Renacimiento: Una nueva concepción
del mundo.
En el centro, el hombre
Los intelectuales europeos estudiaron la cultura grecolatina.
Los adelantos científicos de la época promovieron los cambios
culturales. El sistema económico del feudalismo decayó dando
paso a un incipiente capitalismo. La imprenta de Guttemberg
revolucionó la vida intelectual. El primer libro que salió de sus
manos fue la Biblia (1455). Ya la Sagrada Escritura no era
privilegio de eruditos, sino de todos. Las técnicas de los viajes
marítimos fueron usadas y perfeccionadas por los portugueses,
sobre todo.
¿Qué características tuvo el Renacimiento?
a) El centro de todo no es Dios, sino el hombre.
b) Vuelta a los clásicos grecolatinos en letras (literatura) y
arte (arquitectura, pintura y escultura). Así nacieron las
Academias que acogían a los estudiosos reunidos para
comentar las obras producidas por la imprenta. El
Renacimiento privilegió a Platón, por encima de Aristóteles. La
Escolástica recibió burlas despectivas.
c) Los mismos Papas fueron mecenas o protectores de
artistas. Por ejemplo, Nicolás V patrocinó la traducción
de los autores griegos al latín. Sixto IV mandó construir
la Capilla Sixtina (1475). Estos mismos papas propiciaron
el nepotismo, los escándalos financieros, acumulación de
beneficios, proliferación de espectáculos escandalosos,
ejercicio de políticas de expansionismo y poca afición a
las virtudes ascéticas.
Contra estos vicios alzó la voz Jerónimo Savonarola,
dominico, predicador de fuego. Alejandro VI intentó
conquistarle y ponerle de su parte; pero no lo consiguió.
Por tanto, prohibió a fray Jerónimo que predicara. Él
desobedeció, alegando, como Huss, que obedecía los
designios de Dios. El Papa Alejandro VI lo excomulgó.
Terminó tristemente en la hoguera en 1498, en
Florencia.
SAVONAROLA
El 8 de noviembre de 1494, en la Florencia invadida por el rey francés, estalló
una sonada rebelión. Los gobernantes de la familia Médici fueron acusados y
expulsados. Girolamo Savonarola, tras la expulsión de los Médici, surge como
líder de la ciudad y comienza entonces a gobernar la República Democrática
de Florencia, de carácter fuertemente religioso. Como ahora estaba en el
poder, persiguió ferozmente a los homosexuales, las bebidas alcohólicas, el
juego, la ropa indecente y los cosméticos. Savonarola ordenó a la policía que
buscara por la ciudad cualquier cosa que permitiera la vanidad o el pecado
como tablas de juego, libros que trataban de cuestiones sexuales, peinetas,
espejos, perfumes y ropa indecente que fueron confiscados por la policía y
echados a la llamada "hoguera de las vanidades", un inmensa hoguera que
ardía en la plaza principal de la ciudad. También se quemaron cuadros y obras
maestras del Renacimiento, libros de Petrarca y Bocaccio, libros de los
antiguos escritores de la civilización romana y griega de incalculable valor, por
ser considerados inmorales. La violencia dirigida por Savonarola se extendió
por toda la República de Florencia, en un intento de obligar a los ciudadanos a
que retornasen a unas costumbres sencillas.
En estas condiciones, se formó un grupo contrario al gobierno de Savonarola,
llamado los arrabbiati o los enojados, que son derrotados en las calles por los
seguidores de Girolamo. Atacó al Papa Inocencio VIII como "el más
vergonzoso de toda la historia, con el mayor número de pecados,
reencarnación del mismísimo diablo".
El 11 de febrero de 1498 Savonarola excomulga
al Papa.
El pueblo de Florencia se levanta contra él.
Savonarola apela al juicio de Dios, en la hoguera
no se quemará, pero tendrían que entrar
también los enviados del Papa, luego alega que
le dejen entrar con la Custodia y el Santísimo.
El Juicio de Dios debía tener lugar el 7 de abril
de 1498, ante una multitud. Todo estaba listo
para la prueba, pero no se realizó por lo que la
gente se volvió contra Savonarola. Fue ahorcado
y quemado en una especie de linchamiento
popular, más que un juicio de la Inquisición
• Otro dominico, español, Vicente Ferrer, mostró también,
pero con más respeto, ansia de reformar las costumbres
en la Iglesia, a la que con todos sus defectos, tuvo una
firme adhesión. Son famosos sus sermones y tratados
de vida espiritual. El franciscano san Juan de Capistrano
levantó el alma de Hungría y a caballo –crucifijo en
mano- definió la derrota del Islam, que amenazaba
Europa. San Bernardino de Siena –franciscano- con su
predicación y vida santa sostuvo a las comunidades y
pueblos italianos en su fe.