2. Cuando se cumplieron los días de la
purificación prescrita por la ley de Moisés,
llevaron al niño a a Jerusalén para
presentarlo al Señor, como prescribe la
ley del Señor: “Todo primogénito varón
será consagrado al Señor”. Ofrecieron
también en sacrificio, como dice la ley del
Señor, un par de pichones o tórtolas.
Había en Jerusalén un hombre llamado
Simeón, hombre justo y piadoso, que
esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu
Santo estaba en él y le había revelado que
no moriría antes de ver al Mesías enviado
por el Señor. Vino, pues, al templo
movido por el Espíritu Santo y, cuando
sus padres entraban con el niño Jesús,
para cumplir lo que mandaba la ley.
Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a
Dios diciendo:
3. -Ahora Señor, según tu promesa, puedes
dejar que tu siervo muera en paz. Mis
ojos han visto a tu salvador, a quien has
presentado ante todos los pueblos como
luz para iluminar a las naciones y gloria de
tu pueblo Israel.
Su padre y su madre estaban admirados
de las cosas que se decían de él, Simeón
los bendijo y dijo a María, su madre:
-Mira este niño va a ser motivo de que
muchos caigan o se levanten en Israel.
Será signo de contradicción, y a ti misma
una espada te atravesará el corazón: así
quedarán al descubierto las intenciones
de todos.
Lucas 2,22-35
4. FICHA TÉCNICA
Autor: Luis de Morales “el Divino”
(ca. 1500-1586)
Nacionalidad: Española.
Obra: La presentación del Niño Jesús
(ca. 1560-1568)
Técnica artística: Óleo sobre tabla.
Medidas: 146 x 114 cm.
Escuela: Española (siglo XVI)
Estilo: Manierista (Estilo de transición
entre el Renacimiento y el Barroco)
Síntesis de influencias dispares:
elementos tardo-góticos, elegantes
figuras del arte italiano, empleo del
esfumato leonardesco y gusto por el
detalle y minuciosidad del estilo
flamenco.
5. ANÁLISIS FORMAL
La composición: Abierta y dinámica,
presenta el tema de forma directa;
en primer plano, la mesa del altar en
esforzado escorzo y la línea de fuga señala la
dirección en la que el cortejo entra en
escena.
Los personajes: El cuadro se llena de figuras,
Simeón y el Niño Jesús en sus manos,
La Virgen y San José,
Y numerosas doncellas que portan en sus
manos largas candelas y ofrendas para el
templo
6. ANÁLISIS FORMAL
El movimiento: Es extraordinario, todos y
cada uno de los personajes están
individualizados en diferentes gestos y
posturas.
La luz: El tratamiento de la luz es muy
cercano a lo leonardesco, sobre todo en el
sentimiento de la ejecución del claroscuro.
Se interesa por el modelado de las formas
que acusa el volumen en todas sus figuras.
Los colores: La armonía del color es grata y
delicada. Todo es refinamiento y sobriedad;
le gustan los colores fríos: grises, blancos
azulosos, azules profundos, carmines
pálidos. Las pinceladas son de un gran
refinamiento.
7. EL TEMA
*El tema está inspirado en el texto del
evangelio de san Lucas en donde
el anciano Simeón coge al niño en sus
manos, poseído por la súbita inspiración que
le hace reconocerlo como Mesías (según una
revelación que le había prometido verlo
antes de partir de este mundo).
*Todo ello con la mirada atenta de María y
José que son quienes les entregan al Niño,
cumpliendo lo establecido por la ley, que
obligaba a todos lo judíos a consagrar a sus
primogénitos al Señor en conmemoración
de la salida de Egipto.
8. EL TEMA
*La presentación del Niño Jesús en el templo,
Purificación de la Virgen y Candelaria (de ahí
que todas las doncellas porten una candela)
son otros tantos nombres que designan la
misma fiesta celebrada el 2 de febrero,
cuarenta días después de la Navidad según el
rito de purificación de la ley mosaica y de la
liturgia católica.
*Jesús es ofrecido sobre el ara del altar,
prefiguración de la Eucaristía.
*El cortejo de las jóvenes vírgenes
representan al Pueblo de Dios caminante.
*La primera trae como ofrenda en una
cesta dos pichones o tórtolas según la ley
de Moisés
9. EL AUTOR Y SU ÉPOCA
Natural de Badajoz, se da por válida la fecha de su nacimiento en 1509.
El sobrenombre del “divino Morales” le viene porque fueron sagrados los
temas qué pintó y por la maestría con su pincel. Trabaja para
Extremadura y buena parte del Reino de Portugal.
Se casó con Leonor de Chaves hacia 1539 y tuvo al menos siete hijos;
dos de ellos –Hernando y Jerónimo- fueron pintores y ayudantes. Su
mujer pertenecía a la nobleza lo que permitió a Morales relacionarse con
ésta y con la Iglesia.
Su etapa más pródiga, es la década de los años cincuenta en la que
reliza un retablo para la capilla de la catedral de Badajoz.
Alrededor de los años setenta hizo más retablos importantes, como el
de San Felices de los Gallegos en Salamanca y el de la iglesia mayor
en Elvas. Posiblemente también viajo a El Escorial a requerimiento de
Felipe II.
10. EL AUTOR Y SU ÉPOCA
Se desconoce la fecha exacta de su muerte, aunque se dice que fue en
1586 a la edad de 77 años. Solo tenemos noticias por el testamento de su
hija Isabel, en donde podía ser enterrada junto a sus padres en la capilla
mayor de la iglesia de la Antigua Piedad.
Los modelos iconográficos más repetidos serán la “Piedad” y los “Ecce
homo”, sobre todo en los siglos XVII y XVIII, tanto en Extremadura como
en Castilla, Andalucía y Cataluña, donde llegará a trabajar su discípulo
Benito Sánchez Galindo.
La obra fue adquirida por Carlos IV. Procede del Palacio Nuevo. En el
retablo de Arroyo de la Luz, en Cáceres, se repite la composición con
variantes.
11. CLAVES BÍBLICAS DEL CUADRO
La escena que representa este cuadro se basa en un relato exclusivo del
evangelista san Lucas.
El texto alude explícitamente a una costumbre judía recogida en el libro del
Éxodo 13,12-13, según la cual los primogénitos de hombres y animales
pertenecen al Señor. Era una manera de expresar que todos los bienes de
los que disfrutan las personas –cosechas, ganados o hijos- proceden de
Dios y por tanto hay que agradecérselo devolviéndoselos.
Asimismo, en el pasaje del evangelio se menciona el sacrificio de “un par
de tórtolas o dos pichones”. Este sacrificio corresponde al rito de
purificación de una parturienta a la que su condición económica no le
permite ofrecer un cordero. El rito se basa en la creencia judía de que la
sangre impurifica al que entra en contacto con ella, por lo cual toda mujer
que da a luz adquiere una impureza que hay que limpiar. Pero san Lucas
parece mas centrado en Jesús que en María, ya que en ningún momento
alude a este rito de purificación de la madre.