2. Introducción
En este trabajo desarrollaremos la literatura medieval, que se refiere
a todos esos trabajos escritos, principalmente desarrollados en Europa
durante la edad media, es decir, durante los aproximadamente mil años
transcurridos desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta los
inicios del Renacimiento a finales del siglo XV. La literatura de este
tiempo estaba compuesta básicamente de escritos religiosos amplio y
complejo, que abarca desde los escritos más sagrados, hasta los más
profanos. A causa de la gran amplitud espacial y temporal de este período
se hace difícil hablar de la literatura medieval en términos generales sin
caer en simplificaciones. Por ello, es más adecuado caracterizar las obras
literarias por su lugar de origen, su lenguaje o su género.
Veremos lo esencial de esta época, y las nuevas características que se
desarrollaron durante la edad media.
3. Comienzos
Esta época comienza principalmente en Europa durante la Edad Media, es
decir, durante los aproximadamente mil años transcurridos desde la caída
del Imperio Romano de Occidente hasta los inicios del Renacimiento a
finales del siglo XV.
Primeras manifestaciones literarias en castellano.
Las primeras manifestaciones literarias en castellano se producen durante
los siglos medievales, coincidiendo con la Reconquista o la Conquista que
llevaron a cabo los cristianos frente a los reinos musulmanes, presentes en
la Península Ibérica desde el siglo VIII.
Este hecho influiría no sólo en la nueva lengua que se extendía por
territorio español sino también en el gusto temático, donde predominaban
viejas historias que hablaban de héroes y grandes hazañas en un tiempo
glorioso y fascinante: en nuestro país la máxima expresión de este agrado
por la épica medieval es el Cantar del Mio Cid.
4. Literatura religiosa
Los trabajos relacionados con la teología fueron el tipo de literatura
dominante a lo largo de la Edad Media; el clero católico era el centro
intelectual de la sociedad en esta época, razón por la que su producción
literaria fue, con diferencia, la más productiva.
Numerosos himnos de esta época han sobrevivido al paso del tiempo,
tanto litúrgicos como paralitúrgicos. La liturgia en sí misma no estaba
establecida y numerosos misales competían y alegaban concepciones
individuales de la misa. Ciertos estudiosos religiosos como Anselmo de
Canterbury, Santo Tomás de Aquino y Pierre Abélard escribieron largos
tratados sobre teología y filosofía, tratando de reconciliar las enseñanzas
de los autores griegos y paganos romanos con las doctrinas de la Iglesia
Católica. Las hagiografías, o las vidas de los Santos, también fueron
escritas principalmente durante este período, a modo de estímulo para el
devoto y de advertencia para el resto.
5. La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine alcanzó tal popularidad
que, en su tiempo, fue probablemente leído más a menudo que la Biblia.
San Francisco de Asís fue otro prolífico poeta y los seguidores de su
orden, los franciscanos, solían escribir poemas como una expresión de
su piedad. Las obras Dies Irae (Día de la Ira) y Stabat Mater (Estaba la
Madre) son probablemente dos de los mejores poemas latinos en materia
de religión. La poesía goliárdica (estrofas de cuatro líneas de versos
satíricos) fue una forma de arte utilizada por algunos clérigos para
expresar su desacuerdo en algún tema. El único escrito religioso
ampliamente extendido y no escrito por clérigos fueron los juegos
misteriosos: perdiendo con el tiempo promulgaciones simples del
tableaux de una escena bíblica sola, cada auto religioso se convirtió en la
expresión de su pueblo de los acontecimientos cruciales en la Biblia. El
texto de estas obras teatrales normalmente era controlado por las
cofradías locales, y los autos religiosos eran llevados a cabo
regularmente en días festivos determinados, a menudo durando todo el
día y parte de la noche.
Durante la Edad Media, la población judía residente en Europa también
produjo un cierto número de escritores destacados. Maimónides, nacido
en Córdoba (España), y Rashi, nacido en Troyes (Francia), son dos de los
más conocidos y que más influencia tuvieron de entre los autores judíos.
7. Literatura profana
La literatura laica en este período no fue tan productiva como la
literatura religiosa, pero gran parte del material ha sobrevivido y
poseemos hoy una gran cantidad de obras de la época, crítica con la
corrupción del clero.
El tema del amor cortés cobró importancia en el siglo XI,
especialmente en las lenguas romances, principalmente el francés, el
español, el provenzal, el gallego y el catalán, y en las lenguas
griegas, dónde los cantantes ambulantes — los trovadores — se
ganaban la vida con sus canciones. Los escritos de los trovadores
suelen ir asociados al anhelo no correspondido, pero no siempre es
así, como se puede ver en la Alborada. En Alemania, el Minnesänger
continuó la tradición de los trovadores.
Además de los poemas épicos típicos de la tradición alemana, como
el Beowulf o el Cantar de los nibelungos, otros poemas épicos
incluidos dentro de los cantares de gesta como el Cantar de Rolando
y el Digenis Acritas.
También se pueden encontrar en este período poesías políticas,
especialmente a finales de la Edad Media, escritas tanto por clérigos
como por escritores laicos, que utilizaban la forma del goliárdico.
8. Literatura escrita por mujeres
Aunque las mujeres en el período medieval no se encontraran en igualdad
de condiciones con los hombres (de hecho, abundaban los folletos
misóginos, aunque muchas sectas, como los cátaros, ofrecían derechos y
un estatus mayor a la mujer), algunas mujeres fueron capaces de utilizar su
habilidad con la palabra escrita para ganar renombre. La escritura religiosa
fue la opción más fácil para ellas — las mujeres que eran posteriormente
canonizadas como santas solían haber publicado sus reflexiones, sus
revelaciones y sus oraciones. La mayor parte de los conocimientos
actuales acerca de las mujeres en la Edad Media han sido adquiridos a
través de los trabajos llevados a cabo por monjas como Clara de Asís,
Brígida de Suecia y Catalina de Siena.
9. Cantares de gesta
Cantar de gesta es el nombre dado a la epopeya escrita en la Edad Media o a
una manifestación literaria extensa perteneciente a la épica que narra las
hazañas de un héroe que representa las virtudes que un pueblo o
colectividad consideraban modélicas durante el medievo.
10. Mester de juglaría
Era el más popular, aunque sus autores no hubieran recibido una formación
bastante superior a la normal: la verdadera literatura tradicional del pueblo
iletrado y analfabeto era entonces oral y principalmente lírica, mientras que
los juglares divulgaban poemas narrativos de tema guerrero compuestos
por gente letrada, verdaderos autores de cantares de gesta, destinando este
producto a un público muy vario y poco escogido en las plazas de los
pueblos o de los castillos, con un estilo de verso irregular y anisosilábico
de rima asonante en largas tiradas monorrimas, con habitual esticomitía y
una retórica sencilla, de forma semirrepresentada.
11. Mester de clerecía
se engendró, por el contrario, en ámbitos escolásticos y religiosos más
cultos, como los estudios generales o las escuelas catedralicias o
monacales, y utilizaba un vocabulario amplio, preñado de cultismos y
colores retóricos, estrofismo y no tiradas, verso regular e isosilábico y
una rima más exigente, la consonante, con temas no guerreros sino
religiosos y morales y una conciencia clara de querer hacer "otra cosa"
que los juglares, aunque con frecuencia tomaron algunos procedimientos
estilísticos de los juglares, que ya habían configurado una cierta tradición
literaria que contribuyeron a enriquecer, civilizando la lengua vulgar.
12. Anonimato
Una gran cantidad de obras pertenecientes a la literatura medieval son
anónimas. Esto no es debido únicamente a la falta de documentos de este
período, sino también a que el papel que jugaban los autores en aquella época
difiere considerablemente de la interpretación romántica del término en la
actualidad. Los autores medievales estaban sometidos a menudo a los
escritores clásicos y a los Padres de la Iglesia Católica, y tendían a re-escribir
historias, que habían oído o leído, de forma embellecida, más que a crear
historias nuevas. E incluso cuando creaban una nueva historia no suele
quedar claro quien era el autor, ya que atribuían ciertas ideas a otros libros de
otros autores. Esto hace que el nombre de los autores individuales sea poco o
nada importante y por ello, los grandes trabajos de la época nunca son
atribuidos a una persona en concreto.
13. Gonzalo De Berceo
Gonzalo de Berceo fue el más importante representante del mester de
clerecía. Depuró el idioma castellano creando la lengua literaria, para lo
cual trasvasó numeroso vocabulario desde el latín (cultismos) y recurrió
a fórmulas de la literatura oral tradicional y del mester de juglaría. En su
trabajo como notario eclesiástico, y con la intención de paliar la
decadencia del monasterio, llegó incluso a falsificar documentos para
conseguir que los reacios campesinos pagaran sus contribuciones al
mismo.
Su poesía trata siempre sobre tema religioso, y está constituida
fundamentalmente por hagiografías, esto es, escrituras sobre materia
sagrada y por extensión biografías de los santos.
Su obra maestra es, sin embargo, los Milagros de Nuestra Señora.
14. Cantar del Mio Cid
El Cantar de Mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas
heroicas inspiradas libremente en los últimos años de la vida del caballero
castellano Rodrigo Díaz de Vivar. Se trata de la primera obra narrativa
extensa de la literatura española en una lengua romance, y destaca por el
alto valor literario de su estilo.
Está escrito en castellano medieval y compuesto alrededor del año 1200, se
desconoce el título original, aunque probablemente se llamaría gesta o
cantar, términos con los que el autor describe su obra en los versos 1.085 y
2.276, respectivamente.
El Cantar de Mio Cid es el único cantar épico de la literatura española
conservado casi completo.