2. Uno de los grandes mitos que se han construido alrededor del tema de la enseñanza de una segunda lengua es que existe un periodo o etapa crítica de la infancia en que las capacidades de aprehensión disminuyen cerca a la llegada de la pubertad. Desde años atrás, docentes y académicos han dado vueltas en torno al tema sin lograr comprobar nada que demuestre la veracidad de esta hipótesis, más bien alejándose de ella y estableciendo que esta idea es una mala interpretación de ciertas etapas del aprendizaje, que puede causar daños a la enseñanza de una segunda lengua como tal.
3. Se han visto casos en que las personas mayores e incluso adolescentes empiezan a dudar de sus habilidades para aprender un nuevo idioma luego de escuchar la hipótesis de que el ser bilingüe sólo ocurre si se empieza a trabajar desde una muy temprana edad. Existen casos también de maestros que se tornan escépticos abordando sus clases con metas pobres para sus estudiantes, dando por sentado que el aprendizaje nunca podrá superar cierto nivel. Infortunadamente se ha generalizado la creencia de que cuando de aprender un nuevo idioma se trata, el cerebro adulto está en una especie de "estado apagado" mientras que el de los niños se encuentra "neurológicamente listo".
4. Responder a la pregunta acerca de si existe un periodo crítico tampoco se logra con un simple "no"; sin embargo, sí se ha establecido que no existe una edad específica en que la aprehensión de un nuevo idioma se detiene. Aunque ciertos elementos del sistema de lenguaje puedan estar más relacionados con periodos críticos del aprendizaje, de acuerdo con Ellen Bialytosk y Kenji Hakuta, autores de In Other Words, "la controversia sobre la edad óptima para el aprendizaje de una segunda lengua realmente descansa sobre la adquisición de un conjunto de posibles elementos y funciones lingüísticas". Periodos críticos y el aprendizaje
5. El aprendizaje fonológico es sensitivo a la edad… A diferencia de la gramática, la adquisición de habilidades fonológicas sí está sujeta a un periodo crítico de aprendizaje. Un manejo libre de "acentos" de una lengua extrajera es un proceso progresivo pero nunca se ha caracterizado por una mejoría abrupta. Según un estudio de James Flege, los sonidos similares versus los completamente nuevos son aquellos difíciles de aprender. Es decir, los sonidos nuevos son más fáciles de pronunciar correctamente para quienes aprenden, que aquellos similares mas no idénticos a los que comúnmente se usan en el idioma nativo. Según el mismo Bruer, "se sabe muy poco acerca del periodo crítico del aprendizaje fonológico". Lo que sabemos es que "el sistema permanece plástico y capaz de sintonizarse a una segunda fonología hasta poco antes de la segunda década de vida", concluye Bruer.
6. Ante la idea de que la capacidad de aprender una lengua extranjera es una puerta que se cierra a una edad temprana, dejando a los adultos con no más opciones que resignarse a no dominar una segunda lengua, los académicos han llegado a la conclusión de que si bien esta analogía de la puerta no es cierta, la habilidad para aprender se va desgastando gradualmente con el tiempo. La propuesta de Bruer "más joven = mejor en el largo plazo" supone un desvanecimiento gradual más que un fin abrupto. Bialystok y Hakuta sugieren que la diferencia entre la capacidad de aprender de niños y adultos es más cuantitativa que cualitativa, indicando que el proceso es el mismo en ambas etapas y el aprendizaje de una segunda lengua no es un asunto biológico, aunque sí, en general, mantiene un constante decline con la edad. El aprendizaje de vocabulario no tiene un periodo crítico… Se ha observado que los aprendices mayores muestran una ventaja inicial frente al proceso de los más pequeños, ventaja que se supera fácilmente por los últimos, confirmando la idea de "mejor en el largo plazo". Es por esto que aunque no se debe desmotivar el aprendizaje de los adultos, tampoco se debe disminuir la importancia de iniciar la enseñanza a una edad temprana. De esta forma lo que debe ser revaluado y considerado es el cómo se están enseñando las lenguas extranjeras, puesto que la edad es sólo una de muchas determinantes que estructuran el proceso.