2. Durante los siglos XIII y XV se dio un gran flujo
comercial entre Oriente y Occidente.
Los mercaderes europeos viajaban a través de la
llamada Ruta de la Seda. Por esta vía se navegaba
por el mar Mediterráneo, luego se atravesaba el
canal de Suez, en Egipto, que conectaba con el
mar Rojo, y se viajaba en dirección al mar Arábigo.
Desde allí, los navegantes se dirigían hacia la India
y China para intercambiar joyas, artesanías y
monedas de plata por telares de seda, perfumes y
las muy apreciadas especias.
3. Con los viajes de exploradores como Marco
Polo, se conocieron rutas por tierra en las que
se cruzaba el mar Negro en barco y se llegaba
por vía terrestre hacia China, superando
desiertos y altas montañas. Sin embargo, los
obstáculos eran constantes a la hora de llevar
a cabo estos viajes, principalmente por la
presencia de malhechores que asaltaban los
navíos.
4. Más tarde esta situación se hizo crítica debido
a la caída de Constantinopla en manos de los
turcos otomanos, gobernantes de aquel
territorio que se
apropiaron de las rutas marítimas del
comercio y cobraron altos tributos por
transitar en sus aguas.