1. EXHORTACIÓN APOSTÓLICA “EVANGELII GAUDIUM”
La Alegría del Evangelio
CAPÍTULO PRIMERO
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“LA TRANSFORMACIÓN MISIONERA DE LA IGLESIA”
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• Aspectos que consideramos destacamos de este Capítulo 1:
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• 1.- “Iglesia en Salida”
• 2.- “Pastoral en conversión”
• 3.- “La Parroquia”
• 4.- “Iglesias Diocesanas y mecanismos de participación”
• 5.- “Conversión, también del Papado”
• 6.- “Desde el corazón del Evangelio, centrarse en lo esencial”
• 7.- “La diversidad y la pluralidad, aspectos enriquecedores”
• 8.- “No tengamos miedo a revisar prácticas y costumbres”
• 9.- “Acompañar con misericordia el crecimiento de las personas”
• 10.- “Una Iglesia con el corazón y las puertas abiertas”
• 11.- “La Iglesia ha llegar a todos pero, ¿A quién debe Privilegiar?”
• 12.- “Más que el temor a equivocarnos, debiera preocuparnos el temor a encerrarnos en
las estructuras”
2. Evangelii gaudium -Capítulo 1- Aspectos destacados de este
Capítulo
1.- “Iglesia en salida”
Es saber tomar la iniciativa, buscar a los alejados, invitar a los excluidos y
anunciar el
Evangelio a todos, en todas partes y sin demoras ni miedos.
Los evangelizadores tendrán, entonces, “olor a oveja” y las ovejas escucharán
su voz.
2.- “Pastoral en conversión”
Sueña el Papa con que las comunidades cristianas avancen hacia una
conversión pastoral y misionera que no deje las cosas como están.
3.- “La Parroquia”
Aunque no es la única institución evangelizadora, la parroquia, debe seguir
siendo “la Iglesia viva que está entre las casas de sus hijos e hijas”.
En ella, todos los grupos y movimientos tienen su riqueza que aportar, pero
“integrados”.
3. 4.- “Iglesias Diocesanas y mecanismos de participación”
Cada Diócesis, alentará “mecanismos de participación y diálogo pastoral” y
escuchará a todos, no sólo a aquellos que acaricien los oídos.
Según los casos, irá delante, para señalar caminos; en medio, mostrando
cercanía; o detrás, para ayudar a los rezagados.
5.- “Conversión, también del Papado”
Para dar ejemplo, debo pensar, también, en una “conversión del Papado y de
las estructuras centrales de la Iglesia”.
Es necesario evitar una “excesiva centralización” y el “siempre se ha hecho
así”
6.- “Desde el corazón del Evangelio, centrarse en lo esencial”
El Concilio Vaticano II explicó ya que “hay un orden o jerarquía en las
verdades”, por ser diversa su conexión con el fundamento de la fe cristiana.
4. 7.- “La diversidad y la pluralidad, aspectos enriquecedores”
Aunque a algunos les suene extraño, “la diversidad ayuda a que se manifiesten
y desarrollen mejor los diversos aspectos de la riqueza del Evangelio”.
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8.- “No tengamos miedo a revisar prácticas y costumbres”
La enseñanza cristiana ha de orientarse al corazón, al amor y al testimonio, ”no
al imponer”.
Los preceptos dados por Cristo y los Apóstoles al Pueblo de Dios son
poquísimos.
9.- “Acompañar con misericordia el crecimiento de las
personas”
Hay que “acompañar con cercanía” a las personas que van madurando día a
día.
A los sacerdotes les recuerdo que “el confesionario no debe ser una sala de
torturas, sino el lugar de la misericordia del Señor”.
Un corazón misionero sabe de entrega y de hacerse “débil con los débiles…, y
ser todo para todos”.•
5. 10.- “Una Iglesia con el corazón y las puertas abiertas”
Una “Iglesia en salida tiene el corazón abierto a los demás”. Los acoge, les
mira a los ojos, les escucha, y acompaña al que se quedó al borde del camino.
La Iglesia está llamada a ser “la casa del Padre, siempre con las puertas
abiertas”.
11.- “La Iglesia ha de llegar a todos pero, ¿A quién debe privilegiar?”
La Iglesia, debe llegar a todos.
Pero, hoy y siempre, “los pobres son los destinatarios privilegiados del
Evangelio”. ¡ Nunca los dejemos solos !
12.- “Más que el temor a equivocarnos, debiera preocuparnos el
temor a encerrarnos en las estructuras”
“Prefiero una Iglesia herida y manchada por salir a la calle, que enferma por
encerrarse en sus seguridades”.
No quiero “una Iglesia preocupada por ser el centro de todo”, y esclava de
unas normas que nos hacen jueces implacables, mientras afuera hay una
multitud hambrienta…
Porque Jesús nos repite sin cansarse: «¡ Dadles vosotros de comer !»
(Mc 6,37).