1. PIQUERISMO
Identificando e interpretando la conducta parafílica en la escena del crimen violento
Autores:
SAFARIK, Mark. Senior Criminal Profiler Behaviorial Science Unit FBI (Ret.)
QUIÑONES URQUIZA, María Laura. Criminóloga, Perfiladora Criminal
Existen diversos modos en que un homicidio se lleva a cabo, los distintos estilos nos hablan en
relación a las diferencias entre quienes los ejecutan, sobre sus múltiples preferencias de a quién,
dónde y cuándo atacar, además del por qué, o mejor dicho el para qué. La ira extrema que lidera a
ciertas conductas violentas, es aparentemente una cuestión que tiene que ver con la víctima, tal
diferencia se refleja en los homicidios, como por ejemplo al disparar o envenenar lentamente a una
persona, donde el asunto no parece requerir una confrontación tan directa, cercana y personal.
La habilidad de reconocer y diferenciar las diversas manifestaciones conductuales en escenas
criminales violentas de complejidad, especialmente aquellas que comprenden asesinato serial,
víctimas de homicidios múltiples en un mismo escenario (asesinato en masa) y homicidios sexuales,
proveen, información clave, entre otras cuestiones, se debe contar con la habilidad de comprender el
significado de la presencia o ausencia de ciertos comportamientos que se relacionan entre sí.
Cuando se conduce el análisis del comportamiento que se manifiesta en la escena de un crimen
violento, es importante evitar sobre enfocarse en un único aspecto y solo darle importancia a ello,
pues es la totalidad de las circunstancias y la singularidad de su variable lo más importante, además
del cómo y por qué ocurrieron. Tanto testigos y victimología toman un papel esencial en la
investigación criminal.
No es muy común en este tipo de escenas de homicidios, observar victimas que han tenido heridas
cortantes e incisas significativas. Sin una comprensión total de la dinámica en la escena criminal o
la historia experiencial de haber examinado un gran número de homicidios que revisten
apuñalamiento y cortes. Hay una tendencia a clasificar la observación de un excesivo número de
este tipo de lesiones, y casi siempre, clasificarlas como “matar por demás” (1), y no como
demostración de la parafilia descripta como piquerismo. Literalmente, existen cientos de parafilias,
algunas son más conocidas y comunes que otras, tal es el caso del voyeurismo, exhibicionismo y
pedofilia. Las conductas sexuales desviadas existen en un continuo de variedades y severidad,
algunas pueden ser clasificadas como criminales, mientras que otras representan formas incómodas
de comportamiento. El piquerismo es una parafilia que junto con otras como la flagelación,
antropofagia y necrosadismo, suelen ser asociadas al homicidio por placer. (Arrigo & Pourcell,
2006).
El término Piquerismo, proviene del vocablo francés piquer que significa punzar, pinchar, penetrar
con un instrumento dotado de fuerza viva y con el que se indica un tipo particular de parafilia, es
decir de alteración sexual, respecto al modo predilecto de obtención de placer y que consiste en la
búsqueda de su incremento, teniendo como mecanismo lesivo el deslizamiento, penetración con el
filo y/o punta aguzada idónea, cuyo efecto en el cuerpo humano con cada una de ellas o
combinando ambas a la vez es la punción, separación o distensión en la geografía corporal,
exceptuamos aquí a las lesiones defensivas.
El piquerismo esta reconocido como una de las parafilias menos prevalentes, sus características
esenciales son la recurrencia, fantasías sexuales de carácter excitatorio, necesidad sexual o
comportamientos que incluyen 1) objetos inhumanos, 2) el sufrimiento o humillación de uno mismo
o del partenaire, o 3) niños o personas que no han dado su consentimiento para ello y que ocurre por
un período superior a los seis meses (DSM IV, 2000). El piquerismo generalmente refiere a la
2. penetración de carne humana, aunque a veces también es practicado con animales.
Esta parafilia representa una de las variantes del sadomasoquismo, con frecuencia la zona objeto
son los genitales, glúteos, senos o zona toráxica superior, e inclusive el rostro. Si es practicada con
consentimiento de ambas partes y sin generar daños clínicos relevantes, es considerada un aderezo
más dentro del acto sexual con tintes sado-masoquistas.
En casos de muerte violenta donde se observa este mecanismo agresivo, pareciera reflejarse una
confusión respecto a la relación entre las personas y el cuerpo que las sostiene. En otros, donde el
rostro también es mutilado con heridas punzantes superficiales también en forma de signos o letras,
pretendería incluso, rotular a la víctima a modo de justificativo. El tipo de arma habla de un estilo
de vida, conocimientos previos, además de las elecciones personales de los victimarios, de cómo el
cuerpo es tratado cuando ya ha finalizado el período agónico y sigue siendo apuñalado para
satisfacer las necesidades agresivo-sexuales del autor, donde no solo el cuerpo de la víctima si no
también su “ser”, cumplen el rol de objeto. Es de vital importancia la reconstrucción cronológica y
temporal de las lesiones.
El piquerismo en casos de serialidad, podría reflejar cómo el victimario ve su propio cuerpo, cómo
ha construido su propia imagen e historia personal y el modo de satisfacer su auténtica sexualidad,
quizás, de modo inconsciente, con fantasías sustitutivas de penetración. Los ataques motivados con
ira difieren las motivaciones sexuales, éstos suelen poseer localización específica, a veces agrupada,
la fuerza y rapidez con que han sido ejecutadas son notorias cuando las mismas poseen diagnóstico
de vitalidad, y, a pesar de no tenerlo otras, ambas abundan, aún variando su intensidad. Es como si
en realidad se buscara matar por demás.
(1) “Matar por demás” es un término que ha sido utilizado en demasía en varias investigaciones,
con la finalidad de describir las injurias excesivas. El uso de este término es delicado ya que no ha
sido definido ampliamente y no cuenta con una estandarización. En la Unidad de análisis del
comportamiento y como fue descrito por Robert Ressler (Douglass, Burguess, Burguess y Ressler,
2006) es utilizado para describir las heridas causadas hasta por demás, es decir aquellas que ya no
son necesarias para causar la muerte. Desafortunadamente, “matar por demás”, no posee una
definición que amplíe la cantidad mínima, nivel o severidad de las injurias, o si estas fueron
inflingidas pre o post mortem, además de si es conveniente incluir las injurias clasificadas como
defensivas o de naturaleza superficial (Safarik & Jarvis, 2005).