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Apariencias
I
“Está desierto el jardín;
las avenidas se alargan
entre la incierta penumbra
de la arboleda lejana”
(Rimas, de la obra poética de Juan Ramón Jiménez)
En la avenida más transitada de la ciudad, bombillos iluminados en demasía
hacían una hilera de faroles eléctricos. Los semáforos agrupaban largas filas
de carros cuyo paisaje en derredor eran moles de cemento. Carlos encendió el
radio de su carro para escuchar las noticias del día, era un método: tenía para
distraerse del tráfico que a muchos les causaba hastío. Las noticias no tenían
nada interesante; al contrario de ello, era la repetición de lo que ya habían
anunciado horas atrás, simplemente cambió de emisora para oír algo distinto
de lo que constantemente estaban divulgando en el día.
Enseguida apagó su equipo mientras la hilera avanzaba como un reloj de
arena. Miraba a todas partes, era manifiesto que el objetivo de todos era
llegar a sus casas a descansar. Mientras unos se aferraban a la bocina de su
automóvil para indicar que los demás tenían que avanzar más velozmente; El
yerro ahí es de los conductores; en efecto el claxon no logra que los carros
avancen rápidamente, o se eleven encima de otros. Carlos no estaba inquieto,
estaba tranquilo, irritarse no le ayudaría a agilizar el desfile vehicular.
Llegó a su casa. Estaba cansado no por el trayecto para llegar a su morada,
sino por la jornada laboral: siempre lo dejaba extenuado. Se sentía satisfecho
por lo que había realizado en su jornal. En esos momentos de agobio su
pasatiempo era colocar un disco de vinilo de música clásica. Salir al balcón su
lugar favorito. Era un aficionado por los muebles antiguos, en su mirador
tenía una mesa fumador Sheraton café, al instante se sentó en su silla.
Extrajo de la chaqueta su pipa, mientras la encendía para exhalar el olor de
su Virginia dulcemente natural. Al fondo se apreciaba un nocturno en do
sostenido menor. Al observar una avenida cuya localización estaba cerca de
su casa, sus ideas se organizaban de tal modo que él alejaba todo lo
“interesante” que había ocurrido en el día. Verbi gratia, los chimes que se
habían escuchado de una persona, o simplemente una promoción de vendedores
para atraer al cliente.
Tal vez estarás preguntando: ¿Acaso no es fatua esa forma de proceder?,
nuestro protagonista sabía que las murmuraciones que se dan versus una
persona sólo atrae en su momento, pronto las personas olvidan ese comentario:
se vuelve a mencionar de nuevo, simplemente queda desplazado en la
indiferencia haciendo inapetente ese cotilleo; asimismo vuelven a crearse
acontecimientos nuevos. Para Carlos, hacen parte de la existencia humana;
pero no quería era que lo “interesante” ocupara su mente.
Hemos hablado sobre crear acontecimientos nuevos y era precisamente lo que
Carlos quería: ¡Algo nuevo! Él recordó que pronto serían las vacaciones de
la universidad. Le gustaba ir a sitios nuevos a los que él no conocía; per hoc,
en esta ocasión quería ir a algún sitio que le enseñara el significado del
desaprender. Cuando el nocturno estaba llegando a la tonalidad de re bemol
mayor, su mente evocó desde lo más recóndito un verso que había aprendido
desde su infancia.
…Su belleza, algo exótica, ponía
aspavientos en ojos campesinos.
Remembró que es la poesía de Luis Carlos López; en la escuela de su
villorrio la repetían una y otra vez. Volvió a mirar el humo de su tabaco,
lograba ver en la fumarada árboles frondosos, rememoraba el trinar de los
pájaros, música que ningún instrumento logra nivelar.
Sólo un sitio le ensenaría lo que él estaba buscando, decidió ir pues a ese
lugar. Esperó el tiempo necesario para finalizar su semestre académico,
arreglar su equipaje y pasar toda la temporada en dicho lugar.
II
El que, como yo, ha vivido mucho tiempo en el campo, sabe que el hombre de
campo, rudo en apariencia, suele estar lleno de finura para todo lo sutil que lo
rodea: nubes, flores, pájaros, aires, luces, agua. Tales hombres ciudadanos,
comerciantes, escritores, oficinistas, casineros son quienes creen que es menos varonil
espresar estos sentimientos. Cuando se ponen frente a frente este hombre de la
ciudad y aquel del campo, el hombre del campo parece tímido, débil, infantil ante la
jactancia vacía del hombre falso ciudadano.
(Rimas, de la obra poética de Juan Ramón Jiménez)
Al salir de la ciudad, Carlos tenía que recorrer muchos pueblos pintorescos,
para llegar a su destino. Al llegar al último pueblo tenía que hacer un desvío
por un camino de herradura, angosto y no había señales para indicar si existía
una curva peligrosa o un descenso. El relato nos indica una carretera en mal
estado, ¿cómo habría llegado al sitio que tanto anhelaba?, su única guía era el
ojo humano, él había pasado una temporada larga en su niñez y conocía el
camino como su tabaco. Ese lugar parece desolado y lleno de higueras, ¿por
qué encontraba bello ese camino?
Manejando en carretera se necesita estar concentrado en el asfalto. En aquel
lugar ocurría todo lo contrario. Se podía observar las colinas con sus árboles
frondosos que irradiaban un color verde, cuyo brillo era más fuerte y cálido
que una piedra preciosa. A medida que se adentraba en la espesura de ese
lugar, un cielo azul resplandecía con el color del lago. Decidió bajarse del
carro para estirar sus pies, se sentó sobre un pequeño precipicio que le
permitía ver las aguas de la laguna que oscilaban entre el gris y el azul, esta
vista le proporcionó un sosiego inefable. En su horizonte y al lanzar
pequeñasrocas apreciaba pequeñas islas.
Sabía que dentro de unos minutos llegaría (el viaje como has de suponer era
largo); desde luego eso no le importaba, lo que él realmente necesitaba era
comprender a cabal la siguiente frase de Heidegger: “los hombres actuales sólo
podemos aprender si a la vez desaprendemos.” No sólo era su comprensión
hermenéutica; también quería ponerlo enpráctica.
Al estar en la entrada de la casa, se dio cuenta que era diferente a las demás,
porque la mayoría están a la vera del camino. Lo que le llamaba la atención
era el pequeño sendero que había antes de llegar a ésta, tenía pequeños postes
cercados con alambres para contractar la arboleda que acompañaba la senda.
Al divisar la morada anotó que sus dueños tenían una huerta organizada con
árboles frutales, cercada con muros de contención. Al estacionar su carro, los
dos escalones de traviesas le dieron la bienvenida al forastero, a medida que se
acercaba detalló que tenía curvas y algunas esquinas secretas: no se sentía
ningún aire de misterio. Todo esto brindaba un ambiente acogedor por su
jardín y la entrada al lugar.
Carlos percibió desde lejos un aroma de colores blancos lechosos agrupados en
racimos y estaban acompañadas de tonalidades púrpura en las flores. Le
recordaba que detrás de todo eso, habían espinas que se encontraban en cada
flor, cuyo significado era la vida celeste que cada ser lleva; representa todas
las luchas que se llevan a cabo y al superar aquellas conflagraciones que son
necesarias para todo aquel que ha aceptado su papel en el mundo; emana su
dulce aroma.
El arte de la paciencia es un elemento esencial si se quiere hacer un cultivo de
celindas. Estas flores aromáticas se adaptan bien a cualquier tipo de suelo
junto con su potencial de hidrógeno. La pregunta que aparece es: ¿por qué se
habla del “arte de la paciencia” si se adaptan a cualquier tipo de suelo? In
primis, por el suelo ideal: sería una mezcla equilibrada de arcilla y materia
orgánica, también se ha de tener en cuenta que el suelo esté bien drenado, donde
no existe riesgos de encharcamientos. In secundis, no se requieren grandes
cantidades de agua, la cual sí se debe regar con cierta regularidad; empero, su
riego debe ser lento, en profundidad y no demasiado frecuente. Además, se
necesita una buena capa de abono orgánico para ayudar a mantener la
humedad en la tierra y evitar la pérdida de agua por evaporación durante días
de mucho sol, calor o viento.
Los que habían contribuido al cultivo de celindas, antes que nada, sentían
finura al querer hacerlo. La finura a la que me estoy refiriendo no es aquellas
personas de estar en las tendencias de última generación; menos aún, el interés
por lo que llamamos etiquetas de moda. Tan solo la especial devoción de
cultivar; las semillas son tratadas como si fueran sus propias hijas, velando
que nada les haga falta, cuidando que los hongos y los insectos no la afecten.
Para ello se requieren fumigaciones especiales para no dejarlas en agonía.
Volviendo al hilo de nuestra historia, Carlos recordando a Parménides y
todo lo que sus ojos habían visto comprendió la siguiente frase: “Quien ha
pensado lo más profundo ama lo más vivo”.
La casa hecha en guaduas era grata a los ojos de Carlos. Dos perros que
estaban en buenas condiciones anunciaron la llegada de este foráneo, al oírse
los latidos de los canes un señor abrió la puerta. Carlos asombrado por el
contraste de un hombre en apariencia simple tuviere una morada que ofrece un
ambiente arquitectónico bello. El dueño de la casa también se sorprende y mira
la corbata de lazo en ala de murciélago, atada al cuello de éste personaje.
Un hombre salió a recibirlo con una gran sonrisa, la cual denota que no había
un gesto de desconfianza hacia Carlos. El hombre que emanaba fogaje en su
forma de ser, dejó una vez más perplejo a nuestro viajero; Carlos solía
saludar a las personas con un gesto parco que a muchos no les agradaba.
Aquel hijo de Adán le ofreció un abrazo cálido sin pretensión sobrecargada y
de esos que las personas de la ciudad suelen olvidar:
- ¡Marco Antonio! ¡Tiempos sin hablar!-, dijo Carlos
- ¡Carlos!, pensamos que nos había olvidado, ha vuelto a la tierra que un día
le vio crecer.
Desde que estaban en la pubertad no se volvieron a ver. Marco Antonio
estaba tan emocionado al ver la presencia de un viejo amigo: por distintos
proyectos se habían separado. A medida que hablaban de los recuerdos
primorosos de la infancia, de aquellas pilatunas que eran dolores de cabeza
para sus padres; la hoguera de la amistad que el tiempo estaba extinguiendo
revivía con más fuerza. El paso de los años había hecho de Carlos un hombre
en apariencia fría; pero pocos conocían su esencia. Todo lo contrario ocurría
con Marco Antonio un hombre espontáneo y elocuente.
Marco Antonio le presentó a su esposa: Isabel y sus dos hijos: Alejandro y
Gabriela. Les avisaron que pronto sería la hora de la cena, mientras
recorrieron la casa. A pesar que sólo vio a una señora que les ayudaba con las
labores de la casa, pudo apreciar un comedor cuidadosamente decorado con
candelabros que adornaban la mesa, sin perder la sencillez que caracterizaba a
la familia que le había ofrecido albergue. Sentados sobre el comedor vio un
cuadro que estaba pintado con muchos frutales.
Durante la cena Carlos les habló sobre su vida como docente universitario.
Aún no podía salir de su asombro, le costaba creer que unos habitantes del
campo en simples apariencias tuvieran un gusto exquisito en cuanto a la
decoración interior de la casa. El cuarto que le ofrecían era cómodo. Como
estaba fatigado por ese largo trajín, recostó su cabeza sobre la almohada.
III
DESDE MI PREDIO
Divide el cromo una encina
venerable. -Un vespertino
silencio de campesina
paz humilde. –Hay un molino
rojo, una verde colina
y el fondo azul marino,
como en una cartulina
postal, se aleja el camino…
(Luis Carlos López)
Al despuntar el alba, creyó que todos los habitantes de la casa estaban
dormidos. Se dirigió a la cocina a beber un vaso de agua. Flor, la ayudante de
la cocina, le recibió con un caluroso:
–Buendía- éste al ver a Flor sola preguntó:
-¿Todos están durmiendo?-
-Hace rato que todos se levantaron a realizar los quehaceres que exige el
campo- contestó ella. Al rato llegaron los pilletes a la cocina a tomar su leche
con miel, huevos sofritos con mantequilla de vaca. No podían evitar mirarse
entre ellos y lanzarse miradas confidenciales al percibir la presencia del
invitado.
Los niños se marcharon a la escuela, mientras Flor le contaba a Carlos que
Isabel estaba arreglando el corral de las gallinas ponedoras; mientras Marco
Antonio estaba con los ordeñadores de las vacas para enviar la leche al pueblo.
Éste desayunó con parsimonia: le daba la impresión a Flor que tenía poco
apetito. Primero llegó Isabel con un balde de huevos, al cabo de unos instantes
llegó Marco Antonio con una jarra de leche fresca, se sentaron a la mesa no
antes de preguntarle al invitado si había dormido plácidamente en su cama.
Marco Antonio estaba bebiendo el último sorbo de su pocillado de
Chocolate, dejo ese vaso sobre la mesa mirando a Carlos le dijo con un tono de
voz de satisfacción:
- Ahora, he de preparar el terreno-
Carlos sintió una curiosidad que lo embargaba y no evitó preguntar:
-¿Qué va a sembrar?- -voy a sembrar trigo- respondió el otro. – estamos en
Diciembre y es buena fecha para sembrarlo- continuo diciendo Marco
Antonio. Carlos insistió que le llevase a ver los terrenos; sentía que el estar
en ese lugar le recordaría las épocas en las que ayudaba a su padre a sembrar y
cuidar la hortaliza que tenían. Al levantarse del comedor, Carlos subió a su
habitación y notó que no tenía ropa apropiada para el trabajo, le prestaron
botas pantaneras, pantalón y una camisa que estaban a su medida, todos
salieron de la casa para caminar hacia el lugar de siembra.
Después de estar tanto tiempo en la ciudad, fue olvidando poco a poco,el paso
que se requiere para andar en esos terrenos. Marco Antonio le decía en tono
burlón: -¡eso que no hemos empezado el jornal!, veo que la ciudad lo ha hecho
más flojo-. Carlos recordaba cómo era caminar con las botas que llevaba
puestas. Para pastar el ganado, se suele separar con alambre que contiene
electricidad, muchos de los que habitan en la ciudad no saben, por eso, su
acompañante les dice: - cuidado porque tiene corriente, agáchese bien- (él
sabía esto) pero, había olvidado una fórmula que todos saben para comprobar
si tiene corriente. Él anfitrión le volvió a indicar como a un niño pequeño,
consiste en acercar una hoja de pasto comenzando por su punta, si se pone
caliente y se siente un ligero cosquilleo se sabe que tiene electricidad.
Al llegar al lugar, Carlos realizó preguntas sobre la siembra del trigo y su
suelo. Marco Antonio en su manera sosegada de hablar:
- el trigo requiere suelos profundos para que su raíz tenga un buen desarrollo
y la semilla comience a despegar con fuerza. Finalizó dando hincapié a la
explicación -¡Es la base de un buen sembrado!- Como buen campesino sabía
muchos cuentos populares y relató uno de la siguiente manera:
- Cerca de un arroyo, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy
variados. Todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas
flores y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar
raíz.
En cambio un laurel dijo: "Yo, mejor, voy a invertir mi savia en tener una
buena raíz: así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten". Los
otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había
tantos colores y perfumes! Y no dejaban de admirarse y de hablar de los
encantos de unos y otros, y así, todo el tiempo, mirándose y riéndose de los
demás.
El laurel sufría a cada instante esas burlas. Se reían de él, señoreando sus
flores yperfumes, meneando el abundante follaje.
-¡Laurel!... (Le decían) ¿Para qué quiere tanta raíz? Mírenos, todos nos
alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza.
¡Deje de pensar en los demás! ¡Preocúpese sólo de usted!
Pero el laurel estaba convencido de lo contrario; deseaba ayudar a los demás y
por eso tenía raícesfuertes.
Un buen día, vino una gran tormenta, y sacudió, sopló y resopló sobre el
bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan
fuertemente golpeados, que por más que gritaban no pudieron evitar que el
viento los volteara.
En cambio, el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si
perdió unas cuantas hojas.
Entonces todos comprendieron que lo que nos mantiene firmes en los momentos
difíciles, no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, en la
esencia de las cosas.
El cuento anterior, le hizo comprender a Carlos la dedicación de Marco
Antonio en el cultivo de trigo; después de la historia le dijo que los suelos al
ser poco permeables, son los que conservan demasiada humedad durante los
días de invierno.
Carlos con su mirada cuidadosa en el grano de trigo, escuchaba lo que Marco
Antonio decía con su voz de experiencia:
-El trigo es la vida principal del trigo, se requiere de cuidados especiales y de
ésta depende el cultivo-. Carlos parecía un niño asombrado por todas las cosas
nuevas que aprendía a través de las preguntas. Antes de iniciar el viaje su
propósito era aprender, sus ganas de adquirir algo nuevo era de agrado a su
mente: significaba algo fuera de la academia. En ese contexto era más
importante que ella porque implicaba una situación: “dejarse afectar por la
esencia de ese aprendizaje1
”. Marco Antonio no estaba exasperado, acaece
que con su mirada serena respondía a las inquietudes del otro. Mientras los
obreros alistaban sus herramientas de trabajo.
Marco Antonio decía: -los elementos necesarios para el grano son la
temperatura adecuada, y el aire a su alrededor. ¿Cuál era la temperatura?
Se aproxima entre 20-25 grados centígrados. Marco Antonio decía que
muchas personas no toman en cuenta lo del aire y ese es uno de los motivos por
1
Heidegger, Martin (2008). ¿Qué significa pensar? Madrid: Editorial Trotta
el cual muchos pierden sus cultivos. El aire continuo es necesario para
activar los procesos de oxidación, por lo tanto la capa superficial del terreno
debe estar esponjosa. De esta forma, finalizó su explicación sobre las
inquietudes de Carlos.
Carlos cogió un azadón para ayudar a los demás. Los obreros estaban
enterrando la vegetación y los residuos de la cosecha anterior; no habían
pasado cinco minutos cuando notó que unas gotas de sudor cubrían su frente.
Se limpió el sudor, observaba que ellos ya tenían todo enterrado y seguían
trabajando con ahínco en sus respectivos azadones como si la herramienta y la
persona fueran una misma vida. Cuando se disponía a lanzar otra vez el
azadón, preguntó a un hombre de estatura alta que lo miraba con ojos vivaces:
- ¿Por qué no lo queman?, ¿no sería más cómodo el trabajo?- ese señor al que
todos llamaban Chispitas le hizo una pregunta: - ¿ha visto como el viento se
lleva las hojas que se caen del árbol?, el otro con un gesto le respondió,
entonces Chispitas continuo diciendo: - esas hojas ya no pueden volver a
colocarse dentro del árbol, así le coloquen pegamento, tarde o temprano se
despegará (Carlos trataba de comprender hacia donde él lo quería dirigir); lo
mismo sucede con esta tierra que se ha quemado, luego el viento arrastra las
cenizas; desde luego que da muy poco para invertir-.
Todos continuaron con su labor: Carlos había perdido el ritmo de trabajo, se
detuvo para descansar un rato. En esos momentos, Marco Antonio dijo que
había llegado el arado de disco que estaba enganchado al tractor que facilitaba
el trabajo. Los dos amigos ya sentados sobre el pasto, mientras Marco
Antonio bebía su totumeada de guarapo, el otro por temor a embriagarse
rápidamente tomó agua en grandes cantidades. - el arado de disco aunque
sencillo es muy eficaz- fueron los comentarios de los obreros; uno comentaba:
altera poco la condición del suelo; otro con voz chillona decía que ahorraba
horas de trabajo y energía; una voz lejana comentaba su verdadera función la
cual sirve para conservar la humedad del suelo y disminuye la erosión.
Al terminar de preparar el terreno, todos dijeron: -¡hagamos un Barbecho!, -
eso le hará bien al cultivo- Carlos no conocía esa palabra. Marco Antonio
procedió con la explicación: -es la tierra de cultivo que no se suele sembrar.
Su porcentaje de producción agrícola se suele encontrarse en este estado,
depende, de las épocas de la siembras. Marco Antonio para evitar
confusiones, decía que se denomina de año y vez o al tercio, según se cultive y
era que el trigo se cultiva cada dos años o tres años, según este la temporada de
siembra-.
El pase de rodillo seguía después de hacer el barbecho. Era un método para
comprimir el suelo. Seguido de un gradeo que hicieron juntos, por lo tanto se
le dificultó a Carlos: en más de una ocasión Marco Antonio tuvo que
socorrerlo. Se sentía avergonzado por el hecho de perder el ritmo de trabajo.
Todos estos hechos le hicieron comprender lo que en su oficio como docente aún
no había comprendido; era que enseñar es más difícil que aprender porque
implica un hacer aprender2
. Una persona como Marco Antonio que llevaba
a años sembrando el trigo, sabía qué herramientas escoger, qué épocas del año
2
Heidegger, Martin (2008). ¿Qué significa pensar? Madrid: Editorial Trotta
es preciso su siembra, cuáles son los abonos que se requieren; lo que él no sabía,
era cómo explicarle a una persona que está principiando en esa labor.
Al lado de Carlos, recordó como su padre le decía detalladamente su proceso
de siembra. Extrajo las mismas palabras de su papá para transferírselas al
otro. Consistía en la manera de alzar un azadón de manera que no le lastimara
en demasía las manos, también evitar el cansancio en cinco minutos. Un
aspecto fue el cuidado con sus piernas para que la hoja cortante no le
lastimara. Carlos antes de llegar a cultivar, veía esa herramienta algo
mecánico sin que la esencia de la técnica le afectara; no veía ningún
aprendizaje en esa cosa tan simple. Para su sorpresa el hacer aprender, se
adquiere en los instrumentos de la tierra; en su caso como docente, es el de
generar la teoría que se lee en los libros en conocimiento y los transforma en
efemérides, no solamente, desde un simple marcador.
Esa labor les tomó un día completo. Todos después de beber su guarapo y
conversar animadamente sobre situaciones efímeras, se fueron a sus casas. A
pesar de su cansancio, Carlos le sugirió a Marco Antonio una caminata por
los alrededores antes de llegar a cenar. En ese lapso de tiempo observó que las
manos de su amigo estaban maltrechas, eran los gajes del oficio. Observó sus
manos y no pasó nada porque éste poseía guantes que le habían facilitado,
pues sin ellos, no había podido terminar su trabajo.
Mientras en la caminata la conversación seguía su curso… Carlos admiraba
a su amigo no sólo por su manera de trabajar; la tranquilidad que emanaba ese
hombre era capaz de hacer sentir calma en el interior de la persona. Carlos se
miraba así mismo y sentía que su apariencia era la de un hombre culto y
epicúreo, él disfrutaba del buen fumar, leer, escuchar música clásica entre
otros., había adquirido gustos que pocas personas tenían. Muchas veces llegó
a opinar mentalmente aquellos que no conocían sobre pipas y géneros
musicales eran legos. Conocer nuevamente a Marco Antonio descubrió en él
al sibarita más natural. Después de la cena, se excusó por no acompañarlos
más, era tanta su extenuación que al acostarse cayó enun sueño profundo.
En el desayuno, Marco Antonio hablaba de los avances en su cultivo de
trigo, elogiando a Carlos por el trabajo que había realizado. Nuevamente
sobre el terreno, Carlos comprendió que el hombre campesino es único por sus
manos, en razón de que éste había producido mano de obra junto a su azadón.
Mirando detalladamente sus manos y las del otro, notó que era totalmente
distinta a los demás miembros del cuerpo, era pues, la esencia del hombre. En
el trabajo la mano se mueve. Observaba que las manos son las que se mueven
de un lugar a otro, pueden apresar lo que tienen para arreglar, o simplemente
cambiar de lugar, al momento de ejecutar algo; es el conjunto armónico del
pensamiento. Era lo que Carlos nuevamente admiraba de Marco Antonio,
puesto que un hombre de ciudad rara vez fija sus manos, mientras que éste que
las usaba constantemente para su labor.
Nuevamente sobre el terreno y terminando la parcela destinada para el cultivo
del trigo, Marco Antonio le dijo a Carlos
- desde muy joven he aprendido que un campo ordenado da más de lo necesario
para vivir- Carlos una vez más se dejo impresionar por aquel ser: logró
ordenar sus pensamientos. ¿Cómo lo hizo?, dejándose afectar por la esencia
de la técnica ¿a qué técnica se estaría refiriendo?, ordenar conlleva a un
proceso complejo; pero más todavía usar el pensamiento para que sea uno solo
con el campo.
En todo lo que éste hombre citadino había visto en las oficinas; la esencia de la
técnica no los había afectado. Aunque muchos industriales no consideran las
herramientas del agricultor como máquinas, cualquier campesino sabe hacia
dónde apunta, no sólo eso; también establece vínculos con sus herramientas.
Mientras que los demás no saben qué es la máquina que tienen a su lado,
tampoco establecen que tipo de mano de obra son los manejos que se le dan a las
máquinas.
La finca constaba de pocas fanegadas, la distribución del ganado era eficaz.
El lugar destinado para ellas contaba con un moderno alumbrado perimetral y
eléctrico, tenían tranqueras, tanques, bebedores, reparos y sombras, corrales
de espera, de aparte y embarcaderos. En ese momento, una vaca iba a dar a luz
a un ternerito. Carlos desde tiempos atrás no veía uno, quería ver ese
nacimiento.
Para eso, la vaca ya había pasado a otro lugar, el espacio estaba limpio,
espacioso, (horas antes, ya habían desinfectado el lugar). Después de esperar
un tiempo todos observaban: la vaca expulsaba el feto, más adelante la
placenta. Un hombre de mediana edad, que estaba con ellos procedió a
limpiarle la boca y la nariz para facilitar su respiración mientras que el otro
muchacho al parecer su hijo, procedió a cubrir el ternero con paja para
brindarle calor.
Le parecía gracioso que una ternera tuviese una cuna diseñada para ella.
Contaba con un buen espacio, iluminación y aire para ese ternero. También
contaba con tres recipientes para leche, agua y concentrado. Marco Antonio
también tenía ganado ovino, utilizadas para la esquila. Al caer la noche las
vacas ylas ovejas eran llevadas a sus recintos para descansar.
Durante su estancia, pocas veces había tenido la oportunidad de hablar con
Isabel. Dos días antes de irse fueron a platicar al jardín, el lugar más amado
de la casa; ella le comentó el trabajo de años para construir su jardín. A su
vez le contaba los largos años de Marco Antonio para aprender sobre los
ganados ovinos ybovinos.
Llegó el momento de la despedida, mientras Carlos alistaba sus maletas y
llevaba consigo buenas frutas de la granja. Todos lo acompañaron donde dejó
estacionado su carro, después de promesas que él volvería a visitarlos en
temporada decembrina. Al subirse a su carro, prendió el radio, mientras se
alejaba escuchaba “Moon river”
Fin.
Leonardo Parra Acosta

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Apariencias

  • 1. Apariencias I “Está desierto el jardín; las avenidas se alargan entre la incierta penumbra de la arboleda lejana” (Rimas, de la obra poética de Juan Ramón Jiménez) En la avenida más transitada de la ciudad, bombillos iluminados en demasía hacían una hilera de faroles eléctricos. Los semáforos agrupaban largas filas de carros cuyo paisaje en derredor eran moles de cemento. Carlos encendió el radio de su carro para escuchar las noticias del día, era un método: tenía para distraerse del tráfico que a muchos les causaba hastío. Las noticias no tenían nada interesante; al contrario de ello, era la repetición de lo que ya habían anunciado horas atrás, simplemente cambió de emisora para oír algo distinto de lo que constantemente estaban divulgando en el día. Enseguida apagó su equipo mientras la hilera avanzaba como un reloj de arena. Miraba a todas partes, era manifiesto que el objetivo de todos era llegar a sus casas a descansar. Mientras unos se aferraban a la bocina de su automóvil para indicar que los demás tenían que avanzar más velozmente; El yerro ahí es de los conductores; en efecto el claxon no logra que los carros
  • 2. avancen rápidamente, o se eleven encima de otros. Carlos no estaba inquieto, estaba tranquilo, irritarse no le ayudaría a agilizar el desfile vehicular. Llegó a su casa. Estaba cansado no por el trayecto para llegar a su morada, sino por la jornada laboral: siempre lo dejaba extenuado. Se sentía satisfecho por lo que había realizado en su jornal. En esos momentos de agobio su pasatiempo era colocar un disco de vinilo de música clásica. Salir al balcón su lugar favorito. Era un aficionado por los muebles antiguos, en su mirador tenía una mesa fumador Sheraton café, al instante se sentó en su silla. Extrajo de la chaqueta su pipa, mientras la encendía para exhalar el olor de su Virginia dulcemente natural. Al fondo se apreciaba un nocturno en do sostenido menor. Al observar una avenida cuya localización estaba cerca de su casa, sus ideas se organizaban de tal modo que él alejaba todo lo “interesante” que había ocurrido en el día. Verbi gratia, los chimes que se habían escuchado de una persona, o simplemente una promoción de vendedores para atraer al cliente. Tal vez estarás preguntando: ¿Acaso no es fatua esa forma de proceder?, nuestro protagonista sabía que las murmuraciones que se dan versus una persona sólo atrae en su momento, pronto las personas olvidan ese comentario: se vuelve a mencionar de nuevo, simplemente queda desplazado en la indiferencia haciendo inapetente ese cotilleo; asimismo vuelven a crearse acontecimientos nuevos. Para Carlos, hacen parte de la existencia humana; pero no quería era que lo “interesante” ocupara su mente.
  • 3. Hemos hablado sobre crear acontecimientos nuevos y era precisamente lo que Carlos quería: ¡Algo nuevo! Él recordó que pronto serían las vacaciones de la universidad. Le gustaba ir a sitios nuevos a los que él no conocía; per hoc, en esta ocasión quería ir a algún sitio que le enseñara el significado del desaprender. Cuando el nocturno estaba llegando a la tonalidad de re bemol mayor, su mente evocó desde lo más recóndito un verso que había aprendido desde su infancia. …Su belleza, algo exótica, ponía aspavientos en ojos campesinos. Remembró que es la poesía de Luis Carlos López; en la escuela de su villorrio la repetían una y otra vez. Volvió a mirar el humo de su tabaco, lograba ver en la fumarada árboles frondosos, rememoraba el trinar de los pájaros, música que ningún instrumento logra nivelar. Sólo un sitio le ensenaría lo que él estaba buscando, decidió ir pues a ese lugar. Esperó el tiempo necesario para finalizar su semestre académico, arreglar su equipaje y pasar toda la temporada en dicho lugar.
  • 4. II El que, como yo, ha vivido mucho tiempo en el campo, sabe que el hombre de campo, rudo en apariencia, suele estar lleno de finura para todo lo sutil que lo rodea: nubes, flores, pájaros, aires, luces, agua. Tales hombres ciudadanos, comerciantes, escritores, oficinistas, casineros son quienes creen que es menos varonil espresar estos sentimientos. Cuando se ponen frente a frente este hombre de la ciudad y aquel del campo, el hombre del campo parece tímido, débil, infantil ante la jactancia vacía del hombre falso ciudadano. (Rimas, de la obra poética de Juan Ramón Jiménez) Al salir de la ciudad, Carlos tenía que recorrer muchos pueblos pintorescos, para llegar a su destino. Al llegar al último pueblo tenía que hacer un desvío por un camino de herradura, angosto y no había señales para indicar si existía una curva peligrosa o un descenso. El relato nos indica una carretera en mal estado, ¿cómo habría llegado al sitio que tanto anhelaba?, su única guía era el ojo humano, él había pasado una temporada larga en su niñez y conocía el camino como su tabaco. Ese lugar parece desolado y lleno de higueras, ¿por qué encontraba bello ese camino? Manejando en carretera se necesita estar concentrado en el asfalto. En aquel lugar ocurría todo lo contrario. Se podía observar las colinas con sus árboles frondosos que irradiaban un color verde, cuyo brillo era más fuerte y cálido que una piedra preciosa. A medida que se adentraba en la espesura de ese
  • 5. lugar, un cielo azul resplandecía con el color del lago. Decidió bajarse del carro para estirar sus pies, se sentó sobre un pequeño precipicio que le permitía ver las aguas de la laguna que oscilaban entre el gris y el azul, esta vista le proporcionó un sosiego inefable. En su horizonte y al lanzar pequeñasrocas apreciaba pequeñas islas. Sabía que dentro de unos minutos llegaría (el viaje como has de suponer era largo); desde luego eso no le importaba, lo que él realmente necesitaba era comprender a cabal la siguiente frase de Heidegger: “los hombres actuales sólo podemos aprender si a la vez desaprendemos.” No sólo era su comprensión hermenéutica; también quería ponerlo enpráctica. Al estar en la entrada de la casa, se dio cuenta que era diferente a las demás, porque la mayoría están a la vera del camino. Lo que le llamaba la atención era el pequeño sendero que había antes de llegar a ésta, tenía pequeños postes cercados con alambres para contractar la arboleda que acompañaba la senda. Al divisar la morada anotó que sus dueños tenían una huerta organizada con árboles frutales, cercada con muros de contención. Al estacionar su carro, los dos escalones de traviesas le dieron la bienvenida al forastero, a medida que se acercaba detalló que tenía curvas y algunas esquinas secretas: no se sentía ningún aire de misterio. Todo esto brindaba un ambiente acogedor por su jardín y la entrada al lugar. Carlos percibió desde lejos un aroma de colores blancos lechosos agrupados en racimos y estaban acompañadas de tonalidades púrpura en las flores. Le recordaba que detrás de todo eso, habían espinas que se encontraban en cada
  • 6. flor, cuyo significado era la vida celeste que cada ser lleva; representa todas las luchas que se llevan a cabo y al superar aquellas conflagraciones que son necesarias para todo aquel que ha aceptado su papel en el mundo; emana su dulce aroma. El arte de la paciencia es un elemento esencial si se quiere hacer un cultivo de celindas. Estas flores aromáticas se adaptan bien a cualquier tipo de suelo junto con su potencial de hidrógeno. La pregunta que aparece es: ¿por qué se habla del “arte de la paciencia” si se adaptan a cualquier tipo de suelo? In primis, por el suelo ideal: sería una mezcla equilibrada de arcilla y materia orgánica, también se ha de tener en cuenta que el suelo esté bien drenado, donde no existe riesgos de encharcamientos. In secundis, no se requieren grandes cantidades de agua, la cual sí se debe regar con cierta regularidad; empero, su riego debe ser lento, en profundidad y no demasiado frecuente. Además, se necesita una buena capa de abono orgánico para ayudar a mantener la humedad en la tierra y evitar la pérdida de agua por evaporación durante días de mucho sol, calor o viento. Los que habían contribuido al cultivo de celindas, antes que nada, sentían finura al querer hacerlo. La finura a la que me estoy refiriendo no es aquellas personas de estar en las tendencias de última generación; menos aún, el interés por lo que llamamos etiquetas de moda. Tan solo la especial devoción de cultivar; las semillas son tratadas como si fueran sus propias hijas, velando que nada les haga falta, cuidando que los hongos y los insectos no la afecten. Para ello se requieren fumigaciones especiales para no dejarlas en agonía.
  • 7. Volviendo al hilo de nuestra historia, Carlos recordando a Parménides y todo lo que sus ojos habían visto comprendió la siguiente frase: “Quien ha pensado lo más profundo ama lo más vivo”. La casa hecha en guaduas era grata a los ojos de Carlos. Dos perros que estaban en buenas condiciones anunciaron la llegada de este foráneo, al oírse los latidos de los canes un señor abrió la puerta. Carlos asombrado por el contraste de un hombre en apariencia simple tuviere una morada que ofrece un ambiente arquitectónico bello. El dueño de la casa también se sorprende y mira la corbata de lazo en ala de murciélago, atada al cuello de éste personaje. Un hombre salió a recibirlo con una gran sonrisa, la cual denota que no había un gesto de desconfianza hacia Carlos. El hombre que emanaba fogaje en su forma de ser, dejó una vez más perplejo a nuestro viajero; Carlos solía saludar a las personas con un gesto parco que a muchos no les agradaba. Aquel hijo de Adán le ofreció un abrazo cálido sin pretensión sobrecargada y de esos que las personas de la ciudad suelen olvidar: - ¡Marco Antonio! ¡Tiempos sin hablar!-, dijo Carlos - ¡Carlos!, pensamos que nos había olvidado, ha vuelto a la tierra que un día le vio crecer. Desde que estaban en la pubertad no se volvieron a ver. Marco Antonio estaba tan emocionado al ver la presencia de un viejo amigo: por distintos proyectos se habían separado. A medida que hablaban de los recuerdos primorosos de la infancia, de aquellas pilatunas que eran dolores de cabeza
  • 8. para sus padres; la hoguera de la amistad que el tiempo estaba extinguiendo revivía con más fuerza. El paso de los años había hecho de Carlos un hombre en apariencia fría; pero pocos conocían su esencia. Todo lo contrario ocurría con Marco Antonio un hombre espontáneo y elocuente. Marco Antonio le presentó a su esposa: Isabel y sus dos hijos: Alejandro y Gabriela. Les avisaron que pronto sería la hora de la cena, mientras recorrieron la casa. A pesar que sólo vio a una señora que les ayudaba con las labores de la casa, pudo apreciar un comedor cuidadosamente decorado con candelabros que adornaban la mesa, sin perder la sencillez que caracterizaba a la familia que le había ofrecido albergue. Sentados sobre el comedor vio un cuadro que estaba pintado con muchos frutales. Durante la cena Carlos les habló sobre su vida como docente universitario. Aún no podía salir de su asombro, le costaba creer que unos habitantes del campo en simples apariencias tuvieran un gusto exquisito en cuanto a la decoración interior de la casa. El cuarto que le ofrecían era cómodo. Como estaba fatigado por ese largo trajín, recostó su cabeza sobre la almohada.
  • 9. III DESDE MI PREDIO Divide el cromo una encina venerable. -Un vespertino silencio de campesina paz humilde. –Hay un molino rojo, una verde colina y el fondo azul marino, como en una cartulina postal, se aleja el camino… (Luis Carlos López) Al despuntar el alba, creyó que todos los habitantes de la casa estaban dormidos. Se dirigió a la cocina a beber un vaso de agua. Flor, la ayudante de la cocina, le recibió con un caluroso: –Buendía- éste al ver a Flor sola preguntó: -¿Todos están durmiendo?-
  • 10. -Hace rato que todos se levantaron a realizar los quehaceres que exige el campo- contestó ella. Al rato llegaron los pilletes a la cocina a tomar su leche con miel, huevos sofritos con mantequilla de vaca. No podían evitar mirarse entre ellos y lanzarse miradas confidenciales al percibir la presencia del invitado. Los niños se marcharon a la escuela, mientras Flor le contaba a Carlos que Isabel estaba arreglando el corral de las gallinas ponedoras; mientras Marco Antonio estaba con los ordeñadores de las vacas para enviar la leche al pueblo. Éste desayunó con parsimonia: le daba la impresión a Flor que tenía poco apetito. Primero llegó Isabel con un balde de huevos, al cabo de unos instantes llegó Marco Antonio con una jarra de leche fresca, se sentaron a la mesa no antes de preguntarle al invitado si había dormido plácidamente en su cama. Marco Antonio estaba bebiendo el último sorbo de su pocillado de Chocolate, dejo ese vaso sobre la mesa mirando a Carlos le dijo con un tono de voz de satisfacción: - Ahora, he de preparar el terreno- Carlos sintió una curiosidad que lo embargaba y no evitó preguntar: -¿Qué va a sembrar?- -voy a sembrar trigo- respondió el otro. – estamos en Diciembre y es buena fecha para sembrarlo- continuo diciendo Marco Antonio. Carlos insistió que le llevase a ver los terrenos; sentía que el estar en ese lugar le recordaría las épocas en las que ayudaba a su padre a sembrar y cuidar la hortaliza que tenían. Al levantarse del comedor, Carlos subió a su habitación y notó que no tenía ropa apropiada para el trabajo, le prestaron
  • 11. botas pantaneras, pantalón y una camisa que estaban a su medida, todos salieron de la casa para caminar hacia el lugar de siembra. Después de estar tanto tiempo en la ciudad, fue olvidando poco a poco,el paso que se requiere para andar en esos terrenos. Marco Antonio le decía en tono burlón: -¡eso que no hemos empezado el jornal!, veo que la ciudad lo ha hecho más flojo-. Carlos recordaba cómo era caminar con las botas que llevaba puestas. Para pastar el ganado, se suele separar con alambre que contiene electricidad, muchos de los que habitan en la ciudad no saben, por eso, su acompañante les dice: - cuidado porque tiene corriente, agáchese bien- (él sabía esto) pero, había olvidado una fórmula que todos saben para comprobar si tiene corriente. Él anfitrión le volvió a indicar como a un niño pequeño, consiste en acercar una hoja de pasto comenzando por su punta, si se pone caliente y se siente un ligero cosquilleo se sabe que tiene electricidad. Al llegar al lugar, Carlos realizó preguntas sobre la siembra del trigo y su suelo. Marco Antonio en su manera sosegada de hablar: - el trigo requiere suelos profundos para que su raíz tenga un buen desarrollo y la semilla comience a despegar con fuerza. Finalizó dando hincapié a la explicación -¡Es la base de un buen sembrado!- Como buen campesino sabía muchos cuentos populares y relató uno de la siguiente manera: - Cerca de un arroyo, había un pequeño bosque. Los árboles eran muy variados. Todos gastaban las energías en ser más altos y grandes, con muchas flores y perfumes, pero quedaban débiles y tenían poca fuerza para echar raíz.
  • 12. En cambio un laurel dijo: "Yo, mejor, voy a invertir mi savia en tener una buena raíz: así creceré y podré dar mis hojas a todos los que me necesiten". Los otros árboles estaban muy orgullosos de ser bellos; ¡en ningún lado había tantos colores y perfumes! Y no dejaban de admirarse y de hablar de los encantos de unos y otros, y así, todo el tiempo, mirándose y riéndose de los demás. El laurel sufría a cada instante esas burlas. Se reían de él, señoreando sus flores yperfumes, meneando el abundante follaje. -¡Laurel!... (Le decían) ¿Para qué quiere tanta raíz? Mírenos, todos nos alaban porque tenemos poca raíz y mucha belleza. ¡Deje de pensar en los demás! ¡Preocúpese sólo de usted! Pero el laurel estaba convencido de lo contrario; deseaba ayudar a los demás y por eso tenía raícesfuertes. Un buen día, vino una gran tormenta, y sacudió, sopló y resopló sobre el bosque. Los árboles más grandes, que tenían un ramaje inmenso, se vieron tan fuertemente golpeados, que por más que gritaban no pudieron evitar que el viento los volteara. En cambio, el pequeño laurel, como tenía pocas ramas y mucha raíz, apenas si perdió unas cuantas hojas.
  • 13. Entonces todos comprendieron que lo que nos mantiene firmes en los momentos difíciles, no son las apariencias, sino lo que está oculto en las raíces, en la esencia de las cosas. El cuento anterior, le hizo comprender a Carlos la dedicación de Marco Antonio en el cultivo de trigo; después de la historia le dijo que los suelos al ser poco permeables, son los que conservan demasiada humedad durante los días de invierno. Carlos con su mirada cuidadosa en el grano de trigo, escuchaba lo que Marco Antonio decía con su voz de experiencia: -El trigo es la vida principal del trigo, se requiere de cuidados especiales y de ésta depende el cultivo-. Carlos parecía un niño asombrado por todas las cosas nuevas que aprendía a través de las preguntas. Antes de iniciar el viaje su propósito era aprender, sus ganas de adquirir algo nuevo era de agrado a su mente: significaba algo fuera de la academia. En ese contexto era más importante que ella porque implicaba una situación: “dejarse afectar por la esencia de ese aprendizaje1 ”. Marco Antonio no estaba exasperado, acaece que con su mirada serena respondía a las inquietudes del otro. Mientras los obreros alistaban sus herramientas de trabajo. Marco Antonio decía: -los elementos necesarios para el grano son la temperatura adecuada, y el aire a su alrededor. ¿Cuál era la temperatura? Se aproxima entre 20-25 grados centígrados. Marco Antonio decía que muchas personas no toman en cuenta lo del aire y ese es uno de los motivos por 1 Heidegger, Martin (2008). ¿Qué significa pensar? Madrid: Editorial Trotta
  • 14. el cual muchos pierden sus cultivos. El aire continuo es necesario para activar los procesos de oxidación, por lo tanto la capa superficial del terreno debe estar esponjosa. De esta forma, finalizó su explicación sobre las inquietudes de Carlos. Carlos cogió un azadón para ayudar a los demás. Los obreros estaban enterrando la vegetación y los residuos de la cosecha anterior; no habían pasado cinco minutos cuando notó que unas gotas de sudor cubrían su frente. Se limpió el sudor, observaba que ellos ya tenían todo enterrado y seguían trabajando con ahínco en sus respectivos azadones como si la herramienta y la persona fueran una misma vida. Cuando se disponía a lanzar otra vez el azadón, preguntó a un hombre de estatura alta que lo miraba con ojos vivaces: - ¿Por qué no lo queman?, ¿no sería más cómodo el trabajo?- ese señor al que todos llamaban Chispitas le hizo una pregunta: - ¿ha visto como el viento se lleva las hojas que se caen del árbol?, el otro con un gesto le respondió, entonces Chispitas continuo diciendo: - esas hojas ya no pueden volver a colocarse dentro del árbol, así le coloquen pegamento, tarde o temprano se despegará (Carlos trataba de comprender hacia donde él lo quería dirigir); lo mismo sucede con esta tierra que se ha quemado, luego el viento arrastra las cenizas; desde luego que da muy poco para invertir-. Todos continuaron con su labor: Carlos había perdido el ritmo de trabajo, se detuvo para descansar un rato. En esos momentos, Marco Antonio dijo que había llegado el arado de disco que estaba enganchado al tractor que facilitaba el trabajo. Los dos amigos ya sentados sobre el pasto, mientras Marco
  • 15. Antonio bebía su totumeada de guarapo, el otro por temor a embriagarse rápidamente tomó agua en grandes cantidades. - el arado de disco aunque sencillo es muy eficaz- fueron los comentarios de los obreros; uno comentaba: altera poco la condición del suelo; otro con voz chillona decía que ahorraba horas de trabajo y energía; una voz lejana comentaba su verdadera función la cual sirve para conservar la humedad del suelo y disminuye la erosión. Al terminar de preparar el terreno, todos dijeron: -¡hagamos un Barbecho!, - eso le hará bien al cultivo- Carlos no conocía esa palabra. Marco Antonio procedió con la explicación: -es la tierra de cultivo que no se suele sembrar. Su porcentaje de producción agrícola se suele encontrarse en este estado, depende, de las épocas de la siembras. Marco Antonio para evitar confusiones, decía que se denomina de año y vez o al tercio, según se cultive y era que el trigo se cultiva cada dos años o tres años, según este la temporada de siembra-. El pase de rodillo seguía después de hacer el barbecho. Era un método para comprimir el suelo. Seguido de un gradeo que hicieron juntos, por lo tanto se le dificultó a Carlos: en más de una ocasión Marco Antonio tuvo que socorrerlo. Se sentía avergonzado por el hecho de perder el ritmo de trabajo. Todos estos hechos le hicieron comprender lo que en su oficio como docente aún no había comprendido; era que enseñar es más difícil que aprender porque implica un hacer aprender2 . Una persona como Marco Antonio que llevaba a años sembrando el trigo, sabía qué herramientas escoger, qué épocas del año 2 Heidegger, Martin (2008). ¿Qué significa pensar? Madrid: Editorial Trotta
  • 16. es preciso su siembra, cuáles son los abonos que se requieren; lo que él no sabía, era cómo explicarle a una persona que está principiando en esa labor. Al lado de Carlos, recordó como su padre le decía detalladamente su proceso de siembra. Extrajo las mismas palabras de su papá para transferírselas al otro. Consistía en la manera de alzar un azadón de manera que no le lastimara en demasía las manos, también evitar el cansancio en cinco minutos. Un aspecto fue el cuidado con sus piernas para que la hoja cortante no le lastimara. Carlos antes de llegar a cultivar, veía esa herramienta algo mecánico sin que la esencia de la técnica le afectara; no veía ningún aprendizaje en esa cosa tan simple. Para su sorpresa el hacer aprender, se adquiere en los instrumentos de la tierra; en su caso como docente, es el de generar la teoría que se lee en los libros en conocimiento y los transforma en efemérides, no solamente, desde un simple marcador. Esa labor les tomó un día completo. Todos después de beber su guarapo y conversar animadamente sobre situaciones efímeras, se fueron a sus casas. A pesar de su cansancio, Carlos le sugirió a Marco Antonio una caminata por los alrededores antes de llegar a cenar. En ese lapso de tiempo observó que las manos de su amigo estaban maltrechas, eran los gajes del oficio. Observó sus manos y no pasó nada porque éste poseía guantes que le habían facilitado, pues sin ellos, no había podido terminar su trabajo. Mientras en la caminata la conversación seguía su curso… Carlos admiraba a su amigo no sólo por su manera de trabajar; la tranquilidad que emanaba ese hombre era capaz de hacer sentir calma en el interior de la persona. Carlos se
  • 17. miraba así mismo y sentía que su apariencia era la de un hombre culto y epicúreo, él disfrutaba del buen fumar, leer, escuchar música clásica entre otros., había adquirido gustos que pocas personas tenían. Muchas veces llegó a opinar mentalmente aquellos que no conocían sobre pipas y géneros musicales eran legos. Conocer nuevamente a Marco Antonio descubrió en él al sibarita más natural. Después de la cena, se excusó por no acompañarlos más, era tanta su extenuación que al acostarse cayó enun sueño profundo. En el desayuno, Marco Antonio hablaba de los avances en su cultivo de trigo, elogiando a Carlos por el trabajo que había realizado. Nuevamente sobre el terreno, Carlos comprendió que el hombre campesino es único por sus manos, en razón de que éste había producido mano de obra junto a su azadón. Mirando detalladamente sus manos y las del otro, notó que era totalmente distinta a los demás miembros del cuerpo, era pues, la esencia del hombre. En el trabajo la mano se mueve. Observaba que las manos son las que se mueven de un lugar a otro, pueden apresar lo que tienen para arreglar, o simplemente cambiar de lugar, al momento de ejecutar algo; es el conjunto armónico del pensamiento. Era lo que Carlos nuevamente admiraba de Marco Antonio, puesto que un hombre de ciudad rara vez fija sus manos, mientras que éste que las usaba constantemente para su labor. Nuevamente sobre el terreno y terminando la parcela destinada para el cultivo del trigo, Marco Antonio le dijo a Carlos - desde muy joven he aprendido que un campo ordenado da más de lo necesario para vivir- Carlos una vez más se dejo impresionar por aquel ser: logró
  • 18. ordenar sus pensamientos. ¿Cómo lo hizo?, dejándose afectar por la esencia de la técnica ¿a qué técnica se estaría refiriendo?, ordenar conlleva a un proceso complejo; pero más todavía usar el pensamiento para que sea uno solo con el campo. En todo lo que éste hombre citadino había visto en las oficinas; la esencia de la técnica no los había afectado. Aunque muchos industriales no consideran las herramientas del agricultor como máquinas, cualquier campesino sabe hacia dónde apunta, no sólo eso; también establece vínculos con sus herramientas. Mientras que los demás no saben qué es la máquina que tienen a su lado, tampoco establecen que tipo de mano de obra son los manejos que se le dan a las máquinas. La finca constaba de pocas fanegadas, la distribución del ganado era eficaz. El lugar destinado para ellas contaba con un moderno alumbrado perimetral y eléctrico, tenían tranqueras, tanques, bebedores, reparos y sombras, corrales de espera, de aparte y embarcaderos. En ese momento, una vaca iba a dar a luz a un ternerito. Carlos desde tiempos atrás no veía uno, quería ver ese nacimiento. Para eso, la vaca ya había pasado a otro lugar, el espacio estaba limpio, espacioso, (horas antes, ya habían desinfectado el lugar). Después de esperar un tiempo todos observaban: la vaca expulsaba el feto, más adelante la placenta. Un hombre de mediana edad, que estaba con ellos procedió a limpiarle la boca y la nariz para facilitar su respiración mientras que el otro
  • 19. muchacho al parecer su hijo, procedió a cubrir el ternero con paja para brindarle calor. Le parecía gracioso que una ternera tuviese una cuna diseñada para ella. Contaba con un buen espacio, iluminación y aire para ese ternero. También contaba con tres recipientes para leche, agua y concentrado. Marco Antonio también tenía ganado ovino, utilizadas para la esquila. Al caer la noche las vacas ylas ovejas eran llevadas a sus recintos para descansar. Durante su estancia, pocas veces había tenido la oportunidad de hablar con Isabel. Dos días antes de irse fueron a platicar al jardín, el lugar más amado de la casa; ella le comentó el trabajo de años para construir su jardín. A su vez le contaba los largos años de Marco Antonio para aprender sobre los ganados ovinos ybovinos. Llegó el momento de la despedida, mientras Carlos alistaba sus maletas y llevaba consigo buenas frutas de la granja. Todos lo acompañaron donde dejó estacionado su carro, después de promesas que él volvería a visitarlos en temporada decembrina. Al subirse a su carro, prendió el radio, mientras se alejaba escuchaba “Moon river” Fin. Leonardo Parra Acosta