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Testigos de la alegría

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Testigos de la alegría

  1. 1. Arzobispado de Arequipa Domingo 04 de octubre del 2015 TESTIGOS DE LA ALEGRÍA Bajo este título hemos celebrado enArequipa un Congreso Internacional con motivo del Año de la Vida Consagrada. Más de dos mil miembros de nuestras parroquias, movimientos y comunidades religiosas nos hemos reunido, desde el lunes hasta el jueves, para escuchar a los expositores provenientes de Italia, España, Polonia, Bolivia, Colombia y Uruguay, así como a las prioras de los Monasterios de Clausura de nuestra Arquidiócesis: Santa Catalina, Santa Rosa y San Lorenzo Justiniano y la Inmaculada. Hemos recordado y celebrado la importancia de las órdenes religiosas en la vida de la Iglesia en general y de Arequipa en particular. Como expliqué a los asistentes, sin la participación de los religiosos y religiosas hubiera sido muy difícil fundar la Iglesia en nuestras tierras. De hecho, los primeros misioneros que llegaron a Arequipa, en el siglo XVI, fueron los frailes Dominicos, que fundaron el Convento de San Pablo que, hasta hoy, existe junto a la Iglesia de Santo Domingo que todos conocemos. En la misma época llegaron también los Franciscanos y los Mercedarios, y poco después losAgustinos y los Jesuitas. Si bien todos ellos crearon conventos en nuestra ciudad, no por eso dejaron de atender a otras poblaciones. Por ejemplo, los Franciscanos y los Mercedarios tuvieron a su cargo la misión en el Valle del Colca, mientras que los Jesuitas realizaron una importante labor de evangelización y promoción humana en la zonadeJuli. Desde entonces han pasado casi quinientos años y la presencia de la vida consagrada enArequipa ha ido en aumento con la llegada de nuevas congregaciones, tanto de varones como de mujeres, que surgieron sobre todo en los siglos XIX y XX. Ellos tienen a su cargo parroquias, capillas, colegios, CETPROs, policlínicos, albergues para niños en situación de abandono, asilos para ancianos y otras numerosas obras a través de las cuales el amor de Dios se hace visible para todos, especialmente para nuestros hermanos más pobres y marginados de la sociedad. Al mismo tiempo, las monjas de clausura de los cinco monasterios que hay en Arequipa, dedican su vida a rezar por todos nosotros, también por los no creyentes, y por nuestrasnecesidades. ¿Qué sería de la Iglesia sin la vida consagrada?, se preguntaba san Juan Pablo II hace un tiempo. Ciertamente no sería el sacramento universal de salvación que Cristo fundó. Los religiosos y las religiosas han dejado todo para seguir a Jesucristo pobre, casto y obediente, participando así, cada uno desde el carisma de su propia congregación, en la misión evangelizadora de la Iglesia. Vestidos con sus hábitos de distintos colores y modelos, viven y trabajan en medio de nosotros haciéndonos visiblemente presente la gratuidad del amor de Dios y la participación en la vida divina para la que hemos sido creados. Por eso, quisiera hacer un llamado a las familias católicas, para que sepan valorar la vida consagrada y fomenten entre sus hijos, desde pequeños, la vocación de dedicarse por completo al servicio de Dios y los hermanos.Ya los jóvenes, los invito a no dejarse hipnotizar por un mundo materialista y hedonista sino, más bien, acoger la llamada de Dios a ser testigos de la verdadera alegría que brota en el corazón de quien le consagra su vida porentero,seacomosacerdote,religiosao laico. + Javier Del Río Alba Arzobispo de Arequipa LA ColumnA De Mons. Javier Del Río Alba

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