El documento discute las malas y buenas soluciones para la religión y la política. Las malas soluciones incluyen que el estado imponga una religión oficial, que las religiones intenten convertir a los no creyentes por la fuerza o que el estado prohíba las religiones. Las buenas soluciones son que los ciudadanos tengan libertad para elegir sus creencias siempre que no vayan en contra de los derechos humanos, que las religiones aprendan a convivir y que la verdadera tolerancia sea la justicia.