3. Introducción
En el imperio Persa, reinó un poderoso monarca de la dinastía de los Sasanidas. El mayor de sus dos hijos,
Chabriar, accedió al trono. El destino hizo que su hermano descubriera la infidelidad de la sultana. El engaño
agrió de tal modo el ánimo del sultán que decidió vengarse de ella y de todas las mujeres. Después de cortarle
la cabeza a la sultana, resolvió casarse cada día con una mujer distinta, a la que habría de matar luego de la
primera noche de bodas.
Entonces aparece Scherezada, la hermosa hija mayor de su visir, contando cada noche una fabula que interrumpe
en el mejor momento, dejando al sultán, y al lector, ansioso por saber la continuación de la historia.
4. En el imperio
Persa reinó un
poderoso
monarca.
El mayor de
sus dos hijos,
Chabriar,
accedió al
Trono
pero como
amaba tanto a
su hermano
Menor lo
convirtió en Rey
de la Gran
Tartaria.
Así, Chazenan tomó posesión de
su reino y se
Estableció en Samarcanda.
Después de varios años de
reinado, estos dos
Hermanos se extrañaban mucho
y decidieron
Reunirse en el reino de Chabriar.
Antes de emprender su viaje,
Chazenan volvió al
Cuarto de su esposa y la
encontró engañándolo
con uno de sus esclavos,
inmediatamente,
arrebatado por la ira le quitó
5. La infidelidad de su esposa dejó al rey sumido en tan hondo pesar
que ni siquiera los honores y los obsequios con los que fue recibido
por su hermano pudieron distraerlo de su melancolía. El sultán
percibió la tristeza en el rostro de Chazenan y sin hacerle preguntas,
organizó todo tipo de entretenimientos para animar a su hermano
pero todos resultaron inútiles.
Mientras Chazenan meditaba asomado en un balcon, le asombró
ver a la sultana, esposa de su hermano saliendo al jardín por una
puerta secreta en actitud sospechosa. Llevado por la curiosidad se
enteró que la esposa de su hermano le estaba siendo infiel
Cuando su hermano volvió, el rey de la Gran Tartaria resistió lo que
le fue posible pero terminó confesándole a su hermano ambos
secretos.
A pesar del amor que le tenía a su hermano, Chabriar no dio
demasiado crédito a sus palabras, así que hizo un plan para
descubrir lo que sucedía. Al amanecer, el sultán Chabriar tuvo ante
su vista la evidencia de que su esposa lo estaba engañando.
6. Comenzó ordenando que
le cortaran la cabeza a la
sultana infiel, mientras
dormía e hizo morir
ahogadas a las demás
mujeres de su sequito.
Luego juró por los
profetas que ninguna sus
próximas esposas le
sería infiel. Resolvió
desposarse cada día con
una mujer distinta, a la
que haría matar luego de
la primera noche de
bodas.
Pronto corrió la noticia
de este proceder
bárbaro; la
consternación fue
general, ninguna
familia podía estar
segura de la vida de
sus doncellas.
Al ver la
desesperación general
que causaba el
inhumano proceder del
sultán, Scherezada la
hija mayor del gran
visir, tomó la
resolución de salvar la
vida de sus
congéneres.
Concibió el arriesgado
proyecto de cambiar el
ánimo del sultán
animando su
curiosidad por medio
de historias y cuentos
a los que sabía era
muy aficionado.
7. El gran visir quedó estupefacto y presa del
horror cuando su hija le explicó que su método
consistía, justamente, en casarse con el sultán.
Inútiles y vanos resultaron los esfuerzos del visir
para persuadir a su hija de abandonar
semejante proyecto, Scherezada se mantuvo
firme. A lo que su padre respondió: “No lo
conseguirás, te va a suceder lo del asno”. La
joven le preguntó qué le había sucedido y el
gran visir procedió a contarle la siguiente historia
con el propósito de asustarla.
9. Un labrador muy afortunado dueño de grandes había
recibido, como Salomón, el conocimiento de los
lenguajes de los animales con la condición de no
revelárselo a nadie. Cierto día oyó que el buey se
lamentaba de lo mucho que lo hacían trabajar.
El asno le aconsejó: “Tú y todos los de tu familia tienen
la culpa, Dais la vida en provecho y beneficio de los
hombres y no saben sacar partido de vuestras
facultades ¿Por qué no das unas buenas cornadas y
unos cuantos mugidos que asusten a los hombres, te
echas al suelo y te niegas a moverte? Sí así lo hicieras
ya verías como te tratarían mejor. Si sigues los
consejos que te doy, notarás un cambio favorable y me
agradecerás lo que te propongo.”
A la mañana siguiente el animal siguió exactamente los
consejos del asno. El labrador, y, a fin de castigar a
este último como merecía dijo al mozo: “Lleva al campo
al asno en vez del buey, y hazle que trabaje bien.”
10. Dicho y hecho: el asno tiró todo
el día del arado y de la carreta, y
recibió además tantos golpes,
que cuando volvió por la noche a
la cuadra no podía sostenerse.
El buey, sin embargo estaba muy
contento. Había comido bien y
descansado todo el día, así que
se apresuró a dar gracias al asno
cuando este último entro en la
cuadra.
El asno no le respondió ni una
palabra, y decía para sí: «yo
tengo la culpa de lo que me
sucede; soy un imprudente.
Vivía contento y dichoso, y
como mi astucia no encuentre
un nuevo medio de salir de
esta situación, voy a perder el
pellejo». y medio muerto de
cansancio se dejo caer en el
suelo.
Al llegar a este punto de su
narración, interrumpió el
gran Visir a su hija:
“Mereces ser tratada como
el asno, puesto que
pretendes curar un mal
irremediable o sea llevar a
cabo una empresa imposible
en la que perderás la vida
Inquebrantable en sus propósitos, la
generosa joven replicó que ningún
peligro la haría desistir de poner en
ejecución sus designios
__”En ese caso” __repuso el padre__,
“fuerza será hacer contigo lo que el
labrador le hizo a su mujer”
__”¿Y que fue ello?”
__”Escucha con atención pues no he
terminado el cuento, y continuo con el
cuento”
12. El labrador se dirigió a la cuadra
con su mujer; oyó al asno decirle
al buey con malicia “He oído
decir a nuestro amo que, puesto
que te encuentras enfermo,
avisara al carnicero para que
acabe contigo antes de que
pierdas mas carne.”
Cuando el labrador oyó esto
soltó una carcajada
-”de que te ríes”- dijo su esposa
-”no puedo decírtelo. Es un
secreto. Conténtate con verme
reír. Si no obrase así perdería la
vida.”
-”estas mintiendo” -protesto la
mujer-. ”Si no me revelas este
secreto me iré de la casa. ”
El labrador que la amaba
tiernamente no sabía como
solucionar este problema.
En la casa de campo había
también, cincuenta gallinas, un
gallo y un perro guardián. El
labrador muy triste, oyó al perro
amonestar al gallo por estar
cantando alegremente:
_”no has notado que nuestro
amo esta muy triste”_ ”Si le
revela el secreto a su esposa
morirá.”
-”yo conozco el remedio” dijo el
gallo
-”nuestro amo debe encerrarse
en un cuarto con su esposa. Y
medir su espalda con una vara.
Si así lo hace, ella no lo
molestara más.”
Cuando el labrador escucho
esto, fue inmediatamente donde
su esposa, y le molió la espalda
a golpes. Obligándole a
exclamar:
-basta- no te preguntare más
sobre tu secreto-.
La mujer no le volvió a molestar.
13. Pero ella volvió a insistir. Ante la
firme resolución de la joven, el
gran visir, con el corazón
acongojado, anunció al visir si él
estaba de acuerdo le entregaría a
su hija. El sultán aceptó,
recordándole lo que pasaría con
su hija al día siguiente.
Scherezada se preparó, así que
llamó a su hermana menor,
Doniazada y terminó de ajustar
con ella los detalles de su
plan.
Así fue que encontrándose con
el sultán, Scherezada rompió a
llorar, desconsolada, diciendo
que extrañaba a su hermana
menor, y le rogó que no le
negara el consuelo de
encontrarse con ella por última
vez
“Yo debería
tratarte como a
esta mujer
terca e
imprudente” –
terminó
diciendo el gran
visir a su hija.
Doniazada se acercó y
le pidió a su hermana
que le relatara alguna
de esas historias tan
interesantes con las que
solía entretenerla.
La esposa del
sultán relató lo
siguiente:
14. El rey leproso y la cabeza del medico
extranjero
El rey leproso y la cabeza del medico
extranjero
15. .
Se cuenta cómo un rey enfermo de
lepra, es curado de manera
milagrosa por un médico que llega
del extranjero, para la impresión del
rey y de la corte, pues se deja en
claro que el médico posee
conocimientos que en aquel lugar se
desconocen. El rey en gratitud lo
colma de honores y pretende darle
sitio en el poder. Esto provoca la
envidia de un visir del soberano, que
hace todo lo posible para convencer
al rey de que el médico es, en
realidad, un espía enemigo.
Lo convence.
El soberano ordena la ejecución del
médico, quien entrega al rey un libro
mágico para que éste sea leído
luego del ajusticiamiento.
.
“Una vez muera” –dice el
médico— “abre la página 10, y
mi cabeza cortada se animará
respondiendo las preguntas del
libro”. Esto se cumple y la
cabeza, sobre una bandeja de
plata, habla. Las hojas están
pegadas entre sí, y el rey debe
humedecer sus dedos en saliva
para separarlas.
Pero el papel está envenenado.
Las hojas están en blanco. El
rey alcanza a escuchar por
parte de la cabeza “¡Tirano! Así
terminan los reyes ingratos, que
abusando de su autoridad
pagan con injusticias los
servicios que se les brinda”.
.
Dicho esto, la cabeza
cerró los ojos y dejó de
hablar, y el rey exhaló el
último suspiro.
Señor, si me lo permites,
mañana te contaré una
historia mucho más
interesante que ésta” dijo
Scherezada. El sultán,
impresionado por lo que
había escuchado no puso
objeciones al pedido de
la sultana.
17. Había en la ciudad de Bagdad un hombre
que era soltero y además mozo de cordel.
Un día mientras apoyado en su espuerta, se
paró delante de él una mujer, levantó un
poco el velillo de la cara y aparecieron por
debajo dos ojos negros con largas
pestañas. Era esbelta, y reunía, en fin, un
conjunto de perfectas cualidades. Y dijo con
su voz llena de dulzura: "¡Oh mandadero!
coge la espuerta y sígueme".
La joven, se detuvo a la puerta de
una casa. Llamó y salió un nusraní,
que por un dinar le dio una medida
de aceitunas, y ella las puso en la
espuerta. Y cogió otra vez la
espuerta y siguió a la joven. Y he
aquí que se paró ésta en la frutería y
compró manzanas de Siria,
, membrillos osmani, melocotones de
Omán, jazmines de Alepo, nenúfares de
Damasco, cohombros del Nilo, limones de
Egipto, cidras sultaní, bayas de mirto,
flores de henné, anémonas rojas de color
de sangre, violetas, flores de granado y
narcisos. Y lo metió todo en la espuerta
del mandadero, y le dijo: "Llévalo".
18. Y él lo llevó. Llegaron a la
carnicería, donde dijo la
joven: "Corta diez artal de
carne“ Y ella los envolvió en
hojas de banano. La siguió
hasta encontrar un
vendedor de almendras, al
cual compró toda clase de
almendras. Luego llegaron
a la tienda de un confitero, y
allí compró ella una bandeja
y la cubrió de cuanto había
en la confitería: enrejados
de azúcar con manteca,
pastas aterciopeladas
perfumadas con almizcle y
deliciosamente rellenas,
bizcochos llamados sabun,
pastelillos, tortas de limón,
confituras sabrosas, dulces
llamados muchabac,
bocadillos huecos llamados
lucmet-el-kadí, otros cuyo
nombre es assabihzeinab,
hechos con manteca, miel y
leche.
Después colocó todas
aquellas golosinas en la
bandeja, y la bandeja
encima de la espuerta.
Entonces el mandadero
dijo: "Si me hubieras
avisado habría alquilado
una mula para cargar
tanta cosa". Y la joven
sonrió al oírlo. Después se
detuvo en casa de un
destilador y compró diez
clases de aguas: de rosas,
de azahar y otras muchas,
y varias bebidas
embriagadoras, como
asimismo un hisopo para
aspersiones de agua de
rosas almizclada, granos
de incienso macho, palo
de áloe, ámbar gris y
almizcle, y finalmente
velas de cera de
Alejandría.
Todo lo metió en la
espuerta, y dijo al
mozo: "Lleva la
espuerta y sígueme".
Y el mozo la siguió,
llevando siempre la
espuerta, hasta que
la joven llegó a un
palacio, todo de
mármol, con un gran
patio que daba al
jardín de atrás. Todo
era muy lujoso, y el
pórtico tenía dos
hojas de ébano,
adornadas con
chapas de oro rojo.
19. La joven llamó, y las dos hojas de
la puerta se abrieron. El
mandadero vio entonces que había
abierto la puerta otra joven, cuyo
talle, elegante y gracioso, era un
verdadero modelo, su gentil
apostura, su belleza y todas las
perfecciones de su talle.
El mandadero no pudo evitar
elogiar la belleza de la joven y
ella amable le dejo pasar a su
hogar, apurando a su
hermana para que le quitara
todo el peso encima que
llevaba el pobre mandadero.
El mandadero, valiéndose de
halagos hacia las 3 hermanas,
consigue pasar una tarde
hablando y comiendo con
ellas.
Disfrutando del vino y de los
cantos de las jóvenes
doncellas, se ven
interrumpidos por tres
kalandores tuertos del ojo
derecho, pedían la
hospitalidad de pasar la
noche allí.
Cuando se disponían a
seguir con la celebración
tocaron nuevamente la
puerta
20. Sofía cesó de cantar y fue enterarse
de quien era.
El Califa Haraoun-al-Raschid tenía la
costumbre de salir disfrazado en la
noche para averiguar por sí mismo el
estado de la ciudad y evitar que se
cometiesen desórdenes.
Aquella noche iba el Califa acompañado de Giafar
su gran Visir, y del Mesrour, jefe de los eunucos
de Palacio, disfrazados los tres de mercaderes.
Oyeron el eco de los cantos y el Califa quiso
saber el motivo de la fiesta. Al igual que los
kalandores, ellos también pidieron pasar la noche
allì. Zobeida y Amina, bondadosas por naturaleza,
resolvieron concederles la misma gracia que a los
3 anteriores.
Zobeida les dio la misma advertencia que les
dio a los demás huéspedes: “__Lo que os
pido” __ repuso Zobeida con la misma
gravedad__ “es que tengáis ojos para ver y
no lengua para hablar; que no nos dirijáis
ninguna pregunta sobre lo que veáis, ni
digáis palabra acerca de lo que no os
concierne, pues de lo contrario os daríamos
que sentir.”
21. A los pocos instantes reapareció Amina con un
escabel que colocó en medio de la sala, fue
luego a la puerta de su aposento, la abrió, y
haciendo seña al mandadero para que se le
acercase, le dijo: __”Venid a ayudarme.”
Obedeció aquél, y al cabo de un momento
volvió a salir, conduciendo dos perras negras,
atadas con finas cadenas. Zobeida se acercó
entonces al mandadero, y desnudándose el
brazo hasta el codo, tomó el látigo que Sofía le
presentaba, y dijo, __”Hagamos nuestro deber.”
__”Mandadero, entrega a Amina una de esas perras;
tráeme aquí la otra.” El mandadero obedeció, y la perra, al
verse junto a Zobeida, alzó la cabeza de una manera
suplicante, pero la joven, a pesar de ello, la castigó con el
látigo hasta que le faltaron las fuerzas, hecho lo cual, se
miraron ella y el animal de un modo tan conmovedor, que
prorrumpieron en amargo llanto.
Zobeida limpió con su pañuelo las lágrimas de la perra, y ordenó al
mandadero que se la llevase y trajera la otra. Sufrió ésta el mismo
suplicio que la primera, también su llanto. Los tres kalandores, el Califa
y su séquito, no volvían en sí del asombro que aquel espectáculo les
produjo, y empezaron a murmurar, todos queriendo explicaciones de lo
sucedido.
23. .
Las hermanas, al ver que sus
invitados no habían respetado
su promesa de no preguntar
nada sobre lo que verían esa
noche, se enojaron en
demasía. Mientras los siete
hombres exigían respuestas,
ellas resolvieron en llamar a
siete esclavos robustos
negros y decapitar a los
huéspedes por imprudentes y
groseros.
Pero antes de dictar la
sentencia Zobeida hizo una
seña para que se detuvieran,
se dirigió a ellos y les dijo:
“Quiero saber quiénes son, ya
que por el comportamiento
que han mostrado no deben
ser gente honrada ni bien
nacida”.
.
Los que màs
despertaban
curiosidad en Zobeida
eran los tres
kalandores tuertos, los
cuales le dijeron que
no estaban unidos por
lasos familiares pero
si por circunstancias.
El primero en hablar
fue el mandadero, ya
que su historia era
muy simple: su padre
había sido mandadero
y él había tomado su
ejemplo. Luego
.
Contó lo que ya se
sabe de cómo
encontró a Zobeida.
Cuando terminó,
Zobeida le permitió
que se marchara,
pero él pidió
quedarse a
escuchar las demás
historias.
Cuando ya era de
día Scherezada se
disculpó
prometiendo al
sultán continuar la
noche siguiente.
25. Señora, el Rey mi padre,
tenía un hermano monarca.
Concluidos mis estudios, iba
todos los años a visitar al Rey,
mi tío, con quien permanecía
siempre uno o dos meses,
viajes que dieron por
resultado el fomentar el tierno
cariño que nos profesábamos
el Príncipe mi primo y yo.
La última vez que le vi
estaba muy misterioso. Junto
con una joven que no
conocía me llevo a un lugar
apartado. Quitó la losa del
sepulcro vacío que ocupara
el centro de la bóveda, y por
la abertura apareció a
nuestros ojos una escalera
en forma de espiral.
__”Señora” __dijo mi primo__,
“por aquí podemos ir al sitio de
que os he hablado.”
La dama se dirigió a la escalera,
el Príncipe la siguió, y antes se
volvió hacia mí para darme
gracias por el favor que le había
hecho.
“¿Qué significa esto?” __le
pregunté asombrado.
__”Ni una palabra te puedo
decir”__ me contestó__
“vuelve a emprender el
mismo camino por donde
has venido.”
Y desapareció, dejándome en
la mayor incertidumbre. Al día
siguiente quise ver al Príncipe,
pero me dijeron que desde la
víspera no había vuelto a
Palacio. Después de estar
desaparecido por 4 días,
determiné regresar a mi reino.
26. Llegué a la capital
y al entrar en Palacio
vi. a la puerta muchos
soldados que me rodearon
en seguida.
Pregunté la causa de ello, y el
oficial de guardia me contestó que
el gran Visir había destronado a mi
padre con el auxilio del ejército, y
que yo, de orden del nuevo
soberano, quedaba como
prisionero.
Sin pérdida de tiempo fui conducido
a presencia del pérfido usurpador,
el cual me dió la infausta nueva de
que mi querido padre había muerto.
El rebelde Visir me odiaba de muerte
desde que un día, en mis primeros años,
ejercitándome en el tiro de la ballesta, a
que era muy aficionado, apunté a un
pájaro, pero erré el golpe y la flecha fue a
parar a un ojo del Visir, que se quedó
tuerto. Yo estaba en la azotea del palacio
y él paseándose en la de su casa.
27. Furioso, se abalanzó a mi
cuello, y me arrancó con
sus propias manos el ojo
derecho, y este es el origen
de mi imperfección.
Luego me hizo encerrar en
una jaula y ordenó al
verdugo que en un sitio
apartado de la ciudad me
dejase a merced de las
aves de rapiña después de
cortarme la cabeza. Durante el camino lloré y
supliqué tanto, que el
verdugo movido a
compasión se abstuvo de
ejecutar la bárbara
sentencia.
Llegué al reino de mi tío,
quien se afligió
sinceramente al verme en
aquel estado y saber la
muerte de su hermano.
Después de contarme la
tristeza que ha sentido desde
que su hijo desapareció, no
pude resistir, y olvidando mi
juramento le referí todo lo que
sabía de la aventura del
sepulcro.
Tal revelación le devolvió las
esperanzas de encontrar a su
hijo.
Fuimos disfrazados a la
bóveda, que me costo dificultad
en encontrar,
Bajamos mi tío y yo
cincuenta escalones al
final de los cuales
vimos restos de
provisiones de boca
esparcidos por todos
lados, y en el izquierdo
un gran sofá sobre una
alta gradería.
Subió por ella el
Rey, y reconoció al
Príncipe su hijo y a
una mujer a cierta
distancia, pero
cubiertos de
quemaduras y casi
carbonizados.
28. Lejos de entregarse a
los accesos de dolor,
el Rey escupió
indignado al rostro de
su hijo, y al ver el
asombro pintado e n
mi por aquella
extraña conducta, me
dijo:
Dicho este, el Rey prorrumpió en
sollozos, y salimos de aquel
lugar funesto.
Poco rato hacía que estábamos
de vuelta en el Palacio, cuando
percibimos un confuso ruido de
trompetas, tambores, timbales y
otros instrumentos guerreros.
Era que el mismo Visir que había
depuesto a mi padre y usurpado
su trino, venía a apoderarse
también de mi tío, acompañado
de numeroso ejército.
__”Ha sufrido el castigo que merecen
sus maldades, sabed que mi hijo, amó
a su hermana desde su niñez y ella le
correspondió. Este amor aumentó con
el correr de los años, y yo llegué a
temer sus consecuencias. Traté pues,
de reprender severamente a mi hijo y
advertí a mi hija que debía procurar
alejarse cuanto pudiera de su
hermano. Persuadido mi hijo de que
su hermana seguía amándole como él
a ella, su pretexto de construir una
tumba, se preparó este asilo
subterráneo, con la esperanza de
hallar un día ocasión de robar el objeto
de su amor culpable y conducirlo
aquí.”
29. El Rey, no pudo resistir a tantos enemigos.
Recurrí a una estratagema, único medio de
salvar mi vida: me hice afeitar la barba y las
cejas, y, vestido de calenda, salí de la
ciudad sin ser reconocido.
Finalmente, después de muchos meses de
viaje, he llegado hoy a la puerta de esta
ciudad, me encontré con estos dos
kalandores. Vinimos aquí y nos habéis
tratado con tanta bondad, que no encuentro
frases para significaros nuestra gratitud.
31. .
.
.
Yo nací siendo tuerto,
así que el Rey ,mi
padre, me dedicó al
estudio de la ciencia
y de las bellas artes,
deseoso de cultivar
las disposiciones
intelectuales de que
me había dotado el
cielo.
.
Cuando supe leer y
escribir aprendí de
memoria el Alcorán
entero, base de nuestra
religión, y los
comentarios de los
autores mas ilustres,
dedicándome al propio
tiempo a la historia, a la
geografía y a la
literatura, en la que hice
tales progresos, que mi
fama, aunque
inmerecida, sobrepujó a
la de los más célebres
escritores.
.
Llego mi nombradía
gasta la corte de las
Indias, cuyo poderoso
monarca quiso
conocerme, y envió a
mi padre
embajadores con
ricos presentes,
invitándole a que me
permitiera viajar por
aquellos países.
.
32. Marché, pues, en compañía de los
embajadores, íbamos de camino, cuando
descubrimos a lo lejos una nube de polvo, y
luego cincuenta jinetes bien armados que
se dirigían hacia nosotros a galope tendido.
Éramos muy inferiores en número, sin
embargo, se emprendió la pelea, hasta que
yo, herido, y viendo por tierra al embajador
y a los suyos, me alejé de ellos. Los
ladrones, contentos por el botín, no se
cuidaron de perseguirme.
33. Me encontré solo, herido y
sin recursos en un país
nuevo para mí. Un mes
duró mi triste
peregrinación, hasta que
descubrí una ciudad
situada en un valle
fertilizado por varios ríos.
Un sastre me hizo sentar y
me trató con tanta bondad
que no tuve inconveniente
en manifestarle cuáles
eran mi condición, mi
rango, y mis venturas,
__”Guardaos bien”
__me dijo__ “de
confiar a nadie lo que
acabáis de revelarme a
mi, porque el Príncipe
que aquí reina es
enemigo acérrimo de
vuestro padre, y os
podría suceder una
gran desgracia.”
A pesar de lo penoso
del trabajo me volví
leñador.
Viví un año de
aquella manera, y
cierto día ocupado
en dar hachazos a
los árboles,
descubrí en el
tronco de uno de
ellos una argolla de
hierro adherida a
una plancha de
metal.
34. Tiré y vi. una escalera
estrecha que me
condujo a un vasto
palacio iluminado
como si fuera por la
luz del sol, siendo así
que estaba debajo de
tierra. Una dama de
noble aspecto se
adelantó hacia mí por
una galería de
columnas cuyos
chapiteles eran de oro
esmaltado, y me
preguntó:
__”¿Sois
hombre o
Genio?”
__”Soy
hombre,
señora”__ le
respondí,
haciendo una
reverencia.
Ella resultó ser la
princesa Aurora, hija del
rey de la isla de Ébano;
llevaba 25 años
encerrada allí, desde que
un malvado genio la
secuestro el día de su
boda. El príncipe,
decidido a ayudarla,
esperó a que el genio
volviera. Pero la princesa
Aurora lo hecho con
temor de que el genio lo
matara.
Pero el príncipe no se dio
cuenta de que había
olvidado sus chancletas y
su hacha
35. Habìa llegado a casa del
sastre y estaba aún
entregado a mis sombríos
pensamientos, cuando entró
el sastre y me dijo:
__”Un anciano que no
conozco os trae las
babuchas y el hacha que
ayer dejasteis olvidadas en
el monte.”
Comencé a temblar como
un azogado, me puse más
pálido que un cadáver, y
antes de que el sastre
pudiera preguntarme el
motivo de aquel cambio
repentino, se entreabrió el
piso de la habitación y
apareció el Genio que tenía
__”Yo soy” __nos
dijo__ “nieto de Eblis,
Príncipe de los Genios.
¿No es ésta tu hacha y
estás tus babuchas?”
__añadió dirigiéndose a
mi.
Sin darme tiempo a
contestar, me asió por
medio del cuerpo y
lanzándome a los aires
me elevó hasta el cielo
a una velocidad
espantosa.
Después me arrastró a
la tierra con igual
rapidez y me encontré
sin saber cómo en el
palacio encantado,
delante de la Princesa
de la Isla de Ébano, la
cual se hallaba tendida
en tierra, bañada en
sangre y con los ojos
enrojecidos por el
llanto.
La Princesa estaba
tendida en el suelo,
ensangrentada, y
parecía más muerta
que viva.
36. El genio le dijo al
príncipe que si él no la
mataba, él mismo lo
haría. Como el príncipe
no pudo decidir, el genio
le cortó la cabeza a la
princesa y convirtió al
príncipe en mono.
Después de vagar un mes en
esas tierras desconocidas, el
príncipe divisó un barco a lo
lejos, el tripulante se
compadeció de él y lo dejó
viajar con el resto de la
tripulación decía que era de
mal agüero llevar a un mono
tuerto en el barco
Durante el viaje el príncipe se
enteró de que el sultán de las
tierras a donde se dirigían
necesitaba un nuevo visir, y que
elegiría como tal al mejor escritor;
el mono tomó un pergamino y ante
la sorpresa de los demás, se puso a
escribir, las seis letras diferentes de
los árabes.
Los oficiales presentaron el
pergamino al Sultán, quien al
ver mi letra dijo a sus
servidores: __”Tomad el caballo
mas hermoso que poseo,
adornado de ricos arneses.
llevad trajes de oro y de
damasco para revestir a la
persona que ha escrito y
traédmela aquí enseguida.”
Cuando llegó fue muy bien
recibido con obsequios y
comida, el sultán lo invitó a
jugar ajedrez; el mono ganó
2 de las 3 partidas y al sentir
al sultán irritado por ello, le
escribió poemas acerca de
tierras lejanas y contaba los
conocimientos que poseía
37. El sultán quedó maravillado con el mono y pronto
resolvió en volverlo su visir.
Todos hablaban de la nueva noticia sobre el visirmono.
El sultán llamó a su hija, que era una poderosa
hechicera, para que conociera al mono. Al llegar ella
reconoció que este era un hombre convertido en mono
y se dispuso a hacer un encantamiento para
devolverlo a su verdadera forma.
Hizo un circulo en el suelo y entro luego en dicho
círculo a recitar algunos versículos, e insensiblemente
se oscureció la atmósfera de tal modo, que casi nos
vimos envueltos en las tinieblas de la noche. De
repente, apareció el Genio que me había encantado,
apareció bala forma de un león de espantosa
magnitud, cuando estaba apunto de abalanzarse sobre
la joven, ella tomó un hacha y dividió al león en dos.
A partir de ese momento, fuimos testigos
aterrorizados de una lucha denodada que fue
teniendo como protagonistas a una diversidad
de animales, en los que el Genio y la princesa,
llevados por la ferocidad, la astucia o La
audacia , se fueron transformando sin darnos
tiempo de recuperarnos del impacto.
38. Luego los vimos con forma de dragones, asidos el uno al otro,
hacían esfuerzos por aniquilarse. Se arrojaban ráfagas de
fuego quedando sus cuerpos hechos una sola llama. Uno de
los dragones al verse casi vencido, nos atacó dejando al rey
con sus brazos quemados, al jefe de los eunucos quemado
vivo y a mi con un lengüetazo en el ojo derecho. La lucha entre
los dragones se reanudó de forma cada vez más encarnizada
hasta que dieron la impresión de haberse fundido en un solo
fuego.
De repente se escucharon unos gritos de victoria provenientes
de la princesa Beldad Olímpica
“He vencido al genio” dijo la joven con gravedad “pero esta
victoria me cuesta la vida porque estoy penetrada por el fuego
que no tardará en consumirme”
Dicho esto, Beldad Olímpica la princesa sostuvo una copa de
agua, sopló sobre ella, pronunció unas palabras inentendibles
y la derramó sobre mi cabeza, diciendo que si era hombre y no
mono entonces volviera a mi forma original.
En el acto volví a ser el hombre que soy,
me arrojé a sus pies manifestándole mi
agradecimiento pero antes de poder
continuar, ella se derrumbo en convulsiones
y gritos de dolor para entonces convertirse
en cenizas al igual q el dragón derrotado.
39. El rey, sumido en el
dolor por la muerte
de su hija, me acusó
de haber traído la
desgracia a su
reino.
Ordenó que me
retirara de sus estados
y no volviera jamás,
quise replicar y no
pude; su resolución
era irrevocable.
Antes de salir de la ciudad me
hice afeitar la cabeza y la
barba, y tomé el hábito de
calenda para venir a Bagdad
y presentarme a su gran
Califa, generoso y noble
como ninguno.
Al ver acercarse el
día, Scherezada se
calló la boca, para
continuar la
siguiente noche.
Aquí encontré al otro
hermano calenda que
acaba de hablar, y ya
sabéis señora, la
causa de hallarnos en
vuestro palacio.
41. Mi historia empieza cuando me coronan rey y decido conocer tierras más allá de mis islas. Me
embarqué en un viaje junto con otros marineros, hasta que después de una tempestad nos
vimos perdidos.
Sin rumbo durante 1 mes, divisamos un punto negro a lo lejos. Esta era la montaña negra del
imán, esta situada en una isla, sobre la cual hay una estatua de bronce de un hombre
montando un caballo; se dice que cualquier barco que se le acerque se hunde, y
efectivamente, eso fue lo que sucedió.
Yo me pude salvar al agarrarme a una tabla de madera; el resto
de la tripulación se ahogó.
Cuando toqué tierra caí inconsciente; en un sueño inquieto, vi a
un venerable anciano que me reveló lo siguiente:
“Debajo de la tierra donde estas acostado hay un arco de bronce y tres flechas de plomo,
fabricadas bajo la influencia de ciertas constelaciones. Al tercer disparo que realices contra el
hombre de la estatua, éste rodará hasta el mar y el caballo caerá por tierra. Entiérralo en el
mismo sitio donde encontraste el arco y las flechas. Luego verás llegar a la orilla una
embarcación conducida por un hombre de bronce; embárcate en ella sin temor, y él te
conducirá a un país desde el cual podrás regresar fácilmente a tu reino. Pero bajo ninguna
circunstancia se te ocurra pronunciar, ni una sola vez, el nombre de Alá”
42. En seguida me desperté y procedí a
realizar lo que me indicó el anciano, y
todo se fue desarrollando según lo
predicho. Se presentó el remero de
bronce, salté dentro de la barquilla y
caminamos nueve días, hasta que vi
unas islas que creí reconocer como
pertenecientes a mis Estados.
Entonces, en el exceso de mi
alegría por verme fuera de
peligro, no pude contenerme y
exclamé, olvidando el consejo
del anciano:
__¡Dios mío! ¡Bendito seas!
Aun no había acabado de
pronunciar la última frase y ya
la barca estaba con la barca de
bronce sumergida en las
aguas. Nadé hacia la costa que
creí mas cercana.
Con las ultimas fuerzas que me quedaban
llegué hasta la isla.
Por la tarde distinguí una embarcación que se
dirigía a la playa a toda vela, Desembarcaron
diez esclavos provistos de palas y otros
instrumentos con que remover la tierra, y de
una gran cantidad de provisiones y enseres,
que depositaron en una trampa o agujero, lo
cual me demostró que allí había algún
subterráneo.
Poco después desembarcó también un
anciano acompañado de un joven de
catorce o quince años; ambos fueron a la
trampa y después de permanecer en ella
media hora, cubrieron de tierra la
superficie a fin de disimular la entrada,
volviendo a bordo el anciano y los
esclavos, pero no el joven, circunstancia
que me llamó mucho la atención.
43. ‘
Cuando el barco estuvo a gran
distancia, bajé del árbol y
levanté la tapadera de la tierra.
Una escalera de piedras se
ofreció a mi vista, y por ella
entré a una lujosa habitación,
donde en un sofá estaba el
joven con un abanico en la
mano.
El rey Agib le explicó al
muchacho que no tenía de que
preocuparse, entonces el joven
le conto lo siguiente: “Hacia
muchos años que estaba
casado mi padre sin tener
sucesión, cuando fue advertido
en sueños que engendraría un
hijo cuya vida no sería de larga
duración, y esto le causó
honda pena. Algunos días
después le anunció mi madre
que estaba en cinta, y en el
tiempo que le parecía haber
concebido correspondía a la
noche del sueño: me dió a luz,
y mi nacimiento llenó de júbilo
a toda la familia, Mi padre, que
no podía olvidar su sueño,
consultó a los astrólogos, que
le dijeron:
‘
__Vuestro hijo vivirá sin
peligro hasta la edad de
quince años, en cuya
época le será muy difícil
escapar del riesgo que le
amenaza. Si logra evitarlo,
su existencia se
prolongará mucho, pero en
este tiempo, dicen los
astros, el príncipe Agib
derribará la estatua
ecuestre de la Montaña
Negra, y cincuenta días
después debe perecer
vuestro hijo a manos del
referido Príncipe.”
“ Este año cumplo los
quince años de edad, y
hace pico tiempo supo mi
padre que la estatua había
sido derribada al fin, y
lleno de terror me ha traído
a este lugar recóndito para
protegerme”
‘
Mientras el niño habló me
burlaba yo interiormente
de las predicciones de los
astrólogos, y tan lejos
estaba en mi ánimo de
matar a aquella inocente
criatura que le dije con
transporte:
__”Nada temáis y tened
confianza en la bondad de
Dios, como si ya
estuvierais fuera de
peligro. . No os
abandonaré durante los
cuarenta días que quedan
hasta los cincuenta de
plazo desde que fue
derribada la estatua, y
pasado el término me
aprovecharé del buque de
vuestro padre para volver
a mi reino, donde os daré
nuevas pruebas de mi
amistad y mi cariño.”
44. __”Encontraréis uno” __me
respondió__ “en esta cornisa
que está sobre mi cama.”
Efectivamente allí se
encontraba, pero después de
haberle tomado, quise bajar del
lecho donde me había subido
con tanta prisa que se me liaron
los pies en las ropas de la
cama y caí desgraciadamente
sobre el niño hundiéndole el
cuchillo y matándolo al instante.
Mi desesperación no tuvo
límites, salí del subterráneo,
cuya entrada tape con esmero,
y apenas acababa la operación
distinguí en el mar el buque del
anciano, el cual se aproximaba
con tal rapidez que casi me
falto tiempo para ocultarme
entre las hojas de un árbol.
.Pasamos treinta y nueve días de
la manera más agradable en
aquel subterráneo y ni en sueños
siquiera se me ocurrió el criminal
pensamiento de dar muerte al
inocente niño.
Llegó el día fatal. El joven se
despertó al amanecer y me dijo
enajenado de gozo:
__Se acerca la hora y no he
muerto, gracias al Cielo y a
vuestra buena compañía”. Luego
me dice “Príncipe tened la
bondad de traerme un melón.”
En el acto me apresuré a
complacerle, y como no tenía un
cuchillo, le pedí uno al joven.
45. Un mes permanecí
solo en la isla, hasta
que las mareas
empezaron a bajar
por un lado y a
acercarse a la tierra
firme por otro, y con el
agua hasta la rodilla
emprendí una
caminata.
Llegué a un extenso país, y
ya bastante lejos del mar vi,
una gran claridad que al
principio tomé por un
incendio, y que no era más
que un castillo de cobre
enrojecido a los ardientes
rayos del sol. Me detuve
para contemplarle, cuando
vi a diez jóvenes, tuertos
todos del ojo derecho,
acompañados de un
anciano de alta estatura. Se acercaron a mi con
apresuramiento y me
preguntaron el objeto de
mi visita, a lo cual les
contesté con el relato de
mi historia, la que les
interesó de tal modo, que
no volvían en sí de su
sorpresa.
46. A sus ruegos, entré con ellos al
castillo, hasta un gran salón donde se
veían diez pequeños sofás de color
rojo. El anciano nos sirvió la cena, y
después trajo unos almohadones
azules y unas jofainas llenas de
cenizas, hollín y polvos de carbón,
presentándola a los jóvenes. Estos se
frotaron y tiznaron la cara con aquella
mezcla, que los puso en un estado
lamentable, y hecho esto,
comenzaron a llorar y darse golpes
de pecho diciendo a gritos:
.__¡Este es el fruto de nuestra
ociosidad y de nuestros desórdenes!
Así pasó toda la noche, y cerca del
amanecer se entregaron al sueño
después de haberse lavado las
manos y el rostro.
Yo no sabía qué pensar de tan
extraño espectáculo, pero no
puede hacer ni una sola
pregunta. Al día siguiente y
todos los sucesivos se repitió la
misma operación, e impaciente
por descubrir el misterio, no me
pude contener y pedí que me
revelasen el secreto de la
conducta.
Viendo lo inquebrantable de mi
resolución, tomaron los jóvenes
un carnero degollándolo en
seguida, y me dieron el cuchillo
que sirvió para la operación,
diciéndome:
__Os servirá dentro de poco tiempo;
entretanto envolveos con la piel que le
hemos quitado al carnero y quedaos solo
en este departamento. Se os aparecerá
un pájaro enorme que, al creer que sois
un carnero, os arrebatará al espacio,
pero no tengáis miedo, y veréis, luego
que os deja en la cima de una elevada
montaña, que desaparece como aire
cuando rompáis la piel con ese cuchillo.
Caminad entonces hasta llegar a un
castillos inmenso cubierto de planchas de
oro incrustadas de esmeraldas y piedras
preciosas. La puerta está siempre
abierta; entrad, pues, y lo que veréis os
costará el ojo derecho, como a nosotros
nos ha sucedido.
Todo se verificó como los jóvenes lo
habían anunciado. El pájaro era blanco y
mayor fuerza y magnitud que los
elefantes de la India.
47. Entré al patio del castillo y vi.
maravillado noventa y nueve
puertas de sándalo y de aloe, y
una de oro macizo, cuyas cien
puertas conducían a jardines y
habitaciones amuebladas con
sorprendente magnificencia.
En este castillo vivían 40
princesas. Viví allí por 1 año, hasta
que ellas tuvieron que partir para
reencontrarse con su familia.
• .
Me dejaron las llaves de todas las puertas
del castillo pero me dejaron dicho que no
entrara a la puerta de oro si es que quería
seguir viviendo allí. Mi curiosidad fue más
fuerte que yo y termine abriendo esa
puerta prohibida; lo que encontré me
sorprendió en demasía, era un corcel
negro con alas, recordando que soy muy
aficionado a la equitación decidí llevarlo
afuera y montarlo, pero se quedó inmóvil
como una piedra. Irritado entonces le
apreté los ijares y el animal desplegó unas
alas que yo no había visto, y relinchando
de un modo horrible se remontó conmigo
al espacio, mientras mi sangre se helaba
de terror.
• ..
Luego bajó desde una altura
inmensa y se detuvo en ala
azotea de un castillo, donde
sin darme tiempo de echar pie
a tierra, me sacudió con tal
violencia que caí al suelo. El
caballo me sacudió la punta
de la cola en el rostro y me
saco el ojo derecho;
enseguida emprendió su
vuelo, desapareciendo de mi
• .
48. Muy afligido con la pérdida del ojo, y transido de
dolor, baje al salón del edificio y en él me
encontré a los diez jóvenes tuertos con el
anciano, que al parecer no se sorprendieron al
contemplarme en aquella triste situación, puesto
que lo mismo les había sucedido a ellos, y yo, a
pesar de saberlo, no quise eludir el peligro.
__”Quisiéramos que permanecieseis
aquí” __me dijeron__, “pero ya sabéis
las razones que nos impiden. Id a la
corte de Bagdad y allí encontraréis al
que debe decidir de vuestra suerte
futura.”
Por el camino me afeite la cabeza y la
barba, y tomé el hábito de calenda
para entrar en la ciudad, donde he
sido recibido por vosotras, en unión de
mis compañeros, con tanta
generosidad como apresuramiento.
49. Después de escuchar
historias tan extraordinarias,
Zobeida sintiéndose
conforme, perdono a todos y
les permitió marchar.
Ya en la calle, el califa le
ofreció alojamiento a los 3
kalandores.
• .
El califa se retiró a su palacio pero no
pudo pegar un ojo en toda la noche
pensando en las tres damas de
Bagdad, las dos perras negras y en
todo lo que había visto allí .
Ni bien amaneció ordenó al gran visir
que trajera a todos, incluidas a las
tres hermanas a una audiencia en las
que las obligaría a declarar.
• .
Pero en ese
momento de la
narración
Scherezada se
detuvo al ver la luz
del sol.
50. No se me ocurre que sugerencia o aporte podría brindar a esta obra literaria.
Es un clásico que ha pasado en generaciones con cuentos y enseñanzas muy interesantes, de
tierras lejanas y de otras épocas, nos permite conocer un poco como se pensaba en esa época
y que conceptos y mitos se tenían.
Por eso mismo no siento que tenga algún aporte o sugerencia para este libro.
51. Conclusión
Según el cuento, Scherezada en ningún momento se retracto de seguir con su plan,
el cual estaba bien elaborado para hacer que el sultán olvidara todo su odio hacia
las mujeres, mostrándole las mejores cualidades y belleza interior de las mujeres.
Al final Scherezada consigue liberar a su pueblo de una terrible barbaridad a la
que estaban sometidas las mujeres que se casaban con el sultán, también logra
que el nombre del sultán vuelva a ser alabado como el soberano sabio, prudente y
generoso.
Esta historia nos enseña que existen muchas personas que cometen errores, los
cuales producen mucho dolor a los demás, pero que al final también se convierten
en su perdición, sino recapacitan o cambian de parecer a tiempo.
También se observa que no se debe generalizar en la mayoría de los casos, ya que
hay personas diferentes en su manera de actuar y de pensar. Cuando una persona
está empeñada en actuar de forma irracional, tiene la opción de poder cambiar de
parecer, siempre y cuando haya alguien que esté dispuesto a ayudarle.