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Curso escuela para padres 2021

  1. Curso de Formación para Padres Curso que aborda cuestiones tan importantes como la comunicación, la relación y la educación de los hijos Por: Victoria Cardona, educadora Familiar | Fuente: e-cristians.net La autora Victoria Cardona, educadora familiar, es la autora. La inquietud en el campo de la educación la llevó a adentrarse muy pronto en estas aguas, en las que todavía continúa inmersa. La amplia formación académica en el mundo de la educación y la pedagogía la ha aplicado, primordialmente, en dos ámbitos: la política - ha sido consejera municipal, primero de educación y después de sanidad, por el distrito barcelonés de Sarrià-Sant Gervasi - y la propia vida personal, ya que es madre de seis hijos y abuela. Mujer activa, vital y dinámica practica la vocación de dar a conocer y difundir todo aquello que ha sintetizado personal y profesionalmente. Destacar en este sentido que actualmente colabora con la Fundación Pro Vida, imparte actividades formativas para transmit ir valores humanos a las adolescentes en el Club Juvenil Llar, es moderadora de las sesiones de Cursos para padres de la asociación familiar FERT y tiene también una larga trayectoria de participaciones en radio y televisión. Hoy en día se la puede escuchar en Radio Estel, donde habla de temas educativos y comenta mensualmente el Evangelio. También participa en el Programa "Temps de Família" (Tiempo de Familia), organizado por el Departament de Benestar i Família (Departamento de Bienestar y Familia) de la Generalitat de Cataluña, dando conferencias, sobre valores educativos en escuelas, para padres y madres de Cataluña. Tema 1: Introducción al Curso Empezamos este Curso de Formación para Padres con unos comentarios generales sobre educación. Lo más importante será recordar que los hijos se educan, sobre todo, por nuestra actitud y por nuestro testimonio. Seguramente no nos damos cuenta pero, cuando realmente lo hacemos bien, es cuando conociendo nuestras limitaciones, nos esforzamos por mejorar luchando contra nuestros defectos con serenidad y optimismo. También, cuando padre y madre procuramos mantener vivo nuestro amor. Dice un autor francés: ´´Todo amor nace inocente, frágil, débil, vulnerable, es nuestra fidelidad la que tiene que protegerlo y llevarlo a cuestas como a un niño´´. Esta fidelidad será un compromiso que nos llevará a la felicidad. El amor está en la generosidad y el olvido personal, ponerse entre paréntesis para hacer feliz al otro. Por ello, cuidar los detalles de afecto, de comprensión, de pasar por alto cosas que nos molestan, no acumular reproches, etc..., es demostrar con obras nuestro amor y es una buena base para dar ejemplo de amor a nuestros hijos. Sería loable crear un buen clima de confianza donde la comunicación estuviera presente. Muchos problemas familiares provienen de la falta de comunicación. Saber escuchar. Saber dialogar. Saber preguntar. Saber esperar y dedicar tiempo a la vida de familia ayudan a mantener al día el amor matrimonial y también la amistad con los hijos. Toda persona quiere sentirse aceptada, valorada y querida. Daremos seguridad a nuestros hijos si valoramos todo lo que hacen bien. Si somos comprensivos con sus cambios de humor; en la adolescencia, por ejemplo, les enseñaremos a aceptarse, base de la autoestima personal. Reflexionaremos en estos comentarios sobre los temas más importantes para que los hijos alcancen una personalidad madura. De la misma manera que el objetivo de la educación es la madurez humana y
  2. espiritual, la finalidad de la educación afectiva es la madurez en el amor. También animar a la responsabilidad personal mediante el ejercicio de la autoridad, fundamentada en el prestigio personal y el espíritu de servicio de los padres, hará que los hijos aprendan a ser libres con la libertad que libera defectos, fruto del esfuerzo personal. Ocuparse de desarrollar la vida sobrenatural de los hijos para que crezcan armónicamente hace que recordemos las palabras del Concilio Vaticano II: ´´Los padres, tanto con la palabra como con el ejemplo, tienen que ser para sus hijos los primeros educadores de la fe´´. En un mundo donde cualquier ´´famoso´´ puede decirnos la tontería más grande, nos ocuparemos de educar la sensibilidad. Tenemos mucho por contemplar, desde la obra de la Creación a tantas manifestaciones artísticas, donde aprenderán a ser personas más cultivadas. No podemos olvidar la influencia del ambiente social en la juventud y estudiaremos la forma de contrarrestar todos los ´´ismos ´ - materialismo, consumismo, relativismo, individualismo, etc. - y buscaremos formas prácticas para fortalecer nuestra tarea educadora. También valoraremos el estudio. Profundizaremos en el papel de los abuelos, con mucho relieve en los tiempos actuales, y recordaremos que la familia es la escuela de valores donde se forman por contagio todos los que la integran. Tema 2: Conocimiento y aceptación de los hijos ¿Conoces y aceptas a tus hijos? Al aceptar plenamente a nuestros hijos, sabrán que son queridos y valorados, base de su autoestima personal. Por: Victòria Cardona, educadora familiar | Para saber educar es necesario el conocimiento propio y el conocimiento de los hijos. Todos tenemos cualidades y defectos, también reaccionamos de forma distinta según con quien tratamos. Ya en Grecia se leía en el templo de Delfos: “Conócete a ti mismo”. Saber conocer es indispensable como también lo es una actitud positiva para rectificar. Dice Yela: “Es a partir del conocimiento de nuestras propias limitaciones, de la aceptación de las que son ineludibles y del esfuerzo para superarlas de donde irradia la labor del educador”. Nos encontramos, pues, con tres elementos importantes para el tema que tratamos: conocimiento, aceptación y mejora personal, que deberíamos aplicar a nosotros y a nuestros hijos. El conocimiento del carácter de cada hijo y su desarrollo, según su edad y sus etapas de evolución, son imprescindibles a la hora de extraer al máximo las posibilidades de cada uno. Todos son diferentes y los tenemos que tratar de forma distinta. A un hijo tímido, por ejemplo, no podemos decirle “no te sale la palabra de la boca”, ni a un despilfarrador le diremos: “eres generoso”. Hemos de fijarnos en los valores esenciales de la persona, lo que es, más que fijarnos sólo en lo que tiene. Un ejemplo: las calificaciones escolares. Si procuramos valorar más el esfuerzo que las notas, obtendremos de nuestros hijos mejores resultados. Es necesario crear un clima de confianza para favorecer la comunicación. Si aprendemos a escuchar, a observar, a dialogar haciendo preguntas oportunas, conoceremos mejor a nuestros hijos y seremos
  3. capaces de comprenderles. Para todo ello conviene dedicar tiempo. Para aceptar hemos de comprender y la comprensión exige la capacidad de entrar en el otro, nos relacionamos con lo más específico de nuestro hijo, es decir, con su intimidad, que conviene respetar. Para mantener unas buenas relaciones familiares hemos de considerar a nuestros hijos personas únicas, irrepetibles, con posibilidades y limitaciones. Nuestra aceptación será permanente, incondicional y total. Al aceptar plenamente a nuestro hijo, sabrá que es querido y valorado, base de su auto estima personal. La serenidad y el equilibrio son consecuencia de la aceptación. Esto quiere decir actuar independientemente de nuestro estado de ánimo. Nuestro testimonio de cariño constante, paciente y realista será lo más positivo para que nuestros hijos adquieran una personalidad madura y estarán motivados para mejorar personalmente. Tema 3: Educación para el amor Educación para el amor Todo lo que sea dar oportunidades a los hijos para pensar en los demás, tener dominio personal, incrementar las virtudes humanas, será educar para el amor Por: Victòria Cardona | Fuente: e-cristians.net Hace falta preguntarse, en primer lugar, qué es el amor. El amor es entrega, comunicación y donación de la persona, plena y definitiva. En el matrimonio esta donación es absoluta, con fidelidad perseverante, que se consigue cada día con una alegre constancia. Nos encontramos hoy con un reduccionismo de valores, en el que el amor es el más maltratado. El hedonismo o búsqueda del placer, y el materialismo, que valora sólo la utilidad. El amor se reduce sólo a placer sexual. La sexualidad en el individuo, no se puede reducir al hecho biológico e instintivo como en el animal, sino que se integra en la persona como ser constituido de cuerpo y alma. Ir por el mundo contra la naturaleza, viviendo como si se fuese un animal, no es fácil cuando se es persona. A la larga siempre se acaba mal: frustaciones, neurosis, sexomanias o drogadicción. También se reduce el amor a sentimiento. "Ya no siento nada, se ha terminado mi matrimonio", escuchamos a menudo. ¿Podríamos decir que unos padres no aman a su hijo porque "no sienten" una gran emoción al consolar al pequeño que llora por la noche?. Hemos de educar la voluntad de nuestros hijos de pequeños, creando hábitos con horarios, y de adolescentes, fomentando las virtudes de la fortaleza y de la sobriedad para aprender a valorar el amor auténtico y ser felices. Tenemos dos facultades: la inteligencia, que nos hace conocer la verdad, y la voluntad, que permite querer libremente aquello que la inteligencia nos presenta como bueno. Amamos con estas dos facultades, si bien para vivir el amor matrimonial seremos, en palabras del Evangelio, "dos en una sola carne", abiertos al gran don de la vida, cooperadores de Dios. El hijo es la síntesis del amor del padre y de la madre. Leeemos en la Encíclica Humanae Vitae: "Es el amor, en primer lugar, plenamente humano, es decir, al mismo tiempo sensible y
  4. espiritual. No es pues simple manifestación de instinto y de sentimiento, sino también, y principalmente, acto de la voluntad libre, destinado a mantenerse y a crecer en las alegrias y dolores de la vida cotidiana, de modo que los esposos lleguen a ser un solo corazón y una sola alma, y alcancen juntos su perfección humana". Los padres somos los responsables de dar información sexual a nuestros hijos de forma gradual, individual, clara, positiva y respetuosa. Siempre estaremos atentos a las influencias recibidas sobre sexualidad en el ambiente que frecuentan, para clarificar las que sean erróneas. En este aspecto de la educación es mejor adelantarse en las explicaciones que llegar tarde. El testimonio de nuestro matrimonio y la fidelidad con que cuidemos nuestro amor es la mejor manera de transmitir, por contagio, que es el amor. La finalidad de la educación afectiva es la educación para el amor. El egoísmo es el peor enemigo del amor auténtico. El olvido personal, para hacer feliz al cónyuge y la generosidad, son los valores que transmitimos los padres y que motivan a saber amar. Por tanto, todo lo que sea dar oportunidades a los hijos para pensar en los demás; no centrarse en ellos, ilusionarles en grandes ideales (podrían ser bibliotecas ambulantes, pero sin ideales no serían nada); tener dominio personal (que no es represión); incrementar las virtudes humanas: sinceridad, fortaleza, sobriedad, etc... Todo esto será educar para el amor.Pués en el amor se es feliz cuando se va a dar y no a buscar. Vienen bien aquí para terminar aquellos versos de Antonio Machado: "Moneda que está en la mano quizás se deba guardar, la monedita del ama se pierde si no se da" Tema 4: Autoridad y libertad Educar en la libertad y responsabilidad El hombre puede educarse porque es libre y puede ser libre porque se educa Por: Victoria Cardona, educadora familiar | Fuente: e-cristians.net Uno de los grandes objetivos en la educación de nuestros hijos es la educación en la libertad. Una libertad entendida para conseguir hacer el bien. Para educar a nuestros hijos en la libertad, los padres, hemos de esforzarnos en mejorar personalmente y ayudar a mejorar a los hijos. Dice el profesor Yela: "El hombre puede educarse porque es libre y puede ser libre porque se educa, solo se educa al hombre liberándolo, sólo se libera educándole". Educar en la libertad Es fomentar más autonomía y más responsabilidad en quien se educa. Respecto a la autonomía es importante conseguir: Que tengan iniciativas. Que sepan elegir. Que sean consecuentes. Recuerdo la anécdota de aquel niño pequeño a quien preguntaban la definición de jersey y contestaba: "prenda que nos ponemos cuando la abuelita tiene frío". También es bueno que por decidir corran el riesgo de equivocarse, ya que "la experiencia es la madre de la ciencia". Respecto a la responsabilidad apoyarse en:
  5. Encargos, adecuados a su edad y carácter. Administración de dinero para gastos personales. Puntualidad en los horarios establecidos en el hogar: hora de levantarse o ir a dormir, tiempo para el estudio, para el descanso, para las aficiones, para el tiempo libre, etc... Autoridad Para desarrollar la libertad de los hijos, los padres hemos de llevar a término una autoridad valiente y prudente. Esta autoridad ha de estar sujeta al espíritu de servicio y avalada por el prestigio personal. No podemos decir, por ejemplo: "Tengo ganas de acertar una quiniela para no pegar golpe". Y exigir que nuestros hijos estudien. Dice Oliveros Fernández de Otero: "Los padres con autoridad-servicio y autoridad-prestigio son comprensivos, pero sobre todo son contagiosos, saben estimular por su manera de hacer". Los padres hemos de tener autoridad, también, para ayudar a educar la voluntad de los hijos para que aprendan a hacer buenas obras. La obediencia del hijo se ha de alcanzar no por autoritarismo ni por sobre proteccionismo sino por amor. Por esto, la flexibilidad, ser capaces de rectificar, de cambiar de opinión, conocer el porqué del comportamiento del hijo en un momento determinado y valorar lo que es importante siempre, permanentemente, o aquello que solo es importante temporalmente, nos ayudará a la comprensión y a vivir un clima positivo y de confianza que facilitará el ejercicio de una buena autoridad. Educar la libertad de nuestros hijos será conocer sus posibilidades reales, enseñar a observar y razonar, nunca imponer, sino que entiendan cual es la conducta adecuada en cada momento. Todo esto dando testimonio, ya que los padres somos el espejo de convicciones firmes para ayudar a la responsabilidad personal y a la felicidad de los hijos, que con su entendimiento, reconocerán lo que es bueno y con su voluntad lo llevarán a buen término. Tema 5: Jóvenes y medios de comunicación Los jóvenes y los medios de comunicación Enseñemos a nuestros hijos a pulsar el botón, sabiendo escoger lo más conveniente Por: Victoria Cardona, educadora familiar | Fuente: e-cristians.net Los medios de comunicación: radio, prensa i televisión, son sobre todo transmisores de la información. Y no podemos negar que, nunca como hoy, hemos recibido con mayor velocidad lo que pasa en todo el mundo. También con Internet se ha ampliado esta información. Todos juntos son portadores de cultura y también ayudan al entretenimiento. Quizá convendría reflexionar si actualmente estos medios orientan de una manera clara, verdadera y objetiva y ayudan al perfeccionamiento de la persona o, por el contrario, los mensajes que nos llegan, no construyen, sino que transmiten una idea degradada del hombre y de su dignidad. Pensemos en la TV, ya que estadísticamente está demostrado que nuestros hijos pasan o, quisieran pasar, muchas horas viéndola.
  6. El contenido de los mensajes está normalmente animado por una ideología hedonista, en la cual, la única norma de conducta es buscar solamente el placer. El hombre se ha de mover exclusivamente por aquellas cosas que le resulten agradables y útiles. Por impulsos primarios: comer, afirmación personal, sexo. El ideal es el confort, medida de la felicidad, y un excesivo sentimentalismo que se aplican a la vida diaria como si fuesen lo mejor. La publicidad nos presenta continuamente elementos y situaciones, en que el consumo es casi una obligación. Consumir es un verbo con un contenido tan grande de competitividad, que lleva a muchos a tener deseos desmesurados y, en muchas ocasiones, desproporcionados a la propia situación económica. En algunos espacios se crea confusión cuando se pone al mismo nivel: la verdad y la mentira; lo que es anormal como si fuera anormal. También cuando se enaltece la pornografía y la violencia. Ante este panorama los padres hemos de buscar soluciones por la influencia negativa que pueden recibir nuestros hijos. Por tanto, conviene dar criterio con el fin de educar su capacidad crítica y enseñarles a distinguir y a elegir. Hay que dar un tiempo de calidad a nuestros hijos, con cantidad de horas. Es importante saber qué piensan y qué les influye más. Discernir y observar. Así, por ejemplo, viendo juntos películas o programas de entretenimiento, haciendo comentarios y preguntas, con-seguiremos un clima de confianza que favorecerá el conocimiento y la comunicación. Los adolescentes, que por su edad son muy impresionables, también son muy idealistas, por lo tanto, no nos costará mucho que entiendan la prioridad de la persona sobre las cosas; de la ética sobre la ciencia; del espíritu sobre la materia. Como usuarios y receptores de los ´´mass media´´, hemos de hacer sentir nuestra voz para que lo que se ofrezca sea realmente un elemento de cultura y ayude a la mejora personal. Enseñar a nuestros hijos a pulsar el botón, sabiendo escoger lo más conveniente. También, los padres buscaremos con imaginación otras alternativas para ocuparles el tiempo libre, que sean más educativas y, a la vez, nos ayuden a conocer más a nuestros hijos, a divertirnos y a pasarlo bien juntos. Tema 6: Los estudios de los hijos Los estudios de los hijos Nuestro hijo o hija será más culto en la medida en que sea capaz de estructurar su saber y tenga ideas propias, fruto de su reflexión Por: Victoria Cardona, educadora familiar | Fuente: e-cristians.net Al hablar del estudio hemos de considerar que éste es para tener más formación y desarrollar habilidades de pensamiento. No lo podemos reducir a tener más instrucción o conocimientos sino que es una base para realizar un trabajo bien hecho cuando uno sea adulto. Nuestro hijo o hija será más culto en la medida en que sea capaz de estructurar su saber y tenga ideas propias, fruto de su reflexión. Lo describe en pocas palabras un autor: ´´La cultura no es saber acumulado, sino saber asimilado´´. Lógicamente los padres somos los primeros responsables del estudio de nuestros hijos. El centro educativo da una ayuda complementaria, pero tan importante, que conocer el ideario de la escuela y el diálogo familia- colegio ocupan un lugar preferente. Conocer si nuestro hijo tiene baja capacidad intelectual, problemas de lenguaje o es perezoso, nos ayudará a mejorar nuestra tarea educativa. Tenemos casi un 30 por ciento
  7. de fracaso escolar en nuestro país, por tanto, nos centraremos en algunos puntos importantes para el estudio: 1.- Nuestro hijo o hija ha de tener voluntad para estudiar. Crear hábitos y motivaciones para conseguirlo será lo mejor. Los horarios son fundamentales. El ambiente familiar de calma y serenidad influyen favorablemente. No podemos los padres obsesionarnos con las calificaciones. No podemos estar sólo preocupados por las ´´notas´´, sino valorar el esfuerzo personal más que los resultados. Todos conocemos padres, con pocos estudios, pero que interesados por los trabajos escolares consiguen que sus hijos aprendan. Dice A. Le Gall: ´´El alumno debe encontrar siempre en su familia, no una vigilancia exigente y que repare en todo lo correspondiente al trabajo escolar, sino un ambiente optimista y atento que anima y vigila al mismo tiempo´´. 2.- Procurar un espacio adecuado, con buena iluminación y sin ruidos para facilitar la concentración. Se trata de controlar la imaginación para que entienda lo que ha de estudiar. Así sabrá hacer un resumen y tener capacidad de síntesis para retener toda la materia que debe aprenderse. Escribe W. A. Kelly: ´´El estudio es el esfuerzo que pone el entendimiento, aplicándolo a conocer alguna cosa y, en especial, trabajo empleado en aprender alguna ciencia o arte´´. 3.- Saber memorizar. En este aspecto los padres, sean del nivel cultural que sean, pueden colaborar preguntando la materia que se ha de aprender. Hemos de ayudar a reflexionar. No es lo mismo, por ejemplo, saber un poema de memoria, que recordarlo y extraer conclusiones sobre su significado. 4.- Todo lo que sea fomentar el espíritu de laboriosidad en nuestros hijos con nuestro testimonio será la mejor herramienta para adquirir responsabilidad en el estudio. Dando ejemplo de orden en nuestro trabajo y de curiosidad por la cultura y los hechos sociales, nuestros hijos nos imitarán. Para finalizar, recordar que la elección de un centro educativo, que tenga el ideario adecuado a los valores que queremos transmitir en nuestra familia es primordial. A este respecto, transcribo un punto del ideario de un centro: ´´En nuestro centro educativo se cultivan las habilidades de pensamiento y de reflexión para que los alumnos sean más rigurosos en su trabajo, más críticos en su pensamiento y más justos en sus juicios´´ Índice Temario del Curso Tema 1: Introducción al Curso Tema 2: Conocimiento y aceptación de los hijos Tema 3: Educación para el amor Tema 4: Autoridad y libertad Tema 5: Jóvenes y medios de comunicación Tema 6: Los estudios de los hijos Tema 7: La familia escuela de valores Tema 8: Educación en la fe Tema 9: El tiempo libre de los hijos
  8. Tema l0: El papel de los abuelos Catequistas, un servicio con raíces antiguas que mira al futuro La decisión papal de instituir el ministerio laico del catequista es fruto de un camino intuido por Pío XII. En 1944, en plena Segunda Guerra Mundial, Pío XII publicaba la encíclica Mystici corporis, dedicada a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo. En un pasaje, tras recordar que los Padres de la Iglesia " cuando encomian los ministerios, los grados, las profesiones, los estados, los órdenes, los oficios de este Cuerpo" tienen presente también a los laicos y a los laicos casados, el Pontífice añadía: "se ha de advertir que, sobre todo en las presentes circunstancias,los padres y madres de familia y los padrinos y madrinas de bautismo, y especialmente, los seglares que prestan su cooperación a la jerarquía eclesiástica para dilatar el reino del divino Redentor, tienen en la sociedad cristiana un puesto honorífico, aunque muchas veces humilde, y que también ellos con el favor y ayuda de Dios pueden subir a la cumbre de la santidad, que nunca ha de faltar en la Iglesia, según las promesas de Jesucristo". La decisión de Francisco de instituir el ministerio laico del catequista,que sigue a la apertura a las mujeres de los ministerios de acólito y lector, se coloca en la vía ya intuida por el Papa Pacelli: especialmente en nuestro tiempo, la tarea de testimoniar y transmitir la fe a las nuevas generaciones es una tarea de "los padres y madres de familia". Ya a lo largo de los siglos y todavía hoy en varios países, ante la falta de sacerdotes, la fe se ha mantenido viva gracias a los padres y madres, y a los catequistas que han dedicado y a menudo sacrificado su vida por ello. Sin embargo, hoy en día, la participación, el reconocimiento y la plena valoración de los laicos es una urgencia y a menudo una necesidad en las sociedades secularizadas. El Motu Proprio AntiquumMinisterium toma como punto de partida el Decreto Conciliar Ad Gentes en el que los Padres del Vaticano II afirmaban: "Digna de alabanza es también esa legión tan benemérita de la obra de las misiones entre los gentiles, es decir, los catequistas, hombres y mujeres, que llenos de espíritu apostólico, prestan con grandes sacrificios una ayuda singular y enteramente necesaria para la propagación de la fe y de la Iglesia. En nuestros días, el oficio de los catequistas tiene unaimportancia extraordinaria porque resultan escasos los clérigos para evangelizar tantas multitudes y para ejercer el ministerio pastoral”. Esta conciencia creció en los años siguientes y culminó en la Carta Apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI. La institución de nuevos ministerios laicos para respondera las nuevas necesidades también se discutió en el reciente Sínodo sobre la Amazonia, recordando en particular el Motu proprio Ministeria quaedam, el documento con el que el Papa Montini en 1972 reformó los ministerios en la Iglesia. En la perspectiva surgida del Concilio, de los Sínodos, subrayada en el Magisterio de los Sucesores de Pedro y, en particular, hoy por el actual Obispo de Roma, los laicos no están llamados, por tanto, a realizar sólo una labor de sustitución porque falten vocaciones al sacerdocio. No se trata de una sustitució n,sino de una acción, implicación y corresponsabilidad plenas y reconocidas: su presencia es verdaderamente necesaria para que la Iglesia sea comunión y misionera. La institución de un ministerio por parte de la Iglesia pone de manifiesto que la persona investida de ese carisma realiza un auténtico servicio eclesial a la comunidad cristiana para el crecimiento de su vida y para su testimonio de fe. Por tanto, la institución de un ministerio laico no pretende "clericalizar" al laico. Es de esperar que este nuevo paso contribuya a
  9. contrarrestar ese retorno del clericalismo tantas veces denunciado públicamente por Francisco que, recordando a menudo el papel del santo pueblo de Dios, el papel de las abuelas y de las madres en la transmisión de la fe, actualiza las palabras de Pío XII sobre los "padres y madres de familia, padrinos y madrinas de bautismo" llamados a expandir el "reino del divin Redentor" Los padres son responsables de sus hijos ante Dios Tenemos, dice San Juan Crisóstomo, un gran depósito en los niños, atendámosles con gran cuidado “Los padres de familia deben ser los primeros catequistas que lleven a sus hijos al camino de iniciación cristiana, no como un mero requisito o cumplimiento, sino con la convicción firme de que, alimentando la fe que inculcaron cuando sus hijos eran más pequeños, puedan seguirse formando de la mejor manera para dar razón de aquello en que creen”. Ciertamente que la futura buena o mala conducta de un hijo depende de si ha sido criado bien o de modo insuficiente. La naturaleza por sí misma enseña a cada padre a atender a la educación de su descendencia. Dios le da hijos, no para que puedan asistir a la familia, sino para que crezcan en el temor de Dios, y sean conducidos por el camino de la salvación eterna. “Tenemos, dice San Juan Crisóstomo, un gran depósito en los niños, atendámosles con gran cuidado”. Los hijos no han sido otorgados a los padres como un regalo del que se pueda disponer como les plazca. Los hijos les han sido confiados y si se pierden por negligencia, los padres deberán rendir cuentas a Dios. Un Padre de la Iglesia dijo que en el día del juicio los padres tendrán que rendir cuentas por todos los pecados de sus hijos: se entiende que de losderivadosde unamala o incompletaformación,pues hay casosexcepcionales de hijos muy bien educados que, a pesar de ello, viven como si no hubiesen tenido buena formación religiosa). Así es que aquel que enseña a su hijo a vivir en el bien, tendrá una feliz y tranquila muerte. El que instruye a su hijo… cuando llegue la muerte no sentirá pena, porque deja a los suyos un defensor frente a sus enemigos. (Eclesiástico 30, 3, 5) Y podrá salvar su alma por medio de sus hijos, es decir, por la formación virtuosa que les dio. (La mujer) “Se salvará mediante su maternidad”. (1Tim. 2:15) Por otro lado, una difícil y triste muerte tendrán aquellos quienes solamente trabajaron para incrementar sus posesiones o multiplicar los honores familiares, o aquellos que sólo trabajaron para dejar a sus hijos comodidad y placeres y no les procuraron valores morales. San Pablo dice que aquellos padres son peores que infieles. Quien no se preocupa de lo suyo, principalmente de los de su casa, ha renegado de la Fe, y es peor que un infiel. (1Tim.5: 8). Aunque los padres lleven una vida de piedad y continua oración, y comunión diaria, se condenan si por negligencia descuidan la educación de sus hijos. San Alfonso hace hincapié en la educación moral de los hijos como un deber esencial. Un descuido en esto es de una gravedad extrema que puede comprometer nuestra salvación. Una omisión en este sentido deberá ser confesada y reparada en la mayor medida posible, buscando resarcir el daño causado por medio de los consejos,el ejemplo y la oración por los hijos,para que alcancemos el perdón de Dios por tan grave daño). Si todos los padres cumplieran con su deber de vigilar la formación de sus hijos, tendríamos muy pocos crímenes. Por la mala educaciónque lospadres dana sudescendencia,hacenque sushijos,dice SanJuanCrisóstomo, caigan en graves vicios; y los entregan así al verdugo. Aquellos que ven a sus hijos con malas compañías y en riñas, y en lugar de corregirles y castigarles, les toman compasión y dicen: “¿Qué puedo hacer? Son jóvenes, esperemos que cuando maduren se alejen de ello”. ¡Qué palabras tan débiles, qué educación tan cruel! ¿En verdad, esperan que cuando los hijos maduren lleguen a ser santos? Escuchad lo que Salomón dice: Mostrad al niño el camino que debe seguir, y se mantendrá en él
  10. aun en la vejez. (Prov. 22:6) Sus huesos, dice el santo Job, se llenarán con los vicios de su juventud, y dormirán con él en el polvo. (Job.20:11) Cuando una persona joven ha vivido con malos hábitos, los llevará a la tumba. Las impurezas, blasfemias y odios, a los que se acostumbró en su juventud, lo acompañarán hasta la tumba, y dormirán con él hasta que sus huesos sean reducidos a cenizas. Corrige a tu hijo mientras haya esperanza;si no, tu seráselresponsable de su muerte (Prov.19:18) Es muy sencillo, cuando son pequeños, entrenar a los hijos en la virtud, pero cuando llegan a la madurez, es igual de difícil corregirles, si han adoptado los hábitos del vicio. San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia En 1944, enplena Segunda Guerra Mundial, Pío XII publicaba la encíclica Mystici corporis, dedicada a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, decía:" el Pontífice añadía: "se ha de advertir que, sobre todo en las presentes circunstancias, los padres y madres de familia y los padrinos y madrinas de bautismo, y especialmente, los seglares que prestan su cooperación a la jerarquía eclesiástica para dilatar el reino del divino Redentor, tienen en la sociedad cristiana un puesto honorífico, aunque muchas veces humilde, y que también ellos con el favor y ayuda de Dios pueden subir a la cumbre de la santidad, que nunca ha de faltar en la Iglesia, según las promesas de Jesucristo". El Papa Pacelli decía: especialmente en nuestro tiempo, la tarea de testimoniar y transmitir la fe a las nuevas generaciones es una tarea de "los padres y madres de familia". Ya a lo largo de los siglos y todavía hoy en varios países, ante la falta de sacerdotes, la fe se ha mantenido viva gracias a los padres y madres, y a los catequistas que han dedicado y a menudo sacrificado su vida por ello. Sin embargo, hoy en día, la participación, el reconocimiento y la plena valoración de los laicos es una urgencia y a menudo una necesidad en las sociedades secularizadas.
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