El emperador escribe en su diario íntimo que ha decidido dejar Antioquía y regresar a Roma para pasar el resto de sus días, ya que siente que su tiempo en el palacio ha terminado. Antes de partir, subió al monte Casio con sus amigos para realizar un rito en el santuario y ver por última vez el horizonte del mar Mediterráneo desde la cima. Con esto concluye su estancia en Antioquía.