El documento describe la sabiduría cisterciense según San Bernardo a través de tres puntos: 1) San Esteban y San Bernardo ayudaron a dar forma al carisma organizador y mistagógico de Císter a través de la Carta de Caridad y las obras de San Bernardo. 2) El carisma cisterciense se encuentra en los corazones de los monjes y monjas que siguen el camino cisterciense. 3) La sabiduría cisterciense según San Bernardo produce tres frutos: una excelente formación en el espíritu
1. La sabiduría cisterciense
según san Bernardo
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Sabemos que Císter fue reconocido
desde sus orígenes como el Nuevo
Monasterio. Aunque tal nombre se
abandonó pronto, permanece la realidad
que designa. Y esto parece explicarse por
dos motivos: el carisma organizador de
san Esteban y el carisma mistagógico de
san Bernardo; la Carta de Caridad y la
obra literaria y espiritual bernardiana son
los frutos maduros recibidos de estos dos Padres, de estos dos santos.
Pero el carisma fundador de los primeros Padres tomó forma en los documentos primitivos y
en los numerosos tratados, cartas y sermones portadores de espíritu, gracia y vida.
Evidentemente, estos documentos no son en sí mismos el carisma cisterciense. El carisma, como
experiencia del Espíritu que nos configura de manera particular a Cristo, se halla en los
corazones humanos; en los corazones de los primeros Padres y en los corazones de cuantos
siguen a Cristo por el camino cisterciense.
El carisma cisterciense, en efecto, como forma evangélica de vida, impulso y don
transformante del Espíritu, se halla en los corazones de todos y cada uno de los cistercienses.
De hecho, la vocación a un monasterio cisterciense puede ser considerada como el
descubrimiento del carisma en el corazón y en el deseo de alcanzar su mayor plenitud. Aunque
pueda parecer exagerado, podemos decir que, cuando un joven o una joven llegan a un
monasterio, tras un maduro discernimiento, para iniciarse en la vida monástica, es porque
poseen el carisma fundador de Císter como en su origen y en su nacimiento.
El carisma de los fundadores ha sido trasmitido a cada monje y monja para que vivamos
según ese carisma, lo conservemos, lo profundicemos y lo desarrollemos sin cesar creciendo
siempre en comunión con el Cuerpo de Cristo.
Pero no todos tenemos las mismas gracias: una cosa es tener la experiencia y otra poder
conceptualizar y comunicar la gracia recibida. San Bernardo recibió la gracia de la experiencia
mística, y además, la gracia de iniciar a otros en el misterio: fue un auténtico místico y un
mistagogo.
El carisma cisterciense, recibido por pura gracia, es un don del Espíritu a la Iglesia, y a
través de ella a todo el mundo. La sabiduría cisterciense según san Bernardo, consigue un
triple fruto: es un medio excelente para nuestra formación en el espíritu cisterciense, abre a
todo cristiano la sabiduría contenida en nuestra tradición, y proclama un mensaje de paz
destinado a todo hombre y mujer de buena voluntad.
Quiera el Señor que esta serie de capítulos que vamos a iniciar de aquí hasta los días del
retiro sirva para estrechar los lazos de comunión de todos los miembros de la Familia
Cisterciense y la Orden del Templo, en la misma escuela del Abad de Claraval.
Nota: Cada semana iré colgando un capítulo desde se puede trabajar y orar individualmente.
Fr. Abdón, OCSO
Monasterio Cisterciense Sta. María de Las Escalonias