3. ÍNDICEÍNDICEÍNDICEÍNDICE
EL PAPEL DEL PAPELEL PAPEL DEL PAPELEL PAPEL DEL PAPELEL PAPEL DEL PAPEL
Vicente Quirarte
HYPNEROTOMACHIA POLIPHILIHYPNEROTOMACHIA POLIPHILIHYPNEROTOMACHIA POLIPHILIHYPNEROTOMACHIA POLIPHILI
Un sueño que cumple quinientos años
Pilar Pedraza
EL BIBLIÓMANOEL BIBLIÓMANOEL BIBLIÓMANOEL BIBLIÓMANO
Charles Nodier
LA INVENCIÓN DEL PAPELLA INVENCIÓN DEL PAPELLA INVENCIÓN DEL PAPELLA INVENCIÓN DEL PAPEL
Svend Dahl
BREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓNBREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓNBREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓNBREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓN
Joseph William Zaehnsdorf
ANTONIO DE ESPINOSAANTONIO DE ESPINOSAANTONIO DE ESPINOSAANTONIO DE ESPINOSA
El segundo impresor mexicano
Alexandre A. M. Stols
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Diciembre 2010
Reserva de derechos al uso exclusivo de título
04-2010-031017534800-102
México
4. %X[L
5evista de %%%%ibliofilia
Año: Primero - Número: 2
Diciembre 2010
México
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Tiraje: 1,000 ejemplares numerados
Editor responsable: Héctor Fernández Gascón
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de la portada, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse de ninguna forma ni por ningún medio
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5. EL PAPEL DEL PAPELEL PAPEL DEL PAPELEL PAPEL DEL PAPELEL PAPEL DEL PAPEL
Vicente Quirarte
El papel está en todas partes. Acompaña cada momento, grave o fútil,
de nuestra vida privada o pública. Fija y transmite: es la memoria de la
lengua y de la nación. El papel atestigua: es la prueba y el derecho.
Circula, comunica: es el soporte esencial de los lazos intelectuales y
económicos de nuestro tiempo. El papel viste, condiciona: es la seducción
del producto, el alma de la sociedad de consumo.
Pierre-Marc de Biasi
s flexible, es sólido, es ligero. Fuerte como la memoria, existe en nuestra vida
desde antes de que tengamos uso de razón. Sobre él se registran nuestros pri-
meros hechos sobre el planeta. En uno similar se da cuenta del fin de nuestra
aventura. Acompaña a nuestro nacimiento y sin su existencia no somos para
el mundo. Se parece a su nombre, limpio y breve, labial y líquido: papel. Transformado
en plural, adquiere peso, poder, prestigio, Sus papeles, exige la autoridad desde sus múlti-
ples rostros como justificación de nuestros actos rituales o de aquellos que, voluntaria-
mente, realizamos para la modificación de la realidad. Los papeles de un escritor son tan
vitales como los papeles de un financiero. Cada uno defenderá hasta la muerte el valor y
la vigencia de ambos.
Como advierte Roland Barthes, la escritura autógrafa es la
cercanía más próxima que el lector puede tener con el cuerpo del que
escribe. Desde la mano que en la caverna de Lascaux imprimió su
huella para dejar testimonio del paso de su dueño, la humanidad se
ha empeñado en encontrar materiales y soportes que guarden de me-
jor manera los signos de la comunidad que en ellos se reconoce. En
el tercer milenio, y a pesar del avance asombroso de las comunicacio-
nes electrónicas, no podemos concebir una sociedad sin papel. Hasta
ahora, nadie ha demostrado que los medios electrónicos tengan ga-
rantizada su existencia futura. En cambio, la odisea del papel ha resistido el paso de los
siglos. Otros materiales han tenido, en el uso corriente, una vida igualmente prolonga-
da. El papiro, fabricado a partir de una planta que crece a orillas del río Nilo, fue utiliza-
do desde el tercer siglo de nuestra era hasta una bula papal del siglo XIII. Ocupa, prácti-
camente, toda la historia de la antigüedad. Los griegos lo denominaron Biblos porque tal
era el nombre de la ciudad fenicia desde la cual se exportaba el artículo. De ahí se deriva
la palabra Biblia, que significa El Libro, y el resto de la etimologías que tienen relación
con su universo. El libro impreso, tal como hoy lo concebimos y que transformó radi-
calmente el uso del papel, tiene entre nosotros un poco más de 500 años. Sobre papel
trazó Leonardo da Vinci bocetos de máquinas voladoras. En un material semejante,
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6. DIRECTORIODIRECTORIODIRECTORIODIRECTORIO
PILAR PEDRAZA. Es doctora en Historia, pro-
fesora de Historia del Arte en la Universidad de
Valencia y escritora. Ha traducido y editado obras
enigmáticas del Renacimiento, como el Sueño de
Polifilo (Acantilado, 1999), el Tratado de Arquitec-
tura de Filarete o La fuga de Atalanta. Hasta el
momento ha publicado ocho novelas, entre ellas
Las joyas de la serpiente, La fase del rubí, Las novias
inmóviles, Piel de Sátiro, Arcano trece y La perra de
Alejandría, además de numerosos ensayos sobre
cine y sobre lo femenino en la cultura, así como
diversas antologías. En 2004 se encargó, junto con
Roger Bartra, de la exposición El salvaje europeo,
producida por el Centro de Cultura Contemporá-
nea de Barcelona.
VICENTE QUIRARTE. Es doctor en Literatu-
ra Mexicana por la Facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM. Fue director general de publicacio-
nes de la UNAM, fundador de la colección El Ala
del Tigre y director de la Biblioteca Nacional. Ha
recibido el Premio Nacional de Ensayo Literario,
el Xavier Villaurrutia, el de Dramaturgia Sergio
Magaña y la Distinción Universidad Nacional. Es
integrante del Consejo de la Crónica de la Ciudad
de México y miembro de número de la Academia
Mexicana de la Lengua. Algunos de sus títulos
son: La poética del hombre dividido en la obra de
Luis Cernuda, Vergüenza de los héroes, Elogio de la
calle, Biografía literaria de la Ciudad de México,
Del monstruo considerado como una de las bellas ar-
tes e Invitación a Gilberto Owen. El fantasma del
Hotel Alsace. Los últimos días de Oscar Wilde, Retra-
to de la joven monstruo y Hay mucho de Penélope en
Ulises.
CHARLES NODIER (1780-1844). Cuentista,
poeta, periodista crítico(en 1802 fue encarcelado
por publicar el panfleto La Napoléone, en donde
critica a Napoleón), entomólogo aficionado, bi-
bliotecario de enorme prestigio y bibliófilo. Diri-
gió la Bibliothèque de l'Arsenal. Promovió el naci-
miento del Romanticismo en Francia. En 1833 es
elegido miembro de la Academia Francesa y funda
el Bulletin du Bibliophile. En 1843 es nombrado
miembro de la Legión de Honor. Por su tertulia
pasaron Alfred de Musset, Alejandro Dumas,
Théophile Gautier, Alfred de Vigny. De personali-
dad magnética y encantadora, Nodier fue para la
literatura francesa lo que Poe fue para la inglesa.
Su obra ha perdurado en el tiempo, es mayormen-
te narrativa y de corte sobrenatural, predominan-
do en ella un atractivo tono añejo. Entre sus textos
están: La monja sangrienta, El vampiro Arnold-
Paul, El espectro de Olivier, Las aventuras de Thi-
baud de la Jacquière, El tesoro del diablo, El apareci-
do rojo, El bibliómano.
ALEXANDRE A. M. STOLS (1900-1973).
Editor, diseñador tipográfico y bibliógrafo holan-
dés. Nace en Maastricht, hijo de impresor y amigo
cercano de Charles Nypels quién lo introdujo al
estudio de los “libros bellos”. Bajo la firma de
A.A.M. STOLS llegó a publicar más de 1,000 edi-
ciones en menos de 4 décadas lo que lo convirtió
en el impresor más prominente de su país. Uno de
sus mayores logros fue la publicación de la esplén-
dida revista tipográfica Halcyon. En 1951 llega a
Ecuador por encargo de la UNESCO y después
viaja a México en 1956 donde trabajó como asesor
y diseñador en la Escuela de Artes Gráficas y para
el Fondo de Cultura Económica.
JOSEPH ZAEHNSDORF (1816-1886). Na-
tivo de Budapest llegó a ser uno de los más famo-
sos encuadernadores de Europa. Fundó su taller en
Londres en 1842 y floreció creando una gran va-
riedad de encuadernaciones tradicionales e innova-
doras. Fue un encuadernador pragmático, su tra-
bajo se caracteriza por la pulcritud y fineza de sus
acabados. Su libro The Art of Bookbinding publica-
do en 1880 se convirtió en la Biblia de la encua-
dernación siendo una referencia obligada para
todo aprendiz del oficio o estudioso del tema.
SVEND DAHL (1887-1963). Fue director de
la Biblioteca Real de Copenhage y miembro hono-
rario de la Asociación de Bibliotecarios de biblio-
tecas científicas y académicas. En 1927 escribió
Historia del Libro, un texto básico para libreros,
editores, bibliotecarios, coleccionistas y aficiona-
dos al libro.
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7. HYPNEROTOMACHIA POLIPHILIHYPNEROTOMACHIA POLIPHILIHYPNEROTOMACHIA POLIPHILIHYPNEROTOMACHIA POLIPHILI
Un sueño que cumple quinientos años
Pilar Pedraza
A Santiago Sebastián, in memoriam
l año de 1999 la Hypnerotomachia Poliphili o Sueño de Polifilo (Venecia,
1499) cumplió medio milenio.1
No queremos dejar pasar la ocasión de se-
ñalar una vez más su interés, que, como el de todas las grandes obras, crece
a medida que se enriquece nuestra visión del Renacimiento. Muy aprecia-
do aunque no siempre bien conocido por los estudiosos del arte y la litera-
tura, es uno de los libros más curiosos y enigmáticos salidos de unas prensas. Todavía
está envuelto en misterios: sólo se conoce a su autor por conjeturas,2
se ignora el nombre
del artista que diseñó los grabados y la razón que impulsó al mecenas, Leonardo Grassi,
a sufragar la edición. El mismo Aldo el Viejo, el impresor, no dejó su nombre más que
en el último folio, en una fe de erratas que falta en algunos ejemplares.
Los enigmas de la Hypnerotomachia comienzan en su estructura misma. Se divide en dos
libros asimétricos en cuanto a extensión, escritos con distinta técnica literaria y de con-
tenido aparentemente contradictorio, aunque sin duda salieron de la misma pluma. En
el primero, el protagonista de ambos, Polifilo, narra un complicado viaje en sueños a
través de regiones y construcciones alegóricas de carácter amoroso. En el segundo, que
se enmarca dentro del mismo sueño del personaje, el relato está en boca de su amada
Polia, que cuenta su propia historia. Cuando la narración de Polia termina, Polifilo des-
pierta y maldice la luz del nuevo día, que le arrebata las delicias y los tormentos del
amor.
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8. EL BIBLIÓMANOEL BIBLIÓMANOEL BIBLIÓMANOEL BIBLIÓMANO
Charles Nodier
Todos ustedes saben quién fue el buen Te-
odoro sobre cuya tumba ahora arrojo flo-
res, rogándole al cielo que la tierra le sea li-
gera. Con estos dos jirones de frase intento
dedicarle algunas páginas de nota necroló-
gica o de oración fúnebre.
Desde hacía veinte años que Teodoro se
había retirado del mundo para no trabajar
o no hacer nada: cuál de estos dos propósi-
tos era el verdadero es un gran secreto.
En algo pensaba, pero nadie sabía en qué.
Pasaba la vida en medio de libros y ocupa-
do solamente con libros, lo que había he-
cho que algunos pensasen que estaba com-
poniendo uno que haría que todos los
otros fuesen inútiles; pero evidentemente
se equivocaban. Él supo aprovechar sufi-
cientemente sus estudios y no ignoraba
que tal libro ya había sido escrito hace tres-
cientos años; es el decimotercer capítulo
del Libro Primero de Rabelais.
Teodoro ya no hablaba, no reía, no se di-
vertía, no comía, no iba al baile ni al tea-
tro.
Las mujeres que tanto había amado en su
juventud ya no atraían sus miradas, o
cuando mucho no les miraba más que a
los pies; y si un elegante par de zapatos de
colores brillantes atraía su atención:
-¡Ay! -exclamaba, arrancando de su pecho
un profundo gemido- ¡cuánto cuero fino
desperdiciado!
Antaño había seguido la moda; las cróni-
cas de la época nos dicen que fue el prime-
ro en anudarse la corbata del lado izquier-
do, a pesar de la autoridad de Garat que la
anudaba del lado derecho y menosprecian-
do al pueblo que se obstina en anudarla al
medio. Teodoro ya no se ocupaba de la
moda. Sólo en un una ocasión se peleó
con su sastre:
-Señor -le dijo un día-, éste es el último
traje que recibo de usted si vuelve a olvi-
darse de cortar los bolsillos in-quarto.
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9. LA INVENCIÓN DEL PAPELLA INVENCIÓN DEL PAPELLA INVENCIÓN DEL PAPELLA INVENCIÓN DEL PAPEL
Svend Dahl
l tiempo que el rollo de papiro y el códice de pergamino prosperaban conti-
guos en las bibliotecas del Imperio romano, se producía en China un invento
que más tarde tendría una importancia capital para el libro de Occidente. Los
chinos, tras la pira de libros en 213 a. de C. comenzaron a utilizar la seda para
los libros, pero naturalmente se trataba de un material costoso, por lo que se intentó la
producción de otro, totalmente nuevo, que partiendo de las hilachas de seda, deshechas
y maceradas hasta convertirlas en una fina pasta que, después
de secarse, daba una especie de papel fino. Pero aún así resulta-
ba demasiado caro para obtener una amplia difusión, por lo
que se intentaron métodos más económicos.
Según la tradición, el problema se resolvió el año 105 cuando
Tsai Lun inventó el papel, al emplear como materia prima, en
vez de restos de seda, otros materiales mucho más baratos: cor-
tezas vegetales, en especial fibra de morera, pero también restos
de tejido de algodón, viejas redes de pesca, etc. Su invento reci-
bió inmediata aprobación general y no hay duda de que en los primeros siglos siguientes
se escribieron numerosos manuscritos sobre papel; pero ninguno se ha conservado de
aquellos tiempos. Sven Hedin descubrió en una pequeña
ciudad del oasis de Lop-nor, en el desierto del Tibet, unos
papeles que quizá sean los más antiguos que existen -se
supone que datan de los siglos II al III de nuestra era-, y
en el templo de Tun Huang, en Turquistán, se descubrió
en una pared una cantidad de manuscritos en papel, par-
te de los cuales se conserva en el British Museum de Lon-
dres, parte en la Bibliothèque Nationale de París; al igual
que los libros de papiro, tienen forma de rollos.
Durante casi setecientos años consiguieron los chinos mantener en secreto la fa-
bricación del papel, pero cuando los fabricantes chinos cayeron prisioneros de los árabes
a mediados del siglo VIII, quedó revelado el secreto y a partir de entonces comenzó la
peregrinación del papel a través del imperio árabe, hasta que, hacia 1100, alcanzó Euro-
pa, cuando los árabes lo introdujeron en España; entre los primeros lugares de produc-
ción se encontraba el centro literario de la época, Toledo, pero el más antiguo conocido
se encontraba en las proximidades de Valencia (Játiva), hubo otra fábrica pronto en Ge-
rona y de aquí se propagó a Periñan, Montpellier, Troyes, etc., llevando consigo el voca-
blo paper (de donde procede fr. Papier). En el siglo XIII aún se confundía el nombre
“pergamino de trapo” o “pergamino de paper”.
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10. BREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓNBREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓNBREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓNBREVE TRATADO SOBRE LA ENCUADERNACIÓN
Joseph William Zaehnsdorf
l arte de la encuadernación nos traslada a los tiempos en que las tabletas
con jeroglíficos inscritos eran unidas con anillos formando la unión de los
volúmenes. Y podríamos ir aún más atrás, cuando las tablillas de arcilla con
caracteres cuneiformes eran encapsuladas una dentro de la otra, de modo
que si la cubierta de uno se rompía o se dañaba aún quedaba otra cubrién-
dola; mediante estos cuidados la Historia se ha podido transmitir de generación en ge-
neración.
Al principio, la unión de las tablillas se hacía con anillos
que las entrelazaban y mantenían unidas; más tarde la cubierta
simple de piel constituía la cobertura que conservaba el volumen.
Posteriormente se empiezan a atar con tiras de pergamino en una
línea continua con un nudo en cada extremo. El lector iba desa-
nudando un extremo y enrollando el otro a medida que descubría
el texto. Los libros, clasificados por su rareza, su carácter religioso
o valor, se guardaban en una caja redonda o en un estuche de tal
manera que la biblioteca de la Antigua Jerusalén semejaba más
bien una colección de canastos o cilindros.
Posteriormente surgió la necesidad de acomodar va-
rias hojas sueltas en un solo paquete uniéndolas por un
extremo formando el lomo y cubriendo la totalidad de la
obra a manera de protección en su forma mas simple a
fin de conservar la hojas en una secuencia determinada.
Pienso que la forma más antigua de los libros formados
por hojas individuales se encuentra en los libros sagrados
de Ceilán, hechos de hojas de palma escritas con una
puntilla metálica y unidas con un cordón de seda atado
por un extremo de una manera suficientemente floja con
el fin de permitir que cada hoja, al descubrirla, quedara
expuesta sobre la superficie plana. Para preservar los ma-
nuscritos hechos en pergamino o vitela estos simplemen-
te se envolvían en un trozo de piel y eran amarrados con
una cuerda. Estos no se ligaban por los extremos sino que
se acomodaban en un estuche con unas tablillas de madera que colgaban exteriormente
y tenían escrito en ellas el título del texto.
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11. ANTONIO DE ESPINOSAANTONIO DE ESPINOSAANTONIO DE ESPINOSAANTONIO DE ESPINOSA
El segundo impresor mexicano
Alexandre A. M. Stols
ntonio de Espinosa, el segundo impresor establecido en la Ciudad de Méxi-
co, nace en Jaén, España entre 1526 y 1532. Aprendió el oficio de impresor,
cortador de punzones y grabador. En 1550 se incorporó al taller de Juan Pa-
blos. El uso de tipos romanos y cursivos y de nuevos grabados en madera in-
dica que Antonio de Espinosa tuvo una gran influencia en el desarrollo del
taller, lo que se vería ya después del año de 1554, y la mano del cortador de punzones se
hizo sentir también por la superación del estilo tipográfico de los libros impresos en el
taller de Pablos.
Una de las grandes ventajas de que gozaba Juan Pablos consistía en haber obteni-
do prórroga a la licencia de los Cromberger para ejercer con exclusividad el arte de la
imprenta en la Nueva España: el virrey don Antonio de Mendoza le había otorgado el
monopolio por ocho años, prolongándolo luego cuatro años más.
En la persona de Antonio de Espinosa, buen técnico y
hombre inteligente, dejó Pablos entrar en su imprenta al ca-
ballo de Troya. No sabemos con certeza cuánto tiempo traba-
jó Espinosa con él; es casi seguro que después del período
1551-1553 estuviese cuatro años más en México; pero, en el
segundo semestre de 1558 estaba ya Espinosa en la Corte de
Valladolid. Las gestiones de Espinosa habrán logrado el efecto
deseado, porque el 7 de septiembre de 1558 se firma una cé-
dula real estipulando que ni Juan Pablos ni ninguna persona
podría impedir que Antonio de Espinosa, Antonio Alvarez,
Sebastián Gutiérrez y Juan Rodríguez, todos ellos impresores
y vecinos de México, ejercieran el arte de la imprenta en di-
cha ciudad.
Al llegar a México, Espinosa exhibe sus cédulas y las
presenta al virrey don Luis de Velasco y a la Real Audiencia el 2 de agosto de 1559, ese
mismo año debutaba con un libro de muy buena presentación: la Grammatica de fray
Maturino Gilberti, O.F.M., autor muy solicitado, del que antes había impreso Juan Pa-
blos varios libros. Así pues no debió ser muy grato para Juan Pablos encontrarse con que
la nueva obra de fray Gilberti se imprimía en el taller de su rival.
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12. LA BIBLIOTECA MIGUEL LERDO DE TEJADALA BIBLIOTECA MIGUEL LERDO DE TEJADALA BIBLIOTECA MIGUEL LERDO DE TEJADALA BIBLIOTECA MIGUEL LERDO DE TEJADA
República de El Salvador 49 Centro Histórico Ciudad de México
La Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada reúne uno de los acervos bibliográficos
más valiosos de América Latina. Además de un núcleo fundamental conformado por las
obras de economía tal como fue pensado por sus fundadores, nuestras colecciones com-
prenden obras y documentos que datan de la etapa novohispana y del México indepen-
diente; una de las más completas colecciones de periódicos del siglo XIX; un nutrido
acervo de folletería y varias colecciones especiales legadas a esta institución por algunos
de nuestros más grandes estudiosos e intelectuales. A ello se suma un creciente número
de libros, revistas y periódicos representativos de nuestro tiempo.
El propio edificio de la Biblioteca es
una obra de enorme valor artístico y
documental, situada en el complejo ar-
quitectónico de San Felipe Neri, que
data de fines del siglo XVII. Alberga a
su vez un mural preparado por Vlady,
uno de los más grandes artistas plásticos del México contemporáneo.
Desde 1791, año en que el Virrey Juan Vicente de Güemes Pacheco, segundo
conde de Revillagigedo, ordena la elaboración de El Libro de Razón General de la Real
Hacienda a Fabián de Fonseca y Carlos de Urrutia, da comienzo un esfuerzo institucio-
nal por reunir y comprender los testimonios -más tarde acervos completos- de la histo-
ria de la Hacienda en México. Ese impulso ha sido fructífero, pues alrededor de esa idea
y con suerte diversa la Secretaría de Hacienda ha reunido un acervo de enorme relevan-
cia para documentar -desde un mirador más alto- múltiples aspectos
de la historia de la Nación. Al mirar en conjunto el acervo de la Bi-
blioteca Miguel Lerdo de Tejada cada una de las partes que lo inte-
gran adquiere un valor especial. El Fondo Histórico de Hacienda An-
tonio Ortiz Mena -que se conserva en la antigua sala de fundición de
la Casa de Moneda de México en Palacio Nacional- es hoy en día el
depósito mas amplio de noticias sobre la Hacienda Pública en Méxi-
co. Es difícil exagerar, por otra parte, la riqueza e importancia del
Fondo Reservado de la Biblioteca, con obras del siglo XVI al XIX,
formado no sólo por iniciativa de la propia administración, sino tam-
bién por la incorporación de fondos conventuales franciscanos y jesuitas, entre otros.
Las voces y autores de nuestro catálogo es un compendio de luz y maravillas: Esteban de
Terreros y Pando, Emmanuel Tesauro, Jerónimo de San José, Francisco de Burgoa, Jeró-
nimo Castillo de Bovadilla, Francisco Clavijero, Francisco de Florencia, Lorenzo Hervas
y Pandero, Jorge Horno, Justo Lipsio, Juan de Mariana, Juan Navarro, Juan Antonio Pe-
45
13. Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre
los volúmenes que pueblan en el indiferente universo, hasta
que da con el lector, con el hombre destinado a sus símbolos.
-orge /uis %orges