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Guía para personas que tartamudean, familiares, maestros y otros
profesionales
Alfonso Salgado Ruiz
Si existen disfluencias patológicas en un niño o un problema de tartamudez cronificada
en un chico mayor o un adulto, es imprescindible contar con la intervención de un
terapeuta especializado, bien sea un logopeda o un psicólogo experto en problemas
de lenguaje y habla.
No obstante, el proceso terapéutico se facilita bastante si se poseen ciertos
conocimientos básicos y unas actitudes de colaboración que provienen de una
comprensión correcta de los problemas de fluidez.
Por otra parte, el tratamiento es un proceso activo. En el caso de la tartamudez infantil,
se hace imprescindible la colaboración de padres, maestros y personas cercanas al
niño. En el caso de los adultos, el tratamiento no se centra sólo en el habla sino en
una serie de comportamientos y estilo de comunicación que pueden verse alterados
por la tartamudez. Además, la gente que rodea a la persona que tartamudea necesita
saber cómo comportarse ante un error en el habla o ante un bloqueo, de manera que
la comunicación sea natural, fluida y agradable.
Estas páginas intentan contribuir a lograr estos objetivos y ayudar en la solución de
estas necesidades. En muchos casos, pueden servir de lectura reflexiva en un proceso
terapéutico.
En otros casos actúan como una guía de autoayuda para padres y afectados. También
se ha procurado incluir algunas recomendaciones para otros profesionales de la salud
y la educación, así como pequeños consejos para manejar situaciones puntuales
especialmente difíciles. En la redacción de esta sencilla guía se han seguido algunas
de las directrices propuestas por asociaciones de ayuda para personas con
tartamudez de reconocido prestigio y gran experiencia, como la Stuttering Foundation
of America (Fundación Americana para la Tartamudez).
Como en el caso de la guía para el terapeuta, se diferencian las orientaciones para la
tartamudez temprana (guía para padres, maestros y pediatras) y para la tartamudez
establecida (orientaciones de autoayuda para niños mayores, adolescentes y adultos;
consejos para manejar situaciones difíciles, para los directivos y para actuar
correctamente ante las disfluencias de una persona familiar o amiga).
1.- Guía para los padres
Esta pequeña guía se ha escrito pensando en padres de niños entre los dos y los seis
años de edad. Si el tartamudeo continúa después de los primeros años de vida,
adquiere ciertos matices nuevos que no se encuentran en los niños pequeños. Los
apartados que usted encontrará a continuación se centran en los niños de menor
edad.
La guía no pretende decirles todo lo que se sabe acerca de la tartamudez, sino que se
ha seleccionado información que pueda ser útil para comprender el problema y les
ayude a hacer algo beneficioso. Esperamos que estas pautas sean un sencillo
instrumento orientativo que les permita analizar los problemas de habla de su hijo con
más precisión. Nadie mejor que ustedes conoce a su hijo, sus características, su modo
de relacionarse,... y no hay mejor instrumento para estimular el lenguaje del pequeño
que ustedes mismos. Por eso, la mejor guía es la observación del comportamiento de
su hijo. Estas páginas sólo intentan darles información precisa sobre la tartamudez y
señalarles algunas pautas que orienten su observación y les ayude a ser mejor
instrumento aún para el desarrollo del habla de su hijo. Por tanto, nos centraremos en
(1) definir sencillamente qué es la tartamudez infantil, (2) cómo determinar si su hijo
tartamudea o sólo tiene variaciones normales del habla, (3) cómo pueden ustedes
reconocer las señales de peligro del tartamudeo, para evitar que éste aparezca o se
desarrolle y ayudar a su hijo a hablar mejor.
1.1.- Algunas ideas sobre el habla en los niños pequeños y lo que se considera
“normal” El habla empieza con el primer llanto después del nacimiento y se desarrolla
rápidamente durante los dos primeros años de vida. Ustedes mismos son conscientes
de lo rápido que el niño ha aprendido a emitir sonidos, palabras (que al principio eran
como medias palabras) y cómo en poco tiempo, aprendió a formar pequeñas frases
con sentido. Cuando el niño empieza a formar frases más largas, entre los dos y los
seis años, es posible que experimente dificultades notables para hablar de forma
fluida. Es decir, todos los niños repiten palabras y frases, vacilan a menudo y tienen
problemas de vez en cuando con el flujo de las palabras.
Usted mismo experimentará que no siempre habla igual de fluido, sino que a veces
tartamudea (por ejemplo cuando está nervioso) y, de hecho, si hace la prueba de
grabarse en una cinta, podrá comprobar con cuánta frecuencia no termina la frase,
inicia su intervención con alguna muletilla, se equivoca en las pausas, vacila, se le
traba la lengua,... Por tanto, los momentos de falta de fluidez (que se denominan con
el término técnico de disfluencias) son normales en todo el mundo, y especialmente
frecuentes en un niño entre dos y seis años, que todavía está aprendiendo a decir bien
ciertos sonidos o palabras, arreglo de frases, y no se maneja del todo con ciertas
presiones normales sobre el habla (por ejemplo, cuando está enojado, cuando le
pedimos que hable con un desconocido, cuando le hemos reñido y le pedimos
explicaciones,...).
Ahora bien, algunos niños tienen especial dificultad para hablar de manera suave y
rítmica, y parece que estas disfluencias son más llamativas y duraderas que en otros
niños. Entonces, si existen errores normales de fluidez ¿cómo saber si el lenguaje de
mi hijo es normal o tiene síntomas de tartamudez?
Para empezar, debemos decir que, hablando del lenguaje, “normal” no es sinónimo de
“perfecto”. Más bien, “perfecto” es sinónimo de “artificial”, “infrecuente”, “extraño” o,
“sospechoso”. Nadie habla siempre sin un solo error, nadie habla siempre siguiendo
las normas impuestas por no se sabe quién. “Normal” es la imagen en la cual creemos
estar y esperamos que se encuentren nuestros hijos, y también es la imagen que
tenemos de la generalidad del comportamiento de la gente, pero esto supone una
enormes diferencias entre unos y otros. Por ejemplo, hay personas que hablan casi
susurrando mientras otros parece que vocean; algunos hablan tan deprisa que apenas
se les entiende mientras otros titubean y revisan, y parece que nunca van a termina de
decir lo que quieren.
Si esto es así ¿cómo puede usted saber si su hijo ha cruzado la línea que separa lo
que es “normal” de lo que no lo es? Lo primero que debe saber es que no existe tal
línea, sino gente que habla mejor y gente que habla peor, es una cuestión de grado.
Ahora bien, si usted está preocupado por el lenguaje de su hijo, sin duda es porque
observa algo que no le parece normal. Bien, entonces lo que deberá hacer es
asegurarse de que sus criterios de normalidad son correctos y no están influidos por
creencias erróneas que todos podemos tener. En otras palabras, vamos a procurar
aclarar si las disfluencias de su hijo son normales o son indicativas de que algo no va
del todo bien y debemos actuar en consecuencia, seguramente ayudados por un buen
profesional.
1.2.- Qué es la tartamudez y cómo puede reconocerse La tartamudez es una
repetición involuntaria, con prolongación o bloqueo de una palabra o parte de una
palabra que la persona quiere decir. Un niño que tartamudea sabe lo que quiere decir,
pero no puede decirlo con fluidez. Puede que haya dicho la palabra en la que ahora se
loquea cientos o miles de veces sin tartamudear. Sin embargo, en esta ocasión, a
pesar de odos sus esfuerzos, es incapaz de decirla de manera espontánea, suave y
sin esfuerzo.
En sus fases iniciales, la tartamudez puede ser difícil de reconocer porque muchos
niños que mpiezan a tartamudear hablan la mayor parte del tiempo de una manera
muy parecida como lo hacen otros niños de su edad. Al principio, es posible que el
niño tartamudee ocasionalmente y sólo en ciertas situaciones, generalmente sin
ninguna razón aparente. En la ayoría de los casos, lo que se observa es simplemente
que repite mucho ciertas sílabas en ciertas palabras pero no hay signos de tensión ni
esfuerzo para hablar. En otros casos, parece que la tartamudez haya sido una
“enfermedad pasajera” porque pueden pasar varios días, o incluso una semana, sin
que haya vuelto a haber problemas, y entonces, sin previo aviso, el niño atraviesa un
periodo en el que parece que tartamudea cada vez que abre la boca. En otras
ocasiones, los padres nos preocupamos en exceso por pequeños errores de nuestros
hijos, que son del todo observables en otros niños si ponemos un poco de atención.
Por tanto, conviene fijarse en varias cosas para determinar la naturaleza “normal” o
“patológica” de los errores del niño.
En general, los niños que tartamudean parecen tener especiales problemas al iniciar
una palabra y muchas de las disfluencias ocurren al comienzo de una oración. Al
tartamudear, tienden a repetir partes de una palabra (sonidos o sílabas) más que
palabras o frases enteras. Además, repiten estos fragmentos dos o más veces antes
de poder decir lo que quieren. A veces pueden alargar exageradamente un sonido
(“cuuuuuuando me voy...) o bien se bloquean sin emitir ningún sonido ni decir nada.
También pueden dar la impresión de tener dificultades con su lenguaje o poner una
expresión en la cara como si hubiera un espacio en blanco. Ahora bien, la tartamudez
es algo más que una interrupción del flujo continuo de las palabras, por eso hay que
considerar todas estas señales de forma relativa, puesto que todas ellas necesitan ser
consideradas en el conjunto total del habla del niño. Conviene recordar también que
todas estas dificultades pueden ser pasajeras. En cualquier, caso, si usted detecta
varias de estas características, debería ponerse en contacto con un psicólogo del
lenguaje o un logopeda para que realice una evaluación más precisa. Vamos a
recordarle con más precisión algunas de las señales de peligro que puede detectar en
el habla de su hijo, y que le pondrán en guardia:
- Repeticiones múltiples: todo el mundo, y especialmente los niños, repite palabras y
frases, por eso no tiene nada de extraño que un niño de tres o cuatro años repita una
palabra varias veces. Pero puede suceder que lo que se repita frecuentemente sean
fragmentos de palabra casi siempre la primera sílaba. Si su hijo repite la primera sílaba
con frecuencia, es posible que tenga problemas de dicción. La repetición de sílabas
puede ser una torpeza pasajera pero puede indicar un impedimento serio.
- Prolongaciones: algunos niños, en vez de repetir los sonidos iniciales, alargan el
primer sonido de la palabra (“bbbbuuuuuenos días”). No es improbable que se den los
dos tipos de síntomas. Estas dos primeras señales de peligro (repeticiones de parte de
palabras y prolongaciones) se dan de vez en cuando en todos los niños. Los padres
deben preocuparse cuando ocurren con frecuencia, en muchas situaciones diferentes,
y cuando afectan a la comunicación de su hijo. Si es así, es probable que no tarde en
presentar otras señales de peligro.
- Temblores: cuando su hijo se queda “atascado” en alguna palabra, tal vez sea
posible observar que tiemblan o le vibran los pequeños músculos de su boca y su
mandíbula. El temblor puede ser pequeño o grande y puede estar relacionado con las
dificultades que experimentan al hablar libre y fluidamente. También puede pasar que
se le quede la boca inmóvil sin que salga ningún sonido. Conviene ver con qué
frecuencia sucede esto y si se hacen más notorios con el tiempo.
- Subidas de volumen y tono de voz: si su hijo se esfuerza por pronunciar una palabra,
el tono y volumen del sonido que intenta decir pueden subir hacia el final. Estas
subidas pueden ser repentinas o graduales y son indicadoras del esfuerzo que el niño
está haciendo.
- Tensión muscular y lucha para decir lo que quiere: además de otras señales, a veces
se le hará difícil pronunciar ciertas palabras al tener demasiada tensión en los labios,
la lengua, la garganta o el pecho. Esta tensión suele variar según el tiempo y lugar o
incluso puede desaparecer del todo. En cualquier caso, si esta fuerza para decir las
palabras y la tensión muscular están presentes, no dude en visitar a un profesional,
pues es uno de los mejores signos de problema de fluidez.
- Momentos de angustia o evitación de hablar: quizás note a veces una expresión
fugaz de ansiedad en la cara de su hijo cuando se aproxima una palabra difícil de
pronunciar, o a lo mejor el niño se ha puesto a llorar y ha dicho que no puede decir lo
que quiere o que no le salen las palabras, o cualquier expresión de miedo a no hablar
bien. En otros casos, puede que el niño evite decir ciertas palabras por temor a
tartamudear. En estos casos, se le notará una cantidad excesiva de pausas al hablar,
sustituciones de unas palabras por otras o sonidos sin sentido antes de empezar a
hablar (“ehhh”, “mmm”,...), como si fueran muletillas que emplea para arrancar a decir
lo que quiere. Estas señales son indicativas de que el niño empieza a sospechar que
tiene un problema para hablar e intenta poner remedio. Si aprecia alguna de estas
características, no dude en consultar a un profesional para realizar una evaluación
precisa. Las señales de peligro se distinguen de las interrupciones normales en dos
aspectos. Las dos primeras (repeticiones múltiples y prolongaciones) deforman los
moldes del habla, afectando al ritmo con el que ésta sucede normalmente. Estas
anomalías pueden existir sin interferir demasiado con la comunicación, pero cuando
son frecuentes hay que reconocerlas como señales de tartamudez incipiente. Las
cuatro últimas se dan cuando el niño reacciona ante sus errores al hablar. Suelen
aparecer en niños algo más mayores, que empiezan a creer que no saben hablar sin
trabarse. Aunque aquí se han presentado por separado, a menudo ocurren juntas.
Estas señales son dificultades que entorpecen gravemente el flujo del habla y alteran
la comunicación. A corto plazo estos esfuerzos para no tartamudear alivian al niño,
pero a la larga son muy perjudiciales, pues no sólo no logran su objetivo sino que
producen un estilo de habla anormal. Y una última recomendación si desea observar a
su hijo: el habla no progresa siempre al mismo paso, y no es difícil que un niño tenga
más dificultades en algunas ocasiones que en otras. De manera que fíjese bien en los
momentos en los que su hijo habla bien, para no inquietarse        cualquier señal de
tartamudeo. Es decir, no le observe cada vez que abre la boca, sino sólo de vez en
cuando. Si usted se preocupa demasiado (a pesar de que preocuparse por el
desarrollo de los hijos parece formar parte de la condición de ser padre o madre) no
ayuda nada a su hijo, más bien lo contrario.
1.3.- Por qué tartamudea un niño Esta es una de las preguntas más frecuentes entre
los padres. Parece que si la “causa” de la tartamudez pudiera ser identificada, se
podrían dar mejor los pasos para eliminarla, pero lo cierto es que no se necesita
responder esa pregunta para poder ayudar a su hijo. A pesar de que se tiende a
pensar que la tartamudez tiene una causa, realmente puede tener varias. Lo más
probable es que la tartamudez se inicie cuando se combinan varios factores. Para
diferentes niños, causas diversas llegarán a un mismo resultado, de manera que
buscar la causa cuando en realidad existen varias puede ser parte del problema más
que de la solución. Hay muchas teorías sobre la causa de la tartamudez en el niño,
pero ninguna tiene en cuenta satisfactoriamente todo lo que se sabe sobre este
problema. Los niños que tartamudean no son más propensos a tener otros problemas
psicológicos, ni presentan más ansiedad que el promedio, ni existe ninguna razón para
pensar que la tartamudez está asociada a un trauma emocional o que se debe a una
forma inadecuada de educar al niño o a cualquier característica de los padres. Existen,
en cambio, razones poderosas para pensar que algunos niños que tartamudean lo
hacen por alguna causa genética, aunque ciertas condiciones ambientales deben estar
presentes para que se desarrolle el problema. Sería algo así como si hubiera cierta
vulnerabilidad genética que necesita de unos factores ambientales para que el
problema se manifieste. El lenguaje de estos niños parece ser más vulnerable para
disrupciones en la fluidez. No sabemos exactamente cuáles son las causas de esta
vulnerabilidad, pero algunos investigadores creen que alguna muy leve disfunción
cerebral interrumpe la coordinación precisa de los más de 100 músculos empleados
para la producción del lenguaje. Además hay razones para creer que que algunos
niños reaccionan ante estas faltas de fluidez con aprensión y tensión, empeorando su
habla, e incrementando así la posibilidad de que la tartamudez se mantenga. Entonces
¿las cosas que causan la tartamudez pueden ser diferentes de las que mantienen,
agravan o empeoran la tartamudez? Esencialmente, la respuesta es sí. Como también
puede decirse que una cosa es lo que causa la tartamudez y otras las que pueden
contribuir a que ésta mejore e incluso desaparezca. Con un ejemplo sencillo quizás se
entienda mejor: si uno coge mal un cuchillo puede cortarse con él, pero si le cae sal en
la herida, el dolor se hace más intenso y prolongado, aunque la sal no haya causado la
herida. Bien, aún no se ha encontrado definitivamente “el cuchillo” de la tartamudez,
pero sabemos mucho sobre la “sal” que la mantiene, la empeora o la agrava. Por ello,
vamos a centrarnos en las cosas que prolongan la tartamudez más que en las que
pudieron iniciarla, ya que podemos intervenir sobre ellas para cambiar lo que mantiene
y agrava el problema. Para empezar, debe decirse con gran claridad que los padres
no deben culparse por la tartamudez de sus hijos . Después de muchos años
de estudio, se ha encontrado que no existe ninguna razón para creer que el trato de
los padres a sus hijos tenga una influencia significativa sobre la tartamudez. Más bien
se trata de todo lo contrario: hay algunas cosas que los padres y el resto de la familia
pueden hacer para ayudar al lenguaje del niño. Por ejemplo, pueden tratar de crear un
estilo de vida más clamado, menos apresurado, pueden hablar más despacio, pueden
permitir que su hijo termine de expresar completamente lo que quiere decir, pueden
esperar un segundo o dos antes de responder a las preguntas de su hijo, pueden
tratar de no hablar por él,...
1. Completar las oraciones del niño
2. Apresurarle para que termine de expresar sus ideas y oraciones
3. Interrumpir al niño mientras habla
4. Fomentar o pedirle que hable con rapidez, precisión y madurez todo el tiempo
5. Corregir con frecuencia, criticar o tratar de cambiar la forma con la que habla o
pronuncia ciertos sonidos o palabras
6. Hacerle muchas preguntas seguidas
7. Hablarle al niño con un ritmo acelerado, especialmente cuando le hemos dicho que
él mismo debe hablar más despacio
8. Mantener en casa un ritmo de vida acelerado, sin rutinas de horario, o como si todas
las cosas debieran hacerse deprisa
9. Hacer que el niño lea en voz alta, haga demostraciones de sus habilidades verbales
o dé pequeños discursos frente a los amigos, parientes o vecinos

1. Tener un estilo de habla en casa tranquilo, sin prisa
2. Hablar sin prisa cuando se dirigen al niño
3. Dejar que el niño termine de expresar su idea cuando está hablando
4. No hablar por el niño y no apresurarle para que termine de decir lo que quiere
5. Dejar un segundo de pausa antes de responder a los comentarios o preguntas del
niño
6. Hacer pocas preguntas y de una en una
7. Apagar la TV y la radio durante las comidas, ya que éste es un tiempo privilegiado
para hablar en familia
8. Si su hijo está hablando mientras usted hace algo que requiere toda su
concentración (cuando conduce, cuando maneja herramientas,...), dígale que aunque
no le esté mirando, le escucha y que presta atención a lo que está diciendo
Cosas que ayudan Cosas que obstaculizan
Desafortunadamente, también hay cosas que los padres, hermanos, tíos y demás
familia pueden estar haciendo que retrasan y dificultan el lenguaje del niño, como por
ejemplo terminar las frases del niño, interrumpirlo mientras habla, presionarle para que
hable más deprisa, hablar con él a gran velocidad o mantener un estilo de vida
estresante en casa. En realidad, ninguna de estas actitudes que dificultan el lenguaje
del niño causan la tartamudez, pero este comportamiento pone las cosas más difíciles
para el niño, quien ya de por sí puede tener menos habilidades para establecer una
correcta fluidez. Si los padres cambian algunas cosas en casa, pueden ayudar mucho
a desarrollar el habla y reducir los problemas de fluidez.
Modo de interrelación entre los miembros de la familia
1. Demandas irreales al niño
2. Conflictos sobre la disciplina o una disciplina excesivamente rígida
3. Rutina familiar azarosa o poco consistente
4. Ritmo de vida familia rápido, estresado, agobiado, con exceso de actividades o
siempre contrarreloj
5. Experiencias de todo tipo que puedan hacer sentirse al niño infravalorado o con
poca autoestima
1. Ritmo de habla rápido y conversaciones aceleradas
2. Interrupciones al niño
3. Adivinar lo que el niño va a decir
4. Comenzar a hablar inmediatamente, en cuanto el niño hace una pausa o deja de
hablar
5. Bombardear al niño con muchas preguntas
6. Necesidad de competir para poder intervenir en la conversación; no respetar el
turno de palabra y superponerse
Modo cómo los padres y otras personas hablan con el niño
Tensión en la comunicación Tensión interpersonal
Por último, digamos algunas palabras sobre la recuperación espontánea de la
tartamudez infantil. Hasta ahora hemos hablado sobre lo que puede ayudar o dificultar
el desarrollo de la fluidez normal y lo que podemos hacer para mejorar este desarrollo
e impedir que la tartamudez avance. Pero también se sabe algo sobre los niños que
tartamudean y después dejan de hacerlo por sí mismos, sin que aparentemente haya
habido nada que cambiara. Dicho con otras palabras, cuando se habla de los factores
relacionados con la aparición y cronificación de la tartamudez, también debemos
hacerlo sobre los factores relacionados con su recuperación o persistencia.
En el siguiente cuadro se presentan algunos predictores más conocidos de evolución
negativa de la disfluencia temprana. Cuanto más factores de los recogidos en el
cuadro estén presentes en el caso de su hijo, más probabilidad existe de sea
necesaria la consulta a un profesional del lenguaje. No deje de hacerlo si es así, para
que él le aclare exactamente qué se debe hacer.
• Ser varón
• Tener antecedentes familiares de personas con tartamudez persistente (que no
desapareció de forma espontánea)
• Presentar disfluencias tipo-tartamudez desde hace más de 14 meses de su inicio
• Tener otros problemas de lenguaje: problemas de articulación, de lecto-escritura, de
desarrollo general del lenguaje,...
• Hablar deprisa
1.4.- Qué más puede hacer para ayudar a su hijo
Ya se han expuesto algunas cosas que usted puede hacer para facilitar el lenguaje de
su hijo y contribuir a un habla fluida. Aprovechamos para recordarle que el agobio y la
excesiva preocupación por las posibles disfluencias del niño en nada contribuyen a su
mejora. Por eso, seguramente muchas de las cosas que a continuación se proponen le
parecerán de sentido común, y así es. Pero a veces no nos damos cuenta y dejamos
de hacerlo, o adoptamos una actitud preocupada nada natural, que nos genera
malestar a toda la familia, y en nada contribuye a mejorar el problema.
En definitiva, la tónica general es trate a su hijo con problemas de fluidez exactamente
igual que al cualquiera de sus otros hijos, si los tiene, y si no los tiene, trátele como lo
haría si no hubiera percibido ningún problema en su modo de hablar. La primera y más
importante norma es, por tanto, la normalidad. Y a esta normalidad, añada unas
sencillas condiciones que hacen de la conversación con su hijo algo más agradable y
mejor estimulador de sus propias habilidades.
Algunas cosas ya se han comentado. Considere que su repetición se debe a que son
aspectos importantes para asegurar las mejores condiciones para su hijo.


Ocho consejos para hablar con su hijo
1. Hable a su hijo sin prisa, con pausas frecuentes. Cuando su hijo habla, déjele
terminar, esperando unos segundos antes de que usted comience a hablar. El habla
lento y relajado de los padres es mucho más eficaz que criticarle o decirle que “hable
más despacio” o que “lo intente de nuevo más despacio”.
2. Reduzca el número de preguntas a su hijo. Los niños hablan más libremente al
expresar sus propias ideas en lugar de responder a preguntas de los adultos. En lugar
de preguntar, haga comentarios sobre lo que su hijo haya dicho o hecho, haciéndole
saber de esta forma que usted le ha prestado atención.
3. Cuando su hijo tartamudee, utilice sus expresiones faciales y otras formas de
lenguaje corporal para comunicarle a su hijo que a usted le importa más el contenido
de sus palabras que su manera de hablar.
4. Asegúrese de dedicarle a su hijo un tiempo exclusivamente para él a una hora
regular todos los días, dejándole elegir lo que le gustaría hacer. Permítale dirigir las
actividades, decidiendo si quiere hablar o no. Durante ese tiempo especial, utilice con
él un habla lento, tranquilo, relajado y con pausas frecuentes. También puede ser un
tiempo precioso para leer cuentos, si al niño le apetece, o comentar lo sucedido en el
cole o a lo largo del día.
5. Procure que todos los miembros de la familia aprendan a escuchar y esperar su
turno antes de
hablar. A los niños, especialmente a los que tartamudean, se les hace más fácil hablar
cuando no hay interrupciones y cuentan con la atención de los demás.
6. Intente observar y conocer cómo se relaciona con su hijo. Déle a entender, tantas
veces como pueda, que le presta atención y que él no tiene que apresurarse a hablar.
Evite la crítica y disfrute de la conversación con su hijo.
7. No le pida que cuente algo o que hable delante de otras personas, sobre todo si no
son muy conocidas del niño o si él no quiere hacerlo. Evite situaciones difíciles en las
que puede costarle más hablar, tales como hablar cuando está nervioso, cuando usted
le ha castigado, cuando hay desconocidos,...
8. Por encima de todo, hágale saber a su hijo que usted le acepta tal y como es y que
no le exigen nada que él no pueda hacer con facilidad. Asegúrese de remarcar sus
logros en todos los campos. Esta es la mejor manera de asegurar una buena
autoestima. El habla lenta y relajada de los padres y todo lo que hagan para aumentar
la confianza de su hijo como hablante aumentará su fluidez y reducirá su tartamudeo.
Nunca le parezcan exageradas las muestras de apoyo a su hijo.
Como puede comprobar, lo más importante es que usted sirva como modelo a su hijo,
hablando con un ritmo lento y relajado. No hable tan despacio que suene anormal,
sino procure simplemente mantener una actitud de conversador sin prisa, con
suficientes pausas y sin interrupciones. De hecho, el lenguaje lento y tranquilo puede
ser muy efectivo cuando se combina con algún tiempo diario en que el niño tenga la
atención exclusiva de alguno de sus padres. Si quiere una buena receta, reserve
algunos minutos al día en los que no haga otra cosa más que escuchar a su hijo, para
que él le cuente lo que se le ocurra y usted pueda escucharle con toda la atención.
Cuando su hijo le hable o le pregunte algo, trate de hacer una pausa antes de
responder. Esto ayudará a que el lenguaje de su hijo esté menos presionado y sea
más relajado. Si aparecen repeticiones, prolongaciones o bloqueos frecuentes, trate
de no manifestar sorpresa o desagrado. Y si su hijo da muestras de estar preocupado
o molesto por sus errores, transmítale seguridad y tranquilidad diciendo algo así como
“sé que a veces hablar es difícil” o simplemente con una caricia y una sonrisa, sin
terminar su frase por él, y continuando la conversación con normalidad.
Procure emplear pocas preguntas, pero sin agobios. Si tiene algo que preguntar,
hágalo, pero procure hacer las preguntas de una en una y que su conversación no
parezca un interrogatorio. Muchas veces, un simple comentario da más libertad al niño
para hablar y consigue que nos cuente mucho más de lo que hace con una pregunta.
Y además le deja a él la iniciativa. Si además emplea usted frases cortas y no
demasiado complicadas, le está facilitando un modelo de habla y un escenario para
hablar fluidamente muy adecuado.
Recupere la preciosa costumbre de contar cuentos o historias a su hijo. Es un tiempo
para practicar este estilo de habla tranquilo, en un clima de intimidad, donde la
comunicación es sobre todo diversión. Después de oír sus historias favoritas varias
veces, el niño sabrá repetir algunas partes, contándolas con sus propias palabras y
sintiéndose dueño de su boca, de su voz y de su lenguaje.
Y por último, recuerde que una vida tranquila, ordenada, rutinaria, sin demasiadas
prisas por mil cosas que hacer es lo mejor para todos, y especialmente para sus hijos
pequeños. Evidentemente, la tartamudez no está causada por una vida más o menos
agitada, pero sin duda la tranquilidad es un buen arma para mejorar la fluidez de todos
los niños, sobre todo de quienes más lo necesitan.
1.5.- ¿Será necesario iniciar una terapia para su habla?
Si su hijo tartamudea en más del 10% de sus palabras, o habla con un esfuerzo
considerable, o evita tartamudear cambiando unas palabras por otras y emplea con
mucha frecuencia muletillas para arrancar a hablar, es probable que convenga una
visita a un profesional experto en lenguaje. De hecho, dos de cada tres niños que
tartamudean mejoran su lenguaje cuando van madurando y adquieren las habilidades
suficientes. Pero si no es así, conviene iniciar un tratamiento que asegure las mejores
condiciones para el desarrollo de la fluidez del niño. El experto sabrá adecuar el
tratamiento al niño, ya que no todos los casos son iguales y su hijo tendrá un
“tratamiento a medida” que será el más eficaz y breve que sea posible. A veces, la
terapia incluye sesiones con los padres, otras veces se centra en el modo de hablar
del niño, y en todo caso sabemos que es una forma efectiva de abordar el problema
cuando éste tiende a mantenerse. Conviene que la visita al profesional se haga cuanto
antes, una vez que usted ha podido determinar que las disfluencias no son normales o
están presentes algunos factores de riesgo de cronificación, como aparecen en las
páginas anteriores. Si el niño es mayor de seis años, o da muestras de que teme
hablar para no tartamudear, o evita situaciones de comunicación, entonces es posible
que piense que tiene un problema o que no puede hablar con fluidez, y comience a
practicar trucos para superar el problema -o disimularlo- que a la larga entorpecerán
aún más el lenguaje. En estos casos, no deje de pedir consejo profesional.
¿En qué suele consistir la terapia? Generalmente, con los niños pequeños se enseña
a los padres cómo crear un ambiente lo más propicio para la fluidez y se les enseña
cómo hablar con los niños de la manera más adecuada. Este tipo de tareas suelen ser
incluso divertidas para los padres, que además no se ven obligados a tener que
saberlo todo. Como ve, estamos seguros de que usted no es nada responsable de la
tartamudez de su hijo, pero es la mejor herramienta con la que contamos para su
solución.
Cuando los niños son más mayores, el terapeuta ayuda a modificar su estilo de habla,
enseñándoles una forma de hablar más relajada y eficaz. Además se suele enseñar a
los padres qué cosas hacer en casa para que faciliten aún más el éxito. El tratamiento
para los niños está presentado de forma lúdica y divertida. Los niños creen ir más bien
a jugar que a “curarse” de nada. Los terapeutas saben bien que esta actitud es muy
beneficiosa para el tratamiento, y además consigue motivar al niño para que cumpla
sus tareas sin crearle sentimientos de ser un niño “diferente”.
En caso de que usted busque ayuda profesional, asegúrese de que se trata de alguien
con experiencia en tratar problemas del lenguaje en niños y no dude en exponerle
cuantas dudas tenga sobre el modo de hablar de su hijo y sobre la falta de fluidez.
Participe activamente en el tratamiento siguiendo las pautas que le indiquen, sin
agobios ni prisas por ver resultados en pocos días. Recuerde que los cambios
perdurables son aquéllos que suceden de forma gradual e incluso tienen ciertas
recaídas, que el profesional sabrá manejar para asegurar que el lenguaje de su hijo
sea aquello que está llamado a ser: un instrumento para la comunicación y para
disfrutar de la relación con otros, especialmente con usted.
1.6.- Qué decir a la gente sobre el modo de hablar de su hijo
Aprender a hablar es algo muy costoso, aunque todos lo hemos olvidado y nos parece
que no lo es porque todos aprendemos a hablar. Por eso, tartamudear no es otra cosa
que cometer errores al hablar. Y cualquier cosa para impedirle cometer errores
pidiéndole que se esfuerce o ponga más cuidado no sólo es pedirle cosas imposibles,
sino asegurar una buena ayuda para seguir tartamudeando en el futuro, ya que se
pondrá tenso y esto le hará más difícil hablar sin trabarse. Esta es la idea base que
usted debe transmitir a las personas que rodean al niño, máxime si alguien se muestra
preocupado por el niño y le urge para que haga algo.
Si usted tiene más hijos mayores, puede explicarles de modo sencillo en qué consiste
el problema de su hermano y que ellos deben hacer tres cosas muy importantes: (1)
no interrumpirle cuando se habla o se equivoca, (2) escuchar lo que dice y no cómo lo
dice y (3) no acabar las palabras o las frases por él.
Evidentemente, usted debe evitar que haya burlas o comentarios jocosos sobre el
habla del pequeño. Establezca las reglas habituales de disciplina que aplica en otros
casos, como cuando se insultan o se pegan. La tartamudez no debe ser un caso
especial.
Es importante que en la guardería conozcan su opinión sobre cómo debe manejarse la
falta de fluidez y exija que se sigan estos criterios. Seguramente, su hijo no sea el
primer caso pero no está de más que usted exprese claramente lo que piensa e insista
en que se cuide el modo de tratar a su hijo. Sin dramatismos pero con firmeza. Lo
mismo puede decirse si se trata de una persona individual quien cuida de su hijo:
infórmele sobre lo que debe hacer con su hijo, que es lo mismo que hacen sus padres
con él.
1. Trate al niño que tartamudea como a cualquier otro de la guardería
2. No deje que el niño se salga con la suya sólo porque tartamudea
3. La tartamudez consiste en cometer algunos errores en el proceso normal de
aprendizaje. El niño que lo hace debe ser alentado para expresar sus ideas como
cualquier otro
4. Debe recibir la misma disciplina que cualquier otro niño
5. Debe aprender las mismas reglas de educación que otros niños, por ejemplo, hablar
por turnos, escuchar con atención mientras otros hablan y no interrumpirles
6. Cuando presente disrrupciones en el habla, déle tiempo para resolver sus errores:
- sin presionarle para que hable más deprisa
- sin que nadie termine sus frases o palabras por él
1. Trate al niño que tartamudea como a cualquier otro niño de los que cuida
2. No le permita hacer aquello que sus hermanos tienen prohibido hacer
3. No apresure al niño a hablar
4. No complete sus frases por él
5. No le interrumpa
6. No corrija su pronunciación
7. No impida que el niño hable
8. Sea paciente y preste atención a lo que el niño dice y no a cómo lo dice.
Responda al contexto de su mensaje
Cómo puede ayudar la guardería
Cómo puede ayudar la niñera
En niños más mayores, es conveniente que tenga una entrevista con su maestro/a
para explicarles cómo manejan ustedes el problema. Los profesores suelen agradecer
que se les hable de la falta de fluidez de manera abierta y franca y el modo en que
ustedes se comportan al respecto. Realmente, lo importante es asegurar que el
maestro o maestra se comporta con su hijo igual que lo hace con otros, si bien
siempre es bueno conocer los puntos más débiles del desarrollo de un niño para
ayudarle lo más posible. Si hay situaciones o tareas en clase que le preocupan
especialmente, tales como responder en voz alta o hablar ante toda la clase, puede
usted practicar en casa, por ejemplo, jugando a que usted es el profesor y le hace
preguntas para que él responda. Lo importante es que el niño termine comportándose
igual que otros niños y enfrentándose a las mismas tareas. Lo que deberemos hacer
es diseñar los pasos intermedios que debe ir poco a poco dando para conseguir este
objetivo.
2.- Guía para los maestros
Los maestros suelen ser los primeros en identificar que algo no va bien del todo en el
desarrollo de los niños. Muchas veces, ustedes ya están sobre aviso por parte de los
padres o de otros compañeros de cursos inferiores. Pero también es muy frecuente
que sea el maestro quien primer se da cuenta de que algo pasa. No en vano ustedes
son expertos en niños y no les falta experiencia en su manejo y en poder comparar el
desarrollo de unos y de otros. Seguramente usted sabe identificar las disfluencias en
el habla de un niño que no son como las de los demás y es probable que sospeche (o
tenga ya confirmación) que está ante un alumno con tartamudez. En estas situaciones,
algunos compañeros suyos han descrito que no saben muy bien cómo actuar para no
contribuir al problema sino ayudar a su manejo. Si el niño está recibiendo atención
terapéutica, es probable que usted haya recibido algún informe del logopeda o el
psicólogo y éste le haya pedido su participación con instrucciones más claras. Si no es
así, o usted nunca ha tenido un alumno con problemas de disfemia pero quiere
conocer cómo actuar ante esos casos, le invitamos a que lea detenidamente estas
páginas.
2.1.- El niño de educación infantil
Todos los niños de esta edad están muy ocupados aprendiendo a hablar, y es muy
frecuente que cometan errores (que se denominan disfluencias o disritmias). Algunos
niños presentan disfluencias con más frecuencia o más marcadas que otros, y esto es
normal. Sin embargo, ciertos niños parecen presentar disfluencias diferentes o mucho
más frecuentes y duraderas que la mayoría. Si usted está preocupado de que exista
un problema y teme que el niño pueda desarrollar tartamudez, no le preste ninguna
atención especial en este punto. Lo mejor es ponerse en contacto con sus padres para
que le den su opinión sobre este asunto y poder tener una acción conjunta y
consistente. Hable también con un especialista en lenguaje infantil, quizás el logopeda,
orientador o psicólogo de su centro, quien podrá darle información precisa y adecuada
a ese alumno en particular. En la mayoría de los casos, si la gente cercana a estos
niños los escuchan con atención y paciencia y les hablan de manera tranquila y lenta,
el lenguaje del niño recupera su normalidad y tanto sus capacidades verbales como su
ajuste escolar mejoran.
Consejos para hablar con el niño que tartam udea
1. No le diga al niño que se relaje ni que hable más despacio
2. Hable con el niño sin prisa, con pausas frecuentes. Cuando el niño habla, déjele
terminar y espere unos segundos antes de hablar usted. De esta forma, la
conversación será tranquila y el niño no se sentirá presionado
3. Haga todo lo posible para que todos los niños de la clase aprendan a esperar su
turno para hablar. Es importante que aprendan a escuchar mientras otra persona
habla. A todos los niños –y especialmente a los que tartamudean- les resulta más fácil
hablar cuando no hay interrupciones y cuando se cuenta con la atención de los demás
4. Utilice sus expresiones faciales, su contacto visual y otras formas de lenguaje no
verbal para comunicar al niño que a usted no le importa su manera de hablar sino lo
que quiere decir
5. Exija al alumno que tartamudea el mismo rendimiento escolar y la misma disciplina
que a los demás alumnos
6. Procure evitar la crítica, el hablar rápido y las interrupciones
7. Si un alumno tartamudea y deja una palabra sin terminar, no complete usted la
palabra o la frase. Tampoco debe hablar por él
8. Procure evitar que el niño sienta vergüenza por su tartamudeo. Háble con él de los
errores al hablar de una manera natural, sin darle importancia
2.2.- El niño de educación primaria
Existen niños en estas edades que no sólo repiten y prolongan sonidos
frecuentemente, sino que también titubean, se tensan al hablar y se frustran en sus
intentos por no tartamudear. Estos niños necesitan ayuda. Sin ella, su disfemia
probablemente no desaparezca de manera espontánea. Hable con los padres y con el
orientador del centro y, si no lo han hecho ya, busquen entre todos un profesional
experto en lenguaje y habla.
Cosas que usted com o m aestro puede hacer para ayudar a un niño que tartamudea.
1. Reúnase con los padres al principio de curso, para conocer sus preocupaciones y
expectativas
2. Si hay un terapeuta del lenguaje en su escuela, póngase en contacto con él para ver
qué sugerencias puede darle para ese niño. Si ya está trabajando con él, conozca sus
objetivos y el modo de lograrlos. Su participación es indispensable
3. Aliente en sus alumnos las normas de buena educación para hablar: que nadie
interrumpa, ni hable en lugar de, ni termine las palabras por nadie
4. No permita al niño que tartamudea que se salga con la suya sólo por el hecho de
que tartamudea
5. Trate al niño que tartamudea del mismo modo que a los otros niños de la clase,
exceptuando la ayuda en la expresión oral pública
6. Los niños que tartamudean deben realizar todas las actividades orales de clase,
aunque nosotros tengamos un plan de aproximación sucesiva para él
7. Hable con el niño acerca de los requisitos de expresión oral en clase, cómo se
siente en esos casos y lo que usted puede hacer para ayudarle
8. Déle al niño la oportunidad de practicar sus actividades de recitación oral en casa
9. Proporcione al niño tiempo suficiente para hablar
10. Hágale participar gradualmente en clase
11. Favorezca el lenguaje espontáneo y la conversación en grupo de número reducido.
Aumente progresivamente el número de personas por grupo. Lo mismo puede hacer
para la lectura en voz alta
12. Permita a sus alumnos leer despacio, en susurro, entonando marcadamente, en
parejas
13. Advierta a todos que antes de responder hay que pensar bien la respuesta.
Permita respuestas de pocas palabras y procure que el niño que tartamudea sea de
los primeros en hablar cuando usted pregunta a toda la clase Para la mayoría de los
maestros, la principal preocupación en estos casos es la reacción del niño en clase
ante su problema. Por una parte, puede haber niños totalmente despreocupados,
mientras en el otro extremo hay niños que pueden negarse a hablar o lloran por este
motivo. Entre medias de los dos extremos se encuentra la mayoría de los niños con un
estilo de habla tartamudo.
En cualquier caso, es recomendable que, tras hablar con sus padres, usted busque
una ocasión para hablar con el niño en privado. Procure no darle mucha trascendencia
al encuentro y quizás sea bueno que usted busque alguna otra excusa para charlar
con el niño y, de paso, hablarle de su problema. Si el niño no da muestras de
preocuparse por ello y tiene la suerte de que otros niños nunca se burlan de él, quizás
esta entrevista pueda obviarse.
Si no es así y usted habla con el niño, explíquele con ejemplos cercanos que todos
titubeamos, repetimos, decimos algunos sonidos o incluso nos quedamos bloqueados
en ciertas palabras. Y dígale que con la práctica, mejoramos. Explíquele que usted es
su maestro y que los errores del niño al hablar no le molestan y que por eso quiere
que hable cuantas veces quiera para saber cómo se siente, qué piensa, qué dudas
tiene, qué ha aprendido y qué le interesa.
2.3.- Cómo manejar ciertas situaciones en el aula
En primer lugar, conviene decir algo sobre cómo hacer preguntas en clase a niños con
problemas de tartamudez para que estas mismas situaciones no sólo no sean
problemas sino que contribuyan al desarrollo de la fluidez:
A principio de curso, hasta que se ajuste a la clase, hágale sólo preguntas que puedan
ser respondidas con pocas palabras.
Si va a hacer preguntas a cada niño de la clase, procure que el alumno con problemas
de fluidez sea de los primeros en contestar, ya que la tensión y preocupación
aumentarán mientras espera turno.
Indíqueles a los alumnos que:
• tendrán tanto tiempo para contestar como necesiten
• usted está interesado en que se tomen su tiempo y piensen en sus respuestas, y
nosólo contesten rápidamente.
En cuanto a leer en voz alta en clase, muchos niños que tartamudean son capaces de
realizar estas tareas de forma satisfactoria, especialmente si han podido practicar en
casa. Sin embargo, habrá otros que tartamudeen severamente al leer en voz alta.
Anote usted si su tartamudez es mayor o menor en la lectura en voz alta porque esto
será de gran interés para el terapeuta del lenguaje que esté tratando al niño.
Muchos niños que tartamudean tienen fluidez cuando leen al unísono con alguien más.
Permita que todos los niños puedan leer en pareja, para que el niño con problemas no
se sienta especial. Si le da esta oportunidad al niño, gradualmente irá adquiriendo más
confianza y podrá leer solo de manera correcta.
Por último, unas palabras sobre las temidas burlas y bromas. Usted es sin duda
experto en ver cómo unos niños se ríen de otros y les gastan bromas que pueden ser
dolorosas. También sabe que la mayoría de los niños no lo hacen con intención de
ofender sino sólo de divertirse. Como pasa con cualquier niño, las burlas pueden ser
dolorosas para el niño con disfemia y deben ser eliminadas tanto como sea posible. Si
el niño con problemas se ha alterado por estas cosas, hable con él y hágale ver que
muchos niños reciben burlas por diversos motivos: ser gorditos, llevar gafas, ser un
poco más torpes en el patio,... Dígale que no se lo tome demasiado en serio y que la
mejor manera de que le dejen tranquilo es no hacer caso. Si en particular hay algún
grupo de niños que le molestan habitualmente, hábleles a solas y explíqueles que
tartamudear es un problema para ese niño y que las burlas pueden ponerle peor. Trate
de conseguir su ayuda: la mayoría querrá la aprobación de su maestro. Castigarlos por
las burlas no ayuda a eliminarlas ni hace sentirse mejor al niño que las recibe.
3.- Algunas palabras para chicos que tartam udean
Estas páginas están escritas pensando en chicos y chicas que tartamudean.
Seguramente muchas de las cosas que leas ahora ya las sabes porque te las ha
explicado el logopeda o el psicólogo que trabaja contigo para ayudarte a hablar con
más suavidad. Pero es importante que las tengas presentes y que las releas de vez en
cuando. A nadie le gusta tartamudear. Y a nadie le gusta que, cuando habla, le digan
cosas como “habla más despacio”, “respira antes de hablar”, etc. Para lo único que
sirven estos consejos es para que olvides lo que querías decir o te pongas nervioso y
triste. Algunos chicos dicen que en momentos así dejan de hablar y se enfadan. Si
esto te sucede, no dejes de decirlo claramente pero sin enojarte: “me molesta que me
digas cosas como ésa; ya sé que me equivoco a veces al hablar y no hace falta que
nadie me lo diga; prefiero que atiendas lo que digo más que si lo digo mejor o peor”.
Con tus padres y hermanos y con tus mejores amigos, si te apetece y encuentras un
buen momento, puedes comentarles lo que piensas acerca de los tartamudeos y cómo
te sientes. Ellos son los que más te comprenden y seguro que para ellos y para ti es
un alivio poder hablar de esto sin misterios y con libertad. No te sientas obligado a
hacerlo y no hace falta que lo hagas muchas veces. Si lo haces, es posible que dejen
de ponerse nerviosos cuando te trabes y dejen de poner esas caras raras que tanto te
molestan.
¿Te has dado cuenta de que hay momentos en los que hablas con mucha facilidad?
Haz una lista con las situaciones en las que te resulta más fácil hablar: con un amigo,
hablando solo, si hablas con un niño pequeño o con un animal, en el cole o en casa,...
Cada uno es diferente, pero suele haber algunas cosas que parecen funcionarnos bien
a todos:
• hablar despacio
• hablar más bajo
• dejar que la boca hable sola , sin intentar disimular o evitar los errores
• mover las manos y los brazos al hablar, pero sin exagerar
• no buscar palabras fáciles sino dejar que los pensamientos vayan saliendo solos
• tartamudear adrede o tartamudear despacio
• reirte cuando la lengua no quiere hablar
Y lo que tú vayas encontrando que te funciona. Experimenta, prueba,... pero sin
agobios. Incluso puedes decidir que no vas a hacer nada. Esta es buena idea y
seguramente te deje tranquilo. Y por encima de todo: no dejes de preguntar a tu
terapeuta todo lo que quieras saber sobre este modo de hablar. En general, la gente
sabe muy poco sobre la tartamudez y suelen oírse un montón de tonterías que no
tienen fundamento. Lo que quieras saber o te preocupe (si afectará a tus notas, si
tendrás problemas con los chicos o las chicas,...) no dejes de preguntarlo. Los
psicólogos y logopedas saben mucho sobre tartamudez y la persona que te ayuda es
la que más sabe de tu modo de tartamudear, así que no dejes de preguntarle lo que
quieras saber.
© Alfonso Salgado Ruíz. Facultad de Psicología U.C.M.

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Guía para personas que tartamudean

  • 1. Guía para personas que tartamudean, familiares, maestros y otros profesionales Alfonso Salgado Ruiz Si existen disfluencias patológicas en un niño o un problema de tartamudez cronificada en un chico mayor o un adulto, es imprescindible contar con la intervención de un terapeuta especializado, bien sea un logopeda o un psicólogo experto en problemas de lenguaje y habla. No obstante, el proceso terapéutico se facilita bastante si se poseen ciertos conocimientos básicos y unas actitudes de colaboración que provienen de una comprensión correcta de los problemas de fluidez. Por otra parte, el tratamiento es un proceso activo. En el caso de la tartamudez infantil, se hace imprescindible la colaboración de padres, maestros y personas cercanas al niño. En el caso de los adultos, el tratamiento no se centra sólo en el habla sino en una serie de comportamientos y estilo de comunicación que pueden verse alterados por la tartamudez. Además, la gente que rodea a la persona que tartamudea necesita saber cómo comportarse ante un error en el habla o ante un bloqueo, de manera que la comunicación sea natural, fluida y agradable. Estas páginas intentan contribuir a lograr estos objetivos y ayudar en la solución de estas necesidades. En muchos casos, pueden servir de lectura reflexiva en un proceso terapéutico. En otros casos actúan como una guía de autoayuda para padres y afectados. También se ha procurado incluir algunas recomendaciones para otros profesionales de la salud y la educación, así como pequeños consejos para manejar situaciones puntuales especialmente difíciles. En la redacción de esta sencilla guía se han seguido algunas de las directrices propuestas por asociaciones de ayuda para personas con tartamudez de reconocido prestigio y gran experiencia, como la Stuttering Foundation of America (Fundación Americana para la Tartamudez). Como en el caso de la guía para el terapeuta, se diferencian las orientaciones para la tartamudez temprana (guía para padres, maestros y pediatras) y para la tartamudez establecida (orientaciones de autoayuda para niños mayores, adolescentes y adultos; consejos para manejar situaciones difíciles, para los directivos y para actuar correctamente ante las disfluencias de una persona familiar o amiga). 1.- Guía para los padres Esta pequeña guía se ha escrito pensando en padres de niños entre los dos y los seis años de edad. Si el tartamudeo continúa después de los primeros años de vida, adquiere ciertos matices nuevos que no se encuentran en los niños pequeños. Los
  • 2. apartados que usted encontrará a continuación se centran en los niños de menor edad. La guía no pretende decirles todo lo que se sabe acerca de la tartamudez, sino que se ha seleccionado información que pueda ser útil para comprender el problema y les ayude a hacer algo beneficioso. Esperamos que estas pautas sean un sencillo instrumento orientativo que les permita analizar los problemas de habla de su hijo con más precisión. Nadie mejor que ustedes conoce a su hijo, sus características, su modo de relacionarse,... y no hay mejor instrumento para estimular el lenguaje del pequeño que ustedes mismos. Por eso, la mejor guía es la observación del comportamiento de su hijo. Estas páginas sólo intentan darles información precisa sobre la tartamudez y señalarles algunas pautas que orienten su observación y les ayude a ser mejor instrumento aún para el desarrollo del habla de su hijo. Por tanto, nos centraremos en (1) definir sencillamente qué es la tartamudez infantil, (2) cómo determinar si su hijo tartamudea o sólo tiene variaciones normales del habla, (3) cómo pueden ustedes reconocer las señales de peligro del tartamudeo, para evitar que éste aparezca o se desarrolle y ayudar a su hijo a hablar mejor. 1.1.- Algunas ideas sobre el habla en los niños pequeños y lo que se considera “normal” El habla empieza con el primer llanto después del nacimiento y se desarrolla rápidamente durante los dos primeros años de vida. Ustedes mismos son conscientes de lo rápido que el niño ha aprendido a emitir sonidos, palabras (que al principio eran como medias palabras) y cómo en poco tiempo, aprendió a formar pequeñas frases con sentido. Cuando el niño empieza a formar frases más largas, entre los dos y los seis años, es posible que experimente dificultades notables para hablar de forma fluida. Es decir, todos los niños repiten palabras y frases, vacilan a menudo y tienen problemas de vez en cuando con el flujo de las palabras. Usted mismo experimentará que no siempre habla igual de fluido, sino que a veces tartamudea (por ejemplo cuando está nervioso) y, de hecho, si hace la prueba de grabarse en una cinta, podrá comprobar con cuánta frecuencia no termina la frase, inicia su intervención con alguna muletilla, se equivoca en las pausas, vacila, se le traba la lengua,... Por tanto, los momentos de falta de fluidez (que se denominan con el término técnico de disfluencias) son normales en todo el mundo, y especialmente frecuentes en un niño entre dos y seis años, que todavía está aprendiendo a decir bien ciertos sonidos o palabras, arreglo de frases, y no se maneja del todo con ciertas presiones normales sobre el habla (por ejemplo, cuando está enojado, cuando le pedimos que hable con un desconocido, cuando le hemos reñido y le pedimos explicaciones,...).
  • 3. Ahora bien, algunos niños tienen especial dificultad para hablar de manera suave y rítmica, y parece que estas disfluencias son más llamativas y duraderas que en otros niños. Entonces, si existen errores normales de fluidez ¿cómo saber si el lenguaje de mi hijo es normal o tiene síntomas de tartamudez? Para empezar, debemos decir que, hablando del lenguaje, “normal” no es sinónimo de “perfecto”. Más bien, “perfecto” es sinónimo de “artificial”, “infrecuente”, “extraño” o, “sospechoso”. Nadie habla siempre sin un solo error, nadie habla siempre siguiendo las normas impuestas por no se sabe quién. “Normal” es la imagen en la cual creemos estar y esperamos que se encuentren nuestros hijos, y también es la imagen que tenemos de la generalidad del comportamiento de la gente, pero esto supone una enormes diferencias entre unos y otros. Por ejemplo, hay personas que hablan casi susurrando mientras otros parece que vocean; algunos hablan tan deprisa que apenas se les entiende mientras otros titubean y revisan, y parece que nunca van a termina de decir lo que quieren. Si esto es así ¿cómo puede usted saber si su hijo ha cruzado la línea que separa lo que es “normal” de lo que no lo es? Lo primero que debe saber es que no existe tal línea, sino gente que habla mejor y gente que habla peor, es una cuestión de grado. Ahora bien, si usted está preocupado por el lenguaje de su hijo, sin duda es porque observa algo que no le parece normal. Bien, entonces lo que deberá hacer es asegurarse de que sus criterios de normalidad son correctos y no están influidos por creencias erróneas que todos podemos tener. En otras palabras, vamos a procurar aclarar si las disfluencias de su hijo son normales o son indicativas de que algo no va del todo bien y debemos actuar en consecuencia, seguramente ayudados por un buen profesional. 1.2.- Qué es la tartamudez y cómo puede reconocerse La tartamudez es una repetición involuntaria, con prolongación o bloqueo de una palabra o parte de una palabra que la persona quiere decir. Un niño que tartamudea sabe lo que quiere decir, pero no puede decirlo con fluidez. Puede que haya dicho la palabra en la que ahora se loquea cientos o miles de veces sin tartamudear. Sin embargo, en esta ocasión, a pesar de odos sus esfuerzos, es incapaz de decirla de manera espontánea, suave y sin esfuerzo. En sus fases iniciales, la tartamudez puede ser difícil de reconocer porque muchos niños que mpiezan a tartamudear hablan la mayor parte del tiempo de una manera muy parecida como lo hacen otros niños de su edad. Al principio, es posible que el niño tartamudee ocasionalmente y sólo en ciertas situaciones, generalmente sin ninguna razón aparente. En la ayoría de los casos, lo que se observa es simplemente
  • 4. que repite mucho ciertas sílabas en ciertas palabras pero no hay signos de tensión ni esfuerzo para hablar. En otros casos, parece que la tartamudez haya sido una “enfermedad pasajera” porque pueden pasar varios días, o incluso una semana, sin que haya vuelto a haber problemas, y entonces, sin previo aviso, el niño atraviesa un periodo en el que parece que tartamudea cada vez que abre la boca. En otras ocasiones, los padres nos preocupamos en exceso por pequeños errores de nuestros hijos, que son del todo observables en otros niños si ponemos un poco de atención. Por tanto, conviene fijarse en varias cosas para determinar la naturaleza “normal” o “patológica” de los errores del niño. En general, los niños que tartamudean parecen tener especiales problemas al iniciar una palabra y muchas de las disfluencias ocurren al comienzo de una oración. Al tartamudear, tienden a repetir partes de una palabra (sonidos o sílabas) más que palabras o frases enteras. Además, repiten estos fragmentos dos o más veces antes de poder decir lo que quieren. A veces pueden alargar exageradamente un sonido (“cuuuuuuando me voy...) o bien se bloquean sin emitir ningún sonido ni decir nada. También pueden dar la impresión de tener dificultades con su lenguaje o poner una expresión en la cara como si hubiera un espacio en blanco. Ahora bien, la tartamudez es algo más que una interrupción del flujo continuo de las palabras, por eso hay que considerar todas estas señales de forma relativa, puesto que todas ellas necesitan ser consideradas en el conjunto total del habla del niño. Conviene recordar también que todas estas dificultades pueden ser pasajeras. En cualquier, caso, si usted detecta varias de estas características, debería ponerse en contacto con un psicólogo del lenguaje o un logopeda para que realice una evaluación más precisa. Vamos a recordarle con más precisión algunas de las señales de peligro que puede detectar en el habla de su hijo, y que le pondrán en guardia: - Repeticiones múltiples: todo el mundo, y especialmente los niños, repite palabras y frases, por eso no tiene nada de extraño que un niño de tres o cuatro años repita una palabra varias veces. Pero puede suceder que lo que se repita frecuentemente sean fragmentos de palabra casi siempre la primera sílaba. Si su hijo repite la primera sílaba con frecuencia, es posible que tenga problemas de dicción. La repetición de sílabas puede ser una torpeza pasajera pero puede indicar un impedimento serio. - Prolongaciones: algunos niños, en vez de repetir los sonidos iniciales, alargan el primer sonido de la palabra (“bbbbuuuuuenos días”). No es improbable que se den los dos tipos de síntomas. Estas dos primeras señales de peligro (repeticiones de parte de palabras y prolongaciones) se dan de vez en cuando en todos los niños. Los padres deben preocuparse cuando ocurren con frecuencia, en muchas situaciones diferentes,
  • 5. y cuando afectan a la comunicación de su hijo. Si es así, es probable que no tarde en presentar otras señales de peligro. - Temblores: cuando su hijo se queda “atascado” en alguna palabra, tal vez sea posible observar que tiemblan o le vibran los pequeños músculos de su boca y su mandíbula. El temblor puede ser pequeño o grande y puede estar relacionado con las dificultades que experimentan al hablar libre y fluidamente. También puede pasar que se le quede la boca inmóvil sin que salga ningún sonido. Conviene ver con qué frecuencia sucede esto y si se hacen más notorios con el tiempo. - Subidas de volumen y tono de voz: si su hijo se esfuerza por pronunciar una palabra, el tono y volumen del sonido que intenta decir pueden subir hacia el final. Estas subidas pueden ser repentinas o graduales y son indicadoras del esfuerzo que el niño está haciendo. - Tensión muscular y lucha para decir lo que quiere: además de otras señales, a veces se le hará difícil pronunciar ciertas palabras al tener demasiada tensión en los labios, la lengua, la garganta o el pecho. Esta tensión suele variar según el tiempo y lugar o incluso puede desaparecer del todo. En cualquier caso, si esta fuerza para decir las palabras y la tensión muscular están presentes, no dude en visitar a un profesional, pues es uno de los mejores signos de problema de fluidez. - Momentos de angustia o evitación de hablar: quizás note a veces una expresión fugaz de ansiedad en la cara de su hijo cuando se aproxima una palabra difícil de pronunciar, o a lo mejor el niño se ha puesto a llorar y ha dicho que no puede decir lo que quiere o que no le salen las palabras, o cualquier expresión de miedo a no hablar bien. En otros casos, puede que el niño evite decir ciertas palabras por temor a tartamudear. En estos casos, se le notará una cantidad excesiva de pausas al hablar, sustituciones de unas palabras por otras o sonidos sin sentido antes de empezar a hablar (“ehhh”, “mmm”,...), como si fueran muletillas que emplea para arrancar a decir lo que quiere. Estas señales son indicativas de que el niño empieza a sospechar que tiene un problema para hablar e intenta poner remedio. Si aprecia alguna de estas características, no dude en consultar a un profesional para realizar una evaluación precisa. Las señales de peligro se distinguen de las interrupciones normales en dos aspectos. Las dos primeras (repeticiones múltiples y prolongaciones) deforman los moldes del habla, afectando al ritmo con el que ésta sucede normalmente. Estas anomalías pueden existir sin interferir demasiado con la comunicación, pero cuando son frecuentes hay que reconocerlas como señales de tartamudez incipiente. Las cuatro últimas se dan cuando el niño reacciona ante sus errores al hablar. Suelen aparecer en niños algo más mayores, que empiezan a creer que no saben hablar sin
  • 6. trabarse. Aunque aquí se han presentado por separado, a menudo ocurren juntas. Estas señales son dificultades que entorpecen gravemente el flujo del habla y alteran la comunicación. A corto plazo estos esfuerzos para no tartamudear alivian al niño, pero a la larga son muy perjudiciales, pues no sólo no logran su objetivo sino que producen un estilo de habla anormal. Y una última recomendación si desea observar a su hijo: el habla no progresa siempre al mismo paso, y no es difícil que un niño tenga más dificultades en algunas ocasiones que en otras. De manera que fíjese bien en los momentos en los que su hijo habla bien, para no inquietarse cualquier señal de tartamudeo. Es decir, no le observe cada vez que abre la boca, sino sólo de vez en cuando. Si usted se preocupa demasiado (a pesar de que preocuparse por el desarrollo de los hijos parece formar parte de la condición de ser padre o madre) no ayuda nada a su hijo, más bien lo contrario. 1.3.- Por qué tartamudea un niño Esta es una de las preguntas más frecuentes entre los padres. Parece que si la “causa” de la tartamudez pudiera ser identificada, se podrían dar mejor los pasos para eliminarla, pero lo cierto es que no se necesita responder esa pregunta para poder ayudar a su hijo. A pesar de que se tiende a pensar que la tartamudez tiene una causa, realmente puede tener varias. Lo más probable es que la tartamudez se inicie cuando se combinan varios factores. Para diferentes niños, causas diversas llegarán a un mismo resultado, de manera que buscar la causa cuando en realidad existen varias puede ser parte del problema más que de la solución. Hay muchas teorías sobre la causa de la tartamudez en el niño, pero ninguna tiene en cuenta satisfactoriamente todo lo que se sabe sobre este problema. Los niños que tartamudean no son más propensos a tener otros problemas psicológicos, ni presentan más ansiedad que el promedio, ni existe ninguna razón para pensar que la tartamudez está asociada a un trauma emocional o que se debe a una forma inadecuada de educar al niño o a cualquier característica de los padres. Existen, en cambio, razones poderosas para pensar que algunos niños que tartamudean lo hacen por alguna causa genética, aunque ciertas condiciones ambientales deben estar presentes para que se desarrolle el problema. Sería algo así como si hubiera cierta vulnerabilidad genética que necesita de unos factores ambientales para que el problema se manifieste. El lenguaje de estos niños parece ser más vulnerable para disrupciones en la fluidez. No sabemos exactamente cuáles son las causas de esta vulnerabilidad, pero algunos investigadores creen que alguna muy leve disfunción cerebral interrumpe la coordinación precisa de los más de 100 músculos empleados para la producción del lenguaje. Además hay razones para creer que que algunos niños reaccionan ante estas faltas de fluidez con aprensión y tensión, empeorando su
  • 7. habla, e incrementando así la posibilidad de que la tartamudez se mantenga. Entonces ¿las cosas que causan la tartamudez pueden ser diferentes de las que mantienen, agravan o empeoran la tartamudez? Esencialmente, la respuesta es sí. Como también puede decirse que una cosa es lo que causa la tartamudez y otras las que pueden contribuir a que ésta mejore e incluso desaparezca. Con un ejemplo sencillo quizás se entienda mejor: si uno coge mal un cuchillo puede cortarse con él, pero si le cae sal en la herida, el dolor se hace más intenso y prolongado, aunque la sal no haya causado la herida. Bien, aún no se ha encontrado definitivamente “el cuchillo” de la tartamudez, pero sabemos mucho sobre la “sal” que la mantiene, la empeora o la agrava. Por ello, vamos a centrarnos en las cosas que prolongan la tartamudez más que en las que pudieron iniciarla, ya que podemos intervenir sobre ellas para cambiar lo que mantiene y agrava el problema. Para empezar, debe decirse con gran claridad que los padres no deben culparse por la tartamudez de sus hijos . Después de muchos años de estudio, se ha encontrado que no existe ninguna razón para creer que el trato de los padres a sus hijos tenga una influencia significativa sobre la tartamudez. Más bien se trata de todo lo contrario: hay algunas cosas que los padres y el resto de la familia pueden hacer para ayudar al lenguaje del niño. Por ejemplo, pueden tratar de crear un estilo de vida más clamado, menos apresurado, pueden hablar más despacio, pueden permitir que su hijo termine de expresar completamente lo que quiere decir, pueden esperar un segundo o dos antes de responder a las preguntas de su hijo, pueden tratar de no hablar por él,... 1. Completar las oraciones del niño 2. Apresurarle para que termine de expresar sus ideas y oraciones 3. Interrumpir al niño mientras habla 4. Fomentar o pedirle que hable con rapidez, precisión y madurez todo el tiempo 5. Corregir con frecuencia, criticar o tratar de cambiar la forma con la que habla o pronuncia ciertos sonidos o palabras 6. Hacerle muchas preguntas seguidas 7. Hablarle al niño con un ritmo acelerado, especialmente cuando le hemos dicho que él mismo debe hablar más despacio 8. Mantener en casa un ritmo de vida acelerado, sin rutinas de horario, o como si todas las cosas debieran hacerse deprisa 9. Hacer que el niño lea en voz alta, haga demostraciones de sus habilidades verbales o dé pequeños discursos frente a los amigos, parientes o vecinos 1. Tener un estilo de habla en casa tranquilo, sin prisa 2. Hablar sin prisa cuando se dirigen al niño 3. Dejar que el niño termine de expresar su idea cuando está hablando 4. No hablar por el niño y no apresurarle para que termine de decir lo que quiere 5. Dejar un segundo de pausa antes de responder a los comentarios o preguntas del niño 6. Hacer pocas preguntas y de una en una 7. Apagar la TV y la radio durante las comidas, ya que éste es un tiempo privilegiado para hablar en familia
  • 8. 8. Si su hijo está hablando mientras usted hace algo que requiere toda su concentración (cuando conduce, cuando maneja herramientas,...), dígale que aunque no le esté mirando, le escucha y que presta atención a lo que está diciendo Cosas que ayudan Cosas que obstaculizan Desafortunadamente, también hay cosas que los padres, hermanos, tíos y demás familia pueden estar haciendo que retrasan y dificultan el lenguaje del niño, como por ejemplo terminar las frases del niño, interrumpirlo mientras habla, presionarle para que hable más deprisa, hablar con él a gran velocidad o mantener un estilo de vida estresante en casa. En realidad, ninguna de estas actitudes que dificultan el lenguaje del niño causan la tartamudez, pero este comportamiento pone las cosas más difíciles para el niño, quien ya de por sí puede tener menos habilidades para establecer una correcta fluidez. Si los padres cambian algunas cosas en casa, pueden ayudar mucho a desarrollar el habla y reducir los problemas de fluidez. Modo de interrelación entre los miembros de la familia 1. Demandas irreales al niño 2. Conflictos sobre la disciplina o una disciplina excesivamente rígida 3. Rutina familiar azarosa o poco consistente 4. Ritmo de vida familia rápido, estresado, agobiado, con exceso de actividades o siempre contrarreloj 5. Experiencias de todo tipo que puedan hacer sentirse al niño infravalorado o con poca autoestima 1. Ritmo de habla rápido y conversaciones aceleradas 2. Interrupciones al niño 3. Adivinar lo que el niño va a decir 4. Comenzar a hablar inmediatamente, en cuanto el niño hace una pausa o deja de hablar 5. Bombardear al niño con muchas preguntas 6. Necesidad de competir para poder intervenir en la conversación; no respetar el turno de palabra y superponerse Modo cómo los padres y otras personas hablan con el niño Tensión en la comunicación Tensión interpersonal Por último, digamos algunas palabras sobre la recuperación espontánea de la tartamudez infantil. Hasta ahora hemos hablado sobre lo que puede ayudar o dificultar el desarrollo de la fluidez normal y lo que podemos hacer para mejorar este desarrollo e impedir que la tartamudez avance. Pero también se sabe algo sobre los niños que tartamudean y después dejan de hacerlo por sí mismos, sin que aparentemente haya habido nada que cambiara. Dicho con otras palabras, cuando se habla de los factores relacionados con la aparición y cronificación de la tartamudez, también debemos hacerlo sobre los factores relacionados con su recuperación o persistencia. En el siguiente cuadro se presentan algunos predictores más conocidos de evolución negativa de la disfluencia temprana. Cuanto más factores de los recogidos en el cuadro estén presentes en el caso de su hijo, más probabilidad existe de sea necesaria la consulta a un profesional del lenguaje. No deje de hacerlo si es así, para que él le aclare exactamente qué se debe hacer.
  • 9. • Ser varón • Tener antecedentes familiares de personas con tartamudez persistente (que no desapareció de forma espontánea) • Presentar disfluencias tipo-tartamudez desde hace más de 14 meses de su inicio • Tener otros problemas de lenguaje: problemas de articulación, de lecto-escritura, de desarrollo general del lenguaje,... • Hablar deprisa 1.4.- Qué más puede hacer para ayudar a su hijo Ya se han expuesto algunas cosas que usted puede hacer para facilitar el lenguaje de su hijo y contribuir a un habla fluida. Aprovechamos para recordarle que el agobio y la excesiva preocupación por las posibles disfluencias del niño en nada contribuyen a su mejora. Por eso, seguramente muchas de las cosas que a continuación se proponen le parecerán de sentido común, y así es. Pero a veces no nos damos cuenta y dejamos de hacerlo, o adoptamos una actitud preocupada nada natural, que nos genera malestar a toda la familia, y en nada contribuye a mejorar el problema. En definitiva, la tónica general es trate a su hijo con problemas de fluidez exactamente igual que al cualquiera de sus otros hijos, si los tiene, y si no los tiene, trátele como lo haría si no hubiera percibido ningún problema en su modo de hablar. La primera y más importante norma es, por tanto, la normalidad. Y a esta normalidad, añada unas sencillas condiciones que hacen de la conversación con su hijo algo más agradable y mejor estimulador de sus propias habilidades. Algunas cosas ya se han comentado. Considere que su repetición se debe a que son aspectos importantes para asegurar las mejores condiciones para su hijo. Ocho consejos para hablar con su hijo 1. Hable a su hijo sin prisa, con pausas frecuentes. Cuando su hijo habla, déjele terminar, esperando unos segundos antes de que usted comience a hablar. El habla lento y relajado de los padres es mucho más eficaz que criticarle o decirle que “hable más despacio” o que “lo intente de nuevo más despacio”. 2. Reduzca el número de preguntas a su hijo. Los niños hablan más libremente al expresar sus propias ideas en lugar de responder a preguntas de los adultos. En lugar de preguntar, haga comentarios sobre lo que su hijo haya dicho o hecho, haciéndole saber de esta forma que usted le ha prestado atención. 3. Cuando su hijo tartamudee, utilice sus expresiones faciales y otras formas de lenguaje corporal para comunicarle a su hijo que a usted le importa más el contenido de sus palabras que su manera de hablar.
  • 10. 4. Asegúrese de dedicarle a su hijo un tiempo exclusivamente para él a una hora regular todos los días, dejándole elegir lo que le gustaría hacer. Permítale dirigir las actividades, decidiendo si quiere hablar o no. Durante ese tiempo especial, utilice con él un habla lento, tranquilo, relajado y con pausas frecuentes. También puede ser un tiempo precioso para leer cuentos, si al niño le apetece, o comentar lo sucedido en el cole o a lo largo del día. 5. Procure que todos los miembros de la familia aprendan a escuchar y esperar su turno antes de hablar. A los niños, especialmente a los que tartamudean, se les hace más fácil hablar cuando no hay interrupciones y cuentan con la atención de los demás. 6. Intente observar y conocer cómo se relaciona con su hijo. Déle a entender, tantas veces como pueda, que le presta atención y que él no tiene que apresurarse a hablar. Evite la crítica y disfrute de la conversación con su hijo. 7. No le pida que cuente algo o que hable delante de otras personas, sobre todo si no son muy conocidas del niño o si él no quiere hacerlo. Evite situaciones difíciles en las que puede costarle más hablar, tales como hablar cuando está nervioso, cuando usted le ha castigado, cuando hay desconocidos,... 8. Por encima de todo, hágale saber a su hijo que usted le acepta tal y como es y que no le exigen nada que él no pueda hacer con facilidad. Asegúrese de remarcar sus logros en todos los campos. Esta es la mejor manera de asegurar una buena autoestima. El habla lenta y relajada de los padres y todo lo que hagan para aumentar la confianza de su hijo como hablante aumentará su fluidez y reducirá su tartamudeo. Nunca le parezcan exageradas las muestras de apoyo a su hijo. Como puede comprobar, lo más importante es que usted sirva como modelo a su hijo, hablando con un ritmo lento y relajado. No hable tan despacio que suene anormal, sino procure simplemente mantener una actitud de conversador sin prisa, con suficientes pausas y sin interrupciones. De hecho, el lenguaje lento y tranquilo puede ser muy efectivo cuando se combina con algún tiempo diario en que el niño tenga la atención exclusiva de alguno de sus padres. Si quiere una buena receta, reserve algunos minutos al día en los que no haga otra cosa más que escuchar a su hijo, para que él le cuente lo que se le ocurra y usted pueda escucharle con toda la atención. Cuando su hijo le hable o le pregunte algo, trate de hacer una pausa antes de responder. Esto ayudará a que el lenguaje de su hijo esté menos presionado y sea más relajado. Si aparecen repeticiones, prolongaciones o bloqueos frecuentes, trate de no manifestar sorpresa o desagrado. Y si su hijo da muestras de estar preocupado o molesto por sus errores, transmítale seguridad y tranquilidad diciendo algo así como
  • 11. “sé que a veces hablar es difícil” o simplemente con una caricia y una sonrisa, sin terminar su frase por él, y continuando la conversación con normalidad. Procure emplear pocas preguntas, pero sin agobios. Si tiene algo que preguntar, hágalo, pero procure hacer las preguntas de una en una y que su conversación no parezca un interrogatorio. Muchas veces, un simple comentario da más libertad al niño para hablar y consigue que nos cuente mucho más de lo que hace con una pregunta. Y además le deja a él la iniciativa. Si además emplea usted frases cortas y no demasiado complicadas, le está facilitando un modelo de habla y un escenario para hablar fluidamente muy adecuado. Recupere la preciosa costumbre de contar cuentos o historias a su hijo. Es un tiempo para practicar este estilo de habla tranquilo, en un clima de intimidad, donde la comunicación es sobre todo diversión. Después de oír sus historias favoritas varias veces, el niño sabrá repetir algunas partes, contándolas con sus propias palabras y sintiéndose dueño de su boca, de su voz y de su lenguaje. Y por último, recuerde que una vida tranquila, ordenada, rutinaria, sin demasiadas prisas por mil cosas que hacer es lo mejor para todos, y especialmente para sus hijos pequeños. Evidentemente, la tartamudez no está causada por una vida más o menos agitada, pero sin duda la tranquilidad es un buen arma para mejorar la fluidez de todos los niños, sobre todo de quienes más lo necesitan. 1.5.- ¿Será necesario iniciar una terapia para su habla? Si su hijo tartamudea en más del 10% de sus palabras, o habla con un esfuerzo considerable, o evita tartamudear cambiando unas palabras por otras y emplea con mucha frecuencia muletillas para arrancar a hablar, es probable que convenga una visita a un profesional experto en lenguaje. De hecho, dos de cada tres niños que tartamudean mejoran su lenguaje cuando van madurando y adquieren las habilidades suficientes. Pero si no es así, conviene iniciar un tratamiento que asegure las mejores condiciones para el desarrollo de la fluidez del niño. El experto sabrá adecuar el tratamiento al niño, ya que no todos los casos son iguales y su hijo tendrá un “tratamiento a medida” que será el más eficaz y breve que sea posible. A veces, la terapia incluye sesiones con los padres, otras veces se centra en el modo de hablar del niño, y en todo caso sabemos que es una forma efectiva de abordar el problema cuando éste tiende a mantenerse. Conviene que la visita al profesional se haga cuanto antes, una vez que usted ha podido determinar que las disfluencias no son normales o están presentes algunos factores de riesgo de cronificación, como aparecen en las páginas anteriores. Si el niño es mayor de seis años, o da muestras de que teme hablar para no tartamudear, o evita situaciones de comunicación, entonces es posible
  • 12. que piense que tiene un problema o que no puede hablar con fluidez, y comience a practicar trucos para superar el problema -o disimularlo- que a la larga entorpecerán aún más el lenguaje. En estos casos, no deje de pedir consejo profesional. ¿En qué suele consistir la terapia? Generalmente, con los niños pequeños se enseña a los padres cómo crear un ambiente lo más propicio para la fluidez y se les enseña cómo hablar con los niños de la manera más adecuada. Este tipo de tareas suelen ser incluso divertidas para los padres, que además no se ven obligados a tener que saberlo todo. Como ve, estamos seguros de que usted no es nada responsable de la tartamudez de su hijo, pero es la mejor herramienta con la que contamos para su solución. Cuando los niños son más mayores, el terapeuta ayuda a modificar su estilo de habla, enseñándoles una forma de hablar más relajada y eficaz. Además se suele enseñar a los padres qué cosas hacer en casa para que faciliten aún más el éxito. El tratamiento para los niños está presentado de forma lúdica y divertida. Los niños creen ir más bien a jugar que a “curarse” de nada. Los terapeutas saben bien que esta actitud es muy beneficiosa para el tratamiento, y además consigue motivar al niño para que cumpla sus tareas sin crearle sentimientos de ser un niño “diferente”. En caso de que usted busque ayuda profesional, asegúrese de que se trata de alguien con experiencia en tratar problemas del lenguaje en niños y no dude en exponerle cuantas dudas tenga sobre el modo de hablar de su hijo y sobre la falta de fluidez. Participe activamente en el tratamiento siguiendo las pautas que le indiquen, sin agobios ni prisas por ver resultados en pocos días. Recuerde que los cambios perdurables son aquéllos que suceden de forma gradual e incluso tienen ciertas recaídas, que el profesional sabrá manejar para asegurar que el lenguaje de su hijo sea aquello que está llamado a ser: un instrumento para la comunicación y para disfrutar de la relación con otros, especialmente con usted. 1.6.- Qué decir a la gente sobre el modo de hablar de su hijo Aprender a hablar es algo muy costoso, aunque todos lo hemos olvidado y nos parece que no lo es porque todos aprendemos a hablar. Por eso, tartamudear no es otra cosa que cometer errores al hablar. Y cualquier cosa para impedirle cometer errores pidiéndole que se esfuerce o ponga más cuidado no sólo es pedirle cosas imposibles, sino asegurar una buena ayuda para seguir tartamudeando en el futuro, ya que se pondrá tenso y esto le hará más difícil hablar sin trabarse. Esta es la idea base que usted debe transmitir a las personas que rodean al niño, máxime si alguien se muestra preocupado por el niño y le urge para que haga algo.
  • 13. Si usted tiene más hijos mayores, puede explicarles de modo sencillo en qué consiste el problema de su hermano y que ellos deben hacer tres cosas muy importantes: (1) no interrumpirle cuando se habla o se equivoca, (2) escuchar lo que dice y no cómo lo dice y (3) no acabar las palabras o las frases por él. Evidentemente, usted debe evitar que haya burlas o comentarios jocosos sobre el habla del pequeño. Establezca las reglas habituales de disciplina que aplica en otros casos, como cuando se insultan o se pegan. La tartamudez no debe ser un caso especial. Es importante que en la guardería conozcan su opinión sobre cómo debe manejarse la falta de fluidez y exija que se sigan estos criterios. Seguramente, su hijo no sea el primer caso pero no está de más que usted exprese claramente lo que piensa e insista en que se cuide el modo de tratar a su hijo. Sin dramatismos pero con firmeza. Lo mismo puede decirse si se trata de una persona individual quien cuida de su hijo: infórmele sobre lo que debe hacer con su hijo, que es lo mismo que hacen sus padres con él. 1. Trate al niño que tartamudea como a cualquier otro de la guardería 2. No deje que el niño se salga con la suya sólo porque tartamudea 3. La tartamudez consiste en cometer algunos errores en el proceso normal de aprendizaje. El niño que lo hace debe ser alentado para expresar sus ideas como cualquier otro 4. Debe recibir la misma disciplina que cualquier otro niño 5. Debe aprender las mismas reglas de educación que otros niños, por ejemplo, hablar por turnos, escuchar con atención mientras otros hablan y no interrumpirles 6. Cuando presente disrrupciones en el habla, déle tiempo para resolver sus errores: - sin presionarle para que hable más deprisa - sin que nadie termine sus frases o palabras por él 1. Trate al niño que tartamudea como a cualquier otro niño de los que cuida 2. No le permita hacer aquello que sus hermanos tienen prohibido hacer 3. No apresure al niño a hablar 4. No complete sus frases por él 5. No le interrumpa 6. No corrija su pronunciación 7. No impida que el niño hable 8. Sea paciente y preste atención a lo que el niño dice y no a cómo lo dice. Responda al contexto de su mensaje Cómo puede ayudar la guardería Cómo puede ayudar la niñera En niños más mayores, es conveniente que tenga una entrevista con su maestro/a para explicarles cómo manejan ustedes el problema. Los profesores suelen agradecer que se les hable de la falta de fluidez de manera abierta y franca y el modo en que ustedes se comportan al respecto. Realmente, lo importante es asegurar que el maestro o maestra se comporta con su hijo igual que lo hace con otros, si bien siempre es bueno conocer los puntos más débiles del desarrollo de un niño para ayudarle lo más posible. Si hay situaciones o tareas en clase que le preocupan
  • 14. especialmente, tales como responder en voz alta o hablar ante toda la clase, puede usted practicar en casa, por ejemplo, jugando a que usted es el profesor y le hace preguntas para que él responda. Lo importante es que el niño termine comportándose igual que otros niños y enfrentándose a las mismas tareas. Lo que deberemos hacer es diseñar los pasos intermedios que debe ir poco a poco dando para conseguir este objetivo. 2.- Guía para los maestros Los maestros suelen ser los primeros en identificar que algo no va bien del todo en el desarrollo de los niños. Muchas veces, ustedes ya están sobre aviso por parte de los padres o de otros compañeros de cursos inferiores. Pero también es muy frecuente que sea el maestro quien primer se da cuenta de que algo pasa. No en vano ustedes son expertos en niños y no les falta experiencia en su manejo y en poder comparar el desarrollo de unos y de otros. Seguramente usted sabe identificar las disfluencias en el habla de un niño que no son como las de los demás y es probable que sospeche (o tenga ya confirmación) que está ante un alumno con tartamudez. En estas situaciones, algunos compañeros suyos han descrito que no saben muy bien cómo actuar para no contribuir al problema sino ayudar a su manejo. Si el niño está recibiendo atención terapéutica, es probable que usted haya recibido algún informe del logopeda o el psicólogo y éste le haya pedido su participación con instrucciones más claras. Si no es así, o usted nunca ha tenido un alumno con problemas de disfemia pero quiere conocer cómo actuar ante esos casos, le invitamos a que lea detenidamente estas páginas. 2.1.- El niño de educación infantil Todos los niños de esta edad están muy ocupados aprendiendo a hablar, y es muy frecuente que cometan errores (que se denominan disfluencias o disritmias). Algunos niños presentan disfluencias con más frecuencia o más marcadas que otros, y esto es normal. Sin embargo, ciertos niños parecen presentar disfluencias diferentes o mucho más frecuentes y duraderas que la mayoría. Si usted está preocupado de que exista un problema y teme que el niño pueda desarrollar tartamudez, no le preste ninguna atención especial en este punto. Lo mejor es ponerse en contacto con sus padres para que le den su opinión sobre este asunto y poder tener una acción conjunta y consistente. Hable también con un especialista en lenguaje infantil, quizás el logopeda, orientador o psicólogo de su centro, quien podrá darle información precisa y adecuada a ese alumno en particular. En la mayoría de los casos, si la gente cercana a estos niños los escuchan con atención y paciencia y les hablan de manera tranquila y lenta,
  • 15. el lenguaje del niño recupera su normalidad y tanto sus capacidades verbales como su ajuste escolar mejoran. Consejos para hablar con el niño que tartam udea 1. No le diga al niño que se relaje ni que hable más despacio 2. Hable con el niño sin prisa, con pausas frecuentes. Cuando el niño habla, déjele terminar y espere unos segundos antes de hablar usted. De esta forma, la conversación será tranquila y el niño no se sentirá presionado 3. Haga todo lo posible para que todos los niños de la clase aprendan a esperar su turno para hablar. Es importante que aprendan a escuchar mientras otra persona habla. A todos los niños –y especialmente a los que tartamudean- les resulta más fácil hablar cuando no hay interrupciones y cuando se cuenta con la atención de los demás 4. Utilice sus expresiones faciales, su contacto visual y otras formas de lenguaje no verbal para comunicar al niño que a usted no le importa su manera de hablar sino lo que quiere decir 5. Exija al alumno que tartamudea el mismo rendimiento escolar y la misma disciplina que a los demás alumnos 6. Procure evitar la crítica, el hablar rápido y las interrupciones 7. Si un alumno tartamudea y deja una palabra sin terminar, no complete usted la palabra o la frase. Tampoco debe hablar por él 8. Procure evitar que el niño sienta vergüenza por su tartamudeo. Háble con él de los errores al hablar de una manera natural, sin darle importancia 2.2.- El niño de educación primaria Existen niños en estas edades que no sólo repiten y prolongan sonidos frecuentemente, sino que también titubean, se tensan al hablar y se frustran en sus intentos por no tartamudear. Estos niños necesitan ayuda. Sin ella, su disfemia probablemente no desaparezca de manera espontánea. Hable con los padres y con el orientador del centro y, si no lo han hecho ya, busquen entre todos un profesional experto en lenguaje y habla. Cosas que usted com o m aestro puede hacer para ayudar a un niño que tartamudea. 1. Reúnase con los padres al principio de curso, para conocer sus preocupaciones y expectativas 2. Si hay un terapeuta del lenguaje en su escuela, póngase en contacto con él para ver qué sugerencias puede darle para ese niño. Si ya está trabajando con él, conozca sus objetivos y el modo de lograrlos. Su participación es indispensable 3. Aliente en sus alumnos las normas de buena educación para hablar: que nadie interrumpa, ni hable en lugar de, ni termine las palabras por nadie
  • 16. 4. No permita al niño que tartamudea que se salga con la suya sólo por el hecho de que tartamudea 5. Trate al niño que tartamudea del mismo modo que a los otros niños de la clase, exceptuando la ayuda en la expresión oral pública 6. Los niños que tartamudean deben realizar todas las actividades orales de clase, aunque nosotros tengamos un plan de aproximación sucesiva para él 7. Hable con el niño acerca de los requisitos de expresión oral en clase, cómo se siente en esos casos y lo que usted puede hacer para ayudarle 8. Déle al niño la oportunidad de practicar sus actividades de recitación oral en casa 9. Proporcione al niño tiempo suficiente para hablar 10. Hágale participar gradualmente en clase 11. Favorezca el lenguaje espontáneo y la conversación en grupo de número reducido. Aumente progresivamente el número de personas por grupo. Lo mismo puede hacer para la lectura en voz alta 12. Permita a sus alumnos leer despacio, en susurro, entonando marcadamente, en parejas 13. Advierta a todos que antes de responder hay que pensar bien la respuesta. Permita respuestas de pocas palabras y procure que el niño que tartamudea sea de los primeros en hablar cuando usted pregunta a toda la clase Para la mayoría de los maestros, la principal preocupación en estos casos es la reacción del niño en clase ante su problema. Por una parte, puede haber niños totalmente despreocupados, mientras en el otro extremo hay niños que pueden negarse a hablar o lloran por este motivo. Entre medias de los dos extremos se encuentra la mayoría de los niños con un estilo de habla tartamudo. En cualquier caso, es recomendable que, tras hablar con sus padres, usted busque una ocasión para hablar con el niño en privado. Procure no darle mucha trascendencia al encuentro y quizás sea bueno que usted busque alguna otra excusa para charlar con el niño y, de paso, hablarle de su problema. Si el niño no da muestras de preocuparse por ello y tiene la suerte de que otros niños nunca se burlan de él, quizás esta entrevista pueda obviarse. Si no es así y usted habla con el niño, explíquele con ejemplos cercanos que todos titubeamos, repetimos, decimos algunos sonidos o incluso nos quedamos bloqueados en ciertas palabras. Y dígale que con la práctica, mejoramos. Explíquele que usted es su maestro y que los errores del niño al hablar no le molestan y que por eso quiere que hable cuantas veces quiera para saber cómo se siente, qué piensa, qué dudas tiene, qué ha aprendido y qué le interesa.
  • 17. 2.3.- Cómo manejar ciertas situaciones en el aula En primer lugar, conviene decir algo sobre cómo hacer preguntas en clase a niños con problemas de tartamudez para que estas mismas situaciones no sólo no sean problemas sino que contribuyan al desarrollo de la fluidez: A principio de curso, hasta que se ajuste a la clase, hágale sólo preguntas que puedan ser respondidas con pocas palabras. Si va a hacer preguntas a cada niño de la clase, procure que el alumno con problemas de fluidez sea de los primeros en contestar, ya que la tensión y preocupación aumentarán mientras espera turno. Indíqueles a los alumnos que: • tendrán tanto tiempo para contestar como necesiten • usted está interesado en que se tomen su tiempo y piensen en sus respuestas, y nosólo contesten rápidamente. En cuanto a leer en voz alta en clase, muchos niños que tartamudean son capaces de realizar estas tareas de forma satisfactoria, especialmente si han podido practicar en casa. Sin embargo, habrá otros que tartamudeen severamente al leer en voz alta. Anote usted si su tartamudez es mayor o menor en la lectura en voz alta porque esto será de gran interés para el terapeuta del lenguaje que esté tratando al niño. Muchos niños que tartamudean tienen fluidez cuando leen al unísono con alguien más. Permita que todos los niños puedan leer en pareja, para que el niño con problemas no se sienta especial. Si le da esta oportunidad al niño, gradualmente irá adquiriendo más confianza y podrá leer solo de manera correcta. Por último, unas palabras sobre las temidas burlas y bromas. Usted es sin duda experto en ver cómo unos niños se ríen de otros y les gastan bromas que pueden ser dolorosas. También sabe que la mayoría de los niños no lo hacen con intención de ofender sino sólo de divertirse. Como pasa con cualquier niño, las burlas pueden ser dolorosas para el niño con disfemia y deben ser eliminadas tanto como sea posible. Si el niño con problemas se ha alterado por estas cosas, hable con él y hágale ver que muchos niños reciben burlas por diversos motivos: ser gorditos, llevar gafas, ser un poco más torpes en el patio,... Dígale que no se lo tome demasiado en serio y que la mejor manera de que le dejen tranquilo es no hacer caso. Si en particular hay algún grupo de niños que le molestan habitualmente, hábleles a solas y explíqueles que tartamudear es un problema para ese niño y que las burlas pueden ponerle peor. Trate de conseguir su ayuda: la mayoría querrá la aprobación de su maestro. Castigarlos por las burlas no ayuda a eliminarlas ni hace sentirse mejor al niño que las recibe. 3.- Algunas palabras para chicos que tartam udean
  • 18. Estas páginas están escritas pensando en chicos y chicas que tartamudean. Seguramente muchas de las cosas que leas ahora ya las sabes porque te las ha explicado el logopeda o el psicólogo que trabaja contigo para ayudarte a hablar con más suavidad. Pero es importante que las tengas presentes y que las releas de vez en cuando. A nadie le gusta tartamudear. Y a nadie le gusta que, cuando habla, le digan cosas como “habla más despacio”, “respira antes de hablar”, etc. Para lo único que sirven estos consejos es para que olvides lo que querías decir o te pongas nervioso y triste. Algunos chicos dicen que en momentos así dejan de hablar y se enfadan. Si esto te sucede, no dejes de decirlo claramente pero sin enojarte: “me molesta que me digas cosas como ésa; ya sé que me equivoco a veces al hablar y no hace falta que nadie me lo diga; prefiero que atiendas lo que digo más que si lo digo mejor o peor”. Con tus padres y hermanos y con tus mejores amigos, si te apetece y encuentras un buen momento, puedes comentarles lo que piensas acerca de los tartamudeos y cómo te sientes. Ellos son los que más te comprenden y seguro que para ellos y para ti es un alivio poder hablar de esto sin misterios y con libertad. No te sientas obligado a hacerlo y no hace falta que lo hagas muchas veces. Si lo haces, es posible que dejen de ponerse nerviosos cuando te trabes y dejen de poner esas caras raras que tanto te molestan. ¿Te has dado cuenta de que hay momentos en los que hablas con mucha facilidad? Haz una lista con las situaciones en las que te resulta más fácil hablar: con un amigo, hablando solo, si hablas con un niño pequeño o con un animal, en el cole o en casa,... Cada uno es diferente, pero suele haber algunas cosas que parecen funcionarnos bien a todos: • hablar despacio • hablar más bajo • dejar que la boca hable sola , sin intentar disimular o evitar los errores • mover las manos y los brazos al hablar, pero sin exagerar • no buscar palabras fáciles sino dejar que los pensamientos vayan saliendo solos • tartamudear adrede o tartamudear despacio • reirte cuando la lengua no quiere hablar Y lo que tú vayas encontrando que te funciona. Experimenta, prueba,... pero sin agobios. Incluso puedes decidir que no vas a hacer nada. Esta es buena idea y seguramente te deje tranquilo. Y por encima de todo: no dejes de preguntar a tu terapeuta todo lo que quieras saber sobre este modo de hablar. En general, la gente sabe muy poco sobre la tartamudez y suelen oírse un montón de tonterías que no tienen fundamento. Lo que quieras saber o te preocupe (si afectará a tus notas, si
  • 19. tendrás problemas con los chicos o las chicas,...) no dejes de preguntarlo. Los psicólogos y logopedas saben mucho sobre tartamudez y la persona que te ayuda es la que más sabe de tu modo de tartamudear, así que no dejes de preguntarle lo que quieras saber. © Alfonso Salgado Ruíz. Facultad de Psicología U.C.M.