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       By          Paco Barbera en Nagoya Japon
                  10 Julio 2012



       India tras los viajes de Colón (1492); reparto
del Atlántico en el tratado de Tordesillas (1494) con
los Reyes Católicos; llegada de Vasco de Gama a la
India (1498); arribada de Pedro Alvares Cabral a Brasil
(1500). Juan II convirtió el comercio atlántico
portugués en monopolio de la Corona, que lo dirigió y
estimuló desde la "Casa da Mina" (1482) y la "Casa da
India" (1492), precedentes de la Casa de Contratación
de Sevilla (1503). La expansión marítima portuguesa
permitió el acceso a nuevos mercados y recursos
exóticos y ricos con la consiguiente reactivación del
comercio europeo, pero también la aparición de una
nueva perspectiva del mundo imprescindible en el
camino hacia los posteriores descubrimientos
españoles iniciados en 1492. El reino de Granada
experimentó en esta etapa una efímera recuperación
para caer enseguida en nuevas luchas sucesorias bajo
la creciente presión de Castilla. Tras numerosas
luchas internas, Muhammad IX el Zurdo recuperó el
trono en 1453. Durante su última etapa de gobierno
alternó el poder con Sa´d (1454-1462) y tuvo afrontar
la guerra de desgaste de Enrique IV (1455-1457) y las
conquistas castellanas de Archidona y Gibraltar
(1462). Este año Muhammad IX fue destronado por el
breve Yusuf V (1462), sucedido por su hijo Abul-
Hasán Alí o Muley Hacen (1464-85) con ayuda de los
Abencerrajes. Muley Hacen se impuso a sus aliados
y a su hermano Muhammad ibn Sa´d (el Zagal) e inició
un paréntesis de paz y prosperidad al calor del apoyo
de sus súbditos y de la guerra civil de Castilla. Sin
embargo, el final de la crisis castellana coincidió con
la decadencia de Muley Hacen, preludio del fin. En las
Cortes de Toledo (1480) los Reyes Católicos
decidieron reiniciar la guerra contra Granada siguiendo
la vieja pauta de Fernando de Antequera, Álvaro de
Luna y Enrique IV. La empresa, de características
tanto medievales como modernas, tuvo causas
religiosas (fue una Cruzada teñida de mesianismo),
políticas (ocupar a la nobleza, aunar a Castilla y
Aragón en una empresa común) y económicas (golpear
el comercio genovés, fácilitar la navegación en el
Estrecho...). La conquista de Granada (1480-1492),
planteada como una guerra de desgaste, fue desde el
primer momento la empresa prioritaria de los reyes,
que estrangularon económicamente al emirato y se
beneficiaron de la constante guerra civil por el trono
entre Muley Hacen (hasta 1485), su hermano El Zagal
(hasta 1489) y su hijo Muhammad XII llamado
Boabdil (1482-1492). Las campañas contra Granada
comenzaron con la toma de Alhama en respuesta a la
conquista nazarí de Zahara (1482). Hasta 1485 los
Reyes Católicos explotaron la rebelión de Boabdil y
los Abencerrajes y ocuparon Álora y Setenil (1484). A
la muerte de Muley Hacen (1485), los cristianos
conquistaron la región occidental del reino (Ronda,
Loja, Illora). Se produjo entonces la usurpación de
El Zagal, que fue derrotado por Boabdil con ayuda
castellana. En 1487 las tropas cristianas conquistaron
Málaga tras un duro asedio. En los dos años
siguientes los castellano-aragoneses ocuparon la
zona oriental del emirato (Vera, Mojácar, Níjar, Vélez
Blanco y Vélez Rubio, Tabernas, Purchena; Guadix,
Almería), destacando la conquista de Baza, la campaña
más aura de toda la guerra. El Zagal se retiró
entonces de la guerra (1489) y Boabdil quedó reducido
a Granada, la Vega y las Alpujarras. En situación
agónica la población de la capital se negó a rendirse,
mientras los Reyes Católicos construyeron el
campamento de Santa Fe como símbolo de su
determinación. Tras llegar a un acuerdo con Boabdil,
los cristianos entraron en Granada el 2 de enero de
1492. La población mudéjar conservó vidas, religión y
posesiones, pero desde 1500 debió optar entre la
conversión o el exilio, convirtiéndose en la minoría
morisca presente en la Península hasta el siglo XVII.
Con la conquista de Granada los Reyes Católicos
pusieron fin a ocho siglos de dominio político
musulmán en la Península, concluyendo el proceso
secular que se conoce como Reconquista, definidor
en gran medida de la evolución política, económica,
social y cultural de los reinos ibéricos durante toda
la Edad Media. La unión personal de las Coronas de
Castilla y Aragón fue obra de las hábiles maniobras
de Juan II de Aragón. Aunque tenía un precedente en
la unidad dinástica de ambas coronas en manos de los
Trastámara desde el Compromiso de Caspe (1412), la
unidad castellano-aragonesa de los Reyes Católicos
fue consecuencia de la coyuntura política especifica
de la Península Ibérica entre 1460 y 1480. Esta unión
personal estuvo muy lejos de formar una entidad
política centralizada o una "unidad nacional española,
y debe considerarse el comienzo de una fase de
unificación histórica... dirigida desde y por Castilla, el
reino más importante y con mayores recursos
humanos y económicos..., cuya suerte dependerá del
juego de fuerzas existentes, de la voluntad de quienes
en adelante integren el nuevo Estado y de la habilidad
de sus dirigentes" (J. L. Martín). En la fortuna de
esta marcha hacia la unidad pudieron tener una mayor
o menor influencia factores ideológico-
historiográfico-políticos como la idea medieval de
España -común a todos los hispano-cristianos pero
asumida políticamente por Castilla como heredera de
la idea imperial leonesa y, más tarde, como potencia
hegemónica peninsular- o "la definición del ámbito
español como unidad política por la dinastía
Trastámara" (M. A. Ladero). Pero fue la comunidad de
intereses y enemigos de la monarquía hispánica desde
finales del siglo XV lo que permite decir que "tal
unión dio paso en la Historia a la España moderna" (J.
Vicens). Los Reyes Católicos dieron el impulso
definitivo a la construcción de la monarquía moderna
en Castilla y Aragón. Tras pacificar sus reinos,
impusieron la autoridad regia a partir de las líneas
políticas heredadas de sus antepasados y de los
aparatos estatales de Castilla (en mayor medida), y
sobre una estructura socio-económica apenas
modificada. Con ello sentaron las bases del futuro
absolutismo real. Como forma de consolidar la
hegemonía regia y para desviar el potencial bélico
hasta entonces empleado en guerras civiles, los Reyes
Católicos abordaron una amplia política exterior.
Después de iniciar una nueva etapa de alianza con
Portugal (1479), la monarquía se volcó en la empresa
conquistadora de Granada (1482-1492), culminación de
la Reconquista y laboratorio del que surgirá la
poderosa maquina bélica de la monarquía hispánica. El
año 1492 no sólo vio la definitiva desaparición del
Islam andalusí. También entonces los reyes
procedieron a la expulsión de los judíos de Castilla y
Aragón (31-marzo-1492), consecuencia de la política de
homogeneización religiosa derivada de un ambiente
social radicalizado y un autoritarismo monárquico
que exigía la uniformización político-religiosa. La
precaria situación de la población musulmana de
Granada desde 1500 respondió a la misma presión
social, religiosa y política. Por último, en 1492 la
monarquía hispánica alcanzó una nueva dimensión
transoceánica cuando el viaje de Cristóbal Colón
incorporó el continente americano a la historia de
España y de Europa. Desde el trascendente 1492 la
monarquía de los Reyes Católicos, heredera de la
política exterior de Juan II de Aragón, se erigió en el
rival europeo de la poderosa Francia, con quien
disputara en Italia la hegemonía en Europa.
Consecuencia imprevista de esta pugna contra Francia
será la gran herencia de Carlos V, nieto de Fernando e
Isabel. La muerte de la reina Católica abrió un
agitado periodo conocido como "Época de las
regencia"s (1504-1516). Durante estos años la unidad
castellano-aragonesa pasará de la crisis a la
consolidación de la mano de Fernando el Católico y el
cardenal Cisneros, protagonistas de las campanas
españolas en el norte de África (1497-1510). Con la
incorporación a Castilla del reino de Navarra (1512), la
monarquía hispánica alcanzó los perfiles propios de
la España moderna.

     +++




       Martín Alonso [Yáñezº] Pinzón, (c.1440-1493)

     Marino, navegante y descubridor español, uno de
     los protagonistas del primer viaje descubridor de
     América llevado a cabo por Cristóbal Colón.
     Martín Alonso Yáñez Pinzón nació en el pueblo
     andaluz de Palos de la Frontera (Huelva) hacia
     1440. Era el hijo mayor de una rica familia de
     larga tradición marinera, y propietario de un
     barco con el que hacía frecuentes viajes
comerciales por los mares entonces navegables
del Mediterráneo y del Atlántico. Junto con su
hermano y socio Vicente Yáñez Pinzón, ejerció
alguna vez de corsario, cosa por otro lado nada
extraña.
En los años que precedieron al descubrimiento
de América no había en toda la comarca del
Tinto-Odiel un armador y navegante más famoso
que Martín Alonso Pinzón, por lo que conseguir
su apoyo y participación era imprescindible para
el éxito de la empresa colombina. El encargado de
convencer a Martín Alonso Yáñez Pinzón para
que acompañase a Colón fue el guardián del
monasterio de La Rábida, lo que hizo durante el
verano de 1492. Cuando se propagó por toda la
zona que Martín Alonso iba a participar en el
viaje como capitán de la carabela Pinta y su
hermano Vicente como capitán de la Niña,
muchos amigos y familiares se enrolaron
inmediatamente y pudieron completarse las
tripulaciones. A Colón nadie le conocía, en
cambio la sabiduría náutica y la experiencia
marinera de los Pinzón eran el mejor aval.
Puesto en marcha el viaje descubridor, Martín
Alonso asumió el mando de la Pinta y llevó
consigo a su otro hermano Francisco como
maestre. Su hermano Vicente iba como capitán
de la carabela Niña. Durante la travesía, demostró
sus habilidades de marinero cuando resolvió el
problema de la rotura del timón y pudo seguir
navegando, y sus dotes de mando al imponer su
autoridad a los amotinados vizcaínos o
cántabros de la nao Santa María entre el 6 y el 7
de octubre. Durante este percance, Martín
Alonso amenazó con aplastar a cualquiera que
se atreviera a amotinarse. En el siguiente motín,
ya más serio, del 9 y 10 de octubre, cuando
habían fallado ya todos los cálculos de
distancias que había dicho Colón, los que
dudaron fueron los Pinzón. Éstos aplacaron los
ánimos de la tripulación poniendo una condición
a Colón: navegarían con el mismo rumbo tan sólo
tres días más; si durante ese tiempo no
encontraban tierra volverían a España.
Tras el descubrimiento de las islas Lucayas o
Bahamas, divisaron Cuba. Mientras recorrían la
costa oriental de Cuba, Martín Alonso, al frente
de la Pinta, abandonó al almirante el 21 de
noviembre de 1492 y continuó navegando por su
cuenta. Colón nunca se lo perdonó. El 6 de
enero se volvieron a encontrar en la costa norte
de La Española. Las circunstancias y
motivaciones de la deserción de Martín Alonso
no están claras: quizá intentara descubrir por
su cuenta el oro que tanto buscaban. Pero sea
cual fuese la causa de la separación, aquí
comenzaron sus desavenencias con Colón, que
llegó a acusar de traición a Martín Alonso. De
nuevo juntos, emprendieron viaje de regreso a
España en la Pinta y la Niña, pero una tormenta,
no muy lejos de las Azores, las volvió a separar
y la Pinta llegó primera a Bayona, en las costas
de Galicia, antes de que Colón arribara a Lisboa.
Desde Bayona envió un informe de lo acontecido
en el descubrimiento a los Reyes Católicos y se
dirigió ya gravemente enfermo a Palos, donde
entró, el 15 de marzo de 1493, pocas horas
después de que lo hubiera hecho Colón.
Martín Alonso Yáñez Pinzón falleció alrededor del
31 de marzo de 1493 en el monasterio de La Rábida
(Huelva), donde fue llevado por sus familiares y,
según un testigo, también enterrado. Esto
sucedió pocos días después de su llegada a
España, tras el viaje en el que tuvo lugar el
descubrimiento del Nuevo Mundo, y en cuya
empresa le cabe figurar en un lugar destacado.
º[Sobre Martín Alonso Pinzón, añadiéndole
"Yáñez", es probable que no sea correcto: Yañez
era el sobrenombre de Vicente.
JULIO IZQUIERDO LABRADO
Palos de la Frontera, 1985 -
http://es.geocities.com/julioil/pepi.html ]

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PALOS – PALOS DE MOGUER – PALOS DE LA
FRONTERA.
Sobre la ciudad de donde salió Colón como
‘Palos de moguer’, es de precisar que tal
denominación se debe a un error histórico que
viene de los primeros cronistas de Indias,
cuando al referirse a las localidades que
aportaron marineros, creyeron que Palos y
Moguer era un solo pueblo cuando esto no ha
sido así.
En lo referente al descubrimiento de América,
Palos, solo se la llamado Palos, hasta el 1642,
año en que el concejo de Palos adopta el nombre
de Palos de la Frontera.
(El topónimo de Palos de la Frontera es la
denominación oficial de esta localidad onubense.
Esta denominación fue establecida en el año 1642.
Anteriormente se llamaba únicamente Palos o
Villa de Palos.
Etimológicamente, el topónimo Palos puede
proceder del latín palus-paludis, que significa
"laguna" o "pantano"[1], que es la hipótesis más
común, o tal vez de la raíz prerromana pal-,
pala- que se traduciría como "ladera de
inclinación muy acentuada"[2]. Ambos
accidentes geográficos están presentes en la
localidad.
Historia del topónimo
El topónimo Palos se recoge documentalmente
por primera vez en 1322, cuando Alfonso XI,
después de la reconquista de Niebla, lo dona a
Don Alonso Carro y Doña Berenguela Gómez. En
1379, Juan I volvió a entregarlo a Don Álvar Pérez
de Guzmán, verdadero padre y fundador de la villa
palerma,[3] que se ocupó de repoblarla con 50
familias [4]. En esta documentación antigua, es
comprobable que normalmente se refieren a
Palos como el "Lugar de Palos".
En los diferentes archivos históricos de España,
se encuentran abundantes documentos que
mencionan a la localidad, siempre bajo las
denominaciones de "Palos", "Lugar de Palos" o
"Villa de Palos". Uno de los mas importantes,
por su transcendencia, es la Real Provisión que
los Reyes Católicos remitieron el 30 de abril de
1492, a Diego Rodríguez Prieto y a otros vecinos
de Palos en la que se les pedía que tuvieran
preparadas dos carabelas aprovisionadas para el
que sería el primer viaje de Cristóbal Colón :
Real Provisión de los Reyes Católicos
DIRIGIDA A CIERTOS VECINOS DE PALOS
PARA QUE ENTREGUEN A CRISTOBAL COLON
DOS CARABELASGranada, 30 de Abril de 1492.
Don Fernando e Doña Ysabel por la gracia de dios
Rey e Reyna de Castilla, de León, de Aragón, de
Secilia, de Granada .... A vos, Diego Rodríguez
Prieto, e a todas las otras personas vuestros
compañeros e otros vezinos de la villa de Palos e
a cada uno de vos, salud e gracia. Vien sabedes
como por algunas cosas fechas e cometidas
por vosotros en desserbicio nuestro, por los del
nuestro Consejo fuistes condenados a que
fuésedes obligados a nos serbir dos meses con
dos carabelas armadas a vuestras propias
costas .... E agora, por quanto nos avemos
mandado a Christoval Colón que vaya con tres
carabelas de armada, como nuestro capitán de
las dichas tres carabelas, para ciertas partes de
la mar océana sobre algunas cosas que cunplen
a nuestro servicio e nos queremos que llebe
consigo las dichas dos carabelas con que asy
nos aveis de servir.
Archivo General de Indias. Signatura:
PATRONATO, 295, N.3.[5]

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         Juan de la Cosa, (c. 1449-1510)

Marino, conquistador y cartógrafo español.
Nacido en Santoña (Cantabria), debió adquirir su
experiencia como navegante en el mar Cantábrico
y realizó varias travesías recorriendo la costa
occidental de África.

Primeros viajes
Desde 1492 participó en siete viajes y
expediciones al Nuevo Mundo. Cuando Cristóbal
Colón preparaba su primer viaje conoció a De la
Cosa y le ofreció que participara con su nave La
Gallega, que fue rebautizada como Santa María y
utilizada como nao capitana. Descubiertas las
nuevas tierras, la Santa María se hundió y Colón
le acusó de impericia; sin embargo, la Corona le
indemnizó por la pérdida. En su segundo viaje
(1493-1496) Colón volvió a contar con De la Cosa,
esta vez con el cargo de piloto mayor y la misión
de trazar el mapa de las tierras que visitaran. En
este viaje, que partió de la bahía de Cádiz, De la
Cosa navegaba a bordo de la carabela Santa Clara.
Se descubrieron las islas Dominica, San Juan de
Puerto Rico, Montserrat, Guadalupe y otras. De
regreso a España estuvo recorriendo las costas
del Cantábrico, para fijar poco después su
residencia definitiva en el Puerto de Santa María.
El tercer viaje (1499-1500) lo hizo en calidad de
primer piloto de la expedición de Alonso de
Ojeda, en la que participaba también Américo
Vespucio. Desembarcaron en la isla Margarita y
recorrieron el litoral de Venezuela desde Paria
hasta el cabo de la Vela. De regreso a España
realizó el primer mapamundi en el que aparecían
las tierras descubiertas. En el cuarto viaje (1501-
1502) partió como primer piloto de la flota
mandada por Rodrigo de Bastidas. Recorrieron las
costas de Tierra Firme, llegaron al golfo de
Urabá, al puerto de Retrete y a Nombre de Dios,
en el istmo de Panamá.
De regreso a España, en 1502, por haber sido
arrestado Bastidas, la reina Isabel premió sus
servicios nombrándole alguacil mayor de Urabá,
por Real Cédula de 2 de abril de 1503. En ese
mismo año permaneció un breve tiempo
encarcelado en Portugal, ante cuya corte
presentó la reclamación española por la
actuación de los barcos portugueses fuera de
su demarcación. El quinto viaje (1504-1506) lo
hizo al mando de una expedición de cuatro
buques para vigilar las costas de tierra firme
hasta el golfo de Urabá. Cumplió perfectamente
su misión, evitando las incursiones portuguesas
y estudiando con detalle aquellas costas. De
regreso a España, en 1507, se le encargó la
vigilancia de las costas españolas desde el cabo
de San Vicente hasta Cádiz, para apresar
cualquier navío portugués que volviera de
América. Dicha misión no dio resultado.
Últimos viajes
El sexto viaje (1507-1508) lo realizó con
Bastidas. Viajaron a América para obtener
beneficios, consiguiendo 300.000 maravedíes. A
su vuelta, la reina Juana I la Loca le confirmó
en su empleo de alguacil mayor de Urabá, a
título hereditario.
En 1509 emprendió el séptimo y último viaje, en el
que encontró la muerte. Partió al mando de un
navío y dos bergantines rumbo a Santo Domingo,
al encuentro de Alonso de Ojeda, que había sido
nombrado gobernador de la Nueva Andalucía.
Tuvo que mediar como árbitro entre Ojeda y
Diego de Nicuesa, que se disputaban los límites
de sus gobiernos en tierra firme, aceptándose su
propuesta de fijar como límites ambas orillas
del río Grande del Darién.
Inició una expedición de conquista con Ojeda, a
quien propuso la fundación de una colonia en la
costa del golfo de Urabá sin hostigar a una
tribu asentada en el emplazamiento de la actual
Cartagena de Indias. Ojeda, desoyendo el consejo,
optó por atacar a los indios y se internó hasta
una ranchería en la que se habían hecho fuertes
y se defendieron con gran ferocidad, llegando a
rodear a Ojeda, quien salvó su vida por la valiente
intervención de De la Cosa, que cayó abatido por
las flechas envenenadas de los indios. Poco
después, Ojeda y Nicuesa vengaron su muerte
con una feroz carga sobre la tribu, en la que
centenares de indígenas fueron degollados. Su
viuda recibió la generosa suma de 45.000
maravedíes, en reconocimiento a los servicios
prestados por el esforzado marino. Se
desconoce cuál fue la suerte de su hijo, que
hubiera heredado el título de alguacil mayor de
Urabá.
Eminente cartógrafo
El nombre de Juan de la Cosa ha pasado a la
posteridad sobre todo, por su Carta de Marear o
Mapamundi realizado en el Puerto de Santa María
en 1500, según figura en una inscripción de esta
joya de la cartografía que se conserva en el
Museo Naval de Madrid después de numerosos
avatares, ya que, en principio, fue archivado en la
Casa de Contratación de Sevilla de donde fue
robada y posteriormente vendida al barón
Walcknaer en 1832. A la muerte de éste fue
subastado y adquirido por el gobierno español
por 4.200 pesetas. El mapamundi está trazado en
una hoja grande de pergamino de forma ovalada.
Su gran mérito es el representar las Indias
Occidentales en el momento en que fueron
reconocidas. Es admirable la semejanza con la
realidad del trazado de las Antillas y de tierra
firme, desde el Amazonas hasta Panamá. Supone
el reconocimiento de la independencia del Nuevo
Mundo respecto de Asia, y representa el enlace
entre la vieja tradición medieval de elaboración de
portulanos y el nacimiento de la nueva
cartografía. Se sabe que Juan de la Cosa
elaboró otros mapas importantes, entre ellos
los de la costa Cantábrica, pero no han llegado
hasta nosotros.
+++




         Alonso de Ojeda (c.1466-c.1515)

Navegante, descubridor y conquistador español.
Nacido en Cuenca entre 1466 y 1470, estuvo al
servicio del duque de Medinaceli y fue protegido
del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, por cuya
mediación logró embarcarse a finales de 1493 con
Cristóbal Colón en su segundo viaje.

En la isla de La Española
En la isla de Guadalupe, Colón le confió la
búsqueda del veedor Diego Márquez que con
otros compañeros se habían internado en la isla
y no regresaban a la flota. Ya en la isla de La
Española Colón le encargó dominar a uno de los
señores más aguerridos y opuestos a los
españoles, de origen caribe, que reinaba en la
zona central de la isla y en las minas de Cibao:
Caonabo. Ojeda, en un alarde de temeridad, logró
presentarse en el lugar de Caonabo, ganar su
confianza y apresarlo. Tomó parte igualmente en
la batalla de la Vega Real, frente a un numeroso
ejército de indios que fray Bartolomé de Las
Casas cifró exageradamente en cien mil.
Nuevos viajes a América
De regreso en España, asistió a una política de
cambios y novedades en materia descubridora,
que comenzó en 1499. Fruto de esta política fue
la firma de una serie de capitulaciones
(contratos con los reyes) en las que no se tenía
en cuenta a Colón. Ojeda fue el primero en
inaugurar lo que se ha dado en llamar ´viajes
menores´ o ´viajes andaluces´. La primera
expedición de Ojeda, tras formar sociedad con
Juan de la Cosa y Amerigo Vespucci, zarpó del
Puerto de Santa María el 18 de mayo de 1499.
Siguieron la ruta del tercer viaje colombino:
Trinidad, Margarita —costa de las Perlas—,
Curaçao y península de Coquibacoa o Goajira. La
expedición estaba de regreso en Cádiz un año
después y resultó poco rentable.
Para una segunda expedición a la misma zona,
Ojeda firmó una nueva capitulación con los
reyes el 8 de junio de 1501 y fue nombrado
gobernador de Coquibacoa. Formó compañía con
Juan de Vergara y García de Campos y fletaron
cuatro carabelas. Partiendo del cabo Verde, llegó
a la isla Margarita, y recorrió la costa de Curiana
hasta llegar a Paraguana. Durante el viaje cometió
algunos excesos con los portugueses y con los
indios, hasta el punto de ser encarcelado. En
1504 quedó libre con la ayuda de Fonseca. En
1508 recibió el nombramiento de gobernador de
Urabá. Partió de La Española al año siguiente
pero volvió a fracasar. En esta expedición perdió
la vida Juan de la Cosa en un enfrentamiento con
los indios. Tras este fracaso, Ojeda volvió a
Santo Domingo, donde murió.

+++

          Cristóbal Colón (c. 1451-1506)

Navegante y descubridor, tal vez de origen
genovés, al servicio de España, hombre polémico
y misterioso, autodidacta y gran observador,
descubrió el Nuevo Mundo el 12 de octubre de
1492, fue el primer almirante, virrey y gobernador
de las Indias, y enseñó a los hombres de mar de
su tiempo el camino a seguir para ir y volver de
América.

Cristóbal Colón nació el año 1451 en Génova.
Algunos autores, sin embargo, defienden que era
catalán, mallorquín, judío, gallego, castellano,
extremeño, corso, francés, inglés, griego y hasta
suizo. Siguiendo la tesis genovesa, sus padres
fueron Doménico Colombo, maestro tejedor,
lanero o tabernero, y Susana Fontanarrosa. De
los cinco hijos del matrimonio, dos, Cristóbal y
Bartolomé, tuvieron pronto vocación marinera; el
tercero fue Giácomo (Diego Colón), que
aprendió el oficio de tejedor; y de los dos
restantes, Giovanni murió pronto, y la única
mujer no dejó rastro. Recordando estos
primeros años, Cristóbal escribía en 1501: "De
muy pequeña edad entré en la mar navegando, e lo
he continuado fasta hoy… Ya pasan de cuarenta
años que yo voy en este uso. Todo lo que fasta
hoy se navega, todo lo he andado".
El aprendizaje colombino se debió hacer en
galeras genovesas primero, como grumete; como
marinero, desde los 15 años, y con mando en
barco desde los 20 o 22 años. Entre 1470 y 1476
recorrió todas las rutas comerciales
importantes del Mediterráneo, desde Quíos, en el
Egeo, hasta la península Ibérica, al servicio de
las más importantes firmas genovesas. También
participó en empresas bélicas, como el
enfrentamiento entre Renato de Anjou y el rey de
Aragón, Juan II, por la sucesión a la Corona de
Nápoles. Se afirma que, al amparo de tantas
guerras y conflictos como entonces había,
ejerció de corsario, actividad muy lucrativa y
reconocida hasta en los tratados internacionales
de la época.
Colón y Portugal
Según cronistas contemporáneos, Colón llegó a
las costas del sur de Portugal (Lagos), cerca de
Sagres, tras un durísimo combate naval acaecido
cerca del cabo de San Vicente, el 13 de agosto de
1476. Incendiado su barco, Colón salvó su vida
agarrándose a un remo y nadando hasta la costa.
Empezaba la estancia colombina en Portugal, que
duró casi diez años, tan importantes y decisivos
como misteriosos. Fue en el pequeño reino
ibérico, y de la mano de portugueses, donde
aprendió a conocer el océano, a frecuentar las
rutas comerciales que iban desde Islandia a
Madeira, a tomar contacto con la navegación de
altura, con los vientos y corrientes atlánticos y
a navegar hasta Guinea. Dicen los cronistas que
Colón, una vez repuesto, marchó de Lagos a
Lisboa, donde se dedicó al comercio. En 1477
viajó hasta Inglaterra e Islandia, y en 1478 se
movía entre Lisboa y el archipiélago de Madeira
con cargamentos de azúcar. Hacia 1480, parece
que se casó con Felipa Moñiz, quien le ayudó a
acreditarse y restaurarse y a moverse como
vecino y cuasi natural de Portugal. De este
matrimonio, nació hacia 1482 en la isla de Porto
Santo, del archipiélago de Madeira, su sucesor
Diego Colón.
¿Conocía Colón antes de 1492 las tierras de
América?
Hay grandes indicios y alguna prueba razonable,
como el preámbulo de las Capitulaciones, de que
Colón, cuando elaboró su plan descubridor,
sabía más de lo que decía. Tal convencimiento,
que se extendió ya desde el principio entre los
primeros pobladores y cronistas, se corresponde
con el llamado "Predescubrimiento de América".
Parece que, entre los años 1477 y 1482, en que
Colón no dejó de realizar frecuentes viajes a las
islas Madeira, Azores y Canarias, algo
trascendental, que él califica de "milagro
evidentísimo", le sucedió, si hacemos caso a
sus palabras: "Me abrió Nuestro Señor el
entendimiento con mano palpable a que era
hacedero navegar de aquí a las Indias, y me abrió
la voluntad para la ejecución de ello. Y con este
fuego vine a Vuestras Altezas".
Los defensores del predescubrimiento de
América sostienen que ese algo trascendental,
repentino y milagroso que le sucede a Colón en
cualquier momento de estos años fue que
alguien, con conocimiento de lo que decía, le
informó de la existencia de unas tierras al otro
lado del océano. Tal información aportaba
detalles bastante ajustados sobre algunas islas
y sus naturales, sobre ciertos parajes y,
especialmente, acerca de las distancias. Ese
alguien fue, según unos, un piloto portugués o
castellano (la conocida como "leyenda del piloto
anónimo") que al regresar de Guinea se vio
impulsado por alguna tormenta hasta las
Antillas. Tras un tiempo allí, regresó, se
encontró con Colón, le informó y murió. Según
otra teoría, la información colombina procedería,
no de un europeo, sino de algún grupo indígena
que en un desplazamiento por las Antillas se vio
obligado a desviarse océano adentro hasta
encontrarse con Colón. Ambas teorías coinciden
en señalar que tal encuentro debió producirse a
bastantes leguas al Oeste de las Canarias,
Azores o Madeira, en una zona que por aquel
entonces frecuentaba. Cristóbal Colón se sintió
elegido por la Providencia para descubrir aquellas
tierras, y, a partir de ahí, comenzó a elaborar su
proyecto, sabiendo que la mayor dificultad que
iba a tener era cómo articularlo teóricamente
para defenderlo ante los mayores expertos del
momento: portugueses y castellanos.
El proyecto descubridor colombino
Por los años 1480-1482, Cristóbal Colón era un
buen navegante, un hombre práctico y
autodidacta, pero carecía de ciencias y saberes
teóricos: "En la marinería me hizo abundoso; de
astrología me dio lo que abastaba, y ansí de
geometría y aritmética". Para elaborar su plan
descubridor, Colón, que era más medieval que
moderno, y se sentía instrumento de la
Providencia, utilizó varias fuentes informativas:
la Historia rerum ubique gestarum del papa Pío
II; la Imago Mundi del cardenal francés Pierre
d´Ailly; y la Correspondencia y Mapa que, en
1474, el sabio florentino Paolo del Pozzo
Toscanelli había hecho llegar al rey de Portugal
a través de su amigo, el canónigo lisboeta
Fernando Martins.
De las dos primeras obras, que eran como
enciclopedias del saber del momento y que
estudió muy detenidamente, como demuestran
las casi 1.800 apostillas o anotaciones al margen,
extrajo referencias muy concretas sobre parajes
bíblicos, situados en el fin del Oriente, como el
Paraíso Terrenal, los Jardines del Edén, Tarsis y
Ofir, el reino de Saba, los montes de Sophora, la
isla de las Amazonas, que pronto situaría en
distintas zonas de las Indias, porque para él allí
estaba el extremo de Asia. De Toscanelli, que
seguía a Marco Polo, recogió Colón todo lo
relativo al gran kan, a la tierra firme asiática
(Catay, Mangi y Ciamba) y sobre todo al Cipango,
isla distante 1.500 millas del Continente y famosa
por su riqueza. Sin embargo, hay un punto en el
que Colón discrepaba del sabio florentino: las
distancias entre ambos extremos del Océano.
Toscanelli asignaba al mismo 120 grados de la
esfera terrestre (casi el doble de la que en
realidad tiene), y, aunque situaba algunas islas en
el camino, la empresa resultaba muy arriesgada.
Por esta razón, los portugueses, tras estudiar
el plan, lo rechazaron y archivaron. Colón, sin
embargo, sabía que, en el capítulo de las
distancias, Toscanelli estaba equivocado: al
empezar el viaje descubridor, anunció que las
primeras tierras se encontrarían a 800 leguas de
las islas Canarias.
Para defender su proyecto ante los expertos,
tenía que entrar en mediciones sobre el grado y
la esfera terrestres. Coincide con Alfragano: 1
grado = 56 millas y 2/3 (milla árabe de casi
2.000 metros); por tanto, la circunferencia del
ecuador era igual a 20.400 millas. Esto daría
40.000 kilómetros para la circunferencia del
ecuador (prácticamente la medida real). Sin
embargo, Colón achica la esfera terrestre y da al
ecuador una medida de unos 30.000 kilómetros,
es decir una cuarta parte menos, porque está
manejando la milla itálica, de unos 1500 metros.
Hacia 1483 o 1484 defendió este proyecto ante los
portugueses, que lo rechazaron. De mediciones,
cálculos y Toscanelli, ellos sabían más que
Colón. No les aportaba nada nuevo y además
exigía mucho.
Colón en Castilla
A finales de 1484 o principios de 1485 dejó
Portugal lo más secretamente que pudo y entró
en Castilla: "Siete años estuve yo en su real
corte, que a cuantos se habló de esta empresa
todos a una dijeron que era burla", recordaría
después. Tras arribar con su hijo Diego a algún
puerto del golfo de Cádiz, quizá Palos de la
Frontera, visitó el monasterio franciscano de
Santa María de La Rábida, en donde siempre halló
Colón ayuda material, amigos y conversación.
El 20 de enero de 1486, los Reyes Católicos
recibieron por primera vez a Colón en Alcalá de
Henares (Madrid), y a continuación nombraron
una junta de expertos para valorar el proyecto
colombino. La voz de la ciencia, al igual que en
Portugal, le fue contraria.
A pesar de que muchos no daban crédito a lo
que prometía, nunca faltaron protectores a
Colón. Algunos de los más constantes fueron
frailes con influencia ante los Reyes, como el
incondicional, buen astrólogo y entendido en
navegación, fray Antonio de Marchena. Otro
religioso influyente, maestro del príncipe don
Juan, y siempre favorable a Colón fue fray Diego
de Deza. Es posible que el futuro descubridor
revelase a ambos sus conocimientos en secreto
de confesión. Un tercer religioso, decisivo en 1491
y 1492, fue el fraile de La Rábida, Juan Pérez. En
la última fase de la negociación, además de
hombres de religión, el genovés contó con el
apoyo de algunos cortesanos distinguidos, como
fue el caso de Luis de Santángel, Juan Cabrero
o Gabriel Sánchez.
Entre los años de 1487 y 1488, mientras esperaba
en Córdoba la decisión de los Monarcas, conoció
a Beatriz Enríquez de Arana, una joven de humilde
procedencia, que el 15 de agosto de 1488 le dio un
hijo: Hernando Colón. Para hacer frente a sus
necesidades, trabajó con sus manos pintando
mapas de marear o portulanos que vendía
después a los navegantes, e hizo de mercader de
libros de estampa. En 1488, invitado
sorprendentemente por el rey portugués Juan
II, parece que hizo un viaje rápido a Portugal.
Poco después, se movía por Andalucía y visitaba
a los duques de Medinasidonia y a los de
Medinaceli, mientras llegaba a su fin la guerra de
Granada, que tenía ocupados a los Reyes
Católicos.

Las Capitulaciones de Santa Fe

Después de muchas tentativas de que
intercediera favorablemente de nuevo el
monasterio de La Rábida y fray Juan Pérez, los
Reyes Católicos, en un acto personal, no
científico, decidieron respaldar el plan
colombino. El 17 de abril de 1492 se firmaron las
Capitulaciones de Santa Fe o documento-
contrato, que estipulaba las condiciones en que
Cristóbal Colón haría el viaje descubridor. El
documento tiene dos partes, un preámbulo
sorprendente que dice así: "Vuestras Altezas dan
e otorgan a don Cristóbal Colón en alguna
satisfacción de la que ha descubierto en las
Mares Océanas y del viaje que agora, con el
ayuda de Dios ha de fazer por ellas en servicio
de Vuestras Altezas, son las que se siguen".
Ese "ha descubierto" es, para los partidarios de
la teoría del Predescubrimiento, la prueba
documental decisiva, ya que Colón se atribuye,
antes de 1492, descubrimientos en el océano que
ahora transfiere a los Reyes Católicos, en virtud
de lo cual estos le corresponden dándole una
serie de privilegios, que forman la segunda parte
del documento:
1º) El oficio de almirante de la Mar Océana,
vitalicio y hereditario, en todo lo que descubra o
gane, y según el modelo del almirante mayor de
Castilla.
2º) Los oficios de virrey y gobernador en todo lo
que él descubra o gane. No se habla de
hereditariedad. Para cubrir los cargos en las
Indias, puede proponer terna a los reyes para
que estos escojan.
3º) La décima parte de todas las ganancias que se
obtengan en su almirantazgo.
4º) Que todos los pleitos relacionados con las
nuevas tierras los pueda resolver él o sus
justicias. Este punto nunca se cumplió porque
estaba condicionado a los precedentes
castellanos.
5º) El derecho a participar con la octava parte de
los gastos de cualquier armada, recibiendo a
cambio la octava parte de los beneficios.
Con este documento capital y otras mercedes,
se dirigió a la villa de Palos a preparar la flota
descubridora.

El gran viaje

 Tres embarcaciones, Pinta, Niña y Santa María;
un presupuesto de unos dos millones de
maravedises; y alrededor de 90 hombres,
reclutados con la ayuda inestimable de los
hermanos Martín Alonso y Vicente Yáñez Pinzón,
formaron la flota descubridora más
trascendental de la historia. El 2 de agosto de
1492, Cristóbal Colón mandó embarcar a toda su
gente, y al día siguiente, antes de salir el sol,
dejaba el puerto de Palos.
La primera escala fueron las Canarias, donde
tuvieron que arreglar el timón de la Pinta. El 6 de
septiembre con el alisio ventando a favor, Colón
marcó rumbo al oeste. Comenzaba la gran
travesía. Su objetivo era el Cipango (la actual
India), y advirtió a la tripulación que nadie se
inquietase hasta haber navegado 700 leguas. A
partir de esa distancia, no habría que navegar por
la noche. Por si fallaba algo, sin embargo,
decidió llevar dos cuentas sobre las distancias
recorridas: una secreta o verdadera (sólo para
él), y otra pública o falsa, en la que contaría de
menos. El día 13 de septiembre, descubrió la
declinación magnética de la tierra; y el 16 llegaron
al mar de los Sargazos. A partir del 1 de octubre
se da cuenta de que algo falla. El 6, ya han
sobrepasado las 800 leguas y no hay indicios de
tierra. Durante la noche del 6 al 7 de octubre,
se produjo el primer motín entre los marineros
de la Santa María. Los hermanos Pinzón apoyaron
a Colón y lo sofocaron. Sin embargo, en la
noche del 9 al 10 de octubre el malestar se
extendió a todos, incluidos los propios Pinzón.
Acordaron navegar tres días más y al cabo de ese
tiempo si no encontraban tierra regresarían. No
hizo falta: en la noche del 11 al 12 de octubre el
marinero Rodrigo de Triana lanzó el grito
esperado: "¡tierra!".
Al día siguiente desembarcaron en la isla de
Guanahaní (que ellos bautizaron como San
Salvador), actual isla de Watling, en el
archipiélago de las Bahamas, y tomaron posesión
de la nueva tierra en nombre de los Reyes
Católicos. El 28 de octubre, arribaron a Cuba, y
el 21 de noviembre se apartó de la flota Martín
Alonso Pinzón. El 6 de diciembre llegaron a la
isla de La Española; y el 24 encalló la Santa
María, con cuyos restos y la ayuda del cacique
de la zona, Guacanagarí, construyeron el fuerte
de la Navidad. Tras dejar a 39 españoles ahí,
siguieron la costa, encontraron a Martín Alonso
Pinzón (6 de enero), y navegaron hasta la costa
de Samaná. Desde esta zona, el 16 de enero de
1493, el almirante dio la orden de regresar a
España. El viaje fue tranquilo hasta llegar a las
Azores, donde sobrevino una fuerte tormenta
(12-15 de febrero) que forzó a la Pinta a
separarse del almirante y arribar a Bayona
(Pontevedra). Otra tempestad, cerca de Lisboa (4
de marzo) obligó al descubridor a desembarcar
en Portugal. El 15 de marzo, don Cristóbal, al
mando de la Niña, entraba triunfal en Palos.
Martín Alonso lo hacía con la carabela Pinta
pocas horas después. Llegaba muy enfermo, y a
los pocos días murió. Tras el éxito descubridor,
don Cristóbal informó a los Reyes, que estaban
en Barcelona, se dirigió a su encuentro y fue
recibido por ellos con todos los honores. Para
anunciar el acontecimiento a toda la Cristiandad,
escribió la famosa Carta de Colón.
El segundo viaje
El 25 de septiembre de 1493, el almirante zarpó de
Cádiz al mando de 17 navíos y unos 1.200
hombres, portando las primeras simientes y
ganados. Al salir de las Canarias, Colón puso
rumbo más al sur que en el primer viaje para
llegar al paraje que denominó la entrada de las
Indias, en las pequeñas Antillas. Después de
descubrir la isla de Puerto Rico, llegó hasta el
fuerte de la Navidad y comprobó que había sido
destruido y los españoles muertos. Fundó la
primera ciudad de América, la Isabela. Recorrió
la costa sur de Cuba, llegó a Jamaica, y a
finales de 1494 descubría América del Sur
(Cumaná), aunque lo ocultó hasta el tercer
viaje. Comenzaba el poblamiento de La Española,
las diferencias entre españoles y los
levantamientos de los indios. A partir de 1495
empezaba el desprestigio del Nuevo Mundo,
siendo el grito más escuchado entre españoles:
"Así Dios me lleve a Castilla". El 11 de junio de
1496 arribó a Cádiz con la intención de
contrarrestar la mala propaganda de las Indias.
Llegaba vestido con un sayal de fraile
franciscano.
El tercer viaje
Costó mucho organizar la tercera flota
colombina. Las Indias ya no atraían tanto y
faltaban tripulantes. Incluso se dio poder a
Colón para que embarcara a delincuentes. Ocho
navíos y 226 tripulantes componían la flota, que
dejó Sanlúcar de Barrameda entre febrero y el 30
de mayo de 1498. Desde Canarias, siguió a Cabo
Verde y una latitud más al sur que las
anteriores navegaciones, lo que le hizo sufrir
una zona de calmas. Descubrió la isla de
Trinidad; recorrió la costa de Paria, donde situó
solemnemente el entorno del Paraíso Terrenal.
Camino de La Española divisó la isla Margarita,
donde se pescaban las perlas, para llegar el 20 de
agosto a la nueva capital de las Indias, Santo
Domingo.
La situación en que encontró a la colonia era
grave: la mayoría de los españoles, encabezados
por Francisco Roldán, se había rebelado contra
la autoridad de los Colón. La llegada del virrey no
resolvió el problema. Las quejas contra la
familia Colón, agravadas con algún que otro
proceder dudoso del Almirante, como ocultar el
criadero de perlas de Margarita y Cubagua,
llegaron a la corte y los reyes decidieron
destituirlo. El 23 de agosto de 1500, Francisco
de Bobadilla entraba en el puerto de Santo
Domingo para sustituir al virrey y gobernador.
Hubo cierta resistencia por parte de los Colón,
lo que explica algo la dureza de Bobadilla. A
primeros de octubre de 1500, Cristóbal,
Bartolomé y Diego Colón regresaban a España
cargados de cadenas.
Cuarto viaje
Los monarcas sintieron el mal trato dado a su
almirante, algo lo desagraviaron, pero no lo
repusieron en sus oficios perdidos. Prometieron
que lo harían, mientras le encargaban el cuarto
viaje. Con cuatro navíos y 150 hombres partió de
Cádiz el 11 de mayo de 1502. El objetivo era
encontrar un paso que permitiera llegar a la
Especiería ya que Colón seguía creyendo que la
zona antillana era la antesala de Asia. Para
atravesar el Océano, siguió una ruta parecida al
segundo viaje. Llevaba orden de no detenerse en
Santo Domingo. Atravesó el Caribe hasta el cabo
de Honduras; siguió hasta el de Gracias a Dios
y recorrió la costa de Panamá. No encontró lo
que buscaba: ni paso, ni oro, ni especias, pero
en cambio sí tuvo muchas penalidades y sufrió
la pérdida de dos barcos. El 1 de mayo de 1503
ponía rumbo a La Española, pero se vio obligado
a recalar en Jamaica, en la bahía de Santa Ana,
donde tuvo que encallar los dos barcos y
esperar. La hazaña de Diego Méndez y Bartolomé
Fiesco logrando llegar en dos canoas desde
Jamaica a La Española logró salvarlos. El 28 de
junio de 1504, dejaban Jamaica y el 12 de
septiembre, en dos navíos, se dirigían a España.
Después de arribar a Sanlúcar de Barrameda el 7
de noviembre de 1504, fracasado y enfermo, siguió
hasta la corte y reclamó infructuosamente sus
derechos. Murió el 20 de mayo de 1506 en
Valladolid.

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      20 de Enero de 1486 Cristóbal Colón
      se presenta en Córdoba a los Reyes

Católicos y entra a su servicio.

Cristóbal Colón estuvo en Salamanca entre
noviembre de 1486 y enero de 1487, siguiendo a los
Reyes Católicos y su Corte. Los maestros del
Estudio seguían con interés los avances de los
portugueses en la costa atlántica, y entre ellos
destacaba el astrónomo Abraham Zacut, de cuya
obra Almanaque Perpetuo se sabe que Colón
disponía de un ejemplar. Bajo la inspiración de
Zacut empezó a pintar Fernando Gallego las
figuras del zodiaco representadas en el Cielo de
Salamanca, hoy en el Museo Universitario.

Diego de Torres, colaborador de Zacut,
catedrático de Astrología entre 1482 y 1496 y
asesor de los Reyes en la negociación del
Tratado de Tordesillas, en 1494, formó parte de la
Comisión designada por los Reyes para
dictaminar sobre la viabilidad del proyecto de
Colón. Otro miembro de la Comisión, el doctor
Talavera, declararía después sobre las Indias
Occidentales: "... e que este deponente tiene por
cierto que si el dicho Almirante non porfiara,
que estovieran hasta hoy sin hallar e descobrir".
Hay que tener en cuenta que el propósito de
Colón era alcanzar las costas orientales de Asia
(Cipango), lo que era en efecto imposible debido
a la poca autonomía de las naves de la época.

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                  ESPAÑA. 1455
EN EL MES DE ABRIL EL DÍA 9, ES ELEGIDO
PAPA, EL CARDENAL ESPAÑOL ALONSO DE
BORJA, CON EL NOMBRE DE CALIXTO III.

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               Juan Ponce de León

Explorador, nació en San Servas en la provincia
de Campos en 1460; murió en Cuba, en 1521. Fue
descendiente de una familia noble y ancestral; el
apellido de León fue a través del matrimonio de
uno de los Ponces y Doña Aldonza de León, una
hija de Alfonso IX.

Cuando mozo Ponce de León sirvió como paje a
Pedro Núñez de Guzmán, posteriormente Tutor
del hermano de Carlos V, el Infante Don
Fernando. En 1493 Ponce embarcó a la Española
(Sto. Domingo) con Colón en su segundo viaje,
una expedición que incluyó muchos jóvenes
aristocráticos y nobles aventureros quienes
habían quedado sin ocupación después de la
caída de Granada. Cuando Nicolás de Ovando llegó
a la Española en 1502 como gobernador, encontró
a los nativos en un estado de rebelión, y en la
guerra que siguió Ponce rindió tan valiosos
servicios que fue nombrado lugarteniente de
Ovando con cuartel General en un pueblo en el
lado Este de la Isla. Mientras aquí, escuchó de
los Indios que había mucha abundancia en la
Isla vecina de Boriquien /Puerto Rico), y pidió y
obtuvo permiso para visitarla en 1508, donde
descubrió muchos tesoros valiosos; por su
trabajo en ésta expedición fue nombrado
Adelantado o Gobernador de Boriquien. Habiendo
sometido a los nativos, fue poco después
removido de su oficina, pero no hasta que hubo
acumulado una fortuna considerable. En ese
tiempo historias del Este de Asia estuvieron
muy generalizadas las cuales hablaban de una
famosa agua de manantial la cual tenía la
maravillosa virtud de restaurar la juventud y vigor
a aquellos que la bebieran. Probablemente los
Españoles escucharon de los Indios que
recordaron a ellos de ésta Fuente de la Juventud
y tuvieron la idea que ésta fuente estaba situada
en una isla llamada Bimini que se asienta en el
norte de la Española.
Ponce obtuvo de Carlos V, el 23 de Febrero de
1512, una autorización pública para descubrir y
poblar la Isla de Bimini, dándole jurisdicción
sobre la Isla de por vida, y confiriéndole el
titulo de Adelantado. El 3 de Marzo de 1513, Ponce
partió de San Germán (Puerto Rico) con tres
embarcaciones, habilitadas por su propio egreso.
Tomando su curso en una dirección hacia el
noroeste, once días después llegó a Guanahani,
donde Colón vio tierra por primera vez.
Continuando su viaje, en Domingo de
Resurrección (Pascua de las Flores), el 27 de
Marzo estuvo incluido en la escena de la costa
la cual llamó Florida en honor del día y a cuenta
de la exuberante vegetación. En Abril 2 tocó
tierra en un paraje un poco al norte del lugar
actual de San Agustín y formalmente tomó
posesión en el nombre de la Corona. Regresó
enseguida, siguiendo la costa oeste a la Latitud
27º 30`, y luego regresó a Puerto Rico. Durante
este viaje tuvo varios encuentros con los
nativos, quienes mostraron gran coraje y
determinación en sus ataques, lo cual
probablemente cuenta por el hecho que Ponce
no intentó encontrar un poblado o penetrar al
interior en busca del tesoro que se creía estaba
escondido allá. No obstante en su primer
travesía había estado sin resultado hasta la
adquisición de oro y esclavos, y el
descubrimiento de la "Fuente de la Juventud"
estuvieron comprometidos, Ponce determinó
asegurar posesión de su nuevo descubrimiento.
A través de su amigo, Pedro Núñez de Guzmán,
aseguró un segundo acuerdo fechado el 27 de
Septiembre de 1514, el cual le dio el poder para
establecer la Isla de Bimini y la Isla de Florida,
así él meditó al estar en Florida. En 1521 equipado
con dos embarcaciones y llegando hasta la costa
de Florida, exactamente donde no era conocido,
fue furiosamente atacado por los nativos
mientras estaba construyendo casas para sus
colonizadores. Finalmente forzado a reembarcar,
zarpó para Cuba donde murió por las lesiones
que había recibido.
HERRARA, Primera Década (Madrid 1726);
OVIEDO, Historia General y Natural de la Indias
(Madrid, 1851); SHEA, La Iglesia Católica en días
de la Colonia (Nueva York, 1886); SHEA, Ancient
Florida in Narr and Crit Hist.Am. (Nueva York,
1889); HARRISSE, Descubrimiento de
Norteamérica (Londres, 1892); FISK,
Descubrimiento de América (Nueva York, 1892);
LOWERY, Colonizadores Españoles en E. U.
(Nueva York, 1901).
VENTURA FUENTESTranscrito por WG Kofron
Traducido por Ramón Terrazas

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           Diego Méndez (c.1472-1536)

Navegante y conquistador español. Nació en
Castilla, probablemente en Zamora, de donde era
natural su padre, entre los años 1470 y 1475. De
muy niño marchó con su padre a Portugal, a la
casa del conde de Penamacor, que lo educó con
sus hijos. En 1484 regresó a España con el conde
y lo acompañó por Francia, Inglaterra, Flandes,
Noruega y Dinamarca. En 1492 llegó a Barcelona
donde permaneció hasta la muerte del conde en
1494.
Entre 1502 y 1504 participó como escribano de la
Armada, en el cuarto viaje de Cristóbal Colón.
Cuando la expedición se encontraba en Jamaica
rumbo a La Española encallaron en la actual
bahía de Santa Ana. Colón propuso a Méndez que
se aventurase en canoa a pasar a la isla Española
para comprar una nao en la que pudieran seguir.
Méndez realizó dos tentativas. En la primera, con
una sola canoa, fracasó. Durante la segunda
(1503) empleó dos canoas al mando de Méndez y
Bartolomé Fiesco, cada una con seis españoles y
diez indios. Después de 72 horas y haber
recorrido unas 100 millas de mar recalaron en
una isleta de La Española llamada Navasa. Fiesco
quiso regresar a Jamaica pero no encontró a
nadie dispuesto a repetir la hazaña. Méndez
informó al gobernador Ovando, el cual lo recibió
pero tardó incomprensiblemente varios meses
antes de darle la licencia para que intentara
rescatar a los que habían quedado en Jamaica.
Un año más tarde, en 1504, Méndez pudo fletar
un navío y acudió a salvarlos. Esta hazaña de la
canoa fue tan señalada que mandó que se
dibujara en la losa de su sepultura y en su
escudo de armas.
En 1508 fue armado caballero de las espuelas
doradas por el rey Fernando el Católico, en la
villa de Fuente de Cantos, Badajoz. En 1509 pasó
a Indias como secretario y contador del
segundo almirante Diego Colón, de quien recibiría
al año siguiente una encomienda de 80 indios.
También recibió indios en el repartimiento de 1514.
Diego Méndez demostró siempre ser un fiel
criado de la familia Colón. En 1517 casó con
Francisca de Ribera que le dio dos hijos
legítimos y ese mismo año visitó la corte de
Carlos I en Flandes para tratar algunos asuntos
colombinos. Finalmente, en 1522 alcanzó uno de
sus sueños: ser alguacil mayor de La Española.
Falleció el 8 de diciembre de 1536 en Valladolid.




Con los reyes Católicos, se inicia el inicio del
florecimiento de los literatos que llenaran el
siglo XVI.Jorge Manrique (1440-1479), poeta de
carácter cortesano y famoso por su obra
"Coplas por la muerte de su padre", participó
activamente en las guerras civiles de Castilla en
el bando de Isabel la Católica. Murió
combatiendo en el campo de Calatrava, frente al
castillo conquense de Garci-Muñoz, luchando
contra el marqués de Villena.En la vecina Corona
de Aragón, el valenciano Ausias March (1397-
1459), nacido en una familia de poetas, recibió una
severa formación de caballería, y sirvió de
halconero al rey Alfonso V, participando en sus
campañas de Córcega y Cerdeña. Su lírica en
valenciano, funde la técnica trovadesca provenzal
con la filosofía escolástica y el humanismo
renacentista. Su vida amorosa fue tumultuosa y
le creó problemas, y fue antecedente de los
grandes poetas españoles del XVI.Juan Boscán
(fines del XV-1542), barcelonés, acompañó en
calidad de ayo al duque de Alba en diferentes
hechos de armas, y se hizo famoso por su
introducción del endecasílabo en el castellano y
su habilidad en la técnica de las formas
octosilábicas, fue el precursor de la perfección
de Garcilaso.El toledano Garcilaso de la Vega
(1501-1536), fue el símbolo más representativo de
la simbiosis armas y letras, siendo un héroe de
la milicia y el mejor poeta de su tiempo.
Participó en las campañas de Túnez, Rodas,
defensa de Navarra, Florencia y murió en el
asalto al castillo de Le Muey en Fréjus. Junto
con el catalán Boscán introdujo los metros
italianos en el castellano. Su idealismo en el
amor a Isabel, fue el cenit de la poesía
humanista del Renacimiento. Garcilaso fue un
hábil militar, poeta, políglota (latín, griego y
francés) y tañedor del arpa y la vihuela.Distinto
Garcilaso es el llamado el Inca, hijo de una
princesa india y un conquistador, participante en
la campaña de las Alpujarras y en la Armada
Invencible, humanista, traductor e historiador
es representante del intelectual del momento y
está dentro de la corriente universalizadora y
católica en que estaba situada la vida española
de la época. Así debate la conveniencia de
cristianizar la Florida e incorporarla al Imperio
Español, pues concibe a España como el brazo
de la Providencia en el mundo. En su prosa
histórica, abundante, clara y expresiva, mezcla
datos de economía política, problemas de
cronología, concordancia de fuentes orales y
escritas y aporta documentos de primera mano.
Otro de los principales humanistas guerreros
fue Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575),
sobrino del marqués de Santillana, también
recibió una esmerada educación en Granada y
Salamanca. Estuvo combatiendo en Italia (Pavía)
a las órdenes del emperador Carlos V, donde en
los descansos invernales aprovechó para
frecuentar las academias renacentistas italianas.
Experto en lenguas muertas, numismática,
traductor de Cicerón, arabista, mecenas, poeta y
autor religioso. Su papel posterior fue en la
diplomacia, pero entre sus obras destacó La
guerra de Granada hecha por el rey don Felipe II
contra los moriscos. Juan de Herrera, el genial
arquitecto de El Escorial, también participó
como soldado en las duras campañas del
Piamonte y Flandes, y formó parte de la guardia
personal del emperador Carlos V a su vuelta a
España.Alonso de Ercilla y Zúñiga, cortesano,
soldado, viajero, lector de los clásicos y poeta,
su vida sintetiza las características principales
del hombre ideal del Siglo de Oro. Participó en
diversas campañas por América y en especial en
la de los Araucanos, en Chile, donde compuso el
poema épico La Araucana exaltando el valor y
nobleza de los caudillos indígenas. Caballero de
Santiago y Gentilhombre de Felipe II tuvo
importantísimas misiones diplomáticas. Entre los
soldados anónimos, tenemos a Miguel de
Cervantes (1547-1616) quien combatió en Lepanto
contra el turco y participó en la expedición de
Túnez, aunque fue apresado y llevado a Argel.
Después fue el genial escritor de El Quijote, la
mejor obra de nuestra lengua.En la decadencia,
Calderón de la Barca (1600-1681), fue uno de los
últimos príncipes de las letras que simultaneó
por un corto período el arte de las armas y las
letras. Estuvo en Italia y en Flandes, y como
miembro de la orden de Santiago, combatió
contra los franceses en la liberación de Cataluña
de su poder. Después, el autor de La vida es
sueño, El Alcalde de Zalamea y El gran teatro del
mundo entró en la vida religiosa abandonando su
vida militar.Estos son solo algunos ejemplos
destacados entre la multitud de soldados
ilustradosNunca como entonces fue cierto el
contenido que expresaba D. Quijote en su
"discurso de las armas y las letras", donde nos
cuenta como los soldados defienden y extienden
la civilización y la cultura.Jose Luis Orella *
ARBIL.2000.-




           Los Reinos Ibéricos – 1450

En la segunda mitad del siglo XV los reinos
peninsulares experimentaron graves crisis
políticas derivadas de la lucha entre monarquía y
nobleza en Castilla, Portugal, Navarra y Granada y
de la concepción del gobierno en la Corona de
Aragón. Estos conflictos acabaron en guerras
civiles, especialmente graves en Cataluña (1462-
1472), Castilla (1465-1479), Granada (1478-1492) y
Navarra (1447-1512). Finalmente, el autoritarismo
real se impuso de una forma u otra en todos
los reinos, aunque sin modificar sus diferentes
estructuras políticas. La unión personal de los
Reyes Católicos permitirá la consolidación de un
aparato estatal monárquico capaz de absorber a
los reinos más pequeños -Granada, Navarra- y de
preparar el camino a la futura monarquía
hispánica. El gran poder de Castilla y el declive de
la Corona de Aragón explican el carácter
marcadamente castellanizante de la España
Moderna. El turbulento reinado de Enrique IV
(1454-1474) culmina el proceso de asalto a las
instituciones monárquicas por parte de la
nobleza surgida de la revolución trastamarista. A
ello contribuyó la debilidad de carácter del
monarca, deslegitimado para imponer su
autoridad a la nobleza que le había apoyado
contra Juan II y Álvaro de Luna, y sin el apoyo
de las ciudades, aristocratizadas e impotentes
ante el poder nobiliario y la consolidación del
sistema monárquico de corregidores. Con todo,
la crisis de este reinado fue sobre todo política:
Castilla prosiguió un fortalecimiento económico
y monárquico que explica la expansión
castellana a partir del reinado de los Reyes
Católicos. Al principio (1454-1465) el gobierno
quedó en manos de Juan Pacheco, marqués de
Villena, cabeza de una nobleza cuyo único
objetivo político era el incremento indiscriminado
de poderes y rentas a costa de la debilidad
monárquica. Con todo, los primeros años del
reinado fueron esperanzadores debido a la
recuperación económica, la paz exterior inspirada
en Álvaro de Luna (alianzas con Francia y
Portugal; neutralización de Navarra; paz con
Aragón) y la actitud pacífica de la nobleza.
Siguiendo a Fernando de Antequera y a Álvaro de
Luna, Enrique IV tradujo seguridad exterior y
estabilidad interior en una nueva ofensiva contra
Granada. La guerra (1455-1457) fue muy favorable,
ya que apuntó al desgaste económico y político
del emirato, modelo seguido después por los
Reyes Católicos. Sin embargo, el coste de las
campañas, su carácter anticaballeresco y una
mala coyuntura económica provocaron el
descontento de la nobleza (Mendoza, Alba,
Manrique) que se organizó en una liga al mando
del arzobispo de Toledo Alonso Carrillo. La
nobleza abortó la guerra (1457) e inició una serie
de maniobras contra el valimiento de Juan
Pacheco. El matrimonio de Enrique IV con Juana
de Portugal hizo que la nobleza postergada
buscara el apoyo de Juan I de Navarra (rey de
Aragón desde 1458), cuyos problemas internos
-lucha con Carlos de Viana y crisis de Cataluña-
se sumaron a los conflictos castellanos.
Contra la nobleza levantisca Enrique IV
encumbró a Beltrán de la Cueva y contra Juan
II (1458-1479) apoyó a Carlos de Viana, los
beamonteses navarros y la Diputación catalana,
que le ofreció el Principado al comenzar la
guerra civil de Cataluña (1462). La peligrosa
alianza Enrique IV-Diputación fue neutralizada
por el doble juego del marqués de Villena
-dispuesto a cambiar de bando para mantener su
privanza-, la debilidad del rey y la pérdida de sus
bazas exteriores. Tras la muerte de Carlos de
Viana (1461), Enrique IV se dejó engañar por sus
nobles en la cuestión catalana al aceptar el
arbitraje de Luis XI (aliado de Juan II y
Villena). El rey acató la decisión del francés y
abandonó a la Diputación (1463). Juan Pacheco y
el arzobispo Carrillo mantuvieron su poder en
Castilla. Beltrán de la Cueva se alzó con la
privanza del rey frente a ambos apoyado por sus
parientes los Mendoza, principal apoyo nobiliario
de la monarquía. El favorito y el obispo Pedro
González de Mendoza pidieron al débil Enrique IV
la guerra contra los rebeldes, pero el monarca
aceptó sus humillantes condiciones: entre
otras, el reconocimiento como heredero de su
hermanastro Alfonso y el matrimonio de éste
con su hija Juana. Al rechazar poco después lo
pactado, el rey provocó la guerra en forma de
rebelión nobiliaria. La nobleza alcanzó entonces
su apogeo, mientras la anarquía se extendía por
el reino y las ciudades resucitaban las
Hermandades. En 1465 la nobleza levantisca
depuso simbólicamente a Enrique IV y entronizó
al manejable infante Alfonso, de sólo once anos,
al tiempo que difundía el rumor de que la infanta
Juana era hija de Beltrán de la Cueva. La
humillación de la "Farsa de Ávila" aglutinó a los
realistas y a las ciudades en una nueva
Hermandad General. Estas fuerzas derrotaron a
la nobleza en la segunda batalla de Olmedo (1467),
pero Enrique IV no quiso explotar su victoria y
se enajenó el apoyo de los Mendoza. En un clima
de desorden -revuelta de los "irmandiños" en
Galicia (1467)-, la muerte del infante Alfonso en
1468 transformó el panorama. Los rebeldes
quedaron deslegitimados, por lo que ofrecieron
el trono a la infanta Isabel, nueva candidata de la
nobleza aunque no dispuesta a dejarse manejar
por los nobles. La cuestión sucesoria fue
solucionada finalmente en el tratado de los
Toros de Guisando (septiembre-1468): la infanta
Isabel era considerada la única heredera a costa
de los derechos de la infanta Juana, a la que no
se reconocía como bastarda. Juan Pacheco
había conseguido la herencia para su
representante, pero ahora hacía falta un marido
conveniente para sus intereses. Los candidatos
eran el pronobiliario y anciano Alfonso V de
Portugal, el duque de Guyena, hermano de Luis
XI, y el infante Fernando, hijo de Juan II de
Aragón. Este último necesitaba a Castilla para
liquidar la guerra civil catalana y supo convencer
a Isabel gracias a los rescoldos del antiguo
partido aragonés (Manrique, Enríquez). En
octubre de 1469 se celebró el matrimonio
semiclandestino de Isabel y Fernando, lo que
modificó totalmente el juego de alianzas. Enrique
IV y la liga nobiliaria que le dominaba se
desligaron de lo acordado en Guisando y
proclamó la legitimidad de Juana, mientras que
los Mendoza pasaron al bando de Isabel, que
explotó la propaganda que deslegitimaba a Juana
la Beltraneja. El enfrentamiento sucesorio se
hizo inevitable. Isabel sintetizó los intereses del
antiguo partido de los Infantes de Aragón y las
directrices autoritarias de Álvaro de Luna,
proponiendo a la alta nobleza la sujeción a una
autoridad monárquica superior a cambio del
mantenimiento de su preeminencia social y
económica y de sus aspiraciones de poder dentro
de ese marco. También las ciudades apoyaron a
los infantes confiando en el apoyo de la
monarquía a sus reivindicaciones. Los infantes
fueron respaldados por el papa valenciano
Alejandro VI -el papa Borja- y por Aragón. En
este contexto de acumulación de fuerzas
murieron Juan Pacheco y Enrique IV (1474),
iniciándose la Guerra de Sucesión entre 1474-
1479. A la muerte de su hermano, Isabel I
(1474-1504) se proclamó reina, desatándose una
nueva guerra civil de dimensiones internacionales.
Los derechos de Juana fueron apoyados por la
liga nobiliaria acaudillada por Juan Pacheco y el
arzobispo Carrillo con respaldo de Luis XI
(enemigo de Juan II), los Lancaster y Alfonso V
de Portugal, casado con Juana (1475) y temeroso
del potente bloque castellano-aragonés. Isabel y
Fernando, delimitado su poder en la "Sentencia de
Segovia" (1475), fueron apoyados por parte de la
nobleza (Mendoza, Alba...), Aragón, Borgoña y los
York. A los tres años de lucha la guerra quedó
decantada a favor de Isabel I tras la retirada de
Luis XI (1478), la derrota de Alfonso V en la
batalla de Toro (marzo-1476) y las graves
pérdidas portuguesas en el Atlántico sur. El
contencioso con Portugal fue resuelto en el
tratado de Alcaçovas (1479), por el que Isabel I
fue reconocida como reina de Castilla y Juana
quedó marginada de sus derechos -ingresó en un
convento en 1480-. La primogénita castellana
Isabel casó con el heredero portugués Alfonso.
Además, Castilla retuvo las Canarias y Portugal
se garantizó con éxito el estratégico monopolio
comercial al sur del Cabo Bogador. La muerte de
Juan II de Aragón (1479) convirtió al esposo de
Isabel I en Fernando II de Aragón (1479-1516), lo
que reforzó la unidad personal de los reinos y el
autoritarismo regio ejercido hasta entonces.
Respecto al Reino de Aragón Juan II, monarca
capaz, experto y autoritario, tuvo que
enfrentarse al envenenado legado catalán de su
hermano Alfonso V, complicado por la disputa
con su hijo Carlos de Viana y por los
conflictos en Castilla. Entre 1458-1462 se
desarrollan los preludios del enfrentamiento.
Juan II comenzó perdonando a su hijo, pero en
1460 le apresó de nuevo en Lérida acusado
falsamente de negociar con Castilla. En una
Cataluña muy agitada, esta imprudente decisión
permitió a la Diputación aglutinar a los catalanes
en torno al heredero y justificar la rebelión
contra el rey "no para destronarlo sino para
imponerle sus puntos de vista, es decir, las
ideas de los privilegiados sobre la organización
socio-económica de Cataluña". La Diputación
formó un "Consell representant lo Principat de
Catalunya" que exigió al rey la libertad del
heredero y su reconocimiento. El autoritario
Juan II se negó y el Consell le declaró la
guerra en conjunción con Castilla y los
beamonteses navarros. Ante esta alianza el rey
tuvo que aceptar las condiciones exigidas en la
"Capitulación de Vilafranca del Penedés" (1461), es
decir, su alejamiento de Cataluña y la
instauración del gobierno oligárquico del Consell
presidido por Carlos de Viana como
"llochtinent". Al morir éste en 1461 fue
reemplazado por su hermano Fernando bajo la
tutela de su madre Juana Enríquez. En Barcelona
la "Biga" fortaleció sus posiciones entre 1461-
1462, lo que se tradujo en la expulsión y
persecución de "remensas" y "buscaires", que
buscaron amparo en la reina. Mientras los
payeses se levantaban en armas, la aproximación
del rey a "remensas" y "buscaires" provocó la
guerra civil de Cataluña entre 1462-1472. Los
orígenes de la guerra se sitúan en el agravamiento
de los antiguos problemas de los payeses de
remensa y en la lucha entre Biga y Busca,
manifestaciones de la pugna entre autoritarismo
monárquico y pactismo como formas de
gobierno de Cataluña. El conflicto civil polarizó
el Principado: de un lado, el patriciado urbano
-Biga- y la baja nobleza, aspirantes a gobernar
con una presencia real mínima mediante las
Cortes y la Generalitat (pactismo); de otro, la
alta nobleza, el clero, buena parte de los payeses
de remensa y los menestrales y artesanos
urbanos -Busca-, quienes veían solución a sus
reivindicaciones en el poder regio. La guerra se
internacionalizó rápidamente. Contra los rebeldes
catalanes Juan II buscó la ayuda de Luis XI y
frente a los beamonteses navarros desheredó a
su hija Blanca y dio el reino a Gastón IV de
Foix, marido de su hija menor Leonor, apoyado
por agramonteses y franceses. La Diputación
reprimió a remensas y buscaires y buscó ayudas
exteriores contra la presión francesa y la
neutralidad o el apoyo al rey de Valencia, Aragón
y Mallorca. Los rebeldes catalanes ofrecieron el
Principado a Enrique IV de Castilla, en
condiciones de derrotar a Juan II, a cambio de
respetar los "Usatges" y las Capitulaciones. El
rey aceptó el trono y envió tropas castellanas a
Cataluña, pero Juan II neutralizó esta ayuda en
connivencia con el marqués de Villena y Luis XI,
que falló en su contra en la Sentencia de Bayona
(1463). La Diputación perdió su aliado y los
beamonteses debieron someterse. A cambio de
su colaboración, Juan II cedió a Luis XI los
condados de Rosellón y Cerdaña (1462-1463). Los
rebeldes ofrecieron entonces el Principado al
condestable Pedro de Portugal, quien, aun sin
posibilidades de éxito, murió combatiendo en la
guerra (1466). Pese a los victorias realistas y las
deserciones en el Consell, los radicales de la
Generalitat eligieron a Renato de Anjou,
respaldado por Luis XI, lo que modificó
totalmente las alianzas. Contra su antiguo aliado
francés, Juan II se alió con Borgoña e
Inglaterra, prefigurando la política de contrapeso
a Francia que continuarían los Reyes Católicos.
En esta coyuntura, el peso de Castilla era
decisivo para el final del conflicto, por lo que
Juan II se garantizó su colaboración
ofreciendo el matrimonio de su hijo Fernando
tanto a la hija de Juan Pacheco, verdadero dueño
de Castilla, como a la infanta Isabel, heredera
del reino tras los tratados de Guisando (1468).
En 1469 las maniobras del catalano-aragonés
fructificaron en el matrimonio de Isabel y
Fernando. Asegurada la alianza castellana, Juan
II se afianzó en Navarra. Allí Gastón de Foix y
Leonor, lugartenientes y herederos, estaban
enfrentados al monarca con apoyo francés y
beamontés. Al morir el heredero de ambos
(1470), Juan II aceptó la regencia de Leonor,
que se prolongó en un contexto de guerra civil
hasta la muerte del rey (1479). Sin apoyo
exterior, casi el único que mantenía la lucha
(1470), la revuelta catalana fue sofocada (1472).
Por la Capitulación de Pedralbes (1472) Juan II
pacificó Cataluña con una amnistía general y el
retorno a la situación de 1462. La guerra civil
arruinó el Principado, agravando la crisis
económica que arrastraba desde el siglo XIV:
"La guerra de 1462-1472 apartó a Cataluña del
papel activo que pudo haber desempeñado en la
España de los Reyes Católicos y de los Austrias
-para pérdida de Cataluña como de España en
general, hasta los tiempos modernos- (J. N.
Hillgarth). Desde 1472 Juan II sostuvo a
Fernando e Isabel I en la guerra sucesoria de
Castilla. El monarca dejó abiertos el problema
remensa y la ocupación francesa de Rosellón y
Cerdaña, asuntos resueltos por Fernando el
Católico en la Sentencia arbitral de Guadalupe
(1486) -tras la segunda guerra remensa (1484-
1485)- y en el Tratado de Barcelona (1493). En
cuanto a Navarra, la regente Leonor murió al
tiempo que su padre Juan II y el reino pasó a
su nieto Francisco Febo (1479-1483), apoyado por
los agramonteses. Los beamonteses se situaron
entonces tras Fernando el Católico, artífice de
un protectorado militar castellano sobre Navarra
para evitar una posible intervención francesa.
Francisco fue sucedido por su hermana Catalina
(1483-1512), casada con el francés Juan de Albret
en 1494. Su minoría y la guerra civil permanente
acentuaron la influencia castellana. En el
contexto de las Guerras de Italia, los reyes
navarros parecieron inclinarse hacia Francia.
Fernando el Católico aprovechó entonces la
acusación de cismáticos que pesaba sobre los
franco-agramonteses para ocupar Navarra con
apoyo de los beamonteses (1512). En 1515 Navarra
fue anexionada a Castilla "guardando los fueros
e costumbres del dicho regno", que seguirían
vigentes hasta el siglo XIX. En Portugal, tras
derrotar al regente Pedro de Coimbra, Alfonso V
(1438-1481) gobernó en solitario siguiendo las
directrices nobiliarias marcadas por los infantes
Enrique el Navegante y Alfonso, conde de
Barcelos y duque de Braganza. La política
atlántica proburguesa del condestable fue
reorientada hacia el Magreb por la alta nobleza
terrateniente que dirigía Alfonso de Braganza
-conquistas de Alcácer Seguer (1458), Arcila y
Tánger (1471)-. Entre 1449 y 1460 el Navegante
lideró la expansión conquistadora frente a la
mercantil, aunque nobles, burgueses y Corona
prosiguieron la vía marítima al calor de la
favorable coyuntura económica europea, dando a
la monarquía portuguesa una peculiar condición
empresarial. Estas operaciones quedaron
detenidas cuando Alfonso V intervino en la crisis
de Castilla. El monarca fue candidato a la mano
de la infanta Isabel, pero desde 1469 apoyó a la
nobleza castellana partidaria de Juana la
Beltraneja, con la que casó en 1475. Derrotado en
la guerra, acordó con los Reyes Católicos el
tratado de Alcaçovas (1479), donde se fijaron las
futuras líneas de expansión portuguesa ante la
creciente presión de la marina andaluza: las islas
Canarias quedaron para Castilla y las Azores,
Madeira y la costa surafricana bajo la órbita
portuguesa. La inclinación pronobiliaria de
Alfonso V no fue seguida por su hijo Juan II
(1481-1495), monarca enérgico cuyo gobierno ha
sido comparado al de los Reyes Católicos. Con
los beneficios de la expansión africana, Juan II
impuso su autoridad sobre la nobleza. La última
rebelión nobiliaria, dirigida por los duques de
Braganza y Viseo, fue reprimida duramente en
1484. La monarquía gobernó desde entonces con
el apoyo de la baja nobleza y de las burguesías
atlánticas. El reforzamiento de la autoridad real,
el sometimiento de la nobleza y la paz con
Castilla impulsaron de nuevo la expansión
atlántica portuguesa, que culminó durante este
reinado: exploración de Angola y el río Zaire
(1482-83); Bartolomé Dias dobla el cabo de Buena
Esperanza (1488); se acelera la carrera hacia la
India tras los viajes de Colón (1492); reparto del
Atlántico en el tratado de Tordesillas (1494) con
los Reyes Católicos; llegada de Vasco de Gama a
la India (1498); arribada de Pedro Alvares Cabral a
Brasil (1500). Juan II convirtió el comercio
atlántico portugués en monopolio de la Corona,
que lo dirigió y estimuló desde la "Casa da Mina"
(1482) y la "Casa da India" (1492), precedentes de
la Casa de Contratación de Sevilla (1503). La
expansión marítima portuguesa permitió el
acceso a nuevos mercados y recursos exóticos
y ricos con la consiguiente reactivación del
comercio europeo, pero también la aparición de
una nueva perspectiva del mundo imprescindible
en el camino hacia los posteriores
descubrimientos españoles iniciados en 1492. El
reino de Granada experimentó en esta etapa una
efímera recuperación para caer enseguida en
nuevas luchas sucesorias bajo la creciente
presión de Castilla. Tras numerosas luchas
internas, Muhammad IX el Zurdo recuperó el
trono en 1453. Durante su última etapa de
gobierno alternó el poder con Sa´d (1454-1462) y
tuvo afrontar la guerra de desgaste de Enrique
IV (1455-1457) y las conquistas castellanas de
Archidona y Gibraltar (1462). Este año Muhammad
IX fue destronado por el breve Yusuf V (1462),
sucedido por su hijo Abul-Hasán Alí o Muley
Hacen (1464-85) con ayuda de los Abencerrajes.
Muley Hacen se impuso a sus aliados y a su
hermano Muhammad ibn Sa´d (el Zagal) e inició
un paréntesis de paz y prosperidad al calor del
apoyo de sus súbditos y de la guerra civil de
Castilla. Sin embargo, el final de la crisis
castellana coincidió con la decadencia de Muley
Hacen, preludio del fin. En las Cortes de Toledo
(1480) los Reyes Católicos decidieron reiniciar la
guerra contra Granada siguiendo la vieja pauta de
Fernando de Antequera, Álvaro de Luna y Enrique
IV. La empresa, de características tanto
medievales como modernas, tuvo causas
religiosas (fue una Cruzada teñida de
mesianismo), políticas (ocupar a la nobleza,
aunar a Castilla y Aragón en una empresa común)
y económicas (golpear el comercio genovés,
fácilitar la navegación en el Estrecho...). La
conquista de Granada (1480-1492), planteada como
una guerra de desgaste, fue desde el primer
momento la empresa prioritaria de los reyes, que
estrangularon económicamente al emirato y se
beneficiaron de la constante guerra civil por el
trono entre Muley Hacen (hasta 1485), su
hermano El Zagal (hasta 1489) y su hijo
Muhammad XII llamado Boabdil (1482-1492). Las
campañas contra Granada comenzaron con la
toma de Alhama en respuesta a la conquista
nazarí de Zahara (1482). Hasta 1485 los Reyes
Católicos explotaron la rebelión de Boabdil y los
Abencerrajes y ocuparon Álora y Setenil (1484).
A la muerte de Muley Hacen (1485), los
cristianos conquistaron la región occidental del
reino (Ronda, Loja, Illora). Se produjo entonces
la usurpación de El Zagal, que fue derrotado
por Boabdil con ayuda castellana. En 1487 las
tropas cristianas conquistaron Málaga tras un
duro asedio. En los dos años siguientes los
castellano-aragoneses ocuparon la zona oriental
del emirato (Vera, Mojácar, Níjar, Vélez Blanco y
Vélez Rubio, Tabernas, Purchena; Guadix,
Almería), destacando la conquista de Baza, la
campaña más aura de toda la guerra. El Zagal se
retiró entonces de la guerra (1489) y Boabdil
quedó reducido a Granada, la Vega y las
Alpujarras. En situación agónica la población de
la capital se negó a rendirse, mientras los Reyes
Católicos construyeron el campamento de Santa
Fe como símbolo de su determinación. Tras
llegar a un acuerdo con Boabdil, los cristianos
entraron en Granada el 2 de enero de 1492. La
población mudéjar conservó vidas, religión y
posesiones, pero desde 1500 debió optar entre la
conversión o el exilio, convirtiéndose en la
minoría morisca presente en la Península hasta
el siglo XVII. Con la conquista de Granada los
Reyes Católicos pusieron fin a ocho siglos de
dominio político musulmán en la Península,
concluyendo el proceso secular que se conoce
como Reconquista, definidor en gran medida de la
evolución política, económica, social y cultural
de los reinos ibéricos durante toda la Edad
Media. La unión personal de las Coronas de
Castilla y Aragón fue obra de las hábiles
maniobras de Juan II de Aragón. Aunque tenía
un precedente en la unidad dinástica de ambas
coronas en manos de los Trastámara desde el
Compromiso de Caspe (1412), la unidad
castellano-aragonesa de los Reyes Católicos fue
consecuencia de la coyuntura política especifica
de la Península Ibérica entre 1460 y 1480. Esta
unión personal estuvo muy lejos de formar una
entidad política centralizada o una "unidad
nacional española, y debe considerarse el
comienzo de una fase de unificación histórica...
dirigida desde y por Castilla, el reino más
importante y con mayores recursos humanos y
económicos..., cuya suerte dependerá del juego
de fuerzas existentes, de la voluntad de quienes
en adelante integren el nuevo Estado y de la
habilidad de sus dirigentes" (J. L. Martín). En la
fortuna de esta marcha hacia la unidad pudieron
tener una mayor o menor influencia factores
ideológico-historiográfico-políticos como la
idea medieval de España -común a todos los
hispano-cristianos pero asumida políticamente
por Castilla como heredera de la idea imperial
leonesa y, más tarde, como potencia hegemónica
peninsular- o "la definición del ámbito español
como unidad política por la dinastía Trastámara"
(M. A. Ladero). Pero fue la comunidad de
intereses y enemigos de la monarquía hispánica
desde finales del siglo XV lo que permite decir
que "tal unión dio paso en la Historia a la
España moderna" (J. Vicens). Los Reyes
Católicos dieron el impulso definitivo a la
construcción de la monarquía moderna en
Castilla y Aragón. Tras pacificar sus reinos,
impusieron la autoridad regia a partir de las
líneas políticas heredadas de sus antepasados y
de los aparatos estatales de Castilla (en mayor
medida), y sobre una estructura socio-
económica apenas modificada. Con ello sentaron
las bases del futuro absolutismo real. Como
forma de consolidar la hegemonía regia y para
desviar el potencial bélico hasta entonces
empleado en guerras civiles, los Reyes Católicos
abordaron una amplia política exterior. Después
de iniciar una nueva etapa de alianza con Portugal
(1479), la monarquía se volcó en la empresa
conquistadora de Granada (1482-1492),
culminación de la Reconquista y laboratorio del
que surgirá la poderosa maquina bélica de la
monarquía hispánica. El año 1492 no sólo vio la
definitiva desaparición del Islam andalusí.
También entonces los reyes procedieron a la
expulsión de los judíos de Castilla y Aragón (31-
marzo-1492), consecuencia de la política de
homogeneización religiosa derivada de un ambiente
social radicalizado y un autoritarismo
monárquico que exigía la uniformización
político-religiosa. La precaria situación de la
población musulmana de Granada desde 1500
respondió a la misma presión social, religiosa y
política. Por último, en 1492 la monarquía
hispánica alcanzó una nueva dimensión
transoceánica cuando el viaje de Cristóbal Colón
incorporó el continente americano a la historia
de España y de Europa. Desde el trascendente
1492 la monarquía de los Reyes Católicos,
heredera de la política exterior de Juan II de
Aragón, se erigió en el rival europeo de la
poderosa Francia, con quien disputara en Italia
la hegemonía en Europa. Consecuencia imprevista
de esta pugna contra Francia será la gran
herencia de Carlos V, nieto de Fernando e Isabel.
La muerte de la reina Católica abrió un agitado
periodo conocido como "Época de las regencia"s
(1504-1516). Durante estos años la unidad
castellano-aragonesa pasará de la crisis a la
consolidación de la mano de Fernando el Católico
y el cardenal Cisneros, protagonistas de las
campanas españolas en el norte de África (1497-
1510). Con la incorporación a Castilla del reino de
Navarra (1512), la monarquía hispánica alcanzó los
perfiles propios de la España moderna.
+++

Carta universal de Juan de la Cosa (1500).
Pintada sobre pergamino en dos pieles unidas,
forma un rectángulo irregular de dimensiones (96
x 183 cm). Este mapa es mi favorito por la
trascendencia e historia que conlleva.

Fue trazada por Juan de la Cosa (ca. 1450-1509)
en El Puerto de Santa María y fechada el año
1500, según cartela bajo un San Cristóbal —que
bien pudiera ser un retrato de Colón— situado en
la carta a poniente de las Antillas, que reza:
Juan de la Cosa la fizo en el puerto de S. Mª en
año de 1500.

Es la representación de los conocimientos
geográficos de la época. Su mérito e importancia
radica en ser la más antigua obra cartográfica
que se conserva en que aparece el continente
americano; se aprecian en ella los
descubrimientos llevados a cabo por Colón en
sus tres viajes de 1492, 1493 y 1498, así como los
Ojeda, Vicente Yáñez Pinzón y Juan y Sebastián
Caboto. De América del Norte vienen las costas
descubiertas por estos últimos; faltan las
penínsulas de La Florida y Yucatán, el golfo de
México y la América Central, la mayoría tapadas
hábilmente por la cartela antes citada. Las
Antillas están representadas con sus nombres.
De América del Sur muestra la costa desde el
cabo de la Vela al de San Agustín y una parte del
Brasil actual. El contorno de África está
dibujado de acuerdo con los últimos
descubrimientos portugueses, mientras que el
Asia es muy impreciso. Las costas de Europa y
particularmente del Mediterráneo están trazadas
conforme a los más avanzados portulanos
mallorquines e italianos de la época. Toda la
carta ha sido profusamente decorada con rosas
de los vientos, banderas, naos, carabelas,
ciudades y reyes africanos, personajes bíblicos y
figuras míticas. La planimetría comprende
cursos de agua, puertos y núcleos de población
con representación convencional. Toponimia en
español.
Juan de la Cosa, su autor, participó con Colón
en el viaje del Descubrimiento, como maestre y
propietario de la nao Santa María (1492). También
lo hizo en el segundo viaje (1493) y se estableció
en El Puerto de Santa María al regresar a España
(1496). Como piloto mayor de Alonso de Ojeda
navegó por las costas de Guayana, Paria y
Venezuela (1499), y con los datos adquiridos y
acopiados anteriormente trazó a su regreso a
España la carta que lleva su nombre. Después
participó en las expediciones de Rodrigo de
Bastidas por las costas de Colombia, y Panamá
(1500-1502), y en otro viaje, ya a su mando,
exploró la costa desde la isla de Santa Margarita
a Urabá (1504). Regresó a España en 1506. Volvió
a La Española y de nuevo salió con Ojeda para
explorar la costa colombiana; allí murió, en
Turbaco, en un encuentro con los indios que lo
acribillaron con flechas envenenadas (1509).

La carta fue presentada probablemente a los
Reyes Católicos, y depositada por el Consejo de
Indias en la Casa de la Contratación de Sevilla,
de cuyas dependencias desapareció en
circunstancias nunca aclaradas. En 1832, el barón
de Walckenaer, ministro plenipotenciario de
Holanda en París, la adquirió en una almoneda de
esta capital. Al morir el barón en 1853, se
subastó la carta; gracias al interés de Ramón de
la Sagra, fue adquirida por cuenta del Estado en
4.321 francos y depositada en este Museo Naval
por Real Orden de 14 de septiembre de 1853.




Drawing 3:


http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/23/
actualidad/1330012872_226225.html
Esa hipótesis explicaría la presencia de algunas
indias de tez blanca entre los indígenas de piel
oscura y el insólito hallazgo, en el tercer viaje
de Colón, de proyectiles de artillería, en un paraje
de la Española que no había sido explorado.
El proyecto de Colón de llegar a Asia desde
Europa rumbo al Poniente no tenía consistencia
científica y estaba plagado de errores de
apreciación.
Su plan se basaba en dos premisas erróneas: la
primera, la de considerar que la tierra era mucho
más pequeña de lo que en realidad era, de forma
que el cinturón ecuatorial, según los cálculos
de Colón, andaba por los 30 mil kilómetros, en
vez de 40 mil que en realidad tiene; y, la segunda,
que      la    superficie     terrestre      estaba
mayoritariamente ocupada por los continentes,
quedando tan solo una séptima parte para las
aguas.
En un planeta tierra más pequeño y con océanos
más reducidos, era perfectamente factible
alcanzar las costas de Oriente navegando desde
las de España hacia Poniente, salvándose así el
gran obstáculo de la limitada autonomía de las
embarcaciones de esa época.

Según los cálculos de Colón, la distancia que
separaba las islas Canarias de Cipango o Japón
era de 4,500 kilómetros, cuando en realidad era
de 10 mil kilómetros.

Las estimaciones del insigne genovés eran
ciertas, no para llegar al extremo Oriente, sino
para encontrarse con las Antillas.
No obstante, el proyecto de Colón estaba
fundamentado en datos inamovibles como el
conocimiento de la distancia a que se hallaban
las tierras oceánicas (las Antillas no el Japón) y
el de la ruta exacta que una embarcación a velas
debería seguir para alcanzarlas.
Si nos fijamos en las rutas seguidas por el
Descubridor en sus cuatro viajes a América nos
daríamos cuenta que siempre enfiló la línea de
los vientos alisios y regresó por los vientos
contrarios y la corriente del Golfo, a la altura
de Virginia.
Todos esos datos indican que Cristóbal Colón
tuvo que haber tenido noticias de anteriores
viajes al continente que él descubriera. Ello
explicaría la redacción de las Capitulaciones de
Santa Fe (pactos suscritos entre los Reyes
Católicos y Colón con relación a cómo se
habrían de repartir los beneficios de la empresa
del descubrimiento) en las que se menciona lo
que Colón ¨ha descubierto en las mares
océanos¨ concediéndole al insigne marino genovés
un descubrimiento que todavía estaba por
hacerse.
Quizás Colón les confió sus secretos a los
Reyes Católicos para convencerlos de la
viabilidad de su proyecto.
Tal vez por eso obtuvo el apoyo de Isabel y de
Fernando el Católico muy a pesar del dictamen
negativo de una Comisión integrada por ¨hombres
sabios, astrólogos y astrónomos, y hombres de
la arte de la Cosmografía¨ que se reunió en
Salamanca a instancia de dichos monarcas a
examinar en detalles el proyecto de Colón.
Una vez que los reyes católicos decidieron
apoyar el proyecto de Cristóbal Colón surgió
una dificultad: Cristóbal Colón quería a cambio
dinero (el 10 por ciento de todo lo que se
encontrara en oro, plata y piedras preciosas),
poder (Virrey y Gobernador de todas las tierras
descubiertas); y ascenso social (título de Gran
Almirante de la Mar Océana). Imagínese usted,
amigo lector, lo que significaba el hecho de que
un desconocido marino portugués se convirtiera
así como de repente en un Gran Almirante con
los mismos honores que disfrutaba el Almirante
de Castilla, vinculado este último a la familia de
la más alta nobleza castellana, por demás, tío de
Fernando el Católico.
El autor es Catedrático Titular de la UASD y
Capitán de Corbeta ® MdeG.
Los obstáculos

En principio, los Reyes Católicos no se
mostraban dispuestos a complacer a Colón en
sus desmedidas pretensiones de dinero, poder y
gloria. Y estuvieron a punto de solicitarle al
genovés que se marchara. Colón se mantuvo
firme, siempre dispuesto a jugarse el todo por
el todo. Colón aguantó todo y acabó venciendo.
Diría con orgullo: ¨Pensando lo que yo era me
confundía mi humildad; pero pensando en lo que
yo llevaba me sentía igual a las dos coronas¨
¿ Jactancia? No, seguridad sí. Cristóbal Colón
sabía adónde iba, y estaba muy seguro de lograr
su objetivo. Lo que para otros era duda, para él
era certidumbre. Fray Bartolomé De Las Casas,
que conoció bien a Colón, lo pintaría de cuerpo
entero con esta frase: Tan cierto iba a
descubrir lo que descubrió y hallar lo que halló
como si dentro de una cámara con su propia
mano lo tuviera¨

Después de vencer muchísimos obstáculos, el 3
de agosto de 1492, la flota colombina levó anclas
para iniciar desde el puerto de Palos su
espectacular singladura, atracando en las
Canarias seis días después. El 6 de septiembre de
1492, la flota colombina puso rumbo hacia el
Poniente, iniciando una hazaña que todos tenían
por imposible. Treinta y dos días después, en la
noche del 11 al 12 de octubre, Rodrigo de Triana,
daría la voz tan deseada: ¡ Tierra a la Vista! ¨e
Colón tomó posesión de la tierra en forma, por
el Rey y por




La empresa del Descubrimiento
Después que los turcos conquistaron
Constantinopla y cortaron las rutas que
conducían a las tierras de las especias,
encontrar nuevos caminos para llegar allí se
convirtió en una cuestión de vida o muerte

Escrito por: JESÚS DE LA ROSA
Después de la conquista de Constantinopla de
parte de los turcos en el siglo XV y de la
reafirmación del dominio de éstos sobre el
Mediterráneo, el encontrar nuevas rutas para
llegar a la India se convirtió en una cuestión de
vida o muerte para las economías de las naciones
europeas.

A mediados del siglo XV, tuvieron lugar grandes
mutaciones en los medios de transporte
marítimo. Gracias a la invención de la brújula y
del cuadrante, que servía para medir la latitud,
mediante la observación de la estrella Polar (o la
Cruz del Sur si se navegaba por el hemisferio
meridional) hiciéronse posibles travesías en mar
abierto sin referencia geográfica. También,
fueron ideados nuevos tipos de velas que
permitieron navegar contra el viento.
Todos esos hechos e invenciones impulsaron
los     grandes    descubrimientos    geográficos
ocurridos entre finales del siglo XV y mediados
del siglo XVII: En 1491, el portugués Bartolomé
Díaz realizó la hazaña de encontrar el punto
donde la costa africana dejaba de correr hacia el
sur para enderezarse hacia el norte, poniendo la
nueva ruta de llegar a la India al alcance de la
mano;      en 1492, Cristóbal Colón, navegante
genovés (el que Colón haya nacido en Génova
está fuera de toda duda razonable) al servicio de
los Reyes Católicos descubrió América; en
1497-98, el portugués Vasco de Gama, en una
exploración de las costas africanas, descubrió
el Cabo de Buena Esperanza y llegó a la India; en
1519- 1521, Fernando de Magallanes, un navegante
portugués exiliado en España, cumplió, al mando
de     una     flota    española,   la    primera
circunnavegación del mundo, una proeza marítima
jamás igualada.

Magallanes, navegando hacia el oeste, descubrió
el estrecho que llevaría su nombre y que separa
el continente suramericano del archipiélago de
Tierra de Fuego, cruzando el Océano que él
mismo bautizara con el nombre de Pacífico
hasta recalar en las Islas Filipinas donde el
intrépido marino luso perdió la vida en combate
con los indígenas. Los supervivientes de esa
expedición     continuaron      navegando    hacia
Occidente al mando del español Juan Sebastián
Elcano y arribaron a Sevilla en septiembre de 1522.
A finales del siglo X, el navegante escandinavo
Eric el Rojo, salió de Islandia navegando hacia
Occidente con el propósito de descubrir nuevas
tierras. Y, en efecto, lo logró: descubrió una
gran isla a la que pondría por nombre
Groenlandia. Años más tarde, los marinos
escandinavos Leif Erikson y Thorfinn Karlsefni,
superando las costas de Groenlandia, llegaron a
las de América del Norte. Esto último ocurrió a
principios del siglo XI. Durante varios años los
navegantes escandinavos estuvieron recorriendo
esas costas, las que hoy conocemos como
Nueva Escocia, hasta entonces nunca vistas por
un europeo.

Por lo tanto,     fueron ellos los primeros
navegantes europeos que tocaron tierras
americanas.   Pero,    aquellas   exploraciones
quedaron    suspendidas     y   los    enclaves
establecidos por los escandinavos en tierras
americanas desaparecieron.

Hacia 1422, setenta años antes de que lo hiciera
Colón, el insigne marino chino Zheng He arribó
a las costas americanas atravesando el Pacífico,
yendo siempre hacia Levante, una proeza
comparable a la de Cristóbal Colón, que yendo en
sentido inverso desde España, siempre hacia el
Poniente, cruzó el Atlántico hasta arribar a
nuevo Continente. El almirante Zheng no dejó
ningún asentamiento duradero en América;
tampoco su hazaña fue conocida en Europa.

Existen indicios de que las Antillas Mayores
habían sido visitadas por europeos años antes de
la llegada de Cristóbal Colón. Al efecto, Fray
Bartolomé De Las Casas, escribe: ¨tuvieron o
tenían de haber llegado a esta isla Española
otros hombres blancos y barbados como
nosotros antes que nosotros no muchos años¨.

Esa hipótesis explicaría la presencia de algunas
indias de tez blanca entre los indígenas de piel
oscura y el insólito hallazgo, en el tercer viaje
de Colón, de proyectiles de artillería, en un paraje
de la Española que no había sido explorado.
El proyecto de Colón de llegar a Asia desde
Europa rumbo al Poniente no tenía consistencia
científica y estaba plagado de errores de
apreciación.
Su plan se basaba en dos premisas erróneas: la
primera, la de considerar que la tierra era mucho
más pequeña de lo que en realidad era, de forma
que el cinturón ecuatorial, según los cálculos
de Colón, andaba por los 30 mil kilómetros, en
vez de 40 mil que en realidad tiene; y, la segunda,
que      la    superficie     terrestre      estaba
mayoritariamente ocupada por los continentes,
quedando tan solo una séptima parte para las
aguas.
En un planeta tierra más pequeño y con océanos
más reducidos, era perfectamente factible
alcanzar las costas de Oriente navegando desde
las de España hacia Poniente, salvándose así el
gran obstáculo de la limitada autonomía de las
embarcaciones de esa época.

Según los cálculos de Colón, la distancia que
separaba las islas Canarias de Cipango o Japón
era de 4,500 kilómetros, cuando en realidad era
de 10 mil kilómetros.

Las estimaciones del insigne genovés eran
ciertas, no para llegar al extremo Oriente, sino
para encontrarse con las Antillas.
No obstante, el proyecto de Colón estaba
fundamentado en datos inamovibles como el
conocimiento de la distancia a que se hallaban
las tierras oceánicas (las Antillas no el Japón) y
el de la ruta exacta que una embarcación a velas
debería seguir para alcanzarlas.
Si nos fijamos en las rutas seguidas por el
Descubridor en sus cuatro viajes a América nos
daríamos cuenta que siempre enfiló la línea de
los vientos alisios y regresó por los vientos
contrarios y la corriente del Golfo, a la altura
de Virginia.
 Todos esos datos indican que Cristóbal Colón
tuvo que haber tenido noticias de anteriores
viajes al continente que él descubriera. Ello
explicaría la redacción de las Capitulaciones de
Santa Fe (pactos suscritos entre los Reyes
Católicos y Colón con relación a cómo se
habrían de repartir los beneficios de la empresa
del descubrimiento) en las que se menciona lo
que Colón ¨ha descubierto en las mares
océanos¨ concediéndole al insigne marino genovés
un descubrimiento que todavía estaba por
hacerse.
Quizás Colón les confió sus secretos a los
Reyes Católicos para convencerlos de la
viabilidad de su proyecto.

Tal vez por eso obtuvo el apoyo de Isabel y de
Fernando el Católico muy a pesar del dictamen
negativo de una Comisión integrada por ¨hombres
sabios, astrólogos y astrónomos, y hombres de
la arte de la Cosmografía¨ que se reunió en
Cristobal Colón camino de Japón by Paco Barbera
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  • 1. Drawing 1: by Paco Barberá Pintor español en Japón !! Drawing 2: By Paco Barbera en Nagoya Japon 10 Julio 2012 India tras los viajes de Colón (1492); reparto del Atlántico en el tratado de Tordesillas (1494) con los Reyes Católicos; llegada de Vasco de Gama a la India (1498); arribada de Pedro Alvares Cabral a Brasil
  • 2. (1500). Juan II convirtió el comercio atlántico portugués en monopolio de la Corona, que lo dirigió y estimuló desde la "Casa da Mina" (1482) y la "Casa da India" (1492), precedentes de la Casa de Contratación de Sevilla (1503). La expansión marítima portuguesa permitió el acceso a nuevos mercados y recursos exóticos y ricos con la consiguiente reactivación del comercio europeo, pero también la aparición de una nueva perspectiva del mundo imprescindible en el camino hacia los posteriores descubrimientos españoles iniciados en 1492. El reino de Granada experimentó en esta etapa una efímera recuperación para caer enseguida en nuevas luchas sucesorias bajo la creciente presión de Castilla. Tras numerosas luchas internas, Muhammad IX el Zurdo recuperó el trono en 1453. Durante su última etapa de gobierno alternó el poder con Sa´d (1454-1462) y tuvo afrontar la guerra de desgaste de Enrique IV (1455-1457) y las conquistas castellanas de Archidona y Gibraltar (1462). Este año Muhammad IX fue destronado por el breve Yusuf V (1462), sucedido por su hijo Abul- Hasán Alí o Muley Hacen (1464-85) con ayuda de los Abencerrajes. Muley Hacen se impuso a sus aliados y a su hermano Muhammad ibn Sa´d (el Zagal) e inició
  • 3. un paréntesis de paz y prosperidad al calor del apoyo de sus súbditos y de la guerra civil de Castilla. Sin embargo, el final de la crisis castellana coincidió con la decadencia de Muley Hacen, preludio del fin. En las Cortes de Toledo (1480) los Reyes Católicos decidieron reiniciar la guerra contra Granada siguiendo la vieja pauta de Fernando de Antequera, Álvaro de Luna y Enrique IV. La empresa, de características tanto medievales como modernas, tuvo causas religiosas (fue una Cruzada teñida de mesianismo), políticas (ocupar a la nobleza, aunar a Castilla y Aragón en una empresa común) y económicas (golpear el comercio genovés, fácilitar la navegación en el Estrecho...). La conquista de Granada (1480-1492), planteada como una guerra de desgaste, fue desde el primer momento la empresa prioritaria de los reyes, que estrangularon económicamente al emirato y se beneficiaron de la constante guerra civil por el trono entre Muley Hacen (hasta 1485), su hermano El Zagal (hasta 1489) y su hijo Muhammad XII llamado Boabdil (1482-1492). Las campañas contra Granada comenzaron con la toma de Alhama en respuesta a la conquista nazarí de Zahara (1482). Hasta 1485 los Reyes Católicos explotaron la rebelión de Boabdil y
  • 4. los Abencerrajes y ocuparon Álora y Setenil (1484). A la muerte de Muley Hacen (1485), los cristianos conquistaron la región occidental del reino (Ronda, Loja, Illora). Se produjo entonces la usurpación de El Zagal, que fue derrotado por Boabdil con ayuda castellana. En 1487 las tropas cristianas conquistaron Málaga tras un duro asedio. En los dos años siguientes los castellano-aragoneses ocuparon la zona oriental del emirato (Vera, Mojácar, Níjar, Vélez Blanco y Vélez Rubio, Tabernas, Purchena; Guadix, Almería), destacando la conquista de Baza, la campaña más aura de toda la guerra. El Zagal se retiró entonces de la guerra (1489) y Boabdil quedó reducido a Granada, la Vega y las Alpujarras. En situación agónica la población de la capital se negó a rendirse, mientras los Reyes Católicos construyeron el campamento de Santa Fe como símbolo de su determinación. Tras llegar a un acuerdo con Boabdil, los cristianos entraron en Granada el 2 de enero de 1492. La población mudéjar conservó vidas, religión y posesiones, pero desde 1500 debió optar entre la conversión o el exilio, convirtiéndose en la minoría morisca presente en la Península hasta el siglo XVII. Con la conquista de Granada los Reyes Católicos
  • 5. pusieron fin a ocho siglos de dominio político musulmán en la Península, concluyendo el proceso secular que se conoce como Reconquista, definidor en gran medida de la evolución política, económica, social y cultural de los reinos ibéricos durante toda la Edad Media. La unión personal de las Coronas de Castilla y Aragón fue obra de las hábiles maniobras de Juan II de Aragón. Aunque tenía un precedente en la unidad dinástica de ambas coronas en manos de los Trastámara desde el Compromiso de Caspe (1412), la unidad castellano-aragonesa de los Reyes Católicos fue consecuencia de la coyuntura política especifica de la Península Ibérica entre 1460 y 1480. Esta unión personal estuvo muy lejos de formar una entidad política centralizada o una "unidad nacional española, y debe considerarse el comienzo de una fase de unificación histórica... dirigida desde y por Castilla, el reino más importante y con mayores recursos humanos y económicos..., cuya suerte dependerá del juego de fuerzas existentes, de la voluntad de quienes en adelante integren el nuevo Estado y de la habilidad de sus dirigentes" (J. L. Martín). En la fortuna de esta marcha hacia la unidad pudieron tener una mayor o menor influencia factores ideológico-
  • 6. historiográfico-políticos como la idea medieval de España -común a todos los hispano-cristianos pero asumida políticamente por Castilla como heredera de la idea imperial leonesa y, más tarde, como potencia hegemónica peninsular- o "la definición del ámbito español como unidad política por la dinastía Trastámara" (M. A. Ladero). Pero fue la comunidad de intereses y enemigos de la monarquía hispánica desde finales del siglo XV lo que permite decir que "tal unión dio paso en la Historia a la España moderna" (J. Vicens). Los Reyes Católicos dieron el impulso definitivo a la construcción de la monarquía moderna en Castilla y Aragón. Tras pacificar sus reinos, impusieron la autoridad regia a partir de las líneas políticas heredadas de sus antepasados y de los aparatos estatales de Castilla (en mayor medida), y sobre una estructura socio-económica apenas modificada. Con ello sentaron las bases del futuro absolutismo real. Como forma de consolidar la hegemonía regia y para desviar el potencial bélico hasta entonces empleado en guerras civiles, los Reyes Católicos abordaron una amplia política exterior. Después de iniciar una nueva etapa de alianza con Portugal (1479), la monarquía se volcó en la empresa
  • 7. conquistadora de Granada (1482-1492), culminación de la Reconquista y laboratorio del que surgirá la poderosa maquina bélica de la monarquía hispánica. El año 1492 no sólo vio la definitiva desaparición del Islam andalusí. También entonces los reyes procedieron a la expulsión de los judíos de Castilla y Aragón (31-marzo-1492), consecuencia de la política de homogeneización religiosa derivada de un ambiente social radicalizado y un autoritarismo monárquico que exigía la uniformización político-religiosa. La precaria situación de la población musulmana de Granada desde 1500 respondió a la misma presión social, religiosa y política. Por último, en 1492 la monarquía hispánica alcanzó una nueva dimensión transoceánica cuando el viaje de Cristóbal Colón incorporó el continente americano a la historia de España y de Europa. Desde el trascendente 1492 la monarquía de los Reyes Católicos, heredera de la política exterior de Juan II de Aragón, se erigió en el rival europeo de la poderosa Francia, con quien disputara en Italia la hegemonía en Europa. Consecuencia imprevista de esta pugna contra Francia será la gran herencia de Carlos V, nieto de Fernando e Isabel. La muerte de la reina Católica abrió un
  • 8. agitado periodo conocido como "Época de las regencia"s (1504-1516). Durante estos años la unidad castellano-aragonesa pasará de la crisis a la consolidación de la mano de Fernando el Católico y el cardenal Cisneros, protagonistas de las campanas españolas en el norte de África (1497-1510). Con la incorporación a Castilla del reino de Navarra (1512), la monarquía hispánica alcanzó los perfiles propios de la España moderna. +++ Martín Alonso [Yáñezº] Pinzón, (c.1440-1493) Marino, navegante y descubridor español, uno de los protagonistas del primer viaje descubridor de América llevado a cabo por Cristóbal Colón. Martín Alonso Yáñez Pinzón nació en el pueblo andaluz de Palos de la Frontera (Huelva) hacia 1440. Era el hijo mayor de una rica familia de larga tradición marinera, y propietario de un barco con el que hacía frecuentes viajes
  • 9. comerciales por los mares entonces navegables del Mediterráneo y del Atlántico. Junto con su hermano y socio Vicente Yáñez Pinzón, ejerció alguna vez de corsario, cosa por otro lado nada extraña. En los años que precedieron al descubrimiento de América no había en toda la comarca del Tinto-Odiel un armador y navegante más famoso que Martín Alonso Pinzón, por lo que conseguir su apoyo y participación era imprescindible para el éxito de la empresa colombina. El encargado de convencer a Martín Alonso Yáñez Pinzón para que acompañase a Colón fue el guardián del monasterio de La Rábida, lo que hizo durante el verano de 1492. Cuando se propagó por toda la zona que Martín Alonso iba a participar en el viaje como capitán de la carabela Pinta y su hermano Vicente como capitán de la Niña, muchos amigos y familiares se enrolaron inmediatamente y pudieron completarse las tripulaciones. A Colón nadie le conocía, en cambio la sabiduría náutica y la experiencia marinera de los Pinzón eran el mejor aval. Puesto en marcha el viaje descubridor, Martín
  • 10. Alonso asumió el mando de la Pinta y llevó consigo a su otro hermano Francisco como maestre. Su hermano Vicente iba como capitán de la carabela Niña. Durante la travesía, demostró sus habilidades de marinero cuando resolvió el problema de la rotura del timón y pudo seguir navegando, y sus dotes de mando al imponer su autoridad a los amotinados vizcaínos o cántabros de la nao Santa María entre el 6 y el 7 de octubre. Durante este percance, Martín Alonso amenazó con aplastar a cualquiera que se atreviera a amotinarse. En el siguiente motín, ya más serio, del 9 y 10 de octubre, cuando habían fallado ya todos los cálculos de distancias que había dicho Colón, los que dudaron fueron los Pinzón. Éstos aplacaron los ánimos de la tripulación poniendo una condición a Colón: navegarían con el mismo rumbo tan sólo tres días más; si durante ese tiempo no encontraban tierra volverían a España. Tras el descubrimiento de las islas Lucayas o Bahamas, divisaron Cuba. Mientras recorrían la costa oriental de Cuba, Martín Alonso, al frente de la Pinta, abandonó al almirante el 21 de
  • 11. noviembre de 1492 y continuó navegando por su cuenta. Colón nunca se lo perdonó. El 6 de enero se volvieron a encontrar en la costa norte de La Española. Las circunstancias y motivaciones de la deserción de Martín Alonso no están claras: quizá intentara descubrir por su cuenta el oro que tanto buscaban. Pero sea cual fuese la causa de la separación, aquí comenzaron sus desavenencias con Colón, que llegó a acusar de traición a Martín Alonso. De nuevo juntos, emprendieron viaje de regreso a España en la Pinta y la Niña, pero una tormenta, no muy lejos de las Azores, las volvió a separar y la Pinta llegó primera a Bayona, en las costas de Galicia, antes de que Colón arribara a Lisboa. Desde Bayona envió un informe de lo acontecido en el descubrimiento a los Reyes Católicos y se dirigió ya gravemente enfermo a Palos, donde entró, el 15 de marzo de 1493, pocas horas después de que lo hubiera hecho Colón. Martín Alonso Yáñez Pinzón falleció alrededor del 31 de marzo de 1493 en el monasterio de La Rábida (Huelva), donde fue llevado por sus familiares y, según un testigo, también enterrado. Esto
  • 12. sucedió pocos días después de su llegada a España, tras el viaje en el que tuvo lugar el descubrimiento del Nuevo Mundo, y en cuya empresa le cabe figurar en un lugar destacado. º[Sobre Martín Alonso Pinzón, añadiéndole "Yáñez", es probable que no sea correcto: Yañez era el sobrenombre de Vicente. JULIO IZQUIERDO LABRADO Palos de la Frontera, 1985 - http://es.geocities.com/julioil/pepi.html ] +++ PALOS – PALOS DE MOGUER – PALOS DE LA FRONTERA. Sobre la ciudad de donde salió Colón como ‘Palos de moguer’, es de precisar que tal denominación se debe a un error histórico que viene de los primeros cronistas de Indias, cuando al referirse a las localidades que aportaron marineros, creyeron que Palos y Moguer era un solo pueblo cuando esto no ha sido así.
  • 13. En lo referente al descubrimiento de América, Palos, solo se la llamado Palos, hasta el 1642, año en que el concejo de Palos adopta el nombre de Palos de la Frontera. (El topónimo de Palos de la Frontera es la denominación oficial de esta localidad onubense. Esta denominación fue establecida en el año 1642. Anteriormente se llamaba únicamente Palos o Villa de Palos. Etimológicamente, el topónimo Palos puede proceder del latín palus-paludis, que significa "laguna" o "pantano"[1], que es la hipótesis más común, o tal vez de la raíz prerromana pal-, pala- que se traduciría como "ladera de inclinación muy acentuada"[2]. Ambos accidentes geográficos están presentes en la localidad. Historia del topónimo El topónimo Palos se recoge documentalmente por primera vez en 1322, cuando Alfonso XI, después de la reconquista de Niebla, lo dona a Don Alonso Carro y Doña Berenguela Gómez. En 1379, Juan I volvió a entregarlo a Don Álvar Pérez de Guzmán, verdadero padre y fundador de la villa
  • 14. palerma,[3] que se ocupó de repoblarla con 50 familias [4]. En esta documentación antigua, es comprobable que normalmente se refieren a Palos como el "Lugar de Palos". En los diferentes archivos históricos de España, se encuentran abundantes documentos que mencionan a la localidad, siempre bajo las denominaciones de "Palos", "Lugar de Palos" o "Villa de Palos". Uno de los mas importantes, por su transcendencia, es la Real Provisión que los Reyes Católicos remitieron el 30 de abril de 1492, a Diego Rodríguez Prieto y a otros vecinos de Palos en la que se les pedía que tuvieran preparadas dos carabelas aprovisionadas para el que sería el primer viaje de Cristóbal Colón : Real Provisión de los Reyes Católicos DIRIGIDA A CIERTOS VECINOS DE PALOS PARA QUE ENTREGUEN A CRISTOBAL COLON DOS CARABELASGranada, 30 de Abril de 1492. Don Fernando e Doña Ysabel por la gracia de dios Rey e Reyna de Castilla, de León, de Aragón, de Secilia, de Granada .... A vos, Diego Rodríguez Prieto, e a todas las otras personas vuestros compañeros e otros vezinos de la villa de Palos e
  • 15. a cada uno de vos, salud e gracia. Vien sabedes como por algunas cosas fechas e cometidas por vosotros en desserbicio nuestro, por los del nuestro Consejo fuistes condenados a que fuésedes obligados a nos serbir dos meses con dos carabelas armadas a vuestras propias costas .... E agora, por quanto nos avemos mandado a Christoval Colón que vaya con tres carabelas de armada, como nuestro capitán de las dichas tres carabelas, para ciertas partes de la mar océana sobre algunas cosas que cunplen a nuestro servicio e nos queremos que llebe consigo las dichas dos carabelas con que asy nos aveis de servir. Archivo General de Indias. Signatura: PATRONATO, 295, N.3.[5] +++ Juan de la Cosa, (c. 1449-1510) Marino, conquistador y cartógrafo español. Nacido en Santoña (Cantabria), debió adquirir su experiencia como navegante en el mar Cantábrico
  • 16. y realizó varias travesías recorriendo la costa occidental de África. Primeros viajes Desde 1492 participó en siete viajes y expediciones al Nuevo Mundo. Cuando Cristóbal Colón preparaba su primer viaje conoció a De la Cosa y le ofreció que participara con su nave La Gallega, que fue rebautizada como Santa María y utilizada como nao capitana. Descubiertas las nuevas tierras, la Santa María se hundió y Colón le acusó de impericia; sin embargo, la Corona le indemnizó por la pérdida. En su segundo viaje (1493-1496) Colón volvió a contar con De la Cosa, esta vez con el cargo de piloto mayor y la misión de trazar el mapa de las tierras que visitaran. En este viaje, que partió de la bahía de Cádiz, De la Cosa navegaba a bordo de la carabela Santa Clara. Se descubrieron las islas Dominica, San Juan de Puerto Rico, Montserrat, Guadalupe y otras. De regreso a España estuvo recorriendo las costas del Cantábrico, para fijar poco después su residencia definitiva en el Puerto de Santa María. El tercer viaje (1499-1500) lo hizo en calidad de
  • 17. primer piloto de la expedición de Alonso de Ojeda, en la que participaba también Américo Vespucio. Desembarcaron en la isla Margarita y recorrieron el litoral de Venezuela desde Paria hasta el cabo de la Vela. De regreso a España realizó el primer mapamundi en el que aparecían las tierras descubiertas. En el cuarto viaje (1501- 1502) partió como primer piloto de la flota mandada por Rodrigo de Bastidas. Recorrieron las costas de Tierra Firme, llegaron al golfo de Urabá, al puerto de Retrete y a Nombre de Dios, en el istmo de Panamá. De regreso a España, en 1502, por haber sido arrestado Bastidas, la reina Isabel premió sus servicios nombrándole alguacil mayor de Urabá, por Real Cédula de 2 de abril de 1503. En ese mismo año permaneció un breve tiempo encarcelado en Portugal, ante cuya corte presentó la reclamación española por la actuación de los barcos portugueses fuera de su demarcación. El quinto viaje (1504-1506) lo hizo al mando de una expedición de cuatro buques para vigilar las costas de tierra firme hasta el golfo de Urabá. Cumplió perfectamente
  • 18. su misión, evitando las incursiones portuguesas y estudiando con detalle aquellas costas. De regreso a España, en 1507, se le encargó la vigilancia de las costas españolas desde el cabo de San Vicente hasta Cádiz, para apresar cualquier navío portugués que volviera de América. Dicha misión no dio resultado. Últimos viajes El sexto viaje (1507-1508) lo realizó con Bastidas. Viajaron a América para obtener beneficios, consiguiendo 300.000 maravedíes. A su vuelta, la reina Juana I la Loca le confirmó en su empleo de alguacil mayor de Urabá, a título hereditario. En 1509 emprendió el séptimo y último viaje, en el que encontró la muerte. Partió al mando de un navío y dos bergantines rumbo a Santo Domingo, al encuentro de Alonso de Ojeda, que había sido nombrado gobernador de la Nueva Andalucía. Tuvo que mediar como árbitro entre Ojeda y Diego de Nicuesa, que se disputaban los límites de sus gobiernos en tierra firme, aceptándose su propuesta de fijar como límites ambas orillas del río Grande del Darién.
  • 19. Inició una expedición de conquista con Ojeda, a quien propuso la fundación de una colonia en la costa del golfo de Urabá sin hostigar a una tribu asentada en el emplazamiento de la actual Cartagena de Indias. Ojeda, desoyendo el consejo, optó por atacar a los indios y se internó hasta una ranchería en la que se habían hecho fuertes y se defendieron con gran ferocidad, llegando a rodear a Ojeda, quien salvó su vida por la valiente intervención de De la Cosa, que cayó abatido por las flechas envenenadas de los indios. Poco después, Ojeda y Nicuesa vengaron su muerte con una feroz carga sobre la tribu, en la que centenares de indígenas fueron degollados. Su viuda recibió la generosa suma de 45.000 maravedíes, en reconocimiento a los servicios prestados por el esforzado marino. Se desconoce cuál fue la suerte de su hijo, que hubiera heredado el título de alguacil mayor de Urabá. Eminente cartógrafo El nombre de Juan de la Cosa ha pasado a la posteridad sobre todo, por su Carta de Marear o Mapamundi realizado en el Puerto de Santa María
  • 20. en 1500, según figura en una inscripción de esta joya de la cartografía que se conserva en el Museo Naval de Madrid después de numerosos avatares, ya que, en principio, fue archivado en la Casa de Contratación de Sevilla de donde fue robada y posteriormente vendida al barón Walcknaer en 1832. A la muerte de éste fue subastado y adquirido por el gobierno español por 4.200 pesetas. El mapamundi está trazado en una hoja grande de pergamino de forma ovalada. Su gran mérito es el representar las Indias Occidentales en el momento en que fueron reconocidas. Es admirable la semejanza con la realidad del trazado de las Antillas y de tierra firme, desde el Amazonas hasta Panamá. Supone el reconocimiento de la independencia del Nuevo Mundo respecto de Asia, y representa el enlace entre la vieja tradición medieval de elaboración de portulanos y el nacimiento de la nueva cartografía. Se sabe que Juan de la Cosa elaboró otros mapas importantes, entre ellos los de la costa Cantábrica, pero no han llegado hasta nosotros.
  • 21. +++ Alonso de Ojeda (c.1466-c.1515) Navegante, descubridor y conquistador español. Nacido en Cuenca entre 1466 y 1470, estuvo al servicio del duque de Medinaceli y fue protegido del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, por cuya mediación logró embarcarse a finales de 1493 con Cristóbal Colón en su segundo viaje. En la isla de La Española En la isla de Guadalupe, Colón le confió la búsqueda del veedor Diego Márquez que con otros compañeros se habían internado en la isla y no regresaban a la flota. Ya en la isla de La Española Colón le encargó dominar a uno de los señores más aguerridos y opuestos a los españoles, de origen caribe, que reinaba en la zona central de la isla y en las minas de Cibao: Caonabo. Ojeda, en un alarde de temeridad, logró presentarse en el lugar de Caonabo, ganar su
  • 22. confianza y apresarlo. Tomó parte igualmente en la batalla de la Vega Real, frente a un numeroso ejército de indios que fray Bartolomé de Las Casas cifró exageradamente en cien mil. Nuevos viajes a América De regreso en España, asistió a una política de cambios y novedades en materia descubridora, que comenzó en 1499. Fruto de esta política fue la firma de una serie de capitulaciones (contratos con los reyes) en las que no se tenía en cuenta a Colón. Ojeda fue el primero en inaugurar lo que se ha dado en llamar ´viajes menores´ o ´viajes andaluces´. La primera expedición de Ojeda, tras formar sociedad con Juan de la Cosa y Amerigo Vespucci, zarpó del Puerto de Santa María el 18 de mayo de 1499. Siguieron la ruta del tercer viaje colombino: Trinidad, Margarita —costa de las Perlas—, Curaçao y península de Coquibacoa o Goajira. La expedición estaba de regreso en Cádiz un año después y resultó poco rentable. Para una segunda expedición a la misma zona, Ojeda firmó una nueva capitulación con los reyes el 8 de junio de 1501 y fue nombrado
  • 23. gobernador de Coquibacoa. Formó compañía con Juan de Vergara y García de Campos y fletaron cuatro carabelas. Partiendo del cabo Verde, llegó a la isla Margarita, y recorrió la costa de Curiana hasta llegar a Paraguana. Durante el viaje cometió algunos excesos con los portugueses y con los indios, hasta el punto de ser encarcelado. En 1504 quedó libre con la ayuda de Fonseca. En 1508 recibió el nombramiento de gobernador de Urabá. Partió de La Española al año siguiente pero volvió a fracasar. En esta expedición perdió la vida Juan de la Cosa en un enfrentamiento con los indios. Tras este fracaso, Ojeda volvió a Santo Domingo, donde murió. +++ Cristóbal Colón (c. 1451-1506) Navegante y descubridor, tal vez de origen genovés, al servicio de España, hombre polémico y misterioso, autodidacta y gran observador, descubrió el Nuevo Mundo el 12 de octubre de 1492, fue el primer almirante, virrey y gobernador
  • 24. de las Indias, y enseñó a los hombres de mar de su tiempo el camino a seguir para ir y volver de América. Cristóbal Colón nació el año 1451 en Génova. Algunos autores, sin embargo, defienden que era catalán, mallorquín, judío, gallego, castellano, extremeño, corso, francés, inglés, griego y hasta suizo. Siguiendo la tesis genovesa, sus padres fueron Doménico Colombo, maestro tejedor, lanero o tabernero, y Susana Fontanarrosa. De los cinco hijos del matrimonio, dos, Cristóbal y Bartolomé, tuvieron pronto vocación marinera; el tercero fue Giácomo (Diego Colón), que aprendió el oficio de tejedor; y de los dos restantes, Giovanni murió pronto, y la única mujer no dejó rastro. Recordando estos primeros años, Cristóbal escribía en 1501: "De muy pequeña edad entré en la mar navegando, e lo he continuado fasta hoy… Ya pasan de cuarenta años que yo voy en este uso. Todo lo que fasta hoy se navega, todo lo he andado". El aprendizaje colombino se debió hacer en galeras genovesas primero, como grumete; como
  • 25. marinero, desde los 15 años, y con mando en barco desde los 20 o 22 años. Entre 1470 y 1476 recorrió todas las rutas comerciales importantes del Mediterráneo, desde Quíos, en el Egeo, hasta la península Ibérica, al servicio de las más importantes firmas genovesas. También participó en empresas bélicas, como el enfrentamiento entre Renato de Anjou y el rey de Aragón, Juan II, por la sucesión a la Corona de Nápoles. Se afirma que, al amparo de tantas guerras y conflictos como entonces había, ejerció de corsario, actividad muy lucrativa y reconocida hasta en los tratados internacionales de la época. Colón y Portugal Según cronistas contemporáneos, Colón llegó a las costas del sur de Portugal (Lagos), cerca de Sagres, tras un durísimo combate naval acaecido cerca del cabo de San Vicente, el 13 de agosto de 1476. Incendiado su barco, Colón salvó su vida agarrándose a un remo y nadando hasta la costa. Empezaba la estancia colombina en Portugal, que duró casi diez años, tan importantes y decisivos como misteriosos. Fue en el pequeño reino
  • 26. ibérico, y de la mano de portugueses, donde aprendió a conocer el océano, a frecuentar las rutas comerciales que iban desde Islandia a Madeira, a tomar contacto con la navegación de altura, con los vientos y corrientes atlánticos y a navegar hasta Guinea. Dicen los cronistas que Colón, una vez repuesto, marchó de Lagos a Lisboa, donde se dedicó al comercio. En 1477 viajó hasta Inglaterra e Islandia, y en 1478 se movía entre Lisboa y el archipiélago de Madeira con cargamentos de azúcar. Hacia 1480, parece que se casó con Felipa Moñiz, quien le ayudó a acreditarse y restaurarse y a moverse como vecino y cuasi natural de Portugal. De este matrimonio, nació hacia 1482 en la isla de Porto Santo, del archipiélago de Madeira, su sucesor Diego Colón. ¿Conocía Colón antes de 1492 las tierras de América? Hay grandes indicios y alguna prueba razonable, como el preámbulo de las Capitulaciones, de que Colón, cuando elaboró su plan descubridor, sabía más de lo que decía. Tal convencimiento, que se extendió ya desde el principio entre los
  • 27. primeros pobladores y cronistas, se corresponde con el llamado "Predescubrimiento de América". Parece que, entre los años 1477 y 1482, en que Colón no dejó de realizar frecuentes viajes a las islas Madeira, Azores y Canarias, algo trascendental, que él califica de "milagro evidentísimo", le sucedió, si hacemos caso a sus palabras: "Me abrió Nuestro Señor el entendimiento con mano palpable a que era hacedero navegar de aquí a las Indias, y me abrió la voluntad para la ejecución de ello. Y con este fuego vine a Vuestras Altezas". Los defensores del predescubrimiento de América sostienen que ese algo trascendental, repentino y milagroso que le sucede a Colón en cualquier momento de estos años fue que alguien, con conocimiento de lo que decía, le informó de la existencia de unas tierras al otro lado del océano. Tal información aportaba detalles bastante ajustados sobre algunas islas y sus naturales, sobre ciertos parajes y, especialmente, acerca de las distancias. Ese alguien fue, según unos, un piloto portugués o castellano (la conocida como "leyenda del piloto
  • 28. anónimo") que al regresar de Guinea se vio impulsado por alguna tormenta hasta las Antillas. Tras un tiempo allí, regresó, se encontró con Colón, le informó y murió. Según otra teoría, la información colombina procedería, no de un europeo, sino de algún grupo indígena que en un desplazamiento por las Antillas se vio obligado a desviarse océano adentro hasta encontrarse con Colón. Ambas teorías coinciden en señalar que tal encuentro debió producirse a bastantes leguas al Oeste de las Canarias, Azores o Madeira, en una zona que por aquel entonces frecuentaba. Cristóbal Colón se sintió elegido por la Providencia para descubrir aquellas tierras, y, a partir de ahí, comenzó a elaborar su proyecto, sabiendo que la mayor dificultad que iba a tener era cómo articularlo teóricamente para defenderlo ante los mayores expertos del momento: portugueses y castellanos. El proyecto descubridor colombino Por los años 1480-1482, Cristóbal Colón era un buen navegante, un hombre práctico y autodidacta, pero carecía de ciencias y saberes teóricos: "En la marinería me hizo abundoso; de
  • 29. astrología me dio lo que abastaba, y ansí de geometría y aritmética". Para elaborar su plan descubridor, Colón, que era más medieval que moderno, y se sentía instrumento de la Providencia, utilizó varias fuentes informativas: la Historia rerum ubique gestarum del papa Pío II; la Imago Mundi del cardenal francés Pierre d´Ailly; y la Correspondencia y Mapa que, en 1474, el sabio florentino Paolo del Pozzo Toscanelli había hecho llegar al rey de Portugal a través de su amigo, el canónigo lisboeta Fernando Martins. De las dos primeras obras, que eran como enciclopedias del saber del momento y que estudió muy detenidamente, como demuestran las casi 1.800 apostillas o anotaciones al margen, extrajo referencias muy concretas sobre parajes bíblicos, situados en el fin del Oriente, como el Paraíso Terrenal, los Jardines del Edén, Tarsis y Ofir, el reino de Saba, los montes de Sophora, la isla de las Amazonas, que pronto situaría en distintas zonas de las Indias, porque para él allí estaba el extremo de Asia. De Toscanelli, que seguía a Marco Polo, recogió Colón todo lo
  • 30. relativo al gran kan, a la tierra firme asiática (Catay, Mangi y Ciamba) y sobre todo al Cipango, isla distante 1.500 millas del Continente y famosa por su riqueza. Sin embargo, hay un punto en el que Colón discrepaba del sabio florentino: las distancias entre ambos extremos del Océano. Toscanelli asignaba al mismo 120 grados de la esfera terrestre (casi el doble de la que en realidad tiene), y, aunque situaba algunas islas en el camino, la empresa resultaba muy arriesgada. Por esta razón, los portugueses, tras estudiar el plan, lo rechazaron y archivaron. Colón, sin embargo, sabía que, en el capítulo de las distancias, Toscanelli estaba equivocado: al empezar el viaje descubridor, anunció que las primeras tierras se encontrarían a 800 leguas de las islas Canarias. Para defender su proyecto ante los expertos, tenía que entrar en mediciones sobre el grado y la esfera terrestres. Coincide con Alfragano: 1 grado = 56 millas y 2/3 (milla árabe de casi 2.000 metros); por tanto, la circunferencia del ecuador era igual a 20.400 millas. Esto daría 40.000 kilómetros para la circunferencia del
  • 31. ecuador (prácticamente la medida real). Sin embargo, Colón achica la esfera terrestre y da al ecuador una medida de unos 30.000 kilómetros, es decir una cuarta parte menos, porque está manejando la milla itálica, de unos 1500 metros. Hacia 1483 o 1484 defendió este proyecto ante los portugueses, que lo rechazaron. De mediciones, cálculos y Toscanelli, ellos sabían más que Colón. No les aportaba nada nuevo y además exigía mucho. Colón en Castilla A finales de 1484 o principios de 1485 dejó Portugal lo más secretamente que pudo y entró en Castilla: "Siete años estuve yo en su real corte, que a cuantos se habló de esta empresa todos a una dijeron que era burla", recordaría después. Tras arribar con su hijo Diego a algún puerto del golfo de Cádiz, quizá Palos de la Frontera, visitó el monasterio franciscano de Santa María de La Rábida, en donde siempre halló Colón ayuda material, amigos y conversación. El 20 de enero de 1486, los Reyes Católicos recibieron por primera vez a Colón en Alcalá de Henares (Madrid), y a continuación nombraron
  • 32. una junta de expertos para valorar el proyecto colombino. La voz de la ciencia, al igual que en Portugal, le fue contraria. A pesar de que muchos no daban crédito a lo que prometía, nunca faltaron protectores a Colón. Algunos de los más constantes fueron frailes con influencia ante los Reyes, como el incondicional, buen astrólogo y entendido en navegación, fray Antonio de Marchena. Otro religioso influyente, maestro del príncipe don Juan, y siempre favorable a Colón fue fray Diego de Deza. Es posible que el futuro descubridor revelase a ambos sus conocimientos en secreto de confesión. Un tercer religioso, decisivo en 1491 y 1492, fue el fraile de La Rábida, Juan Pérez. En la última fase de la negociación, además de hombres de religión, el genovés contó con el apoyo de algunos cortesanos distinguidos, como fue el caso de Luis de Santángel, Juan Cabrero o Gabriel Sánchez. Entre los años de 1487 y 1488, mientras esperaba en Córdoba la decisión de los Monarcas, conoció a Beatriz Enríquez de Arana, una joven de humilde procedencia, que el 15 de agosto de 1488 le dio un
  • 33. hijo: Hernando Colón. Para hacer frente a sus necesidades, trabajó con sus manos pintando mapas de marear o portulanos que vendía después a los navegantes, e hizo de mercader de libros de estampa. En 1488, invitado sorprendentemente por el rey portugués Juan II, parece que hizo un viaje rápido a Portugal. Poco después, se movía por Andalucía y visitaba a los duques de Medinasidonia y a los de Medinaceli, mientras llegaba a su fin la guerra de Granada, que tenía ocupados a los Reyes Católicos. Las Capitulaciones de Santa Fe Después de muchas tentativas de que intercediera favorablemente de nuevo el monasterio de La Rábida y fray Juan Pérez, los Reyes Católicos, en un acto personal, no científico, decidieron respaldar el plan colombino. El 17 de abril de 1492 se firmaron las Capitulaciones de Santa Fe o documento- contrato, que estipulaba las condiciones en que Cristóbal Colón haría el viaje descubridor. El
  • 34. documento tiene dos partes, un preámbulo sorprendente que dice así: "Vuestras Altezas dan e otorgan a don Cristóbal Colón en alguna satisfacción de la que ha descubierto en las Mares Océanas y del viaje que agora, con el ayuda de Dios ha de fazer por ellas en servicio de Vuestras Altezas, son las que se siguen". Ese "ha descubierto" es, para los partidarios de la teoría del Predescubrimiento, la prueba documental decisiva, ya que Colón se atribuye, antes de 1492, descubrimientos en el océano que ahora transfiere a los Reyes Católicos, en virtud de lo cual estos le corresponden dándole una serie de privilegios, que forman la segunda parte del documento: 1º) El oficio de almirante de la Mar Océana, vitalicio y hereditario, en todo lo que descubra o gane, y según el modelo del almirante mayor de Castilla. 2º) Los oficios de virrey y gobernador en todo lo que él descubra o gane. No se habla de hereditariedad. Para cubrir los cargos en las Indias, puede proponer terna a los reyes para que estos escojan.
  • 35. 3º) La décima parte de todas las ganancias que se obtengan en su almirantazgo. 4º) Que todos los pleitos relacionados con las nuevas tierras los pueda resolver él o sus justicias. Este punto nunca se cumplió porque estaba condicionado a los precedentes castellanos. 5º) El derecho a participar con la octava parte de los gastos de cualquier armada, recibiendo a cambio la octava parte de los beneficios. Con este documento capital y otras mercedes, se dirigió a la villa de Palos a preparar la flota descubridora. El gran viaje Tres embarcaciones, Pinta, Niña y Santa María; un presupuesto de unos dos millones de maravedises; y alrededor de 90 hombres, reclutados con la ayuda inestimable de los hermanos Martín Alonso y Vicente Yáñez Pinzón, formaron la flota descubridora más trascendental de la historia. El 2 de agosto de 1492, Cristóbal Colón mandó embarcar a toda su
  • 36. gente, y al día siguiente, antes de salir el sol, dejaba el puerto de Palos. La primera escala fueron las Canarias, donde tuvieron que arreglar el timón de la Pinta. El 6 de septiembre con el alisio ventando a favor, Colón marcó rumbo al oeste. Comenzaba la gran travesía. Su objetivo era el Cipango (la actual India), y advirtió a la tripulación que nadie se inquietase hasta haber navegado 700 leguas. A partir de esa distancia, no habría que navegar por la noche. Por si fallaba algo, sin embargo, decidió llevar dos cuentas sobre las distancias recorridas: una secreta o verdadera (sólo para él), y otra pública o falsa, en la que contaría de menos. El día 13 de septiembre, descubrió la declinación magnética de la tierra; y el 16 llegaron al mar de los Sargazos. A partir del 1 de octubre se da cuenta de que algo falla. El 6, ya han sobrepasado las 800 leguas y no hay indicios de tierra. Durante la noche del 6 al 7 de octubre, se produjo el primer motín entre los marineros de la Santa María. Los hermanos Pinzón apoyaron a Colón y lo sofocaron. Sin embargo, en la noche del 9 al 10 de octubre el malestar se
  • 37. extendió a todos, incluidos los propios Pinzón. Acordaron navegar tres días más y al cabo de ese tiempo si no encontraban tierra regresarían. No hizo falta: en la noche del 11 al 12 de octubre el marinero Rodrigo de Triana lanzó el grito esperado: "¡tierra!". Al día siguiente desembarcaron en la isla de Guanahaní (que ellos bautizaron como San Salvador), actual isla de Watling, en el archipiélago de las Bahamas, y tomaron posesión de la nueva tierra en nombre de los Reyes Católicos. El 28 de octubre, arribaron a Cuba, y el 21 de noviembre se apartó de la flota Martín Alonso Pinzón. El 6 de diciembre llegaron a la isla de La Española; y el 24 encalló la Santa María, con cuyos restos y la ayuda del cacique de la zona, Guacanagarí, construyeron el fuerte de la Navidad. Tras dejar a 39 españoles ahí, siguieron la costa, encontraron a Martín Alonso Pinzón (6 de enero), y navegaron hasta la costa de Samaná. Desde esta zona, el 16 de enero de 1493, el almirante dio la orden de regresar a España. El viaje fue tranquilo hasta llegar a las Azores, donde sobrevino una fuerte tormenta
  • 38. (12-15 de febrero) que forzó a la Pinta a separarse del almirante y arribar a Bayona (Pontevedra). Otra tempestad, cerca de Lisboa (4 de marzo) obligó al descubridor a desembarcar en Portugal. El 15 de marzo, don Cristóbal, al mando de la Niña, entraba triunfal en Palos. Martín Alonso lo hacía con la carabela Pinta pocas horas después. Llegaba muy enfermo, y a los pocos días murió. Tras el éxito descubridor, don Cristóbal informó a los Reyes, que estaban en Barcelona, se dirigió a su encuentro y fue recibido por ellos con todos los honores. Para anunciar el acontecimiento a toda la Cristiandad, escribió la famosa Carta de Colón. El segundo viaje El 25 de septiembre de 1493, el almirante zarpó de Cádiz al mando de 17 navíos y unos 1.200 hombres, portando las primeras simientes y ganados. Al salir de las Canarias, Colón puso rumbo más al sur que en el primer viaje para llegar al paraje que denominó la entrada de las Indias, en las pequeñas Antillas. Después de descubrir la isla de Puerto Rico, llegó hasta el fuerte de la Navidad y comprobó que había sido
  • 39. destruido y los españoles muertos. Fundó la primera ciudad de América, la Isabela. Recorrió la costa sur de Cuba, llegó a Jamaica, y a finales de 1494 descubría América del Sur (Cumaná), aunque lo ocultó hasta el tercer viaje. Comenzaba el poblamiento de La Española, las diferencias entre españoles y los levantamientos de los indios. A partir de 1495 empezaba el desprestigio del Nuevo Mundo, siendo el grito más escuchado entre españoles: "Así Dios me lleve a Castilla". El 11 de junio de 1496 arribó a Cádiz con la intención de contrarrestar la mala propaganda de las Indias. Llegaba vestido con un sayal de fraile franciscano. El tercer viaje Costó mucho organizar la tercera flota colombina. Las Indias ya no atraían tanto y faltaban tripulantes. Incluso se dio poder a Colón para que embarcara a delincuentes. Ocho navíos y 226 tripulantes componían la flota, que dejó Sanlúcar de Barrameda entre febrero y el 30 de mayo de 1498. Desde Canarias, siguió a Cabo Verde y una latitud más al sur que las
  • 40. anteriores navegaciones, lo que le hizo sufrir una zona de calmas. Descubrió la isla de Trinidad; recorrió la costa de Paria, donde situó solemnemente el entorno del Paraíso Terrenal. Camino de La Española divisó la isla Margarita, donde se pescaban las perlas, para llegar el 20 de agosto a la nueva capital de las Indias, Santo Domingo. La situación en que encontró a la colonia era grave: la mayoría de los españoles, encabezados por Francisco Roldán, se había rebelado contra la autoridad de los Colón. La llegada del virrey no resolvió el problema. Las quejas contra la familia Colón, agravadas con algún que otro proceder dudoso del Almirante, como ocultar el criadero de perlas de Margarita y Cubagua, llegaron a la corte y los reyes decidieron destituirlo. El 23 de agosto de 1500, Francisco de Bobadilla entraba en el puerto de Santo Domingo para sustituir al virrey y gobernador. Hubo cierta resistencia por parte de los Colón, lo que explica algo la dureza de Bobadilla. A primeros de octubre de 1500, Cristóbal, Bartolomé y Diego Colón regresaban a España
  • 41. cargados de cadenas. Cuarto viaje Los monarcas sintieron el mal trato dado a su almirante, algo lo desagraviaron, pero no lo repusieron en sus oficios perdidos. Prometieron que lo harían, mientras le encargaban el cuarto viaje. Con cuatro navíos y 150 hombres partió de Cádiz el 11 de mayo de 1502. El objetivo era encontrar un paso que permitiera llegar a la Especiería ya que Colón seguía creyendo que la zona antillana era la antesala de Asia. Para atravesar el Océano, siguió una ruta parecida al segundo viaje. Llevaba orden de no detenerse en Santo Domingo. Atravesó el Caribe hasta el cabo de Honduras; siguió hasta el de Gracias a Dios y recorrió la costa de Panamá. No encontró lo que buscaba: ni paso, ni oro, ni especias, pero en cambio sí tuvo muchas penalidades y sufrió la pérdida de dos barcos. El 1 de mayo de 1503 ponía rumbo a La Española, pero se vio obligado a recalar en Jamaica, en la bahía de Santa Ana, donde tuvo que encallar los dos barcos y esperar. La hazaña de Diego Méndez y Bartolomé Fiesco logrando llegar en dos canoas desde
  • 42. Jamaica a La Española logró salvarlos. El 28 de junio de 1504, dejaban Jamaica y el 12 de septiembre, en dos navíos, se dirigían a España. Después de arribar a Sanlúcar de Barrameda el 7 de noviembre de 1504, fracasado y enfermo, siguió hasta la corte y reclamó infructuosamente sus derechos. Murió el 20 de mayo de 1506 en Valladolid. +++ 20 de Enero de 1486 Cristóbal Colón se presenta en Córdoba a los Reyes Católicos y entra a su servicio. Cristóbal Colón estuvo en Salamanca entre noviembre de 1486 y enero de 1487, siguiendo a los Reyes Católicos y su Corte. Los maestros del Estudio seguían con interés los avances de los portugueses en la costa atlántica, y entre ellos destacaba el astrónomo Abraham Zacut, de cuya obra Almanaque Perpetuo se sabe que Colón disponía de un ejemplar. Bajo la inspiración de
  • 43. Zacut empezó a pintar Fernando Gallego las figuras del zodiaco representadas en el Cielo de Salamanca, hoy en el Museo Universitario. Diego de Torres, colaborador de Zacut, catedrático de Astrología entre 1482 y 1496 y asesor de los Reyes en la negociación del Tratado de Tordesillas, en 1494, formó parte de la Comisión designada por los Reyes para dictaminar sobre la viabilidad del proyecto de Colón. Otro miembro de la Comisión, el doctor Talavera, declararía después sobre las Indias Occidentales: "... e que este deponente tiene por cierto que si el dicho Almirante non porfiara, que estovieran hasta hoy sin hallar e descobrir". Hay que tener en cuenta que el propósito de Colón era alcanzar las costas orientales de Asia (Cipango), lo que era en efecto imposible debido a la poca autonomía de las naves de la época. +++ ESPAÑA. 1455
  • 44. EN EL MES DE ABRIL EL DÍA 9, ES ELEGIDO PAPA, EL CARDENAL ESPAÑOL ALONSO DE BORJA, CON EL NOMBRE DE CALIXTO III. +++ Juan Ponce de León Explorador, nació en San Servas en la provincia de Campos en 1460; murió en Cuba, en 1521. Fue descendiente de una familia noble y ancestral; el apellido de León fue a través del matrimonio de uno de los Ponces y Doña Aldonza de León, una hija de Alfonso IX. Cuando mozo Ponce de León sirvió como paje a Pedro Núñez de Guzmán, posteriormente Tutor del hermano de Carlos V, el Infante Don Fernando. En 1493 Ponce embarcó a la Española (Sto. Domingo) con Colón en su segundo viaje, una expedición que incluyó muchos jóvenes aristocráticos y nobles aventureros quienes habían quedado sin ocupación después de la caída de Granada. Cuando Nicolás de Ovando llegó
  • 45. a la Española en 1502 como gobernador, encontró a los nativos en un estado de rebelión, y en la guerra que siguió Ponce rindió tan valiosos servicios que fue nombrado lugarteniente de Ovando con cuartel General en un pueblo en el lado Este de la Isla. Mientras aquí, escuchó de los Indios que había mucha abundancia en la Isla vecina de Boriquien /Puerto Rico), y pidió y obtuvo permiso para visitarla en 1508, donde descubrió muchos tesoros valiosos; por su trabajo en ésta expedición fue nombrado Adelantado o Gobernador de Boriquien. Habiendo sometido a los nativos, fue poco después removido de su oficina, pero no hasta que hubo acumulado una fortuna considerable. En ese tiempo historias del Este de Asia estuvieron muy generalizadas las cuales hablaban de una famosa agua de manantial la cual tenía la maravillosa virtud de restaurar la juventud y vigor a aquellos que la bebieran. Probablemente los Españoles escucharon de los Indios que recordaron a ellos de ésta Fuente de la Juventud y tuvieron la idea que ésta fuente estaba situada en una isla llamada Bimini que se asienta en el
  • 46. norte de la Española. Ponce obtuvo de Carlos V, el 23 de Febrero de 1512, una autorización pública para descubrir y poblar la Isla de Bimini, dándole jurisdicción sobre la Isla de por vida, y confiriéndole el titulo de Adelantado. El 3 de Marzo de 1513, Ponce partió de San Germán (Puerto Rico) con tres embarcaciones, habilitadas por su propio egreso. Tomando su curso en una dirección hacia el noroeste, once días después llegó a Guanahani, donde Colón vio tierra por primera vez. Continuando su viaje, en Domingo de Resurrección (Pascua de las Flores), el 27 de Marzo estuvo incluido en la escena de la costa la cual llamó Florida en honor del día y a cuenta de la exuberante vegetación. En Abril 2 tocó tierra en un paraje un poco al norte del lugar actual de San Agustín y formalmente tomó posesión en el nombre de la Corona. Regresó enseguida, siguiendo la costa oeste a la Latitud 27º 30`, y luego regresó a Puerto Rico. Durante este viaje tuvo varios encuentros con los nativos, quienes mostraron gran coraje y determinación en sus ataques, lo cual
  • 47. probablemente cuenta por el hecho que Ponce no intentó encontrar un poblado o penetrar al interior en busca del tesoro que se creía estaba escondido allá. No obstante en su primer travesía había estado sin resultado hasta la adquisición de oro y esclavos, y el descubrimiento de la "Fuente de la Juventud" estuvieron comprometidos, Ponce determinó asegurar posesión de su nuevo descubrimiento. A través de su amigo, Pedro Núñez de Guzmán, aseguró un segundo acuerdo fechado el 27 de Septiembre de 1514, el cual le dio el poder para establecer la Isla de Bimini y la Isla de Florida, así él meditó al estar en Florida. En 1521 equipado con dos embarcaciones y llegando hasta la costa de Florida, exactamente donde no era conocido, fue furiosamente atacado por los nativos mientras estaba construyendo casas para sus colonizadores. Finalmente forzado a reembarcar, zarpó para Cuba donde murió por las lesiones que había recibido. HERRARA, Primera Década (Madrid 1726); OVIEDO, Historia General y Natural de la Indias (Madrid, 1851); SHEA, La Iglesia Católica en días
  • 48. de la Colonia (Nueva York, 1886); SHEA, Ancient Florida in Narr and Crit Hist.Am. (Nueva York, 1889); HARRISSE, Descubrimiento de Norteamérica (Londres, 1892); FISK, Descubrimiento de América (Nueva York, 1892); LOWERY, Colonizadores Españoles en E. U. (Nueva York, 1901). VENTURA FUENTESTranscrito por WG Kofron Traducido por Ramón Terrazas +++ Diego Méndez (c.1472-1536) Navegante y conquistador español. Nació en Castilla, probablemente en Zamora, de donde era natural su padre, entre los años 1470 y 1475. De muy niño marchó con su padre a Portugal, a la casa del conde de Penamacor, que lo educó con sus hijos. En 1484 regresó a España con el conde y lo acompañó por Francia, Inglaterra, Flandes, Noruega y Dinamarca. En 1492 llegó a Barcelona donde permaneció hasta la muerte del conde en 1494.
  • 49. Entre 1502 y 1504 participó como escribano de la Armada, en el cuarto viaje de Cristóbal Colón. Cuando la expedición se encontraba en Jamaica rumbo a La Española encallaron en la actual bahía de Santa Ana. Colón propuso a Méndez que se aventurase en canoa a pasar a la isla Española para comprar una nao en la que pudieran seguir. Méndez realizó dos tentativas. En la primera, con una sola canoa, fracasó. Durante la segunda (1503) empleó dos canoas al mando de Méndez y Bartolomé Fiesco, cada una con seis españoles y diez indios. Después de 72 horas y haber recorrido unas 100 millas de mar recalaron en una isleta de La Española llamada Navasa. Fiesco quiso regresar a Jamaica pero no encontró a nadie dispuesto a repetir la hazaña. Méndez informó al gobernador Ovando, el cual lo recibió pero tardó incomprensiblemente varios meses antes de darle la licencia para que intentara rescatar a los que habían quedado en Jamaica. Un año más tarde, en 1504, Méndez pudo fletar un navío y acudió a salvarlos. Esta hazaña de la canoa fue tan señalada que mandó que se dibujara en la losa de su sepultura y en su
  • 50. escudo de armas. En 1508 fue armado caballero de las espuelas doradas por el rey Fernando el Católico, en la villa de Fuente de Cantos, Badajoz. En 1509 pasó a Indias como secretario y contador del segundo almirante Diego Colón, de quien recibiría al año siguiente una encomienda de 80 indios. También recibió indios en el repartimiento de 1514. Diego Méndez demostró siempre ser un fiel criado de la familia Colón. En 1517 casó con Francisca de Ribera que le dio dos hijos legítimos y ese mismo año visitó la corte de Carlos I en Flandes para tratar algunos asuntos colombinos. Finalmente, en 1522 alcanzó uno de sus sueños: ser alguacil mayor de La Española. Falleció el 8 de diciembre de 1536 en Valladolid. Con los reyes Católicos, se inicia el inicio del florecimiento de los literatos que llenaran el siglo XVI.Jorge Manrique (1440-1479), poeta de carácter cortesano y famoso por su obra
  • 51. "Coplas por la muerte de su padre", participó activamente en las guerras civiles de Castilla en el bando de Isabel la Católica. Murió combatiendo en el campo de Calatrava, frente al castillo conquense de Garci-Muñoz, luchando contra el marqués de Villena.En la vecina Corona de Aragón, el valenciano Ausias March (1397- 1459), nacido en una familia de poetas, recibió una severa formación de caballería, y sirvió de halconero al rey Alfonso V, participando en sus campañas de Córcega y Cerdeña. Su lírica en valenciano, funde la técnica trovadesca provenzal con la filosofía escolástica y el humanismo renacentista. Su vida amorosa fue tumultuosa y le creó problemas, y fue antecedente de los grandes poetas españoles del XVI.Juan Boscán (fines del XV-1542), barcelonés, acompañó en calidad de ayo al duque de Alba en diferentes hechos de armas, y se hizo famoso por su introducción del endecasílabo en el castellano y su habilidad en la técnica de las formas octosilábicas, fue el precursor de la perfección de Garcilaso.El toledano Garcilaso de la Vega (1501-1536), fue el símbolo más representativo de
  • 52. la simbiosis armas y letras, siendo un héroe de la milicia y el mejor poeta de su tiempo. Participó en las campañas de Túnez, Rodas, defensa de Navarra, Florencia y murió en el asalto al castillo de Le Muey en Fréjus. Junto con el catalán Boscán introdujo los metros italianos en el castellano. Su idealismo en el amor a Isabel, fue el cenit de la poesía humanista del Renacimiento. Garcilaso fue un hábil militar, poeta, políglota (latín, griego y francés) y tañedor del arpa y la vihuela.Distinto Garcilaso es el llamado el Inca, hijo de una princesa india y un conquistador, participante en la campaña de las Alpujarras y en la Armada Invencible, humanista, traductor e historiador es representante del intelectual del momento y está dentro de la corriente universalizadora y católica en que estaba situada la vida española de la época. Así debate la conveniencia de cristianizar la Florida e incorporarla al Imperio Español, pues concibe a España como el brazo de la Providencia en el mundo. En su prosa histórica, abundante, clara y expresiva, mezcla datos de economía política, problemas de
  • 53. cronología, concordancia de fuentes orales y escritas y aporta documentos de primera mano. Otro de los principales humanistas guerreros fue Diego Hurtado de Mendoza (1503-1575), sobrino del marqués de Santillana, también recibió una esmerada educación en Granada y Salamanca. Estuvo combatiendo en Italia (Pavía) a las órdenes del emperador Carlos V, donde en los descansos invernales aprovechó para frecuentar las academias renacentistas italianas. Experto en lenguas muertas, numismática, traductor de Cicerón, arabista, mecenas, poeta y autor religioso. Su papel posterior fue en la diplomacia, pero entre sus obras destacó La guerra de Granada hecha por el rey don Felipe II contra los moriscos. Juan de Herrera, el genial arquitecto de El Escorial, también participó como soldado en las duras campañas del Piamonte y Flandes, y formó parte de la guardia personal del emperador Carlos V a su vuelta a España.Alonso de Ercilla y Zúñiga, cortesano, soldado, viajero, lector de los clásicos y poeta, su vida sintetiza las características principales del hombre ideal del Siglo de Oro. Participó en
  • 54. diversas campañas por América y en especial en la de los Araucanos, en Chile, donde compuso el poema épico La Araucana exaltando el valor y nobleza de los caudillos indígenas. Caballero de Santiago y Gentilhombre de Felipe II tuvo importantísimas misiones diplomáticas. Entre los soldados anónimos, tenemos a Miguel de Cervantes (1547-1616) quien combatió en Lepanto contra el turco y participó en la expedición de Túnez, aunque fue apresado y llevado a Argel. Después fue el genial escritor de El Quijote, la mejor obra de nuestra lengua.En la decadencia, Calderón de la Barca (1600-1681), fue uno de los últimos príncipes de las letras que simultaneó por un corto período el arte de las armas y las letras. Estuvo en Italia y en Flandes, y como miembro de la orden de Santiago, combatió contra los franceses en la liberación de Cataluña de su poder. Después, el autor de La vida es sueño, El Alcalde de Zalamea y El gran teatro del mundo entró en la vida religiosa abandonando su vida militar.Estos son solo algunos ejemplos destacados entre la multitud de soldados ilustradosNunca como entonces fue cierto el
  • 55. contenido que expresaba D. Quijote en su "discurso de las armas y las letras", donde nos cuenta como los soldados defienden y extienden la civilización y la cultura.Jose Luis Orella * ARBIL.2000.- Los Reinos Ibéricos – 1450 En la segunda mitad del siglo XV los reinos peninsulares experimentaron graves crisis políticas derivadas de la lucha entre monarquía y nobleza en Castilla, Portugal, Navarra y Granada y de la concepción del gobierno en la Corona de Aragón. Estos conflictos acabaron en guerras civiles, especialmente graves en Cataluña (1462- 1472), Castilla (1465-1479), Granada (1478-1492) y Navarra (1447-1512). Finalmente, el autoritarismo real se impuso de una forma u otra en todos los reinos, aunque sin modificar sus diferentes estructuras políticas. La unión personal de los Reyes Católicos permitirá la consolidación de un aparato estatal monárquico capaz de absorber a
  • 56. los reinos más pequeños -Granada, Navarra- y de preparar el camino a la futura monarquía hispánica. El gran poder de Castilla y el declive de la Corona de Aragón explican el carácter marcadamente castellanizante de la España Moderna. El turbulento reinado de Enrique IV (1454-1474) culmina el proceso de asalto a las instituciones monárquicas por parte de la nobleza surgida de la revolución trastamarista. A ello contribuyó la debilidad de carácter del monarca, deslegitimado para imponer su autoridad a la nobleza que le había apoyado contra Juan II y Álvaro de Luna, y sin el apoyo de las ciudades, aristocratizadas e impotentes ante el poder nobiliario y la consolidación del sistema monárquico de corregidores. Con todo, la crisis de este reinado fue sobre todo política: Castilla prosiguió un fortalecimiento económico y monárquico que explica la expansión castellana a partir del reinado de los Reyes Católicos. Al principio (1454-1465) el gobierno quedó en manos de Juan Pacheco, marqués de Villena, cabeza de una nobleza cuyo único objetivo político era el incremento indiscriminado
  • 57. de poderes y rentas a costa de la debilidad monárquica. Con todo, los primeros años del reinado fueron esperanzadores debido a la recuperación económica, la paz exterior inspirada en Álvaro de Luna (alianzas con Francia y Portugal; neutralización de Navarra; paz con Aragón) y la actitud pacífica de la nobleza. Siguiendo a Fernando de Antequera y a Álvaro de Luna, Enrique IV tradujo seguridad exterior y estabilidad interior en una nueva ofensiva contra Granada. La guerra (1455-1457) fue muy favorable, ya que apuntó al desgaste económico y político del emirato, modelo seguido después por los Reyes Católicos. Sin embargo, el coste de las campañas, su carácter anticaballeresco y una mala coyuntura económica provocaron el descontento de la nobleza (Mendoza, Alba, Manrique) que se organizó en una liga al mando del arzobispo de Toledo Alonso Carrillo. La nobleza abortó la guerra (1457) e inició una serie de maniobras contra el valimiento de Juan Pacheco. El matrimonio de Enrique IV con Juana de Portugal hizo que la nobleza postergada buscara el apoyo de Juan I de Navarra (rey de
  • 58. Aragón desde 1458), cuyos problemas internos -lucha con Carlos de Viana y crisis de Cataluña- se sumaron a los conflictos castellanos. Contra la nobleza levantisca Enrique IV encumbró a Beltrán de la Cueva y contra Juan II (1458-1479) apoyó a Carlos de Viana, los beamonteses navarros y la Diputación catalana, que le ofreció el Principado al comenzar la guerra civil de Cataluña (1462). La peligrosa alianza Enrique IV-Diputación fue neutralizada por el doble juego del marqués de Villena -dispuesto a cambiar de bando para mantener su privanza-, la debilidad del rey y la pérdida de sus bazas exteriores. Tras la muerte de Carlos de Viana (1461), Enrique IV se dejó engañar por sus nobles en la cuestión catalana al aceptar el arbitraje de Luis XI (aliado de Juan II y Villena). El rey acató la decisión del francés y abandonó a la Diputación (1463). Juan Pacheco y el arzobispo Carrillo mantuvieron su poder en Castilla. Beltrán de la Cueva se alzó con la privanza del rey frente a ambos apoyado por sus parientes los Mendoza, principal apoyo nobiliario de la monarquía. El favorito y el obispo Pedro
  • 59. González de Mendoza pidieron al débil Enrique IV la guerra contra los rebeldes, pero el monarca aceptó sus humillantes condiciones: entre otras, el reconocimiento como heredero de su hermanastro Alfonso y el matrimonio de éste con su hija Juana. Al rechazar poco después lo pactado, el rey provocó la guerra en forma de rebelión nobiliaria. La nobleza alcanzó entonces su apogeo, mientras la anarquía se extendía por el reino y las ciudades resucitaban las Hermandades. En 1465 la nobleza levantisca depuso simbólicamente a Enrique IV y entronizó al manejable infante Alfonso, de sólo once anos, al tiempo que difundía el rumor de que la infanta Juana era hija de Beltrán de la Cueva. La humillación de la "Farsa de Ávila" aglutinó a los realistas y a las ciudades en una nueva Hermandad General. Estas fuerzas derrotaron a la nobleza en la segunda batalla de Olmedo (1467), pero Enrique IV no quiso explotar su victoria y se enajenó el apoyo de los Mendoza. En un clima de desorden -revuelta de los "irmandiños" en Galicia (1467)-, la muerte del infante Alfonso en 1468 transformó el panorama. Los rebeldes
  • 60. quedaron deslegitimados, por lo que ofrecieron el trono a la infanta Isabel, nueva candidata de la nobleza aunque no dispuesta a dejarse manejar por los nobles. La cuestión sucesoria fue solucionada finalmente en el tratado de los Toros de Guisando (septiembre-1468): la infanta Isabel era considerada la única heredera a costa de los derechos de la infanta Juana, a la que no se reconocía como bastarda. Juan Pacheco había conseguido la herencia para su representante, pero ahora hacía falta un marido conveniente para sus intereses. Los candidatos eran el pronobiliario y anciano Alfonso V de Portugal, el duque de Guyena, hermano de Luis XI, y el infante Fernando, hijo de Juan II de Aragón. Este último necesitaba a Castilla para liquidar la guerra civil catalana y supo convencer a Isabel gracias a los rescoldos del antiguo partido aragonés (Manrique, Enríquez). En octubre de 1469 se celebró el matrimonio semiclandestino de Isabel y Fernando, lo que modificó totalmente el juego de alianzas. Enrique IV y la liga nobiliaria que le dominaba se desligaron de lo acordado en Guisando y
  • 61. proclamó la legitimidad de Juana, mientras que los Mendoza pasaron al bando de Isabel, que explotó la propaganda que deslegitimaba a Juana la Beltraneja. El enfrentamiento sucesorio se hizo inevitable. Isabel sintetizó los intereses del antiguo partido de los Infantes de Aragón y las directrices autoritarias de Álvaro de Luna, proponiendo a la alta nobleza la sujeción a una autoridad monárquica superior a cambio del mantenimiento de su preeminencia social y económica y de sus aspiraciones de poder dentro de ese marco. También las ciudades apoyaron a los infantes confiando en el apoyo de la monarquía a sus reivindicaciones. Los infantes fueron respaldados por el papa valenciano Alejandro VI -el papa Borja- y por Aragón. En este contexto de acumulación de fuerzas murieron Juan Pacheco y Enrique IV (1474), iniciándose la Guerra de Sucesión entre 1474- 1479. A la muerte de su hermano, Isabel I (1474-1504) se proclamó reina, desatándose una nueva guerra civil de dimensiones internacionales. Los derechos de Juana fueron apoyados por la liga nobiliaria acaudillada por Juan Pacheco y el
  • 62. arzobispo Carrillo con respaldo de Luis XI (enemigo de Juan II), los Lancaster y Alfonso V de Portugal, casado con Juana (1475) y temeroso del potente bloque castellano-aragonés. Isabel y Fernando, delimitado su poder en la "Sentencia de Segovia" (1475), fueron apoyados por parte de la nobleza (Mendoza, Alba...), Aragón, Borgoña y los York. A los tres años de lucha la guerra quedó decantada a favor de Isabel I tras la retirada de Luis XI (1478), la derrota de Alfonso V en la batalla de Toro (marzo-1476) y las graves pérdidas portuguesas en el Atlántico sur. El contencioso con Portugal fue resuelto en el tratado de Alcaçovas (1479), por el que Isabel I fue reconocida como reina de Castilla y Juana quedó marginada de sus derechos -ingresó en un convento en 1480-. La primogénita castellana Isabel casó con el heredero portugués Alfonso. Además, Castilla retuvo las Canarias y Portugal se garantizó con éxito el estratégico monopolio comercial al sur del Cabo Bogador. La muerte de Juan II de Aragón (1479) convirtió al esposo de Isabel I en Fernando II de Aragón (1479-1516), lo que reforzó la unidad personal de los reinos y el
  • 63. autoritarismo regio ejercido hasta entonces. Respecto al Reino de Aragón Juan II, monarca capaz, experto y autoritario, tuvo que enfrentarse al envenenado legado catalán de su hermano Alfonso V, complicado por la disputa con su hijo Carlos de Viana y por los conflictos en Castilla. Entre 1458-1462 se desarrollan los preludios del enfrentamiento. Juan II comenzó perdonando a su hijo, pero en 1460 le apresó de nuevo en Lérida acusado falsamente de negociar con Castilla. En una Cataluña muy agitada, esta imprudente decisión permitió a la Diputación aglutinar a los catalanes en torno al heredero y justificar la rebelión contra el rey "no para destronarlo sino para imponerle sus puntos de vista, es decir, las ideas de los privilegiados sobre la organización socio-económica de Cataluña". La Diputación formó un "Consell representant lo Principat de Catalunya" que exigió al rey la libertad del heredero y su reconocimiento. El autoritario Juan II se negó y el Consell le declaró la guerra en conjunción con Castilla y los beamonteses navarros. Ante esta alianza el rey
  • 64. tuvo que aceptar las condiciones exigidas en la "Capitulación de Vilafranca del Penedés" (1461), es decir, su alejamiento de Cataluña y la instauración del gobierno oligárquico del Consell presidido por Carlos de Viana como "llochtinent". Al morir éste en 1461 fue reemplazado por su hermano Fernando bajo la tutela de su madre Juana Enríquez. En Barcelona la "Biga" fortaleció sus posiciones entre 1461- 1462, lo que se tradujo en la expulsión y persecución de "remensas" y "buscaires", que buscaron amparo en la reina. Mientras los payeses se levantaban en armas, la aproximación del rey a "remensas" y "buscaires" provocó la guerra civil de Cataluña entre 1462-1472. Los orígenes de la guerra se sitúan en el agravamiento de los antiguos problemas de los payeses de remensa y en la lucha entre Biga y Busca, manifestaciones de la pugna entre autoritarismo monárquico y pactismo como formas de gobierno de Cataluña. El conflicto civil polarizó el Principado: de un lado, el patriciado urbano -Biga- y la baja nobleza, aspirantes a gobernar con una presencia real mínima mediante las
  • 65. Cortes y la Generalitat (pactismo); de otro, la alta nobleza, el clero, buena parte de los payeses de remensa y los menestrales y artesanos urbanos -Busca-, quienes veían solución a sus reivindicaciones en el poder regio. La guerra se internacionalizó rápidamente. Contra los rebeldes catalanes Juan II buscó la ayuda de Luis XI y frente a los beamonteses navarros desheredó a su hija Blanca y dio el reino a Gastón IV de Foix, marido de su hija menor Leonor, apoyado por agramonteses y franceses. La Diputación reprimió a remensas y buscaires y buscó ayudas exteriores contra la presión francesa y la neutralidad o el apoyo al rey de Valencia, Aragón y Mallorca. Los rebeldes catalanes ofrecieron el Principado a Enrique IV de Castilla, en condiciones de derrotar a Juan II, a cambio de respetar los "Usatges" y las Capitulaciones. El rey aceptó el trono y envió tropas castellanas a Cataluña, pero Juan II neutralizó esta ayuda en connivencia con el marqués de Villena y Luis XI, que falló en su contra en la Sentencia de Bayona (1463). La Diputación perdió su aliado y los beamonteses debieron someterse. A cambio de
  • 66. su colaboración, Juan II cedió a Luis XI los condados de Rosellón y Cerdaña (1462-1463). Los rebeldes ofrecieron entonces el Principado al condestable Pedro de Portugal, quien, aun sin posibilidades de éxito, murió combatiendo en la guerra (1466). Pese a los victorias realistas y las deserciones en el Consell, los radicales de la Generalitat eligieron a Renato de Anjou, respaldado por Luis XI, lo que modificó totalmente las alianzas. Contra su antiguo aliado francés, Juan II se alió con Borgoña e Inglaterra, prefigurando la política de contrapeso a Francia que continuarían los Reyes Católicos. En esta coyuntura, el peso de Castilla era decisivo para el final del conflicto, por lo que Juan II se garantizó su colaboración ofreciendo el matrimonio de su hijo Fernando tanto a la hija de Juan Pacheco, verdadero dueño de Castilla, como a la infanta Isabel, heredera del reino tras los tratados de Guisando (1468). En 1469 las maniobras del catalano-aragonés fructificaron en el matrimonio de Isabel y Fernando. Asegurada la alianza castellana, Juan II se afianzó en Navarra. Allí Gastón de Foix y
  • 67. Leonor, lugartenientes y herederos, estaban enfrentados al monarca con apoyo francés y beamontés. Al morir el heredero de ambos (1470), Juan II aceptó la regencia de Leonor, que se prolongó en un contexto de guerra civil hasta la muerte del rey (1479). Sin apoyo exterior, casi el único que mantenía la lucha (1470), la revuelta catalana fue sofocada (1472). Por la Capitulación de Pedralbes (1472) Juan II pacificó Cataluña con una amnistía general y el retorno a la situación de 1462. La guerra civil arruinó el Principado, agravando la crisis económica que arrastraba desde el siglo XIV: "La guerra de 1462-1472 apartó a Cataluña del papel activo que pudo haber desempeñado en la España de los Reyes Católicos y de los Austrias -para pérdida de Cataluña como de España en general, hasta los tiempos modernos- (J. N. Hillgarth). Desde 1472 Juan II sostuvo a Fernando e Isabel I en la guerra sucesoria de Castilla. El monarca dejó abiertos el problema remensa y la ocupación francesa de Rosellón y Cerdaña, asuntos resueltos por Fernando el Católico en la Sentencia arbitral de Guadalupe
  • 68. (1486) -tras la segunda guerra remensa (1484- 1485)- y en el Tratado de Barcelona (1493). En cuanto a Navarra, la regente Leonor murió al tiempo que su padre Juan II y el reino pasó a su nieto Francisco Febo (1479-1483), apoyado por los agramonteses. Los beamonteses se situaron entonces tras Fernando el Católico, artífice de un protectorado militar castellano sobre Navarra para evitar una posible intervención francesa. Francisco fue sucedido por su hermana Catalina (1483-1512), casada con el francés Juan de Albret en 1494. Su minoría y la guerra civil permanente acentuaron la influencia castellana. En el contexto de las Guerras de Italia, los reyes navarros parecieron inclinarse hacia Francia. Fernando el Católico aprovechó entonces la acusación de cismáticos que pesaba sobre los franco-agramonteses para ocupar Navarra con apoyo de los beamonteses (1512). En 1515 Navarra fue anexionada a Castilla "guardando los fueros e costumbres del dicho regno", que seguirían vigentes hasta el siglo XIX. En Portugal, tras derrotar al regente Pedro de Coimbra, Alfonso V (1438-1481) gobernó en solitario siguiendo las
  • 69. directrices nobiliarias marcadas por los infantes Enrique el Navegante y Alfonso, conde de Barcelos y duque de Braganza. La política atlántica proburguesa del condestable fue reorientada hacia el Magreb por la alta nobleza terrateniente que dirigía Alfonso de Braganza -conquistas de Alcácer Seguer (1458), Arcila y Tánger (1471)-. Entre 1449 y 1460 el Navegante lideró la expansión conquistadora frente a la mercantil, aunque nobles, burgueses y Corona prosiguieron la vía marítima al calor de la favorable coyuntura económica europea, dando a la monarquía portuguesa una peculiar condición empresarial. Estas operaciones quedaron detenidas cuando Alfonso V intervino en la crisis de Castilla. El monarca fue candidato a la mano de la infanta Isabel, pero desde 1469 apoyó a la nobleza castellana partidaria de Juana la Beltraneja, con la que casó en 1475. Derrotado en la guerra, acordó con los Reyes Católicos el tratado de Alcaçovas (1479), donde se fijaron las futuras líneas de expansión portuguesa ante la creciente presión de la marina andaluza: las islas Canarias quedaron para Castilla y las Azores,
  • 70. Madeira y la costa surafricana bajo la órbita portuguesa. La inclinación pronobiliaria de Alfonso V no fue seguida por su hijo Juan II (1481-1495), monarca enérgico cuyo gobierno ha sido comparado al de los Reyes Católicos. Con los beneficios de la expansión africana, Juan II impuso su autoridad sobre la nobleza. La última rebelión nobiliaria, dirigida por los duques de Braganza y Viseo, fue reprimida duramente en 1484. La monarquía gobernó desde entonces con el apoyo de la baja nobleza y de las burguesías atlánticas. El reforzamiento de la autoridad real, el sometimiento de la nobleza y la paz con Castilla impulsaron de nuevo la expansión atlántica portuguesa, que culminó durante este reinado: exploración de Angola y el río Zaire (1482-83); Bartolomé Dias dobla el cabo de Buena Esperanza (1488); se acelera la carrera hacia la India tras los viajes de Colón (1492); reparto del Atlántico en el tratado de Tordesillas (1494) con los Reyes Católicos; llegada de Vasco de Gama a la India (1498); arribada de Pedro Alvares Cabral a Brasil (1500). Juan II convirtió el comercio atlántico portugués en monopolio de la Corona,
  • 71. que lo dirigió y estimuló desde la "Casa da Mina" (1482) y la "Casa da India" (1492), precedentes de la Casa de Contratación de Sevilla (1503). La expansión marítima portuguesa permitió el acceso a nuevos mercados y recursos exóticos y ricos con la consiguiente reactivación del comercio europeo, pero también la aparición de una nueva perspectiva del mundo imprescindible en el camino hacia los posteriores descubrimientos españoles iniciados en 1492. El reino de Granada experimentó en esta etapa una efímera recuperación para caer enseguida en nuevas luchas sucesorias bajo la creciente presión de Castilla. Tras numerosas luchas internas, Muhammad IX el Zurdo recuperó el trono en 1453. Durante su última etapa de gobierno alternó el poder con Sa´d (1454-1462) y tuvo afrontar la guerra de desgaste de Enrique IV (1455-1457) y las conquistas castellanas de Archidona y Gibraltar (1462). Este año Muhammad IX fue destronado por el breve Yusuf V (1462), sucedido por su hijo Abul-Hasán Alí o Muley Hacen (1464-85) con ayuda de los Abencerrajes. Muley Hacen se impuso a sus aliados y a su
  • 72. hermano Muhammad ibn Sa´d (el Zagal) e inició un paréntesis de paz y prosperidad al calor del apoyo de sus súbditos y de la guerra civil de Castilla. Sin embargo, el final de la crisis castellana coincidió con la decadencia de Muley Hacen, preludio del fin. En las Cortes de Toledo (1480) los Reyes Católicos decidieron reiniciar la guerra contra Granada siguiendo la vieja pauta de Fernando de Antequera, Álvaro de Luna y Enrique IV. La empresa, de características tanto medievales como modernas, tuvo causas religiosas (fue una Cruzada teñida de mesianismo), políticas (ocupar a la nobleza, aunar a Castilla y Aragón en una empresa común) y económicas (golpear el comercio genovés, fácilitar la navegación en el Estrecho...). La conquista de Granada (1480-1492), planteada como una guerra de desgaste, fue desde el primer momento la empresa prioritaria de los reyes, que estrangularon económicamente al emirato y se beneficiaron de la constante guerra civil por el trono entre Muley Hacen (hasta 1485), su hermano El Zagal (hasta 1489) y su hijo Muhammad XII llamado Boabdil (1482-1492). Las
  • 73. campañas contra Granada comenzaron con la toma de Alhama en respuesta a la conquista nazarí de Zahara (1482). Hasta 1485 los Reyes Católicos explotaron la rebelión de Boabdil y los Abencerrajes y ocuparon Álora y Setenil (1484). A la muerte de Muley Hacen (1485), los cristianos conquistaron la región occidental del reino (Ronda, Loja, Illora). Se produjo entonces la usurpación de El Zagal, que fue derrotado por Boabdil con ayuda castellana. En 1487 las tropas cristianas conquistaron Málaga tras un duro asedio. En los dos años siguientes los castellano-aragoneses ocuparon la zona oriental del emirato (Vera, Mojácar, Níjar, Vélez Blanco y Vélez Rubio, Tabernas, Purchena; Guadix, Almería), destacando la conquista de Baza, la campaña más aura de toda la guerra. El Zagal se retiró entonces de la guerra (1489) y Boabdil quedó reducido a Granada, la Vega y las Alpujarras. En situación agónica la población de la capital se negó a rendirse, mientras los Reyes Católicos construyeron el campamento de Santa Fe como símbolo de su determinación. Tras llegar a un acuerdo con Boabdil, los cristianos
  • 74. entraron en Granada el 2 de enero de 1492. La población mudéjar conservó vidas, religión y posesiones, pero desde 1500 debió optar entre la conversión o el exilio, convirtiéndose en la minoría morisca presente en la Península hasta el siglo XVII. Con la conquista de Granada los Reyes Católicos pusieron fin a ocho siglos de dominio político musulmán en la Península, concluyendo el proceso secular que se conoce como Reconquista, definidor en gran medida de la evolución política, económica, social y cultural de los reinos ibéricos durante toda la Edad Media. La unión personal de las Coronas de Castilla y Aragón fue obra de las hábiles maniobras de Juan II de Aragón. Aunque tenía un precedente en la unidad dinástica de ambas coronas en manos de los Trastámara desde el Compromiso de Caspe (1412), la unidad castellano-aragonesa de los Reyes Católicos fue consecuencia de la coyuntura política especifica de la Península Ibérica entre 1460 y 1480. Esta unión personal estuvo muy lejos de formar una entidad política centralizada o una "unidad nacional española, y debe considerarse el
  • 75. comienzo de una fase de unificación histórica... dirigida desde y por Castilla, el reino más importante y con mayores recursos humanos y económicos..., cuya suerte dependerá del juego de fuerzas existentes, de la voluntad de quienes en adelante integren el nuevo Estado y de la habilidad de sus dirigentes" (J. L. Martín). En la fortuna de esta marcha hacia la unidad pudieron tener una mayor o menor influencia factores ideológico-historiográfico-políticos como la idea medieval de España -común a todos los hispano-cristianos pero asumida políticamente por Castilla como heredera de la idea imperial leonesa y, más tarde, como potencia hegemónica peninsular- o "la definición del ámbito español como unidad política por la dinastía Trastámara" (M. A. Ladero). Pero fue la comunidad de intereses y enemigos de la monarquía hispánica desde finales del siglo XV lo que permite decir que "tal unión dio paso en la Historia a la España moderna" (J. Vicens). Los Reyes Católicos dieron el impulso definitivo a la construcción de la monarquía moderna en Castilla y Aragón. Tras pacificar sus reinos,
  • 76. impusieron la autoridad regia a partir de las líneas políticas heredadas de sus antepasados y de los aparatos estatales de Castilla (en mayor medida), y sobre una estructura socio- económica apenas modificada. Con ello sentaron las bases del futuro absolutismo real. Como forma de consolidar la hegemonía regia y para desviar el potencial bélico hasta entonces empleado en guerras civiles, los Reyes Católicos abordaron una amplia política exterior. Después de iniciar una nueva etapa de alianza con Portugal (1479), la monarquía se volcó en la empresa conquistadora de Granada (1482-1492), culminación de la Reconquista y laboratorio del que surgirá la poderosa maquina bélica de la monarquía hispánica. El año 1492 no sólo vio la definitiva desaparición del Islam andalusí. También entonces los reyes procedieron a la expulsión de los judíos de Castilla y Aragón (31- marzo-1492), consecuencia de la política de homogeneización religiosa derivada de un ambiente social radicalizado y un autoritarismo monárquico que exigía la uniformización político-religiosa. La precaria situación de la
  • 77. población musulmana de Granada desde 1500 respondió a la misma presión social, religiosa y política. Por último, en 1492 la monarquía hispánica alcanzó una nueva dimensión transoceánica cuando el viaje de Cristóbal Colón incorporó el continente americano a la historia de España y de Europa. Desde el trascendente 1492 la monarquía de los Reyes Católicos, heredera de la política exterior de Juan II de Aragón, se erigió en el rival europeo de la poderosa Francia, con quien disputara en Italia la hegemonía en Europa. Consecuencia imprevista de esta pugna contra Francia será la gran herencia de Carlos V, nieto de Fernando e Isabel. La muerte de la reina Católica abrió un agitado periodo conocido como "Época de las regencia"s (1504-1516). Durante estos años la unidad castellano-aragonesa pasará de la crisis a la consolidación de la mano de Fernando el Católico y el cardenal Cisneros, protagonistas de las campanas españolas en el norte de África (1497- 1510). Con la incorporación a Castilla del reino de Navarra (1512), la monarquía hispánica alcanzó los perfiles propios de la España moderna.
  • 78. +++ Carta universal de Juan de la Cosa (1500). Pintada sobre pergamino en dos pieles unidas, forma un rectángulo irregular de dimensiones (96 x 183 cm). Este mapa es mi favorito por la trascendencia e historia que conlleva. Fue trazada por Juan de la Cosa (ca. 1450-1509) en El Puerto de Santa María y fechada el año 1500, según cartela bajo un San Cristóbal —que bien pudiera ser un retrato de Colón— situado en la carta a poniente de las Antillas, que reza: Juan de la Cosa la fizo en el puerto de S. Mª en año de 1500. Es la representación de los conocimientos geográficos de la época. Su mérito e importancia radica en ser la más antigua obra cartográfica que se conserva en que aparece el continente americano; se aprecian en ella los descubrimientos llevados a cabo por Colón en sus tres viajes de 1492, 1493 y 1498, así como los
  • 79. Ojeda, Vicente Yáñez Pinzón y Juan y Sebastián Caboto. De América del Norte vienen las costas descubiertas por estos últimos; faltan las penínsulas de La Florida y Yucatán, el golfo de México y la América Central, la mayoría tapadas hábilmente por la cartela antes citada. Las Antillas están representadas con sus nombres. De América del Sur muestra la costa desde el cabo de la Vela al de San Agustín y una parte del Brasil actual. El contorno de África está dibujado de acuerdo con los últimos descubrimientos portugueses, mientras que el Asia es muy impreciso. Las costas de Europa y particularmente del Mediterráneo están trazadas conforme a los más avanzados portulanos mallorquines e italianos de la época. Toda la carta ha sido profusamente decorada con rosas de los vientos, banderas, naos, carabelas, ciudades y reyes africanos, personajes bíblicos y figuras míticas. La planimetría comprende cursos de agua, puertos y núcleos de población con representación convencional. Toponimia en español.
  • 80. Juan de la Cosa, su autor, participó con Colón en el viaje del Descubrimiento, como maestre y propietario de la nao Santa María (1492). También lo hizo en el segundo viaje (1493) y se estableció en El Puerto de Santa María al regresar a España (1496). Como piloto mayor de Alonso de Ojeda navegó por las costas de Guayana, Paria y Venezuela (1499), y con los datos adquiridos y acopiados anteriormente trazó a su regreso a España la carta que lleva su nombre. Después participó en las expediciones de Rodrigo de Bastidas por las costas de Colombia, y Panamá (1500-1502), y en otro viaje, ya a su mando, exploró la costa desde la isla de Santa Margarita a Urabá (1504). Regresó a España en 1506. Volvió a La Española y de nuevo salió con Ojeda para explorar la costa colombiana; allí murió, en Turbaco, en un encuentro con los indios que lo acribillaron con flechas envenenadas (1509). La carta fue presentada probablemente a los Reyes Católicos, y depositada por el Consejo de Indias en la Casa de la Contratación de Sevilla, de cuyas dependencias desapareció en
  • 81. circunstancias nunca aclaradas. En 1832, el barón de Walckenaer, ministro plenipotenciario de Holanda en París, la adquirió en una almoneda de esta capital. Al morir el barón en 1853, se subastó la carta; gracias al interés de Ramón de la Sagra, fue adquirida por cuenta del Estado en 4.321 francos y depositada en este Museo Naval por Real Orden de 14 de septiembre de 1853. Drawing 3: http://cultura.elpais.com/cultura/2012/02/23/ actualidad/1330012872_226225.html
  • 82. Esa hipótesis explicaría la presencia de algunas indias de tez blanca entre los indígenas de piel oscura y el insólito hallazgo, en el tercer viaje de Colón, de proyectiles de artillería, en un paraje de la Española que no había sido explorado. El proyecto de Colón de llegar a Asia desde Europa rumbo al Poniente no tenía consistencia científica y estaba plagado de errores de apreciación. Su plan se basaba en dos premisas erróneas: la primera, la de considerar que la tierra era mucho más pequeña de lo que en realidad era, de forma que el cinturón ecuatorial, según los cálculos de Colón, andaba por los 30 mil kilómetros, en vez de 40 mil que en realidad tiene; y, la segunda, que la superficie terrestre estaba mayoritariamente ocupada por los continentes, quedando tan solo una séptima parte para las aguas. En un planeta tierra más pequeño y con océanos más reducidos, era perfectamente factible alcanzar las costas de Oriente navegando desde las de España hacia Poniente, salvándose así el
  • 83. gran obstáculo de la limitada autonomía de las embarcaciones de esa época. Según los cálculos de Colón, la distancia que separaba las islas Canarias de Cipango o Japón era de 4,500 kilómetros, cuando en realidad era de 10 mil kilómetros. Las estimaciones del insigne genovés eran ciertas, no para llegar al extremo Oriente, sino para encontrarse con las Antillas. No obstante, el proyecto de Colón estaba fundamentado en datos inamovibles como el conocimiento de la distancia a que se hallaban las tierras oceánicas (las Antillas no el Japón) y el de la ruta exacta que una embarcación a velas debería seguir para alcanzarlas. Si nos fijamos en las rutas seguidas por el Descubridor en sus cuatro viajes a América nos daríamos cuenta que siempre enfiló la línea de los vientos alisios y regresó por los vientos contrarios y la corriente del Golfo, a la altura de Virginia. Todos esos datos indican que Cristóbal Colón
  • 84. tuvo que haber tenido noticias de anteriores viajes al continente que él descubriera. Ello explicaría la redacción de las Capitulaciones de Santa Fe (pactos suscritos entre los Reyes Católicos y Colón con relación a cómo se habrían de repartir los beneficios de la empresa del descubrimiento) en las que se menciona lo que Colón ¨ha descubierto en las mares océanos¨ concediéndole al insigne marino genovés un descubrimiento que todavía estaba por hacerse. Quizás Colón les confió sus secretos a los Reyes Católicos para convencerlos de la viabilidad de su proyecto. Tal vez por eso obtuvo el apoyo de Isabel y de Fernando el Católico muy a pesar del dictamen negativo de una Comisión integrada por ¨hombres sabios, astrólogos y astrónomos, y hombres de la arte de la Cosmografía¨ que se reunió en Salamanca a instancia de dichos monarcas a examinar en detalles el proyecto de Colón. Una vez que los reyes católicos decidieron apoyar el proyecto de Cristóbal Colón surgió
  • 85. una dificultad: Cristóbal Colón quería a cambio dinero (el 10 por ciento de todo lo que se encontrara en oro, plata y piedras preciosas), poder (Virrey y Gobernador de todas las tierras descubiertas); y ascenso social (título de Gran Almirante de la Mar Océana). Imagínese usted, amigo lector, lo que significaba el hecho de que un desconocido marino portugués se convirtiera así como de repente en un Gran Almirante con los mismos honores que disfrutaba el Almirante de Castilla, vinculado este último a la familia de la más alta nobleza castellana, por demás, tío de Fernando el Católico. El autor es Catedrático Titular de la UASD y Capitán de Corbeta ® MdeG. Los obstáculos En principio, los Reyes Católicos no se mostraban dispuestos a complacer a Colón en sus desmedidas pretensiones de dinero, poder y gloria. Y estuvieron a punto de solicitarle al genovés que se marchara. Colón se mantuvo firme, siempre dispuesto a jugarse el todo por el todo. Colón aguantó todo y acabó venciendo.
  • 86. Diría con orgullo: ¨Pensando lo que yo era me confundía mi humildad; pero pensando en lo que yo llevaba me sentía igual a las dos coronas¨ ¿ Jactancia? No, seguridad sí. Cristóbal Colón sabía adónde iba, y estaba muy seguro de lograr su objetivo. Lo que para otros era duda, para él era certidumbre. Fray Bartolomé De Las Casas, que conoció bien a Colón, lo pintaría de cuerpo entero con esta frase: Tan cierto iba a descubrir lo que descubrió y hallar lo que halló como si dentro de una cámara con su propia mano lo tuviera¨ Después de vencer muchísimos obstáculos, el 3 de agosto de 1492, la flota colombina levó anclas para iniciar desde el puerto de Palos su espectacular singladura, atracando en las Canarias seis días después. El 6 de septiembre de 1492, la flota colombina puso rumbo hacia el Poniente, iniciando una hazaña que todos tenían por imposible. Treinta y dos días después, en la noche del 11 al 12 de octubre, Rodrigo de Triana, daría la voz tan deseada: ¡ Tierra a la Vista! ¨e Colón tomó posesión de la tierra en forma, por
  • 87. el Rey y por La empresa del Descubrimiento Después que los turcos conquistaron Constantinopla y cortaron las rutas que conducían a las tierras de las especias, encontrar nuevos caminos para llegar allí se convirtió en una cuestión de vida o muerte Escrito por: JESÚS DE LA ROSA Después de la conquista de Constantinopla de parte de los turcos en el siglo XV y de la reafirmación del dominio de éstos sobre el Mediterráneo, el encontrar nuevas rutas para llegar a la India se convirtió en una cuestión de vida o muerte para las economías de las naciones europeas. A mediados del siglo XV, tuvieron lugar grandes mutaciones en los medios de transporte marítimo. Gracias a la invención de la brújula y del cuadrante, que servía para medir la latitud, mediante la observación de la estrella Polar (o la
  • 88. Cruz del Sur si se navegaba por el hemisferio meridional) hiciéronse posibles travesías en mar abierto sin referencia geográfica. También, fueron ideados nuevos tipos de velas que permitieron navegar contra el viento. Todos esos hechos e invenciones impulsaron los grandes descubrimientos geográficos ocurridos entre finales del siglo XV y mediados del siglo XVII: En 1491, el portugués Bartolomé Díaz realizó la hazaña de encontrar el punto donde la costa africana dejaba de correr hacia el sur para enderezarse hacia el norte, poniendo la nueva ruta de llegar a la India al alcance de la mano; en 1492, Cristóbal Colón, navegante genovés (el que Colón haya nacido en Génova está fuera de toda duda razonable) al servicio de los Reyes Católicos descubrió América; en 1497-98, el portugués Vasco de Gama, en una exploración de las costas africanas, descubrió el Cabo de Buena Esperanza y llegó a la India; en 1519- 1521, Fernando de Magallanes, un navegante portugués exiliado en España, cumplió, al mando de una flota española, la primera
  • 89. circunnavegación del mundo, una proeza marítima jamás igualada. Magallanes, navegando hacia el oeste, descubrió el estrecho que llevaría su nombre y que separa el continente suramericano del archipiélago de Tierra de Fuego, cruzando el Océano que él mismo bautizara con el nombre de Pacífico hasta recalar en las Islas Filipinas donde el intrépido marino luso perdió la vida en combate con los indígenas. Los supervivientes de esa expedición continuaron navegando hacia Occidente al mando del español Juan Sebastián Elcano y arribaron a Sevilla en septiembre de 1522. A finales del siglo X, el navegante escandinavo Eric el Rojo, salió de Islandia navegando hacia Occidente con el propósito de descubrir nuevas tierras. Y, en efecto, lo logró: descubrió una gran isla a la que pondría por nombre Groenlandia. Años más tarde, los marinos escandinavos Leif Erikson y Thorfinn Karlsefni, superando las costas de Groenlandia, llegaron a las de América del Norte. Esto último ocurrió a principios del siglo XI. Durante varios años los
  • 90. navegantes escandinavos estuvieron recorriendo esas costas, las que hoy conocemos como Nueva Escocia, hasta entonces nunca vistas por un europeo. Por lo tanto, fueron ellos los primeros navegantes europeos que tocaron tierras americanas. Pero, aquellas exploraciones quedaron suspendidas y los enclaves establecidos por los escandinavos en tierras americanas desaparecieron. Hacia 1422, setenta años antes de que lo hiciera Colón, el insigne marino chino Zheng He arribó a las costas americanas atravesando el Pacífico, yendo siempre hacia Levante, una proeza comparable a la de Cristóbal Colón, que yendo en sentido inverso desde España, siempre hacia el Poniente, cruzó el Atlántico hasta arribar a nuevo Continente. El almirante Zheng no dejó ningún asentamiento duradero en América; tampoco su hazaña fue conocida en Europa. Existen indicios de que las Antillas Mayores habían sido visitadas por europeos años antes de la llegada de Cristóbal Colón. Al efecto, Fray
  • 91. Bartolomé De Las Casas, escribe: ¨tuvieron o tenían de haber llegado a esta isla Española otros hombres blancos y barbados como nosotros antes que nosotros no muchos años¨. Esa hipótesis explicaría la presencia de algunas indias de tez blanca entre los indígenas de piel oscura y el insólito hallazgo, en el tercer viaje de Colón, de proyectiles de artillería, en un paraje de la Española que no había sido explorado. El proyecto de Colón de llegar a Asia desde Europa rumbo al Poniente no tenía consistencia científica y estaba plagado de errores de apreciación. Su plan se basaba en dos premisas erróneas: la primera, la de considerar que la tierra era mucho más pequeña de lo que en realidad era, de forma que el cinturón ecuatorial, según los cálculos de Colón, andaba por los 30 mil kilómetros, en vez de 40 mil que en realidad tiene; y, la segunda, que la superficie terrestre estaba mayoritariamente ocupada por los continentes, quedando tan solo una séptima parte para las aguas.
  • 92. En un planeta tierra más pequeño y con océanos más reducidos, era perfectamente factible alcanzar las costas de Oriente navegando desde las de España hacia Poniente, salvándose así el gran obstáculo de la limitada autonomía de las embarcaciones de esa época. Según los cálculos de Colón, la distancia que separaba las islas Canarias de Cipango o Japón era de 4,500 kilómetros, cuando en realidad era de 10 mil kilómetros. Las estimaciones del insigne genovés eran ciertas, no para llegar al extremo Oriente, sino para encontrarse con las Antillas. No obstante, el proyecto de Colón estaba fundamentado en datos inamovibles como el conocimiento de la distancia a que se hallaban las tierras oceánicas (las Antillas no el Japón) y el de la ruta exacta que una embarcación a velas debería seguir para alcanzarlas. Si nos fijamos en las rutas seguidas por el Descubridor en sus cuatro viajes a América nos daríamos cuenta que siempre enfiló la línea de
  • 93. los vientos alisios y regresó por los vientos contrarios y la corriente del Golfo, a la altura de Virginia. Todos esos datos indican que Cristóbal Colón tuvo que haber tenido noticias de anteriores viajes al continente que él descubriera. Ello explicaría la redacción de las Capitulaciones de Santa Fe (pactos suscritos entre los Reyes Católicos y Colón con relación a cómo se habrían de repartir los beneficios de la empresa del descubrimiento) en las que se menciona lo que Colón ¨ha descubierto en las mares océanos¨ concediéndole al insigne marino genovés un descubrimiento que todavía estaba por hacerse. Quizás Colón les confió sus secretos a los Reyes Católicos para convencerlos de la viabilidad de su proyecto. Tal vez por eso obtuvo el apoyo de Isabel y de Fernando el Católico muy a pesar del dictamen negativo de una Comisión integrada por ¨hombres sabios, astrólogos y astrónomos, y hombres de la arte de la Cosmografía¨ que se reunió en