1. Universidad de Chile
Facultad de Medicina
Escuela de Fonoaudiología
Trastornos del Lenguaje en el Adulto
Integrantes:
Ivonne Araneda Naveas
Patricia Cortés Ortega
Natalia Córdova Bustamante
Nicole Garrido Gatica
Karina González Cádiz
Tutor:
Flga. Sara Tapia
Fecha: 24 De Enero de 2012
2. 2
Índice
I. INTRODUCCIÓN.............................................................................................................................. 3
II. RESUMEN ...................................................................................................................................... 4
DESARROLLO......................................................................................................................................... 6
1. Deterioro Cognitivo...................................................................................................................... 6
1.1. Historia y concepto ............................................................................................................... 6
1.2. Evaluación y diagnóstico........................................................................................................ 7
2. Demencias.................................................................................................................................. 8
2.1. Concepto............................................................................................................................. 8
2.2. Epidemiología ...................................................................................................................... 8
2.3. Características clínicas........................................................................................................... 9
2.4. Clasificación....................................................................................................................... 11
3. Diagnóstico Diferencial............................................................................................................... 12
I. BIBLIOGRAFÍA (APA) ..................................................................................................................... 13
3. 3
I. INTRODUCCIÓN
Debido al envejecimiento de la población se hace importante considerar las patologías que tienen mayor
prevalencia en este grupo etario, para poder focalizar la atención en la prevención, promoción e intervención
temprana de éstas y de tal forma procurar disminuir el impacto en la calidad de vida de los pacientes.
Dentro de estas patologías existen variados tipos, como las alteraciones cognitivas, que afectan a las personas
en los ámbitos de actividad y participación, disminuyendo su funcionalidad a nivel de las actividades de la vida
diaria.
Un ejemplo de estas son el deterioro cognitivo leve y las demencias, las cuales se abordarán en profundidad en
este seminario bibliográfico.
La demencia denota dificultades en las funciones cognitivas, particularmente en la memoria, que afectan
significativamente las actividades de la vida diaria. Esta patología puede dividirse en diversos cuadros clínicos
según etiología, que presentan distintas características y severidad.
La demencia más común a nivel mundial es la demencia tipo Alzheimer, la cual se caracteriza por una pérdida
progresiva de las funciones cognitivas que en etapas avanzadas llega a intervenir en la independencia y
capacidad de satisfacer las necesidades básicas propias del paciente.
Por otra parte, el deterioro cognitivo leve ha sido poco estudiado, lo que ha dificultado la caracterización del
cuadro y su diagnóstico diferencial con otras patologías cognitivas, impidiendo una atención oportuna y un
tratamiento adecuado que evite su evolución a otros cuadros más graves, como la demencia tipo Alzheimer. Lo
anterior genera controversia, puesto que algunos autores clasifican el deterioro cognitivo leve como una etapa
inicial del Alzheimer.
A continuación, se presenta una exhaustiva revisión bibliográfica que profundiza en los conceptos de deterioro
cognitivo leve y demencia, en relación al diagnóstico, epidemiología y características clínicas.
4. 4
II. RESUMEN
El deterioro cognitivo leve (DCL) es una entidad clínica considerada como un estado transitorio dinámico entre
el envejecimiento cognitivo normal y la demencia (Fuentes, 2008). Su diagnóstico se aplica generalmente a las
personas con una queja subjetiva y demostración objetiva del deterioro cognitivo en uno o más dominios (por
lo general problemas de memoria), pero con actividades de la vida diaria (AVD) relativamente conservadas
(Petersen, Stevens, Ganguli, Tangalos, Cummings, DeKosky en Grand, Caspar & MacDonald, 2011).
Este diagnóstico es esencialmente clínico y mediante test neuropsicológicos se pueden diferenciar a los
individuos con este trastorno de los normales, pero no es posible realizar el diagnóstico con ellos. Autores
comparten que para el diagnóstico de DCL hay ciertos criterios necesarios, como: las quejas que presenta el
paciente de su capacidad cognitiva, corroboradas por familiares; una alteración cognitiva en la clínica y en la
neuropsicología (usualmente la memoria) según su edad y educación; funcionamiento cognitivo general
normal; los problemas en las tareas complejas previamente bien desarrolladas no ocasionará grandes
molestias ni interferirá en el funcionamiento ocupacional ni social del individuo, y por esto, la naturaleza de los
síntomas no permite el diagnóstico de demencia. (Kelley & Petersen, 2007; Pérez, 2005). Además Pérez (2005)
agrega que se requiere el seguimiento clínico del paciente cada 3 ó 6 meses, ya que sólo una correcta
valoración clínica nos mostrará en qué lugar del continuo cognitivo- funcional se sitúa un paciente,
demostrando si el déficit del paciente se mantiene estable o progresa hacia la demencia.
Una vez establecida una sospecha de DCL o demencia es necesaria la demostración del deterioro cognoscitivo,
a través de los diferentes tests psicométricos, que complementan la exploración del estado mental y funcional
del paciente y apoyan o hacen dudoso el diagnóstico (Pérez, 2005). Una evaluación de las funciones cognitivas
puede ayudar a determinar si existen problemas de memoria y problemas de otros dominios cognitivos. Otras
evaluaciones incluyen el lenguaje, la atención/función ejecutiva y tareas visuoespaciales (Kelley & Petersen,
2007).
Por otra parte, se define Demencia como un deterioro cognitivo progresivo que involucra alteraciones en las
funciones mentales como el razonamiento, memoria, lenguaje, resolución de problemas y atención (Janssen
Pharmaceutica, 2009). Este déficit presenta suficiente severidad comprometiendo las actividades de la vida
diaria (Alzheimer's Association), sin deberse a un déficit a nivel sensorial como el delirio, estado de confusión
agudo o trastornos depresivos (Kelley & Petersen, 2007). Los síntomas son resultantes de lesiones,
enfermedades o afecciones que alteran el funcionamiento normal del cerebro, puede darse en individuos en
cualquier fase de sus vidas.
Para diagnosticar la enfermedad, según el DSM-IV, deben cumplirse las siguientes condiciones (Donoso, 2011):
- Pérdida de dos o más capacidades cognitivas. Una debe ser la memoria y la otra puede ser la capacidad
ejecutiva, lenguaje, praxias u otras.
- La pérdida deber ser suficiente como para interferir con las actividades habituales. Cabe destacar, que este
punto depende de la condición del individuo, por ejemplo, estar jubilado presenta menores exigencias que
estar en actividad laboral.
- La causa demostrada o presunta debe ser una lesión o afección orgánica cerebral. Este criterio es
cuestionable, porque actualmente las psicosis endógenas también tienen un sustrato orgánico.
- Se excluye un compromiso de conciencia, y este requisito debe mantenerse durante seis meses o más. Esta
parte es importante en patologías cerebrales agudas (accidente cerebrovascular, TC, encefalitis), en los cuales
el compromiso cognitivo puede recuperarse totalmente.
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En toda demencia se afectan las habilidades cognitivas, la conducta y se pierde progresivamente la
funcionalidad (Fuentes, 2008). Según Alva y Potkin (2003) y Kester y Scheltens (2009) la demencia como
síndrome clínico presentaría tres principales expresiones: un componente neuropsicológico, donde
encontramos las alteraciones cognitivas de memoria, dificultades de atención y deficiencias en el
funcionamiento ejecutivo, entre otras (en Grand y cols., 2011); otro componente neuropsiquiátrico,
relacionado con las manifestaciones del comportamiento, tales como depresión, delirios, alucinaciones,
agresión y confusión (Mirakhur, Craig, Hart, McLlroy & Passmore, 2004 en Grand y cols., 2011); finalmente
encontramos el componente funcional, que incluye los déficits presentes en las actividades de la vida diaria
(AVD). Este último aspecto ha ido adquiriendo mayor relevancia en el último tiempo, debido a que su
evaluación y pesquisa puede ser útil para el diagnóstico precoz, seguimiento clínico, evaluación del tratamiento
y una posible mejora en la calidad de vida de la persona; además de considerarse como una parte fundamental
para realizar el diagnóstico diferencial entre demencia y deterioro cognitivo fisiológico, en el cual no existe una
pérdida de funcionalidad tal que se traduce en una discapacidad significativa (Fuentes, 2008).
Según lo propuesto en Donoso, 2011, las distintas demencias pueden agruparse por etiología, así
encontraremos demencias por causas degenerativas, traumáticas, infecciosas, tóxicas, por fallas metabólicas y
por enfermedades de la sustancia blanca.
No existe un límite claro entre el diagnóstico de DCL y enfermedad de Alzheimer (EA). Esto debido a que el
déficit de memoria, en ambos cuadros, se debe más a un problema en la recuperación o evocación que a una
dificultad en la codificación de la información (Feldman y Jacova, 2005), por lo que DCL podría ser considerado
una etapa preclínica de la EA (en Grand y cols., 2011).
De la misma forma, la tasa de conversión desde DCL a demencia no está bien establecida, sin embargo, se
conoce que no todos los DCL evolucionarán a EA, sino que también pueden convertirse a otros tipos de
demencia, como Demencia Frontotemporal y Demencia por cuerpos de Lewy (En Donoso & Vásquez, 2002).
A continuación, se presenta una tabla resumen acerca de las diferencias entre DCL y Demencia:
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DESARROLLO
1. Deterioro Cognitivo
1.1. Historia y concepto
Deterioro Cognitivo Leve (DCL) como término se introdujo en la literatura en 1988 por Reisberg y cols., y es en
un artículo de 1999 publicado en la revista Archives of Neurology donde un grupo de investigadores de la
Clínica Mayo plantearon ciertos criterios diagnósticos. En base a estos criterios se han desarrollado una gran
cantidad de estudios de validación y de crítica. En ese artículo se consideró al DCL como una condición
prodrómica de la enfermedad de Alzheimer (EA) y posteriormente otros investigadores consideraron
debidamente que no todas las formas de DCL podrían convertirse en EA (Petersen, Knopman, Boeve, Geda,
Ivnik, Smith, Roberts & Jack, 2009).
Por otro lado, a finales de los años 90 Petersen y cols. se refirieron con el término DCL a sujetos que se
encontraban en un estado de transición entre el envejecimiento cognitivo fisiológico y la EA (Valls-Pedret,
Molinuevo & Rami, 2010).
En 2003, Winblad y cols. convocaron a una conferencia de expertos internacionales en DCL para revisar los
criterios actuales y elaborar los nuevos criterios que forman parte de la base del Instituto Nacional de
Enfermedades del Envejecimiento (Petersen & cols., 2009).
El DCL es una entidad clínica considerada como un estado transitorio dinámico entre el envejecimiento
cognitivo normal y la demencia (Fuentes, 2008). No tiene límites claros y su presencia permite sospechar una
enfermedad de Alzheimer sin que exista demencia (Donoso & Vásquez, 2002), por lo que su identificación y
pronto tratamiento reduce el riesgo a la progresión de esta (Kelley & Petersen, 2007).
Pérez (2005) define al DCL como una disminución del rendimiento de al menos una de las siguientes
capacidades intelectivas: memoria, orientación, pensamiento abstracto, lenguaje, capacidad de juicio y
razonamiento, capacidad para el cálculo y la habilidad constructiva, capacidad de aprendizaje verbal y habilidad
visuo-espacial, con un nivel cognitivo superior o con un declive respecto al nivel de funcionamiento previo.
Kalley y Petersen (2007) simplificaron el concepto, refiriéndose a DCL como un deterioro cognitivo usualmente
de la memoria, pero que no es demencia.
El diagnóstico de DCL se aplica generalmente a las personas con una queja subjetiva y demostración objetiva
de deterioro cognitivo en uno o más dominios (por lo general problemas de memoria), pero con actividades de
la vida diaria (AVD) relativamente conservadas (Petersen, Stevens, Ganguli, Tangalos, Cummings, DeKosky en
Grand, Caspar & MacDonald, 2011).
En relación a la alteración de la memoria, Donoso (2003) la define como una pérdida significativamente mayor
a la que se esperaría para la edad de la persona pero que no interfiere en sus actividades habituales.
El mismo autor en 2011 agrega que en el DCL el aspecto fundamental es la falla de la memoria episódica
reciente, es decir, la presencia de “los olvidos” y entrega valor pronóstico a la opinión de los informantes,
refiriéndose que si es el paciente el que se queja de problemas de memoria, podría tratarse de DCL pero que
también es probable que se deban a depresión o ansiedad, pero si es un familiar quien señala los problemas de
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memoria, es más probable que se trate de DCL orgánico. Recomienda además medir el defecto con pruebas de
aprendizaje verbal (Donoso, 2011).
1.2.Evaluación y diagnóstico
El diagnóstico de DCL es esencialmente clínico. Los test neuropsicológicos ayudan a diferenciar a los individuos
de los normales, pero no es posible un diagnóstico de DCL con ellos. Aun así hay criterios que pueden ser
predictores seguros de una eventual progresión.
Kelley y Petersen (2007) establecen criterios para diagnosticar DCL: el primer criterio corresponde a las quejas
que presenta el paciente de su capacidad cognitiva, corroboradas por familiares; el segundo criterio demuestra
una alteración cognitiva en la clínica y en la neuropsicología (usualmente la memoria), según su edad y
educación; el tercer criterio refiere a un funcionamiento cognitivo general normal; el cuarto criterio establece
que las dificultades que presenta el sujeto no interfieren en su vida de manera que impida su autonomía y
adaptación al medio (AVD preservadas), y el último criterio descarta la demencia o Alzheimer.
Pérez (2005) habla de un Deterioro Cognitivo Leve o Demencia dudosa, en el que existe un trastorno más
acentuado de memoria que en el DCL asociado a la edad y en una o más de las áreas cognitivas como atención,
aprendizaje, concentración, pensamiento, lenguaje, entre otras, afectadas discretamente. La naturaleza de los
síntomas no permite el diagnóstico de demencia ya que los problemas en las tareas complejas previamente
bien desarrolladas no ocasionará grandes molestias ni interferirá en el funcionamiento ocupacional ni social del
individuo. Sin embargo, se hace necesario el seguimiento clínico del paciente cada 3 ó 6 meses, ya que sólo una
correcta valoración clínica nos mostrará en qué lugar del continuo cognitivo- funcional se sitúa un paciente,
indicando si el déficit regresa, se estabiliza o progresa hacia la demencia.
En cuanto a las pruebas estandarizadas, el test cognitivo puede ayudar a determinar si existen problemas de
memoria (DCL de dominio amnésico) y problemas de otros dominios cognitivos (DCL amnésico de alteraciones
de múltiples dominios). Otras evaluaciones incluyen lenguaje, atención/función ejecutiva y tareas
visuoespaciales). Las personas que no presentan problemas de memoria deben ser evaluadas en los otros
dominios cognitivos por si presentan trastornos (DCL no amnésico de un dominio) o si los dominios
involucrados son muchos, pero sin alteraciones de memoria (DCL no amnésico de múltiples dominios (Kelley &
Petersen, 2007).
Una vez establecida una sospecha de DCL o de demencia es necesaria la demostración del deterioro
cognoscitivo, a través de los diferentes tests psicométricos, que no pueden diagnosticar una demencia por sí
solos, pero complementan la exploración del estado mental y funcional del paciente y apoyan o hacen dudoso
el diagnóstico. Los que se emplean para valorar deterioro cognitivo pueden considerarse una exploración
neuropsicológica sistematizada, que contienen preguntas para evaluar las praxias, el lenguaje, la
concentración, etc. A algunas de estas pruebas se les señala el inconveniente de enfatizar en el lenguaje y la
memoria, así como poseer una intensa orientación verbal, por lo que las personas analfabetas, con déficit
sensoriales o con trastornos psiquiátricos (depresión, etc.), pueden presentar falsos positivos (Pérez, 2005).
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2. Demencias
2.1.Concepto
Se define Demencia como un deterioro cognitivo progresivo que involucra alteraciones en las funciones
mentales como el razonamiento, memoria, lenguaje, solución de problemas y atención (Janssen
Pharmaceutica, 2009). Este déficit presenta suficiente severidad comprometiendo las actividades de la vida
diaria (Alzheimer's Association) sin involucrar déficit a nivel sensorial como delirio, estado de confusión agudo
o trastornos depresivos (Kelley & Petersen, 2007).
El concepto de demencia describe los síntomas resultantes de lesiones, enfermedades o afecciones que
afectan el funcionamiento normal del cerebro, puede darse en individuos en cualquier fase de sus vidas, siendo
común el deterioro cognitivo que es casi siempre progresivo, pero con ritmo variable. Es importante destacar,
que la experiencia de vivir con demencia es algo tan individual como el número de personas afectadas (Young,
Manthorp & Howells, 2010). Las causas de esta enfermedad deben ser por un daño cerebral comprobado o
presunto (Kaufer & Cummings, en Donoso & Vásquez, 2002; McKhann, Drachman, Folstein, Katzman, Price &
Stadlan en Donoso & Vásquez, 2002).
Para diagnosticar la enfermedad, según el DSM-IV, deben cumplirse las siguientes condiciones (Donoso, 2011):
- Pérdida de dos o más capacidades cognitivas. Una debe ser la memoria y la otra puede ser la capacidad
ejecutiva, lenguaje, praxias u otras.
- La pérdida deber ser suficiente como para interferir con las actividades habituales. Cabe destacar, que este
punto depende de la condición del individuo, por ejemplo, estar jubilado presenta menores exigencias que
estar en actividad laboral.
- La causa demostrada o presunta debe ser una lesión o afección orgánica cerebral. Este criterio es
cuestionable, porque actualmente las psicosis endógenas también tienen un sustrato orgánico.
- Se excluye un compromiso de conciencia, y este requisito debe mantenerse durante seis meses o más. Esta
parte es importante en patologías cerebrales agudas (accidente cerebrovascular, TC, encefalitis), en los cuales
el compromiso cognitivo puede recuperarse totalmente.
2.2.Epidemiología
La prevalencia de la demencia en el mundo está aumentando, especialmente la enfermedad de Alzheimer, que
es la forma más común de demencia siendo aproximadamente el 60% de todos los casos (Grand y cols., 2011).
Los datos recopilados de diferentes estudios por Grand y cols. apuntan que la prevalencia mundial de la
demencia se estima en 3,9% en individuos mayores de 60 años, con tasas de prevalencia regional del 1,6% en
África, el 4,0% en China y el Pacífico Occidental, el 4,6% en América Latina, el 5,4% en Europa Occidental, y el
6,4% en América del norte. Más de 25 millones de personas en todo el mundo afectados actualmente por
síndromes de demencia, siendo la mayoría de los casos, la EA y la demencia vascular (DV). Aproximadamente
se estima que cada año existen 5 millones de nuevos casos, y se espera que el número de personas con
demencia se duplique cada 20 años.
Si abordamos la realidad en Chile, no ha existido un estudio epidemiológico que precise este problema en el
país. Según algunas estimaciones del Servicio Nacional del Adulto Mayor, entre 150 mil y 170 mil personas
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sufren algún tipo de demencia. Pero aun así existen casos que no han sido diagnosticados adecuadamente (Red
Latinoamericana de Gerontología, 2010).
2.3.Características clínicas
En toda demencia por definición, independiente de su etiología, se afectan las habilidades cognitivas, se altera
la conducta y se pierde progresivamente la funcionalidad (Fuentes, 2008). A grandes rasgos, las
manifestaciones clínicas clásicas son la falla de memoria, de la capacidad ejecutiva y los trastornos
emocionales; además es frecuente la anosognosia. También pueden existir errores de juicio (capacidad de
resolver problemas) y fluctuaciones en la afectividad, desde la apatía hasta la labilidad emocional. Y es
frecuente que existan ideas delirantes, depresiones, episodios confusionales y alteraciones del sueño. Todas
características que repercuten en una alteración de la funcionalidad de la persona con demencia (Donoso,
2011).
Según Alva y Potkin (2003) y Kester y Scheltens (2009) la demencia como síndrome clínico presentaría tres
principales expresiones, las dos primeras referidas a las características relacionadas a estructura y función, y la
última con la actividad y funcionalidad (en Grand y cols., 2011).
En primer lugar, un componente neuropsicológico, que se constituye por las alteraciones cognitivas, que
incluyen deterioro de la memoria (declarativa y procedimental), afasia, apraxia, agnosias (incapacidad para
reconocer elementos específicos del medio ambiente, de un individuo o de sí mismo), dificultades de atención
(sostenida y dividida), y deficiencias en el funcionamiento ejecutivo (abstracción, flexibilidad cognitiva,
planificación, inhibición, organización y adaptación a estímulos nuevos).
En segundo lugar, encontramos un componente neuropsiquiátrico, el que está asociado a síntomas y
alteraciones del comportamiento. Estas características se presentan en una importante parte de personas que
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padecen demencia, y las manifestaciones más comunes son la depresión, ideación paranoide, delirios,
alucinaciones, agresión y confusión (Mirakhur, Craig, Hart, McLlroy & Passmore, 2004 en Grand y cols., 2011).
Por último, en tercer lugar, encontramos el componente que incluye los déficits en las actividades de la vida
diaria (AVD), es decir, en la funcionalidad, entendiendo por esta la capacidad para cumplir o realizar
determinadas acciones, actividades o tareas de diversa complejidad en la vida cotidiana (Fuentes, 2008).
Habitualmente, en la medida que progresa la alteración de memoria, lenguaje y habilidad de razonamiento, los
pacientes pierden primero sus aptitudes instrumentales como la capacidad para tomar decisiones con respecto
al cuidado de su salud, el manejo de sus finanzas, la conducción de vehículos motorizados, el uso del teléfono y
la ingesta de sus medicamentos (Fuentes, 2008).
En el último tiempo se le ha asignado mayor relevancia a este componente de la demencia, debido a que su
evaluación puede ser útil para el diagnóstico precoz, el seguimiento clínico, la evaluación del tratamiento y
porque su alteración incide directamente en la calidad de vida de la persona, comportándose como un
marcador de la discapacidad global y progresiva que experimentarán todos los pacientes con un cuadro de
demencia (Fuentes, 2008).
Las dificultades en las habilidades funcionales afectarán la independencia y la seguridad de los pacientes,
especialmente si viven solos, ya que la pérdida de funcionalidad acarrea consigo dificultades en la
comunicación, riesgos de caídas, problemas con la preparación de comidas, con la ingesta de medicamentos o
limitaciones en las necesidades de autocuidado básico (Lyketsos, Lopez, Jones,Fitzpatrick, Breitner & DeKosky,
2002; Geldmacher, 2004; Steinberg, Corcoran, Tschanz & cols., 2006; en Grand y cols., 2011; Fuentes, 2008).
Este concepto de funcionalidad y sus características son el principal aspecto diferencial entre el concepto de
deterioro cognitivo fisiológico asociado a la edad, y la demencia propiamente tal; en la cual la pérdida de la
funcionalidad se traduce en una discapacidad significativa del paciente, sobrecarga del cuidador, aumento en la
tasa de hospitalizaciones, mayores costos económicos e incluso puede llegar a la mortalidad (Fuentes, 2008).
El diagnóstico de la funcionalidad de la persona con demencia se realiza mediante la valoración de su
capacidad de realizar actividades básicas de la vida diaria (AVD) como comer, asearse, ir al baño, desplazarse o
vestirse, y se pueden determinar mediante el índice de Barthel. Mientras que las actividades instrumentales de
la vida diaria (AVD), que son tareas más complejas y más vulnerables a los efectos tempranos de la declinación
cognitiva, como salir de compras, usar el teléfono, cocinar, organizar la casa, tomarse los medicamentos, usar
medios de transporte o manejar las finanzas, se pueden medir mediante la escala de Lawton y Brody (Fuentes,
2008).
Finalmente, el conjunto de las dificultades presentes en los tres componentes descritos previamente;
neuropsicológico, neuropsiquiátrico y funcionalidad, tienen una repercusión relevante a nivel familiar. Por lo
que el profesional de la salud no sólo debe preocuparse de las dificultades que presenta la persona con
demencia, sino también de su entorno familiar. La reacción más frecuente de las familias al comienzo de una
demencia progresiva es la negación, la que suele asociarse a irritación y conflictos con el paciente, también se
genera conflictos entre los familiares y desacuerdos con las opiniones de los médicos consultados. (Donoso,
2011).
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2.4.Clasificación
Es importante señalar que tal como lo menciona Donoso (2011) cualquier enfermedad o lesión que afecte
directamente el cerebro puede potencialmente ocasionar una demencia. Si el daño es agudo y se presenta con
delirium, puede ser reversible, sin embargo, si existe muerte neuronal que sobrepasa la compensación natural
del cerebro puede ocasionar demencia o DCL.
Las diversas demencias se pueden agrupar según su etiología (Donoso, 2011):
- Demencias degenerativas: Se pueden distinguir dos tipos, las con compromiso motor tardío, como la
Enfermedad de Alzheimer y la Demencia frontotemporal y las con compromiso motor precoz, como en
la Enfermedad de Parkinson, Corea de Huntington, Parálisis supranuclear progresiva y en Ataxias
espinocerebelosas.
- Demencias vasculares: Aquí se encuentran aquellas Demencias por accidente cerebro vascular único,
extenso o estratégico, Demencia por multinfarto (Binswanger, CADASIL) y otras, como a causa de
vasculitis, trombosis venosas, etc.
- Demencias traumáticas: Demencia postraumáticas, causada por contusión y/o daño axonal y
demencias causada por hematoma subdural crónico.
- Demencias infecciosas: Se incluyen en este grupo aquellas demencias causadas por Enfermedad de
Jacob Creutzfeldt, Demencias postencefalitis o posmeningitis, a causa de Neurosífilis, Demencia por
complejo SIDA y Demencia debido a Parasitosis cerebrales (cisticercosis y otras).
- Enfermedades de la sustancia blanca: Incluye las Demencias causadas por enfermedades como
Esclerosis múltiple, Leucodistrofias y Demielinización postaxónica.
- Demencias Tóxicas: Asociadas a etilismo y al uso de fármacos ilícitos como la cocaína y el neoprén.
- Demencias por fallas metabólicas o carenciales: Demencias a causa de Encefalopatía de Gayet-
Wernicke, Encefalopatía portal, urémica o hipóxica y las Demencias por carencia de vitamina B12.
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3. Diagnóstico Diferencial
Donoso & Vásquez (2002) refieren que así como no existe un límite preciso entre envejecimiento natural y DCL,
tampoco existe un límite exacto entre el DCL y la EA, es más, los límites propuestos parece ser artificiales. Por
ejemplo, para el diagnóstico de DCL se requiere un rendimiento mnésico una desviación estándar más abajo
que sus pares, o bien, la presencia de incapacidad para desempeñar con normalidad las actividades cotidianas.
Entonces bien, considerando lo anterior, los autores recalcan las siguientes interrogantes, ¿cuáles deberían ser
las actividades habituales en una persona de 75 años o más?, ¿las escasas actividades que tienen muchos de
los jubilados, que obviamente, son insuficientes?
Considerando lo anterior, algunos autores señalan que el DCL es una etapa preclínica de la EA.
Las personas con DCL tienden a presentar bajo rendimiento frente a pruebas neuropsicológicas de memoria
(Manning, 2004 en Grand & cols., 2011).
Feldman y Jacova (2005) señalan que éste déficit en la memoria parece demostrar una alteración a nivel de
almacenamiento y recuperación, más que de codificación. Lo anterior es consistente con lo encontrado en EA
por lo que podría evidenciar que el DCL es una fase preclínica de la EA (en Grand y cols., 2011).
Según lo propuesto por Petersen (Donoso, 2002) algunos factores que influyen en el paso de DCL a Demencia
son la edad, pues la incidencia de demencia aumenta con la edad; factores de riesgo vascular asociado, la
escolaridad, la relación entre beta amiloide y proteína tau en LCR y el volumen del hipocampo observada
mediante RNM cerebral.
La tasa de conversión de DCL a EA no está consensuada. Así Petersen, Doody, Kurz, Mohs, Morris, Rabins y cols.
(en Donoso & Vásquez, 2002) proponen que cada año el traspaso desde DCL a EA se produce en el 12-15% de
los sujetos con DCL y que al finalizar los 6 años la cifra aumenta hasta alcanzar el 80% de los casos,
aproximadamente. Señalan además, que otros pacientes con DCL pueden evolucionar eventualmente a otros
tipos de demencias, como demencias frontotemporales, Demencia por cuerpos de Lewy, entre otros. Por otro
lado, respecto a la tasa de conversión de DCL a EA, Kelley y Petersen (2007) refieren que aproximadamente
75% de los sujetos con DCL se transforman a EA y un 25% evoluciona a otros tipos de demencia.
Finalmente, más recientemente, Valls-Pedret y cols. (2010), indican que la tasa anual de conversión hacia
demencia es de 10-15% aproximadamente y que después de 3 años de seguimiento aumentan hasta alcanzar
el 50%.
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I. BIBLIOGRAFÍA (APA)
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Mediterráneo.
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