Los primeros aviones de guerra solo tenían una ametralladora que disparaba a través de las hélices y fue construido por los franceses. Más tarde, los alemanes inventaron un sistema de sincronización que hacía que la ametralladora dejara de disparar cuando la hélice pasaba frente a ella. Finalmente, los aviones comenzaron a lanzar bombas y otros artefactos, primero granadas de mano y luego bombas más grandes desde aviones diseñados para tener mayor capacidad de carga y estabilidad.