Plaquette conmemorativa
Día Internacional del Libro y del Derecho de Autor
¿Soy o no Soy? Esa es la cuestión / Cervantes, un artista del escape
Secretaría de Cultura de Coahuila
“La libertad, Sancho, es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los
cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros
que encierra la tierra ni el mar encubre; por
la libertad así como por la honra se puede y
debe aventurar la vida, y, por el contrario, el
cautiverio es el mayor mal que puede venir a
los hombres.”
Don Quijote de la Mancha
E
n 1575, a la altura de Cadaqués, cuando Miguel
de Cervantes y su hermano Rodrigo, junto
con algunos sobrevivientes de la galera “Sol”,
regresaban desde Nápoles a España, fueron
hechos prisioneros y conducidos a Argel por una
flotilla turca. Como tenían en su poder cartas
de recomendación de don Juan de Asturias y
el Duque de Sessa, fueron considerados como
personas de elevada condición por lo que pidieron
un buen rescate por ellos.
CERVANTES,
UN ARTISTA DEL ESCAPE
El primer intento de fuga fracasó porque
el moro que debía guiar a Cervantes y a sus
compañeros a Orán los abandonó en la primera
jornada. Los cautivos se vieron precisados a
regresar a Argel, donde fueron encadenados y
vigilados más estrechamente.
En 1577, después de pagar el rescate, el cual
se creyó que bastaría para que liberaran a Miguel
y a su hermano, fue insuficiente, por lo que
solamente Rodrigo quedó en libertad.
El segundo intento de fuga fue cuando
Miguel, en complicidad con su hermano que ya
había sido liberado, ideó un plan, el cual consistía
en que enviaran una galera y que ésta pudiera
acercarse los suficiente a la playa como para que
Miguel y otros quince cautivos la abordaran.
La galera intentó acercarse dos veces pero fue
apresada y los cristianos escondidos en la cueva
descubiertos. Cervantes afirmó que él era el
único organizador de la fuga y fue por eso que el
rey de Argel lo confinó a un presidio, cargado de
cadenas, donde permaneció cinco meses.
El tercer intento de fuga consistió en enviar
una solicitud de Martín de Córdoba, general
de Orán, en la cual se solicitaba un guía para
un proyecto de aquel lugar, se descubrió que la
solicitud la había enviado el mismo Cervantes,
por lo cual fue condenado a recibir dos mil
palazos, que por intersección de otros no se
llegaron a consumar.
El cuarto intento de fuga fue cuando un
mercader valenciano que estaba en Argel, entregó
una suma en metálico con la cual Cervantes
compró una fragata donde podrían escapar
sesenta cautivos, pero esta vez fue traicionado
por un ex dominico doctor Juan Blanco que le
contó todo el plan a Azán Bajá. Como siempre,
Cervantes cargó con toda la culpa y fue llevado a
la prisión que se encontraba en el mismo palacio
de Bajá.
Fue hasta el 19 de septiembre de 1580 que,
gracias a los padres trinitarios fray Antonio de la
Bella y fray Juan Gil, que lograron reunir los 500
escudos que se pedían por el rescate de Cervantes,
terminaron los cinco años de cautiverio en Argel.
Miguel de Cervantes nació el 29 de septiembre de
1547 en Alcalá de Henares y fue hijo de Rodrigo de
Cervantes y de Leonor de Cortinas.
Fue el cuarto de los siete hijos de
Rodrigo Cervantes: Andrés, Andrea,
Luisa, Rodrigo, Magdalena y Juan.
En 1569 se encontraba en Roma, prófugo de la
justicia por haber causado heridas a un tal Antonio
de Sigura. Por este crimen fue condenado a que se le
amputara la mano derecha y fue desterrado del reino
por diez años.
El 7 de octubre de 1571, Miguel se encontraba luchando
en Lepanto y fue herido en el pecho y en la mano
izquierda, la cual no le fue apuntada pero perdió la
movilidad en ella.
¿Quién fue
Cervantes?
Miguel de Cervantes adoptó el apellido Saavedra
algunos años después de su cautiverio en Argel.
A partir de 1586 el escritor comenzó a incluir
el apellido Saavedra al de Cervantes, aunque
anteriormente éste ya le había otorgado este
nombre al héroe de su drama El trato de Argel,
compuesto entre 1581 y 1583.
En el 2015, en la puerta
del aniversario número
400 de su fallecimiento,
los restos de Miguel de
Cervantes Saavedra siguen
descansando bajo el
convento de las Trinitarias
Descalzas, pues documentos
históricos dan fe de que ahí fue
sepultado.
En 1584, fruto de los amoríos con Ana Franca de
Rojas (mujer del tabernero Alonso Rodríguez) nació
la única descendiente de Miguel, a la que puso
por nombre Isabel de Saavedra.
1.- Lee muchos o, más bien,
todos los libros que existen sobre
caballería.
[…] él se enfrascó tanto en su lectura, que se le
pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los
días de turbio en turbio, y así, del poco dormir y
del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera
que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía
de todo aquello que leía en los libros, así de
encantamientos, como de pendencias, batallas,
desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas
y disparates imposibles, y asentósele de tal modo
en la imaginación que era verdad toda aquella
máquina de aquellas soñadas invenciones que leía,
que para él no había otra historia más cierta en el
mundo […]
[…]Puesto nombre y tan a su gusto
a su caballo, quiso ponérsele a sí
mismo, y en este pensamiento, duró
otros ocho días, y al cabo se vino a
llamar Don Quijote, de donde como
queda dicho, tomaron ocasión
los autores de esta tan verdadera
historia, que sin duda se debía
llamar Quijada, y no Quesada como
otros quisieron decir.
Pero acordándose que el valeroso Amadís, no
sólo se había contentado con llamarse Amadís
a secas, sino que añadió el nombre de su reino y
patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de
Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al
suyo el nombre de la suya, y llamarse Don Quijote
de la Mancha, con que a su parecer declaraba muy
al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el
sobrenombre de ella […]
[…] ¡Oh, cómo se
holgó nuestro buen
caballero, cuando hubo
hecho este discurso, y más
cuando halló a quién dar
nombre de su dama! Y fue,
a lo que se cree, que en un
lugar cerca del suyo había una
moza labradora de muy buen
parecer, de quien él un tiempo
anduvo enamorado, aunque
según se entiende, ella jamás
lo supo ni se dio cata de ello.
Llamábase Aldonza Lorenzo, y a
esta le pareció ser bien darle título
de señora de sus pensamientos; y
buscándole nombre que no desdijese
mucho del suyo, y que tirase y se
encaminase al de princesa y gran
señora, vino a llamarla Dulcinea
del Toboso, porque era natural del
Toboso, nombre a su parecer músico y
peregrino y significativo, como todos
los demás que a él y a sus cosas había
puesto.
[…] Y así, fatigado de este pensamiento, abrevió su venteril y
limitada cena, la cual acabada llamó al ventero, y encerrándose con
él en la caballeriza, se hincó de rodillas ante él, diciéndole:
–No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero,
fasta que la vuestra cortesía, me otorgue un don que pedirle quiero,
el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.
El ventero que vio a su huésped a sus pies, y oyó semejantes
razones, estaba confuso mirándole, sin saber qué hacerse ni decirle,
y porfiaba con él que se levantase; y jamás quiso, hasta que le hubo
de decir que él le otorgaba el don que le pedía [...]
Y ahora sí, dicho lo anterior…
Hecha, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más
tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta
que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los
agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones
que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer; y así,
sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le
viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del
mes de Julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante,
puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza,
y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo
contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado
principio a su buen deseo [...]
Anoche, en la tormenta,
uno como él me hizo
pensar que el hombre
es un gusano. Entonces
mi hijo me vino al
pensamiento, pero mi
pensamiento le negaba.
Ahora sé que somos para
los dioses como las moscas
para los niños: nos matan
por diversión.
Julieta:- No jures. Aunque me llene de alegría el
verte, no quiero esta noche oír tales promesas que
parecen violentas y demasiado rápidas. Son como el
rayo que se extingue, apenas aparece. Aléjate ahora:
quizá cuando vuelvas haya llegado abrirse, animado
por las brisas del estío, el capullo de esta flor.
Adiós, ¡ojalá caliente tu pecho en tan dulce clama
como el mío!
Romeo:- ¿Y no me das más consuelo que ese?
J:- ¿Y qué otro puedo darte esta noche?
R:- Tu fe por la mía.
J:- Antes te la di que tú acertaras a pedírmela. Lo
que siento es no poder dártela otra vez.
R:- ¿Pues qué? ¿Otra vez quisieras quitármela?
J:- Sí, para dártela otra vez, aunque esto fuera
codicia de un bien que tengo ya. Pero mi afán de
dártelo todo es tan profundo y tan sin límite como
los abismos de la mar. ¡Cuando más te doy, más
quisiera darte!… Pero oigo ruido dentro. ¡Adiós, no
engañes mi esperanza… Ama, allá voy… Guárdame
fidelidad, Montesco mío! Espera un instante, que
vuelvo en seguida.
R:- ¡Noche, deliciosa noche!
Sólo temo que, por ser de
noche, no pase todo esto de
un delicioso sueño.
J:- (Asomada otra vez a la
ventana) Sólo te diré dos
palabras. Si el fin de tu
amor es honrado, si quieres
casarte, avisa mañana al
mensajero que te enviaré,
de cómo y cuándo quieres
celebrar la sagrada ceremonia.
Yo te sacrificaré mi vida e iré
en pos de ti por el mundo.
Julieta:- ¡Te asesinarán si te
encuentran!
Romeo:- ¡Ay! ¡Más peligro hallo
en tus ojos que en veinte espadas
de ellos! Mírame tan sólo con
agrado, y quedo a prueba de su
enemistad.
J:- ¡Por cuanto vale el mundo, no
quisiera que te viesen aquí!
R:- El manto de la noche me oculta a
sus miradas; pero, si no me quieres, déjalos
que me hallen aquí. ¡Es mejor que termine
mi vida víctima de su odio, que se retrase mi muerte
falto de tu amor!
J:- ¿Quién fue tu guía para descubrir este sitio?
R:- Amor, que fue el primero que me incitó a indagar;
él me prestó consejo y yo le presté mis ojos. No soy
piloto; sin embargo, aunque te hallaras tan lejos
como la más extensa ribera que baña el más lejano
mar, me aventuraría por mercancía semejante.
J:- Tú sabes que el velo de la noche cubre mi rostro;
si así lo fuera, un rubor virginal verías teñir mis
mejillas por lo que me oíste pronunciar esta noche.
Gustosa quisiera guardar las formas, gustosa negar
cuanto he hablado; pero, ¡adiós cumplimientos! ¿Me
amas? Sé que dirás: sí, yo te creeré bajo tu palabra.
Con todo, si lo jurases, podría resultar falso, y de
los perjurios de los amantes dicen
que se ríe Júpiter. ¡Oh gentil Romeo!
Si de veras me quieres, decláralo
con sinceridad; o, si piensas que soy
demasiado ligera, me pondré desdeñosa
y esquiva, y tanto mayor será tu
empeño en galantearme. En verdad,
arrogante Montesco, soy demasiado
apasionada, y por ello tal vez tildes de
liviana mi conducta; pero, créeme, hidalgo,
daré pruebas de ser más sincera que
las que tienen más destreza en disimular.
Yo hubiera sido más reservada, lo confieso,
de no haber tú sorprendido, sin que yo me
apercibiese, mi verdadera pasión amorosa.
¡Perdóname, por tanto, y no atribuyas a liviano amor
esta flaqueza mía, que de tal modo ha descubierto la
oscura noche!
R:- Te juro, amada mía, por los rayos de la luna que
platean la copa de los árboles…
J:- No jures por la luna, que es su rápida movimiento
cambia de aspecto cada mes. No vayas a imitar su
inconstancia.
R:- ¿Pues por quién juraré?
J:- No hagas ningún juramento. Si acaso, jura por ti
mismo, por tu persona que es el dios que adoro y en
quien he de creer.
R:- ¿Pues por quién juraré?
William Shakespeare nació en Inglaterra y fue
bautizado, según el calendario juliano, el 23 de
abril de 1564 en Stratford-upon-Avon. Sus padres
fueron John Shakespeare y Mary Arden.
William fue el tercer hijo de los
ocho que tuvo el matrimonio.
A los dieciocho años, Shakespeare contrajo
matrimonio con Anne Hathaway, que era diez años
mayor que él. De este matrimonio nacieron tres
hijos: Susanna, Hamnet y Judith, estos
últimos fueron mellizos.
Hamnet murió a los once
años. Cuentan algunos
críticos que la muerte de
su único hijo lo pudo haber
inspirado para escribir Hamlet.
William Shakespeare se mudó
a Londres y su carrera como
actor y dramaturgo comenzó a
crecer rápidamente.
¿Quién fue
Shakespeare?
o no fue
El Bardo de Avon, como era también conocido, escribió
obras de teatro que se dividen en tragedias, comedias y
obras históricas, además de sonetos de amor. Algunas de
sus obras son las más representadas en el mundo.
Se piensa que Shakespeare inventó, o por lo menos fue
el primero en escribirlas en inglés, muchas palabras y
nombres, por ejemplo, assasination (asesinato), bloody
(sangriento), blushing (sonrojarse), Jessica, Rosaline,
Olivia, entre muchos otros.
William Shakespeare murió a los 52 años. Sus restos
descansan en la Iglesia de la Santísima Trinidad en
Stratford. El epitafio de su tumba es para muchos un
conjuro, pues dice: “Buen amigo, por Jesús, abstente de
cavar el polvo aquí encerrado. Bendito sea el hombre
que respete estas piedras y maldito el que remueva
mis huesos”.
Muchos de los personajes de sus obras trágicas
murieron apuñalados, envenenados o degollados.
de 300 personas, entre escritores, académicos,
historiadores y artistas, cuestionaban que William
Shakespeare hubiera escrito semejantes obras
que han trascendido a través del tiempo. Ellos
argumentaban que era muy dudoso que un
hombre proveniente de una familia analfabeta
fuera capaz de manejar con tanta maestría los
temas históricos, filosóficos, matemáticos, sobre
literatura clásica, música y astronomía que
podemos encontrar en sus textos.
Estudiosos de la obra de Shakespeare han
formulado hipótesis sobre quién escribió las
obras, resaltando nombres como Christopher
Marlow, que también era un reconocido
dramaturgo, Sir Francis Bacon, Barón de Verulam,
o el mismo Edwar de Vere, conde de Oxford. Los
“oxfordianos” basan algunas de sus opiniones en
que Edwar viajó durante mucho tiempo por Italia,
por todas las ciudades que aparecen en la obra
de Shakespeare, y que la vida del conde es muy
similar a la de Hamlet, sin embargo, otra teoría
dice que Shakespeare estuvo en Italia durante
1585 y 1592, y que esto explicaría los detalles
minuciosos que se describen en las páginas de sus
obras.
Hoy, a 400 años de su muerte, continúa el
debate, y algunos textos se escriben para afirmar
esta teoría y otros más para desmentirla. De
lo que podemos estar seguros es que la obra
de Shakespeare se mantiene como una de las
más grandes expresiones de lo humano, de la
creatividad y el ingenio, de las pasiones, el amor,
el odio, la alegría, la tristeza, la muerte. No se
sabe a ciencia cierta si Shakespeare “es o no es”
un pseudónimo, y pienso que pasará más tiempo
para saberlo, por lo que propongo que la cuestión
aquí sea disfrutar de la lectura de sus obras, de sus
representaciones y de su vida misma.
D
urante varios siglos, y en diferentes países, se
ha abierto un debate en el que la existencia
del Shakespeare-escritor se pone en duda.
Escritores como Mark Twain, Sigmund Freud o
Walth Whitman en su tiempo se cuestionaron
sobre la veracidad del Bardo de Avon, pues les
resultaba extraño que no existieran tantos
documentos sobre su vida, como cartas o diarios,
además les sorprendía que en el testamento no
hablara de las obras que lo habían hecho rico.
En épocas más recientes, y tomando
como punto de partida las ideas de estos
intelectuales, se emitió un comunicado llamado
“Declaración de duda razonable”, en el que más
¿SOY O NO SOY?
ESA ES LA CUESTIóN
“Ser o no ser,
esa es la cuestión.”
Hamlet