Marchando en Medellín por la defensa de Colombia . Razones y Escenas de una ...
Estadísticas de INEGI a propósito del día mundial de la justicia social 2014
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“ESTADÍSTICAS A PROPÓSITO DE…
DÍA MUNDIAL DE LA JUSTICIA SOCIAL (20 DE FEBRERO)”
DATOS NACIONALES
• En México existen 35 hogares con jefatura femenina por
cada 100 hogares con jefes hombres en condiciones de
pobreza multidimensional.
• Por cada 100 pesos que gana un hombre por su trabajo,
una mujer gana en promedio 75.
• En 2012, en promedio una mujer dedicó 22.1 horas
semanales a los quehaceres domésticos por 7.8 horas
dedicadas por los varones.
Justicia social
El concepto de justicia social apareció a mediados del siglo XIX, señalando las
situaciones de desigualdad social, que definen la búsqueda de equilibrio entre partes
desiguales, por medio de la creación de protecciones o desigualdades de signo contrario,
a favor de los más débiles.
La justicia social se remite directamente al derecho de los sectores más desfavorecidos
de la sociedad, en especial los trabajadores, y al goce de los derechos humanos sociales
y económicos, conocidos como derechos de segunda generación, de los que ningún ser
humano debería ser privado.
La Asamblea General de la Naciones Unidad proclamó el 20 de febrero el Día Mundial de
la Justicia Social en 2007, al invitar a los Estados Miembros a dedicar este día a
promover, a nivel nacional, actividades concretas que se ajusten a los objetivos y las
metas de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social y sus respectivos indicadores.
La celebración del Día Mundial de la Justicia Social está orientada a apoyar la labor de la
comunidad internacional encaminada a erradicar la pobreza, promover el empleo pleno y
el trabajo decente, la igualdad entre los sexos y el acceso al bienestar y la justicia social
para todos.
Con la finalidad de participar en la celebración de este día, el Instituto Nacional de
Estadística y Geografía (INEGI) presenta una serie de indicadores generados para dar
cuenta de las brechas de género, los cuales permitan visibilizar algunas desigualdades en
el ejercicio de los derechos sociales, así como mostrar la relación de estas con la
pobreza. Estos indicadores están basados en la metodología multidimensional de la
pobreza, que en diciembre de 2009 fue publicada por el Consejo Nacional de Evaluación
de la Política Social (CONEVAL) y sirve como fuente metodológica de la estadística oficial
de pobreza en nuestro país.
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Indicadores sobre género y pobreza
Los indicadores a continuación presentado tienen su origen en el primer intento por parte
del CONEVAL, de desarrollar un sistema de indicadores basado en que las diferencias
socialmente construidas entre hombres y mujeres impactan las condiciones de vida de las
personas, mediante una distribución desigual de los recursos (tanto económicos como no
económicos) que, generalmente, coloca a las mujeres en situación de desventaja.
Frecuentemente estas diferencias redundan en desigualdades que maximizan las
carencias y la pobreza de las mujeres respecto de los hombres, aun cuando la
supervivencia se organice de manera colectiva en hogares o familias1.
Las dimensiones contempladas en el sistema de indicadores sobre género y pobreza son
aquellas consideradas en la metodología desarrollada por el CONEVAL para la medición
de la pobreza, además de otros tres espacios relevantes en el análisis de la desigualdad
de género: el trabajo remunerado, el trabajo no remunerado y la composición de los
hogares.
Brecha de género en hogares, según condición de pobreza
Las estadísticas demográficas y sociales han registrado desde hace algunos años una
reconfiguración del papel que las mujeres desempeñan en sus hogares, lo que refleja el
cambio gradual de ciertos estereotipos de género, mismos que conviven sin embargo, con
la resistencia de otros.
Razón de hogares por sexo de la jefatura y edad del jefe o la jefa,
2012.
80
70
58
60
50
37
40
30
34
25
20
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H
10
0
14-44
45-64
65 o más
Total
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
1
Kabeer, Naila. (2006). Lugar preponderante del género en la erradicación de la pobreza y las metas del
desarrollo del milenio. Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo. México. Consultado
y descargado en: http://idl-bnc.idrc.ca/dspace/bitstream/10625/26748/26/122447.pdf 15 de
enero de 2014.
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En 2012 y de acuerdo con información del Módulo de Condiciones Socioeconómicas de la
Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares (MCS-ENIGH 2012), por cada
cien hogares con jefatura masculina, existen 34 que son dirigidos por una mujer. Esta
razón aumenta según se incrementa la edad de las jefaturas, llegando a 58 hogares con
jefatura femenina por cada 100 masculinas cuando el jefe(a) tiene 65 años o más.
Por otro lado, el papel mayormente activo de las mujeres como jefas de hogar está
directamente relacionado con una mayor participación de ellas en el mercado laboral. En
2012 y de acuerdo con el MCS-ENIGH 2012, tres de cada diez hogares del país cuentan
con una mujer como la principal perceptora de ingresos
Los hogares con jefatura femenina presentan características demográficas que revelan
una mayor vulnerabilidad, particularmente por ser de un elevado número de integrantes.
Ello se traduce en mayores necesidades de todo tipo. En 2012, los hogares dirigidos por
mujeres que se encontraban en situación de pobreza contaban también con una relación
demográfica desfavorable, pues contenían a más miembros dependientes que
proveedores.
Razón de hogares por sexo de la jefatura, edad y condición de pobreza del jefe o la
jefa, 2012
100
90
80
70
50
40
30
34
38
33
24
58
58
57
60
35
25
25
37
34
20
10
0
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14-44
45-64
65 o
más
Pobres
Total
14-44
45-64
65 o
más
Total
No pobres
14-44
45-64
65 o
más
Total
Total
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
Los valores de la gráfica muestran el número de hogares con mujeres declaradas como
jefas de hogar, por cada cien hogares en los que los hombres lo son, según grupos de
edad y condición de pobreza del jefe o la jefa.
Al analizar la relación entre la situación de pobreza de los hogares y el sexo de la jefatura
de los mismos, se identifica que la razón de jefaturas femeninas es mayor en los hogares
no pobres, pese a no ser una diferencia considerable respecto de la razón total. Sin duda
este indicador ofrece elementos para el debate sobre la feminización de la pobreza. Esta
razón por diferentes grupos de edad muestra que a mayor edad, la razón de hogares en
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pobreza se mantiene constante respecto a la razón total de hogares con jefatura
femenina: 57 de cada 100 hogares pobres son jefaturados por una mujer, mientras que en
el total de los hogares sin incluir su condición de pobreza, esta relación es de 58 por cada
100.
Brecha de género en ingresos del jefe de hogar, según condición de pobreza
La generación de ingresos para la subsistencia recae predominantemente en los
hombres. Siete de cada diez hogares cuentan con un varón como perceptor principal y
estos generan dos terceras partes de los ingresos de las familias, tanto para aquellos que
se encuentran en pobreza como para los que no lo están. Sin embargo, este escenario
presenta cambios; entre 2008 y 2012 se observan incrementos en la contribución
femenina al ingreso total de los hogares, pasando de 29.2% en 2008 a 30.7% en 2012
para los hogares pobres y de 32.6% a 34.4% para los hogares no pobres, en el mismo
periodo.
Distribución porcentual del ingreso corriente monetario de los hogares, por sexo
del perceptor y condición de pobreza, 2008-2012
100
30.6
30.7
32.6
33.2
34.4
70.8
69.4
69.3
67.4
66.8
65.6
2008
2010
2012
2010
2012
j
a
t
n
e
c
r
o
P
50
29.2
0
2008
Pobres
No pobres
Hombres
Mujeres
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
La participación de las mujeres en la generación de recursos monetarios para los hogares
es significativa aunque presenta mayores vulnerabilidades que la masculina. Pese a
contar con el mismo nivel educativo, las remuneraciones de las mujeres ocupadas son
menores a las que perciben los hombres, a pesar de contar con la misma escolaridad. La
razón total del ingreso laboral es de 94 pesos percibidos por las mujeres ocupadas por
cada 100 pesos remunerados a los hombres; esta diferencia disminuye conforme
aumenta el nivel de escolaridad, pues para aquellos ocupados con un nivel de educación
básica la razón de ingresos es 83 pesos por cada 100 y para quienes cuentan con
educación superior es de 92 pesos para las mujeres por cada 100 de los hombres.
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Según la situación de pobreza de las/los ocupados, esta razón es más notoria aunque se
mantiene la situación de ser menor conforme aumenta el nivel de escolaridad; para los
ocupados en situación de pobreza y que tienen un nivel preescolar o menor, la razón de
ingreso muestra su diferencia más amplia pues por cada 100 pesos percibidos por los
hombres en esta condición, las mujeres obtienen solamente 40.
Razón del ingreso laboral de trabajadores/trabajadoras por nivel de escolaridad y condición
de pobreza, 2012
Condición de
pobreza
Nivel de escolaridad
Ingreso de mujeres por cada cien
pesos de ingreso de hombres
2012
Total
Preescolar o menos
83
91
92
Total
75
Preescolar o menos
40
Básica
72
Media superior
81
Superior
82
Total
91
Preescolar o menos
74
Básica
82
Media superior
93
Superior
No pobres
Básica
Superior
Pobres
53
Media superior
Total
94
90
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
Como se mencionó, las diferencias salariales entre sexos son aún mayores entre la
población pobre por nivel de escolaridad; sin embargo, estas brechas tienden también a
cerrarse conforme la educación es mayor. Una característica de los ingresos monetarios
de las mujeres es su dependencia de fuentes indirectas; es decir, no provienen de una
retribución por su participación en el mercado de trabajo, sino que su fuente son
transferencias, las cuales pueden ser públicas o privadas.
De acuerdo con el MCS-ENIGH 2012, 96.9% de los ingresos de los hombres provienen
de su trabajo (fuentes directas), ya sea su salario o una pensión, porcentaje que aumenta
a 97.6% al tratarse de hombres no pobres. Por su parte, 11.9% de los ingresos de las
mujeres son por vías indirectas (transferencias monetarias privadas o públicas) porcentaje
que aumenta hasta 31.7% al tratarse de mujeres en situación de pobreza.
Brechas de género en salud según condición de pobreza
El acceso a servicios médicos y en particular el acceso a la salud es un elemento
fundamental para el ejercicio de los derechos sociales de la población, pues no solo
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permite la conservación del buen estado físico y mental de las personas, sino además
reduce los gastos catastróficos en salud con su concerniente impacto sobre los recursos
de las familias y evita que, ante eventos de esta naturaleza, los hogares se descapitalicen
o comprometan su patrimonio. La atención de la salud presenta matices particulares en el
caso de las mujeres, quienes requieren de servicios específicos en materia de salud
sexual y reproductiva y, dada su mayor longevidad, son también mayoría entre quienes
requieren tratamientos para padecimientos crónicos degenerativos o servicios geriátricos.
La carencia por acceso a servicios de salud fue la privación que más se redujo entre 2008
y 2012, pues 17.6 millones de personas dejaron de encontrarse en carencia por acceso a
servicios de salud. Esta disminución del número de personas carentes por este derecho
social, tuvo un efecto significativo entre la población femenina: en 2012, aproximadamente
ocho de cada diez mujeres se encontraban afiliadas a algún programa o institución de
salud. En este último año también registró un aumento de la cobertura enfocado a
mujeres en pobreza.
Razón mujer/hombre derechohabientes a servicios de salud, por condición de
pobreza, 2012
5
0
1
2
1
0
1
t
n
i
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4
0
1
7
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D
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9
8
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T
120
5
1
140
80
60
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20
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h
n
i
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a
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o
p
s
r
e
j
u
M
40
0
Total
Pobres
No pobres
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
La mayoría de las mujeres cuentan con acceso a servicios de salud, derivado de su
relación con otras personas o de su pertenencia a programas sociales, lo que implica un
acceso indirecto a estos servicios que no depende exclusivamente de ellas y no cuentan
con garantías al respecto.
Brechas de género en seguridad social según condición de pobreza
En nuestro país, el acceso a la seguridad social, entendida como una serie de
mecanismos que buscan el bienestar de la población ante contingencias, riesgos o
procesos propios del curso de vida, y que están relacionados principalmente con los
sistemas de pensiones o jubilaciones, así como con el acceso a servicios de salud, se
deriva principalmente de un vínculo laboral; las mujeres al tener una cada vez mayor
participación en el mercado laboral han aumentado su porcentaje de acceso a este
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derecho social. Sin embargo, la inclusión de las mujeres en el mercado laboral se
caracteriza principalmente por una menor participación respecto a la de los hombres, así
como por la incorporación en actividades precarias, patrón que se acentúa en situaciones
de pobreza. En 2012 por cada diez hombres ocupados que contaban con los beneficios
propios de la seguridad social, sólo cinco mujeres ocupadas se encontraban en la misma
situación.
Brecha en el porcentaje de hombres y mujeres ocupados/as que nunca han
cotizado en alguna institución de seguridad social, según condición de pobreza,
2012
Total
16-44
Pobres
45-64 65 o más Total
16-44
No pobres
45-64 65 o más Total
16-44
45-64 65 o más Total
0
-1
9
.
5
-35
-3
1
.
2
-30
-2
9
.
5
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-25
-1
2
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8
-1
0
.
9
-20
-1
4
.
5
-1
9
.
2
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3
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0
-15
-8
9
.
-8
6
.
-5
0
.
-10
-4
8
.
-5
-40
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
En el periodo de 2008 a 2012 el acceso directo a la seguridad social no creció
significativamente. Esto significa que pese al aumento del número de personas ocupadas,
esta participación laboral no se refleja en las condiciones mínimas de seguridad social.
Esta situación prevalece entre la población femenina, acentuada entre las mujeres
ocupadas en situación de pobreza, pues para 2012 menos de una de cada diez mujeres
en esta condición cuenta con acceso a la seguridad social mediante su trabajo.
De acuerdo con los resultados de pobreza multidimensional, en 2012 se observa que en
edades más avanzadas aumenta el porcentaje de mujeres que nunca han cotizado a
alguna institución de seguridad social, lo que implica que no contarán de manera directa
con pensión y otros servicios asociados a la protección social.
Brechas de género en vivienda según condición de pobreza
El acceso a servicios básicos de la vivienda, así como las características físicas de las
mismas, tienen implicación directa en la calidad de vida de sus ocupantes de diversas
formas.
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Las condiciones de precariedad de las viviendas es mayor entre la población pobre (hasta
cuatro veces más) y se presenta mayormente en hogares dirigidos por hombres. En 2012
una de cada cuatro viviendas precarias era encabezada por un varón, mientras que una
de cada cinco tiene como jefa a una mujer.
Porcentaje de hogares con carencia en calidad y espacios de la vivienda, por sexo
de la jefatura del hogar y condición de pobreza del jefe o la jefa, 2012
Total
Pobres
No pobres
25.0
20.4
19.8
20.0
18.1
15.0
11.1
10.8
9.9
10.0
4.6
5.0
4.6
4.6
0.0
Total
Hombres
Mujeres
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
Según datos del MCS-ENIGH 2012, 20.4% de los hogares pobres con jefatura masculina
son carentes por calidad y espacios en la vivienda, porcentaje mayor que el 18.1% de los
hogares jefaturados por una mujer en la misma condición de pobreza.
Las viviendas que carecen de servicios básicos incurren en la necesidad de que sus
miembros realicen ciertas tareas que compensen estas carencias, como acarrear leña y
agua, labores que son realizadas principalmente por varones en una razón de 60 mujeres
por cada 100 hombres que realizan estas actividades, normalmente efectuadas por
hombres jóvenes o adultos mayores, etapas de menor actividad laboral.
Brechas de género en acceso a la alimentación según condición de pobreza
El tener acceso en todo momento a alimentos suficientes y adecuados es una de las
principales necesidades para el desarrollo. De acuerdo con el MCS-ENIGH 2012, las
mujeres, en particular las jefas de familia, se encuentran en situación de carencia por
acceso a la alimentación con mayor intensidad.
El indicador de Brecha en el porcentaje de hogares según grado de inseguridad
alimentaria, sexo de jefatura del hogar y condición de pobreza muestra la diferencia entre
el porcentaje de hogares dirigidos por mujeres que experimentan cada uno de los grados
de inseguridad alimentaria respecto al de los hogares que se encuentran en la misma
situación pero son jefaturados por hombres, diferenciando en cada caso la condición de
pobreza de las jefas y jefes del hogar.
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Brecha en el porcentaje de hogares según grado de inseguridad alimentaria, sexo
de jefatura del hogar y condición de pobreza, 2012
Seguridad alimentaria
Inseguridad alimentaria moderada
Inseguridad alimentaria leve
Inseguridad alimentaria severa
4.1
3.1
2.9
2.5
0.9
-0.4
-1.3
-1.5
-1.6
-1.3
-2.5
-5.0
Total
Pobres
No pobres
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
Los valores negativos expresan un mayor porcentaje de hogares con jefatura femenina en
cada uno de los grados de inseguridad alimentaria, en tanto que valores positivos
expresan un mayor porcentaje de hogares con jefatura masculina en la misma situación.
La brecha se expresa en puntos porcentuales.
La mayor parte de los hogares con seguridad alimentaria son dirigidos por hombres,
mientras que en los hogares dirigidos por mujeres se experimentan mayores niveles de
inseguridad alimentaria. En 2012, 24.3% de los hogares con jefatura femenina presentaba
carencias por acceso a la alimentación, llegando a 41.5% en condiciones de pobreza;
esta carencia tiende a ser de moderada a severa en hogares pobres con jefas mujeres.
De acuerdo con el CONEVAL, 1.3 millones de los 3.1 millones de hogares en condiciones
de pobreza con jefatura femenina sufren de carencia por acceso a la alimentación
mientras que de los 9.6 millones de hogares en pobreza con jefatura masculina, 3.3
millones sufren de carencia por acceso a la alimentación.
Brecha de género en el tiempo dedicado al trabajo doméstico no remunerado
El trabajo doméstico no remunerado es una de las dimensiones en las que la desigualdad
en las condiciones de vida de hombres y mujeres se expresa con mayor claridad, además
de que muestra la sobrecarga de trabajo a la que están expuestas las mujeres. En
promedio, ellas dedican a los quehaceres domésticos entre diez y veinte horas semanales
más que los hombres, y entre ocho y quince horas semanales más al cuidado de otros,
condición que se ha incrementado en el periodo 2008 a 2012. En 2008 una mujer
dedicaba en promedio 20.1 horas a los quehaceres domésticos por 7.8 horas semanales
de los hombres. En 2012, las mujeres dedicaban 22.1 horas semanales en promedio por
las mismas 7.8 horas de los varones.
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Brecha en el tiempo promedio que hombres y mujeres destinan a quehaceres
domésticos, cuidado de otros y quehaceres domésticos para ocupados, por grupos
de edad y condición de pobreza, 2012
Pobres
14-44
45-64
No pobres
65 o más
Total
14-44
45-64
65 o más
Total
0.0
-3.3
-5.0
-10.0
-15.0
-8.7
-8.8
-12.7
-14.0
-15.0
-14.9
-20.0
-4.1
-13.8
-13.1
-12.6
-13.3
-8.9
-11.1
-15.9
-11.8
-13.0
-10.4
-13.3
-9.7
-11.6
-13.0
-16.8
-19.9
-25.0
Quehaceres domésticos
Cuidado de otros
Quehaceres domésticos ocupadas/os
Fuente: estimaciones del CONEVAL con base en el MCS-ENIGH 2012.
Esta diferencia en las cargas de trabajo doméstico es aún mayor para las mujeres en
condición de pobreza. En total aumenta en casi dos horas la brecha de horas semanales
promedio dedicadas a los quehaceres domésticos según condición de pobreza, pues
pasa de 22.1 para el total de las mujeres a 23.8 cuando estas están en condiciones de
pobreza; lo contrario sucede con el cuidado de las personas: las mujeres dedican en
promedio 26.1 horas a la semana al cuidado de otros, mientras que las mujeres pobres
dedican 25.9 horas semanales en promedio.
Estas situaciones son comunes tanto para las mujeres que participan en el mercado
laboral como para las que no lo hacen. En el primer caso, la sobrecarga de trabajo es aún
más notable ya que deben dividir su tiempo entre labores extradomésticas y el trabajo
doméstico no remunerado, es decir, realizar una doble jornada laboral.
Con esta información, el INEGI brinda indicadores para un mayor conocimiento de los
grupos socialmente vulnerables y su condición de pobreza multidimensional. Consulte
este documento en el sitio del INEGI www.inegi.org.mx, en la Sala de prensa:
http://www.inegi.org.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/default.asp?c=269&e=
Si requiere información por entidad federativa consulte nuestro sitio, acuda a los centros
de información o comuníquese vía telefónica o por correo electrónico.
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Bibliografía
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Indicadores. Pobreza y género en México. Consultado en http://www.coneval.gob.mx
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Módulo de Condiciones Sociodemográficas. Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos
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http://www.inegi.org.mx/sistemas/microdatos2/DefaultGeneral.aspx?c=27894&s=est, marzo
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