Este documento resume la revista Literal, una publicación emblemática de la "Generación Literal" en Argentina en los años 1970. La revista, fundada por los hermanos Germán y Horacio García, mantuvo una postura crítica frente a la polarización política del momento y abogó por mantener la independencia de pensamiento y la libertad de expresión cultural en una época de creciente militarización que terminaría en la dictadura militar de 1976. La revista sólo alcanzó cinco números debido a que fue silenciada por el terrorismo de Estado durante el Proceso de Re
Generación Literal: Revista emblemática de una época
1. LITERAL,
REVISTA DE UNA GENERACIÓN CON HORACIO Y GERMÁN GARCÍA
El año 2011 la Biblioteca Nacional de la República Argentina publicó una edición
facsímil de Literal, revista emblemática de una generación, a la que bien podríamos
denominar la “Generación Literal”. “Éramos jóvenes, intelectuales y pobres” dice uno
de los participantes de aquella aventura, Óscar Steimberg. Sí, jóvenes, intelectuales y
pobres fueron siempre los que “la movieron”, desde que el mundo es mundo.
Y el mundo se estaba moviendo y la Argentina se estaba moviendo (¿hacia dónde?-
pero ésa es otra cuestión). Ante la polarización de fuerzas que marcaba los
prolegómenos del Proceso, Germán García –escritor, psicoanalista lacaniano- lanzó
aquello de “no matar la palabra, no dejarse matar por ella”. Es decir, mantener la
libertad de pensamiento, la independencia de pensamiento. “No ceder al impulso
militante generalizado” dice Germán. Podría replicársele que luchar por la
independencia de pensamiento es, también, una militancia. Pero es –oh, paradoja- la
militancia de la independencia, la militancia de la no militancia.
Literal sólo llegó hasta el número doble 4-5. La mató el Proceso, el terrorismo de
Estado. El último número fue editado por Horacio García, quien se iniciaba como
editor. Una revista que mantuvo una postura crítica frente a la barbarie del momento y
que bregó por mantener los valores de la cultura y de la tolerancia en momentos en que,
ante la palabra cultura, no faltaban quienes, siguiendo la legendaria cita nazi (es una de
esas citas de las que nadie está muy seguro), desenfundaban la pistola.