El documento es el pregón de la Semana Santa de 2013 en Albox, España. Comienza dedicando el pregón a su esposa e hijas y recordando pasajes bíblicos. Luego saluda a varias personas e instituciones de la localidad y comparte recuerdos de su niñez celebrando la Semana Santa, incluyendo ser monaguillo. Describe las tradiciones de la Semana Santa como el Miércoles de Ceniza, el Domingo de Ramos y los días Jueves y Viernes Santo.
1. PREGÓN SEMANA SANTA 2013
DEDICATORIA
A Cristina, mi mujer, mi amor mi todo, que cada año sin saber porque, me acompaña desde Madrid
a Albox, mi pueblo y que también es suyo, y a mis dos luceros, mis hijas Marta y Laura, para que
mantengan la tradición y no se olviden de los suyos.
INVOCACIÓN
"Estaban al mismo tiempo junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María la
esposa de Cleofás, y María Magdalena. Viendo Jesús a su madre, y al discípulo que él amaba, el
cual estaba allí, dice a su madre:
—Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Después dice al discípulo:
—Ahí tienes a tu madre.
Y, desde aquel momento, el discípulo la acogió en su casa".
Cada Viernes Santo veo a San Juan, señalando con el dedo a la Virgen, recordando el último
suspiro de nuestro padre Jesús en la cruz.
SALUDO Y GRATITUD
Rvdo. Sr. Cura Párroco de la Iglesia de la Concepción
Miembros de la Corporación Municipal y autoridades.
Sres. Representantes de las Cofradías de San Juan, Virgen de los Dolores,
Virgen de las Angustias y Jesús Nazareno.
Amigos, vecinos y familia.
Me gustaría saludar también a aquellos que ya no están y que estarían sorprendidos de verme hoy
aquí presentando el pregón de la Semana Santa deL 2013 de Albox, en especial a uno de mis
abuelos, que es el que, por una mancha “rosa” que tenía en su cara, es por el que se me conoce.
También a mis padres, hermanas y tíos, en especial a mi Tío Clemente por cederme el honor de
llevar a bandera de San Juan Evangelista, desde hace mas de 25 años, y que, con tanto gusto y
satisfacción llevó él, y sobre todo a mi abuela Remedios, que cada Viernes Santo me ayudaba a
vestirme y que ahora, por su edad no puede. Y por su puesto a todos mis primos y familia, que
cada año saludo en mi “cuesta” y en cada rincón del recorrido, recordándome lo que pesa y que sin
dudarlo no me importa llevarla. Y también a toda la familia de mi mujer, que me han acogido como
un hijo más, y que cada viernes santo, nos reunimos a la mesa para celebrar la Semana Santa de
Albox.
Y como no, mi cariñoso agradecimiento también a mi presentador por sus palabras y al Hermano
Mayor de San Juan D. Leontino Rizos Najas por haberme hecho participe de este acontecimiento.
Somos hijos de este pueblo, al que la ciudad de Madrid tiene dedicada una calle (y mira que hay
pueblos en España), y el que, por los hechos duros sufridos, el rey Alfonso XIII dio nombre a un
condado, y que gracias, a su hospitalidad y a sus gentes, es conocido en todos los campos de
Castilla.
La responsabilidad de pronunciar el pregón de la Semana Santa de Albox, es un inmenso honor en
el pueblo que me vio nacer y del que con orgullo manifiesto por donde quiera que vaya, y que,
sorprendentemente, ya me ha pasado alguna vez que, lejos de aquí, es muy conocido, tanto como
diría D. Diego Granados en su libro, Un alma de Dios, “cuando Colón descubrió América, ya había
uno de Albox vendiendo piedras de mechero”.
2. Soy de Albox, si, de La Loma, aunque me cueste aún pronunciar la “X” final- me lo dicen mucho en
Madrid- y pertenezco a una generación sacrificada y trabajadora, a la que nos ha servido mucho el
esfuerzo realizado para poder llevar a buen puerto el “vía crucis” diario de la vida, sin olvidarme
nunca, del pueblo que me vio nacer, y que siempre he tenido en mi corazón.
Hoy estoy aquí en Albox con el corazón acelerado, nervioso, para anunciaros que pronto se
celebrará nuestra Semana Santa, fiesta de encuentro entre religión y las personas, de la fe y de la
esperanza, del recuerdo del que sufrió por nosotros y que nos hace recordar lo dura que es la vida,
pero que con fe, siempre se resuelven muchas cosas.
En mis años de estudiante en Sevilla y en mis visitas a Murcia, siempre noto un olor característico
de primavera, el que produce el azahar, que me recuerda, desde mi niñez cuando paseaba por
estas fechas por la Avenida del Puente, que ya está cerca la Semana Santa de Albox, la nuestra.
También quisiera dar las gracias a todos los que como yo, son cofrades albojenses, que con su
esfuerzo, devoción, generosidad y entrega han hecho posible que se mantenga nuestra Semana
Santa, y por supuesto, y algo que me sorprende cada día más, también dar las gracias a muchas
mujeres de mi pueblo, que han asumido también la responsabilidad de arrimar el hombro y
demostrar su valía, en una manifestación pública de igualdad y de creencias religiosas que todos
tenemos. Y que así sea por muchos años.
También me gustaría llamar la atención a muchos jóvenes y no tan jóvenes, para que sientan la
necesidad de realizar con gozo la colaboración con nuestros pasos, para que perduren, para que
mantengan la alegría y el deber de continuar con lo que nuestros mayores nos han trasmitido, que
sirva para reunirnos en la fe cristiana y no se pierdan nuestros valores.
Gracias a todos vosotros por vuestra presencia aquí, en este acto que pretende anunciar la
Semana Santa de nuestro pueblo.
CUANDO FUI MONAGILLO
Recuerdo cuando niño jugar en el descampado del Huerto de los Frailes y del solar que dejó el
derribo de la parroquia vieja de la Concepción, del que recuerdo vagamente como vi caer la torre
empujada por las palas de los Najas, que me impactó tanto, y que me tocó vivir todo la
reconstrucción de la misma, aunque desde entonces, he visto muchos hechos iguales a lo largo de
mi vida y que me han demostrado que siempre tenemos que avanzar.
En esa época recuerdo cuando fui monaguillo en un local de la calle Ancha, donde
provisionalmente se hacia la misa, y que con gran admiración recuerdo a D. Juan Bretones Pérez,
aquel sacerdote joven de alma grande y espíritu recto, que un día vino a Albox, que había nacido
en Fiñana donde bajo la brisa fresca de Sierra Nevada como un verano de fe, templó su carácter
firme y generoso. Y muy firme, como muchos recordareis.
En esta época tan bonita, mi niñez, acompañaba a mi abuela Remedios o a mi madre, cuando
podía a misa, y de la cual siempre me acordaré, cuando salía en las tardes frescas de verano,
como me tomaba un helado en "Los Valencianos", que aún lo siguen haciendo, y que su sabor
nadie hasta ahora ha superado.
MIERCOLES DE CENIZA
Este día es para nosotros, los católicos, día de ayuno, igual que el Viernes Santo, y se realiza la
imposición de la ceniza a los fieles que asisten a misa. En muchas zonas, estas cenizas se
elaboran a partir de la quema de los ramos del Domingo de Ramos del año anterior, y son
bendecidas y colocadas sobre la frente de los fieles como signo de la caducidad de la condición
humana.
3. Recuerdo de pequeño como mantenía la cabeza erguida, para evitar que la ceniza se me
desprendiera de la frente, porque es costumbre dejar y no lavar la ceniza hasta que ésta
desaparezca por sí misma. El miedo a que desapareciera rápidamente, por la noche en la cama
me dejaba pensativo, rígido, quieto, sin girar la cabeza, hasta que me dormía de cansancio.
La imposición de la ceniza la realiza el sacerdote en la frente. Mientras lo hace, dice una de las
frases extraídas de las Escrituras: “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”.
LOS DOMINGOS DE RAMOS
En el evangelio de San Juan, se lee el siguiente párrafo:
"Al día siguiente, al enterarse la numerosa muchedumbre que había llegado para la fiesta, de que
Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando:
¡ Hosanna!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor, y el Rey de Israel!
Jesús, habiendo encontrado un borriquillo, se montó en él, según está escrito:
No temas, hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino de asna.
Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento; pero cuando Jesús fue glorificado, cayeron
en la cuenta de que esto estaba escrito sobre él, y que era lo que le habían hecho".
Reluciente y repeinado, salía en la procesión con una palma en la mano, que mis abuelos o mis
padres me habían comprado, acompañada de mi hermanas y primos, y que al final colocábamos
en el balcón, en el salón, o en algún rincón de mi casa ... Pero a mí, como siempre, la alegría me
duraba poco, pues a pesar de ser un Domingo especial, se convertía en cualquier día de la
semana y me tocaba trabajar, con la bandeja de acero que sujetaba con las dos manos, ya que
hacía ésta “mas viso que yo”, pero el olor a berenjena o bacalao frito, me avisaba, que ya
empezaba cerca Semana Santa…
Siendo cristiano, sin embargo he tenido que recordar su significado, y me ruborizo por ello;
representa el Domingo de Ramos, la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, y que, con gran
misticismo y detalle San Juan Evangelista, "el amado", describe en el evangelio.
La Semana Santa es la conmemoración anual cristiana de la Pasión, Muerte y Resurrección de
Jesús de Nazaret. Da comienzo el Domingo de Ramos y finaliza el Domingo de Resurrección,
aunque para nosotros también es el domingo de meriendas).
Gran parte de mi familia me recuerda (pues tengo muchas “dolores” en casa, que la celebración se
inicia el viernes anterior, el Viernes de Dolores.
JUEVES SANTO
El Jueves Santo se rememora la Eucaristía en la celebración de los Santos Oficios. Una vez que
éstos han terminado se rememora la agonía y oración de Jesús en el huerto de los olivos, la
traición de Judas y el prendimiento de Jesús.
El Evangelio de San Juan presenta a Jesús “sabiendo que el Padre había puesto todo en sus
manos, que venía de Dios y a Dios volvía”' pero que, ante cada hombre, siente tal amor que, igual
que hizo con sus discípulos, se arrodilla y le lava los pies, como gesto inquietante de una acogida
incansable.
4. El Jueves Santo se describe la Cena del Señor:
"Fueron pues los discípulos salieron, entraron en la ciudad y encontraron todo lo que se les había
dicho y prepararon la Pascua.
Puesto ya el sol, allá fue Jesús con los doce. Y estando en la mesa, y comiendo, dijo Jesús:
En verdad os digo que uno de vosotros, que come conmigo me entregará.
Comenzaron a entristecerse y a decirle uno después de otro:
—¿Acaso seré yo?.
Él les respondió:
—Es uno de los doce, el que moja su bocado en el plato.
Verdad es que el Hijo del hombre se va como está escrito de él; pero ¡ay de aquel hombre por
quien el Hijo del Hombre será entregado!. Mejor le seria a tal hombre no haber nacido.
Durante la cena, tomó Jesús pan, y bendiciéndolo, lo partió, y dióselo, y les dijo
—Tomad; esto es mi cuerpo.
Y cogiendo el cáliz, dando gracias, se lo alargó; y bebieron todos de él.
Y les dijo:
—Esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos.
En verdad os digo que de hoy no beberé ya de este fruto de la vid, hasta el día en que lo beba
nuevo en el reino de Dios.
Dicho el himno, salieron hacia el monte de los Olivos".
Pero este día es el día de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores, "los Negros". La
Estación de Penitencia, tiene lugar al caer la tarde del Jueves Santo. La Cruz de Guía abre el
cortejo, escoltada por faroles, y acompañados por los penitentes que visten con túnica y cubre
rostro color burdeos que acompañan a Nuestro Padre Jesús atado a la Columna.
El color dorado y el blanco representa a Nuestro Padre Jesús de la Humildad y el Silencio, que en
sus hombros, desde hace unos pocos años, lo llevan un grupo de mujeres de nuestro pueblo.
Y por último, de negro, los penitentes con el escudo de la cofradía bordado en el pecho
acompañando al paso de Nuestra Señora de los Dolores.
El sentir de sus penitentes se aprecia con rotundidad cuando al subir por la calle Escuadra, entra
en la calle Mártires en su subida a la plaza de San Antonio. La oscuridad, el silencio y el redoble de
tambores, hace sentir la amargura de la Virgen de los Dolores, que es una clara advocación de la
Virgen María. Cuando cada jueves la miro se me encoge el corazón y un escalofrío me recorre por
el cuerpo, pues me hace sentir el dolor que una madre siente ante la muerte de su hijo.
VIERNES SANTO
5. El Viernes Santo volvemos a vivir con Jesús su Pasión. Este día recordamos la Pasión de Nuestro
Señor: su aprehensión, los interrogatorios de Herodes y Pilato; la flagelación, la coronación de
espinas y la crucifixión.
La crucifixión era la ejecución más cruel y degradante que se conocía en la época de los romanos.
Un ciudadano romano no podía ser crucificado. Los que estaban en la cruz, eran todos aquellos
que habían cometido graves pecados. La muerte les sobrevenía después de una larga agonía.
Jesús en la cruz, con un sufrimiento físico y moral muy grande, fue capaz de perdonar a los que lo
ofendieron. Las “siete palabras" de Jesús son el testamento que nos deja al morir y emprender su
partida al Padre:
"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
"En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso".
"Mujer ahí tienes a tu hijo. Ahí tienes a tu Madre".
"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?".
"Tengo sed!".
"Todo está cumplido".
"Padre, en tu manos encomiendo mi espíritu"
Desde la cruz, Jesús nos termina de dar su mensaje de amor y salvación dejándonos a su Madre y
enseñándonos a perseverar hasta el final. El sacrificio de la cruz se vuelve a vivir en cada
Eucaristía, por medio de ella, Jesús sigue vivo y permanece entre nosotros.
EL DISCÍPULO AMADO
A San Juan, el Evangelista, se le conoce como "el discípulo amado de Jesús" y a quien a menudo
le llaman "el divino". Era un judío de Galilea, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el Mayor, con
quien desempeñaba el oficio de pescador.
Se dice que San Juan era el más joven de los doce Apóstoles y que sobrevivió a todos los demás.
Es el único de los Apóstoles que no murió martirizado.
En el Evangelio se refiere a sí mismo, como "el discípulo a quien Jesús amaba", y es evidente que
era de los más íntimos de Jesús. El Señor quiso que estuviese, junto con Pedro y Santiago, en el
momento de "su transfiguración", así como durante "su agonía" en el Huerto de los Olivos.
El Viernes Santo por la mañana es el día más grande de nuestra cofradía, "los coloraos". Bien
temprano, las bandas de cornetas y tambores, realizan su pasacalles para dar el toque de diana.
Mi padre prepara siempre para esta ocasión la “paloma”, una mezcla de agua con anís especial,
azúcar, canela y rodajas de limón que con gran gusto deleitan muchos ese día.
Nuestra cofradía de San Juan Evangelista procesiona en la mañana del Viernes Santo en la
Parroquia de La Concepción. A las 11:00 es la salida, pero yo estoy siempre a las 10:00 de la
mañana, porque hay que recoger los estandartes y la bandera, mi bandera.
Siempre es la última en recogerse. Cada vez que la recibo también me recorre un escalofrío por
todo el cuerpo cuando la banda de cornetas y tambores tocan el Himno Nacional. La bandera de
terciopelo rojo lleva inscrita un águila, que representa a San Juan Evangelista.
EL AGUILA DE SAN JUAN
Desde el siglo VI se viene postulando una vinculación de los tetramorfos (la representación
iconográfica) con los cuatro evangelistas: el hombre se asocia a San Mateo; el león se identifica
con San Marcos; el toro a San Lucas, y el águila ha sido asociada a la figura de San Juan.
6. De hecho el Águila de San Juan es la que incorporó Isabel la Católica como soporte a su escudo
personal, y más tarde integrada en el escudo de los Reyes Católicos. Así se puede ver que tenía
gran devoción a San Juan Evangelista.
Dicen que una de las representaciones más bonitas de ella, es la que se encuentra en el mosaico
interior de la Iglesia de San Manuel y San Benito de Madrid, pero no conocen la bordada en mi
bandera, que con tanto orgullo muevo cuando la procesión llega a la calle Ancha y su encuentro
con la plaza de San Francisco y a la que todos gusta fotografiar.
Y el águila y San Juan están presentes en mi vida. El verano lo paso en San Juan de los Terreros,
donde el "pico del aguilón", en la sierra del mismo nombre, asoma y está al acecho, vigilante para
que no nos pase nada. Y por si fuera poco, el apellido de mi mujer es también Águila.
Cuando recogemos todos los estandartes y banderas y una vez bendecidos realizamos un
recorrido tradicional de más de un kilómetro, desde la puerta de la parroquia de la Concepción y su
inicio en la Plaza de San Francisco, donde la se agolpan alrededor las gente de mi pueblo, para
subir la cuesta del "Rosao" - mi cuesta como dicen todos-, que no sé porque le siguen llamando
San Leonardo.
Cuando paso por delante de la puerta de mi casa, veo a toda mi familia y algunos amigos que cada
año sentados me saludan. Algunos ya no están pero siempre me acuerdo de ellos. Si tengo suerte
mi padre me da un trago de "paloma", que me ayudará a soportar el calor de la mañana primaveral.
Arriba del todo veo como asoma San Juan Evangelista cuando nos dirigimos a la calle Rulador, la
más larga de todas las calles del recorrido, donde, si todo sale bien se juntan los tres tronos. Cada
vez se asoma más gente, arreglados para la ocasión. Los Viernes Santos con viento, hay que
sujetar la bandera, sobre todo cuando llegas a Santa Bárbara, donde iniciamos la bajada hasta la
calle Salitre, la calle mas estrecha, girando en su inicio por la calle Ancha, que como su nombre
indica, es ancha y que permite a los anderos "bailar a San Juan". Todos gritan de alegría y de gozo
cuando asomamos a la Plaza de San Francisco donde tenemos la llegada. Alfonso con la cruz de
guía y yo, con la bandera, somos los primeros.
Por detrás de San Juan Evangelista, aparece Nuestra Señora del Primer Dolor con sus maragullos
de túnica blanca y capa y capirote en terciopelo azul.
LA PROFECÍA DE SIMEÓN
Qué grande fue el impacto en el Corazón de María, cuando oyó las tristes palabras con las que
Simeón le profetizó la amarga Pasión y muerte de su dulce Jesús. Querida Madre, obtén para mí
un auténtico arrepentimiento por mis pecados.
En Jerusalén había un hombre llamado Simeón, que era justo y devoto, y aguardaba con
esperanza la redención de Israel. El Espíritu Santo estaba con él y le había revelado que no moriría
sin antes ver al Cristo del Señor.
Movido por el Espíritu, fue al templo. Cuando al niño Jesús lo llevaron sus padres para cumplir con
la costumbre establecida por la ley, Simeón lo tomó en sus brazos y bendijo a Dios:
"Según tu palabra, Soberano Señor, ya puedes despedir a tu siervo en paz.
Porque han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos: luz que
ilumina a las naciones y gloria de tu pueblo Israel".
"Este niño está destinado a causar la caída y el levantamiento de muchos en Israel, y a crear
mucha oposición, a fin de que se manifiesten las intenciones de muchos corazones. En cuanto a ti,
una espada te atravesará el alma".
7. Durante muchos años he visto a la Virgen desde lejos, pues mis quehaceres del viernes santo en
el bar de mi familia no me han permitido esperar a verla ni a nuestro Cristo Crucificado. Ahora la
veo y me enfado, por no haber sentido tanto dolor antes y a su vez una belleza inalcanzable, en su
espera a Jesús Crucificado.
EL CRISTO CRUCIFICADO
A lo lejos asoman los nazarenos con túnica blanca y capa de terciopelo morado, con la corona de
espinas y los clavos, del Cristo Crucificado, el único que desfila en la Semana Santa del Albox, y
que la banda de cornetas y tambores que me hacen recordar el soneto de Antonio Machado:
¿Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?
Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos siempre con sangre en las manos, siempre por
desenclavar.
Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz.
Cantar de la tierra mía que echa flores al Jesús de la agonía y es la fe de mis mayores.
¡Oh, no eres tú mi cantar no puedo cantar, ni quiero a este Jesús del madero sino al que anduvo en
la mar!
Los cristianos entendemos la muerte de Jesús en la cruz como una muerte en sacrificio que hizo el
Hijo de Dios con el cuál pagó por todo el pecado de la humanidad e hizo posible nuestra salvación.
Con gran misterio y dolor lo indica San Juan Evangelista:
"Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y
María Magdalena.
Jesús, viendo a su madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a su madre:
- Mujer, ahí tienes a tu hijo.
Luego dice al discípulo:
-Ahí tienes a tu madre.
Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.
Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura,
dice:
- Tengo sed
Había allí una vasija llena de vinagre. Sujetaron a una rama de hisopo una esponja empapada en
vinagre y se la acercaron a la boca.
Cuando tomó Jesús el vinagre, dijo:
- Todo está cumplido.
E inclinando la cabeza entregó el espíritu.
8. Este momento del evangelio es el recordado por todos nosotros en el encuentro de los tres tronos
en el Placeta de San Francisco, cuando llega a su fin y recordando en sentir de ese día…
Y todo está listo ya. Me espera el "potaje de vigilia", cuyo aporte de energía lo da el balacao en
salazón, que en muchos lugares de España se sirve en la mesa los viernes de cuaresma. Como
tradición la abuela de mi mujer, mi abuela Lola, lo prepara con cariño, y que nos sirve para reponer
las fuerzas necesarias para la tarde noche del Viernes Santo.
EL VIERNES POR LA TARDE Y NOCHE.
Terminando la comida y después de un merecido descanso de nuevo escucho el cantar de los
tambores que anuncian que loa blancos inician su recorrido procesional.
La imagen de Nuestro Señor en su Oración en el Huerto, María Santísima de la Esperanza y
Nuestra Señora de las Angustias, que inician su recorrido en la Iglesia Parroquial de Santa María,
donde me casé y bauticé a una de mis hijas, en la Plaza Mayor de Albox, donde la gente se
aglutina para poder ver la salida.
Hace algunos años, siendo yo muy joven, recuerdo que junto Antonio El Pastor, uno de mis
vecinos, salimos con el paso blanco llevando a un cristo crucificado, con una tunica blanca, cara
tapada y sin capirote. Ese año me llevó la gente a sentir como un verdugo de cristo; la gente
quitaba la vista, para no ver mis ojos, porque realmente les producía miedo, cuando el miedo lo
tenía yo.
Por la tarde noche tiene la entrada el paso blanco y la salida del paso "morao". La Cofradía hace
su estación de penitencia con las imágenes de Nuestro Padre Jesús Nazareno, María Santísima de
la Redención y Santo Entierro de Cristo.
El "morao" es el color del dolor, de los “labios callados de Cristo muerto”.
Nos invita a la reflexión, sufriendo el castigo por nosotros y nos recuerda la pesada cruz de
nuestros errores.
Son sus nazarenos la imagen viva del respeto por la Pasión del Señor en la noche del Viernes
Santo. Cuando miro la imagen del Santo Entierro, siento el estremecimiento que representa la
muerte. Se siente cuando por la calle Cervantes se acerca a la calle Caño de de San Felipe y
mucho mas delante en la Puerta de Purchena.
Y de nuevo a La Loma
LA SOLEDAD
A eso de las 12 de la noche de cada Viernes Santo, de pequeño sentía un nerviosismo
extraordinario cuando la imagen de la Soledad asomaba por el inicio de mi cuesta. Corría siempre
a apagar el letrero luminoso del bar, para que solo la imagen de la virgen deslumbrara la calle,
seguida por aquellos que le muestran un fervor grandísimo. Gentes de todas las edades
y condición, portando velas encendidas en sus largas filas se acercan hacia nosotros, con un
riguroso silencio, roto solo por el redoble de un tambor o por la espontánea oración de una saeta,
que a veces cantaba algún devoto, desde el balcón de mi casa.
…. “Al alejarse de mí la Virgen, siento que todo está hecho ya”…
CONCLUSIÓN:
Todo llega a su fin. Como habéis podido comprobar así es como vivo la Semana Santa de mi
pueblo, y a lo que quiero invitar a todos.
9. Acabo ya, aclamando al señor para que nos ayude no solo a seguir recordándolo en la Semana
Santa, sino también para que ayude a todos los fieles, y recordarles que:
"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí,
conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto".
San Juan en su Evangelio nos recuerda, como Jesús ora por nosotros:
"No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí,
para que todos sean uno.
Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea
que tú me has enviado.
Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos
y tú en mí, para que sean perfectamente uno, y el mundo conozca que tú me has enviado y que los
has amado a ellos como me has amado a mí.
Padre, los que tú me has dado, quiero que donde yo esté estén también conmigo, para que
contemplan mi gloria, la que me has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo.
Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido y éstos han conocido que tú me
has enviado.
Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú
me has amado esté en ellos y yo en ellos".
Que así sea.
Luis Jiménez López
Albox, 23 de Febrero de 2013