El documento discute el papel de las tecnologías digitales en los procesos de inclusión. Sostiene que la tecnología digital debe usarse como un medio y no un fin, y que puede transformar la vida humana al hacer que la educación sea accesible para todos de por vida. También argumenta que los educadores son responsables de asegurar que la tecnología se utilice como una herramienta flexible para que todos puedan aprender, comunicarse y crear, lo que ayudaría a hacer el mundo más equitativo e inclusivo.