México, D.F., a 31 de marzo del 2011.
CONTRA LA APROBACION DE LA INICIATIVA DE
REFORMA LABORAL
Una de las grandes conquistas de la Revolución Mexicana fue plasmar en
el artículo 123 de la Constitución el derecho social al trabajo. Su proceso
de concepción y redacción estuvo permeado por una idea: corregir la
enorme desigualdad entre trabajadores y patrones creada en el siglo XIX,
cuando también, como ahora, primaba una concepción liberal de la
economía.
Quedaron así plasmadas, en la Constitución, garantías sociales que fueron
reglamentadas por la Ley Federal del Trabajo y hechas realidad por la
política laboral del General Lázaro Cárdenas, todo ello cuando los
regímenes políticos nacionales representaban las banderas de la
Revolución Mexicana.
Empero, el pasado 10 de marzo de los corrientes, el Grupo Parlamentario
del Partido Revolucionario Institucional en la Cámara de Diputados del H.
Congreso de la Unión, representando los intereses del capitalismo
neoliberal, presentó, de acuerdo con el Grupo Parlamentario del Partido
Acción Nacional, una Iniciativa que reforma la Ley Federal del Trabajo;
iniciativa que atenta contra el contenido y espíritu del artículo 123 y contra
la historia de las luchas obreras y sindicales; luchas que construyeron una
buena parte del desarrollo económico conocido como el “milagro
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mexicano”, y que contribuyeron a mejorar, durante cincuenta años, el
ingreso medio de las familias mexicanas; luchas que no dejaron de
incrementar el salario real de los trabajadores, hasta principios de la
década de los ochentas, cuando empezaron a imponernos el modelo
neoliberal.
La reforma pretende:
1.Hacer añicos el principio constitucional de salario mínimo, al permitir que
éste se pueda pactar por hora, o de cualquier otra manera.
2.Precarizar las condiciones de contratación en favor del capital,
permitiendo la subcontratación y la contratación por temporada, a prueba y
con capacitación inicial. Situación que deja en la más completa
vulnerabilidad a los trabajadores.
3.Generar incertidumbre y tensión permanentes en los trabajadores y sus
familias; así como, desempleo y polarización social, con la modificación de
las reglas para los despidos, proponiendo que éstos se efectúen sin
responsabilidad alguna para el patrón en el caso de la contratación por
temporada, a prueba y con capacitación inicial; eliminando la obligación de
notificación personal al trabajador y limitando a un año el pago de salarios
vencidos.
4.Atacar la libertad sindical, al impedir la formación de sindicatos gremiales;
manteniendo sin embargo, intacta la estructura corporativa sindical, no
incluyendo disposiciones en materia de democracia interna, transparencia
y rendición de cuentas.
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No es mediante la precarización de las condiciones laborales de la clase
trabajadora como se abatirá la difícil situación de los 2.6 millones de
mexicanos que están desempleados, de los 3.8 millones que son
subempleados, de los 12.4 millones que laboran en el sector informal, de
los 3.1 millones que no reciben remuneración por su trabajo y de los
millones de mexicanos que se han visto obligados a emigrar del país en
busca de oportunidades para ellos y sus familias.
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Durante 45 años crecimos a tasas superiores al 6 por ciento anual. El
ingreso medio per cápita se incrementó en más del 3 por ciento anual y no
fue quitándole a los trabajadores sus derechos sociales. Desde 1983, con
la introducción del modelo neoliberal por los cinco Gobiernos Federales
que se han sucedido, la economía mexicana no ha podido crecer más que
al 2 por ciento y el ingreso medio per cápita, a menos de la mitad de un
uno por ciento.
Liberar el mercado laboral, como liberaron los mercados financieros,
solamente generará crisis -como las de 1995 y 2009. En los 250 años de
historia del capitalismo este nunca se ha desarrollado sin regulaciones e
intervenciones del Estado; ejemplos son tanto las economías de Europa y
el Este Asiático, como la de Estados Unidos.
Si los mexicanos permitimos la reforma laboral que se pretende en el
Congreso de la Unión, estaremos socavando aún más una economía,
caracterizada por un mercado interno cada vez más raquítico, por un
desempleo, subempleo y una economía informal crecientes, además de
una desindustrialización continua y un sector de servicios de sobrevivencia.
Al final de cuentas, la inmensa mayoría de los empresarios mexicanos que
son micro, pequeños y medianos no saldrán beneficiados, porque en vez
de que el Estado los incentive para incrementar la productividad y en esa
medida su competitividad, los estará incentivando a explotar más
ferozmente a la fuerza de trabajo. Y por su parte, los grandes empresarios
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seguirán obteniendo sus ganancias, accediendo a la especulación
financiera que sigue sin regularse.
Les pido a todos mis compañeros legisladores, se unan al llamado de los
millones de mexicanos trabajadores y sus familias para manifestar nuestra
oposición tajante al proyecto de reforma laboral que se pretende votar en la
Cámara de Diputados. No es sacrificando a las mayorías como crece la
economía y nos volvemos competitivos; es fortaleciendo el ingreso de las
familias mayoritarias como se apuntala al mercado interno, se desarrollan
las empresas que incrementan la productividad y competitividad y así
volvemos a crecer, tanto en términos de la economía en general, como de
los ingresos medios de las familias, como lo hicimos durante casi medio
siglo, antes de la época neoliberal.
Muchas gracias.
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