El documento contrasta los hábitos de estudio de alumnos con promedios bajos frente a alumnos con mejores promedios. Los alumnos con mejores promedios dedican más tiempo a estudiar, tienen una economía estable y distribuyen mejor su tiempo, mientras que los alumnos con promedios bajos dedican más tiempo a actividades de ocio, no tienen una economía estable y no distribuyen eficazmente su tiempo.