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Análisis de la leyenda huacachina de juan donayre vizarreta
1. Análisis de la Leyenda Huacachina de Juan Donayre Vizarreta
En la versión de la leyenda de Don Juan Donayre, nos cuenta acerca de uno de los
hasta hoy, más llamativo de nuestros atractivos turísticos, cómo todo bondad de la
naturaleza merecía su leyenda. Ya es sabida la necesidad de las personas de explicar
todo aquello que no entiende de manera mítica, y este caso no fue la excepción.
Además de que existen otras referencias en el mundo de historias parecidas.
Empieza la leyenda con un personaje principal, el cazador: un hombre solitario, pero
que como todo hombre tenía la necesidad de una compañera a su lado. Cree
encontrar a la mujer indicada en una doncella a la que sólo conoce de vista, decide
buscarla y aferrarse a ese único alivio a su soledad. En su camino descubrió su nueva
ocupación, al ver las aves volar en paz y libertad, que él no tenía por vivir encadenado
a un imposible.
La hermosa princesa está condenada a una promesa que hizo su padre para que traiga
agua y fertilidad a su pueblo, probablemente está es la causa por la que se creó este
mito para poder llenar esa necesidad inconsciente de fertilidad, que sólo puede
conseguir la tierra con el agua. Más aún en el desierto de Ica, dónde antiguos
pobladores de Ica vivieron.
En una madrugada fue que inesperadamente salió de caza, y la halló triste y a la vez
feliz (Ciertamente feliz por obedecer a su padre, y por su increíble fe a dios, a la vez
triste por tener que guardar su virginidad por la eternidad que impedía entregarse a
algún hombre en cuerpo y alma). Ella descubre que la observa, hecha a correr, y se cae
con una rama gruesa de huarango, su espejo (qué es el reflejo de su realidada, sin ella
no hay agua) resulta en agua, sus sábanas en médanos del color de su cabellera, y ella
en sirena (Otra vez por el hecho de no poder relacionarse sexualmente con un
hombre, algo natural en los humanos, pero que ella tiene que cumplir por mandato
divino).
Culmina la historia dándole dotes mágicos a la laguna que eran obra de las
propiedades minerales que tenía, además del barro y algas de su interior,
atribuyéndoselas a la sirena.
Algunas más imaginativos dicen oírla cantar tristemente en las noches de luna llena.
Esto último es muy conveniente para los pobladores iqueños que deben estar
agradecidos del turismo que fomenta el balneario, hasta hoy en día, ya sin los poderes
curativos de antaño.
Barrios Morales, María Edda