2. No se trata de mano dura si no es necesario. Se trata de que el hombre ha vivido desde
siglos pensando en buscar y entender su trascendencia. Muchos luminosos marcaron el
progreso. Hicieron los aportes a la humanidad para superar miedos y dificultades. En la
ciencia, el pensamiento y las artes. La disciplina es el método para crecer honrando esa
historia que nos hace ser parte de la misma pregunta hoy: ¿hacia dónde vamos? El rigor
es haber estado en verdaderas dificultades que rigieron el crecimiento para templarlo.
Hemos vivido un verano de deseos de ir en contra de esta nuestra verdadera naturaleza.
De ver que el difícil momento de cada paso ha sido entregado a las manos de desviar la
atención del objetivo del hombre. En nombre de un territorio más blando nos hemos
quedado sin explicaciones por apartarnos de la senda del esfuerzo por llegar a superar la
realidad humana. Y le hemos puesto bandera a realidades que querían ser
revolucionarias sin mayor pretexto que dominar al otro y luego ver la impotencia de
esos actos. El deseo de poder nos ha llevado a ya no poder. Y en la noche de nuestra
lucha ver supuestas formas de un mundo mejor cuando el mundo no puede ser mejor
porque es lo que es y es nuestra responsabilidad asumirlo para ir en procura de el fin
que mueve a nuestra existencia. Encontrar en el destino de ver nuestra capacidad llevada
a cada acto en el que se aboca lo que nos da con la verdad. La verdad de la
trascendencia que nos llama a creer en ella. La sociedad cuyo fin es el mirar de frente
los problemas en busca de una salida. El rigor fue necesario desde el forzar a otros a
respetar lo que es el llamado de la civilización que perdura a través de siglos. El suponer
horizontes sin ver lo que a todos afecta era un proyecto al que se llamó revolución. Que
cae dentro de sus faltas de respuestas al verdadero tomar lo que quita la atención de lo
que nos ocupa.