1. ~ CAPÍTULO VE 1NTE ~
mundanalidad es un concepto que significa diferentes cosas para
personas. Para nuestros amigos amish significa la electricidad, los
teléfonos y los automóviles. Para la iglesia conservadora en la que crecí era
una lista de actividades prohibidas tales como bailar, jugar a las cartas, e ir
al cine. No es mi intención ofender estos dos puntos de vista, pero de-
bemos entender que la mundanalidad es mucho más que una lista de acti-
vidades prohibidas o el uso de las comodidades de la época moderna.
Hay dos pasajes de las Escrituras que nos ayudan a entender el con-
cepto de la mundanalidad. El primero es 1 Juan 2: 15, 16 donde el Apóstol
nos exhorta a no amar al mundo y luego describe que las cosas que son del
mundo son los deseos [pecaminosos] de la carne y de los ojos, así como la
vanagloria de las posesiones materiales. Esas tres expresiones parecen indi-
car que Juan estaba pensando en los deseos y actitudes que vemos el día de
hoy y que consideramos abiertamente pecaminosos. Sin embargo, ya que
hemos estado considerando lo que he llamado pecados aceptables o suti-
les, hay otro pasaje del apóstol Pablo que nos ayuda a entender cuáles son
los aspectos "aceptables" de la mundanalidad.
El pasaje es 1 Corintios 7:31, cuya traducción en la Nueva Versión
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2. 184 PECADOS RESPETABLES MUNDANALIDAD 185
un libro, pero aquí sólo le dedico un capítulo. Así que voy a limitar nues-
tra discusión a tres áreas en las que creo que hemos aceptado este pecado:
dinero, inmoralidad e idolatría. Esta lista podría asombrarlo porque uso
dos palabras, inmoralidad e idolatría, que son conductas totalmente ina-
ceptables. Pero hay ciertos aspectos de ellas que sí hemos aceptado y esos
son lo que vamos a estudiar. En cuanto al dinero, también hay ciertas prác-
ticas como el robo, fraude o desfalco que son pecados intolerables. Así que
en las tres áreas vamos a limitar el estudio a lo que a nosotros nos parece
aceptable.
Internacional dice: "Los que disfrutan de las cosas de este mundo, como si
no disfrutaran de ellas; porque este mundo, en su forma actual, está por
desaparecer". Diversas traducciones utilizan diferentes términos para
transmitir la misma idea, pero la advertencia consiste en que podemos uti-
lizar las cosas legítimas de este mundo, pero no darles más importancia de
la que deben tener.
Basado en la advertencia de Pablo de 1 Corintios 7: 31, he definido la
palabra mundanalidad como estar apegado a, involucrado en, o preocupado
por las cosas de esta vida temporal. Estas pueden o no ser pecaminosas en sí
mismas. Lo que hace que nuestra actitud hacia ellas sea mundana es el
valor que les concedemos. Pablo dijo en Colosenses 3:2: "Ocupad la
mente en las cosas de arriba, no en las de la tierra". Las cosas que valo-
ramos más oeben ser las "cosas de arriba"; es decir, las espirituales, tales
como la Biblia, la oración, el evangelio, la obediencia a Dios, el cum-
plimiento de la gran comisión y, por sobre todas las cosas, Dios mismo.
Esas son las áreas donde debemos poner nuestras prioridades, no en las
cosas de esta vida, por legítimas que sean.
Evidentemente, el mundo de los incrédulos no se enfoca en las cosas
de Dios. Nuestros vecinos no creyentes, aunque sean amables y decentes,
se enfocan sólo en las cosas de este mundo. Por lógica, no pueden cen-
trarse en las cosas de arriba, aunque su estilo de vida externo no difiera
mucho del nuestro. Son gente que arregla su jardín, paga sus impuestos y
evita los pecados escandalosos igual que nosotros. Por eso, vivir entre ellos
es la razón de que la mundanalidad sea tan aceptable para nosotros. Enten-
deremos mejor lo que es la mundanalidad con esta definición secundaria:
"La mundanalidad consiste en aceptar valores, moralidad y prácticas de la
sociedad incrédula, aunque decente, que nos rodea sin discernir si son
bíblicos". La mundanalidad es seguir la corriente de la sociedad que nos
rodea mientras esta no sea abiertamente pecaminosa.
La mundanalidad es un tema tan amplio que podría escribirse todo
DINERO
Los Estados Unidos de América es la nación más rica del mundo; nuestra
clase media ha prosperado como nunca antes en la historia. Pero la
manera en que se maneja el dinero es un
escándalo. En el año 2004, el ingreso
de un hogar de dedu-
cir los impuestos fue de S52,287.00
dólares. Y sin como lo mcn-
cioné en el 13, el hogar pro-
medio tiene una deuda de $7,000.00. Lo
peor es que, de sus ingresos de más de
$52,000.00, una familia a las
causas caritativas con sólo $794.00 en
promedio, es decir, un 1.5 por ciento de
sus entradas'.
Por supuesto, las estadísticas mencionadas abarcan a toda la población.
Obviamente pensar que los evangélicos son más generosos.
Así es, pero no por mucho. En una encuesta del 2003, se dio a conocer que
los miembros de ocho denominaciones evangélicas dieron el 4.4 por cien-
to de sus ingresos a la obra de Dios. Esto es menos del 6. 2 por ciento que
3. 186 PEC1DOS RESPETABLES MUNDANALIDAD 187
habían ofrendado las mismas denominaciones en el año 1968 '. Si esos
ocho grupos representan a los evangélicos en general, significa que cada
vez somos menos generosos con nuestro dinero para Dios.
No sólo estamos dando menos a la iglesia, sino que parece que la igle-
sia está gastando más dinero en sí misma. En 1920, el porcentaje de ofren-
das para misiones era de poco más del 10 por ciento del total de las ofren-
das. Para 2003 esa cifra decreció hasta el 3 por ciento. Esto significa que
gastamos 97 centavos de cada dólar en nuestros programas y ministerios
locales y sólo enviamos 3 centavos a las misiones 3•
Así que, en resumen, es obvio que los hogares de los evangélicos están
guardando más de sus ingresos para sí mismos y están dando menos a su
iglesia. Y estas guardan la mayor parte de lo que reciben para sus propios
ministerios y programas enviando menos al trabajo misionero.Y esto cuan-
do somos el país más rico de toda la historia.
Si estamos dando menos y nuestra deuda crediticia está incre-
ahorro también es demasiado bajo, más o
menos del 2 por ciento. Lo que todo esto
significa es que estamos gastando el dine-
ro en las cosas de esta vida como casas,
autos, ropa, vacaciones y aparatos elec-
trónicos muy caros, por nombrar sólo
algunos. En el caso de nuestra riqueza,
hemos puesto la mira en las cosas de la
tierra, no en las de arriba. Nos hemos
vuelto mundanos en el uso del dinero.
para la era del Nuevo Testamento, ya que no se menciona explícitamente
en ninguna de las cartas neotestamentarias. Pero sí existe el principio de
ofrendar proporcionalmente; es decir, según lo que Dios nos haya prospe-
rado (véase 1Corintios16:12; 2 Corintios 8:12). El diezmo es una apli-
cación específica de la ofrenda proporcional. Bajo el principio del diezmo,
la persona que gana $10,000.00 tiene que dar S 1,000.00. Quien gana
$100,000 da S 1O,000.Ambos han dado proporcionalmente según Dios les
ha prosperado. (También se piensa que quizá la persona que gana
$100,000 puede dar más que el 10 por ciento. Por eso, considero que el
diezmo es lo mínimo que debemos dar).
Asimismo, creo que el concepto del diezmo no es tan aceptado en
estos tiempos, no porque no se le considere un concepto bíblico, sino por-
que nos hemos vuelto mundanos en nuestra actitud hacia el dinero y,
en consecuencia, más avaros hacia Dios. La palabra "avaro" es muy fuerte.
A nadie le gusta que lo acusen de ello. Queremos que se nos reconozca
como personas generosas. Sin embargo, cuando damos voluntariamente
menos de la mitad de lo que los judíos del Antiguo Testamento tenían que
dar, ¿no estamos siendo tacaños? ¿Se complace Dios cuando le damos
menos de la mitad de lo que daban los judíos, especialmente cuando él
describe que faltar en los diezmos equivale a robarle? (Véase Malaquías
3:8).
Jesús dijo: "No podéis servir a Dios y a las riquezas" (Mateo 6:24).
Parece que en la vida de muchos creyentes el dinero está por encima de
Dios. Pero el Señor y las riquezas no son opciones equivalentes, porque
la Biblia dice: "Porque el amor al dinero es raíz de todos los males;
el cual codiciando algunos, fueron descarriados de la fe y se traspasaron
a sí mismos con muchos dolores" ( 1 Timoteo 6: 1O). Si el dinero to-
ma la preeminencia en nuestra vida, Dios no pierde, sino nosotros. En
última instancia, él no necesita nuestro dinero. Si lo gastamos en noso-
tros mismos, nos convertimos en pordioseros espirituales.
mentando, ¿entonces qué hacemos con el dinero? Sabemos que no lo esta-
mos ahorrando, porque el porcentaje del
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Así que, ¿cuánto es lo que deberíamos ofrendar? Creo que una canti-
dad mínima es el 1Opor ciento o, para utilizar la expresión bíblica, el diez-
mo. Yosé que hay desacuerdo en cuanto a si el diezmo es la norma bíblica
4. 188
PECADOS RESPETABLES
Algunos cristianos piensan que no pueden dar el 1 O por ciento de
sus ingresos a la obra de Dios. Entiendo su forma de pensar. Cuando dejé
mi trabajo en la industria para entrenarme en el ministerio de "Los
Navegantes" hace muchos años, mi salario se redujo en un 75 por ciento.
Mi economía se vio muy afectada. Así que pensé: "No puedo dar el diez-
mo. Sin duda, Dios aceptará mi servicio sacrificial como ofrenda consi-
derando mis escasos ingresos". Pero Dios no me dejó salirme con la mía
por mucho tiempo. Así que decidí empezar a diezmar de mi pequeño
ingreso y confiar en que Dios iba a proveer.
Tiempo después estudié la historia de Elías cuando fue alimentado por
la viuda de Sarepta (véase 1 Reyes 17:8-16). Ella tenía una última porción
de harina y aceite con que planeaba preparar su última comida para ella
y su hijo, y luego dejarse morir de hambre. Aun así, Elías le dijo (y estoy
parafraseando): "Dame de comer primero, pues Dios te proveerá des-
pués". Ella lo hizo así y Dios cumplió su promesa. La última oración de esa
historia dice: "Y la harina de la tinaja no se acabó, ni faltó el aceite de la
botella, conforme a la palabra que el SEÑOR había dicho por medio de
Elías" (versículo 16). Comencé a orar conforme a ese versículo y puedo
testificar que, por cincuenta y dos años de ministerio, Dios siempre me ha
provisto lo necesario.
Debemos recordar que, tal como vimos en el capítulo 1O, todo lo que
poseemos, aun la habilidad para ganar dinero, proviene de Dios (sugiero
que tome su Biblia y vuelva a leer Deuteronomio 8:17, 18). Ofrendar al
Señor al menos el 1O por ciento de lo que él nos ha dado es una demos-
tración visible de que lo reconocemos así y se lo agradecemos. Finalmente,
debemos recordar la infinita generosidad del Señor al darse a sí mismo por
nuestra salvación. Cuando Pablo quiso estimular la generosidad de los
corintios escribió: "Porque conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo,
que siendo rico, por amor de vosotros se hizo pobre, para que vosotros
con su pobreza fueseis enriquecidos" (2 Corintios 8:9). Nuestras ofrendas
MUNDANALlDAD 189
deben reflejar el valor que le damos a su entrega por nosotros.
INMORALIWD
De las áreas de la mundanalidad que estamos viendo, estoy seguro de que
esta es la que provocará más ceños fruncidos. Sin duda usted se está pre-
guntando cómo es que la inmoralidad puede considerarse un pecado
respetable. Déjeme decirle de inmediato
que no vamos a hablar precisamente de
actos inmorales, adulterio o pornografía.
Esos pecados son totalmente inacep-
tables y no caen dentro del propósito de
este libro en el que estamos estudiando
los pecados que sí toleramos.
Así que, ¿en qué sentido toleramos
la inmoralidad? Lo hacemos siguiendo lo
que un amigo mío llama inmoralidad
vicaria. ¿Disfrutamos leyendo en secreto
acerca de la inmoralidad de otras per-
sonas cuya conducta sexual se expone en
periódicos y revistas semanales? Si es
así, nos estamos involucrando en la inmoralidad vicaria. ¿Volteamos a ver
las portadas de revistas que se venden en donde hacemos las filas en el
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supermercado y de manera secreta deseamos tomar una y leer del escán-
dalo sexual de una persona famosa, pero abiertamente inmoral? Si lo hace-
mos, estamos practicando la inmoralidad vicaria. Si vamos al cine o vemos
programas de televisión sabiendo que habrá escenas explícitas de sexo o
leemos novelas sabiendo que contienen narraciones sexuales, estamos
cometiendo inmoralidad vicaria. Es muy obvio que el mundo que nos
rodea disfruta de ese tipo de cosas. Después de todo, esos periódicos y
revistas no estarían en los estantes de los supermercados si nuestros vecinos
5. 190 MUNDANALIDADPECADOS RESPETABLES
191
Le dije que mi primera arma de combate es Proverbios 27:20 el cual
memoricé hace años: "El Seol y el Abadón nunca se sacian; así nunca se
sacian los ojos del hombre". La traducción es un poco diferente en las ver-
siones modernas, pero todas dicen lo mismo. La aplicación para mí es que
no los compraran. Lo mismo podemos decir de las películas, programas de
televisión y novelas. Así que esta es un área en la que los valores y las prác-
ticas aceptables para la sociedad que nos rodea son contrarios a las
Escrituras. Y en la medida en que los imitemos, somos mundanos.
Luego está el área del vestido deshonesto. Cuando atravieso los aero-
puertos o camino por los centros comerciales donde hay mucha gente, me
doy cuenta de la moda de las mujeres de todas las edades cuya intención
explícita es atraer las miradas lascivas de los hombres. Siempre tengo que
estar apartando la mirada para no ver lo que no debo. Los estudiantes
varones me cuentan que este problema se ha vuelto una epidemia en las
universidades.
una mirada lujuriosa nunca satisface, solamente induce el deseo de ver más
y más. Así que no debemos pasar el tiem-
po mirando lo que no debemos.
Mi segunda arma se encuentra en
Romanos 6:21: "¿Qué recompensa, pues,
teníais entonces por aquellas cosas de las
cuales ahora os avergonzáis?Porque el fin
de ellas es muerte". Me pregunto qué
beneficio recibo al ceder a las miradas
lujuriosas. Larespuesta es: placeres pasa-
jeros de pecado que van seguidos de senti-
mientos de vergüenza y remordimiento.
Hombres, comprometámonos a enfrentar esta generalizada área de munda-
Hay dos áreas en las que podemos ser mundanos cuando hablamos de
este tema. Primero, muchas mujeres cristianas, y las jóvenes en especial,
están usando la misma ropa que se utiliza en el mundo incrédulo. Cuando
mi esposa me acompaña a los recintos universitarios, se siente impre-
sionada y ruborizada por lo que algunas estudiantes visten, aun en reu-
niones cristianas.
Según 1Timoteo 2:9, las mujeres deben vestir con ropa decente, con
modestia y dominio propio. Así que les digo a las lectoras de este libro
que, si están usando la moda sin modestia, ustedes son mundanas en esa
área de su vida. Es triste decir que esa forma de mundanalidad se ha vuel-
to muy común, especialmente entre las jóvenes.
Para los hombres, el problema radica en que reaccionamos a la forma
de vestir provocativa con miradas cargadas de lujuria. No es necesario pro-
yectar esa mirada en imágenes reales de inmoralidad. Tan sólo mirar a una
mujer y disfrutar de lo que ella está enseñando, o la parte de su cuerpo
que sobresale por lo apretado de su ropa, es un pecado. Simplemente esta-
mos haciendo lo que los demás hombres amables y decentes hacen a nues-
tro alrededor. En ese sentido somos mundanos.
Un joven me preguntó hace poco qué hago para enfrentar la tentación.
nalidad.
IDOLATRÍA
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6'altf~, 6'o!lvú!teFtZ::
~ -: keo- Á ~
Al llegar a esta sección acerca de la mundanalidad, una vez más necesitamos
cierta explicación. Es obvio que en la actualidad no adoramos ídolos de ma-
dera, metal o piedra. Nuestro problema es lo que algunos han llamado "ído-
los del corazón". En este sentido, un ídolo puede ser cualquier cosa que
consideramos de mucho valor a tal grado que consume toda nuestra ener-
gía emocional y mental, o bien, nuestro tiempo y nuestros recursos. Puede
ser cualquier cosa que tenga más importancia que nuestra relación con Dios
o nuestra familia.
La carrera o vocación de una persona puede ser su ídolo. La gente se
obsesiona tanto por progresar y llegar a la cima, que dejan a Dios y a la
6. 1EJ2 MUNDANALIDADPECADOS RESPETABLES
193
ciones sociales.
No hay duda de que hay asuntos sociales como el aborto y la homose-
xualidad que son totalmente contrarios a los estándares morales de Dios.
Apoyo a los líderes y organizaciones que se han dedicado a levantar la voz
en su contra. Pero necesitamos recordar que nuestra prioridad más alta
como iglesia es proclamar el evangelio. Es necesario proteger a los bebés
que no han nacido a la vez que preservamos la norma bíblica para el matri-
monio. Pero sobre todas las cosas, la gente necesita ser salva del poder de
Satanás y entrar al reino de Dios a través de Jesucristo. Si perdemos de
vista el llamamiento principal de la iglesia, corremos el peligro de hacer
un ídolo de nuestras iniciativas sociales y políticas.
Una tercera área de la idolatría moderna es la pasión desbordada por
los deportes. Sé que estoy entrando en
estados del país se habla del fútbol uni-
versitario como una religión. Muchos
entrenadores ganan mucho dinero.
Conozco uno que vive en un pueblo a las
afueras de Alabama que gana
$94,000.00 dólares al año y pone a sus jugadores bajo un régimen de
familia en segundo lugar. Reconozco que en el mundo altamente compe-
titivo de los negocios y la industria hay muchos compañeros de trabajo que
hacen de sus carreras su dios y es muy difícil no caer en la misma trampa.
Las circunstancias de cada carrera o vocación son diferentes, por eso no
hay una solución Única que se aplique a este problema. Sin embargo, hay
un principio bíblico que, de tenerlo en mente, nos permitirá librarnos de
la tentación de idolatrar nuestra carrera. El apóstol Pablo presenta ese
principio en 2 Corintios 5:9: "Por lo tanto, estemos presentes o ausentes,
nuestro anhelo es serle agradables". Si su meta es agradar a Dios en vez de
escalar en su trabajo, o ser el mejor profesional de su área, entonces podrá
evitar caer en la tentación de hacer de su trabajo un ídolo.
Pienso en el vendedor de autos que conocí hace algunos años. Me dijo:
"Después de aceptar a Cristo, dejé de vender autos y comencé a ayudar a
la gente a comprarlos'. Él continúa desempeñando el mismo trabajo, pero
con una motivación diferente. Su enfoque cambió de cuánto dinero podía
ganar a cómo podía servir a la gente ayudándole a comprar un auto que
cumpliera sus expectativas y se ajustara a su situación económica. Dejó de
hacer de su carrera un ídolo para servir a Dios dando un servicio sincero
a la gente.
Sé que la aplicación del principio de Pablo quizá no es tan clara para
su situación particular. Esto sucede, en especial, en algunos trabajos en los
que el ámbito corporativo lo presiona a trabajar muchas horas y a ser alta-
mente productivo. Si se encuentra en una situación así, le animo a reunir-
se con un cristiano más maduro que pueda ayudarle a enfrentar la situa-
ción específica que tiene en su trabajo.
Una segunda posible área de idolatría se refiere a los temas políticos y
sociales. Trato los dos juntos porque en muchas ocasiones los temas socia-
les se han vuelto políticos. Creo que es importante que los cristianos sean
cultos y, hasta cierto punto, que se involucren en esos temas, pero tene-
mos que ser cuidadosos de no hacer ídolos de nuestros partidos u ocupa-
un terreno en el que ni los ángeles que-
rrían entrar, especialmente para mis lec-
tores varones. Pero no creo que haya
duda de que algunos deportes como el
fútbol y el baloncesto han llegado a ser
ídolos en nuestra cultura. En muchos
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entrenamiento tan estricto como el de los atletas profesionales. De hecho,
la idolatría por los deportes no comienza en la edad del bachillerato. Ahora
los entrenadores están buscando en escuelas de enseñanza primaria a atle-
tas prometedores a quienes pueden comenzar a preparar. Ante la actitud
ultra competitiva de muchos padres de familia que dice: "ganar lo es todo",
7. 194 PECADOS RESPETABLES
los jóvenes jugadores siguen alimentando la idolatría.
Pero esta idolatría llega a ser realmente una gran tentación a nivel de
las universidades. Lo digo por experiencia. Soygraduado de una de las uni-
versidades cuyo equipo de fútbol ha sido campeón varios años. Ha ganado
varios campeonatos nacionales, el primero de los cuales sucedió cuando yo
cursaba el tercer año de la carrera. Incluyo esta explicación para que com-
prenda por qué los triunfos en fútbol de mi escuela llegaron a ser un ídolo
para mí. Aún después de haberme graduado, durante los partidos del sába-
do por la noche me ponía muy tenso, como si mi felicidad dependiera del
resultado del juego.
Sé que no soy el único, y esto no se da solamente en el fútbol. Muchos
fanáticos de los clubes de baloncesto experimentan la misma angustia
durante la temporada, especialmente si su equipo favorito juega en el tor-
neo nacional. Sigo siendo fanático del equipo de fútbol de mi universidad y
me agrada cuando ganan. Pero ya no es un ídolo para mí. Dios me mostró
mi idolatría y ahora me recuerdo a mí mismo que el fútbol es sólo un juego
y no creo que el Señor sea más glorificado porque gane uno u otro equi-
po. La verdad es que ganar solamente contribuye a que nosotros nos sin-
tamos más orgullosos.
Así que puede seguir el desempeño de su equipo favorito, si así lo
desea. Pero no se deje enredar por sus triunfos y pérdidas. Tenga una pers-
pectiva correcta del deporte. Sólo se trata de un juego.
Ahora déjeme repasar la definición doble de mundanalidad. Primero
que nada, consiste en toda preocupación por las cosas de esta vida tempo-
ral. En segundo lugar, es aceptar e involucrarnos en los valores y prác-
ticas de la sociedad que nos rodea sin discernir si son bíblicos o no. Creo
que la clave de nuestra inclinación hacia la mundanalidad radica principal-
mente en la palabra involucrarnos. Simplemente nos involucramos y acep-
tamos los valores y las de la sociedad que nos rodea sin pensar
siquiera si son bíblicos. Por eso las visten impúdicamente.
MUNDANALIDAD
195
Fácilmente aceptan la moda que las demás están usando sin detenerse a
pensar si es agradable a Dios. No hay nada pecaminoso en los deportes en
sí mismos. Pero si nos dejamos envolver por los demás, podemos termi-
nar haciendo un ídolo de nuestro equipo favorito.
Entonces, ¿cómo podemos enfrentar nuestra tendencia a la mun-
danalidad? No es decidiendo que ya no seremos mundanos, sino com-
prometiéndonos a ser más piadosos. Necesitamos crecer en nuestra rela-
ción con Dios y percibir los aspectos de la vida a través del lente de su
gloria. En el siglo diecinueve, un ministro escocés llamado Thomas
Chalmers predicó un sermón titulado: "El poder expulsivo de un nuevo
afecto". Así es como tenemos que erradicar la mundanalidad. Necesitamos
sentir tal amor por Dios, que no haya lugar en nuestro corazón para las
cosas de este mundo.