La
malnutrición y el hambre afectan con especial virulencia a los habitantes del áfrica subsahariana. En la
foto, una familia en Mauritania. Foto: José F. Ferrer
El origen de este libro se sitúa en el encargo que el Fondo de Población de Naciones Unidas hace en
2005 a Martín Caparrós. Se trataba de armar diez historias de vida de jóvenes repartidos por todo el
mundo con el fin de averiguar sus opiniones sobre distintos problemas de actualidad. En la entrevista
que Caparrós concede a A. Scarpelli y M. Libertella para el diario bonaerense Clarín leemos que dicho
encargo le llevó a viajar por todo el mundo. De ese periplo salieron dos libros, Una luna, sobre la
inmigración y Contra el cambio, relacionado con problemas ambientales. Pero lo importante fue la
percepción de que mucha gente estaba subalimentada. El hambre como causa de muerte y de infinitas
desgracias comenzó a representarse en todas sus dimensiones y se convirtió en un resorte que llevó a
viajar a nuestro autor por la geografía mundial de la hambruna. En Níger, país rico en uranio, el mijo se
acaba en agosto y no hay otra cosa para paliar el hambre. India y Bangladesh albergan bolsas
desesperantes de hambrientos. Madagascar ejemplifica una gestión alimentaria desastrosa. Entre tanta
calamidad aquí y allá, Martín Caparrós va escribiendo historias de vida que ejemplifican uno de los
problemas actuales más sangrantes y dan un enorme vigor a este volumen.
Tras viajar y documentarse, los datos que maneja Martín Caparrós son demoledores sin excusa ni
pretexto. Asegura que ahora mismo viven sobre la Tierra 1.400 millones de personas gastando menos
de 1'25 dólares al día. 25.000 pobres mueren cotidianamente a consecuencia del hambre. 50 millones
sufren anualmente distintas formas de hambrunas y la “malnutrición estructural” en forma de
“inseguridad alimentaria” afecta a 2.000 millones de seres humanos. Dicho de otro modo, entre 800 y
900 millones están pasando hambre ahora mismo.
Las cifras no lo dicen todo. Las mujeres representan el 60% de los que padecen hambre y sufren más sus
consecuencias. Una de ellas es la anemia por falta de hierro en su alimentación y de ahí que una de cada
cinco mujeres fallezca a causa de dicha carencia. La anemia acaba diariamente con 300 parturientas.
Veinte millones de las que sobreviven dan a luz a bebés que no se han formado del todo y comienzan a
vivir con un peso por debajo del debido, crecerán con una madres que no pueden dar el pecho en
buenas condiciones. “Madres mal alimentadas criando hijos subdesarrollados”.
Caparrós nace en Buenos Aires en 1957. Comienza a trabajar como periodista hasta que Argentina se le
pone difícil y se exilia en París mientras se licencia en Historia en La Sorbona. A continuación se traslada
a Madrid, escribe su primera novela y comienza a colaborar en el diario El País. Derrocada la dictadura
vuelve a la Argentina y ejerce el periodismo hasta que lo deja para hacer radio en España y seguir
escribiendo novelas y lo que se le ponga por delante. Tras descubrir que sus idas y venidas por el mundo
podían incluirle en la apasionante nómina de escritores de viaje, acierta de pleno con Crónicas de fin de
siglo y gana el Premio de Periodismo Rey de España 1992. Su bisabuela Gustava, antes de morir en el
campo de exterminio de Treblinka, sufrió la dieta de 184 calorías que los nazis proporcionaban a los
judíos del gueto de Varsovia. Vestido de negro, alto, con un mostacho impresionante y su cráneo
rapado, este argentino universal, tocapelotas e incómodo para cualquier gobierno, consiguió una beca
de la Agencia Española de Cooperación Internacional, “generosa en más de un sentido”, para escribir
este libro.
El Hambre está planteado desde un calculado esfuerzo de persuasión, desde una voluntad que quiere
hacer presente un problema escandaloso, un problema que, sin embargo, para buen número de
ciudadanos de los países industrializados, pasa inadvertido. En Europa parece haberse olvidado que el
hambre ha sido consustancial a su desarrollo. La hambruna de 1315-1317 causó una brutal mortandad,
disminuyó de forma dramática la natalidad desde el mar Báltico hasta el Mediterráneo, provocó un
raquitismo que arruinó infinidad de vidas, originó epidemias y, de forma indirecta, fomentó robos y
violencia. Lo peor es que, como han descrito los cronistas, sus consecuencias se vieron exacerbadas
porque los tratantes subieron los precios de cereales y alimentos más allá del alcance de los pobres. La
segunda gran crisis de subsistencias que diezmó Europa tuvo lugar entre 1692 y 1694. Después llegarían
las de 1816-1817 y la llamada Hambruna de la Patata en 1846-1847 que arrasó la población de Irlanda y
forzó emigraciones en masa.
El problema del hambre en la actualidad está vinculado para Caparrós a una mala gestión pública y
privada de los recursos existentes. Por eso, tras recorrer la geografía del hambre armado con su
grabadora y su aguda capacidad de observación, se traslada a Chicago para visitar el Chicago Board of
Trade y entrar en la Bolsa de Chicago. Ahí se rebela contra la afirmación de que el “mercado” es el mejor
mecanismo de regulación para controlar los precios y los costes de la alimentación a nivel planetario. Su
sentido de la justicia se viene abajo y clama contra las políticas públicas regidas por el neoliberalismo
malthusiano. En esas páginas desfilan numerosos villanos y Goldman Sachs aparece como uno de los
grandes culpables al estilo de los mercaderes que ya en el siglo XIV potenciaban la hambruna en Europa
para su desconsiderado beneficio.
La perspectiva de Caparrós, la de alguien que ha palpado el hambre, la malnutrición y las enfermedades
derivadas, es crítica y está llena de pesimismo. Sin embargo, es forzoso reconocer el progreso de las
últimas décadas. Si un tercio de la población global estaba sumergida en la extrema pobreza en 1990, en
2011 esa cifra había descendido al 14'5%, debido sobre todo al crecimiento económico de los países
asiáticos. Etiopía es otro de los países africanos cuyo desarrollo sube de forma apreciable. Desde el año
2000 la mortalidad ocasionada por la malaria ha descendido en torno al 47%. En 2003, en la África
subsahariana, sólo 50.000 personas recibían el tratamiento antirretroviral contra el VIH/SIDA; ahora
están tratados más de nueve millones. Desde 2000 al 2012, 57 millones más de subsaharianos fueron
escolarizados. En los años setenta, menos del 5% de los niños de todo el mundo recibían las vacunas
esenciales, ahora son vacunados más del 80%.
Que hayamos mejorado no quita potencia al grito de advertencia lanzado por este volumen.
La ciencia actual abre nuevos
interrogantes metafísicos
Sus avances nos acercan cada vez más a los límites microscópicos y
macroscópicos del universo
El ser humano ha buscado siempre conocer la realidad, desde todos los puntos de
vista (mitos, arte, ciencia…) Pero son los avances científicos actuales los que nos
están acercando cada vez más a los límites del universo, tanto a nivel macroscópico
como microscópico. Poseemos, por tanto, una visión global y grandiosa del cosmos,
de la que nunca antes habíamos disfrutado. Esta nueva visión del universo, de la
materia, de la vida y del hombre, ¿deja abierto aún el horizonte de la metafísica? Por
Carlos Beorlegui.
inSha
Alegoría de la Ciencia. Óleo sobre tela de Sebastiano Conca. Fuente: Wikipedia.
"Sería agradable que la gente comprendiera que la ciencia es un ejercicio especial para percibir el mundo
sin metáforas y, a pesar de su potencia, no sirve de guía para esos amplios aspectos de la experiencia
que no pueden percibirse sino a través de la metáfora. Sería agradable que la gente viera que es
imposible deshechizar el mundo, y que la elección que tenemos delante es en verdad una elección entre
distingos hechizos” [1].
Las reflexiones que vamos a seguir a continuación (y que van a desarrollarse en dos artículos de
Tendencias21 de las Religiones) se centrarán en analizar las principales aportaciones o propuestas
teóricas más relevantes que, de cara a un cambio cosmovisional, nos presentan las ciencias en la
actualidad.
Me voy a referir primero, en el presente artículo, a la cosmología y a la astrobiología. En un segundo
artículo, me referiré a las neurociencias, a la inteligencia artificial y a la genética. En ambos trabajos,
expondremos brevemente los planteamientos más interesantes en estas disciplinas, para reflexionar
críticamente, en una parte conclusiva, acerca de si sus pretensiones están sólidamente fundadas y qué
repercusión tienen sobre las cosmovisiones metafísicas.
Es decir, para reflexionar sobre si los avances científicos, aun siendo relevantes y significativos,
constituirían razón suficiente como para suponer el inicio de un cambio de paradigma cosmovisional,
que nos lleve a tener que superar inevitablemente los planteamientos humanistas actuales o a
considerar obsoleta y caduca la razonabilidad de una visión religiosa del universo.
Introducción
El ser humano ha buscado siempre conocer la realidad (le va en ello su propio ser), y lo ha intentado
desde todos los puntos de vista: el sentido común, los mitos, el arte, la literatura, la teología, la filosofía,
la ciencia… Le ha preocupado siempre la pregunta por el ser y las características esenciales de la realidad
en la que vive, dando por natural y evidente su capacidad intrínseca para entender el cosmos y a sí
mismo. Aunque eso no está tan claro. De hecho, no ha dejado de haber pensadores de primera línea,
como Einstein, Wigner, Schöridinger y otros, que se admiraban de que el universo pudiera ser
comprendido, y dudaban de que los humanos pudiéramos alguna vez encontrar su comprensión
definitiva [2].
Nos hallamos en unos momentos históricos en los que, debido a los extraordinarios avances de muchas
de las ciencias, que nos acercan cada vez más a los límites del universo, tanto en su nivel macro como en
el micro, poseemos como nunca una visión global y grandiosa del mismo, por lo que parece que
estamos abocados a la necesidad de replantearnos la visión y explicación global de todo, y situarnos en
una nueva cosmovisión.
La relación y la jerarquía entre las diferentes parcelas del saber no siempre se han entendido de la
misma manera. Si en los orígenes de la humanidad los mitos y el enfoque religioso eran los
predominantes, se fue imponiendo después durante varios siglos la racionalidad crítica de la filosofía. En
la actualidad, nos hallamos bajo el predominio del saber científico. Tan es así que “ningún otro modo de
conocimiento (filosofía, literatura, arte, religión) afecta a la vida social y económica de la humanidad
moderna de manera tan radical y universal como la ciencia” [3].
Las relaciones entre la ciencia y la filosofía no siempre han sido pacíficas. Si en la época griega la filosofía
era la madre de los saberes, entre los que se encontraban las diferentes ciencias de la naturaleza, con el
tiempo éstas han ido ampliando y profundizando su ámbito de estudio, así como perfeccionando su
método de trabajo, comiéndole el terreno a la teología y a la filosofía, hasta convertirse en la actualidad,
al menos para muchos, en el modo de saber por excelencia. Su prestigio, a base de éxitos teóricos y de
aplicaciones tecnológicas, es tal que decir que algo es científico equivale casi a afirmar que es verdadero,
de un modo incontestable.
Conscientes de que esta es la manera predominante de pensar en nuestros días, nos interesa ahondar
en estas páginas, en primer lugar, sobre las relaciones entre los saberes científicos y la filosofía, en su
dimensión metafísica, para a continuación reflexionar sobre en qué medida los diversos avances
científicos más recientes, sobre todo en el campo de la cosmología, la genética, la astrobiología, las
neurociencias y la inteligencia artificial, entre otras, pueden estar influyendo en el cambio de la
cosmovisión y del sentido de la vida que los humanos poseíamos hasta hace no mucho, de tal forma que
nos estaríamos adentrando en una nueva cosmovisión en la que parece no tener ya sentido la referencia
a un fundamento trascendente del mundo, así como a la tradicional centralidad de lo humano, para
abrirnos a una supuesta época trans-humana o post-humana [4].
Cuando la ciencia socaba a la metafísica
Siempre me ha resultado sugerente y acertada la idea, explicitada entre otros por M. Buber [5] de
entender la historia cultural, al menos la de Occidente desde la época griega, como una sucesión
periódica de épocas de seguridad y tranquilidad teórica frente a otras de incertidumbre y desasosiego.
En las primeras, el hombre parece tener claras las respuestas a las cuestiones que le lanza la realidad,
resolviéndolas desde una teoría o cosmovisión global, reflejada en la obra magna del correspondiente
autor emblemático del momento. Son las épocas de Platón y Aristóteles, Tomás de Aquino, Descartes,
Kant, Hegel, Marx, etc.
Al ponerse en cuestión tales sistemas dominantes, se suceden épocas de cambio y desasosiego, en las
que se diluye la seguridad anterior, y toda la realidad, con la imagen de sí mismo dentro de ella, se le
presenta a los humanos como problemática y en interrogante. Es entonces, cuando el hombre, como
señalaron tanto M. Scheler como Heidegger, toma conciencia de su ignorancia, es decir, sabe que no
sabe [6]. Además, la seguridad alcanzada en su momento por la respectiva filosofía dominante, va
siendo progresivamente amenazada y socavada por los avances de las ciencias, poniendo lentamente en
cuestión las seguridades imperantes hasta hace poco.
Es decir, la tesis de Buber, y de otros muchos, es que la filosofía, que se asienta sobre una ambiciosa
síntesis de los conocimientos científicos de su época, se va poco a poco desmoronando y perdiendo sus
seguridades debido a los persistentes movimientos telúricos que las diversas ciencias propinan al suelo
sobre el que hasta ese momento estaba asentada. En el ámbito de la historia de la ciencia, es la tesis de
las revoluciones científicas y los cambios de paradigmas de Th. Kuhn [7].
Dialéctica ente ciencia y metafísica
Estas evidencias nos plantean también la inevitable, aunque siempre problemática, relación entre la
ciencia y la filosofía, entre la ciencia y la metafísica. Si en las épocas primeras la filosofía se entendía
como la madre y reina de los saberes, considerando al resto de ellos como sus hijos y colaboradores, en
la actualidad los hijos se han hecho mayores, y discuten son sus progenitores la hegemonía
epistemológica, desde una pretendida situación de igualdad.
A partir de los inicios del siglo XX, se discutió largo y tendido dentro de la filosofía de la ciencia, los
elementos que caracterizan la investigación científica, enfrentándose los defensores de la inducción y la
deducción [8]. Para los inductivistas, la reflexión parte de una concepción atómica de la realidad y de los
datos empíricos puntuales para llegar a leyes universalizables, mientras que, para los deductivistas, se
comienza por una visión global de la realidad, una teoría hipotética que tiene que ser después
contrastada con la realidad.
Es la postura de Popper y sus discípulos [9], que proponen el método de la falsación frente a la
verificación de los neopositivistas del Círculo de Viena. Para Popper, siempre hay en el fondo de toda
teoría científica una cierta metafísica o visión global de la realidad. En esta refriega sobre la relación
entre las ciencias y la filosofía, y el esfuerzo por llegar a conocer la realidad, se enfrentan, pues, estas
dos posturas que parecen irreconciliables.
Mientas para unos, apoyados en el método inductivo y experimental, la metafísica es una forma
imperfecta y provisional de acercarse a la realidad, progresivamente suplantada por la ciencia, los
deductivistas del racionalismo crítico propperiano entienden que la metafísica es un modo inevitable y
necesario de entender la realidad, en la medida en que constituye el primer punto de arranque de la
investigación científica, siendo la ciencia el momento empírico de comprobación, no la teoría metafísica
completa sino la base empírica de la misma.
De este modo, “las metafísicas son programas de investigación futura” [10]. Esa es la opinión de Agassi,
discípulo de Popper, para quien, citando la postura similar de E. A. Burt, defiende a la metafísica “como
el posible fundamento de la ciencia futura: (…) en frecuente conflicto con las teorías científicas
existentes y como estímulo para los cambios que podrían eliminar el conflicto”. En conclusión, “la
interacción entre física y metafísica es la de la metafísica que prescribe programas para el futuro
desarrollo científico” [11].
Esta misma tensión entre el modo de entender la ciencia frente a la filosofía, queda reflejado en los
escritos de E. Schrödinger, en oposición a los materialistas reduccionistas. El físico vienés advierte que
para éstos la postura de asombro de la filosofía ante la realidad queda superada por “una investigación
exitosa que ponga fin al asombro” [12]. En cambio, en su opinión, la relación correcta se da más bien al
revés: se comienza con el conocimiento científico, para terminar con el asombro, que empuja a la
filosofía a proponer nuevas teorías explicativas.
Esta postura es la que responde mejor a la lógica de la investigación, completada incluso por una
estructura más amplia que recoge el círculo virtuoso de asombro-conocimiento-asombro, proceso
ascensional que no termina nunca. El ser humano comienza por acercarse a la realidad desde el
asombro filosófico (como ya vio Aristóteles), para ir superándolo (sólo en parte) por el conocimiento
científico, que, a su vez, es consciente de sus limitaciones y queda abierto a nuevos asombros, que trata
de aclarar con nuevas y diversas teorías metafísicas; y éstas acabarán sin poderse responder del todo
ante el misterio último de la realidad. La postura de los materialistas reduccionistas (“enemigos per
definitionem del asombro” [14] consideran las insuficiencias de la filosofía como un “conocimiento
reducido” (Bacon), mientras que, para Schrödinger, el saber científico siempre desemboca y se ve
abocado ante el “misterio de lo que nuestra cosmovisión científica no puede comprender” [15].
En definitiva, entre ciencia y metafísica, como indica Watkins, y veíamos en M. Buber, se da una
relación dialéctica necesaria y provechosa, de tal manera que “mientras el pensamiento científico ha
influido en la metafísica sobre todo durante los períodos de consolidación de la ciencia, las ideas
metafísicas han influido sobre la especulación científica sobre todo en períodos de cambio y de tensión
de la ciencia” [16]. Por tanto, resulta más acertado y provechoso considerar las relaciones entre ciencia
y filosofía (metafísica) dentro de un esquema inclusivo y de complementariedad, que de exclusión e
incompatibilidad.
Crítica reduccionista de la metafísica
Estas reflexiones resultan pertinentes a la hora de enjuiciar la situación actual de nuestra cultura.
Aunque parece más razonable la postura de diálogo crítico y complementario entre la ciencia y la
filosofía que defendemos, advertimos que se va extendiendo en nuestro entorno, muchas veces sin
ninguna valoración crítica, la postura de los materialistas reduccionistas, para quienes las visiones
metafísicas son residuos de un pensamiento caduco, propio de épocas ya superadas, apoyadas en el
teísmo, el humanismo y el antropocentrismo, debiéndose adoptar una nueva postura que se base en
una epistemología y ontología empiristas y reduccionistas.
Así es como se entienden las afirmaciones de autores como S. Hawking y otros [17], para quienes las
cuestiones de las que hasta este momento se ocupaba la metafísica, o no tienen ya sentido, o se
convierten en tareas que tienen que ser resueltas por las ciencias físicas y cosmológicas.
Esta forma de ver las cosas parece no darse cuenta de que ella misma es una afirmación metafísica,
deudora a su vez de otras posturas metafísicas, que se dan por ciertas sin haberse demostrado
científicamente que lo sean, como son el determinismo de la realidad (todo evento tiene su causa), el
mecanicismo (todo lo que hay se reduce a partículas aisladas que interactúan entre sí), la conservación
constante de la relación entre materia y energía, la suficiencia del funcionamiento del cuerpo y cerebro
humanos para explicar la condición humana, la autosuficiencia ontológica y existencial del universo, etc.
Puede que sean hipótesis verdaderas, pero, si lo son, su verdad no pertenece al ámbito científico sino al
de las tesis metafísicas.
A pesar de todo lo dicho, sería limitador fijarnos sólo en esta visión excluyente que tienen algunos sobre
la relación entre ciencia y metafísica, porque nos quedaríamos sólo con una parte del problema, y no
precisamente la más interesante. Junto a la postura anterior, advertimos también en la actualidad un
mutuo enriquecimiento fructífero entre la ciencia y la metafísica.
En la línea del racionalismo crítico de la escuela de Popper sobre la íntima relación circular entre ciencias
y metafísica, así como en la de Buber sobre la importancia de las ciencias en la transición de las posturas
metafísicas dominantes de una época, podremos comprobar que nos hallamos en un momento en el
que los múltiples avances de las ciencias están repercutiendo de forma muy fructífera en la renovación y
puesta al día de la idea que los humanos tenemos de nosotros mismos, de la realidad en su conjunto, así
como de nuestro lugar dentro del cosmos.
Si las posturas reduccionistas pretenden reducir todos saberes a los datos y metodologías científicas,
relegando al baúl de los objetos olvidados a la filosofía crítica, sin ser conscientes de que sus propios
pre-juicios metafísicos se hacen desde otra base metafísica, corta y equivocada, hemos también de ser
conscientes, por otro lado, de que sin ninguna duda estos ataques a la filosofía le sirven para limpiarla y
espolearla, para replantear sus posturas, aprender de los avances de la ciencia, y focalizar su atención
sobre cuestiones que antes no se había planteado, pero que la ciencia le está haciendo ser consciente
de su importancia, a la vista de los datos y nuevas evidencias que las ciencias le está poniendo ante sus
ojos críticos.
Es evidente que los nuevos avances científicos están obligando a la filosofía, y a la teología, a
replantearse desde nuevos enfoques cuestiones tan centrales como el origen y la creación del universo,
la autosuficiencia o contingencia del mismo, la posibilidad de la existencia de otros universos diferentes
a los nuestros, el origen de la vida en nuestro planeta, la posibilidad de que exista vida inteligente
extraterrestre, el sentido de la tesis humanista y la superación o no del antropocentrismo, el futuro de la
civilización humana, dada su capacidad de construir robots y máquinas inteligentes que superarán su
propia capacidad intelectual y podrán lanzarse a la colonización del espacio, y, en definitiva, si los
humanos, descubiertas nuestras cada vez más profundas capacidades, podremos también con el tiempo
construir otros universos semejantes al nuestros, universos bebés programados para reproducir el
nuestro o para evitar sus limitaciones.
Todas estas cuestiones nos abocan y abren a un horizonte cosmovisional que pone en cuestión las tesis
y pilares fundamentales del mundo en el que hasta ahora estábamos aposentados. La cosmovisión
actual parece que a muchos les está quedando cada vez más pequeña y superada, cosmovisión que en
gran medida se había asentado sobre el pensamiento griego y judeocristiano, y que tiene sus bases en la
fe en un Dios creador y providente de la historia de los hombres, una imagen del hombre situada en el
centro de la realidad, tanto en su faceta ontológica como ética, así como una idea del sentido de la
historia dominada por las decisiones libres de los humanos y apuntando hacia una meta final de la
historia en la que el Dios providente se encargará de implantar la justicia definitiva sobre buenos y
malos.
De todos modos, existe también al mismo tiempo una cosmovisión no teísta pero sí humanista y
antropocéntrica. Una concepción no teísta de la realidad puede prescindir del Dios creador, providente
y justificador del final de los tiempos, y con todo seguir manteniendo la centralidad de lo humano en el
horizonte del cosmos y de la historia.
¿Están las cosmovisiones humanistas (teístas o no) tocando a su fin como consecuencia de los avances
de las ciencias más punteras, como son la genética o las neurociencias? Imagen: Brian0918. Fuente:
Wikipedia.
¿Una nueva Era?
¿Estamos iniciando o metidos ya de lleno en una fase intelectual en la que estas cosmovisiones
humanistas (teístas o no) están tocando a su fin, de la mano y como consecuencia de los avances de las
ciencias más punteras, como son la biología evolucionista, la genética, las neurociencias, la inteligencia
artificial, la cosmología, la astrobiología, y otros saberes similares?
Si la genética y las neurociencias tienden a diluir la densidad de la condición humana, reduciéndola a ser
una simple máquina construida siguiendo mecanismos genéticos y neuronales, la astrobiología nos sitúa
ante un escenario en el que se nos destrona de cualquier centralidad privilegiada en el universo, al no
ser nuestro planeta el único donde habría vida inteligente, sino más bien uno más de entre otros miles
de planetas posibles donde la vida ha podido surgir, asentarse y desarrollar, hasta unos límites que no
sabemos ni podemos imaginar.
Y, si en las décadas más recientes las interpretaciones del denominado principio antrópico (PA), hacían
pensar que el género humano se afincaba de forma segura y convincente como el centro y el fin del
universo, en la actualidad las múltiples interpretaciones trans-antropocéntricas del PA por la teorías de
cuerdas, o supercuerdas, y la de los multiversos, entre otras, parecen abrirnos a una cosmovisión que
deja atrás la visión antropocéntrica y creyente, quedando sustituida por un universo autosuficiente,
rodeado de otros muchos universos, como nos indican la teoría de los multiversos y de supercuerdas, y
poblado quizás por múltiples formas de vida inteligente, con la posibilidad de la creación de una
generación futura de seres inteligentes y vidas artificiales (robots, cyborgs), capaces no sólo de colonizar
el universo entero, sino de construir múltiples universos similares al nuestro.
Las cuestiones que todas estas propuestas nos plantean, como puede verse, son múltiples y de hondo
calado. Y no se trata de afirmaciones realizadas por simples divulgadores de ciencia ficción, sino por
científicos de primer nivel, que, aunque son conscientes de que muchas de sus propuestas no están
todavía validadas científicamente (y piensan incluso que algunas de ellas nunca lo sean), tampoco se
trata de ligeros juegos de imaginación, sino que tienen la pretensión de ser hipótesis serias de trabajo,
que dan cabida a proyectos concretos de investigación encaminados a validarlas o desecharlas.
De todas formas, la primera cuestión que uno se plantea ante estas propuestas teóricas es la necesidad
de discriminar entre lo que son hipótesis con sustancia y fundamento o meras elucubraciones sin
demasiada consistencia. Y junto a eso, hay otra tarea más importante: dilucidar y poner orden, desde la
epistemología, entre las afirmaciones que tienen que resolverse en el terreno científico, y otras, de tinte
claramente filosófico y metafísico, que se pretenden colar de rondón apoyadas indebidamente en las
anteriores, de nivel científico.
También es cierto que alguien podrá poner en cuestión el que sea la epistemología, tal y como la
entendemos ahora, la que ejerza de juez absoluto que separe de forma clara y definitiva las diversas
parcelas del saber, dirimiendo de forma tajante qué sea ciencia y qué sea filosofía; qué afirmaciones
corresponden a la primera, y cuáles a la segunda. Ante estos reparos, entendemos que los grandes
parámetros de la epistemología siguen siendo válidos, pero también es cierto que los terrenos no están
con total claridad separados, sino en gran medida imbricados entre sí, moviéndonos siempre sobre
terrenos movedizos.
De hecho, lo más valioso, en mi opinión, de este problema sobre el que queremos reflexionar, es que
estas ciencias de vanguardia a las que hemos hecho referencia están siendo en la actualidad, más que la
filosofía, las que están haciendo de acicate para replantearnos, desde nuevas perspectivas, importantes
cuestiones filosóficas y metafísicas, sobre las que la propia filosofía no era capaz de tomar conciencia,
estancada en posturas ya obsoletas.
En ese sentido, si hasta ahora la filosofía se acercaba a pensar las grandes cuestiones que le han
ocupado a través de elucubraciones intelectuales de corte intuitivo, en la actualidad son las ciencias las
que parece que están llamando la atención a la filosofía, advirtiendo e incitando a los humanos a pensar
sobre nuevas cuestiones límite, de las que hasta ahora no éramos casi conscientes de su existencia, o las
veíamos desde perspectivas hoy trasnochadas e insuficientes.
Esta razón es la que quizás explica que ciertos científicos estén llegando a la conclusión, a todas luces
equivocada, de que son las ciencias las que tienen que encargarse de resolver esas cuestiones
metafísicas, y no tanto la filosofía, en la medida en que, según ellos, la filosofía se habría quedado
obsoleta y rezagada, mostrándose incapaz de afrontar dichas cuestiones, dejadas ahora en las manos de
las ciencias.
El origen y la naturaleza del universo
Los avances de la cosmología constituyen el primero y uno de los más importantes focos de
replanteamiento de nuestra cosmovisión. La pregunta por la naturaleza y el origen del universo ha
estado siempre presente en la mente de los humanos, respondida al principio con relatos míticos, y en
la actualidad, con los datos de la cosmología.
Cuando Popper, en su empeño por salvar la condición significativa y racional de la metafísica de los
ataques de los neopositivistas del Círculo de Viena, estudia el modo de filosofar de los presocráticos
(defendiendo que en ellos se ve la misma lógica de investigación falsacionista que él sostiene), advierte
que lo central de su reflexión consistió en el paso de una visión cosmogónica del universo a otra
cosmológica; esto es, el salto de la pregunta sobre qué o quién originó el mundo a la cuestión de la
naturaleza del mismo [18].
La primera cuestión era tarea de los mitos y las religiones, la segunda, de la filosofía de la naturaleza que
estaba naciendo, cuestión que irá profundizando y radicalizando la ciencia física y la cosmología. Se trata
de una separación metodológica, que no supone menospreciar las cuestiones cosmogónicas, ni
considerarlas definitivamente superadas. Pero lo que sí parece claro es que, desde entonces, la
cosmología se ha decantado (de forma preferente, aunque no exclusiva) por el método científico,
dejando los problemas del origen del universo a la metafísica y la teología. De todos modos, estos dos
ámbitos teóricos están íntimamente relacionados, por lo que sus fronteras no siempre han sido o son
pacíficas, ni su relación e integración se ha mantenido de modo uniforme y consensuado.
Dentro de las diferentes teorías de la cosmología actual, abundan las posturas que, o bien reducen el
doble nivel al cosmológico, a la pregunta por la naturaleza y estructura científica del cosmos, o bien
pretenden responder a la cuestión sobre los orígenes del universo desde el nivel de la cosmología. En el
empeño por desvelar la naturaleza del universo, se cruzan dos miradas contrapuestas: la que parte de
concebir la realidad como un todo compuesto por partes cada vez más pequeñas, hasta llegar a las
partículas elementales que estamos todavía lejos de delimitar, y la que, apoyándose en los avances de la
teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica, parte de la convicción de que el universo, en todas sus
dimensiones, forma una única realidad total y unitaria, que se concreta y explicita en sus diferentes
partículas.
D. Bohm, defensor de esta postura, entiende que “siempre ha sido necesario para el hombre, y propio
de su pensamiento el dividir las cosas hasta cierto punto, y el separarlas para reducir sus problemas a
unas proporciones manejables” [19]; pero está claro que eso es una abstracción, basada en el error de
creer que “el contenido de nuestro pensamiento es una descripción del mundo tal como es” [20].
La teoría cuántica nos muestra que “es la totalidad lo que es real, y que la fragmentación es la respuesta
de esta totalidad a la acción del hombre, guiado por una percepción ilusoria y deformado por un
pensamiento fragmentario. En otras palabras, es precisamente porque la realidad es un todo por lo que
el hombre, con su modo fragmentario de acercarse a ella, encontrará inevitablemente la
correspondiente respuesta fragmentaria” [21].
La materia
Si concretamos esto en el ámbito de la física atómica, advertimos que, frente a la tendencia a pensar
que la realidad subatómica está compuesta por un conjunto diferente de partículas que interactúan
entre sí, moviéndose en el vacío, se está pasando a entender la realidad como un fondo unitario y global
que se expresa y concentra, debido precisamente a la intervención del observador humano consciente,
en partículas elementales, como colapsos de superposición de ondas, expresiones de la realidad última
de lo que hay.
Eso es lo que hace que se entienda el ser de estos corpúsculos tanto como ondas que como partículas, y
no seamos capaces de determinar su velocidad y posición al mismo tiempo, según el principio de
indeterminación de Heisenberg [22]. En definitiva, como indica D. Bohm, más que mirar un átomo como
onda o como partícula, “tal vez sería mejor considerarlo como una nube escasamente definida, como
una fórmula particular que depende de la totalidad de su entorno, incluyendo en él el instrumento que
lo observa.
Por consiguiente, ya no se puede mantener por más tiempo la división entre el observador y lo
observado (como está implícito en la concepción atomista, que considera cada uno de ellos como
agregados separados de átomos). Más bien ambos, observador y observado, son aspectos emergentes e
interpenetrados de una realidad total, la cual es indivisible y no analizable” [23].
Dentro de esa totalidad que es el universo, nos hallamos los humanos, síntesis de materia y mente, o
más bien, de materia consciente, siendo la mente el modo específico y diferente de expresarse la única
realidad global en los cuerpos humanos, aunque no sepamos todavía explicar cómo se produce todo
esto, si es que alguna vez llegaremos a saberlo. La realidad, en todos sus aspectos (físico, biológico,
psicológico, social,…), no hay que entenderla como una realidad atomística, sino como una “totalidad no
dividida en movimiento fluyente” [24].
Imagen proporcionada por el telescopio Hubble del espacio lejano, cuando el universo era más caliente
y más concentrado de acuerdo con la teoría del Big Bang. Fuente: NASA.
Materia y universo: el big bang
Estos interrogantes sobre la materia y el ser del universo físico se entremezclan con las que se advierten
en las investigaciones de los cosmólogos sobre la historia y el origen del universo. Tanto en la
cosmovisión heliocéntrica como en la geocéntrica a partir de Copérnico y Galileo, el universo se
entendía como una estructura bien ordenada, conformada por el continuo movimiento de los astros,
entrelazados por unas leyes estables, resultado de la acción creadora de Dios.
A pesar de que la concepción del universo cambió radicalmente con la teoría de la relatividad de
Einstein, el universo era visto como algo eterno y estable en sí mismo, como consecuencia de un
maravilloso orden racional, obra de una divinidad, no personal, que lo gobierna todo. Pero esta
concepción clásica, la teoría del estado estacionario, saltaría en mil pedazos, aunque no sin resistencia,
años después, siendo sustituida por la idea de que el universo está en permanente expansión: la teoría
del Big Bang [25].
El momento clave lo constituyó el descubrimiento por el físico Hubble del desplazamiento hacia el rojo
de la luz que recibimos de las estrellas (espectrografía). Los científicos vieron en ello la prueba de que el
universo se halla en expansión, debido a una fuerza que va alejando progresivamente a unas estrellas de
otras, a grandes velocidades. Todo provendría de una gran explosión (Big Bang, según denominación de
Fred Hoyle, 1949), como propusieron en trabajos pioneros G. Gamow y el sacerdote belga G. Lemaître.
Al principio, esta teoría costó ser aceptada (sobre todo por Einstein y F. Hoyle), pero cuando se realizó
su comprobación empírica con el descubrimiento de la radiación de fondo, por R. Wilson y A. Penzias,
radiación fósil que provendría de esa primera y radical explosión, se impuso mayoritariamente sobre la
tesis del universo estacional.
Estas evidencias suponían la emergencia de nuevos interrogantes y problemas sin resolver. La cuestión
fundamental era por qué de una gran explosión iba a surgir el actual orden y estructura del universo.
¿Por qué hay estructura en el universo, la que tiene en concreto, y de dónde surge? [26]. No nos
encontramos ante un universo uniforme, sino ante un complejo sistema de planetas, estrellas y galaxias.
Explicar esto dependía de saber entender la naturaleza de ese momento singular del Big Bang, y de las
fases posteriores de su expansión [27].
Los científicos fueron poco a poco advirtiendo que si la fuerza expansiva de la primera explosión hubiera
sido más fuerte, no se habrían podido formar las concentraciones de materia que dieron origen a los
diversos cuerpos celestres; y si hubiera sido más débil, el universo se hubiera colapsado muy pronto, y
desaparecido. Pero todo apunta a un cierto ajuste fino que ha permitido la conformación del universo
tal y como lo conocemos, con la existencia de la vida inteligente, al menos en nuestro planeta. Es la
expresión del Principio Antrópico [28].
Estado inflacionario
Este panorama se ha ido completando, a la vez que complicando, con la propuesta de Alan Guth y
Andrei Linde, entre otros, del estado inflacionario [29]. Esta teoría defiende que en los primeros
instantes posteriores al Big Bang, el universo tuvo una fase de rápida expansión, para a continuación
ralentizarse y permitir de ese modo la composición y estructura actual del universo.
Las características de nuestro universo habrían sido, por tanto, precedidas por unos instantes en los que
la temperatura y la velocidad de expansión fueron muy superiores a las que poseyó posteriormente,
enfriándose y ralentizándose para que la materia se pudiera ir cuajando y formando las galaxias,
estrellas y planetas.
Esta teoría da por hecho que existe en el universo una fuerza repulsiva, contraria a la de gravedad, que
explicaría la fuerza con la que el universo se está expandiendo desde el principio. El objeto de la misma
era conseguir una teoría unificada que hiciera concordar las aportaciones de la teoría de la relatividad
sobre el macrocosmos con las de la mecánica cuántica sobre el microcosmos.
Estos planteamientos, presentados por A. Guth en 1981, y completados más tarde por A. Linde, han
recibido, en marzo de 2014, una prueba experimental (la huella de ondas gravitatorias generadas por las
vibraciones procedentes de ese momento inicial de crecimiento acelerado) recogida por un equipo de
investigadores del microscopio de microondas BICEP2 de la Antártida. Es verdad que al poco tiempo de
ello, estos resultados han sido puestos en cuestión, con lo que se necesitarán nuevas y más rigurosas
comprobaciones posteriores para ver en qué medida se trata de una teoría consistente y demostrada.
La teoría inflacionista del origen del universo presenta una explicación tanto de la homogeneidad del
universo como del por qué posee su densidad concreta. De ahí que, a pesar de hallarse dos partes
cualquiera del universo distanciadas en extremos opuestos, esta teoría explicaría su homogeneidad,
debido a que provienen, desde el primer momento originario, del mismo punto de partida. Igualmente,
explicaría el enigma que supone la densidad de nuestro universo, dotado de un ajuste fino que permitió
la formación de estrellas y planetas, y en uno de éstos, la emergencia de vida inteligente.
Quedaba todavía la cuestión de saber si el universo se estará expandiendo para siempre, o llegará un
momento en el que no tendrá ya fuerza expansiva y se irá contrayendo, hasta alcanzar una situación
similar a la inicial, denominada Big Crunch, gran implosión. Aunque ése no sería, según algunos, su
momento final, sino tan sólo el fin de una fase o ciclo, dentro de una serie sucesiva, e interminable, de
fases de expansión y encogimiento, separados por dos momentos de singularidad (el inicio y el final),
como defiende la teoría del universo oscilante de S. Hawking [30].
Ahora bien, esta propuesta, aunque pueda ser factible en el ámbito de la matemática, no demuestra
que exista en la realidad; más bien, las evidencias empíricas de otros aspectos del universo llevan a la
conclusión de que este modelo de universo oscilante parece no ser posible. Se trata, por tanto, como
ocurre con otras propuestas cosmológicas que vamos a ver, de una especulación posible, pero sin
pruebas suficientes de tipo teórico y empírico para demostrar que nuestro universo responde a ese
modelo. Pero eso, como es evidente, no es prueba de su falsedad.
Supercuerdas y multiversos
Pero los avances en física y cosmología han mostrado un rostro más complejo todavía de nuestro
universo. Las aplicaciones de la física cuántica al origen y naturaleza del universo, ha llevado a la
aparición de la denominada teoría de cuerdas, o de supercuerdas, y a la hipótesis de los multiversos
[31].
Todas las teorías cosmológicas anteriores, la del estado estacionario, la del modelo cosmológico
estándar del big bang, o la del universo oscilante, coinciden en el supuesto de que sólo existe este
universo en el que vivimos. Es la denominada teoría cosmológica estándar. En cambio, la hipótesis de
los universos múltiples, o multiversos, parte de la hipótesis de que nuestro universo es uno más de los
muchos existentes, y sin que exista relación entre ellos.
A la hora de justificar el origen de estos multiversos, sus defensores se dividen en posturas o
planteamientos diversos. La corrección que A. Linde hizo a la teoría inflacionista de A. Guth, consistió en
considerar que la inflación y el Big Bang no ocurrieron sólo una vez, sino que el proceso se mantiene, es
eterno (de ahí la denominación de inflación eterna), componiendo un número infinito de universos
desconectados entre sí, como una sucesión de innumerables burbujas estelares, que constituyen cada
una de ellas un universo autónomo, coincidiendo en ello con la teoría de cuerdas y de supercuerdas
[32].
La cuestión que no resuelven ninguna de las teorías cosmológicas es cómo, qué o quién originó el
universo; qué y por qué habría explotado, así como la razón de esa primera aceleración y desaceleración
posterior. Ya señalamos en su momento que la cosmología, como ciencia, se limita a estudiar la
naturaleza y funcionamiento del universo. Las preguntas sobre el origen del mismo, así como sobre un
posible creador, son cuestiones que han pertenecido a la metafísica y la teología. Pero algunos
cosmólogos, en una no correcta mezcla de planos, pretenden aportar soluciones a estas cuestiones
desde el plano de la ciencia cosmológica. Es lo que algunos han denominado metafísica experimental
[33], un auténtico oxímoron.
Tal es el caso, por ejemplo, de L. M. Krauss [34], quien sostiene que nuestro universo (así como los otros
multiversos posibles) procede de la nada, con lo que se habría superado la referencia a lo que desde
Aristóteles, seguido por la teología cristiana desde Tomás de Aquino, se entendía por Dios, como motor
inmóvil y causa primera de todo lo que existe.
El problema está en que esa nada no es tanto una nada metafísica, sino lo que los físicos denominan el
vacío cuántico, que tendría la capacidad intrínseca de ir generando espontáneamente las partículas
elementales de la materia, responsables con su progresiva complejidad de la formación de las diferentes
cuerpos celestes del universo. Por tanto, como indica J. Monserrat, se parte de la hipótesis de que existe
una metarrealidad [35], que sería eterna y autosuficiente, pero sin poder precisar su naturaleza
(ontología) ni su funcionamiento, y que daría origen a nuestro universo y al resto de los otros muchos
que propone esta hipótesis.
El modo como se pretende explicar y justificar esa ontología de la metarrealidad, de la que proceden los
múltiples universos, es a través de la teoría de cuerdas o de supercuerdas. Esta teoría parte de ese fondo
de metarrealidad, que nos hace ver que vivimos en un cosmos o multitud de universos que no se
presentan como una acumulación de galaxias inconexas, sino como un todo unitario que se nos muestra
como un orden implicado, en palabras de David Bohm [36].
Todo lo que hay habría surgido de ese fondo único de metarrealidad, el vacío cuántico, que se iría
expresando en las diversas propiedades que la mecánica cuántica advierte en los comportamientos de
las partículas elementales, y que incluso explicarían la emergencia y características de la mente humana
[37]. El origen de estas partículas elementales y los nuevos universos se explicarían como fluctuaciones
de ondas producidos en ese vacío cuántico.
Por tanto, esa fluctuación de energía fontanal es la que explicaría la emergencia de la materia en forma
de cuerdas, elementos más básicos y elementales que las partículas tradicionales de la estructura del
átomo. La teoría de supercuerdas nos propone un universo conformado no por las cuatro dimensiones
que la teoría de la relatividad advierte en el nuestro, sino por muchas más, hasta diez o más.
En definitiva, según estos planteamientos, podrían existir infinitos universos, surgidos
espontáneamente, de los cuales algunos se hallarían también en proceso de desaparición por colapso.
De tal forma que, según algunos teóricos, la dinámica que se daría entre estos múltiples universos en su
lucha por sobrevivir, se podría asemejar al proceso de selección natural que propone el darwinismo,
dentro del mundo de la vida.
En cambio, otros cosmólogos, como Susskind, uno de los padres de la teoría de cuerdas, entiende que
ese símil darwininsta no responde a la realidad de los multiversos, en la medida en que no se produce la
competencia por la vida entre ellos, al no darse una situación de escasez de recursos para su existencia
[38].
Como decimos, los (casi) infinitos universos posibles tendrían diversas leyes y características, y sólo el
nuestro tendría los rasgos necesarios para que pudiera emerger la vida, hasta hacerse inteligente. De
este modo se evita la unicidad de nuestro universo y, con ello, la significatividad del PA. De hecho, R.
Penrose acusa, tanto a la teoría inflacionista como a la de cuerdas, de estar motivadas estas propuestas
desde el único fin de evitar aceptar el PA y las evidencias de la teoría cosmológica estándar.
De hecho, no ve que la teoría inflacionista posea superioridad estética, como dicen algunos, sobre la
tesis de que el Big Bang fue ajustado de tal forma que permitiera la emergencia de la vida inteligente
[39]. Como puede verse, uno de los elementos de discusión que está de fondo en todas estas
investigaciones cosmológicas es la aceptación o no del PA.
El Principio Antrópico
En la actualidad, el PA está presente en todas las discusiones cosmológicas, dándose una amplia
disparidad de concepciones y de propuestas explicativas. De entrada, hay que distinguir entre la versión
débil (mera constatación a posteriori de la existencia de la vida, en función de las características de
nuestro universo), la fuerte (defender que el mundo está hecho para que pueda existir la vida), y el
denominado por Wheeler principio antrópico participativo [40] (las propiedades cuánticas del universo
habrían orientado, de atrás hacia adelante, la presencia de vidas conscientes, en la línea del principio de
indeterminación de Heisenberg). Pero, en realidad, sólo la primera versión se sitúa en el terreno
científico, por más que la tesis participativa de Wheeler pretende estarlo también, aunque resulta my
difícil demostrar su propuesta.
La verdad es que muchos de los cosmólogos consideran que la aceptación del PA supone
inevitablemente, creemos que de forma incorrecta, aceptar la presencia del misterio y el fracaso en
definitiva del saber científico, puesto que sería tanto como admitir una barrera que prohibiría seguir
investigando la realidad. Por eso que, ante el desafío del PA, la actitud de muchos de los científicos se
divide entre negarlo o tratar de explicarlo no desde una metafísica teísta, sino en clave científica; es
decir, tratando de explicarlo desde la propia naturaleza interna del universo. Esa es la postura que sigue
L. Susskind, y otros muchos, desde la teoría de cuerdas.
Si se acepta que existen una infinidad de universos, con diversidad de leyes internas, en continuo
proceso de nacimiento y desaparición, no resulta incoherente ni difícil de admitir que nuestro mundo,
con sus condiciones antrópicas (un universo bioamigable, como dice J. Gardner) [41], sea uno entre
otros tantos que, siguiendo las leyes de la probabilidad, le ha tocado ser como es, permitiendo la
aparición y existencia en su seno de seres vivos inteligentes, algo que no ocurre en el resto de universos,
o en la mayoría de ellos (afirmaciones que son hipótesis difíciles de comprobar, si no imposible). En
definitiva, no habría que sacar del PA ninguna conclusión de tipo metafísico o religioso, sino tan sólo una
mera constatación a posteriori de la forma de ser de nuestro universo, que lo distingue del resto de
universos tan diferentes.
La centralidad de la discusión sobre el PA en la ciencia actual se debe, en opinión de Gardner, a dos
descubrimientos centrales: el primero se refiere al hecho de que el valor de la densidad de la energía
oscura es diminuto, aunque no absolutamente cero (aparente casualidad); y el segundo, a la conclusión
de que la teoría M (pretendida candidata a conseguir la síntesis entre la teoría de la relatividad y la
teoría cuántica [42] permite hacer razonable la teoría de cuerdas (en sus múltiples versiones) y la tesis
de los multiversos, cada uno de ellos con diferentes propiedades que el modelo estándar.
A partir de los esfuerzos por explicar esos avances, se ha hecho evidente la plausibilidad del PA,
presentándolo tanto en su versión débil (Hawking y Hogan), como en la línea de los múltiples mundos,
propuesta por Everett y seguida por Susskind, Linde, Weinberg y Vilenkin, desde la teoría de cuerdas,
considerando que la magnitud de la denominada constante cosmológica varía según cada universo.
Según estos planteamientos, que surja entre tantos universos uno que sea bioamigable, es cuestión de
tiempo y de aleatoriedad.
Para Gardner, la condición antrópica del universo no es un fin en sí mismo, sino que está orientada a
reproducir la propia inteligencia humana en la inteligencia artificial (AI), capaz de suplir y de superar a la
propia inteligencia humana, capacidad que está llegando a una fase crítica, la singularidad que
pronostica Ray Kurzweil [43].
Esta fase de singularidad se orientará, según Kurzweil y Gardner, hacia la colonización de otros planetas
y del universo entero, e incluso llegará a producir y crear otros universos semejantes al actual (universos
bebés).
De este modo, la tendencia bioamigable, en expresión de Gardner, de nuestro universo no es un fin en
sí, meta en la que parece quedarse el PA, sino una mera etapa hacia el objetivo central del universo:
llegar a producir una inteligencia capaz de dominar el universo y de reproducirlo en otros muchos
similares. Esta interesante hipótesis, como las de otras muchas teorías cosmológicas, posee una cierta
fascinación, pero resulta muy difícil de aceptar por sus escasas bases empíricas. Tendremos ocasión de
volver sobre ella en las conclusiones finales.
Conclusión
En este artículo hemos planteado la cuestión de fondo: la relación de la ciencia con la filosofía y la
metafísica. En un primer artículo nos hemos centrado en los resultados del conocimiento científico del
universo y de la materia. Este análisis lo completaremos con otro artículo en que abarcaremos también
las ciencias de la vida y del hombre. Pero podemos perfilar aquí algunas conclusiones provisorias.
El objetivo de fondo de estas páginas ha sido plantearse en qué medida las preguntas que siempre se ha
hecho la metafísica, y la teología, sobre nuestro universo, su origen y consistencia, la centralidad del
hombre dentro de él, el futuro del mismo, la razonabilidad de la fe en un Dios creador y providente, y
otras muchas, están siendo en la actualidad puestas en cuestión, y obligadas a replantearse y
redefinirse, por efecto de los extraordinarios avances de las ciencias más punteras de la actualidad,
como son la cosmología, la biología, la astrobiología, las neurociencias y la IA, entre otras. Ya hemos
indicado también que esta problemática tiene varios ámbitos de reflexión, por lo que tenemos que
proceder por pasos, para que las cuestiones no se mezclen y nos impidan llegar a conclusiones
razonables.
La investigación científica tiene sus propias leyes a la hora de considerar consistente y verdadera una
afirmación científica. Por tanto, tenemos que dejar en manos de los científicos la determinación de la
naturaleza científica y la verdad o no de las diversas teorías que homos presentado aquí. El problema
está en que determinadas teorías cosmológicas que hoy día se proponen, no sólo no han sido todavía
contrastadas con la realidad, sino que se parte del convencimiento de que quizás nunca podrán ser
comprobadas experimentalmente, como lo reconocen sus propios defensores [44].
De esta forma, parecen poner en cuestión nada menos que su condición de tesis científicas. Es verdad
que la ciencia tiene una dimensión teórica intrínseca e inevitable. Pero, para que una teoría sea
considerada científica, tiene que poder ser falsada, contrastada con la realidad. De ahí que, si la
naturaleza de estas teorías (supercuerdas, multiuniversos) se presenta, de entrada, como tesis no
comprobables empíricamente, es lógico que surjan las dudas sobre su condición de hipótesis científicas;
por lo que tendrán que ser consideradas como hipótesis metafísicas, con la especificidad, consistencia y
legitimidad propias de la metafísica. Son, pues, los propios científicos los que tienen que dirimir la
cuestión sobre la naturaleza científica o no de las tesis de los multiversos y las supercuerdas.
Todas las tesis cosmológicas que pretenden deducir de ellas conclusiones anti-teístas, se basan en la
hipótesis de un mundo autosuficiente que no necesita apelar a un principio divino trascendente. Pero
esa tesis no es científica, sino metafísica. La ciencia no puede pasar de decirnos cómo funciona el
universo, y no es competente a la hora de considerar si es o no contingente o necesario.
Las tesis de L. M. Kraus y de todos los que quieren demostrarnos con argumentos científicos la
autosuficiencia del universo para crearse y regenerarse a sí mismo de la nada, son de naturaleza
metafísica, no científica. Es legítimo defender estas posturas, pero tiene que hacerse en su nivel, el
metafísico, y no el científico. Por tanto, tiene que discutirse con argumentos metafísicos, no científicos.
Notas:
[1] SPUFFORD, Francis, Impenitente. Una defensa emocional de la fe, Madrid, Turner, 2014, p. 212.
[2] Cfr. GARDNER, James, El universo inteligente. Una auténtica revolución: la inteligencia propia del
cosmos, Barcelona, Edic. Robinbook, 2008, pp. 223 y ss.; HELLER, Michael, “Caos, probabilidad, y la
comprensiblidad del mundo”, en SOLER GIL, Fco. J. (ed.), Dios y las cosmologías modernas, Madrid, BAC,
2005, pp. 158-176.
[3] RUIZ, Rosaura/AYALA, Fco. J., El método en las ciencias. Epistemología y darwinismo, México, FCE,
1998 (2000)., p. 7.
[4] “Nos hallamos en un umbral extraordinario, afirma R. Tarnas. No se necesita visión profética para
reconocer que vivimos en uno de esos raros momentos de la historia, como el final de la Antigüedad
Clásica o el comienzo de la Edad Moderna, que alumbraron, a través de gran tensión e intensa lucha,
una transformación verdaderamente fundamental de los supuestos y principios subyacentes de la visión
del mundo. En medio de la multitud de debates y de controversias que pueblan la escena intelectual, lo
que se discute es nuestra comprensión básica de la realidad: el papel del ser humano en la naturaleza y
en el cosmos, el estatus del conocimiento humano, el fundamento de los valores morales, los dilemas
del pluralismo, el relativismo, la objetividad, la dimensión espiritual de la vida, la dirección y el sentido –
en caso de haberlos- de la historia y la evolución. El resultado de este momento crucial de la historia de
nuestra civilización es profundamente incierto. Algo está muriendo y algo está naciendo. Lo que está en
juego es muy valioso, tanto para el futuro de la humanidad como para el de la Tierra”: R. TARNAS,
Cosmos y Psique, Girona, Atalanta, 2008, p. 18.
[5] Cfr. BUBER, M., ¿Qué es el hombre?, México/Madrid, FCE, 1949.
[6] Cfr. SCHELER, M., El puesto del hombre en el cosmos (1928), Buenos Aires, Losada, 1938, 21;
HEIDEGGER, M., Kant y el problema de la filosofía (1929), México, FCE, 1973, 175.
[7] Cfr. KUHN, Thomas, The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, University of Chicago Press, 1962
(trad. esp.: La estructura de las revoluciones científicas, México, FCE, 1971).
[8] Cfr. .RUIZ, Rosaura/AYALA, Fco. J., El método de las ciencias. Epistemología y darwinismo, México,
FCE, 1998/2000.
[9] Cfr. POPPER, K. R., Lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1951 (2ª: 1971); ANTISERI,
Darío, Cómo se razona en filosofía, Madrid, Unión Editorial, 2013, pp. 71-96.
[10] ANTISERI, D., o.c., p. 76.
[11] AGASSI, J., Confusion between Physics and Metaphysics, en Id., Science in Flux, Dordrecht, Reidel,
1975, p. 272; cfr. ANTISERI, D., o.c., p. 75.
[12] POGUE HARRISON, Robert, “Schrödinger sobre mente y material”, en GUMBRECHT, H. U. et alii,
Mente y materia. ¿Qué es la vida? Sobre la vigencia de Erwin Schrödinger, Buenos Aires, Katz Editores,
2010, pp. 23-56; 24.
[13] Cfr. Ibídem, pp. 24 y ss.
[14] Ibíem, p. 41.
[15] Ibídem, p. 44.
[16] WATKINS, J., “Confirmable and Influential Metaphysic”, Philosophy, 1957, abril, p. 355 (cita tomada
de D. Antiseri, o.c., p. 81).
[17] Cfr. HAWKINS, S. (con L. MLODINOW), El Gran Diseño, Barcelona, Crítica, 2010.
[18] Cfr. POPPER, K. R., “Retorno a los presocráticos”, en Id., El desarrollo del conocimiento: Conjeturas y
refutaciones, Buenos Aires, Paidós, 1967; ANTISERI, D., o.c., pp. 97-113.
[19] Cfr. BOHM, David, La totalidad y el orden implicado, Barcelona, Kairós, 1988 (6ª: 2008), p. 20.
[20] Ibídem, p. 22.
[21] Ibídem, p. 27.
[22] Cfr. LINDKEY, David, Incertidumbre. Einstein, Heisenberg, Bohr y la lucha por la esencia de la ciencia,
Barcelona, Ariel, 2008.
[23] BOHM, D., o.c., p. 30.
[24] Ibídem, p. 32.
[25] Cfr. LUMINET, Jean-Pierre, La invención del Big Bang. En búsqueda del origen del universo,
Barcelona, RBA, 2012; OSTRIKER, J.P./MITTON, S., o.c., cap. 3º.
[26] Cfr. OSTRIKER, J. P./MITTON, S., o.c., cap. 5º.
[27] Cfr. WEINBERG, Steven, Los tres primeros minutos del universo, Madrid, Alianza, 2009(2ª: 2013).
[28] Cfr. BARROW, J.D./TIPLER, F.J., The Anthropic Cosmological Principle, Oxford, Clarendon Press,
1986; GALE, G., “El principio antrópico”, Investigación y Ciencia, 1982, nº 65, 93-103; ALONSO, J.M.,
Introducción al principio antrópico, Madrid, Encuentro, 1989; BEORLEGUI, C., La singularidad de la
especie humana. De la hominización a la humanización, Bilbao, Universidad de Deusto, 2011, pp. 250-
259.
[29] Cfr. OSTRIKER, J.P./MITTON, S., o.c., pp. 167 y ss.; GARDNER, J., El universo inteligente, o.c., cap. 6º.
[30] Cfr. HAWKING, S., La historia del tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros, Barcelona, Crítica,
1988; Id., El universo en una cáscara de nuez, Barcelona, Crítica, 2002; Id., La teoría del todo. El origen y
el destino del universo, Barcelona, Mondadori, 2007.
[31] Cfr. SUSSKIND, Leonard, El paisaje cósmico. Teoría de cuerdas y el mito del diseño inteligente,
Barcelona, Crítica, 2007; KAKU, Michio, Hiperespacio, Barcelona, Crítica, 1996/2014; KRAUSS, L. M., Un
universo de la nada, Barcelona, Pasado y Presente, 2013.
[32] Cfr. GARDNER, J., o.c., pp. 140-141.
[33] Cfr. BOJOWALD, Martín, Antes del big bang. Una historia completa del universo, Barcelona, Random
House Mondadori, 2010, p. 15.
[34] Cfr. KRAUSS, L. M., o.c.
[35] Cfr. MONSERRAT, J., Hacia el Nuevo Concilio. El paradigma de la modernidad en la era de la ciencia,
Madrid, Edic. San Pablo, 2010, p. 244.
[36] Cfr. BOHM, David, La totalidad y el orden implicado, Barcelona, Kairós, 1988 (6ª: 2008).
[37] Es la propuesta de D. BOHM, o.c., cap. 7. Cfr. MONSERRAT, J., “El problema del soporte física de la
sensibilidad-conciencia”, en RODRÍGUEZ VALLS, Fco. (ed.), La inteligencia en la naturaleza. Del relojero
ciego al ajuste fino del universo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2012, pp. 101-118.
[38] Cfr. SUSSKIND, L., o.c., ver págs. Donde hace esta crítica.
[39] Cfr. PENROSE, Roger, El camino a la realidad. Una guía completa de las leyes del universo, Madrid,
Debate, 2006, cap. 27 (creo que está citado ya); GARDNER, J., o.c., p. 140.
[40] Cfr. sobre las tesis de Wheeler, ALONSO, J. M., Introducción al principio antrópico, o.c., pp. 555 y ss.
[41] Cfr. GARDNER, James, El universo inteligente. Una auténtica revolución: la inteligencia propia del
cosmos, o.c., pp. 233 y ss.
[42] Cfr. HAWKING, S. (con L. MLODINOW), El gran diseño, Barcelona, Crítica, 2010.
[43] Cfr. KURZWEIL, Ray, Cómo crear una mente. El secreto del pensamiento humano, Berlín, Lola Books,
2013.
[44] Cfr. KAKU, M., Hiperespacio, o.c., p. 10.
Santa Teresa y los libros de caballerías
MJ /
¿Quien la aficionó a tan vano ejercicio?
Fidel García Martínez.
Era tan en extremo lo que en esto me embebía que, si no tenía libro nuevo no me parece tenía
contento (Vida, 2, 1)
Si la propia Santa no nos hubiese dejado esta confesión, nadie hubiese pensado que la gran autora de Las
Moradas, de Camino de Perfección o de Exclamaciones del alma a Dios, hubiese dedicado muchas
horas del día y de la noche a leer lo que algunos estudiosos ilustres teresianistas descalifican como:
novelones fantásticos de aventuras amatorias.
Es necesario tener en cuenta algunas elementales cuestiones relacionadas con los libros de caballerías y su
importancia en tiempos de Santa Teresa, porque parte de su vida coincide con la Imperio de Carlos V,
época en la que los libros de caballerías tuvieron un papel relevante para configurar, de alguna manera, la
utopía nacional basada en la personalidad del Emperador, como paradigma de caballero cristiano en
continuas aventuras guerreras para mantener la paz en su Imperio contra herejes y mahometanos, y a
favor de débiles y desprotegidos. Lo libros de caballerías eran los preferidos en todas las clases sociales,
desde los que vivían en grandes palacios, hasta los más humildes, así como militares de gradación o
sencilla clase de tropa. Solo se necesitaba saber leer un poco y vivir los grandes acontecimientos
mundiales culturales, políticos y bélicos de los que España era protagonista indiscutible y contra la que se
levantaron desde el Papa hasta el Turco, pasando por Inglaterra, Francia Alemania. España era el imperio
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  • 1. VÍDEO DE HOY: La vida religiosa: escuela de perfección en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino A tiros en el norte de Malí Por: José Naranjo | 09 de febrero de 2015
  • 2. Soldados de Naciones Unidas en Gao. / AFP ¿Se acuerdan de Malí? Les hablo de ese país africano que hace tan solo un par de años salía tanto en los periódicos después de que todo el norte fuera ocupado por grupos yihadistas y de que el Ejército francés llevara a cabo una intervención militar para desalojarlos. Hoy, dos años después de aquella operación bautizada Serval, en el norte de Malí sigue habiendo enfrentamientos, muerte y ocupación, una situación compleja en la que se trenzan conflictos intercomunitarios, terrorismo con tintes islamistas y lucha por el control de los tráficos ilícitos del Sahel. Y para rizar el rizo, el pasado 27 de enero, sin que el mundo se estremeciera demasiado, cuatro jóvenes fueron asesinados en Gao, la ciudad más importante de la región, por disparos de bala. Sin embargo, sus verdugos no fueron miembros de alguno de los grupos armados que campan a sus anchas por los alrededores, sino soldados de la ONU, cascos azules cuya misión es estabilizar y pacificar la región. Se llamaban Ahmadou Mama, Mohomodou Maiga y Mahamadou Mousa. Los tres jóvenes acudieron aquel día a una concentración en las puertas del cuartel general de la Misión de Naciones Unidas para la Estabilización de Malí (Minusma) para protestar contra la creación de una zona provisional desmilitarizada en Tabankort, al norte de Gao, donde en las últimas semanas se han producido intensos combates entre grupos armados. Muchos ciudadanos del norte se oponen a esta medida propuesta por la ONU porque supondría el desarme y el abandono de sus posiciones de los grupos leales al Gobierno de Malí que se enfrentan allí los rebeldes árabes y tuaregs. Así, en un ambiente caldeado, cientos de jóvenes se manifestaron el 27 de enero frente a la Minusma y tras el lanzamiento de piedras y algún cóctel molotov, los cascos azules, de nacionalidad ruandesa y china fundamentalmente, respondieron con gases lacrimógenos y “disparos al aire”, según fuentes de la ONU. Sin embargo, no debieron ser tan al aire porque hubo cuatro personas muertas con impactos de bala y una quincena de heridos.
  • 3. Manifestación por la unidad de Malí y contra Francia y la Minusma. / AFP Este grave incidente no es sino una muestra de la enorme tensión que se vive en la región. Pero para entender lo que ocurre es necesario hacer un poco de memoria y trasladarnos a enero de 2012. Hace tres años se desencadenaba en el norte de Malí la última revuelta tuareg, protagonizada por un grupo fuertemente armado, el Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA), cuyo núcleo duro en el campo de batalla lo integran ex miembros del Ejército libio que habían desertado cuando las cosas se empezaron a poner realmente feas para Gadafi. Estos tuaregs regresan a su país de origen y participan en la creación del MNLA, que reclama la independencia del norte de Malí para crear un estado propio. Sin embargo, no están solos. Desde los primeros momentos del alzamiento se puede ver que junto a la bandera del Azawad ondea la bandera negra de los yihadistas. Y es que el MNLA se alía con tres grupos islamistas radicales, AQMI, Muyao y Ansar Dine, para hacer su guerra contra el Ejército malí. Apenas tres meses después, estos cuatro grupos logran hacerse con el control de una vasta superficie formada por tres regiones, Kidal, Tombuctú y Gao, provocando la huida del Ejército hacia el sur y una crisis humanitaria con la salida de miles de personas a países vecinos o a otras ciudades del país. Sin embargo, la alianza estratégica de rebeldes tuaregs y yihadistas acaba saltando por los aires y a partir de junio son estos últimos quienes se hacen con el control de todo este territorio, que atrae a combatientes radicales de toda África, como Somalia o Nigeria, una suerte de Afganistán en el corazón de África. Toda vez que la reacción internacional no acaba de llegar, en enero de 2013 se produce finalmente una respuesta contundente por parte de Francia ante un intento de los yihadistas de llegar hasta Mopti, región central de Malí y ciudad clave para un hipotético avance sobre la capital, Bamako.
  • 4. Soldados malienses se enfrentan a los yihadistas en Gao en febrero de 2013. / AFP El impresionante despliegue de tropas, vehículos, aviones y helicópteros franceses, que cuenta con el apoyo del humillado Ejército maliense y con la potencia de choque de las Fuerzas Armadas chadianas, logra en pocas semanas poner en fuga a los yihadistas y recuperar las ciudades de Gao y Tombuctú. Entonces el MNLA aprovecha la coyuntura y vuelve a instalarse en Kidal, auténtico feudo tuareg en el desierto. Sorprendentemente, los militares franceses deciden no combatir a los rebeldes y permitirles que se hagan fuertes esta ciudad, impidiendo el acceso al Ejército maliense. Todavía hoy, tres años después, la situación es muy inestable en Kidal, que no ha sido aún recuperada por la Administración maliense y donde son los rebeldes quienes imponen sus condiciones pese a la presencia de soldados bajo mando de Naciones Unidas. En esta zona operan hoy, además del citado MNLA, una miríada de grupos armados que poco a poco se han ido adhiriendo a dos bandos claramente definidos. Por un lado están los rebeldes del MNLA desde su feudo de Kidal, a los que se han unido el Movimiento Árabe del Azawad (MAA) y el Alto Consejo para la Unidad del Azawad (HCUA), mientras que del lado fiel a Bamako ha surgido el Grupo de Autodefensa Tuareg Imghad, una escisión del MAA compuesta fundamentalmente por árabes de la tribu Lam-Har, y los songhays de la Coordinadora de Movimientos y el Frente Patriótico de Resistencia. A un lado, aquellos que piden la independencia; al otro, los leales al Gobierno de Malí. Esta guerra abierta entre las dos facciones ha provocado decenas de muertos durante el año 2014 y se agudizó sobre todo tras el intento frustrado del Ejército de recuperar Kidal el pasado mes de mayo. Este escenario pone de manifiesto algo que ha sido muchas veces ocultado por los medios de comunicación occidentales y es que en el norte de Malí, sobre todo en Gao y Tombuctú, existe una amplia mayoría de personas que están contra la independencia, incluso de la etnia tuareg. Ya durante la ocupación de estas ciudades por grupos armados durante 2012 se produjeron muchas iniciativas de resistencia, no solo frente al yihadismo, sino también frente al separatismo. Muchas mañanas las calles de Gao amanecían con la bandera de Malí pintada furtivamente en sus muros. Una prueba de la adhesión de la principal ciudad del norte al resto del país es la iniciativa “No negocies en mi nombre”, puesta en marcha por el joven tuareg Aboubakarine Ag Intarga, natural de Gao, que pretende “mostrar al mundo entero que los habitantes del norte no están dispuestos a separarse del resto del país. El objetivo es federar las fuerzas de todas las iniciativas para expresar que la población está contra las imágenes transmitidas por los medios, sobre todo al exterior, por France 24 y otros”.
  • 5. En el campo de batalla del norte de Malí no están en juego solo aspiraciones soberanistas. Detrás de esta partida se esconde también el interés de los grupos rebeldes por hacerse con el control de las localidades clave en los numerosos tráficos ilícitos que han prosperado desde hace décadas en la región, como son el de armas, tabaco, combustible o drogas. Por eso Tabankort, al igual que el enclave de Ber, son tan importantes. La caída de AQMI y Muyao frente al poderío militar francés dejó un hueco en la gestión de este lucrativo negocio que estos rebeldes tratan de ocupar a todo precio. Y muchos de los que hoy pelean bajo la bandera del MNLA, el HCUA o el MAA fueron, hace tan solo dos años, combatientes yihadistas, tal es la porosidad y la facilidad de pasar de un grupo a otro en el norte malí. El 26,7% de los menores de 16 años viven en situación de pobreza  La pobreza infantil está más de seis puntos por encima de la tasa que corresponde al conjunto de la población por la mayor vulnerabilidad de los hogares monoparentales  Un informe de la European Anti-Poverty Network (EAPN) alerta de que el crecimiento económico no es suficiente para reducir la pobreza Un niño en un comedor escolar. EP | AYUDA EN ACCIÓN La crisis sigue cebándose con la infancia. Esta realidad viene confirmándose en todos los documentos sobre pobreza y desigualdad que se han presentado en los últimos años. Y así lo constata de nuevo el informe El Estado de la Pobreza. Seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España 2009 - 2013, presentado este martes en Madrid por la European Anti-Poverty Network (EAPN), que refleja que el 26,7% de los menores de 16 años viven en hogares que están bajo el umbral de la pobreza (8.114,2 euros de ingresos anuales). Es decir, son pobres. Esta situación, explicó en rueda de prensa el creador del informe, Juan Carlos Llano Ortiz, es consecuencia de "la mucha mayor vulnerabilidad que sufren los hogares monoparentales", en general, con mujeres solas que tienen que sacar adelante a sus hijos. En el caso del indicador Arope (el indicador europeo que tiene en cuenta las personas que viven con una renta inferior al 60% de la media nacional; las que están afectadas por una privación material severa y la población con baja intensidad de trabajo por hogar), indica que la tasa de población en riesgo de exclusión social está en las familias monoparentales con hijos en el 47,6%, es decir, veinte puntos porcentuales por encima que en aquellos hogares con dos adultos y niños. Los datos del informe provienen de la Encuesta de condiciones de vida elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). De hecho, a pesar de que los menores de 16 años han reducido su tasa de pobreza en 2,2 puntos porcentuales entre 2009 y 2013 siguen estando más de seis puntos por encima de la tasa del conjunto de la población. La privación material severa (vivir en familias en las que no se puede pagar cuatro de las siguientes nueve variables: hipoteca o alquiler, calefacción adecuada, una semana de vacaciones anual, una comida de carne, pescado o pollo cada dos días, teléfono, televisión, lavadora, coche y gastos
  • 6. imprevistos) también afecta de manera diferentes a las personas en función de su edad. Y lo hace especialmente entre los más jóvenes donde la tasa sobre el total está situada en el 8,4% –la más alta de todos los grupos– 1,8 puntos por encima de la media y más del triple de la tasa que afecta al grupo de mayores de 65 años. El informe recuerda también otras cifras relevantes como que un 27,3% de la población está en situación de pobreza o exclusión social, lo que en cifras absolutas son 12.866.000 personas o que el número de personas que tienen dificultades para afrontar gastos imprevistos o afrontar el pago de gastos relacionados con la vivienda principal ha aumentado un 38% de 2009 a 2013, pasando del 4,5% de la población al 6,2%. Una realidad que encaja con el hecho de que en 2013 había un 11,7% de trabajadores en situación de pobreza. Más crecimiento no es menos pobreza Otro de los aspectos llamativos del informe es que, a pesar de que el PIB per cápita está directamente relacionado con la renta media disponible de una región, el crecimiento económico no es suficiente para reducir la pobreza. Por ejemplo, en Cataluña, La Rioja y el País Vasco, a pesar de haber experimentado crecimientos del PIB sobre el 1% entre 2009 y 2013, han sufrido aumentos importantes en sus tasas de riesgo de pobreza o exclusión, que llegan incluso al 13% en el caso de los dos últimos. Navarra y Cantabria, por su parte, han sufrido muy moderadas reducciones del PIB (por debajo de la del conjunto nacional, señala el documento) y, sin embargo, el crecimiento de las cifras de pobreza y exclusión social ha sido superior al 40% en ambas comunidades. Lo que evidencian estos datos, señala Gabriela Jorquera, coordinadora de EAPN Madrid, es que, a pesar del aumento de la riqueza "esos recursos no se han orientado principalmente o de manera suficiente a atender a la población más pobre". A su juicio, por tanto, hay que mirar cuáles son las políticas se han implementado en esos territorios para combatir la pobreza y la desigualdad. "Si en una comunidad aumenta la riqueza pero no disminuye la pobreza nos tendríamos que preguntar cómo se está distribuyendo esa riqueza que se ha generado", asevera. El caso contrario se ejemplifica en Extremadura, Madrid y la región de Murcia, que han sufrido una importante reducción de su PIB y, sin embargo, sus tasas de pobreza y/o exclusión social han crecido relativamente poco, entre el 2% y el 2,5%. Por otro lado, aparece el ejemplo de Canarias y Melilla, que a pesar de haber sufrido reducciones del PIB en muy diferentes cuantías, han reducido su pobreza y/o exclusión social y además, en un porcentaje similar, "cuando lo esperable era que creciera", señala el informe. Anna Vall-llossera: “La escucha tiene una gran capacidad curativa” Creado el 9 febrero 2015 por CiJ [Nani Vall-llossera, colaboradora habitual del blog de Cristianisme i Justícia y miembro del Consejo Directivo del centro, fue entrevistada hace unos días en la sección “Gente corriente” de El Periódico de Catalunya. Aquí tenéis la entrevista]. Voces. Gemma Tramullas. [El Periódico de Catalunya] Desde el ventanal de su amplia y luminosa
  • 7. consulta en el Centre d’Atenció Primària del barrio barcelonés de Bon Pastor, la doctora Vall-llossera - Nani para los amigos- observa las últimas casas baratas que resisten el envite de los modernos bloques de pisos. -Hace ocho años pidió plaza en el CAP de Bon Pastor. ¿Por qué aquí? -Ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. Yo soy de Sant Gervasi, pero creo que un barrio trabajador es el mejor lugar donde se puede ejercer de médico de familia. Además, en este ambulatorio se hace formación de residentes y eso me interesaba. -En Sant Gervasi la gente vive ocho años más que en el Raval, dice un estudio del 2012. -El círculo enfermedad-pobreza es determinante. Los médicos de familia actuamos sobre la población en su medio; conocemos sus relaciones, sus problemas económicos y sus angustias, que son factores que influyen en su salud. Por eso es tan importante la continuidad asistencial. No es admisible tener que esperar tres semanas para ver a tu médico de cabecera o que envíen a un médico que no conoces a visitarte a domicilio. -Esto no sale en los titulares. -Quizá porque no son noticias tan espectaculares como la lista de espera del servicio de urgencias de un hospital. Estamos deslumbrados por la tecnificación de la medicina. Cuantas más pruebas hacemos y más sofisticada es la técnica, más sensación de seguridad tenemos. Pero es falso. Un exceso de medicina puede ser dañino. -Usted practica una medicina humanista. -La escucha y la palabra tienen una gran capacidad curativa, pero cada vez creemos menos en ellas. Acoger el sufrimiento de las personas e invitarlas a verbalizar el origen social de su malestar ayuda a no medicamentalizar a las personas. -Hablar requiere más tiempo que hacer una receta. ¿De cuántos minutos dispone? -Siete minutos por paciente, pero intento dedicarle a cada uno lo que creo que necesita. Cuando cierras la puerta de la consulta puedes ejercer tu libertad para hacer las cosas como crees que debes hacerlas. Pero no sé cómo podré seguir haciéndolo si aumentan los cupos. Entiendo que haya que mirar los números, pero nuestro trabajo va mucho más allá de una hoja de Excel. -¿Por qué es médica? -Siempre he tenido vocación de ayudar y me encanta la gente. -¿Su vocación se fundamenta en valores cristianos? -Sí, soy cristiana, soy creyente, pero no quisiera que nadie se sintiera invadido por mi fe. Creer me lleva a intentar amar a los demás y a luchar por la justicia. No concibo la fe en el dios en el que yo creo sin esta mirada sobre el que sufre. -¿Qué destacaría de todo lo que ha ocurrido en su consulta en estos ocho años? -Cuando se produce el milagro o la oportunidad de que una mujer verbalice una situación de violencia machista, esa consulta es sagrada. Todo lo demás pasa a ser secundario y hay que dedicar el tiempo que haga falta a acompañarla en el largo proceso de reconstrucción y empoderamiento. -Desde el 2012, los extranjeros con menos de tres meses empadronados en Catalunya no tienen derecho a la sanidad pública. -Esta ley se aprobó con el argumento de acabar con el llamado turismo sanitario, pero en realidad afecta a los más vulnerables. Amparándome en la ley podría decir que no atiendo a cierta persona, pero amparándome en mi juramento hipocrático no puedo dejar de atender a nadie. -¿La ley les obliga a los profesionales de la salud a romper su código ético? -Sí. Pero como muchos otros compañeros, lo tengo claro: lo primero es la persona. Imagen extraída de: El Periódico de Catalunya
  • 8. Si un cristiano quiere conocer su identidad, no puede quedarse sentado, dijo el Papa 2015-02-10 Radio Vaticana (RV).- Para encontrar a Dios hay que correr el riesgo de ponerse en camino, porque un cristiano “quieto” jamás podrá conocer el rostro del Padre. Fue la reflexión que desarrolló el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Si un cristiano quiere conocer su identidad, no puede quedarse cómodamente sentado en el sillón ojeando un libro porque en el mundo “no existe un catálogo” con la imagen de Dios. Y tampoco se puede trazar a un Dios ventajoso obedeciendo a reglas que con Dios no tienen nada que hacer. Los inquietos verán a Dios La lectura del Génesis, que relata la creación del hombre “a imagen de Dios” sugirió al Papa Francisco una meditación sobre el camino justo y los muchos caminos equivocados que se abren ante un cristiano que quiera conocer su origen. La imagen de Dios – afirmó Francisco – ciertamente no la encuentro en la computadora o en las enciclopedias. Para encontrarla y, por lo tanto, para comprender “mi identidad”, sólo hay una única manera: “poniéndose en camino”. De lo contrario – dijo el Papa – “jamás podremos conocer el rostro de Dios”: “Quien no se pone en camino, jamás conocerá la imagen de Dios, jamás encontrará el rostro de Dios. Los cristianos sentados, los cristianos quietos no conocerán el rostro de Dios: no lo conocen. Dicen: ‘Dios es así, así…’, pero no lo conocen. Los quietos. Para caminar es necesaria esa inquietud que el mismo Dios ha puesto en nuestro corazón y que te lleva adelante a buscarlo”. La “caricatura” di Dio Francisco afirmó que “ponerse en camino es dejar que Dios o la vida nos ponga a prueba, ponerse en camino es correr un riesgo”. Y así también han hecho, desafiando peligros y sintiéndose extenuados por la fatiga y el desánimo, algunos gigantes como el profeta Elías, o Jeremías, o Job. Pero también existe otro modo de estar quietos y por tanto de falsear la búsqueda de Dios, que el Papa ve en el episodio del Evangelio en el que los escribas y los fariseos reprochan a Jesús porque sus discípulos comen sin haber realizado las abluciones rituales: “En el Evangelio, Jesús encuentra a gente que tiene miedo de ponerse en camino y que se adapta con una caricatura de Dios. Es un falso documento de identidad. Estos no-inquietos han hecho callar la inquietud del corazón, pintan a Dios con mandamientos y se olvidan de Dios: ‘Ustedes, descuidando el mandamiento de Dios, observan la tradición de los hombres’, y así se alejan de Dios, no caminan hacia Dios y cuando les falta la seguridad, inventan o hacen otro mandamiento”. La gracia de estar en camino Quien se comporta de este modo – concluyó el Papa Francisco – realiza un “camino entre comillas”, un “camino que no camina, un camino quieto”: “Hoy la liturgia nos hace reflexionar sobre estos dos textos: dos documentos de identidad. El que todos nosotros tenemos, porque el Señor nos ha hecho así, y el que nos dice: ‘Ponte en camino y tú tendrás conocimiento de tu identidad, porque tú eres imagen de Dios, eres hecho a imagen de Dios. Ponte en camino y busca a Dios’. Y el otro: ‘No, tranquilo: cumple todos estos mandamientos y esto es Dios. Éste es el rostro de Dios’. Que el Señor nos dé a todos la gracia del coraje de ponernos siempre en camino, para buscar el rostro del Señor, aquel rostro que un día veremos pero que aquí, en la Tierra, debemos buscar”. (María Fernanda Bernasconi - RV).
  • 9. Sturla, el cardenal del diálogo en un Uruguay cada vez más laico (©Conferenza Episcopale Uruguay) (©Conferenza Episcopale Uruguay) Daniel Fernando Sturla Berhouet con Francisco El “joven” purpurado considera la familia como uno de los temas principales de su acción pastoral. Cree en el encuentro con todos los niveles de la sociedad; los jóvenes y los pobres son el alma del anuncio evangélico Francesco Peloso Ciudad del Vaticano Con sus 55 años, es uno de los cardenales más jóvenes del sacro colegio. Fue nombrado arzobispo de Montevideo el 11 de febrero de 2014 y apenas un año después fue incluido por Papa Francisco en el elenco de los nuevos cardenales. Así, Daniel Fernando Sturla Berhouet participará en el Consistorio del próximo 14 de febrero, pero dos días antes participará en un Consistorio con todos los cardenales, durante el que se discutirá la propuesta de la reforma de la Curia romana. La prensa de su país lo ha definido como «un obispo estilo Francisco». Por lo demás, Sturla nunca ha ocultado su sintonía con el magisterio del Papa argentino; también ha subrayado la necesidad de volver a poner en comunicación con la sociedad a la Iglesia, la cercanía a los sacerdotes, los temas sociales, el método del diálogo con todos incluso cuando las posturas son distantes. Y, efectivamente, Uruguay, con sus 3 millones 240 mil habitantes, es un país en el que el laicismo es muy fuerte, sobre todo a partir de que se reforzó con las victorias electorales de la coalición de izquierda Frente Amplio. Tabarez Vázquez, que en diciembre del año pasado ganó la elección presidencial (después de haber sido presidente de 2004 a 2010) es expresión de esta área política, y sucedió a Pepe Mújica, el presidente ex- guerrillero, que con su estilo pobre y a veces excéntrico, revolucionó el lenguaje político y privilegió la atención por los estratos más pobres de la sociedad. Pero Uruguay también ha aprobado en los últimos
  • 10. años leyes que representan un problema para la Iglesia: la legalización de los matrimonios entre personas del mismo sexo, del aborto y, parcialmente, de la marihuana. Además, durante el mismo periodo, el país vivió un repunte económico y los temas sociales relacionados con el desempleo y la pobreza fueron afrontados, en parte, positivamente. Es un contexto muy complejo, pues, en el que se debe mover el futuro cardenal Sturla, que fue ordenado sacerdote en 1987, con un pasado de profesor en el instituto Juan XXIII (en donde enseñaba Historia de la Iglesia). Su vida no fue fácil, sobre todo al comienzo: es el más pequeño de cinco hermanos y perdió a sus padres cuando tenía entre 13 y 16 años. Como arzobispo de Montevideo, Sturla actuó de manera dinámica tratando de revitalizar a la Iglesia uruguaya sin renunciar a afirmar las posturas del magisterio, pero dialogando con las instituciones del país. Y uno de los principales argumentos que ha enfrentado es justamente el de la familia. Hace algunos días, miles de fieles participaron en el cuarto encuentro público del rosario para la familia. El neo-purpurado observó que su objetivo era enviar «un mensaje a los fieles para reforzar el modelo de familia cristiana y tener una actitud de paciencia hacia otros tipos de unión». «Se trata –añadió– de proponer claramente nuestro modelo cristiano y dar testimonio de la familia tal y como la quiere Dios: papá, mamá e hijos». Por otra parte, subrayó, «asistimos a una crisis de la familia por la gran cantidad de separaciones o de situaciones de hecho. Por ello es necesario un anuncio alegre de la familia concebida según el plan de Dios». Tras ser nombrado arzobispo de Montevideo, Sturla observó: «el gran reto para la Iglesia es la comunicación. Estoy convencido de que la fe cristiana es un tesoro capaz de dar sentido a la vida. Y entonces, estar convencidos de esto y ver a tanta gente que se aleja de la Iglesia, es un dolor enorme. Y creo que se debe al hecho de que tenemos un problema de comunicación. No somos capaces de comunicar la fe con la fuerza necesaria para entusiasmar a la gente». Sturla indicó en esa ocasión que lo único que se conocía de la Iglesia eran sus prohibiciones morales, y no el “sí” del amor de Dios hacia todas las personas. Y precisamente, la atención por los excluidos, por los jóvenes, la idea de una Iglesia misionera son las prioridades de su acción pastoral. También la reorganización administrativa de la diócesis, el contacto frecuente con los fieles y la cercanía a los sacerdotes forman parte de los objetivos de gobierno pastoral del cardenal Sturla. “Con Francisco, las mujeres nos sentimos contenidas”
  • 11. (©Ansa) (©Ansa) "Un Papa que entiende mucho la realidad de las mujeres" Hablan al Vatican Insider dos destacadas mujeres argentinas que reconocen el deseo del Papa de abrir más espacios femeninos en la Iglesia Andrés Beltramo Álvarez Ciudad del Vaticano “Con él nos sentimos contenidas, él entiende los problemas de la gente real”. Dos destacadas mujeres argentinas reconocen el deseo del Papa de abrir más espacios femeninos en la Iglesia católica. Karina Rabolini y Luciana Aymar ven en la capacidad de Francisco de estar cerca de la gente también una clave para impulsar esa apertura. Ambas participaron en el más reciente congreso mundial educativo Scholas Occurrentes, la red internacional de “escuelas para el encuentro” impulsada por el líder católico. Rabolini, ex modelo y esposa del gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, presentó dos programas de atención a la infancia y a la juventud en esa provincia argentina. “Como mujer me siento contenida, me siento comprendida, es un Papa que entiende mucho la realidad de las mujeres. Por eso es muy cercano, muy actual. Conoce la problemática real de la gente común y eso lo manifiesta. Es algo que las mujeres del mundo reconocen”, dijo en entrevista con el Vatican Insider. Destacó el poder de comunicación del pontífice y su capacidad de llegar a todos, un don “que no cualquiera tiene”. Aseguró que siempre fue una persona de “extraordinaria personalidad y de una gran humildad”, ahora reforzado por su fuerza para contagiar la fe. “En Argentina se pueden escuchar muchos relatos de su vida diaria y de lo que hacía siendo Bergoglio. Iba siempre a los lugares más necesitados, estaba muy cerca de la gente. Mucha austeridad. Iba a las villas que son lugares muy difíciles y donde no aceptan a cualquiera, sin embargo a él lo aceptaban. Después el destino ha demostrado que es una persona muy especial”, apuntó. También durante el congreso Luciana Aymar, una de las deportistas argentinas más destacadas de la historia, recibió un reconocimiento de Scholas por haber sido la primera mujer en participar de la plantación del olivo. Se trata de un ceremonia que ese organismo promueve entre los deportistas,
  • 12. como signo de unión a una vieja costumbre de Bergoglio “Para mi él es una persona especial, más allá que sea el Papa, tiene algo diferente a todos, transmite muchos mensajes que han llegado al mundo y por eso tiene tantos seguidores”, sostuvo la jugadora de hockey sobre césped, apenas retirada tras una carrera llena de récords, entre otros el haber sido elegida ocho veces como la mejor del mundo. Sostuvo que, para los argentinos, el orgullo por Francisco no se limita sólo a su elección como Papa sino también por cómo él ha llevado adelante su labor: Su humanidad en las actitudes, los cambios que ha impulsado, su invitación a dejar de lado la frivolidad. “Estoy a favor de su deseo de dar un mayor espacio a la mujer en la Iglesia. Me ha tocado ser la primer mujer que ha plantado un olivo con Scholas y eso es un orgullo. Ese gran lugar que él quiere darle a la mujer es increíble, impulsar la igualdad sería un gran paso”, estableció. El Papa: custodiar la Creación no es «de verdes», sino de cristianos (©Afp) (©Afp) Admirando el paisaje natural Francisco en Santa Marta, a pocos meses de la publicación de la próxima encíclica sobre la ecología, pide que los hombres sean «señores» de la naturaleza y del universo, no «dueños» Domenico Agasso jr Roma El ser humano es «señor» de la naturaleza, no «dueño». Los cristianos deben responder al don del amor de Dios, el universo, cuidándolo. Lo afirmó esta mañana Papa Francisco durante la misa en la capilla de la Casa Santa Marta, según indicó la Radio Vaticana. En la homilía, el Pontífice también reflexionó sobre la «segunda creación», la que llevó a cabo Jesús al «re-crear» lo que había sido arruinado por el pecado.
  • 13. El Señor crea el universo, pero su obra no acaba nunca; «Él constantemente sostiene lo que creó». Francisco reflexionó en la homilía matutina de la casa Santa Marta sobre el pasaje del libro del Génesis, en la Primera Lectura de Hoy, que narra la creación del universo. En el Evangelio de hoy, explicó Francisco, se encuentra «la otra creación de Dios», «la de Jesús, que viene a re-crear lo que había sido arruinado por el pecado». «Esta ‘segunda creación’ – explicó Francisco – es más maravillosa que la primera; este segundo trabajo es más maravilloso». Finalmente, hay «otro trabajo», el de la «perseverancia en la fe», que lo hace el Espíritu Santo. «Dios trabaja, sigue trabajando, y nosotros podemos preguntarnos cómo debemos responder a esta creación de Dios, que nace del amor, porque Él trabaja por amor. A la ‘primera creación’ debemos responder con la responsabilidad que el Señor nos da: ‘La Tierra es suya, sáquenla adelante; sométanla; háganla crecer’». «También para nosotros está la responsabilidad de hacer crecer la Tierra, de hacer crecer la Creación, de custodiarla y hacerla crecer según sus leyes. Somos señores de la creación, no amos». El Papa advirtió que debemos cuidar «de no adueñarnos de la Creación, sino de hacerla ir adelante, fiel a sus leyes». Por tanto, añadió, «esta es la primera respuesta al trabajo de Dios: trabajar para custodiar la Creación». «Cuando oímos que la gente se reúne para pensar cómo custodiar la Creación, podemos decir: ‘Ah no, son los verdes’. ¡No, no son los verdes! ¡Esto es cristiano! Es nuestra respuesta a la ‘primera creación’ de Dios. Es nuestra responsabilidad». «Un cristiano que no custodia la Creación, que no la hace crecer, es un cristiano al que no le importa la obra de Dios, ese trabajo nacido del amor de Dios por nosotros. Y esta es la primera respuesta a la primera creación: custodiar la Creación, hacerla crecer». Francisco se preguntó cómo respondemos «a la segunda creación». San Pablo, comentó, nos dice que nos dejemos «reconciliar con Dios», «ir por el camino de la reconciliación interior, de la reconciliación comunitaria, porque la reconciliación es obra de Cristo» Y de nuevo, recordando al Apóstol de los Gentiles, el Pontífice dijo que no debemos entristecer al Espíritu Santo que está en nosotros, que está dentro de nosotros y trabaja dentro de nosotros. Y añadió que nosotros «creemos en un Dios personal»: «es persona Padre, persona Hijo y persona Espíritu Santo». «Y los tres están implicados en esta creación, en esta re-creación, en esta perseverancia en la re-creación. Y a los tres respondemos: custodiar y hacer crecer la Creación, dejarnos reconciliar con Jesús, con Dios en Jesús, en Cristo, cada día, y no entristecer al Espíritu Santo, no expulsarlo: es el huésped de nuestro corazón, el que nos acompaña, nos hace crecer». Pensar desde la nada Ensayos de filosofía oriental
  • 14. Kitarô Nishida En Kitarô Nishida tenemos representada emblemáticamente la filosofía japonesa de la primera mitad del siglo XX. Nishida vive y piensa en la encrucijada: entre Oriente y Occidente, entre filosofía y religión, entre budismo y cristianismo, entre zen y amidismo. El primero de los tres ensayos que componen este libro sintetiza su concepción de la experiencia estética. El segundo refleja su esfuerzo por buscar un nuevo modo de pensar, una lógica distinta de la habitual. El tercero resume su filosofía de la religión, tal como la concibe en el último año de su vida, cuando trata de conjugar la lógica del «Lugar de la Nada» y la «Cosmovisión religiosa». La idea central que sirve de hilo conductor a estos escritos es la invitación a salir de la estrechez del propio ego y abrirse a la amplitud y profundidad sugeridas por conceptos orientales tan ricos de contenido como son la Nada y el Vacío. No se trata, ni mucho menos, de nihilismos; todo lo contrario: Nada y Vacío son las nociones más cercanas a las manejadas por el pensamiento occidental cuando habla de Ser, Realidad y Absoluto.
  • 15. El concepto de religión en el sistema de la filosofía Hermann Cohen La filosofía de Hermann Cohen lleva a cabo una profunda interpretación del pensamiento kantiano que, sin embargo, toma como base. Como no podría ser de otra manera, se centra en tres grandes ámbitos de la filosofía de Kant: la lógica o teoría del conocimiento puro, la ética o teoría de la voluntad pura, y la estética o teoría del sentimiento puro. Siguiendo dicha estela, Cohen pretende fundamentar de una manera sistemática el concepto de religión desde el concepto de individuo. La religión es para él un factum de la cultura humana; mas al carecer de una facultad cognocitiva propia, como tienen la ciencia, la moral y el arte, no puede fundamentarse al margen de ellas; aunque tampoco puede ser absorbida por ninguna. Únicamente en relación con la ciencia, la ética y el arte puede llegar a ser comprendido y justificado el concepto de religión, aportando por su parte la riqueza que él atesora para todo individuo y para la totalidad de lo real. Libros Libro de la semana El hambre Martín Caparrós Anagrama. Barcelona, 2015. 632 páginas, 24'90E. Ebook: 14'99€ BERNABÉ SARABIA | 06/02/2015 |
  • 16. La malnutrición y el hambre afectan con especial virulencia a los habitantes del áfrica subsahariana. En la foto, una familia en Mauritania. Foto: José F. Ferrer El origen de este libro se sitúa en el encargo que el Fondo de Población de Naciones Unidas hace en 2005 a Martín Caparrós. Se trataba de armar diez historias de vida de jóvenes repartidos por todo el mundo con el fin de averiguar sus opiniones sobre distintos problemas de actualidad. En la entrevista que Caparrós concede a A. Scarpelli y M. Libertella para el diario bonaerense Clarín leemos que dicho encargo le llevó a viajar por todo el mundo. De ese periplo salieron dos libros, Una luna, sobre la inmigración y Contra el cambio, relacionado con problemas ambientales. Pero lo importante fue la percepción de que mucha gente estaba subalimentada. El hambre como causa de muerte y de infinitas desgracias comenzó a representarse en todas sus dimensiones y se convirtió en un resorte que llevó a viajar a nuestro autor por la geografía mundial de la hambruna. En Níger, país rico en uranio, el mijo se acaba en agosto y no hay otra cosa para paliar el hambre. India y Bangladesh albergan bolsas desesperantes de hambrientos. Madagascar ejemplifica una gestión alimentaria desastrosa. Entre tanta calamidad aquí y allá, Martín Caparrós va escribiendo historias de vida que ejemplifican uno de los problemas actuales más sangrantes y dan un enorme vigor a este volumen. Tras viajar y documentarse, los datos que maneja Martín Caparrós son demoledores sin excusa ni pretexto. Asegura que ahora mismo viven sobre la Tierra 1.400 millones de personas gastando menos de 1'25 dólares al día. 25.000 pobres mueren cotidianamente a consecuencia del hambre. 50 millones sufren anualmente distintas formas de hambrunas y la “malnutrición estructural” en forma de “inseguridad alimentaria” afecta a 2.000 millones de seres humanos. Dicho de otro modo, entre 800 y 900 millones están pasando hambre ahora mismo. Las cifras no lo dicen todo. Las mujeres representan el 60% de los que padecen hambre y sufren más sus consecuencias. Una de ellas es la anemia por falta de hierro en su alimentación y de ahí que una de cada cinco mujeres fallezca a causa de dicha carencia. La anemia acaba diariamente con 300 parturientas. Veinte millones de las que sobreviven dan a luz a bebés que no se han formado del todo y comienzan a vivir con un peso por debajo del debido, crecerán con una madres que no pueden dar el pecho en buenas condiciones. “Madres mal alimentadas criando hijos subdesarrollados”. Caparrós nace en Buenos Aires en 1957. Comienza a trabajar como periodista hasta que Argentina se le
  • 17. pone difícil y se exilia en París mientras se licencia en Historia en La Sorbona. A continuación se traslada a Madrid, escribe su primera novela y comienza a colaborar en el diario El País. Derrocada la dictadura vuelve a la Argentina y ejerce el periodismo hasta que lo deja para hacer radio en España y seguir escribiendo novelas y lo que se le ponga por delante. Tras descubrir que sus idas y venidas por el mundo podían incluirle en la apasionante nómina de escritores de viaje, acierta de pleno con Crónicas de fin de siglo y gana el Premio de Periodismo Rey de España 1992. Su bisabuela Gustava, antes de morir en el campo de exterminio de Treblinka, sufrió la dieta de 184 calorías que los nazis proporcionaban a los judíos del gueto de Varsovia. Vestido de negro, alto, con un mostacho impresionante y su cráneo rapado, este argentino universal, tocapelotas e incómodo para cualquier gobierno, consiguió una beca de la Agencia Española de Cooperación Internacional, “generosa en más de un sentido”, para escribir este libro. El Hambre está planteado desde un calculado esfuerzo de persuasión, desde una voluntad que quiere hacer presente un problema escandaloso, un problema que, sin embargo, para buen número de ciudadanos de los países industrializados, pasa inadvertido. En Europa parece haberse olvidado que el hambre ha sido consustancial a su desarrollo. La hambruna de 1315-1317 causó una brutal mortandad, disminuyó de forma dramática la natalidad desde el mar Báltico hasta el Mediterráneo, provocó un raquitismo que arruinó infinidad de vidas, originó epidemias y, de forma indirecta, fomentó robos y violencia. Lo peor es que, como han descrito los cronistas, sus consecuencias se vieron exacerbadas porque los tratantes subieron los precios de cereales y alimentos más allá del alcance de los pobres. La segunda gran crisis de subsistencias que diezmó Europa tuvo lugar entre 1692 y 1694. Después llegarían las de 1816-1817 y la llamada Hambruna de la Patata en 1846-1847 que arrasó la población de Irlanda y forzó emigraciones en masa. El problema del hambre en la actualidad está vinculado para Caparrós a una mala gestión pública y privada de los recursos existentes. Por eso, tras recorrer la geografía del hambre armado con su grabadora y su aguda capacidad de observación, se traslada a Chicago para visitar el Chicago Board of Trade y entrar en la Bolsa de Chicago. Ahí se rebela contra la afirmación de que el “mercado” es el mejor mecanismo de regulación para controlar los precios y los costes de la alimentación a nivel planetario. Su sentido de la justicia se viene abajo y clama contra las políticas públicas regidas por el neoliberalismo malthusiano. En esas páginas desfilan numerosos villanos y Goldman Sachs aparece como uno de los grandes culpables al estilo de los mercaderes que ya en el siglo XIV potenciaban la hambruna en Europa para su desconsiderado beneficio. La perspectiva de Caparrós, la de alguien que ha palpado el hambre, la malnutrición y las enfermedades derivadas, es crítica y está llena de pesimismo. Sin embargo, es forzoso reconocer el progreso de las últimas décadas. Si un tercio de la población global estaba sumergida en la extrema pobreza en 1990, en 2011 esa cifra había descendido al 14'5%, debido sobre todo al crecimiento económico de los países asiáticos. Etiopía es otro de los países africanos cuyo desarrollo sube de forma apreciable. Desde el año 2000 la mortalidad ocasionada por la malaria ha descendido en torno al 47%. En 2003, en la África subsahariana, sólo 50.000 personas recibían el tratamiento antirretroviral contra el VIH/SIDA; ahora están tratados más de nueve millones. Desde 2000 al 2012, 57 millones más de subsaharianos fueron escolarizados. En los años setenta, menos del 5% de los niños de todo el mundo recibían las vacunas esenciales, ahora son vacunados más del 80%. Que hayamos mejorado no quita potencia al grito de advertencia lanzado por este volumen.
  • 18. La ciencia actual abre nuevos interrogantes metafísicos Sus avances nos acercan cada vez más a los límites microscópicos y macroscópicos del universo El ser humano ha buscado siempre conocer la realidad, desde todos los puntos de vista (mitos, arte, ciencia…) Pero son los avances científicos actuales los que nos están acercando cada vez más a los límites del universo, tanto a nivel macroscópico como microscópico. Poseemos, por tanto, una visión global y grandiosa del cosmos, de la que nunca antes habíamos disfrutado. Esta nueva visión del universo, de la materia, de la vida y del hombre, ¿deja abierto aún el horizonte de la metafísica? Por Carlos Beorlegui. inSha Alegoría de la Ciencia. Óleo sobre tela de Sebastiano Conca. Fuente: Wikipedia. "Sería agradable que la gente comprendiera que la ciencia es un ejercicio especial para percibir el mundo sin metáforas y, a pesar de su potencia, no sirve de guía para esos amplios aspectos de la experiencia que no pueden percibirse sino a través de la metáfora. Sería agradable que la gente viera que es imposible deshechizar el mundo, y que la elección que tenemos delante es en verdad una elección entre distingos hechizos” [1]. Las reflexiones que vamos a seguir a continuación (y que van a desarrollarse en dos artículos de Tendencias21 de las Religiones) se centrarán en analizar las principales aportaciones o propuestas teóricas más relevantes que, de cara a un cambio cosmovisional, nos presentan las ciencias en la actualidad. Me voy a referir primero, en el presente artículo, a la cosmología y a la astrobiología. En un segundo artículo, me referiré a las neurociencias, a la inteligencia artificial y a la genética. En ambos trabajos, expondremos brevemente los planteamientos más interesantes en estas disciplinas, para reflexionar críticamente, en una parte conclusiva, acerca de si sus pretensiones están sólidamente fundadas y qué repercusión tienen sobre las cosmovisiones metafísicas. Es decir, para reflexionar sobre si los avances científicos, aun siendo relevantes y significativos, constituirían razón suficiente como para suponer el inicio de un cambio de paradigma cosmovisional, que nos lleve a tener que superar inevitablemente los planteamientos humanistas actuales o a considerar obsoleta y caduca la razonabilidad de una visión religiosa del universo. Introducción El ser humano ha buscado siempre conocer la realidad (le va en ello su propio ser), y lo ha intentado desde todos los puntos de vista: el sentido común, los mitos, el arte, la literatura, la teología, la filosofía, la ciencia… Le ha preocupado siempre la pregunta por el ser y las características esenciales de la realidad
  • 19. en la que vive, dando por natural y evidente su capacidad intrínseca para entender el cosmos y a sí mismo. Aunque eso no está tan claro. De hecho, no ha dejado de haber pensadores de primera línea, como Einstein, Wigner, Schöridinger y otros, que se admiraban de que el universo pudiera ser comprendido, y dudaban de que los humanos pudiéramos alguna vez encontrar su comprensión definitiva [2]. Nos hallamos en unos momentos históricos en los que, debido a los extraordinarios avances de muchas de las ciencias, que nos acercan cada vez más a los límites del universo, tanto en su nivel macro como en el micro, poseemos como nunca una visión global y grandiosa del mismo, por lo que parece que estamos abocados a la necesidad de replantearnos la visión y explicación global de todo, y situarnos en una nueva cosmovisión. La relación y la jerarquía entre las diferentes parcelas del saber no siempre se han entendido de la misma manera. Si en los orígenes de la humanidad los mitos y el enfoque religioso eran los predominantes, se fue imponiendo después durante varios siglos la racionalidad crítica de la filosofía. En la actualidad, nos hallamos bajo el predominio del saber científico. Tan es así que “ningún otro modo de conocimiento (filosofía, literatura, arte, religión) afecta a la vida social y económica de la humanidad moderna de manera tan radical y universal como la ciencia” [3]. Las relaciones entre la ciencia y la filosofía no siempre han sido pacíficas. Si en la época griega la filosofía era la madre de los saberes, entre los que se encontraban las diferentes ciencias de la naturaleza, con el tiempo éstas han ido ampliando y profundizando su ámbito de estudio, así como perfeccionando su método de trabajo, comiéndole el terreno a la teología y a la filosofía, hasta convertirse en la actualidad, al menos para muchos, en el modo de saber por excelencia. Su prestigio, a base de éxitos teóricos y de aplicaciones tecnológicas, es tal que decir que algo es científico equivale casi a afirmar que es verdadero, de un modo incontestable. Conscientes de que esta es la manera predominante de pensar en nuestros días, nos interesa ahondar en estas páginas, en primer lugar, sobre las relaciones entre los saberes científicos y la filosofía, en su dimensión metafísica, para a continuación reflexionar sobre en qué medida los diversos avances científicos más recientes, sobre todo en el campo de la cosmología, la genética, la astrobiología, las neurociencias y la inteligencia artificial, entre otras, pueden estar influyendo en el cambio de la cosmovisión y del sentido de la vida que los humanos poseíamos hasta hace no mucho, de tal forma que nos estaríamos adentrando en una nueva cosmovisión en la que parece no tener ya sentido la referencia a un fundamento trascendente del mundo, así como a la tradicional centralidad de lo humano, para abrirnos a una supuesta época trans-humana o post-humana [4]. Cuando la ciencia socaba a la metafísica Siempre me ha resultado sugerente y acertada la idea, explicitada entre otros por M. Buber [5] de entender la historia cultural, al menos la de Occidente desde la época griega, como una sucesión periódica de épocas de seguridad y tranquilidad teórica frente a otras de incertidumbre y desasosiego. En las primeras, el hombre parece tener claras las respuestas a las cuestiones que le lanza la realidad, resolviéndolas desde una teoría o cosmovisión global, reflejada en la obra magna del correspondiente autor emblemático del momento. Son las épocas de Platón y Aristóteles, Tomás de Aquino, Descartes, Kant, Hegel, Marx, etc. Al ponerse en cuestión tales sistemas dominantes, se suceden épocas de cambio y desasosiego, en las que se diluye la seguridad anterior, y toda la realidad, con la imagen de sí mismo dentro de ella, se le presenta a los humanos como problemática y en interrogante. Es entonces, cuando el hombre, como
  • 20. señalaron tanto M. Scheler como Heidegger, toma conciencia de su ignorancia, es decir, sabe que no sabe [6]. Además, la seguridad alcanzada en su momento por la respectiva filosofía dominante, va siendo progresivamente amenazada y socavada por los avances de las ciencias, poniendo lentamente en cuestión las seguridades imperantes hasta hace poco. Es decir, la tesis de Buber, y de otros muchos, es que la filosofía, que se asienta sobre una ambiciosa síntesis de los conocimientos científicos de su época, se va poco a poco desmoronando y perdiendo sus seguridades debido a los persistentes movimientos telúricos que las diversas ciencias propinan al suelo sobre el que hasta ese momento estaba asentada. En el ámbito de la historia de la ciencia, es la tesis de las revoluciones científicas y los cambios de paradigmas de Th. Kuhn [7]. Dialéctica ente ciencia y metafísica Estas evidencias nos plantean también la inevitable, aunque siempre problemática, relación entre la ciencia y la filosofía, entre la ciencia y la metafísica. Si en las épocas primeras la filosofía se entendía como la madre y reina de los saberes, considerando al resto de ellos como sus hijos y colaboradores, en la actualidad los hijos se han hecho mayores, y discuten son sus progenitores la hegemonía epistemológica, desde una pretendida situación de igualdad. A partir de los inicios del siglo XX, se discutió largo y tendido dentro de la filosofía de la ciencia, los elementos que caracterizan la investigación científica, enfrentándose los defensores de la inducción y la deducción [8]. Para los inductivistas, la reflexión parte de una concepción atómica de la realidad y de los datos empíricos puntuales para llegar a leyes universalizables, mientras que, para los deductivistas, se comienza por una visión global de la realidad, una teoría hipotética que tiene que ser después contrastada con la realidad. Es la postura de Popper y sus discípulos [9], que proponen el método de la falsación frente a la verificación de los neopositivistas del Círculo de Viena. Para Popper, siempre hay en el fondo de toda teoría científica una cierta metafísica o visión global de la realidad. En esta refriega sobre la relación entre las ciencias y la filosofía, y el esfuerzo por llegar a conocer la realidad, se enfrentan, pues, estas dos posturas que parecen irreconciliables. Mientas para unos, apoyados en el método inductivo y experimental, la metafísica es una forma imperfecta y provisional de acercarse a la realidad, progresivamente suplantada por la ciencia, los deductivistas del racionalismo crítico propperiano entienden que la metafísica es un modo inevitable y necesario de entender la realidad, en la medida en que constituye el primer punto de arranque de la investigación científica, siendo la ciencia el momento empírico de comprobación, no la teoría metafísica completa sino la base empírica de la misma. De este modo, “las metafísicas son programas de investigación futura” [10]. Esa es la opinión de Agassi, discípulo de Popper, para quien, citando la postura similar de E. A. Burt, defiende a la metafísica “como el posible fundamento de la ciencia futura: (…) en frecuente conflicto con las teorías científicas existentes y como estímulo para los cambios que podrían eliminar el conflicto”. En conclusión, “la interacción entre física y metafísica es la de la metafísica que prescribe programas para el futuro desarrollo científico” [11]. Esta misma tensión entre el modo de entender la ciencia frente a la filosofía, queda reflejado en los escritos de E. Schrödinger, en oposición a los materialistas reduccionistas. El físico vienés advierte que
  • 21. para éstos la postura de asombro de la filosofía ante la realidad queda superada por “una investigación exitosa que ponga fin al asombro” [12]. En cambio, en su opinión, la relación correcta se da más bien al revés: se comienza con el conocimiento científico, para terminar con el asombro, que empuja a la filosofía a proponer nuevas teorías explicativas. Esta postura es la que responde mejor a la lógica de la investigación, completada incluso por una estructura más amplia que recoge el círculo virtuoso de asombro-conocimiento-asombro, proceso ascensional que no termina nunca. El ser humano comienza por acercarse a la realidad desde el asombro filosófico (como ya vio Aristóteles), para ir superándolo (sólo en parte) por el conocimiento científico, que, a su vez, es consciente de sus limitaciones y queda abierto a nuevos asombros, que trata de aclarar con nuevas y diversas teorías metafísicas; y éstas acabarán sin poderse responder del todo ante el misterio último de la realidad. La postura de los materialistas reduccionistas (“enemigos per definitionem del asombro” [14] consideran las insuficiencias de la filosofía como un “conocimiento reducido” (Bacon), mientras que, para Schrödinger, el saber científico siempre desemboca y se ve abocado ante el “misterio de lo que nuestra cosmovisión científica no puede comprender” [15]. En definitiva, entre ciencia y metafísica, como indica Watkins, y veíamos en M. Buber, se da una relación dialéctica necesaria y provechosa, de tal manera que “mientras el pensamiento científico ha influido en la metafísica sobre todo durante los períodos de consolidación de la ciencia, las ideas metafísicas han influido sobre la especulación científica sobre todo en períodos de cambio y de tensión de la ciencia” [16]. Por tanto, resulta más acertado y provechoso considerar las relaciones entre ciencia y filosofía (metafísica) dentro de un esquema inclusivo y de complementariedad, que de exclusión e incompatibilidad. Crítica reduccionista de la metafísica Estas reflexiones resultan pertinentes a la hora de enjuiciar la situación actual de nuestra cultura. Aunque parece más razonable la postura de diálogo crítico y complementario entre la ciencia y la filosofía que defendemos, advertimos que se va extendiendo en nuestro entorno, muchas veces sin ninguna valoración crítica, la postura de los materialistas reduccionistas, para quienes las visiones metafísicas son residuos de un pensamiento caduco, propio de épocas ya superadas, apoyadas en el teísmo, el humanismo y el antropocentrismo, debiéndose adoptar una nueva postura que se base en una epistemología y ontología empiristas y reduccionistas. Así es como se entienden las afirmaciones de autores como S. Hawking y otros [17], para quienes las cuestiones de las que hasta este momento se ocupaba la metafísica, o no tienen ya sentido, o se convierten en tareas que tienen que ser resueltas por las ciencias físicas y cosmológicas. Esta forma de ver las cosas parece no darse cuenta de que ella misma es una afirmación metafísica, deudora a su vez de otras posturas metafísicas, que se dan por ciertas sin haberse demostrado científicamente que lo sean, como son el determinismo de la realidad (todo evento tiene su causa), el mecanicismo (todo lo que hay se reduce a partículas aisladas que interactúan entre sí), la conservación constante de la relación entre materia y energía, la suficiencia del funcionamiento del cuerpo y cerebro humanos para explicar la condición humana, la autosuficiencia ontológica y existencial del universo, etc. Puede que sean hipótesis verdaderas, pero, si lo son, su verdad no pertenece al ámbito científico sino al de las tesis metafísicas. A pesar de todo lo dicho, sería limitador fijarnos sólo en esta visión excluyente que tienen algunos sobre la relación entre ciencia y metafísica, porque nos quedaríamos sólo con una parte del problema, y no precisamente la más interesante. Junto a la postura anterior, advertimos también en la actualidad un
  • 22. mutuo enriquecimiento fructífero entre la ciencia y la metafísica. En la línea del racionalismo crítico de la escuela de Popper sobre la íntima relación circular entre ciencias y metafísica, así como en la de Buber sobre la importancia de las ciencias en la transición de las posturas metafísicas dominantes de una época, podremos comprobar que nos hallamos en un momento en el que los múltiples avances de las ciencias están repercutiendo de forma muy fructífera en la renovación y puesta al día de la idea que los humanos tenemos de nosotros mismos, de la realidad en su conjunto, así como de nuestro lugar dentro del cosmos. Si las posturas reduccionistas pretenden reducir todos saberes a los datos y metodologías científicas, relegando al baúl de los objetos olvidados a la filosofía crítica, sin ser conscientes de que sus propios pre-juicios metafísicos se hacen desde otra base metafísica, corta y equivocada, hemos también de ser conscientes, por otro lado, de que sin ninguna duda estos ataques a la filosofía le sirven para limpiarla y espolearla, para replantear sus posturas, aprender de los avances de la ciencia, y focalizar su atención sobre cuestiones que antes no se había planteado, pero que la ciencia le está haciendo ser consciente de su importancia, a la vista de los datos y nuevas evidencias que las ciencias le está poniendo ante sus ojos críticos. Es evidente que los nuevos avances científicos están obligando a la filosofía, y a la teología, a replantearse desde nuevos enfoques cuestiones tan centrales como el origen y la creación del universo, la autosuficiencia o contingencia del mismo, la posibilidad de la existencia de otros universos diferentes a los nuestros, el origen de la vida en nuestro planeta, la posibilidad de que exista vida inteligente extraterrestre, el sentido de la tesis humanista y la superación o no del antropocentrismo, el futuro de la civilización humana, dada su capacidad de construir robots y máquinas inteligentes que superarán su propia capacidad intelectual y podrán lanzarse a la colonización del espacio, y, en definitiva, si los humanos, descubiertas nuestras cada vez más profundas capacidades, podremos también con el tiempo construir otros universos semejantes al nuestros, universos bebés programados para reproducir el nuestro o para evitar sus limitaciones. Todas estas cuestiones nos abocan y abren a un horizonte cosmovisional que pone en cuestión las tesis y pilares fundamentales del mundo en el que hasta ahora estábamos aposentados. La cosmovisión actual parece que a muchos les está quedando cada vez más pequeña y superada, cosmovisión que en gran medida se había asentado sobre el pensamiento griego y judeocristiano, y que tiene sus bases en la fe en un Dios creador y providente de la historia de los hombres, una imagen del hombre situada en el centro de la realidad, tanto en su faceta ontológica como ética, así como una idea del sentido de la historia dominada por las decisiones libres de los humanos y apuntando hacia una meta final de la historia en la que el Dios providente se encargará de implantar la justicia definitiva sobre buenos y malos. De todos modos, existe también al mismo tiempo una cosmovisión no teísta pero sí humanista y antropocéntrica. Una concepción no teísta de la realidad puede prescindir del Dios creador, providente y justificador del final de los tiempos, y con todo seguir manteniendo la centralidad de lo humano en el horizonte del cosmos y de la historia.
  • 23. ¿Están las cosmovisiones humanistas (teístas o no) tocando a su fin como consecuencia de los avances de las ciencias más punteras, como son la genética o las neurociencias? Imagen: Brian0918. Fuente: Wikipedia. ¿Una nueva Era? ¿Estamos iniciando o metidos ya de lleno en una fase intelectual en la que estas cosmovisiones humanistas (teístas o no) están tocando a su fin, de la mano y como consecuencia de los avances de las ciencias más punteras, como son la biología evolucionista, la genética, las neurociencias, la inteligencia artificial, la cosmología, la astrobiología, y otros saberes similares? Si la genética y las neurociencias tienden a diluir la densidad de la condición humana, reduciéndola a ser una simple máquina construida siguiendo mecanismos genéticos y neuronales, la astrobiología nos sitúa ante un escenario en el que se nos destrona de cualquier centralidad privilegiada en el universo, al no ser nuestro planeta el único donde habría vida inteligente, sino más bien uno más de entre otros miles de planetas posibles donde la vida ha podido surgir, asentarse y desarrollar, hasta unos límites que no sabemos ni podemos imaginar. Y, si en las décadas más recientes las interpretaciones del denominado principio antrópico (PA), hacían pensar que el género humano se afincaba de forma segura y convincente como el centro y el fin del universo, en la actualidad las múltiples interpretaciones trans-antropocéntricas del PA por la teorías de cuerdas, o supercuerdas, y la de los multiversos, entre otras, parecen abrirnos a una cosmovisión que deja atrás la visión antropocéntrica y creyente, quedando sustituida por un universo autosuficiente, rodeado de otros muchos universos, como nos indican la teoría de los multiversos y de supercuerdas, y poblado quizás por múltiples formas de vida inteligente, con la posibilidad de la creación de una generación futura de seres inteligentes y vidas artificiales (robots, cyborgs), capaces no sólo de colonizar el universo entero, sino de construir múltiples universos similares al nuestro. Las cuestiones que todas estas propuestas nos plantean, como puede verse, son múltiples y de hondo calado. Y no se trata de afirmaciones realizadas por simples divulgadores de ciencia ficción, sino por científicos de primer nivel, que, aunque son conscientes de que muchas de sus propuestas no están todavía validadas científicamente (y piensan incluso que algunas de ellas nunca lo sean), tampoco se trata de ligeros juegos de imaginación, sino que tienen la pretensión de ser hipótesis serias de trabajo, que dan cabida a proyectos concretos de investigación encaminados a validarlas o desecharlas. De todas formas, la primera cuestión que uno se plantea ante estas propuestas teóricas es la necesidad de discriminar entre lo que son hipótesis con sustancia y fundamento o meras elucubraciones sin demasiada consistencia. Y junto a eso, hay otra tarea más importante: dilucidar y poner orden, desde la epistemología, entre las afirmaciones que tienen que resolverse en el terreno científico, y otras, de tinte claramente filosófico y metafísico, que se pretenden colar de rondón apoyadas indebidamente en las anteriores, de nivel científico. También es cierto que alguien podrá poner en cuestión el que sea la epistemología, tal y como la entendemos ahora, la que ejerza de juez absoluto que separe de forma clara y definitiva las diversas parcelas del saber, dirimiendo de forma tajante qué sea ciencia y qué sea filosofía; qué afirmaciones corresponden a la primera, y cuáles a la segunda. Ante estos reparos, entendemos que los grandes parámetros de la epistemología siguen siendo válidos, pero también es cierto que los terrenos no están con total claridad separados, sino en gran medida imbricados entre sí, moviéndonos siempre sobre terrenos movedizos.
  • 24. De hecho, lo más valioso, en mi opinión, de este problema sobre el que queremos reflexionar, es que estas ciencias de vanguardia a las que hemos hecho referencia están siendo en la actualidad, más que la filosofía, las que están haciendo de acicate para replantearnos, desde nuevas perspectivas, importantes cuestiones filosóficas y metafísicas, sobre las que la propia filosofía no era capaz de tomar conciencia, estancada en posturas ya obsoletas. En ese sentido, si hasta ahora la filosofía se acercaba a pensar las grandes cuestiones que le han ocupado a través de elucubraciones intelectuales de corte intuitivo, en la actualidad son las ciencias las que parece que están llamando la atención a la filosofía, advirtiendo e incitando a los humanos a pensar sobre nuevas cuestiones límite, de las que hasta ahora no éramos casi conscientes de su existencia, o las veíamos desde perspectivas hoy trasnochadas e insuficientes. Esta razón es la que quizás explica que ciertos científicos estén llegando a la conclusión, a todas luces equivocada, de que son las ciencias las que tienen que encargarse de resolver esas cuestiones metafísicas, y no tanto la filosofía, en la medida en que, según ellos, la filosofía se habría quedado obsoleta y rezagada, mostrándose incapaz de afrontar dichas cuestiones, dejadas ahora en las manos de las ciencias. El origen y la naturaleza del universo Los avances de la cosmología constituyen el primero y uno de los más importantes focos de replanteamiento de nuestra cosmovisión. La pregunta por la naturaleza y el origen del universo ha estado siempre presente en la mente de los humanos, respondida al principio con relatos míticos, y en la actualidad, con los datos de la cosmología. Cuando Popper, en su empeño por salvar la condición significativa y racional de la metafísica de los ataques de los neopositivistas del Círculo de Viena, estudia el modo de filosofar de los presocráticos (defendiendo que en ellos se ve la misma lógica de investigación falsacionista que él sostiene), advierte que lo central de su reflexión consistió en el paso de una visión cosmogónica del universo a otra cosmológica; esto es, el salto de la pregunta sobre qué o quién originó el mundo a la cuestión de la naturaleza del mismo [18]. La primera cuestión era tarea de los mitos y las religiones, la segunda, de la filosofía de la naturaleza que estaba naciendo, cuestión que irá profundizando y radicalizando la ciencia física y la cosmología. Se trata de una separación metodológica, que no supone menospreciar las cuestiones cosmogónicas, ni considerarlas definitivamente superadas. Pero lo que sí parece claro es que, desde entonces, la cosmología se ha decantado (de forma preferente, aunque no exclusiva) por el método científico, dejando los problemas del origen del universo a la metafísica y la teología. De todos modos, estos dos ámbitos teóricos están íntimamente relacionados, por lo que sus fronteras no siempre han sido o son pacíficas, ni su relación e integración se ha mantenido de modo uniforme y consensuado. Dentro de las diferentes teorías de la cosmología actual, abundan las posturas que, o bien reducen el doble nivel al cosmológico, a la pregunta por la naturaleza y estructura científica del cosmos, o bien pretenden responder a la cuestión sobre los orígenes del universo desde el nivel de la cosmología. En el empeño por desvelar la naturaleza del universo, se cruzan dos miradas contrapuestas: la que parte de concebir la realidad como un todo compuesto por partes cada vez más pequeñas, hasta llegar a las partículas elementales que estamos todavía lejos de delimitar, y la que, apoyándose en los avances de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica, parte de la convicción de que el universo, en todas sus dimensiones, forma una única realidad total y unitaria, que se concreta y explicita en sus diferentes partículas.
  • 25. D. Bohm, defensor de esta postura, entiende que “siempre ha sido necesario para el hombre, y propio de su pensamiento el dividir las cosas hasta cierto punto, y el separarlas para reducir sus problemas a unas proporciones manejables” [19]; pero está claro que eso es una abstracción, basada en el error de creer que “el contenido de nuestro pensamiento es una descripción del mundo tal como es” [20]. La teoría cuántica nos muestra que “es la totalidad lo que es real, y que la fragmentación es la respuesta de esta totalidad a la acción del hombre, guiado por una percepción ilusoria y deformado por un pensamiento fragmentario. En otras palabras, es precisamente porque la realidad es un todo por lo que el hombre, con su modo fragmentario de acercarse a ella, encontrará inevitablemente la correspondiente respuesta fragmentaria” [21]. La materia Si concretamos esto en el ámbito de la física atómica, advertimos que, frente a la tendencia a pensar que la realidad subatómica está compuesta por un conjunto diferente de partículas que interactúan entre sí, moviéndose en el vacío, se está pasando a entender la realidad como un fondo unitario y global que se expresa y concentra, debido precisamente a la intervención del observador humano consciente, en partículas elementales, como colapsos de superposición de ondas, expresiones de la realidad última de lo que hay. Eso es lo que hace que se entienda el ser de estos corpúsculos tanto como ondas que como partículas, y no seamos capaces de determinar su velocidad y posición al mismo tiempo, según el principio de indeterminación de Heisenberg [22]. En definitiva, como indica D. Bohm, más que mirar un átomo como onda o como partícula, “tal vez sería mejor considerarlo como una nube escasamente definida, como una fórmula particular que depende de la totalidad de su entorno, incluyendo en él el instrumento que lo observa. Por consiguiente, ya no se puede mantener por más tiempo la división entre el observador y lo observado (como está implícito en la concepción atomista, que considera cada uno de ellos como agregados separados de átomos). Más bien ambos, observador y observado, son aspectos emergentes e interpenetrados de una realidad total, la cual es indivisible y no analizable” [23]. Dentro de esa totalidad que es el universo, nos hallamos los humanos, síntesis de materia y mente, o más bien, de materia consciente, siendo la mente el modo específico y diferente de expresarse la única realidad global en los cuerpos humanos, aunque no sepamos todavía explicar cómo se produce todo esto, si es que alguna vez llegaremos a saberlo. La realidad, en todos sus aspectos (físico, biológico, psicológico, social,…), no hay que entenderla como una realidad atomística, sino como una “totalidad no dividida en movimiento fluyente” [24]. Imagen proporcionada por el telescopio Hubble del espacio lejano, cuando el universo era más caliente y más concentrado de acuerdo con la teoría del Big Bang. Fuente: NASA. Materia y universo: el big bang Estos interrogantes sobre la materia y el ser del universo físico se entremezclan con las que se advierten en las investigaciones de los cosmólogos sobre la historia y el origen del universo. Tanto en la
  • 26. cosmovisión heliocéntrica como en la geocéntrica a partir de Copérnico y Galileo, el universo se entendía como una estructura bien ordenada, conformada por el continuo movimiento de los astros, entrelazados por unas leyes estables, resultado de la acción creadora de Dios. A pesar de que la concepción del universo cambió radicalmente con la teoría de la relatividad de Einstein, el universo era visto como algo eterno y estable en sí mismo, como consecuencia de un maravilloso orden racional, obra de una divinidad, no personal, que lo gobierna todo. Pero esta concepción clásica, la teoría del estado estacionario, saltaría en mil pedazos, aunque no sin resistencia, años después, siendo sustituida por la idea de que el universo está en permanente expansión: la teoría del Big Bang [25]. El momento clave lo constituyó el descubrimiento por el físico Hubble del desplazamiento hacia el rojo de la luz que recibimos de las estrellas (espectrografía). Los científicos vieron en ello la prueba de que el universo se halla en expansión, debido a una fuerza que va alejando progresivamente a unas estrellas de otras, a grandes velocidades. Todo provendría de una gran explosión (Big Bang, según denominación de Fred Hoyle, 1949), como propusieron en trabajos pioneros G. Gamow y el sacerdote belga G. Lemaître. Al principio, esta teoría costó ser aceptada (sobre todo por Einstein y F. Hoyle), pero cuando se realizó su comprobación empírica con el descubrimiento de la radiación de fondo, por R. Wilson y A. Penzias, radiación fósil que provendría de esa primera y radical explosión, se impuso mayoritariamente sobre la tesis del universo estacional. Estas evidencias suponían la emergencia de nuevos interrogantes y problemas sin resolver. La cuestión fundamental era por qué de una gran explosión iba a surgir el actual orden y estructura del universo. ¿Por qué hay estructura en el universo, la que tiene en concreto, y de dónde surge? [26]. No nos encontramos ante un universo uniforme, sino ante un complejo sistema de planetas, estrellas y galaxias. Explicar esto dependía de saber entender la naturaleza de ese momento singular del Big Bang, y de las fases posteriores de su expansión [27]. Los científicos fueron poco a poco advirtiendo que si la fuerza expansiva de la primera explosión hubiera sido más fuerte, no se habrían podido formar las concentraciones de materia que dieron origen a los diversos cuerpos celestres; y si hubiera sido más débil, el universo se hubiera colapsado muy pronto, y desaparecido. Pero todo apunta a un cierto ajuste fino que ha permitido la conformación del universo tal y como lo conocemos, con la existencia de la vida inteligente, al menos en nuestro planeta. Es la expresión del Principio Antrópico [28]. Estado inflacionario Este panorama se ha ido completando, a la vez que complicando, con la propuesta de Alan Guth y Andrei Linde, entre otros, del estado inflacionario [29]. Esta teoría defiende que en los primeros instantes posteriores al Big Bang, el universo tuvo una fase de rápida expansión, para a continuación ralentizarse y permitir de ese modo la composición y estructura actual del universo. Las características de nuestro universo habrían sido, por tanto, precedidas por unos instantes en los que la temperatura y la velocidad de expansión fueron muy superiores a las que poseyó posteriormente, enfriándose y ralentizándose para que la materia se pudiera ir cuajando y formando las galaxias, estrellas y planetas. Esta teoría da por hecho que existe en el universo una fuerza repulsiva, contraria a la de gravedad, que explicaría la fuerza con la que el universo se está expandiendo desde el principio. El objeto de la misma era conseguir una teoría unificada que hiciera concordar las aportaciones de la teoría de la relatividad
  • 27. sobre el macrocosmos con las de la mecánica cuántica sobre el microcosmos. Estos planteamientos, presentados por A. Guth en 1981, y completados más tarde por A. Linde, han recibido, en marzo de 2014, una prueba experimental (la huella de ondas gravitatorias generadas por las vibraciones procedentes de ese momento inicial de crecimiento acelerado) recogida por un equipo de investigadores del microscopio de microondas BICEP2 de la Antártida. Es verdad que al poco tiempo de ello, estos resultados han sido puestos en cuestión, con lo que se necesitarán nuevas y más rigurosas comprobaciones posteriores para ver en qué medida se trata de una teoría consistente y demostrada. La teoría inflacionista del origen del universo presenta una explicación tanto de la homogeneidad del universo como del por qué posee su densidad concreta. De ahí que, a pesar de hallarse dos partes cualquiera del universo distanciadas en extremos opuestos, esta teoría explicaría su homogeneidad, debido a que provienen, desde el primer momento originario, del mismo punto de partida. Igualmente, explicaría el enigma que supone la densidad de nuestro universo, dotado de un ajuste fino que permitió la formación de estrellas y planetas, y en uno de éstos, la emergencia de vida inteligente. Quedaba todavía la cuestión de saber si el universo se estará expandiendo para siempre, o llegará un momento en el que no tendrá ya fuerza expansiva y se irá contrayendo, hasta alcanzar una situación similar a la inicial, denominada Big Crunch, gran implosión. Aunque ése no sería, según algunos, su momento final, sino tan sólo el fin de una fase o ciclo, dentro de una serie sucesiva, e interminable, de fases de expansión y encogimiento, separados por dos momentos de singularidad (el inicio y el final), como defiende la teoría del universo oscilante de S. Hawking [30]. Ahora bien, esta propuesta, aunque pueda ser factible en el ámbito de la matemática, no demuestra que exista en la realidad; más bien, las evidencias empíricas de otros aspectos del universo llevan a la conclusión de que este modelo de universo oscilante parece no ser posible. Se trata, por tanto, como ocurre con otras propuestas cosmológicas que vamos a ver, de una especulación posible, pero sin pruebas suficientes de tipo teórico y empírico para demostrar que nuestro universo responde a ese modelo. Pero eso, como es evidente, no es prueba de su falsedad. Supercuerdas y multiversos Pero los avances en física y cosmología han mostrado un rostro más complejo todavía de nuestro universo. Las aplicaciones de la física cuántica al origen y naturaleza del universo, ha llevado a la aparición de la denominada teoría de cuerdas, o de supercuerdas, y a la hipótesis de los multiversos [31]. Todas las teorías cosmológicas anteriores, la del estado estacionario, la del modelo cosmológico estándar del big bang, o la del universo oscilante, coinciden en el supuesto de que sólo existe este universo en el que vivimos. Es la denominada teoría cosmológica estándar. En cambio, la hipótesis de los universos múltiples, o multiversos, parte de la hipótesis de que nuestro universo es uno más de los muchos existentes, y sin que exista relación entre ellos. A la hora de justificar el origen de estos multiversos, sus defensores se dividen en posturas o planteamientos diversos. La corrección que A. Linde hizo a la teoría inflacionista de A. Guth, consistió en considerar que la inflación y el Big Bang no ocurrieron sólo una vez, sino que el proceso se mantiene, es eterno (de ahí la denominación de inflación eterna), componiendo un número infinito de universos desconectados entre sí, como una sucesión de innumerables burbujas estelares, que constituyen cada una de ellas un universo autónomo, coincidiendo en ello con la teoría de cuerdas y de supercuerdas [32].
  • 28. La cuestión que no resuelven ninguna de las teorías cosmológicas es cómo, qué o quién originó el universo; qué y por qué habría explotado, así como la razón de esa primera aceleración y desaceleración posterior. Ya señalamos en su momento que la cosmología, como ciencia, se limita a estudiar la naturaleza y funcionamiento del universo. Las preguntas sobre el origen del mismo, así como sobre un posible creador, son cuestiones que han pertenecido a la metafísica y la teología. Pero algunos cosmólogos, en una no correcta mezcla de planos, pretenden aportar soluciones a estas cuestiones desde el plano de la ciencia cosmológica. Es lo que algunos han denominado metafísica experimental [33], un auténtico oxímoron. Tal es el caso, por ejemplo, de L. M. Krauss [34], quien sostiene que nuestro universo (así como los otros multiversos posibles) procede de la nada, con lo que se habría superado la referencia a lo que desde Aristóteles, seguido por la teología cristiana desde Tomás de Aquino, se entendía por Dios, como motor inmóvil y causa primera de todo lo que existe. El problema está en que esa nada no es tanto una nada metafísica, sino lo que los físicos denominan el vacío cuántico, que tendría la capacidad intrínseca de ir generando espontáneamente las partículas elementales de la materia, responsables con su progresiva complejidad de la formación de las diferentes cuerpos celestes del universo. Por tanto, como indica J. Monserrat, se parte de la hipótesis de que existe una metarrealidad [35], que sería eterna y autosuficiente, pero sin poder precisar su naturaleza (ontología) ni su funcionamiento, y que daría origen a nuestro universo y al resto de los otros muchos que propone esta hipótesis. El modo como se pretende explicar y justificar esa ontología de la metarrealidad, de la que proceden los múltiples universos, es a través de la teoría de cuerdas o de supercuerdas. Esta teoría parte de ese fondo de metarrealidad, que nos hace ver que vivimos en un cosmos o multitud de universos que no se presentan como una acumulación de galaxias inconexas, sino como un todo unitario que se nos muestra como un orden implicado, en palabras de David Bohm [36]. Todo lo que hay habría surgido de ese fondo único de metarrealidad, el vacío cuántico, que se iría expresando en las diversas propiedades que la mecánica cuántica advierte en los comportamientos de las partículas elementales, y que incluso explicarían la emergencia y características de la mente humana [37]. El origen de estas partículas elementales y los nuevos universos se explicarían como fluctuaciones de ondas producidos en ese vacío cuántico. Por tanto, esa fluctuación de energía fontanal es la que explicaría la emergencia de la materia en forma de cuerdas, elementos más básicos y elementales que las partículas tradicionales de la estructura del átomo. La teoría de supercuerdas nos propone un universo conformado no por las cuatro dimensiones que la teoría de la relatividad advierte en el nuestro, sino por muchas más, hasta diez o más. En definitiva, según estos planteamientos, podrían existir infinitos universos, surgidos espontáneamente, de los cuales algunos se hallarían también en proceso de desaparición por colapso. De tal forma que, según algunos teóricos, la dinámica que se daría entre estos múltiples universos en su lucha por sobrevivir, se podría asemejar al proceso de selección natural que propone el darwinismo, dentro del mundo de la vida. En cambio, otros cosmólogos, como Susskind, uno de los padres de la teoría de cuerdas, entiende que ese símil darwininsta no responde a la realidad de los multiversos, en la medida en que no se produce la competencia por la vida entre ellos, al no darse una situación de escasez de recursos para su existencia [38].
  • 29. Como decimos, los (casi) infinitos universos posibles tendrían diversas leyes y características, y sólo el nuestro tendría los rasgos necesarios para que pudiera emerger la vida, hasta hacerse inteligente. De este modo se evita la unicidad de nuestro universo y, con ello, la significatividad del PA. De hecho, R. Penrose acusa, tanto a la teoría inflacionista como a la de cuerdas, de estar motivadas estas propuestas desde el único fin de evitar aceptar el PA y las evidencias de la teoría cosmológica estándar. De hecho, no ve que la teoría inflacionista posea superioridad estética, como dicen algunos, sobre la tesis de que el Big Bang fue ajustado de tal forma que permitiera la emergencia de la vida inteligente [39]. Como puede verse, uno de los elementos de discusión que está de fondo en todas estas investigaciones cosmológicas es la aceptación o no del PA. El Principio Antrópico En la actualidad, el PA está presente en todas las discusiones cosmológicas, dándose una amplia disparidad de concepciones y de propuestas explicativas. De entrada, hay que distinguir entre la versión débil (mera constatación a posteriori de la existencia de la vida, en función de las características de nuestro universo), la fuerte (defender que el mundo está hecho para que pueda existir la vida), y el denominado por Wheeler principio antrópico participativo [40] (las propiedades cuánticas del universo habrían orientado, de atrás hacia adelante, la presencia de vidas conscientes, en la línea del principio de indeterminación de Heisenberg). Pero, en realidad, sólo la primera versión se sitúa en el terreno científico, por más que la tesis participativa de Wheeler pretende estarlo también, aunque resulta my difícil demostrar su propuesta. La verdad es que muchos de los cosmólogos consideran que la aceptación del PA supone inevitablemente, creemos que de forma incorrecta, aceptar la presencia del misterio y el fracaso en definitiva del saber científico, puesto que sería tanto como admitir una barrera que prohibiría seguir investigando la realidad. Por eso que, ante el desafío del PA, la actitud de muchos de los científicos se divide entre negarlo o tratar de explicarlo no desde una metafísica teísta, sino en clave científica; es decir, tratando de explicarlo desde la propia naturaleza interna del universo. Esa es la postura que sigue L. Susskind, y otros muchos, desde la teoría de cuerdas. Si se acepta que existen una infinidad de universos, con diversidad de leyes internas, en continuo proceso de nacimiento y desaparición, no resulta incoherente ni difícil de admitir que nuestro mundo, con sus condiciones antrópicas (un universo bioamigable, como dice J. Gardner) [41], sea uno entre otros tantos que, siguiendo las leyes de la probabilidad, le ha tocado ser como es, permitiendo la aparición y existencia en su seno de seres vivos inteligentes, algo que no ocurre en el resto de universos, o en la mayoría de ellos (afirmaciones que son hipótesis difíciles de comprobar, si no imposible). En definitiva, no habría que sacar del PA ninguna conclusión de tipo metafísico o religioso, sino tan sólo una mera constatación a posteriori de la forma de ser de nuestro universo, que lo distingue del resto de universos tan diferentes. La centralidad de la discusión sobre el PA en la ciencia actual se debe, en opinión de Gardner, a dos descubrimientos centrales: el primero se refiere al hecho de que el valor de la densidad de la energía oscura es diminuto, aunque no absolutamente cero (aparente casualidad); y el segundo, a la conclusión de que la teoría M (pretendida candidata a conseguir la síntesis entre la teoría de la relatividad y la teoría cuántica [42] permite hacer razonable la teoría de cuerdas (en sus múltiples versiones) y la tesis de los multiversos, cada uno de ellos con diferentes propiedades que el modelo estándar. A partir de los esfuerzos por explicar esos avances, se ha hecho evidente la plausibilidad del PA,
  • 30. presentándolo tanto en su versión débil (Hawking y Hogan), como en la línea de los múltiples mundos, propuesta por Everett y seguida por Susskind, Linde, Weinberg y Vilenkin, desde la teoría de cuerdas, considerando que la magnitud de la denominada constante cosmológica varía según cada universo. Según estos planteamientos, que surja entre tantos universos uno que sea bioamigable, es cuestión de tiempo y de aleatoriedad. Para Gardner, la condición antrópica del universo no es un fin en sí mismo, sino que está orientada a reproducir la propia inteligencia humana en la inteligencia artificial (AI), capaz de suplir y de superar a la propia inteligencia humana, capacidad que está llegando a una fase crítica, la singularidad que pronostica Ray Kurzweil [43]. Esta fase de singularidad se orientará, según Kurzweil y Gardner, hacia la colonización de otros planetas y del universo entero, e incluso llegará a producir y crear otros universos semejantes al actual (universos bebés). De este modo, la tendencia bioamigable, en expresión de Gardner, de nuestro universo no es un fin en sí, meta en la que parece quedarse el PA, sino una mera etapa hacia el objetivo central del universo: llegar a producir una inteligencia capaz de dominar el universo y de reproducirlo en otros muchos similares. Esta interesante hipótesis, como las de otras muchas teorías cosmológicas, posee una cierta fascinación, pero resulta muy difícil de aceptar por sus escasas bases empíricas. Tendremos ocasión de volver sobre ella en las conclusiones finales. Conclusión En este artículo hemos planteado la cuestión de fondo: la relación de la ciencia con la filosofía y la metafísica. En un primer artículo nos hemos centrado en los resultados del conocimiento científico del universo y de la materia. Este análisis lo completaremos con otro artículo en que abarcaremos también las ciencias de la vida y del hombre. Pero podemos perfilar aquí algunas conclusiones provisorias. El objetivo de fondo de estas páginas ha sido plantearse en qué medida las preguntas que siempre se ha hecho la metafísica, y la teología, sobre nuestro universo, su origen y consistencia, la centralidad del hombre dentro de él, el futuro del mismo, la razonabilidad de la fe en un Dios creador y providente, y otras muchas, están siendo en la actualidad puestas en cuestión, y obligadas a replantearse y redefinirse, por efecto de los extraordinarios avances de las ciencias más punteras de la actualidad, como son la cosmología, la biología, la astrobiología, las neurociencias y la IA, entre otras. Ya hemos indicado también que esta problemática tiene varios ámbitos de reflexión, por lo que tenemos que proceder por pasos, para que las cuestiones no se mezclen y nos impidan llegar a conclusiones razonables. La investigación científica tiene sus propias leyes a la hora de considerar consistente y verdadera una afirmación científica. Por tanto, tenemos que dejar en manos de los científicos la determinación de la naturaleza científica y la verdad o no de las diversas teorías que homos presentado aquí. El problema está en que determinadas teorías cosmológicas que hoy día se proponen, no sólo no han sido todavía contrastadas con la realidad, sino que se parte del convencimiento de que quizás nunca podrán ser comprobadas experimentalmente, como lo reconocen sus propios defensores [44]. De esta forma, parecen poner en cuestión nada menos que su condición de tesis científicas. Es verdad que la ciencia tiene una dimensión teórica intrínseca e inevitable. Pero, para que una teoría sea considerada científica, tiene que poder ser falsada, contrastada con la realidad. De ahí que, si la naturaleza de estas teorías (supercuerdas, multiuniversos) se presenta, de entrada, como tesis no
  • 31. comprobables empíricamente, es lógico que surjan las dudas sobre su condición de hipótesis científicas; por lo que tendrán que ser consideradas como hipótesis metafísicas, con la especificidad, consistencia y legitimidad propias de la metafísica. Son, pues, los propios científicos los que tienen que dirimir la cuestión sobre la naturaleza científica o no de las tesis de los multiversos y las supercuerdas. Todas las tesis cosmológicas que pretenden deducir de ellas conclusiones anti-teístas, se basan en la hipótesis de un mundo autosuficiente que no necesita apelar a un principio divino trascendente. Pero esa tesis no es científica, sino metafísica. La ciencia no puede pasar de decirnos cómo funciona el universo, y no es competente a la hora de considerar si es o no contingente o necesario. Las tesis de L. M. Kraus y de todos los que quieren demostrarnos con argumentos científicos la autosuficiencia del universo para crearse y regenerarse a sí mismo de la nada, son de naturaleza metafísica, no científica. Es legítimo defender estas posturas, pero tiene que hacerse en su nivel, el metafísico, y no el científico. Por tanto, tiene que discutirse con argumentos metafísicos, no científicos. Notas: [1] SPUFFORD, Francis, Impenitente. Una defensa emocional de la fe, Madrid, Turner, 2014, p. 212. [2] Cfr. GARDNER, James, El universo inteligente. Una auténtica revolución: la inteligencia propia del cosmos, Barcelona, Edic. Robinbook, 2008, pp. 223 y ss.; HELLER, Michael, “Caos, probabilidad, y la comprensiblidad del mundo”, en SOLER GIL, Fco. J. (ed.), Dios y las cosmologías modernas, Madrid, BAC, 2005, pp. 158-176. [3] RUIZ, Rosaura/AYALA, Fco. J., El método en las ciencias. Epistemología y darwinismo, México, FCE, 1998 (2000)., p. 7. [4] “Nos hallamos en un umbral extraordinario, afirma R. Tarnas. No se necesita visión profética para reconocer que vivimos en uno de esos raros momentos de la historia, como el final de la Antigüedad Clásica o el comienzo de la Edad Moderna, que alumbraron, a través de gran tensión e intensa lucha, una transformación verdaderamente fundamental de los supuestos y principios subyacentes de la visión del mundo. En medio de la multitud de debates y de controversias que pueblan la escena intelectual, lo que se discute es nuestra comprensión básica de la realidad: el papel del ser humano en la naturaleza y en el cosmos, el estatus del conocimiento humano, el fundamento de los valores morales, los dilemas del pluralismo, el relativismo, la objetividad, la dimensión espiritual de la vida, la dirección y el sentido – en caso de haberlos- de la historia y la evolución. El resultado de este momento crucial de la historia de nuestra civilización es profundamente incierto. Algo está muriendo y algo está naciendo. Lo que está en juego es muy valioso, tanto para el futuro de la humanidad como para el de la Tierra”: R. TARNAS, Cosmos y Psique, Girona, Atalanta, 2008, p. 18. [5] Cfr. BUBER, M., ¿Qué es el hombre?, México/Madrid, FCE, 1949. [6] Cfr. SCHELER, M., El puesto del hombre en el cosmos (1928), Buenos Aires, Losada, 1938, 21; HEIDEGGER, M., Kant y el problema de la filosofía (1929), México, FCE, 1973, 175. [7] Cfr. KUHN, Thomas, The Structure of Scientific Revolutions, Chicago, University of Chicago Press, 1962 (trad. esp.: La estructura de las revoluciones científicas, México, FCE, 1971). [8] Cfr. .RUIZ, Rosaura/AYALA, Fco. J., El método de las ciencias. Epistemología y darwinismo, México, FCE, 1998/2000. [9] Cfr. POPPER, K. R., Lógica de la investigación científica, Madrid, Tecnos, 1951 (2ª: 1971); ANTISERI, Darío, Cómo se razona en filosofía, Madrid, Unión Editorial, 2013, pp. 71-96. [10] ANTISERI, D., o.c., p. 76. [11] AGASSI, J., Confusion between Physics and Metaphysics, en Id., Science in Flux, Dordrecht, Reidel, 1975, p. 272; cfr. ANTISERI, D., o.c., p. 75.
  • 32. [12] POGUE HARRISON, Robert, “Schrödinger sobre mente y material”, en GUMBRECHT, H. U. et alii, Mente y materia. ¿Qué es la vida? Sobre la vigencia de Erwin Schrödinger, Buenos Aires, Katz Editores, 2010, pp. 23-56; 24. [13] Cfr. Ibídem, pp. 24 y ss. [14] Ibíem, p. 41. [15] Ibídem, p. 44. [16] WATKINS, J., “Confirmable and Influential Metaphysic”, Philosophy, 1957, abril, p. 355 (cita tomada de D. Antiseri, o.c., p. 81). [17] Cfr. HAWKINS, S. (con L. MLODINOW), El Gran Diseño, Barcelona, Crítica, 2010. [18] Cfr. POPPER, K. R., “Retorno a los presocráticos”, en Id., El desarrollo del conocimiento: Conjeturas y refutaciones, Buenos Aires, Paidós, 1967; ANTISERI, D., o.c., pp. 97-113. [19] Cfr. BOHM, David, La totalidad y el orden implicado, Barcelona, Kairós, 1988 (6ª: 2008), p. 20. [20] Ibídem, p. 22. [21] Ibídem, p. 27. [22] Cfr. LINDKEY, David, Incertidumbre. Einstein, Heisenberg, Bohr y la lucha por la esencia de la ciencia, Barcelona, Ariel, 2008. [23] BOHM, D., o.c., p. 30. [24] Ibídem, p. 32. [25] Cfr. LUMINET, Jean-Pierre, La invención del Big Bang. En búsqueda del origen del universo, Barcelona, RBA, 2012; OSTRIKER, J.P./MITTON, S., o.c., cap. 3º. [26] Cfr. OSTRIKER, J. P./MITTON, S., o.c., cap. 5º. [27] Cfr. WEINBERG, Steven, Los tres primeros minutos del universo, Madrid, Alianza, 2009(2ª: 2013). [28] Cfr. BARROW, J.D./TIPLER, F.J., The Anthropic Cosmological Principle, Oxford, Clarendon Press, 1986; GALE, G., “El principio antrópico”, Investigación y Ciencia, 1982, nº 65, 93-103; ALONSO, J.M., Introducción al principio antrópico, Madrid, Encuentro, 1989; BEORLEGUI, C., La singularidad de la especie humana. De la hominización a la humanización, Bilbao, Universidad de Deusto, 2011, pp. 250- 259. [29] Cfr. OSTRIKER, J.P./MITTON, S., o.c., pp. 167 y ss.; GARDNER, J., El universo inteligente, o.c., cap. 6º. [30] Cfr. HAWKING, S., La historia del tiempo. Del Big Bang a los agujeros negros, Barcelona, Crítica, 1988; Id., El universo en una cáscara de nuez, Barcelona, Crítica, 2002; Id., La teoría del todo. El origen y el destino del universo, Barcelona, Mondadori, 2007. [31] Cfr. SUSSKIND, Leonard, El paisaje cósmico. Teoría de cuerdas y el mito del diseño inteligente, Barcelona, Crítica, 2007; KAKU, Michio, Hiperespacio, Barcelona, Crítica, 1996/2014; KRAUSS, L. M., Un universo de la nada, Barcelona, Pasado y Presente, 2013. [32] Cfr. GARDNER, J., o.c., pp. 140-141. [33] Cfr. BOJOWALD, Martín, Antes del big bang. Una historia completa del universo, Barcelona, Random House Mondadori, 2010, p. 15. [34] Cfr. KRAUSS, L. M., o.c. [35] Cfr. MONSERRAT, J., Hacia el Nuevo Concilio. El paradigma de la modernidad en la era de la ciencia, Madrid, Edic. San Pablo, 2010, p. 244. [36] Cfr. BOHM, David, La totalidad y el orden implicado, Barcelona, Kairós, 1988 (6ª: 2008). [37] Es la propuesta de D. BOHM, o.c., cap. 7. Cfr. MONSERRAT, J., “El problema del soporte física de la sensibilidad-conciencia”, en RODRÍGUEZ VALLS, Fco. (ed.), La inteligencia en la naturaleza. Del relojero ciego al ajuste fino del universo, Madrid, Biblioteca Nueva, 2012, pp. 101-118. [38] Cfr. SUSSKIND, L., o.c., ver págs. Donde hace esta crítica. [39] Cfr. PENROSE, Roger, El camino a la realidad. Una guía completa de las leyes del universo, Madrid, Debate, 2006, cap. 27 (creo que está citado ya); GARDNER, J., o.c., p. 140. [40] Cfr. sobre las tesis de Wheeler, ALONSO, J. M., Introducción al principio antrópico, o.c., pp. 555 y ss. [41] Cfr. GARDNER, James, El universo inteligente. Una auténtica revolución: la inteligencia propia del cosmos, o.c., pp. 233 y ss.
  • 33. [42] Cfr. HAWKING, S. (con L. MLODINOW), El gran diseño, Barcelona, Crítica, 2010. [43] Cfr. KURZWEIL, Ray, Cómo crear una mente. El secreto del pensamiento humano, Berlín, Lola Books, 2013. [44] Cfr. KAKU, M., Hiperespacio, o.c., p. 10. Santa Teresa y los libros de caballerías MJ / ¿Quien la aficionó a tan vano ejercicio? Fidel García Martínez. Era tan en extremo lo que en esto me embebía que, si no tenía libro nuevo no me parece tenía contento (Vida, 2, 1) Si la propia Santa no nos hubiese dejado esta confesión, nadie hubiese pensado que la gran autora de Las Moradas, de Camino de Perfección o de Exclamaciones del alma a Dios, hubiese dedicado muchas horas del día y de la noche a leer lo que algunos estudiosos ilustres teresianistas descalifican como: novelones fantásticos de aventuras amatorias. Es necesario tener en cuenta algunas elementales cuestiones relacionadas con los libros de caballerías y su importancia en tiempos de Santa Teresa, porque parte de su vida coincide con la Imperio de Carlos V, época en la que los libros de caballerías tuvieron un papel relevante para configurar, de alguna manera, la utopía nacional basada en la personalidad del Emperador, como paradigma de caballero cristiano en continuas aventuras guerreras para mantener la paz en su Imperio contra herejes y mahometanos, y a favor de débiles y desprotegidos. Lo libros de caballerías eran los preferidos en todas las clases sociales, desde los que vivían en grandes palacios, hasta los más humildes, así como militares de gradación o sencilla clase de tropa. Solo se necesitaba saber leer un poco y vivir los grandes acontecimientos mundiales culturales, políticos y bélicos de los que España era protagonista indiscutible y contra la que se levantaron desde el Papa hasta el Turco, pasando por Inglaterra, Francia Alemania. España era el imperio