el pasado 1 de mayo la tierra comenzó a temblar bajo sus pies. Fueron dos días durante los cuales debieron soportar cerca de sesenta movimientos sísmicos que llegaron a los 4,3 grados en la escala Mercalli. Todas las alertas se encendieron, pero nadie, ni siquiera los más avanzados detectores de erupciones volcánicas sospecharon lo que se avecinaba. A sólo 10 kilómetros el volcán Chaitén, de no más de 1.000 metros de altura y un cráter de tres kilómetros de diámetro dormía plácido desde hace 9.370 años. Estaba considerado un volcán apagado, por lo que nadie imaginaba su erupción, ni siquiera sonaron las luces de alarma en el Observatorio Volcanológico de Los Andes Sur (OVDAS) que monitorea de cerca cualquier indicio de actividad volcánica. Fuente:http://www.elmundo.es/elmundo/2008/06/01/ciencia/1212278511.html