1. Un volcán constituye el único conducto que pone en comunicación directa la
superficie terrestre con los niveles profundos de la corteza terrestre. La
palabra volcán se derivó del nombre del dios mitológico Vulcano.
Este el único medio para observar y estudiar los materiales líticos de origen
magmático, que representan el 80 por ciento de la corteza sólida. En la
profundidad del manto terrestre, el magma bajo presión asciende, creando
cámaras magmáticas dentro o por debajo de la corteza. Las grietas en las
rocas de la corteza proporcionan una salida para la intensa presión, y tiene
lugar la erupción. Vapor de agua, humo, gases, cenizas, rocas y lava son
lanzados a la atmósfera.
Un volcán, en esencia, es un aparato geológico, comunicante temporal o
permanentemente entre el manto y la superficie terrestre. Un volcán es
también una estructura geológica, por la cual emergen el magma (roca
fundida) y los gases del interior de un planeta. El ascenso ocurre
generalmente en episodios de actividad violenta denominados «erupciones».
Al acumularse el material arrastrado desde el interior se forma una
estructura cónica en la superficie que puede alcanzar una altura variable
desde unas centenas de metros hasta varios kilómetros. El conducto que
comunica el reservorio de magma o cámara magmática en profundidad con la
superficie se denomina chimenea. Esta termina en la cima del edificio
volcánico, el cual está rematado por una depresión o cráter.
Algunos volcanes después de sufrir erupciones grandes, se colapsan
formando enormes depresiones en sus cimas que superan el kilómetro de
diámetro. Estas estructuras reciben el nombre de calderas.
La viscosidad (fluidez) de las lavas arrojadas por volcanes depende de su
composición química. Así, las lavas más fluidas, o de «tipo hawaiano», tienen
composiciones ricas en hierro y magnesio y tienen un índice bajo de sílice.
Cuando emergen por la chimenea se almacenan en el cráter o caldera hasta
desbordarse, formándose ríos de magma que pueden fluir distancias de
varias decenas de kilómetros.
2.
3. Las lavas más viscosas tienen un alto contenido en sílice y vapor de agua.
Dado que fluyen pobremente, forman un tapón en la chimenea que da lugar a
erupciones explosivas, aumentando el tamaño del cráter. En casos extremos
pueden destruir completamente el cono volcánico como sucedió durante la
erupción del Monte Santa Helena, en el estado de Washington, (Estados
Unidos) en 1980.
La lava no erupciona siempre desde una chimenea central; puede abrirse
camino también a través de aberturas en los flancos del volcán. Si estas
erupciones son continuas pueden dar lugar a lo que se conoce como cono
parásito. El volcán Etna, en Sicilia (Italia), posee más de 200 de estos conos
parásitos y algunos de ellos sólo expulsan gases. Estos últimos se llaman
fumarolas.
Por lo general, los volcanes están asociados a los límites de placas
tectónicas, aunque hay excepciones como el vulcanismo de puntos calientes o
hot spots ubicados en el interior de placas tectónicas, tal como es el caso
de las islas Hawaii; esta teoría es barajada también para explicar el origen
del Archipiélago Canario.
Los geólogos han clasificado los volcanes en tres categorías: volcanes en
escudo, conos de cenizas y conos compuestos (también conocidos como
estratovolcanes).
Un volcán de suma importancia fue el Paricutín, en el estado de Michoacán,
México, aunque no es de grandes dimensiones, su importancia radica en lo
que aportó a la vulcanología (1940s-50s) ya que pudo ser estudiado por
Gerardo Murillo, el "Dr Atl" desde su nacimiento hasta su muerte (durando
su vida cerca de una década).