Manuel Pulido Mendoza, “'Cinelandia individual': alfa y omega del biografismo ramoniano” en Carolina García-Romeu, Anabel Hernández & Sabela Mendoza (eds.), Becas del Ayuntamiento de Madrid en la Residencia de Estudiantes. Un compromiso con la creación y la investigación. Madrid: Publicaciones de la Residencia de Estudiantes, Ayuntamiento de de Madrid, 2009. D.L. M-43531-2009. Págs. 162-166.
De todos los biógrafos literarios españoles, quizás sea Ramón Gómez de la Serna el que más atención crítica ha suscitado, aún comparado con otros prolíficos biógrafos contemporáneos como Benjamín Jarnés o Antonio Espina. Sin embargo, revisada toda la crítica dedicada al género de la biografía en la obra ramoniana, no se han tenido en cuenta, quizás por raros y desconocidos, dos artículos que son fundamentales para el descifrado del arte de la biografía en la obra del autor madrileño y de la biografía moderna en España en general, uno de ellos del propio Gómez de la Serna ("Temas nuevos. Biografías, de nuestra redacción en Madrid especial para Diario de la Marina" en Diario de la Marina, La Habana, 8 de julio de 1928, pág. 2.) y el otro de Camilo José Cela (Camilo José Cela, "Los Retratos contemporáneos de Ramón", en Arriba, 22 de enero de 1945, pág. 5).
3. "CINELANDIA INDIVIDUAL": ALFA Y OMEGA DEL BIOGRAFISMO RAMONIANO
Manuel Pulido Mendoza
Universidad de Extremadura
De todos los biógrafos literarios españoles, quizás sea Ramón Gómez de la Serna el que más
atención crítica ha suscitado, aún comparado con otros prolíficos biógrafos contemporáneos como
Benjamín Jarnés o Antonio Espina. Sin embargo, revisada toda la crítica dedicada al género de la
biografía en la obra ramoniana, no se han tenido en cuenta, quizás por raros y desconocidos, dos
artículos que son fundamentales para el descifrado del arte de la biografía en la obra del autor
madrileño y de la biografía moderna en España en general, uno de ellos del propio Gómez de la
Serna ("Temas nuevos. Biografías, de nuestra redacción en Madrid especial para Diario de la
Marina" en Diario de la Marina, La Habana, 8 de julio de 1928, pág. 2.) y el otro de Camilo José
Cela (Camilo José Cela, "Los Retratos contemporáneos de Ramón", en Arriba, 22 de enero de 1945,
pág. 5). Por su rareza, presento ambos artículos para su difusión entre la comunidad de
investigadores de su obra. Los dos fueron localizados en la Hemeroteca Municipal de Madrid
durante mi estancia como becario de la Residencia de Estudiantes, y creo que esta presentación
encaja en un volumen tan testimonial como el presente. El hallazgo se produjo a lo largo del
periodo de mi investigación bibliográfica para mi tesis doctoral1 y quiero agradecer a mi amigo y
compañero residente por entonces Nicolás Sesma Landrin el haberme facilitado la pista que me
ayudó a encontrar la reseña escrita por Cela.
El primero de los hallazgos es un artículo del propio Ramón Gómez de la Serna, publicado
en el Diario de la Marina de La Habana, durante el verano de 1928, año que ha sido denominado el
annus mirabilis de la biografía en Occidente y España por autores como Ira Bruce Nadel. Siendo
corresponsal del diario cubano, reporta desde Madrid la novedad editorial de biografías novelescas.
Como origen de esta moda adelanta, en su crónica, una serie de explicaciones, que luego
confirmaron los estudios realizados sobre la biografía de entreguerras española: éste fue, en parte,
un fenómeno impulsado por las compañías editoriales, que intentaron copiar del extranjero fórmulas
literarias de éxito, y que encargaron a las plumas más prolíficas la redacción de estos trabajos. París,
diapasón cultural de la modernidad anterior a la Segunda Guerra Mundial, había impulsado desde
su potente industria editorial un género que despertaba gran interés entre el público lector, que
consumía masivamente los libros biográficos. Otro de los aspectos de esta pasión en occidente por
las biografías era su carácter transnacional. Los autores escribían sobre personajes que eran
potencialmente capaces de atraer a grandes masas de consumidores lectores en todo el mundo:
desde Estados Unidos y los dominios británicos, hasta los países francófonos y de lengua alemana.
Eran obras que se traducían rápidamente a muchos idiomas y que alcanzaban tiradas considerables
en su época. En el caso de las literaturas hispánicas se puede citar el carácter internacional del caso
de Vicente Huidobro, quien publicó rápidamente al inglés sus novelas biográficas dedicadas al Cid
y a Cagliostro. O el caso de Eugeni D’Ors, que publicó primero la traducción francesa de su
biografía de Goya que había redactado en español en 1928, el año del centenario de la muerte del
pintor. Aquí, en España, fueron numerosas las colecciones dedicadas a este género, de muy
diferentes temas, calidades y formatos. Destacó, sobre todo, la colección "Vidas españolas e
hispanoamericanas del siglo XIX" de [162, pasa de p. 162 a la pág. 164, la página 163 contiene
una ilustración del autor del artículo] Espasa-Calpe, que por su enfoque trasatlántico aspiraba
también a las grandes tiradas y a la conquista de los mercados de lectores hispanoamericanos.
Otra de las características que Ramón Gómez de la Serna señala de esta técnica nueva de
biografiar es su concordancia con la estética moderna, la aplicación de una visión irónica, vital y
1
Manuel Pulido Mendoza, Plutarco de moda. La biografía moderna en España (1900-1950). Mérida: Editora
Regional de Extremadura, UEX, 2009.
4. antipasatista de un género tradicionalmente enfocado a tratar con muertos ilustres de la historia. La
paradoja de esta ironía distanciadora de lo ya distante en el tiempo consistía en que la
reinterpretación del personaje biografiado se realizaba de un modo cercano al autor y al lector
contemporáneo. Una cercanía que a veces suponía una desmitificación del biografiado, a cambio de
una caracterización más vivaz y expresiva de su personalidad.
Este énfasis en la personalidad del biografiado enlaza con otros dos aspectos, ambos
relacionados con la demanda lectora, que para Gómez de la Serna explican el éxito de esta clase de
libros. El primero era la necesidad de comprar un modelo vital que imitar, un cliché de vida
extraordinario. El género había experimentado una expansión también en los modelos posibles
biografiables. De la biografía de los estamentos clerical y nobiliario, heredada de la tradición, se
había pasado hacia el héroe cultural o el político, más acorde con la movilidad social existente en
las sociedades liberales de finales del siglo XIX, pero, sobre todo, durante el destacado desarrollo
económico e industrial de los años veinte. Esta evolución había traído aparejado un desarrollo de la
técnica también vinculado a la industrialización y urbanización. La prisa de la vida moderna a la
que hace referencia Ramón en su artículo, cambió la cultura y la estética de la modernidad. El
cansancio del lector moderno y minoritario con los héroes vulgares de la novela naturalista señalado
por Gómez de la Serna viene motivado por este cambio cultural. La aparición y popularización de la
fotografía y el cinematógrafo hizo palidecer toda pretensión de representación naturalista en la
ficción artística. Es decir, la biografía se convierte, en manos de un autor moderno como Ramón, en
una convivencia con un extraño, con un muerto resucitado, con un fantasma que es la recreación del
personaje biografiado en negro sobre blanco. De este modo, parafraseando a Walter Benjamin,
podemos señalar que el aporte principal que produce el cine a la biografía es la pérdida del aura del
referente actor, del protagonista. Esto es, de su extrañamiento:
Por primera vez –y esto es obra del cine– llega el hombre a la situación de tener que actuar con toda su persona viva,
pero renunciando a su aura. Porque el aura está ligada a su aquí y ahora. Del aura no hay copia. La que rodea a
Macbeth en escena es inseparable de la que, para un público vivo, ronda el actor que le representa. Lo peculiar del
rodaje en el estudio cinematográfico consiste en que los aparatos ocupan el lugar del público. Y así tiene que
desaparecer el aura del actor y con ella la del personaje que representa2.
Las necesidades de la maquinaria cinematográfica permitían por vez primera desmenuzar la
actuación del artista en una serie de episodios, planos, tomas montables. Del mismo modo, las
selecciones realizadas en la documentación sobre la vida de un personaje y su trabazón en un marco
narrativo o discursivo se asemejaban claramente [164] a la labor del cineasta, tal y como declara
Gómez de la Serna. Así, siguiendo el paralelismo, el biografiado y el personaje o arquetipo que
representa pierden su aura en la disección realizada por el biógrafo-montador. Benjamin compara el
extrañamiento del actor frente al mecanismo cinematográfico con la del hombre ante el espejo 3.
Reflejo, fantasma o extrañamiento, la consecuencia era la misma en términos de realización técnica
y de imagen:
A la atrofia del aura el cine responde con una construcción artificial de la personality fuera de los estudios; el culto a
las "estrellas", fomentado por el capital cinematográfico, conserva aquella magia de la personalidad, pero reducida,
desde hace ya tiempo, a la magia averiada de su carácter de mercancía4.
De este modo, biografía y cine se alimentaban mutuamente, buscando una solución
provisional a la crisis que la reproducción mecánica había causado con la pérdida del aura artística.
Ante esta crisis provocada por la recepción masiva, simultánea y colectiva de la obra artística, las
cuestiones de identidad y profundidad psicológica saltan al primer plano de todas las artes. Como
señala Benjamin al abordar el teatro de Pirandello o la pintura de Picasso en su archiconocido
ensayo, el cine y la fotografía han puesto en evidencia puntos de vista hasta entonces inéditos y
2
Walter Benjamin, "La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica", en Aguirre, J. (ed.), Discursos
Interrumpidos, I. Filosofía del arte y de la historia, Madrid, Taurus, 1992, p. 36.
3
Ibidem, p. 38.
4
Ibidem, p. 39.
5. ocultos para la percepción normal del ojo humano. De este modo, el nuevo interés psicológico de
las novelas y biografías modernas responden a esta misma revolución perceptiva lograda a través de
la técnica y las teorías científicas. No deja de ser un dato importante el hecho de que la fotografía
popularice y extienda el uso del retrato – hasta el siglo XIX reservado para las clases estamentales o
plutocráticas– a capas de la población cada vez más extensas. Del retrato y del montaje
cinematográfico aprenderán los nuevos biógrafos el arte de la composición narrativa, del collage, de
la representación dinámica, referencial. Este perspectivismo, así como el psicoanálisis, habían
empujado a la novela moderna hacia la introspección y, por contaminación, a la biografía moderna,
esa "película de la vida" o "cinelandia individual" de la que nos habla Ramón en su personal estilo
greguerístico.
No es casualidad que Camilo José Cela, al reseñar los nuevos retratos trazados por Ramón
Gómez de la Serna, identificara actualidad contemporánea con cine y biografía, aprovechando la
sinonimia de la palabra "biógrafo" -cinematógrafo- en el cono sur americano. En esta última visión
del biografismo ramoniano, destaca al madrileño como un pionero y cultivador asiduo del género.
En su repaso por la obra biográfica de Ramón, no olvida señalar aquellas más exitosas en su carrera
literaria, al tiempo que destaca algunas características propias de su arte biográfico.
Una de ellas es la tendencia a la brevedad y fragmentación, propia de toda la obra
ramoniana, pero que en, el caso de sus biografías, procede de una influencia clara del retrato
literario modernista aprendido de sus grandes maestros, sobre todo de Rubén Darío y Juan Ramón
Jiménez. Para él, la biografía no es distinta de toda su literatura, ya que ante todo supone una
oportunidad para expresar su personal visión de las cosas, en este caso de personas que conoció de
modo directo o indirecto a través de las distintas fuentes. La biografía es, ante todo, expresión
literaria.
Por eso, la biografía de Gómez de la Serna se distancia tanto de la ejemplaridad solemne de
la biografía tradicional como de la personalidad ejemplar para consumo masivo e inmediato, que
[165] criticaba en su artículo caribeño. Para él, la biografía es una convivencia, además de en un
sentido literal, en uno etimológico. Ramón vive junto con sus biografiados. Del mismo modo que el
Leonard Zelig de Woody Allen, Gómez de la Serna tiene la capacidad de adoptar la personalidad de
toda persona biografiada en una simbiosis en la que necesariamente hemos de conocer a ambos,
autor y personaje. Ramón ramoniza a sus biografiados o busca una interpretación ramoniana, muy
personal, del retratado, al tiempo que los remeda. Si Camilo José Cela lo denomina "mimetismo
cordial", Benjamín Jarnés ya había reseñado sus biografías no como "vidas a través de un dato",
sino como "vidas a través de un espíritu". Esto es, vidas en las que tenemos que "resignarnos a
conocer a un tiempo dos vidas. La del escritor y la de su héroe"5. Quizás sea por esto que Gómez de
la Serna siempre elija personajes iconoclastas, personalísimos, individualistas y bohemios, con los
que indefectiblemente se identifica. Esta concordia lleva a la cordialidad y a la ternura con la que
trata a sus biografiados, una cordialidad y ternura que no son otras que las que reclama el autor para
su obra. Y esta es la clave que explica la dedicación que Gómez de la Serna concede a la escritura
(auto)biográfica durante su duro exilio en Argentina. Sólo en este contexto de distancia, soledad y
olvido motivado por el doble exilio sufrido por el autor se explica esta vuelta a la memoria
melancólica y al retrato de los amigos recién perdidos, esos "muertos frescos" que tan
macabramente señala Cela en su reseña para el periódico falangista Arriba. [166]
5
Benjamín Jarnés, "Vidas oblicuas", Revista de Occidente, T. XXVI, 77, 1929, p. 252. Enrique Serrano Asenjo, toma
de este artículo, fundamental en la formulación teórica de la biografía moderna española, la inspiración del título de
su monografía, Vidas oblicuas: Aspectos teóricos de la nueva biografía en. España [1928–1936]. Zaragoza: Prensas
Universitaias de Zaragoza, 2002.