2. A través de la socialización desarrollamos nuestra
identidad personal y social, una identidad que
permita la adaptación al grupo y la cohesión social.
En ese largo proceso la relación con otras personas
es fundamental, esa relación implica poder
comunicarnos con ellos, formar lazos afectivos
estables y cooperar de forma activa en una
comunidad.
3. La percepción social es el proceso por el cual
tenemos una primera impresión de las
personas y nos formamos sobre ellas juicios
que guiarán nuestra interacción posterior.
4. La percepción de las personas es
semejante a la percepción de un
objeto ya que ambos tienen
unas características físicas que
presentan cierta estabilidad
(peso, forma, volumen, etc.). Sin
embargo, las motivaciones,
intereses y expectativas de quien
percibe a otra persona, así como
el carácter dinámico y complejo
del contexto en el que tiene
lugar la percepción, convierten
este proceso en algo diferente y
mucho más complejo que la
percepción física.
5. Para empezar el contexto en que interactuamos
con las personas por primera vez es
determinante. Las personas respondemos a una
situación o contexto de manera subjetiva, en
función de cómo la percibimos, y no de cómo la
situación es en sí.
Distintas personas percibirán una misma
situación objetiva de maneras diferentes al
procesar diferentes aspectos de la misma.
6. Cualquier situación es
interpretada en función
de esquemas previos del
sujeto; el que se activen
unos u otros depende de
los estados de ánimo del
sujeto, de la presión del
tiempo (tener prisa por
terminar una tarea en el
trabajo o estar relajado en
las vacaciones) y del
espacio (un bar o el
metro) y de las
experiencias anteriores.
7. La primera impresión que nos
formamos de otra persona es por
inclusión dentro de categorías o
agrupamientos sociales, la juzgamos
y nos hacemos ya una primera
impresión inconsciente de ella de
acuerdo a estas categorías:
8. Categorías demográficas: sexo y edad
Roles: padre, ama de casa…
Profesiones: profesor, bombera, jueza,
mecánico…
Características relativas al aspecto físico:
guapo/a, rubio/a, gordo/a, alta/o, atractivo
sexual, ojos azules, forma en que se viste, se
peina…
Características que deducimos por lo que
observamos: simpatía, inteligencia,
agresividad …
Características que nos comunican: “…está
repitiendo primero …”, “ … se ha casado dos
veces …”
9. La discriminación es la conducta no igualitaria
que una persona tiene hacia otra en virtud del
grupo o categoría social a la que pertenece.
10. El racismo y la xenofobia son dos de los
problemas fundamentales de las sociedades
actuales.
La convivencia pacífica y no discriminatoria
entre diferentes grupos que coexisten en una
sociedad supone erradicar actitudes
ideológicas como el racismo y la xenofobia
(desprecio y rechazo al extranjero).
11. El racismo es una construcción social, que
consiste en desvalorizar a un grupo social en
función de alguna característica física (color de
la piel, sobre todo). Esta actitud negativa ha
cambiado a lo largo de la historia y se ha
dirigido contra los indígenas, los negros, los
judíos , los árabes, los gitanos, etc.
12. Fomenta y permite la marginación y el
aislamiento de una persona o de un grupo en
función de su raza. Debemos juzgar a las
personas por sus conductas y no por el color de
su piel o su lugar de nacimiento.
13. Una persona con actitudes racistas defiende las
siguientes ideas erróneas:
Hay razas superiores e inferiores.
Defiende un sistema social según el cual
algunos tienen más ventajas por pertenecer a
un grupo social determinado.
14. En primer lugar, la investigación científica
demuestra que, en términos biológicos, en el
género humano no existen razas. La separación
genética entre diferentes poblaciones es tan
escasa que no está justificado emplear el
término «raza» para describir a los humanos.
15. En segundo lugar, frente a la tendencia de los
individuos y grupos a considerar sus valores y
creencias como los únicos apropiados, el
reconocimiento del otro es una condición
indispensable para la existencia de la
tolerancia. Ver al otro como igual en su
condición humana, por encima de su origen,
religión o estatus social, supone reconocer su
valor personal.