2. La buena escucha humaniza, abre el
corazón y cura heridas; porque la
auténtica escucha constituye un
acto supremo de amor y de respeto.
Pero la escucha sana tanto al que
habla como al que escucha. Si esto
es verdad, el gran problema está en
cómo escuchar para que pueda
llegar a ser una puerta de la
interioridad.
Tanto la palabra como el silencio
tienen un gran poder; pueden
confrontar, sostener, liberar,
estimular, motivar; también
pueden herir, hundir, humillar,
matar. Pero cuando nacen de una
verdadera escucha son actos
sanadores.
3. Se escucha con los mismos canales con los que se recibe la
comunicación: la palabra, el silencio, la mirada, la postura, la actitud, el
gesto de la cara, la sonrisa, un abrazo, estando al lado de, sintiendo con…
Se necesitan cultivar algunas actitudes: compasión, acogida, ofrenda de
sí, empatía, consideración incondicional, respeto.
4. ESCÚCHATE A TI
MISMO
Siéntate, relaja tu mente y tu
cuerpo … cuenta despacio 10,9,8,
… cuando llegas a cero te has
situado en la edad más temprana
que puedas recordar; estás en la
casa con los tuyos … recorres
cada una de las salas y rincones
… Saludas a la familia …
escuchas palabras, risas
sentimientos, … cuando hayas
acabado, vuelves a contar de
0,1,2, … 10. Dibujas la casa y
pones en cada habitación lo que
has escuchado y sentido; lo
mismo con cada uno de los
miembros de tu familia. Lo
puedes comentar con ellos;
también es buena materia para
orar.
5. ESCÚCHA A LOS OTROS
Durante una semana te propones
hablar poco y escuchar más; procura
no preocuparte por responder, sino por
comprender lo que escuchas desde la
perspectiva de la otra persona. Al final
de cada día responde a estas
preguntas:
¿Qué es lo que menos me ha
gustado escuchar?
¿Qué es lo que más me ha
encantado escuchar?
¿Cuándo escucho atentamente,
qué escucho y a quién escucho?
¿Cómo me he sentido y cómo se
han sentido los otros?
6. ESCÚCHA LA PALABRA
Lee la curación del sordomudo – Mc 7, 13-37 -. Imagínate a ti en medio de la
escena. Mira a los personajes, lo que dicen, lo que hacen. Identifícate con
el sordomudo. Siente los oídos cerrados, las manos de Jesús sobre ellos.
Pídele que te los abra, que te enseñe a escuchar … Oye en tu interior la
palabra de Jesús: ¡”Ábrete”!.
7. EJERCICIOS PARA DETENER EL DISCURSO
INTERNO Y DISTORSIONADOR DE LA ESCUCHA
Divagación Mental: Tomo conciencia, la
escucho como un simple ruido ambiental y
cambio a la atención activa de la escucha.
La Oración: Escucho las voces y
sentimientos de los demás seres del planeta,
especialmente de los pobres; los miro y oro
por ellos.
El Trabajo: Tomo contacto con la realidad
de la vida; a través del trabajo comprendo y
me solidarizo con todos los seres; termino
todo lo que empiezo, mantengo el orden y la
limpieza, …
8. Las valoraciones y emociones
primarias: Soy consciente de ellas;
me doy cuenta que hay otras formas de
vivir y otros puntos de vista diferentes;
acojo con bondad a las personas que
tienen valoraciones distintas a las
mías.
La crítica destructiva: Me doy
cuenta cuando hablo mal, pienso o
descargo agresividad o crítica
destructiva contra de los que me
rodean; respiro con tranquilidad y
percibo sensorialmente el ambiente;
toma contacto con mi interior y dejo a
un lado el mundo censurante de los
otros y de sus vidas privadas; les
deseo el bien y la paz.