La Isla de las Muñecas se encuentra en Xochimilco, México. Xochimilco es conocido por sus canales navegables y belleza natural. Una leyenda cuenta que un hombre llamado Don Julián vivió solo en una chinampa (isla artificial) por más de 25 años después de que una niña se ahogara cerca. Don Julián colgó muñecas alrededor de la isla para protegerse del espíritu de la niña, y con el tiempo la isla se llenó de cientos de muñecas colgadas de ár
1. La Isla de las Muñecas
20 kilómetros al sur del centro del Distrito Federal se encuentra Xochimilco, un lugar
mítico y uno de los centros urbanos más importantes del México antiguo, tanto por su
belleza natural como por su comercio. Un lugar que comprende 189 kilómetros de
canales navegables donde se puede visualizar entre sus aguas a peces, culebras, y a
las orillas a todo tipo de animal saltarín, escenario de las películas más importantes
de la filmografía mexicana como María Candelaria y en 1987 la zona de la
Chinampas recibió el titulo de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la
UNESCO.
Su belleza se contrasta con las historias y leyendas más importantes del centro de la
República mexicana, una de ellas es la llamada: “Isla de las Muñecas”, quien su
único habitante, Don Julián Santana Barrera, llego a vivir ahí desde medianos de los
años 70 y permanecer en su chinampa por más de 25 años Para llegar a la isla de las
muñecas hay que dar un paseo de hora y media o así por los múltiples canales de
Xochimilco en una trajinera. Hace tiempo se podía nadar en los canales y se cuenta
que una chica se ahogó enredada entre los lirios y el cadáver fue encontrado a las
orillas de la chinampa de Don Julián. Desde entonces, una cruz marcó el lugar y
también a su habitante. Para Don Julián, hombre de pocas palabras, aislado y hosco,
la vida cambió. Según creía, el espíritu de la infortunada chica había quedado en el
lugar y eso le atemorizaba. Pero pronto encontró la solución: rodear su chinampa
con muñecas. De distintos tamaños, tipos, de ojos grandes o pequeños cuerpos, todas
dispuestas a protegerlo. Colocó alambre a lo largo y a las orillas de la chinampa y de
ahí las colgó: del cuello, de la mano, de donde se pudiera, pero siempre vigilantes. Así
fue como todo comenzó. Don Julian iba al barrio e iba recogiendo en su carrito
muñecas viejas, pero mas adelante también los lugareños comenzaron a llevarle
muñecas viejas. El solía decir que “aparecían ahí”. Otras versiones dicen que cuando
se limpiaron los canales en lugar de vestigios de culturas anteriores salieron los
restos de un hospital de muñecas y Don Julian las aprovechó para usarlas como
protección en su isla. Los lugareños lo reconocían como ermitaño y para otros era un
señor que causaba temor. Igual sucedía cuando transitaban frente a su choza, que se
caracterizaba por tener en su periferia cientos de muñecas colgadas de árboles y otras
más clavadas en troncos que le servían “para espantar al espanto”.