El párrafo critica a los ministros que dependen demasiado de los debates doctrinales y la emoción que estos generan, comparándolos con los borrachos que dependen del vino. Señala que estos ministros son poco confiables cuando el trabajo aumenta y carecen de valor y entusiasmo si no hay debates o oposición. Recomienda que estos ministros necesitan convertirse de nuevo y beber más de las enseñanzas de Dios en lugar de depender de la emoción de los debates.