Los efectos del Discipulado para la iglesia

Semana Nacional de Discipulado

Se dice que misiones es el corazón de Dios y particularmente creo
que este deseo se cumple en la iglesia por medio del discipulado. Sin
embargo hay que admitir, que no siempre le damos el énfasis que merece.

Este año hemos decidido abordar el tema para reflexionar al
respecto de su fundamento bíblico, que sin duda, al preguntarnos no nos
atreveríamos a negar que el discipulado es bíblico y necesario. No
obstante muchos de nosotros tendríamos dificultades para citar versos
bíblicos o argumentar alguna idea que no gire en torno al verso de la “La
Gran Comisión”. Al poner en nuestra agenda una serie de cinco
reflexiones no queremos decir con esto que todo está dicho o hecho al
respecto, sino despertarnos a la reflexión de que SER DISCIPULO Y
HACER DISCIPULOS ES LA ESCENCIA DE LA VIDA CRISTIANA.

Deseamos que recapitulemos la importancia de tener siempre
presente el fundamento bíblico del discipulado, que atendamos al tiempo
y espacio en el que Dios nos ha llamado a desarrollarlo, además de
considerar esta una función vital de nuestra vida cristiana.

Te invitamos a que puedas hablar del tema, hacer mesas de debate
en torno al tema y que estos materiales que hemos desarrollado te sirvan
para replantear tus perspectiva del discipulado.

Con aprecio.
Omar Galván
Líder Nacional de Juventud y Discipulado.


Título: Inspeccionando el discipulado.
Base Bíblica: Romanos 11:16
Objetivo: Hacer una comparativa entre el discipulado actual y el
discipulado bíblico.

“y si la raíz es santa, también lo son las ramas”.

Introducción:
Considere su estilo de vida hasta estos momentos, traiga a la
memoria aquel día en que decidió aceptar al Señor hasta exactamente
este día, con todas sus experiencias tanto buenas y malas, con sus
victorias y “caídas” Ahora, usted está aquí hoy considerándose “cristiano”
o hijo de Dios, un seguidor de Jesús, ¿qué ocurriría si el pasaje citado
fuera un aparato de Rayos “X”? ¿Qué sería lo que hoy descubriríamos? Le
diré, el resultado que obtendríamos corresponderá al proceso de
discipulado que usted ha estado siguiendo o, en su defecto, ese proceso de
discipulado que usted ha estado ignorando.

Proposición: El proceso de discipulado siempre deberá estar arraigado
en el concepto bíblico que Dios tenga del mismo.

I. El Discipulado es de Origen Divino.
El discipulado tiene un fundamento, tiene una raíz, un epicentro o
cómo usted lo quiera ver que siempre está ligado a Dios. El discipulado es
de Origen Divino, no es algo que se le ocurrió a ciertos hombres en una
reunión cálida entre amigos por la tarde; tampoco fue producto de un
concilio de teólogos. El discipulado fue y sigue siendo idea únicamente de
Dios, y esta gran verdad no se puede desasociar: “Discipulado cuyo origen
no es divino (Dios), no es discipulado”.

a) Es la herencia de Dios a las naciones.
Esto lo vemos expresado cuando Jesús dice “Id por todo el mundo y
haced discípulos”, antes de que él diera la “comisión” tuvo que haber
demostrado claramente de qué se trataba eso, y los evangelios dan clara
muestra y explicación de lo que se trata el discipulado. De manera que
podemos entender estas palabras de Jesús como una herencia que Dios
deja a las naciones. El legado de Dios para la humanidad es que todos
estemos dentro de un proceso denominado discipulado.


b) Sus principios están directamente unidos a Dios.
Recuerdo un pasaje de la Biblia en el que Jesús refiere que Él es la
vid. Es decir, el principio; si lo relacionamos con el pasaje central de esta
lección que dice que si la raíz es santa, también lo son las ramas,
obtenemos algo maravilloso: El discipulado trata de Él. Sus principios
están directamente relacionados con Dios, no lejanos o adyacentes, sino
directamente relacionados. La materia principal de esta “Universidad” de
la vida es precisamente Dios.

II. El Discipulado es Transformacional.
Es necesario pues, que cuidemos que el discipulado que
practicamos no sólo hacia otras personas, sino con nosotros mismos esté
arraigado en el concepto que Dios tiene del mismo, ya que el discipulado
es transformacional. Cuando Jesús estaba frente a sus discípulos, en el
contexto de la “Gran Comisión” dijo: “Enseñándoles que guarden”, en otra
traducción sería “Enséñenles a obedecer”; para poder responder en
obediencia a Dios se necesita transformación. Los mandamientos de Dios
están hechos para avanzar junto con ellos de acuerdo a la transformación
de nuestras vidas.

a) Es hacer efectivo el perdón y patentar el arrepentimiento.
La transformación de nuestras vidas no es posible sin el previo
perdón de Dios y el arrepentimiento. Pero el problema de muchos es el
mal entendimiento de estos conceptos tan vitales, y dicho se ve en la
práctica; la gente está más acostumbrada a vivir un ciclo de perdón-
pecado-perdón pero no avanza más de eso. Varios prefieren un sermón
duro, que le lleve a sentirse mal por su pecado y a la vez, un sermón
esperanzador que le lleve a sentirse animado a pesar de su pecado; y no
es que dicho esté mal, tiene que haber de estos dos tipos de sermones,
pero, si estamos hablando de estar en el discipulado tal cual Dios lo
concibe, la transformación de nuestras vidas no es postergable, no es
negociable y no es evitable. El Discipulado precisamente hace efectivo el
perdón de Dios, y nuestro arrepentimiento, evidenciándolo en la
transformación.

b) Es evidente.
Por ello es que alguien que se encuentra en discipulado es evidente,
se deja ver no que no peque, pero sí su lucha constante y transformación;
su perfeccionamiento. Aquella persona que continúa, a pesar del tiempo,


con los mismos hábitos, costumbres, pensamientos, actitudes, carácter
dominado por el pecado es una persona con crisis de discipulado, o ni
siquiera ha empezado ese proceso. Dice la Biblia, a como es la raíz, son las
ramas. Es sencillo, quien se está discipulando es alguien relacionado con
Dios, y tal relación, tal proceso es evidente en el resto de su vida.

III. El Discipulado es Atencional.
Otro aspecto de suma importancia, concebido en el concepto de
discipulado de Dios, es que tal proceso es atencional. Dicho en otras
palabras, el discipulado es un proceso de cuidados. No sólo se trata de
transformarse, sino de cuidar esa transformación, ese avance.

a) Es un análisis constante.
Dicha atención consiste en primera instancia en analizarse. La
Biblia aconseja tal acción, “examínense”, “pruébense”, etc. Cómo somos
éticamente hablando, cómo está nuestra moral, como es nuestra práctica
cristiana. ¿Realmente están funcionando? ¿Nos mantenemos firmes en la
fe? ¿Qué cambios está surtiendo mi relación con Dios? ¿Cómo he
avanzado respecto al último hábito nocivo que descubrí en el análisis de
la palabra? Este tipo de preguntas, y aún más, son las que debiéramos
constantemente estarnos haciendo, para cuidar nuestro proceso.

b) Es el contexto idóneo de la firmeza.
Hay un pasaje en la Biblia que viene a mi memoria en estos
momentos “El que cree estar firme, mire que no caiga” El discipulado es
precisamente ayuda a lo mismo, revisar la firmeza de uno. Estar en un
proceso de discipulado equivale a cuidado propio, no estar en dicho
proceso, equivale a descuido e ignorancia que sólo suponen una cosa:
retroceso (en la vida cristiana no hay estancamientos, se avanza o se
retrocede).

Conclusión:
Mi pregunta para usted es: ¿Está seguro, después de todo lo visto
hasta ahora, que está en un proceso de discipulado? Si su respuesta es
negativa, yo le invito a que se aproxime a este proceso que le cambiará la
vida, y que está para usted. Si su respuesta fue positiva ¿Qué tan eficiente
ha resultado para usted el discipulado? ¿Qué tan relacionado está con


Dios? ¿Cuánta transformación ha experimentado en su vida? ¿Está en la
fe, firme, saludable?
Recuerde: a como la raíz es santa, también lo son las ramas. Lo que
usted considere que es el discipulado será lo que practique; ¿Es bíblico su
discipulado?


Título: Los efectos del Discipulado para la iglesia.
Por Iván Álvarez
Efesios 4:12-14ª

Objetivo: Definir el discipulado como el proceso bíblico que Dios tiene
para la transformación de las personas.

Proposición: La esencia del discipulado es el perfeccionamiento del
creyente.

Introducción

Existe una vieja historia, breve y a mi parecer ficticia, que escuche alguna
vez, hace muchos años y que, con permiso del desconocido autor, he
retransmitido cada que la ocasión lo amerita, en los púlpitos en donde he
podido disertar la palabra de Dios. La historia dice más o menos así:
Cierta ocasión, el famoso pintor y escultor Miguel Ángel, caminaba con
sus seguidores, cuando de repente detuvo su andar y fijó su mirada en
una sola dirección, extrañados sus acompañantes, indagaron sobre que
era aquello que había cautivado tanto a su maestro, pero después de tanto
observar y pensar, no encontraron de que se trataba, pues lo único que
estaba frente a ellos era una simple roca, así que, sin más le preguntaron
al artista por qué miraba tanto dicho objeto, a lo que este respondió,
vosotros miráis sólo la roca, más yo miro la bella escultura que en ella
puedo crear.

Todo creyente al nacer de nuevo y formar parte de la familia de Dios está
llamado a crecer y desarrollarse, es contra naturaleza que esto no suceda,
sin embargo este proceso no siempre ocurre, y peor aún, ocurre muchas


veces, de manera inadecuada, sin la guía y el cobijo necesario. El
discipulado es pues el método y/o la herramienta de Dios para el correcto
crecimiento y desarrollo del creyente.

Discipular no es otra cosa sino el proceso mediante el cual un creyente se
convierte en discípulo, es decir, es el proceso mediante el cual este es
formado y moldeado conforme al carácter y la mentalidad de Cristo, de tal
modo que la esencia de Cristo se reproduzca en la iglesia. La diferencia
fundamental entre un seguidor y un discípulo es esta: El seguidor se
mantiene fiel, entre tanto no se le exija más y su fe no le haga perder su
comodidad, pero el discípulo está dispuesto a sacrificarse por la causa, a
darlo todo, cuando Jesús comenzó a enseñar la palabra, tal como es
muchos dejaron de seguirle, se quedaron con Él sólo los que de verdad
eran sus discípulos, la transición entre un tipo y otro de personas, tiene su
origen en el discipulado.

El discipulado como proceso bíblico y cristocéntrico genera efectos
deseables y saludables en la iglesia, que al carecerse del mismo, se
convierten en dañinos males para la obra de Dios.

1. El Discipulado capacita a la iglesia para servir. Todo cristiano
está llamado a servir, pero no se trata de servir por servir, las
exigencias del mundo moderno y los sofisticados esquemas de
ataque del diablo, demandan que la iglesia esté lo suficientemente
preparada para contrarrestarlos y para brindar un servicio de
calidad que permita potenciar el impacto de la iglesia, primero
hacia su interior y después hacia el exterior, en ese sentido, no
basta solo tener deseos inquebrantables de servir al Señor, sin


embargo tampoco basta “saber hacer las cosas”, para servir al Señor
con eficacia se requiere de ambas cosas, del conocimiento y de la
actitud necesaria, porque el que no sirve para servir, no sirve para
vivir, y es precisamente a través del discipulado que el cristiano
puede adquirir el conocimiento necesario, pero también,
desarrollar el carácter, la actitud, y la mentalidad requerida para
servir y ayudar a construir la vida cristiana de otros, hecho que
debe ser reciproco.
2. El discipulado genera una unidad especial. Jesús oró al padre
pidiendo que la iglesia fuera uno como Él y El Padre lo son, si El
Señor de señores, ocupó valiosos momentos de su oración para
abordar este tema, es porque la unidad de los creyentes es un
asunto de todo su interés y preocupación, no obstante, la oración
del Señor de los cielos no basta para que este hecho se haga
realidad, el discipulado permite al creyente obtener un
conocimiento real, no teórico, sino vivencial del Hijo de Dios que
como consecuencia ineludible, desarrollará en él una fe genuina,
cimentada y práctica que conducirá al cristiano a doblegar su ego y
su humanidad a la voluntad de Dios, y por ende a revestirse de la
humildad y paciencia necesarias para buscar la unidad y
compañerismo entre los hermanos; las divisiones y la falta de
sentido de pertenencia, se originan por la falta del conocimiento
real de Cristo, el discipulado, favorece que el creyente viva una
experiencia con el Espíritu Santo, no esporádica o momentánea,
sino permanente, que redunda en un estilo de vida de paz perdón y
sacrifico que no depende de circunstancias emocionales sino de la


fe no fingida que está depositada en el corazón de cada creyente,
cuando mutuamente, la iglesia se edifica y fortalece en dicha fe, lo
que la une no puede romperse, pues está es la victoria que vence al
mundo, nuestra fe.
3. El Discipulado desarrolla el potencial del creyente. Es una
verdad innegable que cada creyente ha sido bendecido con dones y
ministerios de parte de Dios para bendecir a otros, de tal forma que
como ya he dicho, la edificación sea mutua, sin embargo, se
distinguen 2 tipos de creyentes, el cristiano potencial y el cristiano
desarrollado, cuando hablamos de cristiano potencial, nos
referimos al cristiano que tiene mucho que dar en la obra, que
puede dar más de lo que ha dado siempre, que nunca alcanza a
explotar toda la capacidad que le ha sido dada por Dios, y que
transita su vida de servicio, cristiano, sin pena ni gloria, en la
medianía, contrario del cristiano desarrollado, que ha alcanzado
una estatura conforme a la voluntad de Dios, y aún anhela seguir
creciendo, estatura que se observa en la madurez que posee, siendo
lo suficientemente fuerte para soportar los sinsabores que se
presentan en el servicio cristiano y en el conocimiento y seguridad
profunda que tiene de los talentos que Dios le ha dado,
conocimiento y seguridad que lo llevan a dar cada día lo máximo y
un poco más en el uso de dichos talentos para la gloria de Dios y la
edificación d la iglesia; la diferencia entre uno y otro, radica en una
sola cosa: El discipulado.
4. El discipulado desarrolla una identidad sólida en el creyente.


El auge desmedido de las doctrinas heréticas y por ende del
cristianismo relajado y paganizado de nuestros tiempos no solo se
debe a la intensa e inteligente labor que dichos movimientos han
emprendido, sino también, y sobre todo a la falta de una identidad
Cristo-bibliocéntrica en muchos de los creyentes y más aún, en
muchos de los líderes y ministros de hoy, la escritura establece que
en los tiempos finales muchos se levantarían para engañar, si fuera
posible aún a los escogidos, que esa posibilidad se convierta en un
hecho real depende, otra vez, de una sola cosa: El discipulado, pero
no hablo de una mera enseñanza repetitiva y discursiva, sino
práctica y aplicativa al contexto real, mediante la cual, el cristiano,
conozca, entienda y comprenda qué cree, cómo lo cree y porqué lo
cree, sin caer en un espíritu de religiosidad y dogmatismo
enfermizo, sino con una mentalidad crítica y analítica que no
traslape su fe, sino que al contrario, la fortalezca y permita al
creyente discernir lo que viene verdaderamente de parte de Dios.

Conclusión
El discipulado construye la iglesia, una iglesia sólida, que puede soportar
los embates del diablo y del mundo moderno, que tiene una identidad
definida, que marca diferencia, que está dispuesta a servir, que se edifica
mutuamente, que está convencida del enorme poder que el Señor le ha
dado y lo usa para su gloria.


Título: Conociendo el corazón de Jesús.
Base Bíblica: Juan 14:6
“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie
viene al Padre, sino por mí.”
Objetivo: Definir el discipulado como el proceso bíblico que Dios tiene
para conocerlo personalmente.

Introducción: El discipulado está diseñado para conocer a Dios, para
llegar hasta su “corazón”, entiéndase esto entonces como una evolución
de nuestras vidas. Dicha evolución puede ser explicada a manera de
metáfora o figura con el desarrollo fisiológico de la persona. Uno empieza
de forma embrionaria hasta llegar a un punto clímax (adultez); pero dicho
desarrollo es un proceso que consta de diversas etapas, etapas destinadas
a conocer personalmente a Dios.

Proposición: Conocer a Jesús es un proceso gradual y no tan solamente
un evento superficial.

I. Infancia.
Si tuviéramos frente a nosotros a un infante ¿Qué pensaríamos de él? Le
diré lo que yo pensaría: Pensaría que es una criatura que apenas está por
descubrir el mundo, pero, a pesar de que está por descubrirlo ya se
mueve en tal, y se mueve ignorando casi todo de él. Por lo tanto, lo
segundo que pensaría es que ese niño necesita urgentemente educación,
tutores que puedan irlo familiarizando poco a poco con el mundo, como
es, como se camina en tal, como se piensa, etc. Lo tercero que pensaría, es
que sería casi un asesinato dejarlo sólo; ese niño depende de alguien.

a) El criterio cristiano recibe su primera formación.
Cosa similar sucede en la vida cristiana. Cuando nosotros “entramos” a la
fe no conocemos nada de este nuevo y maravilloso mundo y manera de
ver las cosas, entramos al Reino de Dios ignorándolo todo. Es
precisamente en esta etapa, donde nuestro criterio recibe la primera
formación (criterio es la capacidad que tenemos para opinar, decidir o


incluso emitir un juicio de valor sobre algo, alguien o caso determinado
que se presente), esa formación se da en forma de “reglas”, o, traducido,
conocemos los mandamientos de Dios. La primer forma en que
conocemos a Dios es a través de sus mandamientos.

b) Es la etapa donde te enseñan cómo conducirte.
En esta etapa nos enseñan a conducirnos. De hecho la Pablo en Romanos
dice, respecto a los mandamientos, que estos son necesarios entre tanto el
“heredero” es un niño. Aquí nos dicen por ejemplo un rotundo “No
matarás”, o encontramos un innegociable “sin santidad NADIE verá al
Señor”. Todas estas “Reglas” o mandamientos nos irán conduciendo en el
Reino de Dios y/o nuestra manera de conducirnos como Discípulos de
Jesús en medio del mundo que nos rodea. A su vez, los mandamientos
tienen un fin: acercarnos más al corazón de Dios.

II. Adolescencia.
Como todo, hay que crecer, hay que ir avanzando. Llega la “adolescencia”
en cuanto a la cercanía con Dios y en nuestro desarrollo como hijos suyos
o discípulos de Él. En la infancia las reglas nos sirven hasta ciertos casos;
usted revise los casos y asuntos que se dan actualmente y verá que la
Biblia pareciera no tratarlos, sin embargo, estos casos se han de resolver
con principios. Cuando hablo de principios hablo de la concatenación
(suma) de: “Palabra de Dios, Espíritu Santo y Carácter de Dios”. Un infante
está en casa todo el tiempo, un adolescente ya no tanto, empieza a
moverse sólo, y en ese devenir es que empieza a aplicar lo aprendido, más
lo visto en sus padres. El Discípulo no todo el tiempo está aprendiendo
reglas, también, llega la hora de que empiece a desarrollar lo que va a
aprendiendo del carácter de Dios.

a) Es más independiente en el mundo, pero dependiente de
Dios.
Con esto quiero decir, que va negándose a lo que él había aprendido y
consideró bueno, para aprenderlo aún mejor: Lo que aprendió del mundo,
y lo que creyó que aprendió de Dios. La dependencia de Dios tiene que ser
más notoria. Recuerdo a Pedro cuando dice (2ª Pedro 1:3,4) que los
creyentes “participan de la naturaleza divina”, de esto se trata, de que
poco a poco empecemos a participar de las cualidades de carácter
perfectas que hay en Jesús. Esto es discipulado, para conocer ese carácter,
hay que estar relacionados con Dios.


b) El carácter de Dios empieza a ser un modelo de vida.
Un ejemplo, las personas que conocen a mi padre biológico siempre dicen
que me parezco en ciertos rasgos a él, pero también, que nuestro carácter
y el de él tienen ciertas similitudes. ¿De dónde cree que se origine esta
similitud? No se dio por ósmosis, o en el vacío, se dio por lo años de
relación que llevé con él en casa, en la iglesia, jugando, comiendo juntos
en la mesa y todas aquellas experiencias. Cuando usted vive su infancia
con Dios (metáfora), está realmente adquiriendo el carácter de Dios que,
llegada la adolescencia, se notará y, en esta etapa ese carácter debiera a
empezar a formar y ser su modelo de vida.

III. Adultez
La Biblia señala esta etapa: “estatura perfecta” “plenitud”, etc. Quisiera
comentar lo siguiente: No se trata de que las otras etapas ya no nos
servirán, es decir, las reglas dejan de ser, el carácter deja de ser; NO.
Siempre estarán ahí, pero, la idea de todo esto es que avancemos
precisamente hacia este punto: El Corazón de Dios. Una persona que no
sigue reglas ¿Conocerá el corazón Perfecto y Santo de Dios? Una persona
que no entiende y conoce el carácter de Dios ¿Conocerá su corazón?

a) El corazón de Dios es la autoridad máxima.
Aquí el corazón de Dios es la autoridad máxima de nuestras vidas. Cuando
usted ve la vida de Pablo, considérela, ¿qué ve? Le diré lo que veo, un
Pablo en constante diálogo con Dios a través del Espíritu Santo. Así como
usted me lee, o escucha esta enseñanza, Pablo oía a Dios, Pablo oía el
corazón de Dios y, no me dejará mentir, ese corazón constituía su
autoridad máxima. En otros términos, podemos entender esto como
llegar a la Plenitud. Es decir, ya no estamos a la tangente de Dios, estamos
EN Dios y CON Dios.

b) El conocimiento de la voluntad de Dios no es desconocido.
Aquí la voluntad de Dios ya no es tan desconocida para nosotros como al
principio. Sabemos qué es lo que quiere Dios de nosotros, de nuestros
semejantes y del mundo que nos rodea. Somos capaces de “alimento
sólido” como Dice Hebreos 5:11-14, tenemos desarrollada esa “capacidad
de distinguir entre lo bueno y lo malo, pues nuestra facultad de
percepción espiritual ha sido ejercitada”. ¿No le dan ganas de llegar hasta


este punto en su vida? Métase al discipulado tal cual lo percibe Dios.
Conozca el corazón de Dios.
Conclusión: Retomando el versículo, nadie, nadie, nadie puede llegar a
este nivel en su vida sin antes conocer a Jesús. Él es el camino, y nadie
conocerá el corazón de Dios, si no es a través de Él. Para esto es el
discipulado, para ayudarnos gradualmente a conocer a Dios.


Título: Búsqueda Creativa

Base Bíblica: Juan 14:12 NVI
“Ciertamente les aseguro que el que cree en mí las obras que yo
hago también él las hará, y aun las hará mayores porque yo voy al
Padre”

Objetivo: Definir el discipulado como un proceso que puede
efectuarse de múltiples formas.

Proposición: El discipulado es adaptable a tiempo, forma y espacio.

Introducción. El discipulado consiste de un proceso vivo, dinámico y
espiritual que tiene lugar en medio de un contexto determinado. No es
posible realizarlo dentro de un ambiente controlado, por el contrario se
realizara siempre en el contexto del discípulo y este siempre influye,
condiciona y afecta todo el proceso educativo. La educación es lo más
opuesto a un proceso rígido o predeterminado. Vamos a explorar las tres
razones por las que es así y a plantarnos el reto de adecuarnos como
Cristo lo hizo a fin de lograr nuestro objetivo, DISCIPULAR.

1. El discipulado se realiza con personas. En apariencia esto es
algo lógico, sin embargo nuestros esfuerzos de discipulado manifiestan lo
contrario. Cada persona es un ser único, singular e irrepetible. Así que
cada discípulo nos presentará sus propios desafíos, retos luchas y
necesidades. El Salmo 139:15-17 nos muestra a Dios creando a cada
persona de forma específica. Esta singularidad y variedad en las personas
es un regalo y una bendición de Dios.
2. Cada Persona se mueve dentro de un contexto que, lo
aceptemos o no influye ya afecta el discípulo y su respuesta al Señor.
Estas diferencias no son únicamente geográficas o de edad. Dentro de un
“mismo entorno” encontramos diferencias de contexto sustanciales. En un
mismo grupo de clase o iglesia, cada persona vive en un contexto
diferente en los ámbitos de relación familiar, desarrollo social, intelectual
y económico, diferencias en el estado de salud y disposición y
disponibilidad para responder al discipulado


3. El discipulado es algo sobrenatural que sólo Dios puede llevar
a cabo. Dios trabaja en las personas con su propio calendario y acorde a
su soberana voluntad. Esto es muy significativo ya que Dios puede
producir el proceso educativo en la vida de una persona, usando agentes
humanos, sin la intervención de ellos o a pesar de los agentes humanos.

La variedad es mostrada constantemente en la Escritura. Tenemos
cuatro evangelios, que nos presentan cuatro diferentes matices de la
persona de Jesús. El apóstol Pablo enfatiza esta variedad dentro del
cuerpo, y afirma que esta variedad es premeditada y señala que es el
Espíritu Santo que ha repartido los diferentes dones como bien le ha
parecido (1Corintios 12:4-11). Jesús trato de forma personalizada a cada
uno de sus discípulos y personas que encontró a lo largo de su ministerio.

La implicación de todo esto es que cada persona tiene su propia
idiosincrasia e historia personal. Hay en cada persona un conjunto de
factores múltiples que condicionan y hacen diferente la respuesta de cada
uno. Los más básicos a considerar serían:

Trasfondo familiar. El clima espiritual de la familia y las
circunstancias familiares pasadas y presentes afectan la vida del discípulo
y consecuentemente su respuesta al Señor.
Sus deseos, frustraciones, logros y expectativas.
La imagen que tiene de Dios. Esta puede ser distorsionada, basada
en conceptos e ideas falsos, sin embargo condicionar su respuesta y
relación con Dios.
Su experiencia con el pecado. Problemas pasados resueltos o no
pueden traer sentimientos de culpa o angustia al discípulo. Así mismo en
el presente podrían producirle frialdad, aislamiento o incapacidad de
mostrarse sensible a las exigencias de Dios.
Necesidades profundamente sentidas o no sentidas. Muchos
discípulos tienen auténticos problemas en cuanto a su identidad,
propósito, sentido, valor personal y otros aspectos. Muchas de las veces
estas necesidades no son percibidas si quiera por ellos mismos y si son
conscientes la mayor parte del tiempo no saben cómo enfrentarlas.

El propósito de poner estas consideraciones delante de nosotros es
para reflexionar y admitir que el discipulado debe ser adaptable y flexible
en su forma, manteniendo siempre el contenido que es el Evangelio que


Cristo enseño a los apóstoles. Piensa en esto. ¿Existe, acaso una sola talla
de ropa para vestir a todas las personas del mundo? Imagínate por un
momento recorriendo todas las tiendas y encontrar únicamente una sola
talla de ropa. Así de ilógico resultan nuestros esfuerzos al tratar de
discipular en serie. Los programas educativos son buenos pero no son lo
más determinante en el verdadero discipulado bíblico. Todas las personas
necesitan ser discipulados, al igual que hay necesidad de vestido, sin
embargo cada uno usa un talla diferente.

Para caminar hacia un discipulado creativo debemos considerar lo
anterior y evitar algunos peligros y errores que hemos cometido al
discipular. Si consideramos estos peligros eso nos dará la oportunidad de
identificarlo, enfrentarlos y superarlos. Debemos evitar ser extremistas
en nuestro discipulado. Generalmente se dan dos extremos.

El primero es concentrarnos excesivamente en las relaciones,
enfatizar el aspecto personal y humano del proceso educativo.
Al caer en este extremo olvidamos que el discipulado debe
tener objetivos bíblicos, un contenido y una metodología.
Relacionarse es una herramienta pero no es constituye el
discipulado en sí.
El segundo es hacer excesivo énfasis en los aspectos técnicos
del discipulado. En este el problema es que estamos más
enfocados en los objetivos, planes, contenidos, métodos de
evaluación y otras cosas que nos olvidamos de la importancia
de la relación entre el discipulador y su discípulo. Debemos
buscar el equilibrio entre el lado técnico y humano del
discipulado.
El tercero es el no ver a la persona integralmente.
Generalmente lo único que vemos son lamas que necesitan ser
salvas y olvidamos otras dimensiones que los discípulos tienen
de su personalidad. Son seres emocionales, intelectuales,
sexuales, sociales, miembros de una familia, ciudadanos
etcétera. No debemos olvidar que la salvación implica una
redención y transformación de toda nuestra personalidad,
afecta íntegramente nuestras personas. Los problemas
emocionales de un discípulo tienen repercusión sobre el
aspecto espiritual y social. Estos efectos pueden ser tan
variados como las personas pero sin duda existen.


Cuarto, el peligro de que la forma se imponga a la función. La
forma de cualquier objeto ha de estar necesariamente
determinada por a función que realice. Los mexicanos somos
desafortunadamente celebres por usar las cosas para lo que no
fueron creadas. Con el tiempo las formas se fortalecen y se
tiende a confundirlas con las funciones. En el discipulado
debemos esforzarnos para no confundir la función de educar
con la forma. Por ejemplo la Escuela Dominical es una forma
que puede ayudar a cumplir la función del discipulado. Para
esto hay que evaluar constantemente las formas en razón de la
función y si no están cumpliendo su propósito modificarse o
cambiarse.

Tal vez iniciaste esta reflexión esperando escuchar otra forma,
método o material para el discipulado. Sin embargo al proponer
específicamente alguna de estas, caeríamos precisamente en lo que
estamos seguros debe ser cambiado. Creemos que Dios ha repartido
dones y capacidades a cada uno de sus hijos. La idea de este
material es invitarte a la reflexión y que consideres si la forma que
has usado hasta ahora para discipular a otros es la única posible. Tal
vez estas usando la forma con que te ayudaron a ti, pero recuerda tu
discípulo no eres tú, ni tú, tu discipulador.

Jesús Dijo: “Vayan y hagan discípulos…” pero no dijo cómo. Hay que
enseñarles que guarden las cosas que él nos mando guardar y que
se bauticen, pero no nos dice como. El verso en el que iniciamos
dice que cosas mayores que las que Él hizo haríamos tú y yo, y creo
sin duda que no solo se refiere a señales y milagros, sino también en
la creatividad para cumplir la “Gran Comisión”.


Título: Visión Profética

Base Bíblica: 1ª De Juan 2:17

Objetivo: Definir el discipulado como un proceso de visión trascendente.

Proposición: El discipulado consiste en caminar hacia la visión que Dios
desea que alcancemos.

Introducción
Muchas veces cuando tenemos herramientas perdemos el enfoque
bíblico, y sí, estamos suponiendo que podemos tener herramientas que no
necesariamente son bíblicas para desarrollar el discipulado. Así que para
seguir en franca mejoría en el trabajo que Cristo nos encomendó es
necesario recordar y poner como fundamento de nuestra practica lo que
dice la Escritura. Por lo tanto en este estudio vamos a ver los
fundamentos bíblicos del discipulado.

1. ¿Qué es un discípulo? Es importante señalar que la palabra
discipulado no la encontramos en la Palabra. Encontramos
discípulo y hacer discípulos. Por lo tanto vamos a partir de saber
que es un discípulo y luego entender como se hace uno.

El NT nos muestra que Jesús inicia su ministerio llamando sus
discípulos, sin embargo es únicamente en los evangelios y el libro de los
Hechos que encontramos este término. También podemos notar que los
evangelios refieren que Juan el Bautista tenía discípulos (Mt. 9:14),
también entre otros líderes religiosos se menciona que había discípulos
(Jn.9:28 y Mc. 2:18). Esto es importante porque Él toma un concepto que
ya existía, y durante su ministerio lo va cambiando, y moldeando hasta
llegar a lo que Él quería lograr.

Por eso vamos a ir al libro de Hechos para definir lo que es un discípulo, y
así ver cómo terminó el concepto. Todos los creyentes eran los discípulos.
Todos los santos, los salvos, los hermanos, eran los discípulos.


“Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y
ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían
todas las cosas en común”. Hechos 4:32.

“Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron:
No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las
mesas”. Hechos: 2.

“Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se
multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los
sacerdotes obedecían a la fe”. Hechos 6:7.

¿Es usted salvo? Entonces usted es un discípulo de Jesús.

Si nos vamos atrás, a los Evangelios, uno puede encontrar que hay incluso
discípulos que no eran salvos, como Judas. Sin embargo luego del
ministerio de Jesús, Su muerte y resurrección y la venida del Espíritu
Santo, los discípulos son los santos.

“Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos; pero
todos le tenían miedo, no creyendo que fuese discípulo”. Hechos 9.26.

“Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a mucha
gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en
Antioquía”. Hechos 11.26.

Es de suma importancia notar que de acuerdo a estos pasaje el ser
discípulo no depende la aprobación de la gente, ni siquiera de tiempo en
el caminar de la vida cristiana, es creer en Cristo el requisito
indispensable para ser discípulo y posteriormente ser reconocido como
cristiano.

2. ¿Cómo se hace un discípulo?

A veces tenemos la idea de que hacemos discípulos discipulando, pero
no es así en la Biblia: hacemos discípulos a través del evangelismo.


“Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer
muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que
permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de
muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. Hechos 14:21-22.

El resultado del evangelismo bíblico, es un discípulo. Llamamos a
los hombres al arrepentimiento y la fe. Les predicamos sobre una
conversión: dejar de seguir el pecado para seguir a Cristo. Entonces si la
persona toma la decisión, se convierte a Cristo y pasa a ser un nuevo
convertido: un discípulo.

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Mateo 28:19-20.

“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.
Marcos 16.15.

El bautismo y la formación vienen luego de que se hacen los discípulos,
como el primer paso de fe y como la ayuda para el crecimiento espiritual
respectivamente. Cuando nos centramos en la metodología y olvidamos el
enfoque bíblico sólo nos interesa lograr números y conversos. Ante esta
perspectiva bíblica el reto es mirar a los nuevos convertidos como seres
humanos perfectibles y ayudarles en el proceso.

3. ¿Qué es el discipulado?

Este es un término que no aparece en la Biblia, sino que nosotros lo
hemos inventado para referirnos a algo, pero es muy importante definir
bien esto para no confundirnos. Tenemos que verlo desde una
perspectiva bíblica. Para eso usaremos dos versículos claves que nos lo
aclaran bien.
“El discípulo no es superior a su maestro; mas todo el que fuere
perfeccionado, será como su maestro”. Lucas 6:40.

El discipulado es el proceso de llegar a ser como el maestro.


Obviamente, para empezar el proceso tiene que haber una conversión.
Un incrédulo o un falso convertido no está en el proceso de llegar a ser
como el maestro. Primero tiene que nacer de nuevo.

Viendo el concepto desde la perspectiva bíblica entonces cabe
hacernos algunas preguntas sobre la forma en que manejamos la práctica;
por ejemplo:

• ¿Cuándo es que estamos en el discipulado? ¿Será sólo cuando nos
reunimos para estudiar la Biblia en un grupo? ¿Es únicamente cuando nos
juntamos para orar juntos y revisar el material que tenemos? ¿O más bien
el discipulado es toda nuestra vida?
• ¿Quién es el maestro o “discipulador”? ¿Será el tutor que nos asignan en
la iglesia para que nos dirija en el estudio del material? ¿O el amigo que se
reúne con nosotros para aconsejarnos con la Biblia? ¿O la persona que
enseña desde el púlpito? ¿O más bien será Cristo el Señor, mientras que
todos acá somos sus discípulos?

¡Debemos utilizar palabras y términos correctos para comunicar bien los
conceptos bíblicos!

El discipulado se refiere entonces básicamente a la vida cristiana. El
maestro es Jesús y todos nosotros sus discípulos. El concepto está en
todas las epístolas de Pablo, aunque no se mencione el término discípulo
o hacer discípulos, porque este es el proceso de llegar a ser como Cristo.

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen
hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el
primogénito entre muchos hermanos”. Romanos 8:29.

Uno que se convierte es sellado con el Espíritu Santo, y queda
predestinado para llegar a ser como Cristo. Este proceso inicia con el
nuevo nacimiento y terminará cuando Dios lo conforme a la imagen del
Señor. Y esto es el discipulado.

El discipulado es el proceso de llegar a ser como Cristo Jesús.

“Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que
Cristo sea formado en vosotros”. Gálatas 4:19.


Pablo estaba ocupado en la formación de los discípulos. El crecimiento de
los creyentes es el discipulado. Entonces uno puede ayudar a otros a
avanzar en este proceso. Hay discípulos maduros, y hay discípulos
inmaduros. Hay hermanos que crecen más rápido que otros, pero todos
son discípulos.

No debemos hablar de un grupo de personas especiales dentro de la
iglesia que “son los discípulos” sólo porque se reúnen a estudiar un
material. Todos los santos, aún los que sólo llegan los domingos a recibir
la Palabra de Dios y compartir un poco, son los discípulos. La meta del
discipulado entonces es ser como Cristo, es ser conformado a la imagen
del maestro. ¿Cuándo llegaremos a esto?

“Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena
obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Filipenses 1:6.

Dios nos perfeccionará en el arrebatamiento (1Tes. 4.13-18), que también
es la resurrección corporal (1Cor. 15.51-58).
Así que no podemos caer en el error de pensar que ya terminó el
discipulado sólo por haber cursado a través de todo un sistema de estudio
bíblico. Es una equivocación pensar que terminar el uso de una
herramienta termina el proceso de discipulado. Terminaremos el
discipulado en el arrebatamiento o el día de nuestra muerte (lo que
ocurra primero).

Entonces, ¿cuál es la meta hoy? La tarea es ser discípulos y hacer
discípulos. La meta práctica para el día a día es crecer. Tenemos que
crecer un poco más cada día, cada mes, cada año. De esto se trata la lucha
del cristiano. Y en tanto que estamos en ese proceso de crecimiento diario
tenemos el deber de evangelizar. Algunos van a crecer más rápido que
otros, y habrán temporadas en que vamos a crecer más rápido y otras
más lento.

¿Cómo es la dirección de su vida? ¿Está en el proceso del discipulado?
¿Está creciendo? Cada uno lleva su ritmo y hay que esperar para ver el
crecimiento. Algunos van a comprometerse más que otros, pero cada uno
debe crecer. Pablo sabía que no lo había alcanzado aun, Filipenses 3:7-14.


De eso trata la vida cristiana: convertirse a Cristo y conformarse a
Cristo. En el libro de Efesios Pablo nos deja instrucciones claras con
respecto a la vida en Cristo. Uno de los pasajes en donde sintetiza el diario
vivir de la iglesia contiene todos los elementos que hemos visto sobre el
discipulado:
“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los
santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo,
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la
plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que
para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que
siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la
cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido
entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la
actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir
edificándose en amor”. Efesios 4.11-16.

En conclusión

¿Qué es un discípulo? Es un seguidor de Cristo, un convertido, un
salvo. Todos los hermanos somos los discípulos.
¿Cómo se hace un discípulo? A través del evangelismo.
Evangelizamos para hacer seguidores de Cristo.
¿Qué es el discipulado? Es el proceso de llegar a ser como el
maestro, como Cristo Jesús.

Entonces nos debe quedar bien claro que el discipulado abarca toda la
vida, desde nuestra conversión (nuevo nacimiento) hasta que Cristo
venga por nosotros y nos perfeccione. La meta de hoy es crecer un poco
más, y mientras lo hacemos cumplimos con la gran comisión anunciando
a otros las buenas nuevas.

“Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y
Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad.
Amén”. 2Pedro 3:18.

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