3. Señor, te entrego hoy todas mis preocupaciones.
Sé mi fortaleza y mi amparo. Dame esa profunda
confianza en Ti. Hazle saber a mi corazón que
todas las cosas están en Tus tiernas manos y que
nada sucede sin que Tú lo permitas para mi bien.
Ayúdame a no dudar de ti, a echar mis cargas
sobre ti, sabiendo que velas por mí y que te
interesas más que nadie por mi bienestar, mi salud
y mis provisiones. Dame esa paz Tuya que
sobrepasa todo entendimiento.
4. Tómate un tiempo para relajarte respirando hondo y
alabando al Señor. Despójate luego de todos tus talentos.
Por ejemplo, la elocuencia, habilidad artística, energía
particular para ciertas actividades, dotes para escribir o
para dirigir o para las matemáticas.
Lo que sea... Entrégale todas tus dotes a Jesús. Ponlo todo
a Sus pies. Desnúdate ante Él en espíritu y déjate abrazar
por Él. Recuerda que eres nada ante Él y que Él te ama no
por lo que tienes ni por lo que sabes hacer, sino por lo que
eres, su criatura amada.
5. La protección divina
Salmo de David, cuando mudó su semblante delante de Abimelec,
y él lo echó, y se fue.
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13. Ten fe, fe en Mi Amor, fe en Mis promesas, una fe que te permita
obedecer a pesar de enfrentar obstáculos insuperables y situaciones de
cariz imposible. Esa es la prueba del amor que abrigas por Mí: tu fe en
Mí, en Mis Palabras y en Mi poder para cumplirlas. El gran amor que
profesas por Mí se manifiesta en tu fe, la llave dorada de la fe.
Guarda ese valioso tesoro que te he conferido, esa llave dorada de la fe.
Para conservarla se requiere continua atención, nutrirse y apacentarse
constantemente de Mis Palabras, que son espíritu y son vida. La dorada
llave de la fe se mantiene bruñida creyendo y aceptando Mis Palabras,
empapándose de ellas, absorbiéndolas y participando de ellas. Te
permitirá abrir muchas puertas imponentes que conducen a Mis
bendiciones, gracias a las cuales tendrás cuanto necesites en todo
aspecto de tu vida.
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